Partida Rol por web

¹Estás de vuelta en el bosque, tras una corta caminata alejándote de la civilización, y procurando adentrarte lo suficiente como para estar seguro de que te hallabas solo, finalmente podías decir que estabas listo para iniciar tu caza. Te volteaste solo una vez para rememorar el camino de regreso, era un hábito que habías desarrollado con el tiempo, y aunque no veías ni una sola columna de humo, sabías hacia donde ir a la hora de regresar a casa. La visión de ti mismo recostado en tu cama con el estomago lleno se hacía cada vez más palpable en tu mente... ¡Ay, quizás debiste haber comido un poco más en el Grajo Ciego antes de salir!

²Tus sentidos se afinaron casi al instante, reconocías esta sección del bosque como la palma de tu mano, conocías los senderos que a los ojos de cualquier extranjero se encontrarían ocultos. Es una de las ventajas de ir y venir siempre en búsqueda del sustento.

Vas rememorando con cada paso las tareas que tienes pendientes... los apósitos... la cacería... el sueño... ¿El sueño?

Borras el pensamiento de tu cabeza tan pronto como aparece, otra vez. ¿Por qué estás pensando en ello justo ahora? Eso solo era una distracción, solo un sueño.

Empiezas a avanzar ya un largo rato, y los sonidos de la fauna local te indica que estás en el coto de caza predilecto. Aunque durante el trayecto no encontraste ni a Arwin ni a los gemelos por ningún lado, poco te importaba. Era hora de trabajar.

Estás de vuelta en el bosque, tras una corta caminata alejándote del refugio, y procurando adentrarte lo suficiente como para estar seguro de que te hallabas a solas con Stepan, finalmente podías decir que estabas en la nada. Te volteaste solo una vez para rememorar el camino de regreso, era un hábito que habías desarrollado con el tiempo, y aunque no veías ni una sola columna de humo, sabías hacia donde ir a la hora de regresar a casa. La visión de ti mismo recostado en tu cama con el estomago lleno se hacía cada vez más palpable en tu mente... ¡Ay, quizás debiste haber comido un poco más en El Nido antes de salir! De todas formas ¹Quizás lo mejor sería agudizar tus sentidos para encontrar algo.

Mientras caminabas, Stepan parecía mirar de un lado a otro, siempre se había comportado así, y este momento no era la excepción. Empezabas a pensar en las opciones a tomar, en tu plan... cuando de repente, la visión de la figura de tu sueño vuelve a entrometerse en tu cabeza.

Borras el pensamiento de tu cabeza tan pronto como aparece, otra vez. ¿Por qué estás pensando en ello justo ahora? Eso solo era una distracción, solo un sueño.

Empiezas a avanzar ya un largo rato, y los sonidos de la fauna local te indica que estás ya en tierra de nadie, territorio en el que los cazadores furtivos suelen realizar sus practicas ilegales. No podías culparles. Pues en la mayoría de aldeas no existían los famosos "Gremios de Cazadores" avalados por las casas nobles, y la única alternativa a morirse de hambre era coger un arco e irse al bosque a probar suerte. Aunque durante el trayecto no encontraste a un alma. Poco te importaba, realmente.

—¿Y qué haremos con el resto? —Te preguntó tu compañero, mientras observaba a la nada durante unos segundos. —Sabes bien que no estarán de acuerdo. No son como nosotros.

Algo de razón había en las palabras de Stepan. El resto de la pandilla eran un montón de despreciables; asesinos sin remordimientos que venderían a su madre por una bolsa de monedas y que violarían a una muchacha aunque les costase la vida hacerlo. Eran unos salvajes, unos desalmados pero... ¿Qué te diferenciaba a ti realmente de ellos? Podías excluir con facilidad a Stepan de ese montón, sabes que es solo un paria de la sociedad. Expulsado y sin más opciones que el bandidaje, pero tú... tu alma estaba manchada desde hace mucho tiempo. Y poco habías hecho para cambiarlo.

—La verdad, a mí me parece una mejor idea que quedarnos esperando a que nos maten. Ya sea la hambruna cuando el invierno llegue, o el acero de otros hombres más astutos que nosotros. Estoy contigo, y lo sabes, Bertrand. Pero lo que pides es algo que no es para todo el mundo.

