Partida Rol por web

A pesar de haber respirado con alivio cuando vio a los niños cantando, Sidney seguía sin estar tranquila. Estaba convencida de lo que había visto, los mismos ojos fríos que había visto en el centro comercial y que había estado siguiendo a Kat y a la misma Sid.

Cuando su padre cerró la puerta, ella comprobó que en verdad todo estaba correcto y bien cerrado y, en lugar de subir de nuevo a su cuarto, decidió quedarse en el salón junto a él. El miedo que había pasado al ver al Santa Claus y escuchar el timbre, le habían hecho darse cuenta de cuánto se había separado de su familia en los últimos meses, más concretamente desde que Malcolm había muerto.

Sintió la vibración del móvil que aún sujetaba en la mano después de mandar los mensajes a sus amigos y, cuando leyó la contestación de Troy, un grito de temor quedó ahogado en su boca tapada por una de sus manos.

Troy, estoy bien. Ni se te ocurra venir solo... Por favor, no corras un peligro innecesario por mí. De verdad que estoy bien, le he visto pero parece que ya se ha ido. No te preocupes, vete al baile y pásalo bien. Sid

Camina sóla por la calle, alejándose de la multitud y de sus sueños. Como correspondía a la niña de papa, se marchó del lugar con la cabeza altiva y el paso firme y seguro. Se podía ver el enorme enojo que tenía con todo lo ocurrido en su mirar, pero mantuvo la compostura hasta que estuvo lo suficientemente lejos de todo aquello.

Entonces su cabeza se inclinó hacia abajo, su paso se tornó  más lento y pesado y su mirada se llenó de lágrimas. La joven malcriada, o esa imagen daba, estaba acostumbrada a salirse casi siempre con la suya y, aunque había sido siendo utilizando el lado más malo y cruel, manipulando la situación a su antojo, había logrado lo imposible: ir con Troy al baile, sin levantar sospechas. Todo quedaría como un acto de venganza de la joven Wells hacia Kurt y más aún tras las palabras que el joven usó para defenderse de ella. Pero el director lo estropeó todo.

La joven continuó caminando casi como un alma en pena, llevando la bolsa que le había dejado Troy allí con su ropa, a cada paso una lágrima por saber que no iría al baile con Troy, ni que le vería allí... sólo al bruto de Kurt, el cual seguro que ya estaba preparando algo para vengarse de ella y humillarla en público.

Comenzó entonces a notar que empezaba a haber tráfico. Cuando sentía un coche cerca, miraba hacia otro lado, para que no la viesen llorar. Mercy apretó el paso para llegar lo antes posible a casa, entrar en su cuarto y poder llorar agusto en el. Por él.

Finalmente el viaje en coche fue acaparado por el silencio reinante de la misma situación en si, era difícil para Lindsey digerir todo aquello de forma repentina. Es que la sensación de miedo podía agobiarla lo suficiente pero no lo demostraría, ni siquiera delante de su novio. 

Al llegar a su casa, baja del auto y espera a Jim con una sonrisa en sus labios. Le sujeta la mano y juntos ingresan al hogar,  era seguro estar allí brindándole en parte una tranquilidad que necesita la animadora en este preciso instante. 

- Cariño... ¿Un refresco? - preguntó tras ir hacia el refrigerador y cogió dos latas, eran gaseosas. Ya una vez en el sillón esperó a Jim para que se siente a su lado, mientras revisaba las novedades en las redes sociales. 

La noticia sobre su hermana, le sorprendió y no dudó en expresarlo. - Será idiota... Metida en un escándalo de chicos, ahora que todo está tan tenso. No tiene cerebro mi hermana...- musitó a regañadientes ya sin ganas de beber lo que tenía entre sus manos. Estaba muy preocupada por su novio, recordando sus palabras una y otra vez, podía haber sido él quien estuviera en el lugar de los Spencer.  No quería pensar tanto, ni proyectar una tragedia, simplemente estar a su lado para que nada le suceda. 

