Partida Rol por web

- A veces, incluso, un pequeño aliciente es mejor que un castigo... todo tiene su momento. 

Mira a Soenya

- ¿No crees que a veces hay que contentar a los invitados? Seguro que Marcus podría aligerar un poco su ropa y sacarle brillo a esa piel tostada...- proponiendo a la Domina un nuevo espectáculo previo a los combates

"Ya se lo he dado. No las ve limpias y bien comidas?" pregunto al hombre de nuevo con un tono bajo.

La domina asintio "No es la unica." dijo dandole el permiso. Con una mirada dejo en claro al Doctore que no interfiera.

Entonces se da cuenta de que todos esperan de ellas algo...cada uno lo suyo pero todos esperaban. No era el momento de hablar con Verina y se disculpa con ella con la mirada. Carraspea tras que hable la germana y decide terminar su frase antes de que quede extraña:

-...y es la mujer guerrera con mayor puntería que yo he visto en todo el Imperio...-dice en voz alta con todo elegante, medido y una sonrisa suave, propia de las nobles mujeres y ciudadanas de alta alcurnia del Imperio.- ¿disculpen señores, pero realmente quieren ver cómo una mujer le da placer a un rico comerciante? Tal cosa pueden verlo en el lupanar de la avenida del César, a tres calles de aquí. Y también en la nueva obra de Sófocles, realmente divertida...dicen que su humor es tan mordaz como el de Asclepio. -realmente buscaba llamar la atención expresandose de aquella manera tan grandilocuente, haciendo ver sus orígenes y desviar la atención de Titus- Pero no...vosotros nobles romanos devotos de Marte...han venido a ver otra cosa... ¿no es cierto?- alza la voz dirigiendo al público- ¿no es cierto?

- Esclavizada por Roma tras ser apresada por un Centurión y ahora aquí para nuestro gozo... - responde a la esclava

Sonríe con descaro a la rienda suelta que la Domina le da

- Marcus, que el espectáculo nos levante el... ánimo, a todos los presentes. Quiero ver esos muslos húmedos... - murmuró a su esclavo, sin apartar la mirada de la Bárbara.

La presencia de aquel viejo me estaba poniendo un poco tensa, parece ser alguien que maneja poder por cómo lo trata la Domina, pero a la vez como que está buscando tensar la situación con su esclavo, como si viniera aquí a presumir o generar conflicto. 

Sin duda se trata de alguien que no pretende pasar desapercibido, busca ser el centro de atención y por ahora lo está consiguiendo. Sin embargo, otros hombres nos miran, diría que hasta nos desean por cómo lo hacen.

La Domina ha pedido que nos presentemos y lo ha hecho la germana, aunque parece que el Lupus quiere algo más que una presentación.

- Sekhmet, sacerdotisa de Set, guardiana del templo de Osiris... del lejano Aegyptus para servir en este ludus como complazca a mi Domina - y volví nuevamente a enterrar mi mirada en el suelo de aquella estancia, esperando alguien se dirigiera a mí o me permitieran seguir hablando.

Su sonrisa se amplió ante el pedido de su amo - Así se hará - dijo mientras comenzaba a avanzar hacia el pedestal de la Germana.

Caminó lentamente, con movimientos típicos de un depredador, usando el mismo paso con el que se aproximaba a un oponente derrotado en la arena. Sus ojos, sin embargo, no llevaban la muerte como en los viejos tiempos, la observó de arriba a abajo con un gesto apreciativo, su sonrisa estaba cargada de deseo y su mirada prometía placer.

Comenzó a caminar a su alrededor, pasó el índice por uno de sus muslos y lo llevó a su nariz, sonriendo satisfecho al reconocer la mezcla de aceite y especias aplicada sobre la piel de los gladiadores. En el siguiente giro deslizó los dedos por su vientre, y continuó la caricia por su espalda, y una vez allí se detuvo. Sus manos recorrieron la espalda de la bárbara en sentido ascendente, amasando los músculos desde el nacimiento de su trasero y hasta la base de su cuelló, donde plantó un beso leve - Será mejor para tí si te relajas - susurró en su oido, mordiendo ligeramente el lóbulo de su oreja - Claro que si tardo en excitarte podré tener tu cuerpo entre mis manos por más tiempo - el susurro recorrió su nuca antes de que un segundo beso, más lascivo, se plantara del otro lado de su cuello - Resístete por favor. - un último mordisco leve y dejó de sentir el aliento tras su cabeza.

