Partida Rol por web

Saga de Arcain: Stohlm

[D] Thibe

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20/01/2019, 20:57
Abzu

Con tu empujón, el pregonero cae al suelo de bruces soltando un quejido, y la gente empieza a observarte a ti. Conforme vas desarrollando tu discurso, más personas se van acercando y levantando orejas para escuchar. Elaborar palabras de motivación es dificil, pero puedes llegar con sencillez a las mentes de los atemorizados habitantes de Thibe gracias a su desespero. Pronto, toda la atención de la plaza cae sobre ti con el peso de un yunque.

Incluso los guardias del centro urbano están observandote con curiosidad. Lo suficientemente distraídos como para dejar que Teobalt entre sin problemas al edificio... no estás seguro de poder hacer lo mismo por tu cuenta.

La gente pronto dejó de quitarle la mirada al centro urbano y ahora observaban con algo de decisión las murallas donde los guardias se encaminaban con presteza. Los cabeceos aprobatorios, los silbidos y los aplausos empezaron a florecer como lo hace el loto en un fangal. Unos cuantos guardias, hartos, envainaban sus armas y se dirigían a las murallas para protegerlas; acompañados por un puñado de protestantes que discutían con ellos en primer lugar. Los leñadores, ansiosos levantaban sus hachuelas y hachas, mientras se dirigían a toda prisa hacia los muros de la ciudad, mientras que todos los demás se quedaban a tu alrededor, más de una veintena de hombres y mujeres lo suficientemente embriagados de valor como para avanzar hacia las murallas.

No había tiempo que perder, así que tu también te llenaste de valor y empezaste tu marcha hacia el sitio en cuestión.

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20/01/2019, 21:11
Abzu

Llegas a las murallas casi resollando, y ves una gran aglomeración de personas esperando a que abran la puerta. Las escaleras para subir estaban bloqueadas por los propios guardias que solo dejaban pasar a los que llevaban los colores de la milicia local. Por suerte, te apegas bien a un guardia que te había acompañado durante el trayecto, el cual pidió subir las escaleras y tú, cabizbajo, ascendiste también para ver lo que se cocía ahí arriba. A estas alturas, dejaban subir a cualquiera que tuviese un arco y el coraje suficiente como para ver al enemigo.

La visión era claramente desesperanzadora. Veías a lo lejos al menos un centenar de las diabólicas criaturas amontonandose en una gran masa, detrás arboles realizaban un arco al caer y desaparecer entre los demás, posiblemente preparando el camino para el paso del obelisco. Las criaturas chocaban entre si y observaban hacia arriba. Algunos más entusiastas no podían reprimir las ganas de avanzar y cargaban hacia los muros aunque estuviesen a más de cincuenta metros de distancia, cosa que le daba la oportunidad a los arqueros de los muros para afinar la puntería...

Incluso tú sentías la tentación de descargar una voragine de flechas contra las desagradables bestias, pero sabías que la munición era escasa y necesitarías hasta el último tiro si deseabas vivir un día más. Así que te dedicaste a observar con detenimiento mientras que a tu alrededor, guardias iban marchando de lado a lado, la orden de un sargento se escuchaba a lo lejos pero no le prestabas atención, te fijabas en algo en la masa de criaturas... estaban alzando algo... ¿O alguien?

[PER]El terror invadió tu cuerpo cuando pudiste ver que levantaban en una pica a un malogrado Haakon. El strazca había sido severamente maltratado y mostraba heridas en casi todo su cuerpo, uno de sus cuernos había sido cortado solo podías notar el brillo de uno de sus ojos, ya que el otro estaba cubierto de sangre. Estaba atado de forma burlesca a un crudo trozo de madera cargado por un mastodonte de tres cuernos y cabeza de perro, a su alrededor otras bestias levantaban sus toscas armas y antorchas. No podías diferenciar si sufría o si estaba vivo siquiera.

De pronto, la voz de un hombre tronó a tu lado, se trataba de un sargento con una cara de mal humor.

—¡Chico! ¡¿Estás sordo?! ¡Los arqueros a la fila, ahora!

Te volteaste para darte cuenta de que detrás del hombre, había una linea recta de arqueros, algunos con las protecciones acolchadas que les confería la guardia y otros simples cazadores con un arco y ganas de matar engendros. Debajo de la muralla, la turba de ciudadanos hervía de emoción, miedo y furia. Y afuera, los números de los monstruos solo podían multiplicarse. No había ni rastro de Teobalt, Arwin o algún rostro medianamente conocido en ningún lado.

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23/01/2019, 23:08
Arthur Kurgan

Arthur se sintió henchido de orgullo por su propio discurso, si la moral estaba alta todo iría mejor, vio como los guardias respiraban aliviados mientras el se llevaba el tumulto consigo hacia la muralla. El había cumplido con su parte, ahora solo quedaba que Teobalt llegase hasta el alcalde e hiciera lo que tuviera que hacer para que este atendiera a razones, si aquellas bestias desbloqueaban el túnel bajo el casco antiguo seria el fin de Thibe.

Al llegar a los muros jaleo a los leñadores, con vítores levantaron las hachas por encima de sus cabezas esperando a  un enemigo que estaba por llegar.-¡Vamos todos a los muros, haced que esas bestias se arrepientan de haber sido engendradas!¡Qué todo el bosque sepa el precio de desafiar a las gentes de Thibe!-empezaron a organizar a la gente junto con los soldados en las diversas posiciones de los muros para reforzarlas lo máximo posible. Ellos tenían ventaja tras los muros, además de la posición defensiva contaban con arcos, Arthur sabía que por el momento tenían ventaja este primer ataque era solo una distracción para que los del túnel pudieran entra. Gracias a los dioses ya se habían ocupado de ello y ahora las abominaciones se dirigían de frente contra un muro bien pertrechado, muchas de ellas pagarían cara dicha osadía.

Tras subir la escalinata que conducía a lo alto de la muralla pudo ver con horror el destino del pobre Hakkon, tal y como pensaba le habían atrapado usando ahora como símbolo de victoria, menos mal que entre las gentes de Thibe nadie entendería el mensaje. No sabía si acabar con el para darle paz o tratar de asistirlo de algún otro modo, pero nadie merecía un final así, ni siquiera el pobre strazca, una criatura de leyenda rebajada a la humillación más burda que sus propios hijos le concedían. 

