Partida Rol por web

-Si, supongo que haber tenido sexo con él es algo irrelevante dado nuestra posición. No podemos confiar en que obtendremos su favor sólo por eso. Los patricios consideran nos hacen un favor por yacer con nosotras así que no te confíes. En todo caso él podría pensar que tu traición es mayor por eso mismo. - añade con un leve encogimiento de hombros- Pero, como te he dicho, por lo que entiendo de las palabras de Verina, podéis estar tranquilas. El pater desea la disculpa de Zared y Drust, si no hay dicho nada de las demás es que no nos considera culpables.

La romana alza la mirada al cielo y luego vuelve sobre la de Brinda pero ahora con una sonrisa:

-Honra a los dioses, Brinda. Eso es lo que puedes hacer por mí, ellos nos harán ver lo que es correcto. Es irónico que nuestros destinos estén al menos en parte, en manos de dos sacerdotes, la de mercurio y el de marte, ¿No te parece?

Comprendo tus palabras. No permitirían tener acceso a las armas alguien de quién sospechasen que pudo participar en una revuelta. Pues lo cierto es que me quitas un peso de encima, aunque todavía no me confío.

Sus siguientes palabras me hacen sonreír y afirmar. Por supuesto que les voy a honrar. Es más, después de nuestras charlas creo que el Dios que mejor represento es Marte, y por tanto voy a encomendarme a él. Sin descuidar los otros, pero me gustaría que fuera mi dios principal y tener un altar suyo en mi celda.

La romana por poco no se levanta a dar un abrazo a Brinda por la emoción que le producen sus últimas palabras, pero se contiene, seguramente por culpa de su dolor y su malestar en general, pero sin duda que lo habría hecho:

-Eso es maravilloso Brinda. Cuando pueda hablar con Manius o con quien mande ahora les pediré que nos permitan devolver los altares a nuestras celdas. Le debo mucho a Mercurio pero no puedo olvidar que Marte me dio su fuerza en primer lugar así que yo les honraré a los dos. Pero estoy segura de que Marte recibirá con alegría tus oraciones, puedo ayudarte a hacer su altar y te enseñaré sus ruegos en latín para que lo evoques adecuadamente.- desde luego que está pletórica de felicidad por la decisión de Brinda de abrazar a las deidades romanas.

-Te irá mucho mejor en este lugar mientras que compartas la religión y la cultura romana; los patricios te verán mejor y tu misma estarás más cómoda. Me alegra que no vayas a gastar tus energías en luchar contra todo tu entorno para tratar de no encajar, como hacía Soenya. Ella nunca entendió que, para lograr su libertad, tenía que pasar por el aro de Roma...ella pretendía que el Imperio cambiase para ella.- chasquea la lengua y niega con la cabeza.- Supongo que le fallé al no poder inculcarle eso, pero me alegra que tu lo hayas visto.

Sonrío ante sus palabras y afirmo. Me será imprescindible tu ayuda para poder montarlo. No quiero dejar a ninguno de los dioses de lado, así que de todos modos me gustaría seguir aprendiendo algo de cada uno. Como he comentado, mi objetivo a largo plazo es volver a ser libre y una ciudadana de Roma. La aldea de mi tribu fue destruida, así que en realidad no tengo ningún otro sitio donde ir.

Por otra parte reconozco que lo que más me cuesta es asimilar los dioses como figuras con aspecto humano. Pero todo es adaptarse. En el caso de Soenya, no creo que hubieras podido hacer más: seguía queriendo llevar el campo de batalla de su tierra norteña hasta Roma, y eso es una locura. Un antílope no se deja atrapar por un león antes de ponerse a luchar, lucha antes de que lo atrapen.

Aunque también puede influir lo que me dijo Gallio, que soy astuta, demasiado para dejar que sufra innecesariamente cuando puedo evitarlo añado guiñando un ojo.

-Dice mucho de ti que tus metas sean honestas, acordes y al mismo tiempo dignas. Nada me gustaría más que ayudarte a que recobres tu libertad. Luego ¿quien sabe? Tal vez podríais trabajar para esta casa, o para otra, o en los gymnasiums del Imperio. Un buen romano debe estar versado para las letras, las ciencias y la batalla, por eso nuestros hijos aprenden artes marciales como el pancracium desde tiernas edades. -la romana te observa por un momento y asiente- Creo que ese podría ser un buen lugar para ti, algo me dice que disfrutarías enseñando.- aventura, como una intuición personal sincera.