Otee por el lugar alerta, buscando cualquier cosa que pudiera ayudarnos en el camino, rastros de animales... ruidos... algo... mientras seguia explicando su macabro plan a stepan.

-Haremos con ellos lo que nos obliguen a hacer... este plan requiere de discrecion... y cambiar nuestro semblante de lobos... a corderos... eso hasta llegar a buen cause... Nadie que pueda ser un estorbo debe saber del plan... solo aquellos que puedan sernos utiles mi buen amigo... volver a formar lo que el loto negro fue en sus epocas mas brillantes...

—Aun no me has dicho lo que haremos con el resto de la pandilla. Socio. Tú sabes que estoy contigo para cualquier plan alocado que te propongas, mientras mi cuello salga intacto; claro está. Dime. ¿A qué aldea dices que nos dirigiremos pues?

Mientras vas paseando con Stepan, puedes notar que tu compañero se detuvo durante un segundo y se quedó observando el suelo. Pronto se agachó y empezó a inspeccionar lo que parecía ser una pisada.

—Espera un momento... ¿Ves esto? Parece la pisada de una bota. ¿Tú has hecho esto?

-La banda... Mhmmm *piensa mucho* No conosco mucho la nueva sangre... quizá tu estas mas pendiente de ellos, crees que alguno sea de fiar para este nuevo golpe? alguien que sepa comportarse... y ser discreto...

Bertrand Miró a stepan arqueando la ceja.

-¿Una bota? no... no es de mi talla... Y... el pueblucho se llama melraba... seran nuestros jabalis... nos ganaremos su confianza... y les enseñaremos que todo esta en sus manos... solo deben tomarlo. 

Bertrand inspeccionó la huella

-Creo que... tenemos un jabali fuera del corral... 

Bertrand sonrió de forma macabra.

-¿Ves mas huellas? no estaria mal comenzar el dia con un pequeño golpe...

Dijo buscando mas huellas o rastros de su procedencia y rumbo.

Los tonos dorados del otoño inundaban el Bosque del Alba vistiendo el suelo de una capa de hoja seca que predecería al invierno que se acercaba, siempre frío por estos lares. Eso le recordó que tal vez hiciera falta leña en la posada pero hasta cierto punto eso era un mal menor el cual se podía solucionar con facilidad. Una vez alejado de la aldea dejó de silbar, aquí se jugaba la vida y no quería atraer la atención del bosque hacia él fuera lo fuese lo que estuviera escuchándole no sería nada bueno.

La humedad daba vida al bosque, los charcos y los barrizales estaban por doquier, era un tierra fértil rica en vida por la cercanía del río y la majestuosidad de los arboles siempre le ayudaba a relajarse una gran cualidad para disparar con precisión. Arthur procuraba pisar sobre piedra o cerca de los arboles para no dejar huellas aunque sabía que los gemelos, muchos más fornidos, pesados y torpes que él se movían como jabalís en época de trufas, rebozándose de barro las botas a cada zancada. Se fijó con cautela si encontraba alguna pisada en el fango, arbustos doblados o ramas bajas rotas por el paso de sus compañeros, sino ya se encontrarían por la noche en la posada.

Avanzaba con calma con su sigilo habitual esperando obtener una buena presa o encontrar aquellos tres con las manos vacías, así podría echarse unas risa a su costa, de todos modos todavía era pronto para descartar nada. Dedicaría la mañana a la caza y por la tarde antes de volver a la aldea buscaría las plantas para el templo a no ser que tropezase con ellas por casualidad, de todos modos trazó una ruta mental que le llevase cerca del linde de las montañas donde esperaba poder encontrar la hierba Cardenal cerca de alguno de los barrancos cercanos. Dependiendo de la presa podría decidir como la repartiría entre lo que pudiera vender en el mercado, al posadero a cambio de alojamiento y lo que pudiera donar al templo, al fin y al cabo no le vendría mal tener algo de dinero para variar. Sonrió para si imaginándose a si mismo tratando de "prosperar" y ¿para qué? pensó, por el momento no le iba tan mal.

^[SIG]Te mueves con tanta soltura en el bosque que da la impresión que estás danzando conforme avanzas. Tus pasos son callados como los de un ágil depredador. Tus pies ignoran metódicamente cualquier objeto con el que puedan hacer ruido al pisar, pero sin detenerse en ningún momento. Te hallas siempre en movimiento; eso te mantiene con vida.

