Partida Rol por web

Salvadores Salvados

Salvadores Salvados - Amanece con Napalm - Escena Cuatro.

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29/08/2013, 12:33
Gabriel

- Dispara- dijo cuando le pidió pedirle un favor, valga la repetición. Algo mecánico, sencillo, sin ambages.

Gabriel se encendió un cigarrillo y se asomó a la ventana. Sin camiseta, de espaldas, el hombre mostraba varias cicatrices, pequeñas pero visibles, casi estéticas. Espalda amplia y fibrada, sin vello. Al principio sólo escuchaba a Niki, pero después, al ver por dónde iban a ir los tiros, el hombre se dejó de apoyar en el marco y se la quedó mirando. Conforme ella hablaba la cara del hombre fue tornándose un tanto más seria dada la importancia que ella le daba al asunto. No parecía preocupado, ni tenso, pero sí que parecía haberse metido de golpe en alguna negociación callejera donde tenía que poner cara estoica de poker. Gabriel era un tipo duro, difícil de conmover. Debía de estarlo un tanto, y más con aquella expresión corporal de la amnésica, pero por fuera el hombre no dio muestras de nada. Puro hierro.

- Todos hemos perdido a alguien- respondió al comienzo. Ahora sí, tras una calada, el hombre puso una cara que mezclaba el estoicismo con el dolor, la contrariedad con la aceptación. Esa motivación parecía valerle-, es lo que tiene la guerra- suspiró y apretó ligeramente los dedos de una mano. Estaba claro que, por muy aclimatado que estuviese a la WW3, prefería su vida basada y normal-. Es una mierda que la paz sólo pueda hacerse con armas- añadió negando con la cabeza cigarrillo entre dos dedos a la altura de la cadera.

El hombre fue a un cajón cerrado con llave, uno que Niki ya había revisado, y sacó un puñado de papeles. Se puso a ojearlo conteniendo la ceniza en el aire y arrugó el ceño. Lo revisó otra vez y, tras mirarlos extrañado, lo dejó en su sitio y cerró el cajón. Miró a Niki y señaló este. Ella reprimió tragar saliva y se temió lo peor. ¿La había pillado? Creía que había sido cuidadosa, y mucho. No sabía muy bien como lo había hecho, pero estaba segura de que lo había hecho bien.

- Qué raro- dijo en un tono de sorpresa-. Juraría que tenía ahí los archivos sobre el tema- se rascó el cogote y, tras mirar el cajón una vez más, lo desechó con un gesto de la mano-. Beh, es igual, los habré tirado o perdido, no me parecieron importantes en su momento- total, Gabriel no parecía la clase de hombre que supiese qué significaba AAK2.

Pero Niki no había visto nada en ese cajón, no había sido ella. No podía bucear tan adentro de Gabriel como para saber si había sido cosa suya o no, pero el instinto apuntaba a que, ¿y si no los había perdido él? De extrañar no sería.

- Me extraña que Drike te haya contado nada- comenzó sentándose frente a Niki en actitud relajada.

Bien mirado, Niki podía meterse en un lío si Gabriel le preguntaba luego a su compañero por esa inexistente conversación. Al fin y al cabo, era de asumir que Gabriel creía que Drike había dicho AAK2, pero poco más. La otra opción era que Niki se había puesto a hacer espionaje antes de tiempo contra su nueva organización, y Gabriel no era tan paranoico. Por supuesto, a él no podría ni ocurrírsele que en realidad Niki era una fuerza telépata militar del gobierno norteamericano.

No parecía, por otro lado, que Niki fuese a necesitar la pistola. Gabriel podría usar la violencia, pero no parecía culpable.

- Si tienes un nombre, podemos buscar a ese alguien- se ofreció, al menos en intención. Negó con la cabeza-, pero hay que tener ganas para meterse aquí- Ámsterdam. Señaló a Niki con el cigarro, apuntándola a ella como una de las mentadas-. Sobre lo otro, sí, confío en ti- el hombre asintió con los ojos cerrados, despacio, poco y un par de veces-, tampoco es que sea un gran secreto. Asaltamos una estación de trenes ahora abandonada por siniestro total- buceando en sus recuerdos, Niki pudo ver a Gabriel, en esa estación, disparando. Ellos la habían destrozado en la ofensiva, daños colaterales-. Perdimos a un par de novatos, y tuvimos varios heridos, pero tomamos el control.

Niki pudo ver una defensa alemana mucho mayor que allí. Sin embargo, también pudo ver un cielo en feroz tormenta. Como si hiciese de pararrayos, para fortuna de los Anarquistas, el tren absorbió varios rayos. En su interior, por supuesto, estos se hacían eco. Sin esa ayuda, probablemente el grupo terrorista tendría que haberse batido en retirada. Era, nuevamente, un fenómeno muy inusual, pues los rayos estaban muy concentrados, pero no parecía excesivamente raro. No, si no fuese porque Niki ya había visto aquello antes, la noche anterior, en los barrios de periferia. Una tormenta concentrada. Parecía no sólo un evento climático extraño, sino repetitivo. Y las casualidades no existían, Niki.

El hombre siguió contando la historia, y según sus recuerdos, todo era verdad. No sabía más de lo que decía, ni mentía al hacerlo. Una redada más grande de lo normal, precisamente por ser más jugosa y estar ellos más confiados. Tuvieron una inusual suerte y, según explicó Gabriel, aquella tormenta podía haberlos matado, pero les salvó el culo. Tal cual lo dijo. Según contó cuando Niki le preguntó, al principio a él también le extrañaba, pero luego lo asumió como algo normal. Suponía que tendría algo que ver con la Torre de Comunicaciones y sus antenas o con alguna historia del suministro eléctrico. Según sabía, alguna subestación cercana había estado teniendo problemas con ese tema, y serios. Niki, sin embargo, bien sabía que aquello podía tener una explicación racional, pero que Gabriel no la tenía. Y quizás... bueno.

- Aparte de las arma y suministros encontramos un puñado de barriles- finalizó el hombre, yendo ya a la parte que a Niki verdaderamente le interesaba-. Tenían una señal de material radioactivo, o químico, no me acuerdo bien- arrugó el ceño, y sus recuerdos eran borrosos. Lo había olvidado, como Drike, pues no le pareció relevante sino anecdótico, pero no tanto como su compañero-, y AAK2 escrito. Suponíamos que era algún tipo de residuo- Gabriel, ciertamente, no tenía más idea de aquel asunto. Era un hombre sin estudios-. Abrimos uno y parecía tener algún tipo de ácido corrosivo dentro. No quisimos comprobar qué era exactamente. Los dejamos donde estaban.

Gabriel no lo dijo, porque su consciente lo pasó por alto. Sin embargo, en sus recuerdos, había algo más. Los bidones, además de letras alemanas por su procedencia e inglesas por el idioma internacional, tenían unas terceras. Japonesas, chinas, o de algún lugar de asía. Al menos, era lo que a Niki le sugerían, vaya.

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29/08/2013, 13:17
Olga Van Holsen

Mucha información para la pobre Ruth, aún traumatizada y sumido en aquella realidad. Primero, la guerra, aceptada con reticencias tras una vida que, aún sin WW3, tampoco la dio mucha tregua. Y ahora, escondida como una pastora alemana en la sede de los ecoterroristas. Quién se lo iba a decir, pero para colmo estaba convirtiéndose poco a poco en un soldado más. Uno capaz de lucir determinados poderes sobrenaturales, claro, entre ellos, la invisibilidad. Súmese el asunto de su hermana, que a Arjen, por supuesto, no dejaba de parecerle algo interesante. Un efectivo más, quizás, pues no dejaba de tener capacidades sobrenaturales también. No dejaba de parecerse a rescatar a Dyrk, en realidad.

Tras atravesar el refugio y llegar a la sala de ordenadores, tras pasar de largo a la rubia de metro noventa con dotes de artista marcial y más mala ostia que un toro con diez banderillas puestas, entraron. Muchos recados había por contar. Pero cuando atravesó la puerta, Arjen sólo vio a Olga reírse de forma sana mirando a Erik. Erik, haciendo lo propio en un tono más relajado, como si la broma le hubiese hecho la mitad de gracia. Mark, sonriendo mientras negaba con la cabeza.

- ¡Arjen!- saludó la hacker sorprendida de ver entrar a papá lobo-. De el científico estábamos hablando, precisamente.

Erik y Mark saludaron también. Olga preguntó a Ruth por cómo se encontraba y, tras unos cuantos intercambios de ascensor, la mujer encendió la pantalla del ordenador, o mejor dicho, de tres ordenadores, y mostró su contenido. A la izquierda, un log recortado de la conversación virtual con Eugenius Novák, el científico nuclear y hacker visto en presencia de los alemanes. En medio, un resumen del científico como tal. Por un lado, nombres de trabajos en los que había participado para el CERN de Suiza, por otro, fotografías donde salía con los alemanes, y por un tercero, rumores sobre su vida privada. Un hombre egocéntrico y altanero que confiaba sobradamente en que su intelecto le daba la potestad de creerse por encima de cualquier estúpido que no tuviese un cerebro privilegiado.

A la derecha, sin embargo, un mapa vista aérea de Ámsterdam. O corríjase, pues estaba ampliado a uno de los sectores, concretamente el barrio floral que conducía por uno de los canales. Señalado con un punto rojo estaba el puesto 17. Marcado con un reloj sobre el dicho punto, una hora, las 14:00. Al lado, dos contraseñas. La primera de ellas "Silk Shade le parece una mujer atractiva, ¿verdad?", la segunda, "Por supuesto. Tiene una mano preciosa". Era un clásico reconocimiento de identidad. Una pregunta correcta, una respuesta correcta.