El grito del sargento lo sacó de su ensimismamiento, colocándose rápidamente donde le habían indicado sacando una flecha apoyándola sobre el mástil del arco en un fluido movimiento a la espera de la orden del sargento o del avance de las bestias. Si bien sabía que desde allí podía hacer blanco no quería precipitar el tiro de otros menos diestros, miró atrás por ultima vez antes de concentrarse en lo que estaba por venir. El templo, la posada, el casco antiguo, los ciudadanos, todo aquello formaba parte de Thibe, la ciudad que le había acogido sin preguntarle por su pasado. El único lugar en el mundo que le había concedido una segunda oportunidad, un intento de redención que de no ser por Arwyn ni existiría, por todo aquello si que valía luchar, no solo por vivir o morir sino por proteger a quienes le habían ayudado a intentar perdonarse a si mismo.

- Tiradas (1)
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01/02/2019, 00:14
Abzu

Grupos reducidos de criaturas se lanzaban hacia las defensas de Thibe, y en respuesta los arqueros disparaban flechas que trazaban arcos en el cielo antes de llegar a ellos. La ventaja de vivir en un pueblo de cazadores era que al menos dos de cada tres tenían buena puntería. Y dos de tres flechas lograban darle al objetivo. Bajo los muros, un grupo de valientes que habían salido por los portones terminaban a toda velocidad una fosa con la profundidad de un par de metros, aunque claramente no parecía que iban a terminarla a tiempo. Sus semblantes cansados se llenaban de terror con el avance de las monstruosas criaturas, independientemente si sus compañeros lograban abatirlas antes o no.

Podías darte cuenta de una cosa, y era que los grupos no iban tan separados como lo esperarías de aquellas bestias 

aparentemente sin raciocinio. Parecían ir todos siguiendo a un cabecilla o al menos el que se viese mejor pertrechado de todos, e iban saliendo cada cierto tiempo; aunque aún no podías deducir si se trataba de un patrón o algo parecido. Tampoco pudiste seguir pensando en ello, ya que tras el cuarto grupo de entusiastas que fracasaron, se detuvieron. Como si tras las muertes de sus compañeros, hubiesen descubierto que esa no era la estrategia correcta. La inmensa manada entonces empezaba a verse con mayor claridad, con los arboles cayendo a sus espaldas y anchas. Quizás cada enemigo que derribaban los arqueros eran para ellos una pequeña victoria, pero era claro que esos numeros eran insignificantes a comparación de la horda que se amontonaba frente a ellos.

Los arqueros intercambiaban bromas sombrías acerca del futuro de Thibe, y otros estaban tan paralizados por el temor que ni siquiera habían disparado la primera flecha. Los soldados se acomodaban en la muralla y otros ordenaban a los civiles armados que se hallaban debajo. Pero el silencio se hizo presente con una terrible visión desde las murallas.

Observaste como se erigia entre los arboles que caían el gran Obelisco, su sola presencia lograba causarte un escalofrío.

 Tan alto como el más grande edificio de Thibe y ancho como dos robles juntos. Revestido en pieles de dudosa procedencia, y protegido por glifos y sigilos que parecían cicatrices sangrantes en la piedra desnuda. Todo rastro de bondad que pudo decir Haakon que poseía el mágico artefacto ahora parecía haber sido convertido en blasfemia. Sabías que junto al obelisco también habría llegado el hijo en específico del Strazca, cuyos poderes habían doblegado a La Piedra y la habían convertido en el terrible monolito del caos que era ahora, acompañado por su campeón de armadura roja como la sangre, quizás pintada con el líquido en cuestión, adornada con cabezas humanas y tan monstruoso —o todavía más monstruoso— como sus hermanos y hermanas. Un grito bastó para crear una cacofonía de rugidos proveniente de las criaturas que hizo flanquear la moral de los hombres apostados en la muralla y, junto con él, un gran soplido del viento silbó en tus orejas durante un largo rato. Fueron las señales de que tanto los desdichados como el obelisco se habían puesto en marcha.

Viste a Haakon retorcerse de dolor al empezar a moverse la gran bestia peluda que cargaba con él, bamboleandose en el campo, y siendo dejada atrás por los más pequeños. Lo que antes fue un hombre ahora con cabeza de carnero y las piernas tan delgadas como las de un gato tropezó y la hirviente horda simplemente pasó sobre él, haciéndolo desaparecer entre cascos, patas y otras cosas. Con un grito del sargento cercano, los arqueros se pusieron manos a la obra, y empezaban a derribar a todo mutante al que podían. Los excavadores con ayuda de unas escaleras lograron ascender a la muralla y resguardarse, con su labor a medio terminar. Y los guardias y milicianos iban preparando grandes recipientes de aceite hirviendo para darles una cálida bienvenida a las bestias.

Los hombres bestia se movían como un gran ariete en dirección a las murallas, y la idea de que pudieran derribarla valiendose solo de su peso lograba hacer que un sudor frío apareciese en tu espalda. Las gentes del otro lado no lo sabían, pero pronto tendrían que luchar por sus vidas como animales acorralados contra un enemigo que no conocían, y aún peor, que temían. No sabías que iba a pasar las próximas horas en Thibe.

Solo tenías que sobrevivir.

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01/02/2019, 00:54
Teobalt

El hechicero apareció de la nada detrás tuya, y habló mientras observaba el panorama.

—La cosa no pinta muy bien, para nada, esos números solo pueden significar que han estado haciéndo levas en todas las aldeas pequeñas en el bosque, y sus límites.

No se había dado cuenta, pero te había sacado un susto de muerte, y cuando se dio cuenta de ello, parece que otro arquero también. ¿Como es que ese vagabundo había llegado a las murallas? Teobalt le echó una mirada que simplemente le congeló, aunque lo más probable es que se hubiese dado cuenta de que lo más sensato no era fijarse en otras cosas que no fuesen derribar monstruos.

El hechicero continuó:

—Hablé con el alcalde, al principió pensó que estaba loco, pero me las arreglé para convencerle de que no era ningún charlatán. Al parecer las tropas de los barones Schreiber y Toustaine vienen en camino, y a toda prisa. No deberían tardar si no unas horas en aparecer, por lo que debemos soportar los primeros embates como mejor podamos, habían más túneles bajo tierra pero enviaron suficientes tropas para cerrarlos. Ahora mismo nuestras mejores opciones para sobrevivir son luchar o escondernos bajo algún sitio seguro... pero esa es tu decisión, chico, ya has hecho mucho por mí y por tu pueblo. Lo último que mereces es morir a manos de una de esas criaturas. Yo me concentraré en inhabilitar el obelisco, necesito un sitio alto, así que me iré a una de las torres de guardia y prepararé hechizos de protección que nos hagan ganar algo de tiempo mientras se acercan.