Avanzas durante varios minutos, que se van acumulando uno sobre el otro hasta convertirse en una hora. Una hora entera sin avistar nada más que pájaros que vuelan a lo lejos apenas detectarte. Algo raro, pero nada que te detenga en tu cacería. No era la primera vez que los animales se rehusaban a mostrarse, pero en estas proximidades al invierno lograban crear una pequeña preocupación en ti. En el Heiminsdatch no caía nieve, y el único cambio notable era el de la temperatura que descendía unos cuantos grados. Pero con la llegada del invierno irremediablemente los precios se dispararían, las cantidades de comida que pronto empezarían a escasear en las regiones norteñas pronto serían suplidas por los alimentos de los pobres bastardos del sur, y eso solo te traería hambre a ti y a los que conoces. Hambre. El mundo se mueve por el hambre. Una ilusión acerca de un mundo donde nadie tuviese que dormir con el estomago vacío se coló en tu mente durante un segundo. Pero solo fue eso.

Empiezas a pensar que estos bosques no habían sido alterados por nadie en un buen tiempo hasta que ^[PER]encuentras en el suelo una serie de huellas. ¡Bingo! Parecen pisadas de pezuñas lo suficientemente grandes como para pertenecer a un ciervo, y con solo pensarlo ya te sentías con el estómago lleno. El pensamiento de la cara de los gemelos ratones al observar tu trofeo no pudo evitar sacarte una sonrisa.

Empiezas a seguir el rastro con parsimonia, por suerte tus pasos son tan callados como el viento desde que entraste al bosque así que eres invisible para cualquier cosa desprevenida que se encuentre por ahí. Sigues el rastro, observando con atención las pisadas hasta que algo interfiere en tu mirada. ¿Es eso sangre? Un rastro de sangre acompaña las pisadas y solo puedes deducir una cosa. El animal se hallaba en escape, había sido herido.

El rastro se extiende hasta detrás de unos matorrales, juras haber escuchado un sonido proveniente de detrás de ellos. No parece haberse ido a otro sitio más que adelante. Y solo te rodean arboles mientras que unas cuantas docenas de metros hacia adelante se halla un risco pequeño.

Sigues a Stepan a través del bosque, el bandido parecía estar más avispado que tú en cuanto a encontrar rastros en el bosque, aunque tuviese que mantenerse agazapado con la mirada clavada en el suelo para seguirlos. Tu vas detrás de él en todo momento, de nada te serviría adelantarte.

—Son huellas, huellas de hombre. Pero... hay algo más... quizás sea un cazador incauto persiguiendo a su presa—Dijo mientras se reincorporaba para observarte, acariciando su bigote con aires de sabiduría. —. Aunque parece que pronto él será el que se convierta en la presa. Vamos.

Tan sediento de botín como tu compañero, ambos seguís el rastro sin deteneros ni un segundo. Hasta que llegáis a un pequeño riachuelo, Stepan te detiene colocando una mano sobre tu pecho. Señala con un índice hacia el pequeño río. Hay un hombre recostado sobre el suelo boca arriba, a su alrededor no hay nada, pero puedes notar un rastro de sangre en el suelo que le sigue hasta donde él esta tirado.

El agua sigue su curso produciendo un sonido placido, y lo único que llega a tus oídos aparte de la voz de Stepan son los sonidos silvestres del bosque.

Observe al hombre y planee una estrategia mientras me tomaba del menton.

-Puede que lo tuyo sea rastrear mi buen amigo... pero este es mi fuerte... planear buenas estrategias... 

Señalé el rastro de sangre

-Varias opciones... 1... Esta herido... 2... Esta muerto... y su ejecutor anda cerca... parece fresco el rastro... me acercaré cubreme las espaldas y te haré una señal si todo esta bien... ojos abiertos stepan... bien abiertos...

Caminé entre la maleza y desenfundé mis dagas para seguir entre las hojarascas y arbustos tratando de no causar ruido alguno oteando de un lado a otro tratando de detectar algo mas de interes.

Aquello era demasiado bonito para ser verdad, Arthur torció el gesto como si pudiera notar un inexistente hedor a podrido; si algo me había mantenido vivo tanto tiempo era el ser totalmente desconfiado. Como buen cazador aplicaría una máxima del oficio "con el arco cuanto más lejos mejor, no iba a meterse de cabeza en la boca del lobo, esta vez no para primo ya vendría otro incauto que mordiera el anzuelo.

