Partida Rol por web

—Eso suena alentador, maravilloso. Siempre he creído que las personas que no se conforman son las mejores. Yo soy detective, siempre luchando por el ciudadano, el bien mayor—. Cualquier persona con buen ojo vería que el semblante de Francis se tornaba mas eufórico. Volviendo al tema añadió—: ¿Y que armas sabe usar? ¿trabajo como feriante o un circo en espectáculos? Es algo que siempre me ha fascinado. 

—Maravilloso. Veamos a ver que responde, a ver si consigo sonsacarle si es una persona de grandes ideales. Seria alguien perfecto de ser así. De constitución fuerte y polifacético en el manejo de armas—. Los pensamientos del señor Douglas cabalgaban sin parar en los rincones de su mente. Pensaba y observaba con rapidez, mirando a su compañero y a la vez buscando al Capitán Aidan—. Lo necesito conmigo. Es de locos hablar de algo que nunca creí que existiera. 

Antes de encaminarse hacia el interior de la mansión, con dificultades por la respiración acelerada y el ahogo, Eilish solo pudo decir - Mi hermano... por favor. Mi hermano.

Eilish no puso objeción, tomó su brazo como apoyo para no caer y se dejó llevar por Lord Lang. Todavía casi no podía sostenerse y, de todos modos, su hermano no se encontraba a la vista. Quizá de camino al enorme edificio o en su interior lo encontrase, a saber lo que habría podido llamar su atención. En esos momentos ella sólo pensaba en calmarse y respirar, aunque una pequeña parte de ella se regañaba por haberlo dejado y otra pequeña, muy pequeña, no paraba de repetirle las mismas palabras.

En esos momentos ella sólo pensaba en calmarse y respirar, aunque una pequeña parte de ella se regañaba por haberlo dejado y otra pequeña, muy pequeña, no paraba de repetirle las mismas palabras - Es día de cosecha.  Es día de cosecha.  Es día de cosecha. Es día de cosecha - y conforme se fueron acercando a la casa la voz se incrementó en su interior, como un eco en aumento. De golpe la voz cesó y entonces supo que su pequeña hada estaba de vuelta - No podemos dejar que vuelva a ocurrir - le susurró con vehemencia. 

- ¡Ahora no! - pensó Eilish para sus adentros. Aunque sabía que aquello no funcionaría. Como mínimo tenía que susurrar para que ella la oyera.

Cuando terminó de acariciarse los puño, gesto que su compañero parecía no haber advertido, Alexander estiró los brazos hacia Francis soltando previamente una carcajada

- Le presento mis actuales armas, no encontrará unas mas fiables - Y colocando los brazos nuevamente en su posición - se interesó por la vida de contertulio

- Con que Detective, imagino que deberá tener una alta capacidad de observación ¿Alguna otra habilidad que considere importante para su trabajo? -

Terence escuchó lo que Seamus tenía que decirle sin realmente saber muy bien de que estaba hablando. Asentía con la cabeza, pero realmente no entendía el significado de las palabras del pelirrojo. Con la cabeza gacha y sin decir nada más, se dirigió arrastrando los pies en dirección al jardín, alejándose del irlandés. Inseguro, derrotado.

McBride, con el pecho henchido y feliz por estar convencido de haber salvado la boda y de esa manera haber realizado una buena acción, de la cual su hermana estaría orgullosa, volvió sobre sus pasos silbando una conocida tonadilla irlandesa.

Una vez dio la vuelta a la esquina de la mansión y vuelto a la zona del jardín donde la fiesta se estaba desarrollando, Seamus empezó a buscar con la mirada a su hermana entre todas aquellas personas. No había demasiados invitados en esa boda, situación que le había llamado la atención en el mismo momento de llegar a la celebración, pero que asumió a una falta de relaciones y amistades entre las clases sociales mas altas -si él se encontrara en esa situación, habría reunido a varias decenas de colegas con los que festejarlo- y sin embargo no pudo encontrar a su hermana.
A quien si encontró fue a un hombre maduro de ropa elegante, barba de varios días perfectamente  arreglada y andar seguro y decidido. La imagen de un noble seguro de si mismo. Se acercaba a Seamus haciéndole gestos con la mano.

– Disculpe la interrupción, caballero. – saludó al pelirrojo –. Pero me ha parecido que estaba acompañando a la Doctora McBride, ¿correcto?

No encontrar a su hermana y que un estirado al que no conocía de nada se le acercara preguntándole por ella, era una situación que no ayudaba precisamente a tranquilizar al temperamental irlandés.

Aquel tipo parecía un candidato perfecto para unirse a la lucha de los Exterminadores. Alguien muy capaz de ayudar desde un primer momento en alguno de los grupos de acción. Esos que actuaban en la primera línea de lucha contra las criaturas de la noche.