Comenzó a explicarse. A juzgar por sus ojeras y cómo reaccionaba con un gesto molesto ante los ruidos fuertes e imprevistos, la mujer no había dormido nada desde la última vez que Arjen la vio. Seguía siendo ella misma, alegre y compañera, pero tras hacer su trabajo, ciertamente un descanso no la vendría nada mal.

- Aún no tengo los planos de nada- se excusó al inicio sin vergüenza alguna-, pero porque he estado desde la reunión trabajando en Novák- señaló un ordenador, ahora apagado, pero que antes debió haber echado humo-. Anoche me puse a documentarme sobre ese tío y, la verdad, para meterme en su ordenador y su mente en un día he tenido que dedicarle toda mi energía al asador- y se notaba, y por bastante, que Olga estaba visiblemente cansada. Contenta y satisfecha, pero exhausta mentalmente-. La cuestión, el Doctor Eugenius- apuntó con cierto tono de señorita, parodiando al que Novák debía usar para hablar de si mismo cual ególatra- no trabaja para los nazis. Es más, todo lo contrario.

Y le contó todo. Demasiada larga la conversación para detallarla palabra por palabra. Mencionó cómo un tal Viktor Eichmann había ido a buscar a Novák al aeropuerto. Mirando la poquísima información que había podido sacar de ese tío después de hablar con Eugenius no hacía demasiado tiempo y cansada como estaba, podía verse cómo un puñado de fans alababan a ese hombre como si fuese Dios. Era un miembro de las Waffen-SS, de la Panzerdivision SS Totenkop, y también era un diplomático germano muy bien reputado. Sin embargo, aunque se le tachaba de Don Perfecto, Novák estaba sumamente molesto con él y, por alguna razón, deseaba fastidiarle. Incluso le había sugerido a Silk Shade destrozar juntos su cuenta bancaria. No en vano, Novák también era hacker, ya sabéis, de hacker a hacker, dijo Gretchen.

Según Olga siguió contando, la madre de Eugenius estaba enferma de cáncer y su hermana trabajaba como Jefa de Enfermeras en el hospital Boven IJ Ziekenhuis, actualmente el más activo de Ámsterdam y el centro sobre el que orbitaba toda la sanidad de la ciudad. Por supuesto, el hospital estaba controlado por los alemanes, y la madre, ingresada. También había allí alguien importante para Novák, una tal Maggie Wassus, una Doctora Suiza de la Cruz Roja que había ido a la ciudad cual misionera o voluntaria de guerra. Metida en la boca del lobo y, para colmo, del mismo sitio donde vivía Novák.

Los nazis habían estado presionando a Eugenius para que le ayudasen con oh, sorpresa, Avalon. El reactor nuclear se encontraba a punto de caramelo, y en muy mal sentido. Algún tipo de virus informático había tomado el control del sistema operativo de la misma sin que sus operarios se diesen cuenta. Un virus con una IA, inteligencia artificial, francamente aterradora. No sólo aprendía y evolucionaba modificando su propio código para aprender de sus errores o volverse más perfecto, sino que había desarrollado algún tipo de conciencia virtual. Estaba decidido a arrasar a los nazis como objetivo principal y único, sin importar el coste. Y su método para hacerlo, ya que su objetivo era provocar el mayor daño posible a esa facción, era implosionar arrasando todo a su paso. Y con todo se refería a Europa. Amanecer verde estaba ahí, pero ríete de ellos cuando, además, para hacerlo peor, ese monstruo se había hecho con la fuente de energía de la ciudad.

No podía implosionar sin más la central, pues sus sistemas de defensa tenía, pero poco a poco estaba desactivándolos y llevando todas las agujas de la zona verde a la zona roja. Cuando todo llegase al punto cumbre Chernóbyl sería un cuento de niños. Novák quería pararlo, por supuesto, pero no porque estuviese con los nazis. De hecho, tenía verdadero miedo a que estos le chantajeasen utilizando a su familia como moneda de cambio y seguro de colaboración. Estaba jodido.

Después había un hombre, Fremont. Un genetista, lo cual bueno no podía ser, y un experto en cibernética. Tecnología y medicina juntas. Especializado en oncología y en armamento militar. Tenía dos campañas principales. La primera, encontrar de una maldita vez una cura contra el cáncer que las farmacéuticas fuesen a aceptar y pagar, lo cual era una tarea imposible. Claro, que igual Fremont sólo se estaba pegando el moco. Por otro lado, sus servoarmaduras de combate quitaban el aliento. Un tío con una de esas delante de Arjen, y más le valía convertir sus dientes en un sacacorchos para un blindaje articulado, porque sino la ametralladora del traje se encargaría de convertirlo en un colador. Al parecer, el hombre había ofrecido, a cambio de poner a Novák en nómina, una salida para su familia y el doctor de los nazis.

Un nido de cuervos, vaya. Por un lado, alemanes extorsionándole para que su país no se convirtiese en cenizas radioactivas. Por otro lado, otro alemán con lealtad nula intentando hacer negocio de la situación. Eso parecía. Silk Shade, Olga Van Holsen, se había extralimitado en sus funciones un tanto, pero había hecho lo que creía mejor, y después de semejante trabajo estoico y autónomo, la mujer no podía sentirse mal por ello. Sólo había hecho lo que creía mejor.

El trato conseguido para Arjen y los Ecoterroristas en general era el siguiente. Los Verdes protegían y daban asilo a la madre, la hermana y al propio Novák, pero a cambio él ayudaba a destrozar hasta los cimientos la torre de comunicaciones de los nazis. Sobre destruir el reactor de Ávalon, según lo que estimasen Arjen y los chicos. El resto, todo sería seguir hablándolo, pues el trato llegaba hasta allí. ¿El método? Mañana, a las 14:00, en el puesto 17 del barrio floral. Ni un minuto antes, ni uno después. Lanzar pregunta, recibir respuesta correcta. Coger a Novák, largarse. Esconderlo, que colabore. Después, Ávalon. Después, a saber. Simple, limpio, eficaz. Y sino... Olga tenía un Plan B. No era estúpida.

Su madre, su hermana, su Doctora Maggie Wassus. Todas ellas concentradas por la mañana en el Hospital Boven IJ Ziekenhuis mientras Eugenius Novák sufría entre terribles sufrimientos jugando a golf en las pistas con, sorpresa del año para Eugenius Novák, El Gobernador, Heinz Goering. Si pasaba cualquier cosa, ellos tendrían a su familia y su allegada, pareja, amiga o lo que fuese. El asunto era, por supuesto, coger antes de Novák a su familia. De hecho, era parte del plan principal, no sólo del plan B. La Doctora no entraba, pues probablemente rechazase la oferta de asilo, pero bueno, la madre y la hermana ya estaban avisadas por parte del científico. Si pasaba cualquier cosa, tendrían a esas dos.

Si no pasaba nada, bueno, quizás no serían una gran familia feliz, pero Olga Van Holsen parecía querer a Eugenius Novák cerca. Quizás fuese porque así al menos tendría a alguien con quien hablar de ordenadores y compartir su hobbie, su pasión y su vida, o quizás simplemente porque ese capullo con orejas de soplillo le había caído bien. Según decía, no dejaba de ser en el fondo un hombrecillo soberbio pero fácil de contentar. Cual bestia parda, sólo tenías que acariciarle el lobo. Erik sonrió al escuchar esa comparación. Mark se limitó a asentir con la cabeza en plan de "no suena mal".

- Ese es el plan- concluyó la mujer reclinándose en la silla con cara de, a ojos de Arjen, sentirse sexualmente satisfecha-. También sé dónde vive la hermana de Novák, Liselote, claro- sonrió abiertamente enseñando dientes rectos y blancos tras aquella melena pelirroja-. Y ahí se hospeda el Doctor.

Entonces, en un despiste tonto, a Arjen se le ocurrió echar un vistazo a su olvidado por antonomasia teléfono móvil1.

Olga no explicó a Ruth qué era Silk Shade, o más bien dicho, a qué se dedicaba, pues Silk Shade era, por supuesto, su alias como hacker. Las letras, escritas en letras victorianas del color rosa, giraban como fondo de pantalla.

Ruth Karsten, tirada de Inteligencia (Cultura General), para verificar tus conocimientos propios sobre Silk Shade.

1* Ambroos Janssen ha supuesto que tenías un móvil funcional. Por eso, esta vez ignoraré la Torre de Comunicaciones.

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30/08/2013, 00:56
Administrador

Ambroos Janssen. No sólo tenía un tumor cardíaco inusual, mal localizado y formado, algo en contra de las normas generales del Vitalismo que Jürguen había visto, sino que parecía tenerle cogido por las santas, y nunca mejor dicho por ser sacerdote, gónadas. De muy mala ostia, el científico fue paseando por las calles de la ciudad eludiendo cuanto podía a las patrullas. Una, sin embargo, le alcanzó. Cinco payasos, soldados neerlandeses. Tenía auténtica gracia cínica que su propio ejército estuviese ahora al servicio de sus captores. En realidad, no dejaban de ser esquiroles que preferían trabajar para el enemigo a morir fusilados. Jürguen, con un potente acento alemán, imponía demasiado a esos cinco imbéciles.

Teniendo en cuenta que se le notaba molesto, viejo, herido y con esa soberbia que a veces podía lucir, le costó muy poco espantarlos haciéndose pasar por vete-a-saber-quién introduzca-aquí-apellido-alemán. Para cuando llamó al telefonillo del piso franco, al principio no obtuvo respuesta. Sin embargo, cuando el hombre ya volvía a golpear un muro de rabia, tras una larga espera, escuchó el sonido de la puerta de la calle abrirse. Abrirse desde el otro lado, no desde la distancia. Para evitar problemas el Doctor Caelum, o lo que demonios fuese aquel médico forense que de tantas cosas decía haber trabajado en esta vida, tenía que bajar y abrir personalmente la puerta tras mirar por los cristales. Nunca se sabía.