Se alejó cuidadosamente dando un buen rato dando un buen rodeo para situarse tras el risco, allí ascendió acuclillado con suma cautela solo para poder asomarme lo justo al llegar a lo alto, esperaba que las pesadillas no fueran reales y que el rastro que seguía fuera de ciervo y no la pezuña de aquel ser mitad carnero que turbaba mis pensamientos de forma constante. Era un rastro claro, si hubiera ido a dos patas en lugar de a cuatro se habría dado cuenta, ojala fuera solo una presa herida y asustada que se escondía tras unos arbustos para morir o recuperar el resuello o una trampa puesta por los bandidos para los incautos, en los confines del Bosque del Alba toda precaución era poca. Lentamente con sumo cuidado se dispuso a tomar posición, tomando una flecha del carcaj para tenerla dispuesta en la cuerda a medio tensar del arco, estaba todo lo preparado que se podía estar. En un ultimo acto reflejo afloró una sonrisa socarrona en su rostro, si al final no era más que una presa que se les había escapado a aquellos tres patanes como se iba a descojonar a su costa durante todo el invierno.

^[SIG]Tus pasos son silenciosos como los del mejor depredador que hay en esta tierra. Tus pies procuran ignorar los objetos que puedan hacer ruido tales como las ramas secas o las hojas caídas, más no se detienen en ningún momento. Te deslizas como una sombra entre los matorrales y pronto le das mayor alcance a la figura tendida boca arriba.

Aunque no puedes hallar a primera instancia nada fuera de lo normal, la presencia misma de aquella persona logra enturbiar tus pensamientos. Inevitablemente, toda tu atención va dirigida a la figura tendida. Más de cerca, logras reconocer sus rasgos... un poco feos a decir verdad; podría decirse que era un muchacho, con la cara tan fea y afilada como la de un ratón. Su cabeza ha sido cercenada a medias y más de cerca puedes ver como su cuello ha sido rebanado casi por completo, un charco de sangre rodea el área de los hombros.

Sin dudas estaba muerto, y parecía que alguien lo había dejado ahí tirado. Su vestuario sigue intacto; y puedes reconocer que o se trata de un cazador furtivo o una especie de vagabundo. ¿A su edad? No era nada impresionante.

Te debatías si acercarte o no al cadáver, y antes de que todos tus impulsos te obligaran a hacer algo la mano de Stepan te palmeó el hombro. Al girarte, observabas en el rostro de tu compañero una mezcla de horror y confusión; pues estaba mirando directamente al ejecutor del muchacho.

—A... ahí... mira... entre los matorrales...— Masculló Stepan con la boca seca.

Entre la maleza, una criatura medio hombre medio carnero se asomaba con timidez. Tardó unos cuantos segundos en reunir

 el valor de asomar su rostro de cabra a través de las hojas, pero cuando apareció en su plenitud; la visión se había tornado horrorosa.

Con la sombra eliminada gracias a los rayos del sol, una horrible criatura con el torso de un hombre pero de la cabeza a los hombros con rostro bovino, y las piernas terminadas en pezuñas se aparecía. Manchada de lo que parecía ser sangre ajena o propia. Se movía con la ayuda de una rudimentaria espada que parecía más bien un puñal enorme. Sondeaba el entorno con el rostro, girándolo de un lado a otro, seguro de que había percibido algo en el ambiente. Algo que no hallaba.

Stepan, aunque era un hombre curtido por el bandidaje, no pudo evitar quedarse paralizado ante la visión de semejante extrañeza de la creación. El bandido tardó unos segundos en recuperar el habla y observarte. 

—¿Pero qué es esa cosa? ¿Es un brujo? —Preguntaba con incredulidad, pero esa criatura distaba de ser humana al menos en su comportamiento. Se acercó al joven tendido en el suelo y se tomó unos segundos para agazaparse y cogerlo de un brazo. La criatura empezó a tirar de él arrastrando así su cuerpo por el suelo, hacia los matorrales de los que había aparecido en primer lugar.

Por un segundo, un sentimiento de nausea se cruzó en tu persona; era la criatura que habías visto, estabas seguro de ello. Aunque para nada era idéntica al verdugo que te acosaba en tus sueños. Pero todo cuadraba bizarramente. 

