Partida Rol por web

-¡Ya está bien! -Gritó de pronto el Juez Ryan Wells como si estuviera golpeando con su martillo en la sala de su juzgado, sólo que esta ocasión se encontraba en mitad de todo el circo que se había montado a la salida del instituto por culpa de los dos machos alfas del grupo. Se había congregado gran cantidad de gente atraídos por el alboroto y habían ido formando un circulo para enterarse de lo que estaba sucediendo. Incluso el Sheriff Bostrom y el director Cameron habían se encontraban allí presenciando atónitos todo aquello.

-Vosotros dos - les dijo a Troy y Kurt con su imponente voz de juzgado-, ya habéis hablado demasiado. Guardad algo de silencio y tener respeto por lo ocurrido. Sheirff Bostrom, haga el favor de que sus hombres se lleven a estos dos a sus respectivas casas y que se aseguren de que no se cruzan de nuevo el uno con el otro. -La mirada severa volvió a centrarse en Kurt y Troy, podían ver la ira contenida en sus ojos. -Si fuera cualquier otro día dejaría que el Sheriff os encerrara en el calabozo. Habéis tenido suerte.

Miró hacía Mercy pero su ceño seguía fruncido por lo que había presenciado allí fuera, su hija había obrado para alterar aún más los ánimos entre esos dos lejos de calmarlos y había sido parte del melodrama que se había creado después con la petición de ir al baile y todo lo demás.

-Como te iba a decir antes, no tienes de que preocuparte. El asesino ya ha sido detenido por los agentes del Sheriff. Un sospechoso disfrazado de Santa Claus que caminaba por el barrio de la familia Spencer ha sido detenido. El baile se celebrará, y cada uno elegirá con quien va a ir libremente. Pero si vuelve a haber otro altercado de este tipo -advirtió, -tomaremos medidas más drásticas.

-No se preocupe, Juez Wells. -Intervino el director Cameron mirando con severidad a los muchachos, pero especialmente a Troy. -El señor Jacobson no asistirá al baile de Navidad. Pensaba tener una conversación con él a la vuelta de las vacaciones por haberse saltado el castigo de ayer por la tarde, al que sólo asistió Kurt. Pero tras esta nueva pelea no me queda más remedio que expulsarle del baile, señor Jacobson. -Le dijo a Troy. -Kurt podrá asistir. Pero desde este momento queda suspendida su participación en el equipo de fútbol.

Cameron era como el Juez Wells, implacable a la hora de impartir su propia justicia. Pero a diferencia de éste, el aura que mantenía el director era de constante enfado, de férrea disciplina. Y sin duda llegaba a atemorizar más que la peor versión del Juez Wells.

Sidney llegó a su casa sin sufrir ningún percance, apenas se cruzó con otras personas durante el camino y ninguna de ellas era un Santa Claus asesino por fortuna. Aunque ella era perfectamente consciente de que no era para tomárselo a la ligera, y que había cometido una irresponsabilidad al volver sola a casa ya que un asesino andaba suelto por Birchmont. Y era muy peligroso andar por las calles más estrechas, solitarias y, por tanto, potencialmente peligrosas. Bien lo sabía ella, tras la dolorosa perdida de Derek y toda su familia.

Sidney había ido pensando durante la mayor parte del camino en Troy, y no fue hasta que llegó a su casa que se percató que no había pensado tanto en Derek. Por contra, Troy acaparaba la mayor parte de sus pensamiento, aunque no entendía muy bien que podía significar aquello. Debía sentirse dolida por Derek, que era quien le había invitado al baile. Aunque tampoco era su novia, él lo había dejado claro en la invitación. "Como amigos", le había dicho. Y Troy... él era el chico malo del instituto, aunque ella sabía que era mucho más que lo que decía esa etiqueta. Él si era su amigo. Pero entonces, ¿por qué le preocupaba tanto lo que pudiera pensar Troy de ella?, ¿porque le rechinaba tanto su amistad con Mercy?.