Tras esto, Teobalt le echaba unas últimas ojeadas a la horda que se avecinaba, como terminando de hacer calculos. Pudiste darte cuenta de como el mago cruzaba miradas con el Strazca, y su ceño se frunció; aunque no puedes deducir el por que.

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03/02/2019, 23:21
Arthur Kurgan

Desde lo alto de la muralla Arthur se sumó a las salvas de disparos que dispersaron rápidamente a las criaturas. Mientras cubría a los últimos hombre en entrar por el portón, aquellos que cavaban el foso, comprendió que les estaban tanteando dejando de disparar en el acto. Una maquiavélica inteligencia estaba detrás de aquel ejercito de engendros, la voluntad de la corrupta piedra buscaba corromper a más y más personas de cada vez, sin embargo lo que más miedo le daba al muchacho era lo rápido que aprendían; tan solo habían sacrificado a cuatro pequeños grupos antes de cambiar de estrategia. ¿Acaso marcarían la diferencia esas pequeñas bajas comparadas con el tamaño de la horda que afloraba desde las entrañas del Bosque del Aba?

Por un momento hizo una estimación de flechas, guardias y arqueros. Ni aunque cada disparo abatiera a un enemigo salían las cuentas, no pudo evitar tragar saliva en aquel momento en el cual empezó a ponerse nervioso al ser consciente de la mala situación en la que se encontraban. Justo en ese instante apareció ante los defensores de Thibe el endemoniado obelisco, por un momento dio gracias a que nadie de los allí presentes conociera su nefasto poder y a pesar de ello pudo notar como aquella extraña presencia había mermado la moral de los hombres con su mera presencia. Cuan basto sería el poder de aquella cosa, si con su mera visión podía afectar el corazón de los hombres en ese modo.

Aquel endemoniado carnero de armadura carmesí parecía ser el causante de todo aquello, a sus ordenes la horda se puso en marcha, perdió a Haakon de vista al tropezar su porteador, tal vez había perdido la única ocasión que tendría de darle un digno final o quizás eso salvase al strazca al mantenerlo alejado del frente. Buscó al líder de la horda, si tan solo pudiese abatirle con un disparo certero tal vez todo aquello terminase, pero en el fragor de la batalla había perdido a su objetivo y justo cuando volvió a tenerlo a tiro Teobalt casi le mata del susto al aparecer de la nada tras de él.-Por la gracia de Arcain ¿acaso quieres que escupa el corazón por la boca apareciendo en ese modo? Porque poco ha faltado para que me mataste tú en lugar de esos engendros.- en cuanto pudo recuperar el resuello se dirigió al mago sin dejar de disparar. Arthur trataba de disparar tan velozmente como podía en lugar de asegurar los disparos, al fin y al cabo frente a tal cantidad de enemigos era casi imposible fallar aunque uno se lo propusiera.- Míralo por el lado bueno cuando esto termine tendremos la certeza de que el Bosque del Alba estará totalmente limpio. De todos modos la aparición de los Condes, eso si que es magia y de la buena, no pienso perderme la llegada de la caballería por nada del mundo. ¿Haber si están a la altura de las rentas que piden?-dijo en cierto talante jocoso.-Márchate si quieres Teobalt, no nos debes nada, pero yo tengo que quedarme. Cuando no tuve ningún sitio donde caerme muerto esta gente me acogió como a un igual, sin preguntas ni condiciones. El único amigo que tengo esta aquí dentro y no voy a abandonarlo, ni a él ni a las sacerdotisas de Zaryanitsa, esas mujeres se desviven por cuidar de los demás sin pedir nada a cambio. No podría volver a mirarme a la cara si les dejase en la estacada. 

Tú ocúpate del obelisco y si encuentro a ese maldito carnero con la armadura roja te juro que le obsequiaré con una flecha en su peludo entrecejo, espero que eso les desorganice al menos durante un rato. Es nuestra mejor baza si se trata de ganar tiempo.-mientras el mago se dirigía hacia la torre Arthur volvió a concentrarse en el combate en busca de su objetivo, esperando al poder ganar cuanto más tiempo mejor.

- Tiradas (5)

Notas de juego

Tengo apuntado que Schreiber era Conde, corrígeme si me equivoco.

He dejado echas dos de Puntería para reflejar los lances iniciales. Como veras no hay termino medio, una posibilidad de pifia, que no lo es y acaba impactado por mera aglomeración y un crítico.

La Percepción es para buscar al líder la Horda y esa si es pifia.


Edit: Voy a cambiar eso de Conde por un pequeño lío argumental que se me hizo con los nombres con Katelorian en otro lado del mundo, así que dejemoslo como baron. ¡Ya se siente la tensión!

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17/02/2019, 20:19
Teobalt

El hechicero sonrió ante tu respuesta a todo lo ocurrido, asintió con la cabeza, se retiró los ropajes como quien se quita un manto de encima y sus colores cobalto volvieron a cubrir su cuerpo firme.

—Si puedes permitirte no morir, se apreciaría. Sería un desperdicio perder a un ayudante tan audaz como tú, Arthur Kurgan. Nos veremos después de esta riña, y si no es así, que los dioses te tengan un lugar reservado para que descanses.

El hechicero se encaminó hacia el torreón de madera y roca y tras atravesar una entrada sin puerta no lo volviste a ver. Hasta que pudiste avistar el brillo de su báculo desde lo alto. Luego giraste tu cabeza de nuevo, ya podías sentir el hediondo calor del aliento de todas esas bestias congregadas.

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17/02/2019, 20:31
Abzu

El ejercito animal se acercaba a las murallas como un imparable ariete que pretendía derribarlas como el viento lo hace con un castillo de naipes. Los arqueros abatían a cuanto carnero, lobo o cualquier otra cosa podían, pero simplemente no era suficiente. [PUN]Incluso tu te dabas el gusto de practicar puntería con alguno de ellos, pero más de una vez otro tomaba el lugar de tu objetivo principal, una baja era una baja, pero eso dejaba bastante en claro lo precario de la situación. Llegado este punto, ni siquiera les importaba las bajas. Solo avanzaban a todo galope como si la vida eterna estuviese detrás de los muros.