Sin impedimento alguno, logras hacer una suerte de rodeo por los matorrales donde acababa el rastro. Y dabas alcance al risco el cual lograbas escalar con relativa facilidad. Aunque la escalada era demasiado alta como para llegar a la cima, y nada gratificante al ser innecesaria un ascenso de tal altura, te vales con mantenerte en una salida de roca que da el espacio suficiente como para que tus pies se puedan colocar uno al lado del otro.

Vas avanzando con un costado bien pegado al risco para no resbalar, aunque estuvieses a unos modestos cinco metros sobre el suelo, confiabas en no ser lo suficientemente torpe como para resbalar y caer. Te iría muy mal y lo sabías si eso ocurría, lo último que deseabas era torcerte un tobillo apenas iniciar tu cacería.

Finalmente llegas a un punto en el que puedes observar detrás de los matorrales, hay un espacio precariamente abierto entre el sotobosque en el que se halla efectivamente el cuerpo de un ciervo echado en el suelo. El animal, aún con vida, hacia ascender su costado lenta y repetidamente; su respiración cada vez se iba acortando más y la vida se le escapaba por la apertura que le provocó una flecha clavada en sus costillas. Era sorprendente que el animal siguiese con vida. Aunque eso solo significaba que hace poco que había sido alcanzado por un arquero, quien por lo visto brillaba por su ausencia en estos momentos.

Algo más relajado Arthur decidió bajar con calma del risco, no quería disparar desde lo alto pues no había necesidad de un resbalón innecesario el cual a esa altura le podía dar un mal disgusto. El pobre animal estaba malherido, no iba a ir muy lejos, una vez abajo procuraría asegurar el tiro para terminar de forma limpia con su sufrimiento; apuntando al costado por encima de la flecha que ya tenía clavada buscando el corazón en un cruce de flechas para acabar con la exhausta criatura. Antes de que pudiera darse cuenta el animal estaba sujeto por los cuernos con firmeza para que no pudiera sorprenderle en un ultimo estertor, una mala cornada bien podía dejarlo tuerto o abrirle una mala brecha. Con un rápido movimiento del afilado cuchillo de curtidor le cortó el gaznate de forma limpia recogiendo cuanta sangre pudiera en un viejo cuenco de madera que usaba para comer, y así empezaba mi día...

Atando al animal por una pata para poder pasar la cuerda por una gruesa rama para poder alzarlo del suelo permitiendole trabajar mucho mejor, mientras acababa de desangrarse hizo un pequeño hoyo en el blando suelo forrándolo con algunas piedras encendiendo en el una pequeña hoguera. Quería evitar que el humo se viera desde lejos, por ello tapó el tiro a cierta altura con hierba verde la cual llegaría a arder por estar colocada sobre la piedra y lejos de las llamas pero filtraría el humo lo cual haría que se viera mucho menos en el horizonte; luego se dispuso a ocultar el rastro de sangre de la presa para evitarse invitados inesperados, de todos modos al sacarle la flecha del otro cazador y tratar de recuperar la suya intentó distinguir por las plumas si era de alguno de mis compañeros.

Con cierto esmero limpió la piel del animal de barro y sangre, tan solo era quitar lo más gordo luego con tiempo ya la curtiría y la limpiaría a fondo en la posada dejándola lista para poder venderla. Metódicamente iba colocando varios sacos sobre el grueso lecho de hojas verdes para que se ahumarán las diferentes piezas de caza que iba sacando dado que tendría que llevarme el animal a trozos, Arthur carecía de largo de la fuerza necesaria para poder cargar a esa bestia entera.  Con el cuidado que confiere la experiencia fue deshollándolo lenta y metódicamente un buen golpe en la base del cráneo le permitió sacarle los sesos y sus jugos, los cuales usaría para la primera limpieza y curtido de la parte interior de la piel. Una vez cortada uso la propia cornamenta del animal como improvisado atril donde tenderla junto a la hoguera para que secara y perdiera la mayor parte de humedad, en el bosque se aprovechaba todo hasta el humo, ese mediodía comería como un señor de todas las vísceras, casquería y patas que no podría vender o aprovechar de otro modo; haría un buen guisado junto con un par de puerros y dos patatas pochas que llevaba en la mochila y algo que encontrase por ahí. Solo con pensarlo se le hacía la boca agua.