Soenya pudo sentir el calor del cuerpo del hombre tras su espalda pero no el contacto de su piel, las manos, sin embargo recorrieron sus piernas desde los muslos por su frente levantando la falda en su camino hacia el vientre y dejándola caer nuevamente cuando alcanzó la base de sus pechos, los cuales acunó antes de cubrirlos y apretarlos con sus grandes manos.

Entre tanto su mirada recorría la sala, buscando las reacciones de los presentes, viendo quienes parecían interesados, y si alguno parecía molesto por su manoseo.

Estaba escuchando las palabras de sus compañeras, así como de aquel extraño romano que parecía tener cierto poder cuando vio como el esclavo de éste, aquel a quien habían llamado Marcus, se acercaba con aquellos movimientos que, en un primer momento la pusieron en alerta, hasta que dejó de fijarse en su cuerpo para mirar a sus ojos y reconocer aquella mirada... 

Sintió la caricia sobre su muslo, provocando un ligero aumento en su respiración, quizás por nervios, quizás porque temía lo que podía ocurrir o quizás porque le había gustado... 

Las caricias continuaron y con éstas las palabras susurradas en su oído, palabras que provocaron una ligera sonrisa en su rostro aunque no se sentía cómoda de convertirse en un objeto para el placer y el disfrute de los romanos... Había creído que irían a luchar y estaba siendo usada para su placer... Al menos, debía intentar centrarse y no mostrarse demasiado deseosa de ser tomada, no podía ofrecer aquella imagen... 

Un nuevo escalofrío recorrió su cuerpo tras los susurros y los besos, mientras su postura se relajaba e iba adquiriendo otra que permitiera a aquel hombre recorrer su cuerpo con mayor facilidad. 

- Si...  - ¿A qué estaba respondiendo?

Cuando las caricias llegaron a sus pechos un ligero temblor la recorrió mientras se mordía el labio inferior de manera sensual y un ligero jadeo quedaba ahogado entre sus labios, un jadeo que solamente podrían escuchar aquellos que estuvieran muy cerca de ella. 

Su cuerpo comenzaba a mostrar signo de cierta excitación, especialmente sus pezones, los cuales habían comenzado a endurecerse y ser esto visible a través de sus ropas. 

Se humedeció ligeramente los labios en una expresión lasciva y sensual mientras sus ojos también recorrían la sala, como buscando encontrarse con otras miradas u otros ojos... 

Veo la escena del esclavo y la rubia. No estaba mal para saciar los apetitos del cuerpo, mas no los del espírituy  las palabras que habían dicho esa noche me habían molestado un poco. 

Suspiro. Mi mirada va pasando de la egipcia a la bárbara y de casualidad a la griega no tenia nada en contra suya. 

-Me importa una mierda Set,Osiris, Odin, Loki o Cronos. Esto es la puta Roma y vuestros jodidos dioses paganos no tienen poder aquí. Y cada vez que abris la boca ensuciando el aire con sus nombres lo único que hacéis es insultar a vuestros señores y ponerlos en evidencia. -a ver si asi se daban cuenta de que la estaban cagando y después de todo la domina les había dado permiso sobre castigos. Ya solo el nombre de la egipcia era escupir en roma

Chasqueo la lengua mirando a  la bárbara. -Para ser fiera guerrera me esperaba un poco de resistencia, dejas mal a tu compañera que hablo por ti. Poco vales ya, más te vale redimirte en la arena. Si es que te dan ese regalo.-refiriéndome al derecho de luchar en la arena. Mi tono es decepcionado  

Después me giro al criado-He de felicitarte Marcus, sabes cumplir las órdenes de tu señor. - mostrando la valía de este. -Podéis estar orgulloso-le comento a Titus. 

Luego me acerco a la que había hablado de marte. Pongo una mano en su hombro y toma su barbilla levantando su rostro hasta clavar mis ojos en los suyos.  Buscando esa mirada de fuego y de guerra. 

-Has pronunciado el nombre de Marte, espero no sea en vano. Se que tienes mirada de loba y de hambre. Muéstramela demuéstrame si eres una autentica hija de marte y que mereces combatir en la arena. 

Le doy mi bastón. -Empúñalo y úsalo como si fuera una lanza. Muchos prefieren dagas o palabras envenenadas, pero es la lanza el arma de marte. No me interesa la carne si no el espíritu. Termino. Muestro que no tengo ningun miedo podria haberle dado una lanza de verdad y no parpadearía 

Livia sacude la cabeza ante la suerte de la germana...realmente era un espectáculo deprimente, todos aquellos señores importantes...todos presas del hechizo de la lujuria, mirando como animales el lamentable evento de la fornicación de dos bárbaros. Deleznable. 