[PER]Después de unos cuantos tiros, decidiste buscar al chamán que conducía el obelisco. Pues este también empezó su avance con la ayuda de unos corpulentos hombres con garras y patas de oso con cabeza de borrego cornudo que tiraban de gruesas cuerdas para mover la plataforma que mantenía erguido el artefacto mágico. A su alrededor, se movían tantos guerreros como podía ver tu ojo, y no podías encontrar al chamán en ninguna parte. No sabías si se había perdido entre la multitud o si su presencia era siquiera necesaria en el campo de batalla.

Algunos grupos llegaban irremediablemente a las murallas, y unos caían en las fosas excavadas para ser ensartados por pinchos afilados de madera y sufrir una dolorosa tortura antes de morir. Sus compañeros se apresuraban en arrojarse a las fosas y con sus cascos hundían más a los demás, para arrojar escaleras o saltar a los muros para ascender con ayuda de sus toscas armas. Los arqueros se encargaban de despacharlos. Una de las bestias murió aferrada a su arma, colgando de los muros sin importar que tres flechas habían hecho un nuevo hogar en su cuello y pecho. Pudiste ver como unos soldados cargaban grandes ollas con aceite hirviendo que arrojaban a los escaladores, quienes caían hacia su tumba de pinchos sin salvación alguna. A lo lejano, la gran masa de cuerpos mutados se acercaba más lento; dejando que los más entusiasmados iniciasen la segunda fase del asedio. Escuchaste a un arquero cercano rezarle a Svarog, dios de los artenasos y la gente común con tanta esperanza como la tendría un moribundo conocedor de su destino. Viste como una gran lanza, de la mitad de tu tamaño, volaba por los aires y atravesaba a un miliciano que se tambaleó y cayó del otro lado de la muralla, cosa que causó una conmoción entre los pobladores de Thibe que se preparaban para lo peor. Algunos incluso ya empezaban a ascender sin importar cuantos impactos de flechas habían recibido, pues la puntería de los arqueros había disminuido junto con su valor. El sargento apenas podía mantener la moral de sus hombres lo suficientemente alta como para que no abandonasen la muralla y se escondieran en algún agujero.

Viste con tus propios ojos como uno de los desdichados terminó su ascenso, bañado en gloria, para ser atravesado por dos picas y empujado, junto con su escalera, al fangoso suelo del otro lado. Más a tu derecha, cerca del torreón donde estaba Teobalt, una batalla ya había empezado: un hombre forcejeaba con un hombre mitad bestia que arrojaba golpes de una cimitarra oxidada directo a su cabeza, y él hacía todo lo posible para evitarlo con ayuda de un escudo a punto de romperse. A su alrededor otros dos hombres luchaban contra dos pequeños esbirros con cabeza de carnero; uno apuñalaba el pecho del arquero quien se sacudía entre estertores y el otro recibía una fatal estocada de su compañero miliciano, quien de una patada lo arrojaba de vuelta al foso.

Observaste un resplandor en lo alto de la torre y un brillo candente atravesó el cielo en un arco, para caer sobre la gran masa de criaturas en forma de una gran explosión. El calor fue casi tan palpable como acercar el rostro a una hoguera y el alivio, casi inmediato. Tanto así que incluso algunos soldados y arqueros vitorearon y retomaron su temple. El ejercito se detuvo por un instante, consciente de sus bajas, y se replegó; pero ni el obelisco ni el terrible grupo que lo protegía lo hizo. El asedio necesitaría más que eso para levantarse, y Teobalt no precisaba de mucho tiempo si aquellas bestias subían la torre. Debías hacer algo.

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22/02/2019, 20:47
Arthur Kurgan

Arthur buscaba con la mirada la mejor forma de actuar, desde niño había sido criado siguiendo a un ejercito, pero una cosa era verlo en acción desde la lejanía y otra muy distinta estar en la vanguardia frente a una horda de abominaciones sedientas de sangre. Seguía disparando con precisión contra aquellos que veía encaramarse al muro o los que empezaban a ser una amenaza para las almenaras, la formación de indisciplinados arqueros ya no obedecía las ordenes del sargento luchaban cada uno por su vida, al menos aquellos que tenían el valor de hacerlo.

De pronto un destello rojizo precedido de una tremenda explosión de fuego sembró el campo de batalla de cadáveres, el grito de jubilo del muchacho se escucho por sobre las demás voces. Tenían un mago de su lado y el lo había traído, si algo podía decantar el curso de aquella batalla era la presencia de Teobalt.-¡Cubrid esa torre, proteged al mago!¡Es nuestra mejor oportunidad hasta que lleguen los nobles!-chilló a pleno pulmón aprovechando el silencio que se hizo tras la bola de fuego. Alcanzó a ver como los defensores estaban en apuros disparando una flecha por la espalda a la bestia que estaba a punto de partirle el escudo, a esa distancia y con el objetivo casi inmóvil no podía fallar. La súbita herida sería suficiente para hacer que la criatura se precipitara al vacío, dando un respiro a los soldados ahora serían tres contra uno de esos canijos, por el momento la torre parecía asegurada.-¡Sargento, sargento esa cosa no tiene que llegar a los muros!¡Tenemos que concentrar las flechas en los que tiran de esa cosa, los osos grandes con cabeza de borrego!¡El mago se ocupará del resto, pero tenemos que darle tiempo!- chilló con decisión mientras intentaba predicar con el ejemplo. De todos modos seguía maldiciendo para sus adentros, pues en la confusión del combate había perdido de vista al objetivo más importante, esa maldita aberración con la armadura carmesí.

- Tiradas (2)

Notas de juego

Imagino que los turnos de "guerra" son más largos que un turno normal deje dos tiradas hechas por si acaso, quita la última si vamos por turnos.

Como la de Per fue pifia no volveré a tirar hasta que tú me digas.

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26/02/2019, 00:10
Abzu

Tu flecha atraviesa la médula de la enorme criatura y el soldado aprovecha el momento para empujarla con el escudo al foso debajo de las murallas. La criatura aulla antes de ser empalada y pisoteada por un guerrero que se prepara para ocupar su lugar. Contando con la superioridad numerica de momento los hombres se sobreponían ante las bestias y lograban repelerlas de la mejor forma posible hasta el momento.