El ambiente navideño de la casa le abofeteó la cara cuando entró en su casa. Su padre continuaba esforzándose por aparentar normalidad en su familia mientras su madre se sumía en la depresión navideña de recordar a su fallecido hermano Malcolm. Muérdago, espumillón, bolas de Navidad y hasta el árbol completamente equipado y con las luces brillando encendiéndose y apagándose intermitentemente. Fue él mismo quien le dio la noticia, habían capturado al Santa Claus responsable de las atroces barbaridades cometidas en la casa de los Spencer. Los agentes del sheriff habían detenido a un sospechoso que deambulaba por el barrio de esa guisa, con el traje de Santa, una campana y un saco lleno de cajas simulando regalos. Aunque a Sidney esa noticia no terminaba de tranquilizarla, a pesar de todo, como si no estuviera convencida del todo de que aquella pesadilla había finalizado realmente. 

Fue a su cuarto después de comer y decidió pasar allí el resto de la tarde. Por alguna extraña razón se levantó de la cama y se dirigió hacía la ventana. Y allí lo vio. En la acera de enfrente, vestido de Santa Claus con una mirada sádica en los ojos, no llevaba una campana sino un hacha ensangrentada. Le miraba con esos ojos fríos con los que le había mirado en el centro comercial. Con paso decidido se acercó hacía la puerta de su casa. Sonó el timbre. Antes de que pudiera reaccionar su padre se dirigía a la puerta para abrir y dejar pasar a la muerte dentro de su casa. Sin embargo, al abrir la puerta, tan sólo se trataba de unos niños cantando villancicos. 

La joven agachó las orejas ante la voz y mirada de su padre. Hubiese dicho algo, pero sabía que perjudicaría por completo la situación si así lo hacía. Cuando escuchó la sentencia de su padre de llevar a ambos chicos a sus respectivas casas a Mercy se le escapó un Papi no.... que sonaba a súplica. Osea, todo lo que te dije es cierto... papi... Le rogó.

Entonces el director Cámeron, quien debía creerse el juez y la ley del lugar, tuvo que dar su sentencia. Mercy le miró aterrada y corrió junto a su padre cuando escucho las palabras del director. Osea, no es justo... ¿saes? El insti está cerrado, están en la calle... ¿saes? Le recriminó la joven al director bajo el manto de seguridad que le daba su padre. Osea, no tienes auto...ri.. dad.. aquí... ahora... ¿no? La joven comenzó a desinflarse y se agarró a la mano de su padre. ¿Verdad, papi? Osea... No ha ocurrido en horario escolar ¿no? ... Oseaa... no debería afectar ¿saes? y si lo hace que sea por los dos por igual ¿no? Miró al director con recelo. Osea! Vaya super justicia que imparte! ¿saes? Sintió la mirada del director atravesando su cuerpo y se giró a dar queja a su padre. Osea... En cuanto pase todo el alboroto ya sabemos quien volverá al equipo! ¿No? Sae que no son nada sin Kurt!¿verdad? Osea.. y a Troy que le den ¿no? Papi. Osea.. Si Troy no va al baile, yo tampoco lo haré ¿saes? Osea... No me parece justo ¿saes? y menos después de que todos escuchasemos super reir de esa manera a Kurt ¿no? , que parecía un loco... ¿saes?  Y me asustó como actuó. Pensó para si.

Y papi... osea... aun con el asesino detenido ¿no? Mercy sabía como pedirle algo a su padre, aunque esta vez lo tenía bastante complicado por todo lo ocurrido en el parking. Osea, me gustaría que no tuvieses en cuentra lo ocurrido ¿saes?, Osea... realmente el no es así... ¿no? y... permítele estar en casa unos días. Por fi... papiiii... Osea. Sería el mejor super regalo de Navidad que podrías hacerme nunca.. ¿saes? Se giró y miró a Troy. Ella ya no podía hacer mucho más en todo ese lío salvo esperar que su padre la respaldase.