-No te preocupes por los dioses, siempre son celosos, nuestras emociones vienen de ellos, las buenas y las malas, pero son justos y consecuentes. Honrar a unos no hará enojar a los otros pues entienden que cada oficio tiene su patrón. Y el nuestro es la guerra y la muerte. Marte nos presta su fuerza, Plutón guarda a nuestras víctimas y Mercurio ha de llevarnos algún día a descansar en los campos elíseos.- explica, muy optimista.

Voy escuchando sus palabras mientras afirmo. Entonces esos tres son los que más nos influyen. Comprendo. Voy memorizando sus palabras para ir asimilando la que se tiene que convertir en mi nueva cultura. Porque a mi tierra ya no voy a poder volver.

Me inclino de hombros cuándo empieza a hablar de futuro. Cabe la posibilidad de que mañana o pasado mañana muera en la arena, Livia. Ni tú ni yo estamos exentas de esa posibilidad. Por lo tanto prefiero no pensar que haré si consigo mi libertad, no tan pronto.

Agacho un poco la cabeza mientras digo ¿podrías enseñarme más cosas sobre tu cultura? Ya sabes, todo lo que consideres importante.

La romana asiente con la cabeza:

-Si, estamos constantemente expuestas a un revés del destino o al capricho de los romanos. -admite con ligereza, era algo que tenía sobradamente asumido- Pero hemos llegado hasta aquí ¿no? Cada día que esquivamos la muerte podría ser...un triunfo tal vez.- enfoca Livia con optimismo- ¿Por qué no pensar que podríamos llegar a mañana? ¿O a pasado mañana? Incluso a viejecitas que cuentan sus batallas a los niños. -se ríe negando con la cabeza y suspira- Quién sabe, Brinda...ni siquiera los dioses están libres del destino.

Tras esta reflexión Livia accede a dar un somero repaso por la historia, la cultura y las tradiciones romanas, no era muy buena profesora pero se explicaba lo mejor que sabía. Al cabo de un par de horas, Octavia prefiere parar, realmente tiene tema para varios días pero ya el cuerpo le pedía intentar dormir un poco.

Los dias pasaron con mayor libertad para las y los gladiadores. Parecia que por un momento habian estado castigadas, con muy poca comunicacion. Aunque con el tiempo los que podian levantarse podian salir al patio para ejercitar, nada muy complicado por falta de un Doctore. Las celdas se habian abierto permitiendo a las mujeres volver a sus celdas propias aunque nada impedia que un genero u otro siguieran visitandose.

Drust habia despertado por fin, se habia ido a visitar al Pater y habia vuelto. El hombre se encontraba mas callado tomandose su tiempo para recuperarse de sus heridas. Si no fuera por Zared estaria generalmente solo pero parecia que estaba casi listo para ejercitar con el resto.

Pero el gladiador no fue el unico que visito al Pater. Por turno fueron tambien los demas hombres volviendo con actitudes distintas. Mas quienes volvieron con algo mas distinto fueron Brinda y Alina, ambas tenian en su hombros la marca del Ludus volviendose gladiadoras.

Por ultimo volvio el Pater no muy lejos se encontraba Livia. "Vengan todos, tengo algo importante que anunciar." dijo el hombre que venia seguido de guardias armados que superaban en numero a los gladiadores.

Cuando todos los gladiadores estuvieron cerca empezo a hablar.

"Ya muchos de ustedes han visto como estan las cosas en el Ludus. Han habido muchos cambios y en un futuro habra una renovacion importante para estar listos para el evento que ha preparado nuestro Emperador. Por lo que les necesito tanto preparados y como obedientes." dijo el hombre mirando a todos y cada una a los ojos. "Primero me gustaria anunciar que habra un solo lider de los gladiadores ahora mismo, tanto para hombres como mujeres. Este sera Livia, quien ha mostrado una gran lealtad al Ludus." termino diciendo señalandola con la mano abierta.