Al principio la gente no puede escucharte por encima del ajetreo del combate, pero pronto los milicianos corren la voz entre los voluntarios y todos se enteran de que, efectivamente, Teobalt el Hechicero está en lo alto del torreón colaborando con la defensa de Thibe. Un grito de júbilo invadió los muros: al parecer las personas preferían la presencia de un mago si este era —además de los propios defensores comunes— lo único que se interponía entre aquellas criaturas y Thibe. Eso te tranquilizaba un poco, porque no tendrías que defender a Teobalt del populacho temeroso y de las bestias bárbaras a la vez.

Logras hacer que el Sargento, que ladraba ordenes tan rápido y fuerte que parecía un milagro que no estuviese ronco a estas alturas, te hiciera caso. Y tras explicarle la situación el hombre escogió un nuevo conjunto de ordenes que escupirle a quien sea que tuviese delante.

—¡Arqueros, apuntad a la gran piedra! ¡Debe tratarse de una especie de ariete! ¡No dejéis que avancen, concentrad el fuego a esas criaturas que tiran de ella!

Los arqueros, junto contigo, se dispusieron a dispararle a las criaturas mitad oso que tiraban del obelisco. Los impactos que acertabáis parecían no hacer mucho efecto a menos que se impactase un organo importante. Una criatura no soportó más saetas y cayó sin remedio antes de ser aplastada por las demás. Podíais ralentizar lo suficiente el artefacto de las bestias que casi podías ver como su avance se detenía.

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26/02/2019, 00:27
Arwin

Una mano cogió tu hombro y pudiste ver un rostro familiar. Se trataba de Arwin, quien al parecer se habá colado en el ajetreo y ahora estaba contigo en las murallas. El cazador observaba con preocupación el terrible escenario que se desarrollaba bajo las puertas y su semblante palideció. Recordaste que en su primer encuentro con aquellas cosas solo se debía tratar de una pequeña partida de caza, ahora era todo un ejercito hirviente de aquellas criaturas sedientas de sangre y las esperanzas de ganar eran realmente inciertas.

El cazador te miró con el ceño fruncido y una media sonrisa:

—Si se pueden comer esas cosas estoy seguro de que habrá buen negocio este invierno.

Tras esto, descolgó su arco y se dispuso a practicar puntería, viste como su flecha trazaba un arco entre tantas otras y se clavó en el pecho de un rugiente guerrero que tras unos instantes dejó de rugir y de respirar. [PER]Su cabeza siendo aplastada por un enorme casco, el guerrero de armadura carmesí que carecía de la menor pizca de piedad observaba las murallas y levantó su espada. El ejército tardó poco más de un minuto en captar la orden y se detuvo a su alrededor. Los guerreros que intentaban escalar los muros fueron rápidamente despachados, y los que lograron ascender tardaron pocos segundos antes de ser superados y devueltos fuera.

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26/02/2019, 00:32
Abzu

Escuchaste el soplido de un cuerno y toda la atención se dirigió al horizonte. Cerca de donde se encontraba el río, al nordeste, un segundo ejercito iba tomando forma y acomodandose en el nuevo campo de batalla. Los arqueros y soldados empezaron a gritar en conjunto que se trataba de los barones hermanos Toustain y Schreiber. Estandartes negros y blancos de la cabeza de un oso se alzaban sobre las cabezas de los espaderos y los corceles iban asomandose en el frente de la armada. Incluso un tamborista de no más de quince años hacía su mejor esfuerzo por inspirar al pequeño ejército, que por los vítores de los milicianos parecía ser capaz de mover la balanza a favor de  los defensores de Thibe.

El ejército avanzó hasta encontrarse a unos escasos cien metros frente a frente con el enemigo, y con una clara expresión de desagrado; Toustain se adelantó para alzar la voz, levantó su espada y empezó su discurso:

—Hoy mataremos a las bestias, pues nuestro acero está enardecido por la ira de Svarog. ¡Hoy degollaremos a cuanta aberración veamos, y haremos retroceder a sus deformes hermanos al pozo infecto del que han salido!

Los soldados golpearon sus escudos y alzaron espadas, rugiendo y preparándose para el combate. Pero los desdichados más allá de atemorizarse o responder con violencia a las palabras del barón, se quedaron en un silencio que pudo dejar consternado e igual de callado incluso al aguerrido sargento de la milicia. El silencio duró tanto tiempo que viste como los caballos se impacientaban y los soldados igual. Incluso algunos arqueros de las murallas aprovechaban para disparar a los rezagados del ejercito de bestias. Pero se detuvieron con la aparición de un sonido atronador. Se trataba del rugido del caudillo carmesí. Quien infló su pecho y parecía imitar las palabras y el tono de Toustain en su propia lengua aberrante. Movía los brazos y la bílis saltaba con cada palabra para luego volver a callarse. Las criaturas se miraron las unas a las otras y rieron, rugieron y levantaron sus armas en un rugído singular tan atemorizante que casi pudiste distinguir la mirada de desconcierto de los dos barones guerreros.

Antes de que algo más pudiese ocurrir, Schreiber se adelantó a su hermano con una orden tan simple que no necesitaste escucharla dos veces.

—¡Gente de Thibe! ¡A las armas! ¡Haced retroceder a las bestias!

Los soldados iniciaron su marcha y los desdichados también, hasta que chocaron ambos ejércitos en una sangrienta voragine de miembros, visceras y acero. Pudiste distinguir a los caballeros despachar a las bestias antes de ser engullidos por la masacre. Un caballo levantó sus patas delanteras relinchando antes de caer junto con su jinete, intentar centrarse en los pequeños detalles era dificil, pero algo te sacó de tu ensimismamiento.

Alguien había abierto los portones, y los voluntarios junto con la milicia habían atravesado las murallas para unirse a la colosal refriega. Ahora se hacía mucho más difícil apuntar y algunos arqueros buscaban otros angulos y puntos donde poder atacar. Observaste el torreón donde se encontraba el mago y decidiste acercarte, pero un estruendo interrumpió tu camino. Un mastodonte con cabeza de jabalí cornudo se había estampado contra los muros y había abierto un pequeño agujero, los desdichados parecían seguir intentando atravesar los muros en varios grupos y aunque algunos eran repelidos, otros lograban finalizar su ascenso.  [CURIO]Frente a ti yace el cuerpo de un soldado cuyos compañeros estan empezando a cargar escaleras abajo, seguramente al templo de Zarianytsa. Su abdomen abierto por una herida tan larga como tu brazo, y su rostro observando a la nada como embobado. Seguramente no tenía esperanza de vida, pero sus compañeros no parecían dispuestos a aceptar un "no" por respuesta. En su muñeca colgaba débilmente una espada corta que cayó al suelo con un sonido metálico. Y por lo visto, los milicianos pasaban sobre ella como si no existiese, claramente con asuntos más vitales en mente. Puede que se trate de una buena opción a tener en cuenta por si te encuentras frente a frente con una de esas criaturas.