La excitación de Francis por la posibilidad del éxito solo se veía superada por la inseguridad de abordar la situación de manera equivocada y perder una ocasión que el creía como única. ¿Si solo tuviera el apoyo de alguien más experimentado en estas lides como era Lord Aidan? Pero, para desgracia del detective, no pudo localizar a su compañero Ripper entre el grupo de invitados en el jardín. Debía de intentar convencer él solo a aquel hombre o esperar a recibir la ayuda de Lord Aidan más adelante, cuando este apareciera de nuevo.

Alexander era un hombre acostumbrado al elogio de sus admiradores, y se encontraba a gusto recibiendo muestras de interés. Por eso se mostró más que dispuesto a responder a las preguntas que aquel hombre le hacía su persona. Y es que el boxeador era alguien con un exceso casi insano de autoconfianza y encontraba satisfacción hablando sobre si mismo.

De esa manera la conversación entre ambos hombres continuaba su ritmo. El detective parecía mostrar especial interés en el boxeador, su pasado y habilidades, y este había encontrado en aquel hombre curioso y en su aparente fascinación hacia él a alguien parecido a un admirador. Además, no se encontraban todos los días gente con oficios tan interesantes como el de detective, ¿verdad? Alexander estaba disfrutando de aquel encuentro.

Mientras estaban así hablando vieron pasar a la mujer pelirroja acompañada de uno de los caballeros de mediana edad con los que se encontraba conversando hasta hace poco en la pérgola. El hombre la sujetaba el brazo con suavidad y ambos se encaminaban en dirección a la puerta principal de la mansión.

Poco después el hombre de igual color de pelo retornaba a la zona del jardín donde se encontraban, dando la vuelta a la otra esquina de la casa. Apenas había hecho su reaparición cuando el otro elegante caballero, que hasta hace poco se encontraba también acompañando a la mujer de la llamativo cabello, se acercó a él reclamando su atención con gestos.

Notando una terrible presión en el pecho y la consiguiente sensación de ahogo, Eilish se dejó llevar por su conocido, Lord Lang. Éste no paraba de hablar con ella, usando frases en parte tranquilizadoras y de animo, y en parte de disculpa, al sentirse responsable de todos sus invitados y de su bienestar. La doctora oía sin realmente escuchar. Su cabeza ahora mismo estaba mas ocupada en lo que acaba de experimentar y su significado. No era la primera vez que había tenido visiones, o premoniciones, o como quiera que quisieran llamarlo. Pero pocas veces habían sido tan vividas. Y hasta ahora ninguna tan aterradora. ¿Podía ser unas imágenes como aquellas obra de las hadas? Eilish no estaba segura. Quizás era simplemente afín a los sucesos paranormales. Una receptora natural de mensajes de otros mundos. Y, quien sabe, quizás también se incluía dentro de esa categoría el comúnmente conocido “otro mundo”. Ese pensamiento hizo que un escalofrío recorrerá la espina dorsal de la irlandesa, quien rara vez se dejaba levar por el miedo.

Lord Lang la condujo a una de las habitaciones de la planta baja. Era relativamente pequeña comparada con el tamaño de la mansión, pero mayor que algunos pisos en los que tenían que vivir hacinadas las familias pobres londinenses, y decorada con muebles caros y exquisitos ornamentos. El hombre llevo a la doctora hasta un canapé, donde dejo que esta se acomodará, y saco un juego de llaves del bolsillo con el que abrió un mueble bar y saco una botella de un líquido dorado que debía de ser brandy. Lleno un vaso de cristal hasta más allá de la mitad y se lo dio a Eilish para que lo bebiera. La irlandesa bebió el contenido de un trago, agradeciendo más que quejándose del calor que en seguida ocupo cada rincón de su boca y se fue abriendo camino poco a poco hasta el estómago. Era reconfortante y se sintió ligeramente aliviada.

– Muy bien. Seguro que esto le ayudará a recuperarse, querida. – le animó el anfitrión y se volvió al mueble para devolver la botella a su sitio y cerrar de nuevo con llave. Tomó el vaso de la mano de Eilish y lo dejo en una mesita que se encontraba al lado del canapé  –. Descanse un rato. Tómese su tiempo y vuelva a la fiesta cuando vea que se encuentre mejor. Pero ahora por favor discúlpeme. Debo de regresar con mis invitados.