Octavia suspira y vuelve la vista, tratando de ignorar aquello, demasiados recuerdos desagradables, pero entonces una voz clara, limpia, poderosa, se alza entre aquella multitud libidonosa. Alguien que parece de verdad hacer uso de la razón.

Cuando el sacerdote de Marte la obliga a mirarle a los ojos, la romana no pestañea, le muestra la ira que le ha producido la intromisión de Titus, le muestra el brillo acerado que puede distinguirse en aquellos que ya lo han perdido todo...y que buscan una causa para contiuar existiendo. Había violencia en aquella mirada azul celeste pero también inteligencia y ganas de probar su valía.

-Soy romana, mi señor...jamás utilizaría el nombre de Marte en vano. La lanza es mi arma. -y para demostrarlo, toma el arma que el sacerdote le ofrece sin vacilar y le da unas vueltas en sus manos y alrededor de su cuerpo. Si bien es cierto que no era una lanza y no pesaba como tal, tan solo había podido practicar con bastones desde su llegada al ludus por lo que estaba bastante familiarizada con ellos.

La romana dirige la una de las puntas del bastón tomándolo con dos manos con la elegancia de una acróbata y la firmeza de un legionario, sin temblar y cortando el aire al dar sus acometidas al vacío. Mira al doctore y a la domina por un instante, como con un gesto de "mejor pedir perdón que permiso" y baja de un salto del pedestal.

Para demostrar que usaba el bastón como el sacerdote le pedía, imagina uno de los extremos como una punta y lo esgrime como tal, haciendo una potente y precisa lanzada contra el hombro derecho del hombre moreno.

Su mirada queda en mi mente. Ese brillo acerado, mezclado con violencia e inteligencia, esa necesidad de una causa para existir. 

Miro como se acerca bajando. Cada movimiento, cada gesto, el porte, la tecnica. Midiendo todo en su conjunto. No parpadeo en ningún momento para no perderme nada. No mueve ni un musculo cuando lanza el último golpe. Encajandolo directamente sin miedo -La tecnica y el arrojo es bueno, no lo voy a negar. Solo queda la arena.-digo 

-Si ganas recibirás la marca del mismo Marte pero si pierdes tendrás que compensar la confianza que puse en ti. Mire a la domina buscando su aprobación, básicamente solo había repetido lo que ella dijo que se haría pero metiéndome en ello. Mi tono no era de lascivia . -No la castigueis a cumplido bien, yo se lo pedi- dije a la domina. Despues de todo uan esclava pegandole a un patricio y para mas inri un sacerdote podria ser objetivo de castigo grave 

Livia abre mucho los ojos al notar que el sacerdote ni siquiera había tratado de esquivarlo. Con una mueca de sorpresa ve que el hombre ni se ha inmutado y eso que había golpeado con bastante fuerza para lograr la mayor velocidad posible en su ataque, simplemente porque esperaba que el moreno esquivara con facilidad. Sin embargo decidió encajar el golpe, haciendo gala de un poderoso físico, tal proeza de control sólo podría ser fruto de una vida entregada al dios de la guerra.

Pero había más. A la romana no se le escapaba que el sacerdote había decidido encajar el golpe precisamente para comprobar la dureza de éste. Mientras él miraba su técnica, ella miraba sus ojos, trataba de evaluarle, de imaginar sus pensamientos, pero se encontró con un muro infranqueable hecho de pura voluntad. 

Livia retrocede el paso que había adelantado y coloca los dos pies uno junto al otro de nuevo, en la postura inicial y le ofrece de vuelta el bastón al sacerdote, escuchando atentamente sus palabras:

-En tal caso, perder no es una opción.- dice con la mirada fija en los oscuros ojos del sacerdote, presa toda ella de una irrefrenable curiosidad, no pudo por menos que tomarse una última licencia- ¿Y vuestro nombre es...?- ella no era de las que se quedan con dudas, su gallardía y atrevimiento parecía no conocer límites. Poco le importaba si era castigada por ello.

Camilia parecio no mostrarse molesta con la intervincion del sacerdote o las acciones de Livia. Con un gesto llamo al atento nordico para que se acercara. "Adonia. Pelea con el nordico, como practica. Nordico no vayas con todo." le dijo a ella y un guardia cercano le pasaria una espada de madera.

Tras eso vio a la egipcia por un momento y se acerco hacia el lobo. "La egipcia tambien podria ser una buena compañera de su esclavo. Si me permite sugerirlo."

Todo ese movimiento lo hacia, porque los invitados se veian contentos con ambos actos que se habian formado.