Kat ni se molestó en enfadarse con los frívolos reproches entre Kurt y Troy, ni con su clara falsa preocupación por Sidney, aunque lo que más le dolió fue por parte de Troy, que era el que realmente tenía un deber con ella, era su amigo.
Era como ver una pelea de niños de patio, no tenía sentido pararles o intentar razonar con ellos. Entonces Mercy, como no, hizo su momento estelar, pedir a Troy que sea su pareja para el baile! Estaba claro que las gemelas se habían vuelto locas, Lindsey con Jim y ahora Mercy con Troy. Kurt estaba hecho una furia, más si es que era posible, le acababan de traicionar y con su archienemigo, eso duele. Kat le compadeció, le miró incluso con ternura.
Resignada Kat cogió el móvil y escribió, justo cuando aparecieron el director y el juez Wells para acabar con la disputa.
*¿Troy sin baile? Mercy te salió mal la jugada, pides al chico equivocado ir al baile y además boicoteas cualquier posibilidad con tu primera opción*
Kat quería irse de una vez de allí, y más después de escuchar que el Santa Claus había sido arrestado, algo le decía que eso habría sido demasiado fácil. Y por otro lado seguía Mercy desesperada por intentar que Troy durmiera en casa,seguro que por intenciones no tan inocentes; y después del comportamiento de Troy con Sidney, Kat no iba a dar la cara por él, no esta vez.

Troy no pudo evitar cierta sorpresa ante la risa de maníaco de Kurt. Le parecía un tanto excesivo perder la cabeza de ese modo, pero no podía evitar sentirse reafirmado en su victoria personal. Sabía que las cosas ni iban a quedarse así, que Kurt intentaría vengarse de algún modo, pero nada de loq ue pudiera hacer podía afectar ya a Troy. En unas horas, nada de todo aquello tendría importancia. Perdido en esos pensamientos, Troy notó el beso que Mercy le acababa de dar.

- Tranqui, no hace falta. -contestó.- No creo que esto llegue a mucho.

Mientras terminaba esa frase, pudo percibir el enfado en el gesto de Kat. Sabía que no era precisamente por la pelea entre él y Kurt, sino por Sidney. Se giró hacia ella, con expresión seria.

- Hey, le dijimos que se quedara y nos mandó a la mierda. ¿Qué iba a hacer, retenerla contra su voluntad? ¿Para que volviera a mandarme a la mierda?

Antes de poder tener respuesta, el juez Wells y el director Cameron tomaron su parte en el asunto. El juez parecía un tipo razonable, y quizás, sin saberlo, tomó la mejor opción para calmar el asunto. Encerrar a Troy y a Kurt solo hubiese continuado caldeando el asunto. El director, por supuesto, no iba a ser igual de permisivo. Cuando prohibió su entrada al baile, Troy no pudo evitar dejar escapar un leve soplido y una risa ahogada. "Como si no ir al baile fuese lo mas terrible del mundo", pensó.

-Espera, que me pongo a llorar... -no pudo evitar decir por lo bajo.

En cuanto al castigo de Kurt, eso ya era otra cuestión. Algo le decía a Troy que aquello podía ser el detonante que le hiciera perder la cabeza definitivamente al deportista. Podría haber aprovechado la ocasión para atacarle, pero le pareció innecesario. De nuevo, la seguridad de saber que todo aquello se convertiría en apenas una anécdota en unas horas le dió una nueva perspectiva sobre el asunto. Aunque, sin lugar a dudas, estaba disfrutando de cada segundo de calvario de Kurt.

Mercy se había puesto a hablar con su padre y Cameron, aunque Troy no prestaba mucha atención a sus peticiones. Al fin y al cabo, nada de lo que habían dicho era excesivamente drástico desde su punto de vista. Pero de pronto escuchó un comentario que le dejó algo descolocado. ¿Estaba Mercy pidiendo a su padre que dejara que Troy se quedara en su casa?

- Wow wow wow, alto. -dijo confuso, sacudiendo la cabeza.- ¿De qué estais hablando?