- Está hecho unos zorros, Jürguen- dijo el hombre tras un halógeno del interior, dándole un contraste blanco y negro bajo la ictericia. Iba peinado, cetrino, vestido con una negra sencillez y con pintas de haber estado mirando el techo en el sofá sin poder dormir, quizás por el dolor crónico-. Pase, ni que fuese el primero ni el último, joder.

Le palmeó un hombro y subió con él en el ascensor. Dejó que el propio Jürguen se atendiese a si mismo, que porfalta de capacidad de Jürguen no sería. No parecía sorprendido por el estado de salud del hombre ni por la hora de la visita. No sólo él también estaba despierto, sino que varias veces había ido en plena madrugada al Rosse Buurt, el Barrio Rojo. ¿La razón? Drogas, concretamente marihuana, legal allí. Terapia médica, para el dolor, pero eso le hacía adicto cual Dr. House.

Se curó la herida del pie, desinfectó las heridas de Ambroos y revisó que todo estuviese bien con respecto a los golpes propinados en El Boulevard. Seguramente en aquellos instantes el proxeneta estaría allí revisando cómo había ido todo en su ausencia. Sano, asquerosamente sano, sin heridas. No como Jürguen. Y encima, con el control, al menos en apariencia. El científico sintió rabia, pero en aquel baño de aquel piso franco siguió lamiéndose las heridas. Cuando terminó, vendado en blanco algunos puntos del cuerpo, el hombre se miró frente al espejo. Haría falta mucho más para tumbarle.

Él era un puto padre del Vitalismo, joder. Y era Inmortal, qué coño. Haría falta una bomba nuclear para tumbarle.

Una vez terminó, pudo bien comprobar que el piso franco de Maggie Wassus y Caelum no tenía un teléfono fijo operativo. Algo razonable teniendo en cuenta la Torre de Comunicaciones que podía interferir las llamadas telefónicas en busca de algo sospechoso. Que casi todo sería sospechoso, pero bueno, seguía siendo un riesgo que era mejor no correr.

Tras despedirse de Caelum y agradecerle aquello, tras un de nada mientras el hombre se liaba un cigarro de marihuana, el científico bajó a la calle a por un teléfono. Cabina reventada. Cable cortado. Cabina reventada. Y así una vez tras otra en aquel barrio, cuando no era simplemente el teléfono no hacía ni ruido sin razón aparente. Siguió buscando un tanto más, pero el sonido de los nazis en las calles contiguas, patrullando, terminó por desesperarle. Decidió ir a su vieja casa, o en su defecto a la de su querida prostituta rubia si se acobardaba lo bastante como para entrar en su casa tras el cambio de papeles con Linker y obtener una tapadera. Total, sería que no había sitios donde dormir. La casa de Caelum, mismamente. Al fin y al cabo, ¿estaba durmiendo ahí, no? De algún modo, aquel piso franco era su hogar. Como muchos.

Temeroso de si, osó girar la llave de su casa. No parecía forzada, y la verdad, si ahí iba algún nazi en algún momento, probablemente tardarían algo más. Un día, medio, una semana o un mes. A saber, demonios. Pero sorpresa, sorpresa. Cuando entró, lo primero que vio, en el suelo, fue un papel. Escrito con letra de hombre, pero con unas coordenadas.

Coordenadas geográficas. Y nada más. Números.

¿Ambroos? Quiero que sepas que estoy tras de ti, que me corre prisa y que no me olvido.

Pues gracias, Ambroos, pero la próxima vez, avísame, porque quizás no pasaba por casa y te jodías. O peor, me jodías.

Más valía que Jürguen consiguiese expiar sus pecados con aquello, porque ese puto Serbio iba a costarle la vida.

Bueno, bien mirado, ese era un precio que podía pagar perfectamente. Varias veces, además. Así cualquiera, Jürguen.

- Tiradas (2)
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30/08/2013, 01:29
Ambroos Janssen

La pobre niña era más inestable que un elefante en monociclo. Y aún así, había animales que lograban hacer una vida de ello. Con algo de incomodidad por no saber que responder a la mitad de lo que Gretchen había dicho, Janssen intentó hacerse con la poca delicadeza y sentido común que habitaban en su gigantesco cuerpo, diezmadas por su mala uva y odio al mundo.

- Vas a tener mucho cuidado, ¿me oyes? El enorme proxeneta colocó la mano en el hombro de la niña, arrodillado para dejar su cara frente a la suya. Como había conseguido Gretchen aquella información se escapaba a su mente, y más dado lo simbólico de su explicación. Lo que si que entendía era que había arriesgado su existencia a un nivel más propio de Ambroos que de un ratoncito asustado que era ella. Lo que si que sabía es que no estaba luchando para cambiar su futuro y que este se volviese aún peor... Wolf y Eichmann... Segundos de silencio. Son gente del pasado, Gretchen. La frase sonaba algo pastosa en la boca de Ambroos, como si no supiese que explicar.  Son puros experimentos directos del Reich y como tal serán mucho más peligrosos de lo que aparenten. Te voy a proteger, pero para eso tendrás que hacerme caso. Y eso incluye que me avises de tus movimientos.

- Así es como irán las cosas bien. ¿Vale?

Asi es como evitaré que te maten y vengan a por mi después. Ni todos los años sobre los hombros de Ambroos le hacían anhelar la muerte: no en un momento como ese. No cuando tenía tantas cosas por hacer. Y una de ellas debería estar en camino, en manos de Liselot para el sacerdote judío. Que risas.

- Voy a mandar un mensaje a Stille y otro a Arjen. anunció con el movil en la mano, como si buscase evitar un ataque a la niña. Aquel descubriento y subida de adrenalina habían dado un toque a la habitualmente tímida Gretchen que descolocaba a Janssen, y aún no sabía si le gustaba.

Después...unos incómodos minutos de Janssen escribiendo. Primero, porque no sabía exactamente que decir. No entendía mucho de aparatos, pero si tenían la torre de comunicaciones seguro que podía leer que mandaba. ¿No leía el gobierno americano el Facebook o algo así? Bien podían leer los nazis eso. Y lo segundo...bueno, Ambroos no escribía demasiado. Usaba el movil para llamar y para alguna cosa ocasional que no solía requerir prisa, asi que cuando la tenía no podía darse demasiado brio.

Ambroos-Stille

La cria está bien. Se perdió y volvio al local. ¿Te hace quedar mañana para una birra?

Ambroos-Arjen

La niña me ha conseguido un regalito para ti y tu chica. Ven al local en cuanto puedas, antes de que se estropee.

Tendría que valer...

Enviar.

Mientras Gretchen respondía al proxeneta, medio minuto o un minuto después de enviar el mensaje, uno de entrada sacudió con un pitido el teléfono de Ambroos. A sus ojos, un pitido molesto. Era Stille. Ambroos leyó la respuesta.

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30/08/2013, 07:45
TCP

De: Ambroos Janssen.
Para: Arjen Wolfzahn.

La niña me ha conseguido un regalito para ti y tu chica. Ven al local en cuanto puedas, antes de que se estropee.


Asumimos que Arjen, lo use más o menos, tiene un teléfono móvil desechable a expensas de la Torre de Comunicaciones.
Esa entidad, por supuesto, revisa cada mensaje y conversación mecánicamente en busca de palabras clave.
Por ello, ignoraré cualquier tipo de persecución a partir de este mensaje. En un futuro no contéis con esa vista gorda.

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30/08/2013, 08:01
TCP

De: Stille.
Para: Ambroos Janssen.

Estaba por llamarte. Todo el día buscando a la cría. El depósito de gasolina ha quedado seco. Dile que tenga más cuidado. Ha tenido que pagar Liselot, su guardaespaldas de esta tarde, los platos rotos. Si vuelve a darme un susto así la guardaré bajo llave, pero no me hace ni puta gracia la idea. Bastante ha tenido ya. Bueno, gracias. No hace falta que respondas. ¿Mañana a la una media en el puesto 16 del barrio floral? Venden Jelen, Lav y Zajecarsko1.


1* Marcas de cerveza Serbia.

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30/08/2013, 13:36
Ambroos Janssen

De: Ambroos Janssen
Para: Stille

Allí nos vemos.

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30/08/2013, 13:36
Gretchen

El hombretón se toma la molestia de ponerse a la altura de Gretch, y sorprendentemente, ella no se asusta demasiado. Asiente cuando él ordena que tenga cuidado. 

- Es que... no podía avisarte... no sabía donde estabas... -titubea. Ambroos coge el teléfono y envía un par de SMS, y cuando escucha el aviso de mensaje entrante, la niña cierra los ojos.

Stille estará cabreado.

Gretchen abre los ojos. Mira a Janssen.  Y entonces...

... las pupilas se contraen. El cuerpo se estira, casi con altivez; la mirada adquiere seguridad, la voz pasa de ser un sonido titubeante a una vibración firme.

- Veo que conoces a mucha gente, Ambroos - cuando vuelve a hablar, ya no es Gretchen. Es Alice, y su voz autoritaria, firme, segura de sí no deja lugar a dudas-. Muchos nombres que Gretchen acaba de escuchar. Fénix, Wolf... eso está muy bien -añade, con amabilidad irritada, como la madre que descubre que su hijo ha estado guardando porno bajo la cama-. Hubiera sido más útil si nos -nos, en plural- lo hubieras contado antes.

Desliza la mirada a la PDA como si la viera por primera vez y sonríe levemente con satisfacción.

- Buen trabajo, Gretch - asiente-.  Hubiera sido mejor esperar a que la descarga de información terminara, pero era demasiado peligroso.

Levanta otra vez los ojos hacia el proxeneta.