Ese contraste entre una clara demostracion del espiritu de marte en las acciones de la guerrera y la sensualidad escena de los esclavos, logro entusiasmar a ambos grupos que estaban en las fiestas en los ludos. Con algunos gritando el nombre Marte y el nombre de Livia, mientras pedian mas de ella. No pedian porque esperaban que dañara al sacerdote, pero si deseaban ya ver las capacidades guerreras de ella. Otros observando con poco disimulo la figura de la germana como esta era provocada por ese esclavo que no pertenecia al ludus pero la tomaba con una facilidad y experiencia que encendia a varios de los invitados.

De paso las conocian mas cuando se sumaran las otras dos, aunque seguro algunas esperaban hacerlo de otras maneras.

No, aquello no estaba bien... Esos sucios romanos estaban riéndose de ella, mostrándola como algo que no era... Un trozo de carne para su disfrute y placer...

Cerró los ojos, respiró y se concentró. Al abrirlos su expresión volvía a ser seria y fría, como si las caricias de aquel hombre no tuvieran efecto sobre ella.

Si querían un espectáculo de lascivia y lujuria que usaran a la egipcia, tal y como había dicho la domina, pues seguro que ésta disfrutaría sin duda de que usaran su cuerpo para dar placer, es lo que siempre buscaba... Pero ella, ella no... Ella era una guerrera, ella era una líder, una despiadada luchadora que había sido arrancada de su tierra, mancillada y avergonzada por aquella sucia romanos... Y lo único que quería era sangre... Y sus ojos así lo demostraban...

Y le cerraría la boca a aquel patético y orgulloso romano que la había insultado... 

¿Una lanza a Livia? Si por mucho que fuera de guerrera jamás había estado en una guerra o pelea de verdad... Otra falsa más que había mentido por buscar de nuevo la posición que había perdido por débil y cobarde...

Quienes miraran verían ahora una expresión fría, sus profundos ojos grises parecían estar a punto de desatar una tormenta y su porte volvía a ser fiero y salvaje...

Habían insultado a sus dioses, a su cultura y a ella misma... Aquello no quedaría así y no les daría el espectáculo que buscaban, ella era mejor que todo aquello...

Tomo el baston tomando  sus manos fijandome en sus dedos los de una guerrera, cuyas marcas dejaba el acero y la lucha.Sin duda cualidades que no se veian en los senadores y patricios del lugar.

-Perder nunca es una opcion. Retroceder nunca rendirse jamas.Tus manos reflejan un alma dedicada a la guerra. Si amas a la guerra esta te amara a ti, solo debes dedicarte en cuerpo y alma.-declaro. luego escucho por mi nombre.

-Mars  Sila Vicens. Que esta noche forjes tu destino, se la lanza de Marte y conquista su corazon con la victoria. termino. Con tono profundo buscando realzar su espiritu.

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Si bien era cierto que las manos de Livia lucían callosidades y durezas, se podía apreciar que no eran manos de un verdadero soldado, ni siquiera las manos de un campesino. De ser así no exhibiría algunos cortes superficiales ni esa suavidad femenina y delicada justo entre la piel de los dedos. Todo ello confirmaba que su vida había pasado de los algodones a los barrotes en muy poco tiempo y aún se adaptaba a estos últimos.

Al recibir tal cumplido, Livia baja la cabeza avergonzada y esconde las manos tras la espalda:

-No señor...yo no conocí la guerra. Yo conocí la ventura y la dicha hasta que me fue arrebatado por un hombre que no merecía tal nombre. Mi batalla fue con él y la perdí, perdí mi libertad aunque el perdió la vida.- añade con gravedad y muestra de que no se arrepentía de lo que había hecho- pero el dios Marte me dio la fuerza para hacerlo y se que es un dios justo. Él me dio un nuevo camino. Y por eso y por vuestra presencia, se que hoy no he de fallar.

Asiento a las palabras de la joven. No os avergonzeis. La guerra tiene mil campos de batalla, una venganza, un insulto,un amor, incluso un ludus- señalo el lugar

Cada dia es una batalla misma en la guerra que es la vida.-digo con conviccion y seguridad. El destino esta marcado por los dioses pero si luchas estos te son favorables. Las marcas mas profundas no estan en el cuerpo si no en el alma, esas cicatrices no son visibles pero son las que te cambian, no os preocupeis por vuestras manos.

El espectáculo que están haciendo pasar pasar a la germana y los insultos a nuestros dioses es algo que no me pasa desapercibido y cuando la rubia busca en la mirada de la gente la mía es de un fuego frio consciente en mi interior que algunos van a pagar sus pecados por lo que están haciendo a mís dioses y a la rubia.