¿Se estaba burlando de él? Apenas vio el gesto típico de animes - aunque él no veía esas cosas, así que no podía saberlo - de Mercy hacia él, ocupado como estaba en molestar al agente del sheriff  para que se lo llevaran de allí, pero sí que vio el beso de la chica a Troy. Paró en seco de incordiar al policía y miró fijamente al chico durante unos segundos para desviar en seguida la atención a Mercy. Sus ojos, pese a que era difícil asegurarlo a esa distancia, reflejaban un odio palpable que no presagiaban nada bueno. El ambiente se hubiera vuelto más frío si pudiera y la tensión entre ellos podría haberse cortado con un cuchillo si hubiera tenido uno a mano, aunque en esos momentos, pensó, casi era mejor no tenerlo. 

No solía perder los estribos, toda su vida había sido un completo caos del que había salido a fuerza de voluntad y aprendiendo a actuar cuando era necesario, pero si ya con aquél tipo solía dejarse llevar, en aquél momento estaba a punto de explotar del todo. Si creían que habían visto lo peor de él es porque no habían visto al hermano de Sid cuando le dio por jugar con su coche, y ni siquiera eso iba a ser comparable a lo que allí podía pasar si aquellos dos seguían por aquél camino. Habían elegido un mal día para hacerle sufrir, un día en el que ya había perdido mucho y que amenazaba con quitarle aún más, y si así iban a ser las cosas, otros también serían víctimas de su suerte. 

Entonces, como un soplo de aire fresco, el Juez Wells y el director hablaron, y tras sus palabras una sonrisa lobuna se dibujo en su rostro. Sabía que lo del fútbol era un bulo, el deporte era demasiado importante en la vida escolar, y ahora que su amigo... no estaba... él era el único que quedaba para mantener el equipo a flote. Aunque Cameron se opusiera, tarde o temprano la presión del colectivo le haría retractarse, pero en cambio aquello, oh, eso era una delicia. 

Sabía que a Troy le daría igual no asistir, seguramente hasta ese mismo momento ni se lo había planteado, pero ella era otra historia. El dolor y la desilusión podían reflejarse en el rostro de Mercy, y a punto estaba incluso de llorar con una de esas pataletas de niña pequeña al amparo de su padre. Iría sola al baile - aunque tal vez eso era un favor viendo su acompañante de última hora -, y lo mejor es que quedaría una vez más, como cada año en el que él mismo salía con Lindsey, relegada a un segundo plano y superada por su hermana. Era la misma canción de cada año, pero esta vez podía saborear el dulce resentimiento que la niñata irradiaba.

Luego miró a Kat y suavizó el rostro. La hermanastra de las Wells tenía un aire totalmente misterioso y diferente que le llamaba la atención, y en esos momentos además veía una posible aliada en todo aquello. El enfado con Troy era evidente, él había preferido quedarse a esperar a su amante antes que proteger a Sidney, y eso, fuera por el motivo que fuera, no tenía excusa alguna, sobre todo cuando hasta él se había esforzado más.

Lo cierto es que con todo aquello el odio estaba alejando el sufrimiento que sentía, y ahora que tenía un objetivo podía pensar con una nueva claridad. Se vengaría de todos ellos y podría seguir con su vida. Y entonces, como si quisieran quitarle ese atisbo de alegría momentánea, volvió a tener la mala suerte de prestar atención a la conversación que estaban teniendo en las escaleras del instituto. ¿Estaba pidiendo Mercy que Troy se quedara a dormir? ¿Había perdido la cabeza? Ni por un momento eso sería posible, ¿no? Aunque con el asesino suelto y siendo tan blando con su hijita Wells, espera, ¿qué acababa de decir Ryan? Todo desapareció por un instante y se giró de golpe hacia el agente que le retenía. 

- ¿Han cogido a ese hijo de puta? 