Otro destello parecía prepararse en lo alto de la torre, y Arwin te miró con una ceja arqueada.

—Apuesto a que se trata de tu amigo leproso... ¿No? Los rumores del tejedor de hechizos ya alcanzaron hasta los rincones pequeños del Casco Antiguo. Deberíamos ir a ver que ocurre ahí arriba. Ya sabes... tenerlo vigilado.

- Tiradas (1)
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27/02/2019, 23:01
Arthur Kurgan

-¡Arwin!¿Qué demonios haces aquí?¿Están todos bien en el templo?¿Y Howard cómo van las cosas por la posada?- Arthur lo zarandeó un poco al ver como le invadía el miedo, pero se carcajearon juntos tras el comentario sobre la comida.-¡Jajajaja!No te acuerdas gañan de lo rápido que se descomponen, allí donde caen no vuelve a crecer la hierba, vamos a tener la muralla más limpia de todo Derchios ¡jajajajaja!-aquello estaba totalmente fuera de lugar, en medio de todo aquel caos dos jóvenes amigos se reían del peligro como si nada les pudiera pasar, en situaciones como aquella era cuando uno más necesitada el valor y el apoyo de los suyos. Arthur ya no se sentía solo, con Arwyn a su lado se creía capaz de vencer, de acabar con aquella horda y lograr un mejor futuro para Thibe.-Ese bastardo de la armadura carmesí es el que manda, tal vez si lo abatimos los pongamos en retirada...- se agachó tras parapeto para recoger las flechas de uno de los arqueros caídos y en ese preciso instante sonaron los cuernos de batalla de las tropas de los barones hermanos Toustain y Schreiber. Nunca antes se había alegrado tanto de ver a un noble, se mordió la lengua dejando para sus pensamientos las mil y una criticas que tenía, ahora no era el momento. Levando el arco y gritó arengando a los ciudadanos de Thibe, esperando recuperar la moral de las tropas,la cual hasta ahora pendía de un hilo.

El rugido de los desdichados heló la sangre a más de uno, su propia arenga había dejado casi en ridículo a la Toustain, sin embargo ambos bandos chocaron en una contienda sin igual, parecía que ninguno de los bandos estaba dispuesto a retroceder. Henchidos por el orgullo bajo la reclama de Schreiber los ciudadanos de Thibe cometieron lo que para Arthur era la mayor insensatez del mundo, abrir las puertas de los muros.-¡CERRAD LAS PUERTAS!¡Defended los muros!¡Qué no abran brecha.-gritó con toda su alma mientras le hacia una seña con la cabeza a Arwyn para que ambos disparasen al jabalí antes de que pudiera agrandar el agujero.

Ambos corrieron por encima de la muralla tratando de llegar a la torre donde estaba Teobald, Arthur se agachó a todo correr en mitad de su carrera para recoger la espada corta del soldado caído, solo Arcain sabía si la iba a necesitar.-Da gracias de que mi amigo el "leproso" esta de nuestro bando y no contra nosotros. No hay nada que vigilar, confío en él a ciegas a tenido mil oportunidades de jugarmela y jamás me ha fallado, será mejor que le cubramos hasta que termine con lo que tiene que hacer. Esa maldita piedra es mucho más peligrosa de lo que te imaginas.-esperaba que sus gritos hubieran puesto en alerta a los aldeanos que le habían seguido desde el ayuntamiento y ya fuera por su autoridad o por el miedo que sentían se ocupases de cerrar los portones y subir a defender la muralla. Los grupos de aberraciones que conseguían trepar por el momento no eran una gran amenaza, pero si una fuente de caos y confusión que a la larga se podía convertir en una amenaza mucho mayor.

- Tiradas (2)

Notas de juego

¿Qué es [Curio]?

Nota del director: se trata de una tiraada oculta que por lo general me guardaba para mi mismo pero dejé de hacerlo tras la misma pregunta que me hizo un jugador del otro lado de Stohlm, la uso para definir pequeños eventos fuera del control del personaje.

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02/03/2019, 18:20
Abzu

Los ejércitos se arremolinaban en una pelotra hirviente de forma literal que no daba cuartel al bando opuesto ni un solo instante. Las bestias luchaban con extrema brutalidad, con los más grandes cargando en solitario seguidos de flacos guerreros deformes que les brindaban apoyo al apuñalar por los costados a sus enemigos. Algunos incluso desarmaban a sus contrincantes, cercenandoles las muñecas y atrapandolos con sogas para llevarlos a rastras al obelisco, donde para ellos la verdadera lucha iniciaría en pocos instantes. Los hombres luchaban como autenticos animales, quizás por el comportamiento mismo de los desdichados que al parecer lucía contagioso. Ordenes, gritos y desafíos se escuchaban desde lo alto de la muralla, pero no podías diferenciar bien de que ejército provenian.

Arwin te golpeó un  brazo y gritó, señalando lo alto de la torre. Donde Teobalt preparaba una segunda explosión de fuego. La cual catapultó al centro de la batalla, con un estruendo terrible las vidas de los desdichados y los hombres se consumieron por igual en el fuego arcano, pronto el dulzón aroma de la carne humana calcinada llegaría a tus fosas nasales. No sería una bienvenida agradable por su parte. Escuchaste al sargento gritar preguntando que insensato había abierto los portones, mientras corría por la muralla ordenando al descuidado soldado responsable quien resultaba haber sido alcanzada por el hacha de un minotauro. La criatura rugió y enfrentó al sargento quien pedía ayuda a gritos, Arwin disparó una flecha que se alojó en el hombro de la criatura, y se acercó junto con otros soldados para ayudar a sus nuevos hermanos de armas. Por otro lado, escuchaste el grito de Teobalt en lo alto de la torre, que te llamaba incesantemente. A su vez, sentías como tu pecho ardía y recordaste dejar respirar el amuleto cincel, cuyas pequeñas grietas alumbraban al rojo vivo como si fuese una hoguera ardiente. El obelisco seguía en marcha, y los guerreros desdichados se acercaban ahora a los portones abiertos, masacrando a los milicianos y a los aldeanos en su camino.