Después de decir esto y recibiendo el consentimiento de la doctora, Lord Lang se alejó dejándola sola en la estancia. Eilish se encontraba mucho mejor -el brandy había resultado ser verdaderamente un remedio muy efectivo- y notaba como el color volvía a su cara. Pero sabiendo que su hermano se encontraba solo y sin saber si preocuparse más por él o por los posibles estragos que podría causar si no estaba ella cerca para controlarle, Eilish se incorporó con la idea de volver al jardín en busca de Seamus. Fue en esta posición que su vista se fijó en un objeto en el suelo, al lado del mueble bar donde Lord Lang hacía pocos instantes había sacado el licor. Se acercó para observarlo más detenidamente y lo recogió del suelo. Era un disco metálico, posiblemente de hierro, del tamaño de una libra, y cabía perfectamente en la mano. Su interior mostraba un total de siete círculos concéntricos. En el círculo central, el mayor de todos, había grabada una compleja estrella de siete puntas y el resto de círculos estaba decorado con símbolos que la recodaban a runas, aunque no recordaba haber visto ninguna de ellas antes. Que sentido o utilidad podía tener aquel objeto se le escapaba a la doctora.

El alto y delgado muchachote llegaba desde uno de los jardines laterales caminando como si fuera el dueño del lugar, observando a todos y a todo por encima del hombro. Una sonrisa de suficiencia decoraba su rostro salpicado de pecas, una sonrisa que desapareció inmediatamente cuando vio a aquel anciano acercarse a él directamente. Se cruzó de brazos y arqueó la ceja.

- ¿Doctora Mc...? ¡Ah, sí! ¿Está por aquí? - dijo, mirando alrededor, chasqueando la lengua. Luego alzó las cejas, volvió a mirar al hombre que se dirigía a él y sonrió socarronamente - ¿No eres un poco mayor para ir buscando faldas tan jóvenes, carcamal? Mucha sangre irlandesa hay en ella para un tipo soso como tú.

Pasó la lengua por el interior de la mejilla, saboreando algo que había degustado antes, y dio una sonora palmada.

- ¿La has visto?

El noble encontró divertido al pelirrojo malhablado que parecía buscar la provocación en cada sílaba que salía de su boca.

Oh, no se preocupe, caballero, el linaje de los Sutton es conocido por su brío y su tenacidad. -  el noble no parecía amedrentarse ante tal actitud y sonrió al pelirrojo mientras daba un trago a su copa de champagne.

Al ver las manos vacias de su interlocutor, levantó la suya para llamar la atención de un camerero.

Malteado, supongo. - afirmó más que preguntó.

En ese momento se quedó pensativo hasta que retomó la línea de actuación que le había llevado hasta allí.

Oh, si la doctora. - dijo chasqueando los dedos y señalando a la zona donde había estado un par de minutos antes. - Sufrió un pequeño vahído y Lord Lang le acompañó al interior para tomar un pequeño vigorizante de su reserva privada.

- ¿Eh? - dijo, arqueando nuevamente la ceja. No había entendido del todo la respuesta del carcamal, pero se olvidó de todo cuando habló sobre lo que le había sucedido a Eilish - ¿Un qué? ¿Pero qué cojones?

¿Que alguien se había llevado a su hermana al interior de la casa? ¿Estando ella indispuesta de alguna manera? No le gustaba nada cómo sonaba eso de para tomar un pequeño vigorizante de su reserva privada. Sonaba totalmente a que pretendía aprovecharse de ella. Una vena se hinchó en el cuello de Seamus hasta un nivel peligroso para su salud y, puños cerrados mediante, se dirigió hacia el interior de la mansión dejando al camarero con un palmo de narices y la bandeja en la mano.

- ¿Lissie? ¿LISSIE? - dijo, usando el diminutivo que usaba con su hermana, alzando la voz mientras miraba a uno y otro lado. No sabía quién era ese Lang, pero se las iba a ver con él si pretendía pasarse de listo.

Con un pequeño sobresalto por la reacción del pelirrojo, Anthony echó a andar con paso rápido detrás de él.

Oh, seguro que no es nada serio. - dijo tratando de tranquilizar al hombre. - Si tiene que ver con su embarazo, un poco de brandy conseguirá devolver el color a sus mejillas y levantarle el animo.

Iba dando sorbos de champagne según hablaba y avanzaba junto al peculiar hombre.

Sabía que Lord Lang hacía todo lo posible por calmarla y tranquilizarla, pero durante todo el proceso solo pudo escuchar palabras sueltas, pues otra voz tapaba todo lo que había a su alrededor.

- ¿Sabes lo que ha pasado, verdad? Porque las mías no han sido. OH, no, no. Una advertencia, una petición. ¿Una Banshee o un fantasma? La Banshee algo raro es, y tan lejos de nuestra Irlanda... Un fantasma. ¡Eso, eso! Debe ser un fantasma. Yo me he escondido. ¡Pues no me iba a quedar ahí! Sí que daba miedo, sí. ¡Y respira mujer! Que por esto no podemos morir... - Había vuelto y Eilish la reconocía perfectamente, esa voz fina como de niña. Esa voz que desde aquel día siempre le había acompañado y en ocasiones, ayudado. Y ahora no paraba, y ella con el anfitrión delante, no podía calmarla ni acallarla, por lo que se sintió tremendamente agradecida cuando él se disculpó al tener que ausentarse.