-Sí, le hemos cogido. -Dijo el agente con una breve sonrisa de satisfacción en el rostro por el trabajo bien realizado. -Sube al coche. -Como sabrían más tarde, habían capturado al Santa Claus responsable de las atroces barbaridades cometidas en la casa de los Spencer. Los agentes del sheriff habían detenido a un sospechoso que deambulaba por el barrio de esa guisa, con el traje de Santa, una campana y un saco lleno de cajas simulando regalos.

Kurt y Troy fueron metidos en diferentes coches patrulla para llevarlos a sus respectivas casas siguiendo las ordenes del juez Wells, los llevaron separados para evitar más enfrentamientos entre esos dos que se la tenían eternamente jurada. Mercy suplicó a su padre que recapacitara pero ya había decidido sobre ello. De todos modos, los muchachos serían llevados a sus casas y no estaban detenidos, en cuanto subieran al coche les quitarían las esposas, tan sólo era una medida preventiva. Tampoco hizo caso a la otra petición de Mercy, el director Cameron era quien decidía sobre aquellos asuntos escolares, y aunque era cierto que la pelea había sido fuera del instituto, había ocurrido en sus alrededores y después de un acto del centro, por lo que eran responsabilidad suya según el principio de in itinere. Pero lo más importante de todo consistía en que eran alumnos del centro y el director podía decidir castigarles sin permitirles la asistencia al baile por sus actos y su reincidencia en pelear mutuamente.

Además de ello, el Juez también se mostró tajante en cuanto a lo de permitir que Troy se quedara en la casa de los Wells, argumentando que ya no había peligro ahora que el Santa Claus estaba detenido y sobre todo por la actitud del problemático joven. Bastante difícil era ya mantener la paz familiar que se empeñaban en destruir constantemente entre las dos hermanas y Kat, aunque esta última era quien menor culpa tenía normalmente. Troy, que no parecía estar al corriente de ese asunto, también pareció molesto al enterarse. Pero antes de que pudiera ser respondida su pregunta el agente le empujó hacía el coche patrulla y le indicó que se subiera.

Tras el incidente, el juez Wells indicó a Mercy y Kat que regresaran a casa juntas ya que él tenía que ir junto con el sheriff Bostrom a ver como se desarrollaba el interrogatorio del sospechoso detenido. Parecían satisfechos con la pronta respuesta de las fuerzas del orden e incluso hablaban de llamar a la prensa para que se hicieran eco de la noticia y Birchmont pudiera volver a la normalidad cuanto antes, y de ese modo todos los padres permitieran que sus hijos asistieran con normalidad al baile del instituto. Eso para el director Cameron era lo más importante. Había que rendir homenaje a Derek y su familia.

Jim y Lindsey llegaron a la seguridad de la casa de la muchacha sin que hubiera mayores percances en el camino que un par de semáforos seguidos en rojo. No se encontraron con ningún Santa Claus que perturbara su tranquila vuelta a casa. Al llegar a la seguridad que arrojaba la puerta de acero blindado de tres metros de altura que daba acceso al recinto Wells se sintieron mucho más tranquilos. En cuanto llegaron a la casa y se pudieron sentar a mirar sus móviles con tranquilidad, descubrieron las nuevas noticias que volaban rápidamente gracias a la tecnología.

La más importante, y que estaban dando en aquellos momentos en el informativo local de televisión, era que habían capturado al Santa Claus responsable de las atroces barbaridades cometidas en la casa de los Spencer. Los agentes del sheriff habían detenido a un sospechoso que deambulaba por el barrio de esa guisa, con el traje de Santa, una campana y un saco lleno de cajas simulando regalos.