- Hay cosas que tienen que quedar claras, ahora. Sé perfectamente que Gretchen puede ser difícil de... interpretar. Así que he decido coger el toro por los cuernos y venir a hablar contigo. Cuando Gretchen habla de "ser esencial" quiere decir ser invisible. Indetectable a la percepción humana. A la percepción orgánica. Es una de las cosas que sabe... que sabemos hacer. Muy útil cuando Diéter viene con los pantalones bajados -el modo casi indiferente en que comenta el asunto hace pensar que Alice lo tiene más que asumido. Superado, eso es otra cosa. O quizá es que cuando has conocido a Viktor, Diéter deja de tener relevancia.

Camina alrededor de la mesa del despacho, y quita con cuidado la tulipa de la lámpara de mesa. Desenrosca la bombilla con delicadeza y la sujeta entre el pulgar y el índice.

- Eso no es lo único útil que podemos hacer -mira al judío con expresión inescrutable y la bombilla comienza a iluminarse, tenuemente al principio e incrementando la intensidad hasta que el hilo de wolframio se rompe y la bombilla se apaga repentinamente.

- Pero Gretchen no jugará con estas cosas -señala la lámpara-. No sabe que puede hacerlo... y tiende a ser bastante violento. Llegado el momento, tendría que encargarme yo... y será complicado.  Venir si ella no me deja entrar, ya sabes. Así que será mejor que me digas todo lo que tengo que saber. Todo lo que yo sé comprender y Gretchen no. Yo puedo hablar con ella y darle indicaciones, aún cuando no me deja entrar. Cuéntame exactamente de dónde provienes, qué sabes de nuestros orígenes. De qué conoces a Wolf. -sonríe-  Y si Stille está muy furioso -Y date prisa, porque me agota -frunce el gesto, expresando lo complicado que es mantenerse así-. Su cuerpo no es mío.

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02/09/2013, 23:02
Niki Neill

Bien. Aquí comenzaba toda una hilera de posibilidades y dudas. Tenía el corazón en un puño. Mi mano derecha temblaba, preprada para usar la pistola, temiendo preguntar por el AAK2, algo que temía que fuera un secreto inconfesable. Y sin embargo... Hablaban del tema como si tal cosa... El gran misterio de mi vida, el objetivo que parecía perseguir con una irrefrenable desesperación, y ellos ni si quiera se preocupaban como para recordar si era radiactivo o qué... Me pareció increíble.

Sin embargo, no estaba nerviosa por aquello, sino porque sentía que había descubierto una parte de mí, y eso, para mí, era un gran paso. Un paso enorme. Me la había jugado, y al menos por el momento parecía salir bien.

En cuanto pude aislar mis pensamientos de los de Gabriel, las preguntas acudieron a mi cabeza, una detrás de otra. Las tormentas eran sin duda un enigma importante. Era mucha casualidad, y no era difícil sacar unas cuantas suposiciones sobre la causa. Sin embargo, era difícil sacar suposiciones sobre el quién... Alguien relacionado con los anarquistas, supuse, seguramente alguien de dentro, aventuré. ¿Quizá la misma persona que robó los papeles? Pero... ¿Quién tenía acceso al piso de Gabriel? A mi cabeza vino enseguida la idea de que un montón de mujeres podrían hacerlo... Entonces recordé a la chica anarquista, y seguidamente a Maggie... Me parecieron opciones bastante lógicas, aunque seguían siendo solo una suposición. Traté de buscar en la mente de Gabriel recuerdos sobre ellas, saber si habían estado aquí. Si así era, seguramente podrían ser una buena "próxima parada". Vas contrareloj Recordé. No podía permitirme dar palos de ciego, si iba allí, debía estar segura.

Pensé que preguntarle a Gabriel no le haría daño a nadie, aunque fuera superficialmente, con suerte me diría algo más.

- Que raro... Lo de la tormenta, ¿no? Quizá tenga que ver con torres de comunicaciones o algo así. No sé mucho sobre electricidad, pero al menos tengo conocimientos básicos. ¿Has vivido algún otro fenómeno parecido? - Pregunté descuidadamente, quizá consiguiera sembrar la duda en Gabriel de que no era algo casual.

Tomé nota de lo demás, mientras mi cabeza iba trazando intuitivamente esquemas y cursos de acción, pese al agotamiento, pese al cansancio, pese a la culpa... Las letras japonesas o chinas, me otorgaban una información valiosa, y pensé que es algo que quizá Izan pudiera investigar para mí. Me sentí mal pensando en utilizarle, al mismo tiempo que pensaba que llegados a este punto, ya daba igual... Sentí como si mi cuerpo se dividiera entre la Niki inocente que se preocupa por los demás, era tierna y compasiva, y aquel monstruo que era ahora, desesperado por encontrar recuerdos que fueran verdaderamente suyos. ¿Quién quiere un don con el que puede ver los recuerdos de los demás para estar atado a una conciencia vacía? Sí... quizá no era solo el ansia o la necesidad de descubrir la verdad, quizá una parte de mí era pura ira y frustración por la vida que me había tocado vivir.

Si algo había sacado en claro, es que parecía difícil que Drike me contara algo, al menos por lo que comentaba Gabriel. Así que quizá no fuera la mejor opción... Después de todo, y tras todo el sufrimiento, comencé a pensar que casi había valido la pena acercarse tanto a Gabriel... Sin embargo, ese "casi" pesaba mucho. Los recuerdos me abrumaban solo de pensar en ello. Pero no podía flaquear. No ahora.

Suspiré, bajé la vista, y traté de parecer afectada.

- Yo... Él... - Cerré los ojos, y esquivé la mirada de Gabriel, para parecer vulnerable. Era increíble como la mayor parte de los tipos duros eran capaces de ceder ante una apariencia inocente o vulnerable. Me sorprendí de saber eso. ¿Acaso era yo tan manipuladora? ¿Tan mala? ¿Tan hipócrita? - Es posible que no use el mismo nombre... Necesito... ¿Puedes decirme donde estaba ese tren? Por favor... Necesito ir allí.

Alcé los ojos en el mismo instante que decía esa frase, me mordí el labio, sin fingirlo, y en un gesto puro y natural de suplica. Necesitaba saberlo, necesitaba ir allí. En mi cabeza sentía como mi cuerpo se tensaba... Estaba tan cerca. Ese sitio tenía que ser el que yo recordaba, tenía que ser allí. Tenía que ser eso...

Si conseguía el lugar, habría conseguido el camino más rápido. De no hacerlo, necesitaría hablar con Izan cuanto antes, y tratar de encontrar algo sobre quien fuera que estuviera robando esos archivos que tanto me interesaban. Y todo.... mientras huía de los nazis... ¿Por qué tenía que ser siempre la vida tan jodidamente difícil?

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03/09/2013, 09:07
Gabriel

Sobre la tormenta, Gabriel negó con la cabeza y cuadró el semblante. Era un tema que le espinaba, pero poco más.

- Es raro de cojones- declaró en tono frustrado-. Suele pasar en zonas cerca de la periferia, pero ha pasado por toda la ciudad- suspiró pesadamente y pareció casi dolido-. Hace dos noches- la noche en que Niki llegó a Ámsterdam- uno de los rayos cayó sobre un charco y tumbó la moto de Leila- la única chica Anarquista sin contar a Niki-. Casi si la fríe si no fuese porque la hija de Stille iba con ella y la sacó de ahí.

¿Stille tenía una hija, en serio? Quiero decir, podía haberlo tenido y tenerla, sí, pero hacer las funciones de padre no parecía algo muy apropiado o que pudiera pensarse de ese elemento. Había tratado desde la distancia a Niki con cierto machismo, y parecía un hueso extremadamente duro de roer. No dejaba de ser "la mano negra" de la organización.

- No había visto algo así en mi vida- aseguró yendo a por un poco más de alcohol. Apreciaba a Leila-. Hay muchos rumores sobre la ciudad. Armamento o control climático los peores- se limitó a volver a negar con la cabeza-. A mí me parece cosa de interferencias que provoque la Torre de Comunicaciones.

Vagamente, Niki podía recordar un edificio ligeramente más alto que los demás, cual bloque de oficinas con forma piramidal, aunque bastante más alto que ancho. Su colosal antena en la cima lo destacaba como un centro de operaciones a distancia o de controlar los mensajes virtuales o por radiofrecuencia de la ciudad, entre otros. Quizá, ambas cosas.

- Puedo llevarte a la estación del asalto- aseguró Gabriel poniendo cara un tanto compungido, casi cual padre que no puede negarle un deseo a su progenie al poner morritos, aunque parecía reticente-, pero no sé si te servirá de algo. Es sólo el fin de trayecto- se encogió de hombros, y en eso tenía razón. Niki necesitaba el sitio adonde habían ido a parar o de dónde venían-. Los Mercenarios nos dieron un soplo sobre las armas en aquel tren, pero no dijeron nada sobre residuos radioactivos... o lo que sean- definitivamente, aquello no parecía importante para el anarquista, pero para Niki, sí-. Eso fue un descubrimiento colateral.

Maggie Wassus había estado en casa de Gabriel. Leila, también. Probablemente, la verdad, todos los vinculados con los Anarquistas hubiesen estado allí, o casi todos. Cómo, era otra cosa. Niki pudo ver a Maggie Wassus con otro hombre, uno ligeramente ictérico que parecía estar fumando marihuana, ambos sentados en el sofá de Gabriel. Aquel donde este antes había comenzado su idilio con Niki. Discutían con Gabriel los posibles sitios donde podían fundar una clínica ilegal para atender a aquellos que no podían ir a los hospitales controlados por los nazis. Recordaba a Gabriel intentando conocer al desconocido, un amigo de Maggie, y a esta hablando un poco más de su trabajo en el Boven IJ, el hospital de las fotos de la ¿ex-pareja? de Gabriel. No parecía nada sospechoso, sólo asuntos de los rebeldes de la ciudad bajo yugo totalitario.