El coche patrulla se detuvo en un semáforo y el agente se giró en el asiento hacía Troy y le miró a través de la mampara de seguridad que separaba ambas partes del coche. Parecía increíble que el agente no tomara en serio sus advertencias e hiciera caso omiso del peligro real que estaba amenazando la vida de otra familia. A través de la rejilla le miró con gesto cansado en los ojos sin prestarle la mínima atención al teléfono móvil que el muchacho le mostraba.

-Mira chaval. Te lo digo por última vez. Dime la dirección de tu casa y déjate de rollos. Cuando estés allí podrás irte a donde te salga de las narices, pero yo tengo que asegurarme de que llegas. Son órdenes.

El agente se miró a Kurt a través del espejo retrovisor interior del coche y escuchó su petición, después pareció meditarlo durante unos instantes en los que se mantuvo en silencio y finalmente accedió a su propuesta.

-Está bien. Voy a dejarte en tu coche y te escoltaré hasta tu casa. Pero prométeme que no vas a hacer ninguna tontería. Y ni se te ocurra ir a por ese otro chaval.
 

Asintió más para sí que para el policía, aunque sabía que le estaba mirando por el retrovisor. No es que no se le hubiera pasado por la cabeza volver a por Troy, o mejor, pillar a Mercy de camino a su casa - imagino lo agradable que sería el susto -, pero no, era verdad que tenía cosas que hacer y no iba a perder el tiempo. Aún así debía librarse rápido del agente y la mejor opción era portarse bien, tal como se esperaba. 

- Si, señor, claro - Señaló el parking del instituto -. Tengo allí el coche, vamos por él y directos a mi casa, no haré nada, lo prometo, lo de antes sólo ha sido un malentendido. 

Troy miró al agente con clara expresión de disgusto por su actitud. "Estamos jodidos con polis así", pensó. Bajó el teléfono mientras hacía uso de toda su sangre fría para no soltarle alguna cosa que empeorara aun más la situación. Con toda la normalidad que pudo fingir, le dió la dirección de Sidney. Acto seguido, para distraer su atención de lo que acababa de decir y evitar preguntas, preguntó:

- ¿Y quién es el tipo que habeis cogido? ¿Es del pueblo?

Sentía curiosidad por lo que el policía pudiera decirle, pero tras el mensaje de Sidney, aquella información podría ser de muy poca relevancia. A no ser que hubiese más de un Santa Claus, lo cual hacía que toda aquella historia tuviese aun menos sentido. Miró por la ventana, intentando distraerse de esos pensamientos hasta que llegaran, con un poco de suerte, a la dirección dada por Troy.

Durante todo el trayecto en coche, Jim permaneció callado y sumido en sus pensamientos. La felicidad que había envuelto a Jim durante todo el día de ayer se había visto empañada por el miedo al misterioso Santa Claus. ¿Por qué siempre que consigo un poco de felicidad hay algo que lo estropea? El lúgubre pensamiento le hizo recordar la bolsita de remedio natural que llevaba en la chaqueta, su remedio natural no podía hacer desaparecer los problemas pero hacia que estos parecieran menos graves.

Lindsey  le llevo de la mano hasta el sofá. Mientras, Jim seguía sumido en su discusión interna, fumar o no fumar su “remedio natura” en la casa del juez del condado para olvidar los problemas. Pero la sonrisa de Lindsey le hizo recapacitar, no podía fumar, no es su casa, era algo que perjudicaría a Lindsey. No… no quiero… no debería… ¡Estúpido, no te esta preguntado si quieres fumar! Sí… Sí. Gracias amor.  Jim pago el tributo de la lata de refrescos con un beso y se acomodó en el sofá cerca de Lindsey .

Cuando empezaron a llegar las noticias sobre el enfrentamiento Jim se empezó a incomodar. No debimos de dejar a Troy a Kurt solos. Era cuestión de tiempo que se pegaran. Troy no es una mala persona, simplemente disfruta molestando a la gente. Pero esta vez se ha equivocado de persona... Kurt es muy impulsivo. ¿Qué crees que ara tu padre? 