"Ella se encargara de organizarlos y ayudar con el entrenamiento hasta que encontremos un Doctore competente. Espero no se le resistan..." dijo mirando por un segundo a los hombres. "Esta decision fue tomada con mucho pensamiento. Incluso se le ha dado la responsabilidad de castigar a quienes no cooperen." dijo el hombre. "Eso me recuerda."

Dijo dandose vuelta. "Siganme." dijo y empezo a avanzar hacia afuera para el patio de practicas. Los guardias apuraron a los gladiadores para que sigan al Pater. Afuera lo que se encontraron no fue para nada lindo.

Ahi colgados y clavados en cruces habian unos cuantos cadaveres, ninguno estaba vivo. "Entiendan que no tendre paciencia." dijo tal vez como justificacion. Mientras miraba a la gente en las cruces de madera. Ahi estaban Titus, Ikateria, Spurius, Duilius, Soenya y una posible sorpresa para algunas estaba Herius.

La romana estaba en la zona de las celdas cuando el Domitor Flavius llega seguido de un regimiento de escoltas. Nada bueno podía ser aquello, Livia deja de rezar y se aproxima junto al resto, en parte ya se imaginaba algo de lo que Flavius iba a decir...pero no todo lo que viene a mostrar. No dice nada durante el discurso porque no tiene nada que decir, su mirada decidida y dura pasa de los hombres a las mujeres, pero se detiene más en ellos.

Cuando salen fuera su expresión queda congelada en una expresión tensa, seria y con la vista clavada en los cuerpos. Se había puesto ligeramente pálida con la revelación demostrando que no parecía tener conocimiento de esto al igual que el resto. Pero ahora su forma de reaccionar debía cambiar...ser más acorde con lo que se esperaba de ella.

Por eso es que finalmente aparta la vista de los esclavos crucificados, el antiguo doctore galo e incluso el jefe de la guardia...su escrutinio para a sus hermanos y hermanas, buscando cualquier gesto que pudiera delatar una intención...inapropiada. 

-Nadie es imprescindible. -sentencia cruzándose de brazos- Desde el esclavo hasta el soldado, todos se pliegan a la voluntad del domitor. -se dirige a él dedicándole una inclinación de cabeza- Él se pliega a los designios del Emperador, quien lo es por la gracia de los dioses...así ha sido y será siempre nuestra Roma. Larga vida a Roma.- se adelanta un paso y se coloca más cerca de las cruces y su gesto es una invitación a los gladiadores a seguirla. Alza el brazo bien estiradas las puntas de sus dedos hacia el cielo, con un pie adelantado, un saludo imperial militar dedicado a Flavius, pero también, por extensión, a los mismos dioses.

-Larga vida a Roma.- pronuncia con esa posición tan característica.

El domitor llega con un pequeño ejército de guardias, momento en que dejo la labor que estaba haciendo con el todavía bastante poco desarrollado templo de Marte para prestarle atención. Cuando nombran a Livia como jefa de los esclavos temporalmente, la sonrío dándole ánimos con la mirada.

Luego nos pide que lo sigamos y algo raro me huelo. Pero desde luego lo que hay fuera me sorprende incluso a pesar de que me esperaba algo similar. Cuando veo a Ikateria en la cruz busco preocupada alguna presencia de Neitin. Está claro que tendré que hablar con ella, si ha visto esto y sabiendo la relación que tenían seguro que está destrozada. Aunque por otra parte ella se lo busco, igual que Soenya o Dulius. Pero es algo a tener en cuenta, incluso si eres libre sigues estando en peligro.

Cuando Livia hace ese gesto dudo, pues es un gesto que no me han enseñado y me preocupa hacerlo mal, y además tampoco estoy convencida de él. Pero luego pienso en todo lo que Livia ha hecho y decido imitar su gesto lo mejor que puedo. Larga vida a Roma digo y a sus manos ensangrentadas pienso.

Por un instante, Alina se quedó sin aliento, los ojos desorbitados y la boca entreabierta, con la vista clavada en el macilento rostro exánime de Soenya, que descansaba sobre su pecho. El otrora poderoso cuerpo de una diosa, mancillado y consumido, clavado a un madero como si de una res se hubiese tratado.

Sus manos se cerraron en puños con tal fuerza que sus uñas se clavaron en su carne. Su barbilla templó y sus ojos se empañaron. 

El ostentoso saludo de su nueva líder la hizo regresar a la realidad y vio como Brinda la imitaba. 