La otra noticia no se publicaba en los medios, pero las redes sociales y los mensajes gratuitos de texto hacían posible que la información les llegase con la misma cobertura de un reportero de guerra, con fotos inclusive. Una imagen mostraba a Kurt en el suelo, con la rodilla de un policía en el cuello. Y la otra mostraba a Troy entrando en un coche patrulla del sheriff. Los mensajes de los otros alumnos les informaban de que al parecer Troy y Kurt se habían peleado, llegando a las manos esta vez. Y Mercy se había metido por el medio. Al parecer, según se comentaba, Troy era el amante secreto de Mercy, quien estaba poniéndole los cuernos a Kurt. El Sheriff había separado la pelea y el Juez Wells, quien lo había presenciado todo, había pedido a los agentes que detuvieran a ambos muchachos y el director Cameron había terminado por expulsar a Troy del baile y a Kurt del equipo de fútbol.

Troy sintió cierto alivio al oir que habían atrapado al desgraciado vestido de Santa Claus, y sabía que aquellos que habían sido perseguidos por él se sentirían incluso mejor. Se revolvió ligeramente cuando el agente comenzó a llevarlo hacia el coche.

- Hey, -dijo mirando al agente.- ¿podeis cargar mis cosas en el coche? La guitarra y la bolsa de viaje. -se giró hacia Mercy.- La otra bolsa no es mía.

Entró en el coche sin ofrecer más resistencia. Antes de que cerraran la puerta, se giró hacia Kat y gritó:

- Siento lo ocurrido. Iré a ver cómo está Sidney.

Dejó caer la cabeza hacia atrás y suspiró, notandoq ue el cansancio volvía a apoderarse de él. Lanzó una última mirada hacia el escenario de aquella escena que acababan de vivir y hacia los que aun estaban allí, apunto de marcharse. Sonrió con satisfacción, a medida que el coche arrancaba y se ponía en marcha.

Apuró el paso al darse cuenta de la tontería tan grande que había cometido. Un asesino andaba suelto, el mismo asesino que había cortado de raíz la vida de alguien en quien había depositado sus esperanzas de futuro. Pero, aún con el dolor de saber que nunca más volvería a ver a su adorado Derek, Sidney se había sorprendido a sí misma pensando más en Troy que en el chico por el que bebía los vientos desde hacía tanto tiempo.

Quizás, inconscientemente, se daba cuenta que Derek sólo había sido un amor platónico, una relación que nunca hubiera funcionado, pero eso no mitigaba ni el dolor ni el vacío que había quedado en su corazón. Y sin embargo... Sin embargo Troy siempre había estado a su lado aunque fuera de manera velada y, el tiempo que pasaron juntos durante las clases particulares, había descubierto en él una persona completamente distinta a la mostrada al resto del mundo.

Confundida, triste, frustrada y abatida entró en su casa para encontrarse con que su padre quería mantener a toda costa el ambiente familiar de antaño. Miles de recuerdos golpearon a Sidney nada más traspasar la puerta, y el desánimo la aplastó como una losa muy pesada. Todo aquel despliegue de color, de fingida alegría, de felicidad enlatada fue más de lo que podía soportar, pero se daba cuenta que su padre lo único que pretendía era mantener unidos a toda costa los pedazos de aquello que llamaban familia.

Se acercó a él para darle un beso, el cual le recibió con la noticia que acababan de dar... Habían cogido al asesino de Derek y sus padres. Debería sentirse más tranquila sabiendo que el peligro ya había pasado, aunque no se pudiera devolver la vida a tres personas, pero en cambio Sidney seguía estando intranquila, algo en su interior le decía que aquel terror no había pasado.

Subió a su habitación para pensar, llorar y sumirse en su depresión. Nada más entrar en su cuarto, lo primero que vio fue el vestido que esa noche había pensado lucir yendo del brazo de su querido Derek. Con rabia, lo cogió de la percha para guardarlo de cualquier manera dentro del armario. No tenía pensado ir al baile y ese vestido sólo conseguía despertar en ella recuerdos dolorosos.

Se tumbó en la cama y su cabeza, una vez más, se llenó de imágenes de Mercy mirando a Troy y lo peor de todo era que a él no parecía importarle esa atención por parte de la arpía de la Wells.

No, no puede ser. Troy nunca estaría con alguien que sólo se dedica a fastidiar a los que no son populares. No, Troy no me haría eso, no me traicionaría saliendo con una de las Wells como ha hecho su amigo.