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02/03/2019, 18:33
Teobalt

Escuchaste una vez más la voz de Teobalt, que te llamaba a gritos:

—¡Arthur! ¡Es el momento, necesito tu ayuda en la torre ahora! ¡El obelisco se acerca, queda poco tiempo!

Y tenía razón, desde donde estabas podías observar como el monolito de destrucción se iba acercando más y más, habías ganado algo de tiempo tras abatir a los que tiraban de las cuerdas, pero ahora los desdichados trabajaban juntos para empujar el artefacto maldito. Podías ver como el caudillo carmesí lideraba sus tropas contra los hermanos nobles mientras que el obelisco se separaba custodiado por su propio grupo de guerreros, liderados por el enorme minotauro negro que viste en su campamento. Sabías que en algún lugar estaría oculto el brujo que sometió a la piedra, y temías el momento de su aparición.

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02/03/2019, 18:37
Arwin

Arwin te llamó, con su voz tan exahusta como energizada por la adrenalina del momento:

—¡Nos necesitan en las puertas, Arthur, debemos ayudar al sargento y a sus hombres o perderemos el control de la muralla!

Esto fue lo último que oíste de él antes de que disparase una flecha al enorme desdichado que se había abierto paso en lo alto de la muralla hasta las puertas, combatía en ese entonces contra el sargento y dos soldados más, ahora Arwin se dirigía a la contienda también para poder salvar a sus compañeros y cerrar el portón. En ese momento, el tiempo empezaba a fluir más lento por alguna razón. Miraste hacia atrás, donde se hallaba la gente de Thibe y entre todas las personas viste a una en especial. Brillaba con un aura de benevolencia, era Svarog el que se te había aparecido, quien se hallaba refugiado entre la multitud presa del miedo. Su mirada chocó con tus ojos durante unos segundos antes de desaparecer literalmente entre la multitud. Sabías que lo que pasara a continuación cambiaría para siempre el curso de las cosas que conocías, también debías tomar una decisión. Subir a prestarle apoyo a Teobalt, ayudar a Arwin y a los soldados a cerrar las puertas...

O esperar... ¿Realmente valía la pena todo esto?  ¿No sería mejor si dejases caer el arco y la espada y te dieses la vuelta mientras tenías oportunidad? Estabas realmente cansado... y ni siquiera te habías acercado a combatir... observaste el alba a lo lejos, más allá de la batalla presente y una sensación de paz invadió tu cuerpo. Sentías que tenías todo el tiempo del mundo para decidir y al mismo tiempo era cuestión de instantes que tomaras un camino.

Parpadeaste, se hizo el presente a la velocidad que conocías. ¡Debías actuar ya!

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02/03/2019, 23:32
Arthur Kurgan

Arthur palideció de golpe cuando vio a Teobalt lanzar la explosión de llamas al centro del tumulto, sin embargo entendía el por que lo hacia. No estaban llevando a los soldados heridos a rastras al obelisco por nada, querían convertirlos, por más que los condes matasen a cientos de las aberraciones sus propias tropas acabarían reponiendo las mermadas filas de aquellos engendros. De pronto se sintió turbado, dividido, todo estaba pasando muy lentamente a su alrededor, sentía como iba perdiendo el animo de actuar, las ganas de oponerse a la piedra; aquella cosa intentaba influirle de un modo que no lograba comprender. El amuleto saltaba fuera de si colgado a su cuello, aquello no podía presagiar nada bueno, sin embargo las quemaduras le hicieron volver en si ¿acaso aquel instrumento había seducido a los milicianos para que abriesen la puerta y se unieran a la refriega?. ¡Claro! esa cosa solo quería corromperlo todo a su paso, le daba igual a quien o a cuantos, si no podía moverse los atraería hacia ella.

El muchacho se temía lo peor, el caos había estallado.-¡Arwyn no!-intentó frenarlo, decirle que los arqueros eran más útiles en la muralla, pero su impetuoso amigo se lanzó de cabeza hacia las portones. Sin pensarlo embrazó una flecha en un disparo certero en pleno pecho del minotauro, haría falta mucho más que eso para tumbar a aquella bestia. Teobalt le llamó para tratar de cazar al brujo que usaba la piedra, pero si dejaba los portones abiertos y esos engendros alcanzaban la puerta sería una autentica masacre. Por si todo aquello fuera poco Arthur se quedó petrificado al ver al mismísimo Svarog  entre la multitud, acaso se estaba volviendo loco, tan grave era la situación como para llamar la atención de un dios. Su amigo estaba en peligro, la vida de las gentes de Thibe pendía de un hilo, los portones abiertos, pero si la piedra llegaba hasta el muro todo estaría perdido. No pudo más, estalló de rabia ante la impotencia, arrancando a correr hacia la torre del mago.- ¡Cierra las puertas Teobalt!Yo me ocupo del brujo, pero por todos los dioses cierra las malditas puertas antes de que nos aplasten. Dales un respiro a los hombres en la muralla.¡Haz lo que te digo!-sabía que el mago era capaz de eso y mucho más. Entró en la torre como un vendaval embrazando una nueva flecha, la horda se había dividido en dos y eso le facilitaría la tarea de buscar al canalizador. Sus ojos expertos buscaban entre las desordenadas filas de las aberraciones que cargaban con la piedra y trataban de acercarla a los muros, aquel brujo tenía que estar entre ellos, solo era cuestión de encontrarle. Su flecha haría el resto...

- Tiradas (2)

Notas de juego

¡Viva mi Percepción de cazador!

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29/06/2019, 19:37
Abzu

Corriste con todas tus fuerzas en dirección al torreón, un guerrero de cuernos torcidos se atravesó en tu camino pero fue rápidamente superado por un grupo de alabarderos que le despacharon con más esfuerzo del necesario. Entre el ajetreo de las murallas y el pánico creciente de los civiles armados en las puertas entreabiertas. El control del torreón era disputado en una gresca entre milicianos con espadas y desdichados armados con hachas de leñador y largos cuchillos. Ambos grupos desconocían seguramente la presencia del hechicero en lo alto de la torre, pero ahí estaban, intentando mantener el control de la muralla un centímetro a la vez.