Leila también había estado ahí, y en una actitud bastante más pasional, todo fuese dicho. Lo primero que aparecía en casa de Gabriel sobre sus recuerdos era a este comiéndole metafóricamente la boca a la chica mientras enredaba una mano en el cabello morado de esta.  Mientras ella metía las manos bajo la camiseta del vicepresidente. Aún no habían ni cerrado la puerta. Bueno, no distaba demasiado de lo que había hecho Niki, así que no significaba nada. Sin embargo, buceando a cámara rápida en los recuerdos, pudo ver cómo Gabriel se despertaba abrazada a una Leila aún dormida bajo las sábanas. No, ella no había robado nada tampoco. Fuese quien fuese, no había sido ninguna de esas dos.

Alma de Niki Neill: 10/25. Cuando la Reserva cae por debajo de 10 puntos se sufre un nivel de Penalizador a toda acción.

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03/09/2013, 13:28
Arjen Wolfzahn

Arjen permaneció completamente atento a las palabras de Olga. La mujer valía su peso en oro, eso estaba claro. Al ecoterrorista le rugieron las entrañas con los tejemanejes nazis. Chantajes y más chantajes. Dentro de poco Arjen se sumaría también a ese proceder. "Mira übercapullo, o te vuelves a Alemania o te enseño el interior de tu hígado".

-Perfecto, Olga, perfecto -asintió, felicitándola. Miró a todos los presentes-. Entonces ya sabéis cómo hemos de proceder. Quiero que se habilite la Sede para acoger a algunas personas más. Parece que no vamos a tener que "convencer" al puto genio de que lo que le conviene es ayudarnos. Eso ya lo hace él solito. Así que bien -repitió-. Descanso y mañana al tajo, y...

Un sonido de móvil salió de los pantalones de Arjen. El ecoterrorista sacó el aparato y le echó un vistazo. Enarcó una ceja ante el mensaje y después guardó el teléfono.

-Como decía -carraspeó-, actuaremos según ha dejado dicho Olga. Mañana me acercaré yo al puesto floral y traeré al tipo. No, Olga, no -levantó la mano para acallar protestas-, tú no te vas a arriesgar. Muy posiblemente sigan a Novák y no quiero preocuparme por la seguridad de dos genios en vez de uno, ¿de acuerdo? Con Novák aquí -continuó explicando- idearemos el asalto a la Torre. Hasta entonces... especulaciones las justas. Bien, muchachos -anunció, despidiendo a la concurrencia-, ya sabéis qué tenéis que hacer.

Suspiró mientras la gente se volvía a sus tareas.

-Ruth, ven conmigo un momento -la pidió.

Llevó a la chica hasta un aparte, un rincón tranquilo y lejos del barullo montado dentro de la base subterránea. La miro con seriedad.

-Ruth, he estado pensando... -empezó a decirle. Se calló. Suspiró. Frunció el ceño-. ¿Recuerdas el mensaje que enviaste cuando estábamos en mi casa? Muy posiblemente los nazis aparecieran también junto a la otra terminal -dijo-. La de tu hermana. Tal vez consiguiera huir pero... -meneó la cabeza en una negativa tajante la cabeza. Ruth había conseguido escapar porque había un Arjen cerca-. Quiero decir que lo más probable es que la tengan ellos, chica. ¿Entiendes? Y si es como tú... bueno, no la auguro una temporada agradable. No sé dónde la pueden haber llevado... pero esa información estará en la Torre. Se me ha ocurrido otra cosa, de todas maneras -prosiguió-. Hay historias de gemelos con una conexión casi empática entre ellos. Me estaba preguntando si, siendo quienes sois y con vuestras habilidades, compartís de alguna manera... -inspiró con fuerza, movió las manos, indeciso sobre como decir sus próximas palabras-... ya sabes. Estado de ánimo, dolor, alegría, quizá lugar... Sé que suena un poco en plan Embrujadas, pero puede que sea cierto.

Se apoyó en una columna y echó un vistazo a su alrededor. Parecía cansado.

-De una u otra manera deberás descansar esta noche. Yo he de salir a comprobar una cosa, pero no creo que tarde.

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03/09/2013, 13:40
Padre Jürguen

Aunque hacía no mucho que le conocía, Jurgüen agradeció encontrarse con Caelum, al cuál empezaba a considerar un amigo, en el piso fraco. Fué como descubir un rayo de luz en la totál oscuridad, nunca mejor dicho. Por desgracia, esa luz se estaba extinguiendo a ojos vista.

Limpiarse, el vendaje, y cambiarse le hizo sentirse mejor.

Aun así, tras limpiarse y vendarse las lesiones, pero mientras aún seguía en el baño del piso franco, al ver sus vendajes en el rostro reflejados en el espejo del lavabo, recordó el rostro Ambroos momentáneamente, y a eso le siguió el infierno: Entonces, se sintío paralizado. Una serie de imágenes siendo torturado por Janssen recorrieron su mente. El lugar de su mejilla donde Janssen había usado el disco radial empezó a dolerle intensamente, cosa incomprensible dado que llevaba un tiempo sintiendo el efecto de los calmantes. Al instante, empezó a invadirle un terror profundo, que lo hizo acurrucarse en la esquina del baño, y sentir a la vez una profunda ira hacia el proxeneta.

- Stress post traumático... - Se dijo. -... No, eso no... Ahora no. - El poder identificar la dolencia no le libraba para nada de seguir sufriéndola en toda su devastadora intensidad. Se tiró dos minutos al menos paralizado y acurrucado en la esquina, temblando. Estaba bloqueado, y no podía pensar más que en esa situación. Era como un bucle infinito, que se repetía una y otra vez, con un monstruo llamado Janssen como protagonista.

Pasó al cabo de un rato, no porque pudiera combatirlo (cosa a todas luces imposible, se había sentido totálmente desvaliado), ni por ninguna otra razón especiál. Simplemente, pasó. Y entonces pudo levantarse y dirigirse tambaleándose hasta la puerta del baño.


Ahora estaba en su apartamento, contemplando el papel con las coordenadas.-¿Coordenadas? - Se dijo. - ¿Pero qué es esto, un mapa del tesoro? - Jurguen no comprendía bien el modo en el que estaba transcrita la información. Sonaba a broma, una broma pesada. Es decir ¿Por qué no una simple dirección? No sabía de donde había sacado Janssen la información, pero parecía que alguien le había tomado el pelo.

-No me lo puedo creer, este tío es más tonto de lo que creía.- Al pensar en él, se sintió mareado. Intentó controlarse y no sufrir otro ataque de ansiedad como en el piso franco. Pudo hacerlo, pero seguramente porque había sufrido uno muy intenso demasiado recientemente, no porque Jurguen tuviera control auténtico sobre el trauma.

Sea como fuere, sólo pensar en el proxeneta le hacía sentir así. Como para enfrentarse a él y llamarlo idiota a la cara. Así que, aunque sonara a broma, tendría que comprobar a ver donde le llevaban las coordenadas.

A la antigua usanza, le costaría encontrar un mapa en papel de Amsterdam con coordenadas. Además, estando como estaban las cosas actuálmente, buscar algo así podía considerarse sospechoso... ¿Para qué querría alguien un mapa de coordenadas de Ámsterdam? Una razón militar o terrorista, sin duda. Así que tendría que buscar el lugar con algún método tecnológico, cosa que no le gustaba nada. No se le daban muy bien todas esas cosas digitales de hoy en día, aunque sabía bien que actuálmente existían GPS y programas en la red que hasta un niño sabía usar. Recordó cuando el camarero del cybercafé intentó enseñarle a utilizar lo que denominó "un sencillo programa para jugar ajedrez on-line"-

A Ambroos le costó, y eso que era un tipo bastante inteligente. Pero había nacido en una época en la que esas cosas ni existían. - Maldito Ambroos ¿no podía haberlo consultado él personálmente en una máquina de computación o algo así?-

Tenía sueño, pero también estaba asustado. Janssen tenía prisa, La presencia de aquella nota en el apartamento lo confirmaba. Aunque a aquella hora no encontraría abierto ningún cibercafé. Y no tenía ordenador en casa.

Tampoco quería molestar a su vecina. No podía estar todas las noches molestándola, aunque fuera algo importante. Necesitaba descansar, má con ese trabajo nocturno (si es que no estaba trabajando ahora). Entonces recordó que en la catedral había algún ordenador conectado a la red. Trabajaba allí y tenía la llave. Le costaría bastante utilizarlo, dado lo zote que era manejando los ordenadores, pero la catedral estaba muy cerca. Había alquilado el apartamento en el Barrio rojo a menos de dos minutos andando de la Oude Kerk.

Eso haría. Iría a la iglesia, buscaría la dirección correspondiente a esas coordenadas con algún mapa buscador en la red, y luego se dirigiría hacia esa dirección de inmediato para ver donde leñe vivía ese tal Diéter Strassburguer.

Jurguen estaba muy cansado, medio drogado, y había patrullas por al ciudad, pero no podía permitirse perder el tiempo. No con el fantasma de Janssen detrás suyo.

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03/09/2013, 15:23
Ruth Karsten

La muchacha caminaba al lado de Arjen, intentando mantener su paso rápido y firme, a pesar de que ella seguía sintiéndose algo cansada. Escuchó con atención sus explicaciones sobre el lugar dado que sabía que las tendría que recordar muy pronto, desde el verdadero funcionamiento y motivo de operar de Greenpeace hasta el entrenamiento físico que estaba impartiendo aquella imponente rubia. 

Ruth pocas veces se había visto envuelta en una pelea, pero las veces que había tenido que combatir siempre usaron los trucos más sucios que se pudiera imaginar. Eran peleas callejeras al fin y al cabo, cualquier cosa vale con tal de sobrevivir. Durante bastante tiempo, la muchacha tomó por costumbre dormir con una navaja guardada en la bota o en la mano, nunca sabía cuando podían atacarte para apoderarse de lo poco que tienes. 