Alina también levantó una mano temblequeante con la palma hacia abajo y regresando los ojos bañados en lágrimas hacia el cadáver de la germana, gritó todavía más alto que sus compañeras.

—¡¡¡Larga vida a Roma!!! 

Las reacciones fueron varias tanto al nuevo cargo de Livia como a las crucificciones. La primera no gano mucha atension de los gladiadores, algo de indiferencia incluso de parte del romano presente. Zared sonrio luego que lo hiciera Brinda y Drust solo se encogio de hombros mientras siguio ejercitando. Ya cuando los trajeron afuera para ver aquel espectaculo fue que las cosas cambiaron.

El romano vio todo como lo hace un soldado lamentando la muerte de algunos de los presente mientras mostro asco con los barbaros, luego siguio ordenes. Fue él quien siguio a las mujeres para hacer el saludo. "Larga vida a Roma!" grito de una forma casi automatica como quien lo habia repetido miles de veces.

Zared por su lado observo con asco lo que ocurrio, habia algo de ira en él mientras observaba a sus compañeros gladiadores. Pero de nuevo su mirada fue a Brinda tratando de parecer inmune a esto pero aun asi se acerco y dio el saludo que habian hecho todos. "Larga vida a Roma!"

Finalmente estaba Drust que observo todo mirando a sus compañeros y llorando con rabia ante sus destinos. Por un momento parecio tardar en seguir a los demas quedando solo, Zared lo miro preocupado y algunos otros de los sirvientes tambien. Pero finalmente fue para adelante levantando su brazo en la misma posicion que Livia. "Larga vida a Roma!!!" grito casi tan alto como Alina.

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Los guardias que estaban presentes no dijieron nada solo miraron a todos, tocando con sus manos el pomo de sus espadas esperando algun tipo de enfrentatamiento. Que este no viniera seguro sorprendio a muchos de ellos que incluso rieron un poco. Al menos hasta que uno de los guardias les pego detras de la cabeza con fuerza. Pronto quedaron todos serios.

Los sirvientes no tenian obligacion de estar, algunos estaban pero otros pronto vieron lo que pasaba y se fueron corriendo para otros lugares. Pocos se quedaron a ver. Neitin parecio que no estuvo, ni tampoco Marcia.

"Larga vida a Roma!" repitio finalmente el Pater y todos los presentes repitieron tras de él. Hecho eso hizo un gesto para que todos bajaran las manos.

"Mis anuncios no terminan aqui. Estos hombre y mujer quedaran ahi unos dias como recordatorio." dijo a todos y cada uno. Mirando mas a Alina y Drust. "Ya vere cuando son quitados, pero entrenaran con ellos lamentando no estar aqui con ustedes." expreso el senador mientras hacia una señal al guardia que callo a los otros.

"Les presento al nuevo jefe de guardias. Kaeso Irenaeus. Hombre confianza mio." dijo presnetando al hombre. Los gladidores parecieron reconocerlo y Drust aunque raro sonrio divertido. Confundiendo algo al Pater.

"Pronto este ludus estara de nuevo en forma." enuncio antes de ponerse a charlar con el jefe ahi acercandose a los cadaveres crucificados. "Lleven a los gladidores a sus celdas." Dicho eso los gladiadores fueron llevados de nuevo a sus celdas para meditar en lo ocurrido o charlar entre ellos.

Su gesto se relaja hasta volver a una posición de espera mientras el Pater terminaba sus anuncios. Su mirada fue al nuevo jefe de la guardia, examinándole de arriba abajo como si con ello pudiera saber más de él...gira la cara y alcanza a ver la sonrisa de Drust. Eso no le gusta nada y se nota por su gesto torcido mas no dice nada. No es el lugar.

Luego cuando se les devuelve a las celdas, Livia finalmente abandona su actitud tiesa y marcial, pareciendo que se relajaba hasta volver a ser ella misma e incluso se permite el lujo de sonreír cuando se quedan solos.

-Disculpadme que no os lo dijera antes...el domitor Flavius no me había confirmado nada y en todo caso era claro que quería ser él quien diera el anuncio.- dice a mono de explicación- Lo habéis hecho muy bien ahí fuera...por mucho que duelan las pérdidas...ya habéis visto que el jefe de la guardia también recibió su castigo. Flavius no tolerará la traición venga de donde venga y eso es algo que debemos valorar. -comenta con los brazos en jarras, dirigiéndose a todos.