Marcus pudo notar como el cuerpo de la Bárbara se enfriaba entre sus manos, la arcilla que unos momentos antes iba encaminada a convertirse en una hermosa estatua para deleite de los presentes se deshacia entre sus dedos como tierra seca. Por un momento pensó que había sido su ligera distracción al notar que el Flamens armaba a una de las esclavas, pero la tensión de los músculos de la rubia le hablaba de una voluntad de hierro obstinada en no ceder un ápice ante sus avances.

En otro momento habría aplaudido su bravura, demostraba tener un espíritu indómito, digno de admiración. En otro momento, en otro mundo, hubiera aceptado lo que el cuerpo de la mujer reclamaba y hubera retrocedido. Pero estaban en Roma, y en Roma un esclavo que deseaba vivir no contradecía a su amo, y menos aún si su amo era un Lupus y ese Lupus era Titus.

Se agachó detrás de ella y fue subiendo lentamente, sus manos recorriendo el cuerpo de la germana con destrezaa. Lo que antes había tomado como una diversión para los romanos presentes se había convertido en un desafío, uno que de fallar podía costarle caro. Los dedos volaron leves por la piel descubierta, apenas rozando la superficie, dibujando caminos invisibles que parecían seguir el dibujo de sus cicatrices. Cuando volvió a estar parado detrás de ella mordió levemente su cuello - Reserva este fuego para la arena - susurró imperceptiblemente - es en el único lugar donde podemos ser nosotros mismos.

No le pasó desapercibida la mirada de Nórdico, lo conocía, y entendió que la rubia era el último de sus caprichos - Si te sirve de algo, imagínate que mis manos son las del Cuervo. - el susurró llegó antes de que la punta de su lengua recorriera desde el cuello hasta sus hombros, y las manos de Marcus desataron en ese momento el corpiño de la armadura de fantasía. Los dedos se insinuaron bajo la tela y recorrieron el camino desde la espalda hasta los pechos, apretándolos cuando los hubo envuelto y llevándose la prenda cuando los soltaron, dejándolos libres a la vista de todos.

-Sus palabras son como agua fresca para el sediento, mi señor...gracias por ellas.- dice verdaderamente emocionada la romana. Podía sentir y era evidente para todos, una creciente conexión espiritual con aquel hombre, al menos por una de las partes; realmente parecía que Livia había sido invadida por un fervor religioso que hasta ahora no se había visto claro y había un brillo de devoción y admiración en sus ojos. Casi parecía amor, pero uno nunca experimentado ni dentro ni fuera de este ludus.

-​​​​​​-Sin embargo mi señor, me pesa que este ludus esté siendo convertido en un antro de fornicación a expensas de los deseos del dinero...lo que está ocurriendo aquí no debiera ser el espectáculo, esto no es un templo de Baco...Marte estaría furioso con esto pues ese hombre ni siquiera ha ganado el derecho sobre un rival conquistado. Los placeres deberían estar reservados para aquellos que los ganan en el campo de batalla, no para quienes los compran con oro.- sus palabras aún van dedicadas a Mars, pero son lo bastante altas y atrevidas para que sean oídas por aquellos que están a su alrededor- Tenéis razón al juzgar al esclavo como bueno pero el que tira de la correa es el responsable del insulto a la inteligencia y al gusto de los presentes y los dioses.

¿Había un sacerdote romano en la sala? Podía entender que mis palabras le hubieran ofendido, a fin de cuentas mis dioses seguían en pie después de más de 2.000 años y los suyos poco menos que eran copia del panteón griego. Por eso cuando habló airado ni me inmuté; en Egipto a los bastardos se los come el desierto, aquí quizás habría que esperar un poco más de tiempo pero aquellas acusaciones se las acabaría tragando, quién sabe porqué lugar.

Lo ignoré y no moví un sólo músculo ante semejantes insultos, ya daría Set cuenta de su vida, ya se encontraría con Anubis, tan sólo había que ser pacientes.

Sí que me fijo en Livia, como romana que es, hace migas con el sacerdote, éste le entrega su lanza y ella se la agarra, la coge y manipula ¿acaso Roma no proviene de una Loba? ¿Acaso no hay un lupus entre nosotros? Sin embargo el sol Ra domina en el horizonte y en la oscuridad reina el dios Sokar. Mis dioses les permiten respirar y yo no contradigo a los dioses, seré clemente con ellos mientras no me digan lo contrario.

Dado que la Domina nos permite movernos, me aparto de la columna y del sacerdote, buscando otros invitados más atractivos y sugerentes. 

Busco a mis serpientes y escenifico una especie de baile con ellas.