-No, es de fuera. Creo que ha dicho que es canadiense, pero todavía están interrogándole. -Respondió el agente mientras conducía en dirección a casa de Sidney. Troy sentía con rabia como eran ignoradas sus palabras de advertencia y aviso. Sabía que el peligro estaba allí, que Sidney no mentiría pero no era capaz de lograr que el agente le creyera, y no sabía si era por ser un adolescente o por que era uno de los chicos más conflictivos de todo Birchmont. De los tipos de chicos que los adultos, y especialmente los policías, no toman jamás en serio.

Cuando llegaron a la calle de Sidney, el policía miró a Troy por el espejo retrovisor y le preguntó si aquella era su calle y cual era el número de su portal. Después aparcó frente al portal de Sidney y esperó a que Troy bajara del coche patrulla. No sin antes darle una última advertencia cuando salía del coche.

-No te vuelvas a meter en líos, o la próxima vez no seremos tan amables contigo.  -Después el agente dio la vuelta allí mismo y regresó por donde habían venido.

El policía dio la vuelta a la manzana y regresó al instituto, se adentró en el parking y cuando Kurt le señaló cual era su coche se detuvo y le dejó bajar del vehículo policial bajo la promesa de no intentar ninguna jugarreta. Después dio la vuelta y se colocó detrás del coche de Kurt para seguirle.

Kurt subió a su coche e hizo rugir el motor de gran cilindrada, se dirigió a la salida del parking seguido del coche patrulla y puso rumbo a casa. Le pareció ver a Mercy andando por la calle, o a una chica rubia que se le parecía, pero al pasar a su lado ella miró hacía el lado contrario y no supo si realmente era ella. Tal vez fueran las ganas que tenía de ver a Mercy las que le hacían confundir a cualquier chica rubia con su, hasta aquel día, pareja.

Troy cogió sus cosas y bajó del coche. Escuchó la última frase del policía con cierta resginación. ¿Esperas que te dé las gracias?, pensó. Observó al coche mientras giraba, y cuando vió que finalmente se alejaba le dedicó un corte de mangas. Se acercó a la puerta de Sidney y llamó al timbre. Mientras esperaba, observó la calle en todas las direcciones posibles, intentando fijarse en cualquier detalle extraño, cualquier muestra de que había alguien sospechoso por allí.

Como había prometido, montó y condujo hacia su casa sin perder el tiempo. Aceleró un poco más de la cuenta al pasar al lado de aquella chica que le había parecido ser Mercy, pero no miró atrás ni quiso pensar en ello. Aparcó en la acera sin llegar a entrar al garaje que tenían todos en el barrio, y bajó del coche con tranquilidad, levantando las manos hacia el agente que le seguía, en parte como gesto de despedida y en parte dando a entender que todo estaba correcto. 

Entró en casa sabiendo que el policía le estaría observando, y subió directamente a su habitación sin saludar siquiera a su padre, que ya estaba con una cerveza en la mano - a saber cuantas iban ya - mientras veía la televisión. Miró el reloj y supo que tenía poco tiempo, así que maldijo en silencio y se fue directo a la ducha, se puso unos vaqueros limpios y una camiseta deportiva que le hacía marcar su perfecto cuerpo y se fue directo a la habitación de su padre. 

Sabía que guardaba por allí un arma, la había visto alguna vez, y aunque cada cierto tiempo la cambiaba de lugar no solía esconderla demasiado bien. Rebuscó en los cajones, los armarios y en las cajas debajo de la cama, bajo la almohada y en la pequeña caja que solía tener sobre la mesilla de noche. Fuera donde fuera la tenía a mano, pero ahora se la iba a llevar él, no iba a pasar de nuevo lo de esa tarde con Troy.

Sidney se encontraba charlando y viendo la tele junto a su padre, en un ambiente que hacía mucho tiempo que no disfrutaban los dos, no es que la chica estuviera alegre ni animada, pero los nervios y el miedo que había vivido hacía unos instantes y pensar que podía perder a sus padres al igual que había perdido a Malcolm o a Derek, le hicieron recapacitar y darse cuenta que su padre no merecía tanto sufrimiento. ¿Su madre...? Esa ya era una cuestión distinta.