Sin embargo, la idea de que la entrenasen para eso no pensaba que estuviera del todo mal. Ruth parecía estar diseñada genéticamente para huir de los conflictos físicos y evitarlos, pero siempre hay excepciones y había que saber salir ilesa de esas ocasiones. Sabía que a partir de ahora sería prácticamente un soldado, pero no le importaba... no mientras con eso pudiera salvar a su hermana. 

Cuando llegan junto a los demás, la muchacha se alegra de ver a Olga, había asociado su presencia a la calma y tranquilidad. Le gustaba estar con ella y le agradecía mucho que la hubiera cuidado tanto. Le responde con un tímido y simple "Bien, gracias." y responde al resto de sus preguntas de forma concisa y sin enrollarse demasiado, la muchacha no era una chica de muchas palabras y de reuniones... solía agobiarse cuando estaba en una misma habitación con más personas de la cuenta. 

La muchacha invisible se quedó apartada, con la espalda y su aire rebelde e inconformista apoyado contra una esquina. Tenía los brazos cruzados y observaba la escena desde un plano prácticamente de tercera persona, intentando recordar lo máximo posible de lo que hablaban y explicaban. Se mantuvo alejada pues no quería participar, ni creía que la dejasen, es más, le sorprendió que Arjen la hubiese llevado hasta allí cuando ella acababa de llegar y era una mocosa al lado de esos ecoterroristas... No sabía como tomarse que hubiera contado con su presencia allí. En otras circunstancias, hubiese desconectado totalmente de ahí y seguramente se hubiese limitado a garabatear en una libreta ya que necesitaba dedicar más tiempo a su gran hobbie ya que su cabeza pelirrosa era un hervidero de ideas nuevas para sus dibujos, pero en esa ocasión decidió prestar atención puesto que era algo de importancia y además, parecía que Arjen esperase más de ella, aparte de causar problemas, no quería defraudarlo, por lo que prestó atención. Parecía que un científico de los grandes iba a participar con ellos, lo que no le quedó claro es si lo haría voluntariamente o no... no quiso preguntar, no le importaba. Con tal de que la maldita Torre fuese destruida junto con toda su maldita información, a Ruth le bastaba. 

Al terminar, Arjen se la llevó aparte y ella lo siguió. 

Realmente, lo que le dijo no le sorprendió demasiado. Ella ya había pensado en ello, pero no sabía si contaba con las fuerzas suficientes como para poder ponerse en ojos de su hermana. Se sentía mucho mejor que cuando llegó, eso está claro, pero no sabía si eso sería bastante como para poder activar su habilidad. Tal vez Ágatha ya la hubiese activado y ya supiera donde está ella... En todo caso, debía intentar ponerse en sus ojos. 

-Mi hermana y yo compartimos cierto poder, así es. Es uno de los poderes que no controlo del todo-le confirma a Arjen. Mira a su alrededor, comprobando que no hay nadie.-Podemos ponernos en el lugar de la otra... es decir, mirar a través de sus ojos.-confiesa con poca seguridad.-Como dije, no puedo controlarlo, al menos no sin esfuerzo y normalmente, sólo veo a través de ella... pero Ágatha puede hacerlo con cualquier persona.-termina explicándole sin apartar la mirada de él. Suspira y se mete las manos en los bolsillos mientras se encoje de hombros.-Quería intentarlo ahora para ver donde está pero... no sé si tengo fuerzas suficientes. 

Asiente cuando dice que tiene que irse. 

-De acuerdo. Si consigo ver algo, te lo diré.-promete.

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03/09/2013, 18:54
Olga Van Holsen

Bueno, bien mirado, vale, el poder de Ágatha podía resultar un problema si eso la permitía ponerse en los ojos de Ruth y estaba con los nazis. Sí, podía reportar indirectamente información sobre los integrantes de la organización, Arjen, y el lugar en el que estaban. Había que confiar, sin embargo, en que si la tenían tardarían un tiempo en tramar esa serie de planes y descubrir que ese era uno de los poderes de la chica. Habría que presionarla para que lo revelase, y luego, forzarla a utilizarlo para descubrir a Ruth. Eso, asumiendo que no hubiese escapado a los nazis, claro.

Mañana, D.N., Después de Novák, veríamos cómo proceder con respecto a eso cuantos todos tuviesen, ¿cómo decirlo?, ¿el Alma un poco más cargada de energía? Lo que fuese. Ahora resultaba apremiante hablar con Ambroos y, después, conseguir al científico. Después valoraríamos qué defensas levantar contra los nazis y cómo golpearles exactamente.

Lo cual, hablando de Novák, llevaba a Olga. La mujer, respondiendo a Arjen y despidiéndose de él, fue reveladora. Su rostro no llegó a reflejar ese espíritu de "¡Pero Arjen, Novák es mío! ¡Quiero ir". Lejos de ello, la mujer se limitó a sonreír y sacó algo del bolsillo de la cazadora dentro de su puñito cerrado. La mujer compuso una mueca traviesa y habló.

- En realidad, confiaba en que irías tú por mí- dijo la mujer con tonito de, "esta vez no me has pillado, ladrón"-. Bueno, más bien, confiaba en que querrías ir tú o alguno de los chicos- señaló someramente a Erik ojo vacuo presente-. Si de mí dependiese, no tendría más que enseñarle esto- levantó su mano derecha-. ¿De dónde crees que venía la contraseña?

Y lo explicó. Era una anécdota casi irrelevante, pero era una licencia que se había permitido Olga, y a ella le gustaba. Casi como su firma. Enseñó más detalladamente el registro de la conversación y salió la mujer pasándole a Novák una fotografía de su femenina pero pálida mano sobre un ratón. Tras ello, la mujer se infiltraba sin cortarse un pelo, casi avisando al científico, en el ordenador de este para encender su webcam. Había en el ordenador un video guardado de este sonriendo, reaccionando positivamente a la conversación con Silk Shade, y revelando que estaba en un ático con vistas. Por supuesto, como Olga había dicho, ya tenía su dirección y coordenadas, pero tener eso también mal no podía venir.

¡Ja! La mujer se apuntó un tanto con la mano y tendió a Wolfzahn una Doble S (SS) bordada en color rosa.

- Por si la contraseña le escama viniendo de un armario ropero como tú- bromeó la chica mientras se recostaba.

Ahora si, tonterías de mamá pato alegre aparte, la mujer apagó los ordenadores y se fue a descansar confiando en el buen juicio de sus compañeros. Tanto de Mark, como de Erik, como de Arjen. Nadie hizo preguntas sobre por qué Ruth estaba ahí, asumiendo que el líder tendría un buen motivo para ello. Como mucho, luego y a solas, pero sin exigencias.

Erik se dispuso a preparar la sede y luego, a descansar. Informó brevemente sobre que aún no había podido sacar nada de los Mercs sobre quien había puesto a la cabeza de Novák, y no confiaba en que estos llegasen a saberlos si el responsable había usado un medio indirecto, pero aseguró que seguiría intentándolo mañana al amanecer. La rubia de metro noventa con más mala leche que pecho seguiría entrenando a los ecoterroristas con pulso firme. Algo de disciplina.

Nadie discutió el plan.

Y con ello, Arjen se fue por su lado y Ruth se quedó en la base.

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03/09/2013, 19:12
Ambroos Janssen

Al principio el hombre arrugó el ceño ante el titubeo-ruego-excusa de Gretchen, pero tras enviar sus mensajes con aquella odiosa máquina que pitaba de forma molesta de tanto en cuando, alzó los ojos y tornó una mirada extraña hacia Gretchen. Como si algo no casase en el nuevo porte de Gretchen y no tuviese muy claro cómo procesarlo con sus dos neuronas jugando al Arkanoid sin muchas losas ya por derribar. Extrañado pero entero, el hombre cuadró el semblante y se limitó a escuchar con una mezcla de reacciones las palabras de Gretchen.

Ver a la pequeña con pupilas mióticas, erguida cuan alta era y con un porte firme y decidido, era del todo inusual, así que lo contemplaba como quien observa a un nazi vestido con un uniforme rosa enseñar su vibrador de luces con estimulador anal. Sí, la metáfora era muy bizarra en sentido neologista, pero era del palo de la mente de Ambroos.

Veo que conoces a mucha gente, Ambroos.

Como si la mismísima Irene Adler estuviese ante él con una fusta bajo el mentón, el hombre se reclinó hacia atrás para disfrutar mejor del paisaje, de las vistas, o del espectáculo. Gretchen estaba tarambana, por supuesto, pero si aquella era la Alice a la que se refería, desde luego, era una pasada. Bueno, era alguien que podía congeniar con Ambroos, desde luego, o podría hacerlo en su forma del espejo con diez años más y balas de punta hueca en el cargador del arma que dejaba apollada a un lado de la ducha mientras ponía de fondo a Red Union¹ o Super S Karamelom².

Muchos nombres que Gretchen acaba de escuchar. Fénix, Wolf... eso está muy bien.
Hubiera sido más útil si nos lo hubieras contado antes.

Aun en aquellas circunstancias no pudo evitar enarcar una ceja y soltar un pequeño gruñido de refunfuña por lo bajo. No estaba de acuerdo con ese comentario, y era por algo, pero se mordió la lengua y esperó a que aquella quimera nazi de un hipotético futuro negro terminase con su exposición triunfal cual adulto recién nacido.

Hay cosas que tienen que quedar claras, ahora. Sé perfectamente que Gretchen puede ser difícil de... interpretar.
Así que he decido coger el toro por los cuernos y venir a hablar contigo. Cuando Gretchen habla de "ser esencial" quiere decir ser invisible. Indetectable a la percepción humana. A la percepción orgánica.
Es una de las cosas que sabe... que sabemos hacer. Muy útil cuando Diéter viene con los pantalones bajados.

- Y muy útil cuando vuelva- añadió el hombre armándose del coraje necesario para responder a un fantasma.

