Partida Rol por web

La noche avanzaba cada momento mas rapido. Los sirvientes habian arreglado una habitacion para el noble y los dos exclavos.

Esto incluia no solo que arreglran la cama, que en una mesa cercana hubieran dejado vino e hidromiel. Tras dejar las cosas se habian retirado aunque uno de los sirvientes habia aclarado que estaria fuera por si el señor Titus necesitaba algo.

Imaginaba que en aquella habitación tendría, de momento, algo más de libertad. Al menos hasta que le ordenaran algo... Así que decidió acercarse a la mesa a ver qué bebidas habían y cuando contempló y olió la hidromiel una sonrisa de cierta satisfacción mezclada con algo de añoranza se dibujó en su rostro. 

- Loben Sie Óðinn

Miró que no habían cuernos, pero no podía esperar mucho más de Roma así que se sirvió la hidromiel en un vaso, llevándoselo a los labios y saboreándolo primero, disfrutando de volver a sentir aquel dulce sabor entre sus labios... Tras unos pocos segundos dio un trago y sonrío recordando momentos que ya habían quedado atras.

Levantó el vaso y sonrío de nuevo.

- Zu deinen Ehren, Adonia!

Bebió el contenido del vaso de un trago y después fue a llenárselo de nuevo, si nadie se lo impedía. 

Tras dejar las cosas se habian retirado aunque uno de los sirvientes habia aclarado que estaria fuera por si el señor Titus necesitaba algo.

- Bien - responde breve, al sirviente, dejando claro que le había escuchado perfectamente y que no quería ser molestado nuevamente

Marcus adoptó una postura de descanso aparente en un punto de la habitación que lo dejaba detrás y al costado de Soenya, un lugar en el que podría llegar a ella si intentaba algo contra el Lupus. La mujer había demostrado ser una guerrera poderosa en la Arena, pero Marcus se habia entrenado por dos años para capturar y retener a hombres mas grandes que él mismo, y a matarlos con sus propias manos si el Lupus lo ordenaba.

Cogió la jarra con hidromiel y miró a aquellas dos personas.

- ¿Querer hidromiel? Es dulce.

No sabía que iban a hacer en aquella habitación pero al menos había hidromiel y eso mejoraba la situación. 

Pues para lo fiera que la vendían, no le pareció al Lupus que tuviera problemas en quitarse la ropa sin que siquiera se lo pidieran, ni que se extrañara de que la llevaran a una habitación con hombres

- Eso no es bebida para Romanos - con un deje arrogante de fondo difícil de ocultar - ¿Has sido esclava de placer? - preguntó directo, mientras se acercaba dejando la puerta de salida a su espalda

Bebió un trago de su vaso encogiéndose de hombros.

- Tienen vino, ¿querer vino? 

Miró al anciano con cierta calma, aunque seguía existiendo esa mirada salvaje e intimidatoria que casi parecía natural e innata en ella.

- No, ¿por qué?

- Vino estará bien - aceptando el ofrecimiento servicial de la esclava - no parece que te sientas incómoda porque te hayan traído aquí para complacer mi capricho - permitiéndose cierta ambigüedad en sus palabras, si de algo seguía disfrutando como siempre era de los juegos de palabras y de buscar los límites de los esclavos, al final había un punto en el que conseguía incomodarlos si persistía

Dejó su vaso en la mesa y le sirvió vino a aquel hombre sin mucha destreza, aunque no derramó nada se notaba que no estaba acostumbrada a esas cosas. Una vez lleno el vaso se lo ofreció para después volver a coger el suyo y dar otro trago.

- He estado en situaciones peores, con romanos peores, con más romanos - Parecía ambigua o quizás no sabía como expresarse bien, pero si miró con calma al anciano y aún a pesar de eso, había respeto en su mirada pero seguramente no por su posición sino por su edad - ¿Desea que complazca de alguna forma? 

- Esta noche soy yo quien está aquí para complacerte, gladiadora - anuncia, casi con solemnidad - le di mi palabra a tu Domina y gusto de cumplirla siempre

Aunque pese al anuncio no había terminado de aclarar la manera

- ¿Cómo te has sentido mientras los malvados Romanos celebrábamos tu victoria? ¿Cómo te has sentido al recibir la marca? 

Levantó una ceja mirándolo con cierta suspicacia pues claramente no se fiaba de los romanos y aún así se apoyó en una pared y siguió saboreando su hidromiel. 

- Como alguien que pierde a una aliada y muere una parte de ella.

Miró la marca con tranquilidad.

- Como una más de los gladiadores, para poder luchar como ellos y en la arena. 

- Cuídate de la arena o puede que un día la prefieras a tu libertad - asegura, con una media sonrisa, muy seguro de sus palabras

Prueba el vino que le sirvió la esclava, parecía el mismo que el de la fiesta cosa que en cierto modo le decepcionó, así no se cuida a un inversor

Su mirada era firme y segura.

- Buscaré mi libertad, en la arena y cumpliré mi promesa.

Si algo podía notarse es que su voz sonaba confiada.

- Y pasaré por encima de quien sea para ello. 

Ríe y niega ligeramente con la cabeza, divertido sin lugar a dudas, como el que observa un cachorro juguetón que todavía no tiene claras las normas ni las jerarquías. Ya tendrá tiempo de aprender, claro...

- Dime, germana, ¿en que puedo complacerte? pide cuanto esté en mi mano y no contravenga nuestras costumbres y te será concedido... tu victoria de esta tarde bien lo ha valido 

Lo miró aún más extrañada pues no esperaba una oferta así y muy posiblemente ni siquiera se fiaba de él, pues quizás la arpía lo había enviado para ver hasta dónde podría llegar.

- ¿Para ahora o algo que sea más duradero?

Enarca una ceja extrañado por la pregunta

- Los esclavos no pueden tener propiedades - le recuerda, cuando habla de algo duradero

Seguramente se había vuelto a expresar mal.

- No es una propiedad, es una ¿petición? - No sabía si estaba usando la palabra adecuada - Algo para las noches. 

- ¿En qué estás pensando, germana? - y es que era difícil responder a alguien que no dominaba el idioma con unas indicaciones tan ambiguas - habla sin miedo, mi ofrecimiento es sincero.

Le resultaba pesado y complicado tener que expresarse en aquella lengua pero debía hacerlo.

- Tener la celda abierta, por las noches. No para escapar, sino para compartir lecho y buscar el calor de unos brazos. 

- Esa es una decisión que corresponde en exclusiva a tus Amos, no algo que esté en mi mano - recordándole la condición que mencionó en un primer momento - no mientras no estés en venta, al menos.