Pero esa aparente tranquilidad se vio truncada al escuchar, por segunda vez, el timbre de la puerta. Las alarmas de Sidney volvieron a dispararse y el miedo regresó para instalarse, una vez más, en su cabeza. Quizás lo mejor era no abrir la puerta pero su padre no lo entendía. Le había estado explicando lo que había visto por la ventana, al Santa Claus asesino acechando la casa, pero él prefería creer lo dicho por la policía achacando su miedo a la tensión por haber perdido un amigo de manera tan dolorosa como aquella.

Sidney se levantó a regañadientes mientras su padre se dirigía a la cocina para vigilar la cena que estaba preparando y, una vez ante la puerta, tomó aire posando una mano temblorosa en el picaporte, tomándose su tiempo hasta que se atrevió a abrir.

Sólo fue una rendija lo suficientemente amplia para permitirle ver quién había llamado a la puerta, y su sorpresa fue enorme cuando vio a Troy ante ella. Un poco más relajada, aunque un tanto enfadada al saber que su amigo había ido solo hasta su casa corriendo de esa forma un grave peligro, abrió más la puerta para dejarle pasar.

—Troy, pero... ¿Qué haces aquí? Estás loco, podía haberte pasado algo... ¿Cómo se te ha ocurrido venir tú solo? —Le tendió la mano para invitarle a entrar—. Ven pasa, no quiero tener la puerta abierta mucho tiempo. Pero ¿y el baile? ¿Por qué no te estás preparando para ir?

Se daba cuenta que eran muchas las preguntas que tenía que hacerle y que probablemente el joven acabaría agobiándose, pero Sidney no podía ocultar el agradecimiento, y el alivio, que sentía al tener a Troy allí con ella.

—Íbamos a cenar dentro de un momento, ¿te apetece acompañarnos? A mi padre seguro que le gusta tener alguien con quien poder charlar, desde lo de mi hermano... —Torció el gesto intentando que la voz no se le quebrase— Bueno, no he pasado demasiado tiempo con él, supongo. —Se encogió de hombros restándole la justa importancia al asunto.

Iba a añadir algo más, decirle que a pesar de que había cometido una locura yendo solo hasta su casa, se alegraba mucho de tenerle allí con ella, pero prefirió cerrar la boca y no decir palabras que quizás se malinterpretaran y porque, en cierta forma, le daba la impresión de estar faltando de alguna forma a la memoria de Derek, aunque en el fondo sabía que no le debía nada ya que nunca habían sido novios y, si lo pensaba bien, tampoco habían llegado a ser amigos.

Concentrado en vigilar la calle, Troy no escuchó la puerta abrirse. Se encontraba medio de espaldas a la casa cuando oyó la voz de Sidney. Antes de poder decir nada, se vió asaltado por un aluvión de preguntas. Abrió bastante los ojos (o todo lo que podía abrir el ojo derecho, aun morado), un tanto abrumado.

- Ok. -fue lo único que acertó a decir mientras caminaba hacia el interior, tras el gesto de Sidney para que entrara.- Tranqui, me han acompañado.

Una vez dentro, observó la casa con detenimiento. No solía ir a casas ajenas, y siempre se sorprendía de lo distintas que eran de la suya. Se giró hacia Sidney cuando le propuso quedarse a cenar. Se quedó un instante pensando. Su corazón y su pensamiento iban a mil por hora, tan rápido que no se dió cuenta de que llevaba un rato afirmando con la cabeza. Se sacudió ligeramente y negó.

- No no, no quiero molestar. Solo... Solo había venido para ver si estabas bién, por lo que habías visto y eso... Además, no creo que a tu padre le haga gracia que yo esté por aquí. -apartó la mirada, sin saber exáctamente por qué agujero colarse y esfumarse.- Debería haberte acompañado, lo siento por dejarte sola. -hizo otra pausa, esta vez para sonreir tal y como solía hacerlo cuando bromea o cuando va a soltarle alguna de las suyas a alguien.- Y la próxima vez que me mandes a la mierda, te voy a hacer tragar nieve hasta que te salga por las orejas.