Joder, Ambroos los tenía muy cuadrados, pero ver a Gretchen así pintada era como mirarse al espejo por la mañana y descubrir que en lugar de un pene circuncidado tenía vagina. Concretamente, la de su ex-novia la loca.

Impasible, pero mirándola detenidamente, el hombre observó cómo la mujer se mueve. Por un momento, a sus ojos, Gretchen desapareció con un parpadeo y se convitió en la mujer que había visto antes. Casi pareció sonreírle, y él no pudo evitar detenerse a mirar el contorno del uniforme militar. Los ribetes de las muñecas cogidos con alfileres y forma de águila imperial plateada le hacían hervir la sangre, pero no tanto como imaginarse a Diéter volviendo. Como un poder de Neo Gretchen, su irascibilidad hacia ese hombre aumentó todavía más. Agradecía que tuviese a gente ya haciendo el trabajo sucio por él. Algo inusual pero tremendamente satisfactorio.

Eso no es lo único útil que podemos hacer.

En otras circunstancias, Ambroos se hubiese alarmado por lo de la bombilla. Sin embargo, tras Jürguen, tras Fénix, tras los Iluminados, aquello no le sorprendía demasiado. Pensó automáticamente en las tormentas, pero no, no tenía nada que ver. No dejaba de ser un poder tremendamente útil, y tremendamente destructivo. Un poder de Fénix.

Gretchen la Eléctrica. Un adjetivo que en ningún otro significado podría atribuírsele.

Pese a todo, el hombre pareció impresionado. No esperaba aquello. Le sorprendía, pero no le pareció difícil de procesar. Joder, él podía, bueno, digamos que podía tragarse toda la pila de Gretchen y sobrevivir al acto. Sonrió sólo de pensarlo, aunque conforme siguió hablando, el hombre fue hartándose de hacerse el pasivo, para variar.

- Te contaré una historia, entonces- declaró el proxeneta. Señaló con un ademán de la mano la silla frente a él-. A ver si se te ilumina la bombilla- sonrió abiertamente tras el chiste una vez vista la capacidad de Gretchen y juntó los brazos sobre la mesa. Adquirió un cáliz siniestro-. Intentaré ser breve, pero no es una historia corta.

Verás, Grechen, Alice, o como coño te llames. Stille está decepcionado y quiere tenerte controlada y a salvo. Si no aparentas delante de él, te encerrará en un cuarto y tirará la llave para protegerte. Si lo haces, bueno, tú, yo y el de la pintura verde podremos seguir siendo una gran familia feliz contra las esvásticas.

Pero al grano, que dices no tener tiempo. Wolf es el padre del Vitalismo. No sé una mierda sobre él, y me acabo de enterar hace unas horas de que existe, o existía, pero fue uno de los científicos que experimentó con judíos, y con serbios, y con un montón de presos más durante la Segunda Guerra Mundial. La historia es simple. Bueno, no, pero hasta donde yo tengo información, sí. Coges al Ángel de la Muerte, a unos tres hermanos Wolf, a un antepasado de Viktor Eichmann y los metes a todos a jugar en los quirófanos de los campos de concentración. Esperas, y salen proyectos como Fénix. Übersoldats.

Al principio fuego, luego rayos como los tuyos. Al final, yo qué coño sé, mover montañas o disparar rayos láser por los ojos. Luego, la inmortalidad. Y luego te crees un semidiós sobre la tierra y te proclamas el Superhombre Ario renacido de sus cenizas. La organización se llama Kerova. La de los nazis ocultistas, digo. Supongo que estará relacionada con las SS, Thule, y todas esas gilipolleces.

Sobre mi historia, bueno... ¿Gretchen? Oh, por Dios, no me jodas.

Pero Gretchen comenzó a bajar los hombros. Durante un rato, quizá veinte minutos, Ambroos intentó veladamente hacer que volviese Alice, pero nada. La pequeña Gretchen le estuvo contando la batallita de cómo entro en el piso de la Sargento nazi y demás historias de aquel día con menor relevancia. Súmese conversación sobre Stille, sobre Natasha, y sobre algo más. Pero nada que pudiéramos denominar relevante y trascendental como para ser reseñado.


Ambroos Janssen ha sido controlado por el Director dada la ausencia de su Jugadora. 
1* Red Union: Grupo musical Serbio punk-rock crecido en clima de guerra, problemática social y política.
2* Super S Karamelom: Otro conocido grupo musical Serbio del mismo género.

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03/09/2013, 22:03
Administrador

Vale, bien. Papá lobo se había ido ya dejando a su hija invisible con prismáticos universales y pintadas precognitivias a solas. Seguro que era un buen plan. La cuestión es que Ruth, pese a seguir teniendo agujetas en el cuerpo y en el alma, podía moverse y estaba en una base pseudo-militar donde se refugiaban contra bombas y nazis unos cincuenta tíos armados con botes de pintura. Bueno, botes de pintura, había una mole de metro noventa con curvas y pelo rubio que te podía partir el cuello en un pestañeo, un tío al que le faltaba un ojo con pinta de matarlas callando, y otro tío que, como Ruth, hacía el pino puente con sus poderes sobrenaturales, salvo que él manipulaba plantas callejeras.

¿Suficiente? No. Teníamos también a Silk Shade. Hasta donde sabíamos, ni idea de quién era en realidad. Hasta donde veíamos, una mujer que con un pelotón de ordenadores se metía en la cuenta de un militar nazi o un científico del CERN Suizo. Hasta donde veíamos, una madre para aquella organización y una mujer sorprendentemente alegre y vivaracha. Una mujer que remendaba las heridas en la mente y la esperanza de sus hombres.

Y Arjen, el padre universal con dotes de asesino sanguinario que hacía lo que podía pese a su carácter, y que en aquel momento estaba en vete a saber dónde haciendo vete a saber qué. Como si las patrullas militares no fuesen con él y se tratase de un juego de niños moverse por las calles de noche. Claro, que cuando podías transformarte en un pastor alemán era fácil callejear, en eso estábamos todos de acuerdo.

A partir de ese punto era cuestión de Ruth qué hacer. Podía descansar ahora y moverse después, o viceversa. Sea como fuere, lo mejor sería no abandonar la sede, si es que la dejaban, lo cual era otro tema. ¿Opciones? Hablar con uno de los cuatro dirigentes allí presentes, cada uno destinado a una serie de tareas, utilizar alguno de sus poderes, aunque bien le vendría recargar su energía sobrenatural para un futuro, y por supuesto, la nada desdeñable opción de intentar mantenerse ocupada como sea en aquellas circunstancias.

Ruth, que hace dos días había tenido casa. Que hace dos días había vuelto a vivir una vida normal tras ser una perra callejera atada a un capullo dominante. Y ahora, de vuelta al ruedo, sólo que el capullo tenía treinta años más y no se la quería tirar, sólo usarla como arma. No sabía qué era peor, pero desde luego, el mundo era una mierda. Sobretodo porque ahora sí sabía que su hermana quizás estuviese jodida, o quizás no. La incertidumbre jodía.

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03/09/2013, 21:42
Gretchen

Alice y Gretchen, pese a ser una la semilla de la otra, eran agua y aceite. No podían ser más dispares, y donde estaba una jamás estaría la otra. En esta vida hay dos tipos de personas: los que llevan revólver y los que cavan. Pues bien, Gretchen contenía en su cuerpo tanto a una como a otra.

Alice, tomado el control del cuerpo, no era tan amable con el mundo como con Gretchen. Alice era un poquito nazi, y no sólo en el uniforme; era la víctima tantas veces rota que empieza entender que quieran romperla. A veces, hasta a romper a otros. Un poquito, al menos. No tanto a romperles como a sugerir que puede hacerlo, o que quizá podría doblarles un poquito demasiado. 

Ver la expresión sorprendida -y levemente asustada- de alguien tan corpulento y agresivo como Janssen... resultaba hasta placentero.  No es que pudiera hacerle nada, no es que pensara hacerle nada, pero era... agradable.  Él odiaba su uniforme. Podía verlo en sus ojos. Era el mismo odio que ella sentía por Viktor, que la amaba, al que amaba. Así que debía estar bien. 

Debía estar bien.

Escuchó la historia del judío con cautelosa atención. A medida que pasaban las palabras, que la historia se mostraba desnuda y terrible, notaba cómo Gretchen luchaba por volver a su cuerpo. Compasión por Janssen, eso era lo que hacía fuerte a Gretchen, más fuerte que Alice, lo suficiente como para regresar a su cuerpo. En contra de lo que hubiera sido deseable, no era Gretchen quien decidía si Alice entraba o salía. El miedo la permitía entrar. La piedad la devolvía al País de las Maravillas. Sólo un esfuerzo de voluntad terrible por parte de una u otra podía alterar este mecanismo.

Al final de la larga y compleja conversación, Alice se había ido, y el cuerpo flacucho volvía a tener los hombros caídos y el gesto nervioso.

La niña siguió al serbio.

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03/09/2013, 22:07
Ambroos Janssen

Arjen llamó a la puerta del despacho y entró tras escuchar la voz de Ambroos decir un sendo "Pasa".

Al introducirse en la estancia vislumbró la ventana cerrada, con las cortinas echadas, pero las bombillas de la habitación encendida. Sobre la mesa de madera pulida de Ambroos descansaban agrupados los restos de una bombilla rota. Mirando por la estancia, Arjen descubrió una lámpara de mesa que ya no daba luz porque no tenía con que hacerlo.

Salvando eso, todo parecía normal. Ambroos estaba sentado en su lado, y Gretchen al otro. Entre ellos, un objeto rectangular, con una funda acolchada, boca abajo. El proxeneta lo señaló con la mano y miró a Arjen.