Pudiste rodear la pelea apenas esquivando ataques enemigos y aliados también, cierras la puerta detrás de ti y un fuerte golpe en ella te hace retroceder por precaución. Una ojeada rápida hacia arriba te muestra una subida en escaleras de al menos tres pisos. Tus pies se llenan de pólvora y empiezas a subir, en el interior de la torre hay arqueros que preparan y disparan flechas encendidas con aceite. Una compuerta cerrada da al último piso donde asumes que está Teobalt, tras unos intentos fallidos por abrir empiezas a golpear intentando llamar al tejedor de hechizos que parece ignorarte entre todo el alboroto. Un sargento te toma del hombro y te pide a gritos que vuelvas a tu puesto. Seguramente tras asumir que eras uno de los arqueros a su mando. Sin más remedio te acercas apresurado a un agujero en la pared lo suficientemente amplio como para que tus brazos y el arco pudiesen usarse del otro lado. Sabes que encontrar al hijo de Haakon es crucial para detener el avance de los desdichados, agudizas tus sentidos y te dedicas a buscarlo entre la marea hirviente de cuerpos que inunda el campo.

No fue dificil, solo debías ver primero el obelisco y tarde o temprano lo hallarías a él. [PER]Ahí estaba, avanzando lenta y trabajosamente; como en síntesis con su instrumento de destrucción. Unos segundos después se detuvo y empezó a gesticular y darle ordenes a sus allegados. Aunque a esta distancia no podías discernir bien el que. Alejaste ese pensamiento de tu mente y tomaste el arco. Esta vez no iba a haber duda alguna, penasmiento que se atravesase entre ti y tu objetivo, preparación previa: ibas a quitarle la vida al desdichado con esa flecha. Tiraste de la cuerda, soltaste el aliento que tenías retenido y junto a él, el proyectil. La flecha tomó el aspecto de un alfiler al volar rápidamente en dirección a tu blanco. El cual parecía estar canalizando una especie de ritual, sus guardaespaldas se alejaron de él para darle espacio cosa que te facilitó aun más el trabajo. Esperaste ansioso el momento que cambiaría el curso de la batalla hasta que lo viste con tus propios ojos, la flecha se clavó directo en el vientre del desdichado y pudiste imaginar su grito de dolor desde donde estabas. La criatura se tambaleó y se apoyó del obelisco, malherido pero aún vivo, no parecía tener deseos de detenerse.

Rápidamente enebraste otra flecha, el sudor corría sobre tu frente como si estuvieses a cincuenta grados y tus pensamientos volvían a nublarse. Te preparaste para otro tiro hasta que una fuerte detonación en el piso de arriba sacudió toda la torre. El olor a madera y ozono empezaba a inundar el sitio y los gritos de los arqueros avisando un incendio hicieron que el caos reinara en el interior del torreón. Los desdichados volvieron a cerrar el circulo protegiendo a su líder y la batalla parecía haber alcanzado un tenso punto muerto.

¿Qué había ocurrido en el piso de arriba? La compuerta parecía haberse debilitado por la detonación así que subiste a toda velocidad y la golpeaste con fuerza, los arqueros de la torre sabían que Teobalt estaba en lo alto y posiblemente estaba en peligro, así que un par se acercó a darte una mano. Cuando la trampilla cedió, subiste como un rayo para descubrir que había pasado.

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29/06/2019, 20:36
Teobalt

El hechicero se sujetaba una sangrante en un costado de su torso. Apoyado en uno de los bordes del torreón y con las manos como si hubiese trabajado todo el día en una forja. La mitad inferior de un desdichado era lo único que había en el suelo, la otra mitad había sido convertida en huesos chamuscados y carne derretida. La mirada de Teobalt chocó con la tuya, el brillo azul de sus ojos era intermitente y apenas podía mantenerse de pie. El techo del torreón estaba quemándose y sus pedazos caían al suelo también quemado. 

—Iba a destruir el obelisco... no... no lo he visto venir...

Teobalt intentó incorporarse, pero fue en vano, cayó al suelo y se sentó apoyando la espalda sobre el balcón de madera.

—Lamento ponerte en esta situación, Arthur Kurgan, pero no estaba solo...

Con un rápido movimiento, el hechicero desenvaino una espada corta de entre su túnica y la deslizó por el suelo, la espada rebotó y se puso ante tus pies. Blanca como la luna y ciertamente estaba bien cuidada. Antes de que pudieras seguir analizando su aspecto el rugido de una criatura se escuchó a tus espaldas.

Se trataba de un desdichado con aspecto de lobo, como los que habías encontrado hace unas horas en los túneles subterráneos de Thibe. La criatura olisqueó el aire y lo mordió, una de sus manos había sido cercenada y reemplazada con una cuchilla, la otra tenía garras tan afiladas como el arma que empuñaba.

La bestia aulló, y pudiste escuchar entre todo el ajetreo otros aullidos, seguramente estaba alertando a los demás de la presencia de Teobalt. Tenías la certeza de que pronto tendrías compañía no deseada en la torre. También tenías seguridad de otra cosa.

Debías proteger al hechicero a como diese lugar.

Notas de juego

Inicia combate, tienes una acción rápida gratuita.

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04/07/2019, 13:20
Arthur Kurgan

El caos reinante era un reflejo de la vorágine de sentimientos enfrentados que pugnaban en la mente de Arthur, el mago era su mejor baza y estaba claro que ante todo debían protegerle, sin embargo el joven no podía entender por que el otro bando pretendía destruir el obelisco. El aullido de la aberración se sacó de su ensimismamiento y actuó por reflejo, sin pensar liderando la flecha que tenía embrazada en el arco, un gesto ensayado miles de veces que se vio interrumpido por el desprendimiento de un trozo del tejado en llamas. De no haber reaccionado a tiempo tal vez hubiera acabado con la cabeza aplastada, en el último momento consiguió echarse a un lado, pero el golpe de la tejas contra el brazo derecho no solo desvió el tiro por completo sino que le arrebató el arco de las manos.-¡Maldita sea mi suerte negra!- chilló con frustración sujetándose la muñeca dolorida, mientras miraba de reojo la espada que le había ofrecido Teobalt, al igual que hacia la bestia. De nuevo ambos se miraron y saltaron hacia delante, tal vez el primero que asiera el arma sería el único en salir vivo de aquella contienda...

- Tiradas (3)

Notas de juego

He dejado un dado tirado por si quieres hacer Iniciativas. Mis acciones serían coger la espada e intentar acuchillarlo.