Rió ampliamente, sin hacer mucho caso al dolor de la herida del labio. Se recolocó la bolsa de viaje al hombro, alegrándose de no tener que llevar más la otra bolsa. Volvió a mirar a Sidney a los ojos, quedándose callado otra vez. Sacudió al cabeza de nuevo, como intentando volver en sí.

- Bueno, solo era eso. No quiero molestar más. Emm... Me voy. -fue a girarse hacia la puerta, pero se detuvo y frunció ligeramente el ceño, pensativo.- Espera, ¿tú no irás al baile? ¿Ni siquiera con Kat?

Ella corresponde al beso con dulzura y una pasión latente, dejándose caer en el sillón junto a su novio mientras bebía un sorbo de su gaseosa. Cada tanto contemplaba a Jim buscando la forma de comprender lo que al chico le sucedía, hablaba solo y se respondía de la misma forma. ¿Qué le sucederá? - se preguntó la animadora un tanto pensativa. Siempre fueron amigos, luego pasaron a serlo con derechos y ahora, finalmente se habían entregado al delicioso camino de un noviazgo. 

Sin embargo, se comportaba de forma extraña y eso la tenía bastante inquieta. - ¿Qué sucede amor? -  preguntó directamente, lo de Santa Claus lo tenía muy mal y ahora la noticia de que Kurt se había peleado con Troy pudo haberle afectado. - Tenía que suceder, el problema no son ellos sino mi hermana que se mete y hace líos. La rivalidad entre ellos siempre estuvo pero con una chica de por medio, esto empeoró. No sé que pensar, ya hablaré con mi hermana sobre ello. Tantos años cuidado una imagen perfecta, la dejo de lado y ella la mancilla. - se quejó de forma tranquila, cierto era que Lindsey había cambiado y las cosas las veía desde otra perspectiva. 

- No te sientas culpable amor. ¿Quieres que vayamos a verlo? -  preguntó para dejar tranquilo a su novio, si tanto le preocupaba allí estaría ella, ofreciendo una ayuda si era necesario. Todo sea para que Jim esté bien. 

La Wells entró en su casa deprisa, tratando de no hacer demasiado ruido. No tenía ganas de encontrarse con nadie, ni de hablar. Explicar en ese momento el motivo por el cual traía una bolsa con su ropa de la calle o porque había estado llorando, era algo que necesitaba evitar a toda costa.

Agarrando con fuerza la bolsa con su mano, se encaminó con prisa a su dormitorio, donde podría desahogarse agusto. Ni tan siquiera miró si había alguien en el salón e incluso en el pasillo. Subió casi volando las escaleras, cualquiera que se cruzase con ella en ese momento se habría dado cuenta de que la joven había estado llorando, y se encerró en su cuarto. Instantes después la radio de la joven comenzó a sonar más alta de lo habitual para ella. Estaba claro que no quería ser molestada.

Sidney enarcó una ceja al saber que, según palabras de Troy, alguien le había acompañado, aunque cuando ella había abierto la puerta no había visto a nadie más.

—¿Te han acompañado? ¿Y ya se han ido? ¿Quién?

Aunque se imaginaba que Troy no contestaría a sus preguntas, haciendo como que no las escuchaba, ya que eso era lo que llevaba haciendo todo ese día.
Por unos segundos se alegró al pensar que Troy aceptaba su invitación, sobre todo viendo como asentía constantemente con la cabeza, por ese motivo no pudo disimular su desilusión cuando, esta vez en voz alta, rechazaba el quedarse a cenar.

—A mi padre seguro que no le importa pero... Lo entiendo, tienes que prepararte para el baile, seguramente has quedado y no querrás llegar tarde.

Sidney sonrió, aunque aún lucía un deje de decepción, cuando escuchó la risa de Troy.
—Oh, no me lo recuerdes... No sé qué me pasó, de verdad que lo siento. Lo siento mucho.

Y lo decía en serio. Haber mandado a la mierda a Kurt le había sentado muy bien, pero a Troy... No, él no se lo merecía, sobre todo después de lo bien que se había portado con ella.