Iba cortando leña, y ramas gruesas para colocar las cuatro grandes patas del animal cerca del humo dentro de los gruesos sacos, envolviéndolo y preparándolo poco bien empacado para poder trasportarlo con mayor facilidad, en otro los lomos y los jugosos costillares y por ultimo pero encima de todo para no aplastarlas las vísceras blandas:corazón, hígado, riñones dado que los intestinos, el estomago y la vejiga a medio limpiar iban a parte. Hoy el camino de vuelta sería pesado, iría cargado como una mula pero no estaba muy lejos a tan solo una hora de camino, ser cazador era un trabajo muy duro pero al menos aquella vez había valido la pena, mejor eso que no las muchas ocasiones en la cuales tras el día entero merodeando por el bosque había vuelto de manos vacías. Tras haberlo dispuesto todo poco dejó a las alimañas del bosque aunque en aquel momento cayó en la cuenta de que cerca del risco tal vez hubiera alguna de las Hierbas Cardenal que estaba buscando, poco más tenía que hacer hasta que estuviera bien ahumado así que decidió dar un vuelta por los alrededores en busca de ellas, no iba a alejarse en exceso de su pequeño tesoro en forma de rica carne de ciervo hoy tras este pequeño premio no se podía tentar más a la suerte.

Contemplé horrorizado la bestia cornuda... sin duda era ella, aquella que me acosaba en sueños y habia sentido su frio filo destripandome... toqué el hombro de stephan y le hice retroceder.

-Largo... largo de aqui... largo amigo... vamonos... 

Dije en voz tan baja como la brisa que golpeaba os helechos del bosque, alejandonos lenta pero presurosamente 

-Te lo dije stephan... era real... lo era! y... voy a morir destripado por ese ser... 

Dije algo paranoico mientras nos alejabamos de la zona.

^[PER]Revisando atentamente cerca de las salideras del risco durante unos cuantos minutos finalmente encontraste la preciada planta, en forma de tupido arbusto con pequeñas espinas en ciertas partes de los tallos. Tardas más removiendo la planta procurando no estropearla que buscándola, pero el trabajo tenía que estar bien hecho. Con el tiempo, finalmente lograste reunir suficiente como para una media docena de personas, quizás más.

Inicias tu descenso de vuelta a la parada improvisada que creaste para el ciervo y cuando por fin estas debajo; tus problemas se esfuman y tu nueva tarea es volver a Thibe con el estomago a reventar y con la espalda cargada de cosas que un carnicero ansiaría pensar. Tu estomago rugió otra vez al imaginar un banquete hecho de ciervo. ¡Que justo es el mundo a veces!

Vas recogiendo tus cosas con toda la tranquilidad que puedes permitirte tener, pero algo interfiere en tu recolección. ¿Qué era eso?

Jurarías haber oído algo a lo lejos, aunque no terminas de identificar bien el qué ha sido, logras asociarlo con un balar... aunque ha sido uno bastante fuerte. Por puro instinto giras tu cabeza hacia todas las direcciones, pero no hay nada. Quizás solo haya sido otro animal salvaje. Pronto habrías terminado de almacenar todo en su debido sitio, y nada te impedía volver a Thibe a descansar... aunque sabes que poco esfuerzo ha sido el que has realizado hoy. ¿Por qué tentar al destino?

Después de algo de esfuerzo había logrado recoger una cantidad considerable de las preciadas Hierbas Cardenal, ciertamente esa mañana los dioses sonreían al joven Arthur. Mientras se afanaba por recoger los enseres y la presa para volver a Thibe le pareció escuchar algo en la lejanía, algún tipo de bramido o alarido podían ser muchas cosas pero en el fondo de su corazón temía que sus pesadillas fueran realidad. 

Con todos los trastos a cuestas no podría correr ni luchar con eficacia pero claro, eso no iba a pasar, no a Arthur. Tal vez una persona más valiente, más curiosa, más estúpida y menos precavida perdería la cabeza husmeando en esa dirección pero él era un superviviente que había aprendido a disfrutar de las pequeñas victorias. Tenia la hierba y una fabulosa carne que vender en el mercado, no iba a correr riesgos a perder todo eso, se plantaba con lo que tenía. Si esa cosa era el hombre bestia de sus sueños el encuentro sería en sus condiciones no en las de él,si el Bosque del Alba ya era un lugar tremendamente peligroso no sería el quien se echase más tierra encima. Muchos le tacharían de cobarde, el prefería llamarse cautos pues normalmente los que tanto alardean de valor suelen hacerlo un paso más cerca de la tumba.

