Partida Rol por web

Miré a mi alrededor mientras echaba el condimento en el vaso lentamente como para ganar algo de tiempo antes de tomar la decisión final. No me gustaba la idea de perder facultades motrices y menos en un momento tan importante como este. Además, ¿qué era ese cristal que cada vez adquiría mas color? Parecía tener algún tipo de relación conforme más personas bebían. Tragué saliva antes de darle el primer trago. No quedaba más remedio que continuar. ¿Estará bueno? Me pregunté antes de comenzar a beber...

Viertes la especia sobre el vino y puedes notar un ligero burbujeo como si el líquido hubiese empezado a hervir calladamente, aunque la temperatura no ha cambiado ni un poco. Al beber, el sabor es realmente bueno y te sientes un poco culpable al querer beber más cuando la copa ya esta acabada.

La dejas sobre la mesa y de un momento a otro, empiezas a sentir la mirada como si se estuviese poniendo todo borroso.

Solo ves el cristal azul que flota como una linterna en la oscuridad.

Hasta que todo se convierte en oscuridad.

Despiertas en una cama que no es la tuya, parece ser de noche ahora mismo, donde sea que te encuentres. La única ventana que está cerca no tiene mucha visibilidad hacia afuera por la oscuridad. Estas segura de que te encuentras en el colegio.

Te sientas sobre la cama y una sombra en la habitación se mueve, todos tus instintos se ponen alerta y te das cuenta de que se trata de un hombre que se halla sentado en una silla. Esperando a verte espabilar antes de poder hablar. Te das cuenta de que se trata de Mikael.

—Eso no salió muy bien. ¿O sí, Kate? Al fin despiertas, creí que dormirías por el resto de tu vida... bueno, creíamos.

El muchacho se levantó, y sirvió agua de una jarra dentro de un vaso de madera que se apresuró en acercarte. De golpe, te diste cuenta de lo hambrienta que te encontrabas. Por suerte, Mikael también tenía consigo pan y queso, que no dudó en compartir contigo.

—¿Qué ha pasado, por los Dioses, contigo? La gente se volvió loca y devolvieron a los estudiantes a sus alas.

Una vez incorporada sobre la cama. Parpadeé un par de veces y me llevé los dedos a las sienes. Aún me acordaba de lo que había sentido en... ¿era un sueño? ¿una visión? ¿Y la prueba? No sabía definirlo todavía. Quizás el maestro Habard podría ofrecerme respuestas a todo ese laberinto que acababa de vivir. 

Una vez más, Mikael estaba a mi lado ofreciéndome comida y agua nada más abrir los ojos. Parecía que había pasado mas de un mes, pero en verdad fue ayer cuando me desperté de la misma manera, ¿no?. Agarré el agua y me la bebí, devolviéndosela casi en el acto.

Murmuré un tenue gracias ahora que ya no sentía la garganta tan seca. Cogí el queso y empecé a comer. Le miré. No sabía muy bien qué responder. Me vino a la cabeza que justo desapareció cuando nos fueron llamando a los estudiantes y nunca más volvió. ¿A dónde fue? ¿Por qué no me dijo nada?

 — No lo sé, —respondí—, nos llevaron a una sala para hacer las pruebas, bebimos un vino y nos indujeron a todos en un sueño. Luego estuve atrapada en ese sueño mucho tiempo pero a la vez el tiempo parecía no pasar. Era muy raro. Y luego, había bestias peludas ensangrentadas, acertijos, animales que hablaban...

Había sido todo muy confuso desde el principio y no sabía muy bien por donde continuar: qué decir, qué guardarme. ¿A qué se refería con que la gente se había vuelto loca? ¿Cuánto tiempo había pasado desde la ceremonia? Abrí los ojos de par en par y sentí nervios en mi interior. Se me cerró el estómago y caí en la cuenta. Agarré uno de sus brazos.

 — ¡Mierda! —espeté, el corazón me iba a mil—. ¿¡He suspendido!? ¿Qué ha pasado mientras estaba dormida?

Mikael te observaba consternado mientras te recomponías, como si estuviese pensando en que responder ante todas las dudas que te amedrentaban. Decidió tomar algo de aire y empezar a hablar con cuidado.