La chica ni siquiera se había movido del sitio cuando Troy le dijo que se iba, incapaz de acompañarle hasta la puerta para, de esa forma, no tener que despedirse de él. Le sorprendió un poco que él le hiciera aquella pregunta por el hecho de que, después de todo lo sucedido, aún alguien pudiera pensar que ella estaba de humor para acudir a un baile. Ese baile sólo sería un sufrimiento ya que la persona con la que iba a hacer acto de presencia había muerto de forma salvaje. No, lo último que le apetecía era tener que recordar a Derek, sobre todo después de que, en las últimas horas, hubiera empezado a dudar de sus verdaderos sentimientos hacia él.

Sidney negó con la cabeza antes de contestar.

—No, no tengo pensado ir. Por mucho que lo quieran disfrazar de homenaje a Derek y su familia, me parece una falta de delicadeza muy grande... ¿Te lo imaginas? ¡Hagamos un baile para homenajear a nuestros vecinos brutalmente asesinados! Es... es... macabro.

Sentía la mirada de Troy fija en ella, consiguiendo hacerla sonrojar levemente. Desvió la vista hacia las pertenencias del chico, con las mismas que le había visto durante todo el día, o puede que ahora lleve alguna bolsa menos...

—Espero que no te pases todo el baile cargando con tus cosas o sino no podrás bailar... —Había empleado un tono de humor para relajar la tensión de sus palabras anteriores. Dudó unos segundos hasta que, armándose de valor, volvió a mirarle directamente a los ojos—. ¿De verdad que no te quieres quedar a cenar? Me gustaría... me gustaría que aceptaras y te prometo que no te entretendremos demasiado para que luego te dé tiempo ir al baile. ¿Qué me dices?

Troy escuchó a Sidney mientras cavilaba si debía o no contarle lo sucedido. Por una parte, no quería ontinuar dando cierta imagen de sí mismo, pero entendía que era un poco tarde para eso. Por otra, las posibilidades de que Sidney terminara enterándose eran bastante altas, así que la mejor opción era que lo conociera de sus propias palabras.

- Entiendo lo que dices sobre el baile, yo tampoco acabo de ver del todo bién lo del homenaje. Aunque... Si las cosas hubiesen sido de otro modo, el propio Derek sería el primero que intentaría que todos volviéramos a la normalidad e intentáramos no pensar en algo así. -se mordió ligeramente el labio, apartando la mirada un instante.- Él no hubiese querido que lo pasaras mal.

Hizo una pausa y suspiró sonoramente. No acostumbraba a hablar de según qué cosas ni a ponerse sentimental, se sentía raro haciéndolo. Volvió a pensar en lo sucedido aquella tarde. Se rascó la cabeza y se decidió a contárselo.

- Ok, te voy a explicar lo que ha pasado antes. No te va a hacer gracia, te aviso. Emm... -cogió aire y comenzó a relatar bastante rápido, como quien se ha aprendido un texto de memoria y quiere quitárselo de encima cuanto antes.- Cuando te fuiste, el memo de Kurt dijo algo que no debería, nos peleamos, los agentes del sheriff nos separaron, el director Cameron me ha prohibido ir al baile, ha expulsado a Kurt del equipo de futbol, -hizo una breve pausa para darse unas palmadas en el hombro a sí mismo.- se nos han llevado en coche, y en lugar de ir a mi casa le he dicho al agente que me trajera aquí.

Al callar, se dió cuenta de que quizás la historia, así contada, sonara un tanto difícil de digerir.

- Ah, y Mercy me invitó a ir al baile con ella para hacer rabiar a Kurt, pero tengo la impresión de que voy a tener que rechazar la petición. -añadió con sarcasmo, aunque algo le decía que la broma no recibiría mucha atención después de lo antes explicado. Apartó la mirada, como el niño que sabe que está apunto de meterse en un lio.- Te dejo que me eches la bronca después de cenar...

Dejó la bolsa y la guitarra en el suelo, cerca de la puerta.