El anuncio de que los cuerpos seguirían ahí me hace estremecerme. Y además me parece una auténtica irresponsabilidad. Todavía recuerdo las historias cuando en la aldea se velaban a los muertos y eso provocó una epidemia que estuvo a punto de acabar con todos. Dile entonces incluso los velatorios se acortaban lo máximo posible. Quizá esos cuerpos ahí colgados atraigan a los demonios de las enfermedades.

Pero está claro que la decisión no es mía. Le dedico una tenue sonrisa al nuevo jefe de guardias y luego me adentro con las demás en las celdas, dedicando una pequeña reverencia a la estatua de Marte cuando paso a su lado.

Una vez en las celdas escucho lo que tiene que decir Livia pero mientras habla me acerco a ella y, cuando termina, le doy un abrazo. Felicidades por tu nueva posición. No podría imaginar a nadie mejor que tú.

Luego la suelto pero me quedo pensativa. Lo que me ha sorprendido más es ver ahí a romanos libres muriendo como si fueran esclavos. ¿Eso no tendrá consecuencias sobre el pater? Quiero decir, no creo que Roma acepte bien que sus ciudadanos se tomen la justicia por su mano, aunque sea un senador.

Se encoge de hombros, meditando un momento las palabras de Brinda pero devuelve su abrazo con afecto, aunque se serena antes de hablar.

-Es posible que pidan explicaciones a Flavius sobre lo ocurrido, especialmente por Herius, pero si el domitor presenta el testimonio de al menos dos patricios que den por bueno que conspiró para acabar con Camilia, sea o no sea cierto...-destaca cruzándose de brazos- Nadie dirá nada al respecto. Los altercados de la otra noche han debido llegar muy lejos si, como dijo Verina, el senador Mario agredió a una sacerdotisa...ese hecho y la muerte de Camilia deberían opacar todo lo demás. A los demás ciudadanos de Roma solo les preocupa saber que pueden dormir tranquilos...y eso...-señala hacia atrás pero se refiere al patio- Eso les tranquilizará. De todas maneras hablaré con el Pater para que los quite lo antes posible. Al menos trataré de convencerlo sobre Herius...eso podría ofender a Plutón e incluso a Marte. Ese campo en lugar de lucha, no un cementerio.

Alina estaba sentada sobre un camastro, con la cabeza agachada y los codos sobre las rodillas. 

Levantó la cabeza cuando escuchó que Brinda y Livia dejaban de hablar.

 —Sí, enhorabuena a nosotras —dijo con una leve sonrisa cargada de amargura—. Hemos ascendido trepando a las cruces ensangrentadas de personas mejores que nosotras.

Alina digo, negando suavemente. Deberías agradecer que estás aquí. Somos esclavas, hoy estamos aquí y mañana estamos saludando a nuestros antepasados.

Dices que eran mejores que nosotras, y quizá tengas razón. Pero eso fue su perdición, creer que podían hacer lo que fuera porque eran mejores. Incluso el jefe de guardias.

Si quieres seguir con esa negatividad adelante, pero yo me centraría en que ahora estás viva y seguir así, y a ser posible reconciliarte con nuestros amos. Pero puedes hacer lo que quieras, por supuesto.

-No. -niega la romana mirando a Alina con una expresión violenta pero contenida- No eran mejores que nosotras. Ellos están muertos y tu vives para ver un día más. A eso yo lo llamo ser mejor. Vivir para luchar otro día, eso es lo que cualquier guerrero debe saber cuando una batalla se pone cuesta arriba. Todos esos cuentos de nobles sacrificios, el valhalla y toda es porquería no son más que cuentos bárbaros para que no veais que vuestros pueblos mueren y vuestro legado se pierde para siempre...solo por no poder reconocer que hay alguien mejor que ellos. -la romana habla con dureza, avanza unos cuantos pasos hacia Alina, encarándola con firmeza, retándola a contradecirla o incluso a golpearla.

-Si vas a vivir un día más...puedes elegir hacer algo útil con ese día, o no hacerlo. Pero no permitiré que arrastres a nadie en tu caída. Ya hemos tenido suficiente de eso con Soenya.