—Unos intrusos se colaron en el lugar. Han salido varios heridos tras una revuelta de origen desconocido, parece como si unos asesinos hubiesen sido sueltos en los corredores. Lo peor del caso es que han sido robados unos artefactos del ala de profesores, y no han dejado rastro alguno más que un que otro cadáver. Mercenarios, imagino... ¿pero quien pagaría a alguien para colarse en el colegio y robarnos?

Se quedó pensando durante un corto momento, pero luego siguió:

—Sea quien sea el causante de esta tragedia, los magister no se lo han tomado nada bien. Se han retirado, casi todos excepto uno quien ahora esta en el salón de maestros junto con el resto de profesores. A ti, por lo que veo, te han metido en el ala norte y la orden es expresa; nadie debe salir o husmear en los pasillos. Como buen amigo, no tienes que agradecerme, te he estado buscando por todos lados. Creí que había pasado algo contigo durante las pruebas y... bueno, la cosa es que ya estamos aquí. ¿Qué me cuentas tú, viste algo en la prueba? 

Repentinamente una dolorosa visión apresó tus sentidos. Te viste a ti misma en un escenario rojizo como en tu sueño, rodeada de las mismas criaturas monstruosas que habías visto antes. Allá donde mirases, solo podías ver monstruos. Parecía que estabas a la cabeza de un ejército hirviente de malévolas bestias. Frente a ellas se erigía un fuerte, una ciudad o un pequeño pueblo. No podías diferenciar bien, pues parecía que estabas en distintas instancias del mismo momento. Las criaturas se quedaban quietas, expectantes de su siguiente movida, y con un rugido atronador todas bramaron y se lanzaron de cabeza hacia los diferentes asentamientos.

El ajetreo te causó una sensación de nausea, y pensaste que estabas sucumbiendo a una especie de locura como efecto secundario de la prueba de los Magister. Entonces escuchaste una voz familiar.

—Se hace tarde... me han capturado... —dijo la voz susurrante, que reconociste como la de Haakon—. Encuentra el modo... ayúdanos... no confíes en ellos...

Y tan repentino como fuiste transportada, regresaste. Mikael parecía seguir hablandote y apenas lograste escuchar su oración completa y darle sentido. Sea lo que fuere, no esperabas que fuese la última visión que tendrías de tu sueño.

Mikael evadió mi pregunta o simplemente no sabría responder. ¿Había suspendido entonces? ¿O se había cancelado toda la evaluación? No es que no me preocupara el robo. Al revés, mi cabeza también estaba pensando en ese hecho. Otra incursión de robo artefactos mientras el foco de la escuela estaba en otro lugar. Era como si alguien de dentro supiese cuándo actuar. No supe responder a su pregunta. Me encogí levemente de hombros durante aquel silencio.

Fruncí levemente el ceño cuando dijo que nos encontrábamos en el ala norte. No me gustaba la idea de estar aquí siendo tan vulnerable. Por suerte, Mikael se las había apañado para estar aquí pese a la prohibición de salir a los pasillos. Me preguntaba por qué se estaba arriesgando a un castigo tan duro estando en el punto de mira después de lo de la biblioteca. Y seguro que el ambiente y los maestros no estaban para estas bromas. Sonreí levemente, feliz de tener un amigo así a mi lado. Relajé la tensión y asentí con la cabeza a su pregunta.

— Sí que vi algo. Te lo he dicho. Ha sido un sueño muy vívido. Había un especie de fauno con cuernos, con tatuajes, marcas y ojos brillantes... —comencé a a describir en más detalle—.

Mi descripción se vio interrumpida y parpadeé un par de veces. Me asusté. Miré a todos los lados con los ojos sin girar la cabeza. ¿Qué me estaba pasando? Me quedé helada. Seguí con la mirada a aquellas bestias que se dirigían al fuerte. ¿Era esta la invasión de la que hablaba Haakon? Volví de nuevo a la habitación donde se encontraba Mikael. No entendía nada. Intenté alcanzar con mi mano la suya y le miré. 

— No estoy bien, Mikael. Me está pasando algo —confesé algo asustada. Caí en la cuenta de que estaba en el ala norte y en la única persona en la que podría confiar, después de Mikael—. ¿Crees que puedes encontrar al maestro Habard?