Por unos instantes, sintió como sus ojos se nublaban cuando Troy habló sobre Derek y lo convencido que estaba de que su compañero muerto hubiera querido que siguieran adelante. Puede que tuviera razón, aunque la joven no estaba tan convencida como él. Pero fue la afirmación de Troy sobre que Derek no querría que ella lo pasara mal lo que la dejó sumida en sus pensamientos durante unos instantes.

Siempre había soñado con el día en que Derek le pediría ser su novia. Se había imaginado aquella escena cientos de veces y, a pesar de que su relación con el chico no pasaba de algún saludo o comentario esporádico, ella seguía sin perder la esperanza.

Pero desde que se había enterado de su muerte, Sidney no había dejado de plantearse si no habría estado perdiendo el tiempo todos esos años. Derek nunca se había metido con ella pero tampoco recordaba haberle visto defendiéndola, por lo menos de manera pública. Nunca se había dignado entablar una conversación con ella si alguno de los populares rondaba cerca y, la alegría inicial cuando la invitó al baile, fue quedando empañada con el tiempo al darse cuenta que sólo la había usado para dar celos a su exnovia. Él lo había dejado muy claro... sólo como amigos.

Había estado tan ciega... Pero a pesar de todo, el hecho de saber que no volvería a ver a Derek nunca más le rompía el corazón.

Salió de su ensimismamiento cuando Troy comenzó a explicar todo lo que había sucedido. Sidney le miró con los ojos abiertos como platos y una mano tapando su boca, pero sin decir palabra hasta que no terminó su primera parte de la explicación.

Todo el mundo sabía que, tarde o temprano, aquellos dos acabarían pegándose y por lo visto había sido ese mismo día. Quizás, si ella no se hubiera ido, ellos se hubieran contenido.

—Es culpa mía. No tendría que haberme ido de aquella forma... Lo siento Troy, si me hubiera quedado quizás... no hubiera pasado nada.

O quizás sí. Eso era algo que no podía saber y no creía que sólo por su presencia los dos chicos fueran a evitar una pelea.

—Mejor acompañado no podrías haber venido. Escoltado nada más y nada menos que por la autoridad. —Dedicó a Troy una sonrisa traviesa que remarcaba el tono de broma que había impregnado sus palabras.

Pero la sonrisa quedó congelada en sus labios cuando escuchó lo que había hecho Mercy, dudando mucho que la Wells lo hubiera hecho sólo para fastidiar al imbécil de Kurt.

Lo sabía. Sabía que esa arpía tramaba algo. Todos los que habían estado en el exterior del instituto se habían dado cuenta de las miradas que Mercy le había dedicado a Troy y Sidney estaba convencida de que la gemela Wells tenía el ojo puesto en Troy. ¿Los motivos? Sólo la rubia lo sabía. Maldita egoísta y caprichosa.

Pero sus oscuros pensamientos quedaron rápidamente en segundo plano al ver como Troy soltaba sus cosas y aceptaba, de manera bastante peculiar, su invitación a cenar.

—¿De verdad? Me alegro que te quedes, además ahora no tienes prisa para ir al baile.

Sin pensar ni un segundo en lo que estaba haciendo, Sidney agarró de la mano a Troy y, tirando de él, le llevó hasta la sala donde antes había compartido unos momentos con su padre, el cual debía seguir en la cocina.

—¡Papá! Tenemos un invitado a cenar. —Se giró de nuevo hacia Troy indicándole con la mano que se sentara en uno de los sillones—. Pero dime, ¿aceptaste ir con ella al baile o no?

Era un tanto insólito que, por lo que parecía, lo único que le preocupaba a Sidney en aquellos momentos era la pareja de baile que a punto había estado de tener Troy. Eso y saber que el cretino de Kurt habría sufrido bastante.

—La cara de Kurt tuvo que haber sido un poema. Qué pena habérmelo perdido... Entre ser apartado del equipo y la humillación por parte de Mercy, tenía que estar loco de rabia seguro. —Se giró hacia él con cara de preocupación—. ¿Y a ti? Ya sabes como es mi... es el director... dudo mucho que se conforme sólo con castigarte sin ir al baile.