- De hacker a hacker- saludó como si hace un rato se le acabase de joder el polvo de su vida. Sin embargo, pese a estar ligeramente frustrado, sonreía de satisfacción por aquel hallazgo. Señaló el artefacto, que no era sino una agenda electrónica-. Gretchen, ¿haces los honores?

Invitó con la mano a Arjen a sentarse si quería, ya fuese en una silla, sillón, o recostrado en un mueble, y dejó que la cría fuese la que hablase. El proxeneta no pareció sorpenderse de que Arjen llegase allí rápido y en perfecto estado. Ya le había demostrado antes al serbio que se sabía las patrullas entre la ecocueva y el barrio rojo de cabo a rabo, y nunca mejor dicho, bien sabía Wolfzahn por qué.


Ambroos Janssen ha sido controlado por el Director dada la ausencia de su Jugadora.

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04/09/2013, 07:24
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Como sonaba, Jürguen. Coordenadas. Ambroos no parecía un tipo muy a la orden del día. Sería dos décadas más joven que el judío ex-nazi, o por ahí, pero parecía estar un tanto más desactualizado que él a partir de ese dato. Por si no había quedado bastante claro ya que Ambroos era un capullo con pintas de tío duro. Que lo era, sí, y te partía la cabeza si quería como si fuese una vez, pero, ¿qué más daba? ¡La regenerabas!... ¿no?

Sin ánimo de molestar a su querida Erika Taglioni, el hombre se dispuso a ir a la Oude Kerk. Vivía tan asquerosamente y tenía tales circunstancias que no le costó en absoluto llegar bajo la brisa y amparo de una noche llena de nazis. O estaban todos muy ocupados, o había muerto la ciudad, porque Jürguen no se encontró con nadie. Nadie, sin excepción. Ni un perro, ni un gato, ni una rata, ni un neerlandés errante. Sencillamente, silencio. No pudo evitar sentir un escalofrío en el cuello, por lo que entró presto y casi paranoico en el edificio cerrando el portón tras de si.

Sólo las velas iluminaban la estancia. Velas y alguna lámpara de araña. En penumbra, oscuro, Jürguen sintió nuevamente un ápice de miedo y se atrevió a musitar un "¿Hola?" en voz alta, al aire. Retumbó en las paredes, cual eco, y este le respondió con "La?". A regañadientes, avanzó sin miedo a que Martín D`Courvisier le dijese nada. Debía de estar durmiendo. Dios mío, ese hombre tendría que descansar y dejarle vivir en algún momento, tal y como acababa de hacer el propio Jürguen con un Nicolaás Linker al que, por el momento, no necesitaba. Por el momento.

Y sin embargo, no pudo evitar pensar en Marleen Von Vergenband. Eso no dejaba de ser lo más importante de todo. Sí, Irina era importante, era una inocente con VIH embarazada de un cargo militar nazi con muy mala baba. Sí, lo de Diéter de pronto era algo importante. Asuntos menores, como los Anarquistas de Maggie, las drogas de Erika, o la marihuana y el cáncer de Caelum, eran importantes. Pero, ¿había algo más importante que la sangre de tu sangre? ¿Que tu hija? Jürguen se sentó sobre el ordenador y recordó cuando buscaba los documentos de su hija.

Aún conservaba los datos más relevantes que tenía diseminados por la cocina de su viejo piso, su diario de bitácora y el despacho de la Oude Kerk. Recordaba que Heinz Goering la tenía. El Goberneitor. Tenía que ponerse con aquel asunto también en algún momento. Sino, si seguía trabajando para Ambroos y otros, si no se permitía el lujo de ser egoísta en algún momento, ¿qué? Terminaría su estancia en Ámsterdam como "el nazi que me echó un cable". Y la verdad, prefería terminarla como "el nazi que salvó a su hija de otro nazi". Si ayudaba a otros, mejor.

Consultó las coordenadas. 52.3751742,4.9305562. Miró en el mapa. Abrió los ojos. Se quedó un poco en shock. 931 Oostelijke Handelskade, Amsterdam, Noord-Holland, Países Bajos. Vale, bueno, al menos era en Ámsterdam como cabía esperar. Las coordenadas coincidían de forma sencilla con una noticia bien leída hace meses en el periódico. Panama. Una discoteca clausurada porque sencillamente ya no se permitía la apertura de esos locales en lugares que no fuese el Rosse Buurt. Toque de queda, vaya. Lo interesante no era sino, sino sus circunstancias.

Panamá estaba al lado del agua. De hecho, si salías por la puerta trasera podías andar diez metros y tirarte al río. Por delante, tenía un inmenso descampado que te permitía controlar todo lo que venía de frente o había en los alrededores. Tenía varios pisos, era alargado, y sus paredes eran sólidas. Sus cristales, si es que aún tenía, eran gruesos y tintados. Sus puertas de emergencia, salvando la principal y la trasera, sólo se podían abrir desde dentro. La puerta principal, doble y alta. Cabían coches por ahí si querías. Y para colmo, estaba en una calle alargada, sin ramificaciones. Podías ver venir de lejos a las patrullas que sólo podían avanzar en línea recta, lo que además, hacía de la zona un lugar muy poco transitado y vigilado. Para colmo, estaba bien situada, a pocas manzanas de los bordes de la zona centro, pero sin embargo, al resguardo de encontrarse en una pseudo-periferia marginal donde no iba ni Dios.

Por supuesto, todo esto lo averiguó Jürguen atando cabos con su brillante intelecto y consultando la página web de la discoteca. Alocada en un servidor local de Ámsterdam y siendo sólo información rutinaria sobre un local abandonado, ¿quién demonios en la Torre de Comunicaciones iba a preocuparse por vetar el acceso? Ni que fuese a haberse convertido en una sede mercenaria, ¿verdad? Hijos de puta astutos y con suerte, eso eran los Mercs.

Oostelijke Handelskade 4, 1019 BM Amsterdam, Países Bajos. Tenía la dirección de la discoteca.

¿Hora de bailar? Menudo panorama debía de haber en aquella fortaleza con piel de cordero.


1* Panama: Discoteca clausurada, abandonada, y situada frente a un descampado vacío bastante grande.
Coordenadas: 52.3751742,4.9305562
Dirección de la Calle: 931 Oostelijke Handelskade, Amsterdam, Noord-Holland, Países Bajos.
Dirección de la Sede Mercenaria: Oostelijke Handelskade 4, 1019 BM Amsterdam, Países Bajos.

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04/09/2013, 07:24
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Novák flotaba sobre las aguas. Estaba en el Barrio de las Flores, aunque pocas flores quedaban allí. Al menos, fuera de los escaparates. Aunque con un correr de gente y tenderetes, aquello se revelaba como un eco de lo que fue. Un paso a nivel se levantaba sobre las aguas. Una lancha a motor con una esvástica corría por el canal. Un vecino fumaba desde su ventana mirando a Novák como si mirase a un freak con orejas de soplillo. Un montón de gente compraba, otra vendía. Algún policía con acento neerlandés pero al servicio de los nazis se paseaba por el barrio.

Tenía tiempo. Estaba sobre una pequeña embarcación estancada cual faro que se mecía levemente sobre las aguas de forma estable. Un mirador acuático a pie de calle, podría decirse, desde donde admirar las vistas. A un lado del agua estaba el puesto número cuatro. Al otro, el catorce. Desde ahí Novák podía ver el 17, pero estaba sentado con una bebida de extractos sobre el bote mirando su ordenador. Un pequeño dispositivo conectado a una de las entradas USB del ordenador le permitía estar conectado a internet, pero aún así, bajo las restricciones de los nazis.

Podía respirar un aroma extraño entre libertad y opresión. Le caía bien Viktor Eichmann. Los nazis parecían estar dándole coba. Iba a encontrarse con Silk Shade y destrozar juntos la Torre de Comunicaciones. Era demasiado bonito todo para ser verdad. Sí, la noche de antes les había secuestrado, a él y a su hermana, un idiota obsesionado con la naturaleza. Y seguía con vida. Sí, alguien había puesto precio a su cabeza y Rotterdam aún no había vuelto a aparecer.

Digamos que no iba todo tan bien, pero podía ir muchísimo peor. Una vez tuviese a salvo a su familia, valoraría cómo ponerse a salvo él y llegar hasta el final del asunto de Ávalon, que era lo que había traído ahí. Sin embargo, no podía evitar pensar. Estaba viendo cosas francamente excepcionales. El titiritero del ácido y cómo controlaba a sus hombres. Cómo Eichmann hacía lo mismo a una escala mucho mayor. Cómo Knoche era simplemente, bueno, ÉL. Cómo se estaba codeando con los nazis y con alguien que trabajaba directamente para el Cuarto Reich.

Vale, sí, digamos que todo estaba muy salido de madre. Digamos que aquello podía acabar muy bien o muy mal. Pero en mitad de una tormenta de pájaros metálicos, no podía evitar pensar en los cisnes. Sí, vale, no conocía a Silk Shade. Sí, vale, eso hacía que no significase nada. Pero era una hacker con reputación que gustaba de putear a nazis y mofarse de ellos. Era simpática, agradable, inteligente, tenía recursos, y era alguien con quien se podía mantener una conversación interesante y divertida, que no era fácil para Novák conseguir ambas cosas al mismo tiempo.

Pero estaba Anne. Eichmann había hablado con ella. Novák había conseguido enviarle un mensaje, pero, ciertamente, no sabía nada más sobre ella. Nada más. La echaba de menos. No había escuchado o leído una palabra suya, y encima se fue sin despedirse. Tenía que pensar en su madre afectada, claro, pero... ¿y su pareja?

Tenía tiempo. Aún era pronto. Controlaba el lugar donde le recogerían, aunque desde luego, debía de tener a nazis mirándole en aquel momento, la historia dónde. Sea como fuere, tenía el ordenador delante y podía hacer lo que quisiera. Luego, cuando el contacto de Silk Shade apareciese, sería otra historia. Quizás. Aprovecha.