Respirando ya con más calma se disculpó ante él - Habéis sido extremadamente amable, señor Lang. Pero creo que ya me encuentro mucho mejor. Y usted tiene invitados a los que atender.

Y lo observó marchar. En cuanto se supo sola y sin perder de vista la puerta - Ya... ¡Ya! ¿No me has visto que estaba con otra persona? ¿Cuántas veces hemos hablado de esto? Aunque después de lo ocurrido te entiendo...  - ante cualquier otro individuo, se veía a una mujer hablando sola y parecería una loca, si no fuese por la seriedad en su semblante y la seguridad de sus palabras. Cualquiera diría que en esa habitación había alguien escondido con quien ella estuviese hablando.

- Es día de cosecha. Sangre, por todas partes. Esto no me huele bien. Hemos de buscar a Seam - ni se dio cuenta de que bajaba el tono y a su vez ahora miraba al frente mientras se alzaba del incómodo canapé - Sí, sí. No puede ser nada bueno. ¡No te enfades conmigo! Estaba muy asustad. - dijo con voz apenada. Eilish la conocía lo suficiente para saber cuando estaba dolida de verdad - Vaaale... vaaaale... Disculpa, estoy algo alt... - y fue entonces cuando el brillo de un objeto llamó su atención. Se agachó a recogerlo y al observarlo de manera minuciosa - No,no,no,no,no. Esos símbolos no me gustan nada - estaba nerviosa - Debemos irnos de aquí. Por favor, salgamos de aquí.

Y Eilish no supo el porqué, pero agarró con fuerza en su mano el disco metálico y salió de la habitación dispuesta a encontrar a su hermano fuese como fuese.

—Si, la verdad es que un detective necesita gran capacidad de observación, deducción y don de gentes—. Al decir aquellas palabras guardo silencio durante un instante y carraspeo incomodo antes de proseguir—: Aunque bien es cierto que mi trabajo como detective oficial han terminado. Digamos que ahora trabajo por un bien mayor, protegiendo de otra manera al ciudadano de a pie.

El señor Dougla dejo la frase sin terminar aposta, esperando que su interlocutor mostrara interés alguno. De no ser así, bueno, habría que ver primero que haría el señor Smith. 

Las palabras de Francis descolocaron un poco a Alexander

- ¿Detective oficial? ¿Acaso hay otra manera de ser detective? - 

Pero las dudas no quedaron ahí, al parecer el señor Douglas se traía algo bastante ambicioso entre manos y Alexander no iba a dejar pasar esta oportunidad

- Con que un bien mayor... y dígame, si no es indiscreción ¿de que se trata? ¿Como protege al ciudadano actualmente? -

—En este mundo conviven dos tipos de mal. El mal menor, el de viles asesinos y ladrones, el que conoce todo el mundo. Por otra parte tenemos el mal mayor, este mal es algo de lo que pocas personas son conscientes, pero no por ello es inofensivo, sino todo lo contrario. Su poder es abrumador y bestial, algo que se esconde tras las sombras sembrando el caos a su paso—. Cuando el joven investigador pronuncio aquellas palabras su voz era casi un susurro, obligando a su interlocutor a acercarse mucho mas. 

Alexander tuvo que acercarse de más para poder escuchar al de repente misterioso señor Douglas, su sordera parcial le impedía oir los sonidos demasiado bajos

 - He de decirle que ya ha captado toda mi atención, soy tooodo oido en lo que a ese mal bestial se refiere, es más, diría que hasta he tenido algún contacto con el -

 Dijo esto ultimo con una sonrisa en la boca, como si no tuviera ningún miedo a ese mal abominable que su nuevo amigo le decía, pues a Alexander otra cosa no, pero confianza en si mismo, derrochaba por los poros

Eilish había recuperado el color, se encontraba realmente mejor y, después de su conversación tan particular, estaba a punto de abandonar la habitación y volver con su hermano cuando la vista de aquel objeto volvió a intranquilizarla. Era en cierta manera bello, atrayente y hasta interesante, pero al mismo tiempo alarmante e inquietante. No podía apartar la mirada de él, pero sentía cierto agobio creciendo en ella.

Sin poder aguantar más tiempo salió corriendo de la sala buscando la salida de la mansión, el aire fresco y un punto de apoyo que la diera seguridad; Seamus.