Por si acaso esa cosa se había tropezado con los suyos tendría una pequeña deferencia, justo antes de irse retiró las hojas verdes y echó toda la leña de golpe a la hoguera. Con el hoyo, las piedras, la humedad y el barro el fuego no podría extenderse pero si el olor a fuego y el humo, si aquella criatura le temía al fuego volvería a las profundidades del agujero que le engendró y si venía para curiosear tarde o temprano Arthur podría seguirle el rastro para en un futuro poder tenderle una emboscada si llevaba todas las de ganar pero el furtivo seguía vivo por jugar siempre sobre seguro, corriendo cuantos menos riesgos mejor.

Stepan te empezó a seguir sin rechistar mientras ibais avanzando por el bosque, el bandido miraba detrás cada tanto tiempo mientras que acelerabais el paso. Sin darte cuenta, tus piernas empezaban a correr y Stepan hacia un esfuerzo para seguir detrás de ti durante el trayecto.

—¡¿Has visto eso?! ¡¿Pero qué coño ha sido eso?! —Quiso saber Stepan, preso del miedo. Y no era para menos, pues la visión de esa criatura podría hacer llorar incluso al más curtido veterano. Pocos instantes ocurrieron durante tu carrera hacia el Nido, pero cuando finalmente logras darte cuenta de que habías estado corriendo en círculos, tu compañero choca contra algo, cayendo al suelo.

Un enorme hombre con cabeza de macho cabrio y patas de lobo por piernas había atrapado a Stepan por el cuello, y con poco esfuerzo alzó al bandido con ambas manos, tu compañero pataleaba mientras que era estrangulado brutalmente por la abominación. Su voz rasgada resonó detrás de ti. —¡Mierda... Bertrand, ayúdame!

El enorme hombre mitad animal reprodujo un sonido horrible para tus oídos, y habías escuchado muchas cosas horribles antes, esta era una cosa más para la colección. Soltó un rugido que se podría escuchar a un kilómetro e incluso las aves del sitio escaparon alteradas por el terrible sonido.

¹Tu corazón empezaba a latir a toda velocidad, mientras que en muy en el fondo te debatías por ayudar a tu compañero que luchaba por su vida o correr al refugio para escapar de la pesadilla que por lo visto había cobrado vida frente a tus ojos. Tenías que tomar una decisión.

Mientras vas avanzando a través del bosque, cargado de un buen botín de cacería, inspeccionabas la flecha que habías arrancado del ciervo cuando lo encontraste. De no ser por tu experiencia tratando a tus pintorescos "compañeros" de caza no habrías descubierto que en efecto se trata de la flecha de un viejo conocido, reconoces la pluma de color amarillo como las que Eyvert tiene en las flechas de su carcaj.

¿Cómo ese par podría dejar pasar una presa como esa y dejarla ahí a su suerte encima después de acertar un tiro? Quizás los gemelos fuesen muchas cosas, pero eran unos cazadores tan dedicados como tú o como Arwin. La idea de que hayan dejado a un ciervo medio muerto en mitad del bosque para distraerse con otras cosas te parecía absurda más que otra cosa. Quizás era hora de empezar a dudar de su afición por la cacería. Sí, eso era lo más seguro. Ese par de irresponsables no podrían cazar a un ciervo ni aunque se pasaran toda la vida metidos en el bosque. Posiblemente se les había escapado justo antes de que pudiesen alcanzarlo. Tu mente ya había hallado varias conclusiones al problema, pero igual que como en el principio algo no dejaba de olerte a podrido.

Sigues avanzando, y puedes sentir ya como todas las partes de tu cuerpo se hallan impregnadas de sudor, la caminata no es sencilla cuando vas con la capacidad de carga al máximo. Pero por suerte, ¹ya solo estarías a poco más de un par de horas de llegar a Thibe.

miré a stephan horrorizado... mientras dudaba si debia correr o ayudarle... dejar morir al unico camarada que tenia y salvarme el pellejo... no... no era una opción! desenfundé mis dagas y me traté de ocultar entre la maleza y flanquear al hombre bobino sudando como una perra y pensando que clase de totneria estaba haciendo....

-Aguanta stepan...

Era lo unico que pensaba