Con una vorágine de pensamientos girando en su cabeza, Sidney se quedó adormilada tumbada en la cama. No fue hasta mucho tiempo después que una desazón hizo que se levantara para acercarse a la ventana. La tarde ya se había ido y esa noche sería el baile al que ella no acudiría, un baile que sólo sería recordado como el homenaje a un joven que no debía haber muerto... y mucho menos de la forma en que lo hizo.

Su cuerpo se tensó y un temblor en la mano que apartaba la cortina reveló el miedo que había invadido todo su cuerpo. Lo sabía, sabía que la noticia del apresamiento del asesino era mentira. Y lo sabía porque el Santa Claus estaba allí fuera, al otro lado de la calle, mirándola, observándola, esperando el momento propicio para entrar en su casa y acabar con la vida de los que vivían en ella, prueba de ello era el hacha goteante de sangre que tenía en la mano. Y la miraba a ella, sólo a ella, con unos ojos que denotaban el disfrute que tendría cuando desmembrara su cuerpo.

Aterrada, pero sin perder la cordura, se apartó de la ventana dispuesta a bajar al piso donde su padre estaría viendo, con toda seguridad, viendo la tele. Nada más abrir la puerta de su habitación escuchó el sonido característico del timbre. Sidney echó a correr escaleras abajo, con la urgencia de saber que tenía que detener a su padre antes de que abriera la puerta. No podía permitir que aquel monstruo invadiera su hogar, un hogar roto sí, pero era su familia, lo único que tenía en aquellos momentos.

—Papá no...

Ni siquiera le dio tiempo a terminar la frase cuando se encontró a su padre con la puerta. El sonido de niños cantando villancicos resonó en el interior de la casa y Sidney, con una mueca de extrañeza y miedo, se quedó mirando sin comprender a los despreocupados niños que venían a pedir sus dulces. Desde la puerta, miró al otro lado de la calle pero allí no había ningún Santa Claus asesino.

Toda aquella historia, la tensión vivida, los recuerdos y el sufrimiento tras la muerte de su hermano tenían que estar pasándole factura. Se preguntó si se estaría volviendo loca, aunque algo le decía que aquella historia de terror no había terminado. Separándose de la puerta fue en busca de su móvil y tecleó dos mensajes a las únicas personas que podía considerar sus amigos, el mensaje era idéntico para los dos.

La preocupación y el miedo la habían impulsado a avisar a sus amigos. Podía ser que sólo hubiera sido un espejismo producto de la tensión de los últimos días, pero Sidney en el fondo sabía que aquella pesadilla aún no había terminado. Tecleó en el móvil un mensaje para advertir a Kat que estuviera alerta y no se confiara.

Es mentira, no han detenido al asesino, lo acabo de ver delante de mi casa... Y no, no estoy loca. Por favor, ten mucho cuidado cuando vayas al baile esta noche.

La preocupación y el miedo la habían impulsado a avisar a sus amigos. Podía ser que sólo hubiera sido un espejismo producto de la tensión de los últimos días, pero Sidney en el fondo sabía que aquella pesadilla aún no había terminado. Tecleó en el móvil un mensaje para advertir a Troy que estuviera alerta y no se confiara.

Es mentira, no han detenido al asesino, lo acabo de ver delante de mi casa... Y no, no estoy loca. Por favor, ten mucho cuidado cuando vayas al baile esta noche. Sid.

El traqueteo del coche comenzó a causarle cierta somnolencia. Con las manos ya sueltas, cruzó los brazos y se dejó caer ligeramente por el asiento. El sonido de su teléfono le hizo volver a la realidad repentinamente. Vió que tenía dos mensajes de Sidney. Uno de ellos posiblemente lo habría recibido mientras peleaba con Kurt, y se sintió mal por no haber respondido. Leyó el mensaje antiguo primero, dándole la sensación de que Sidney pretendía no ir al baile. Pensó en lo poco acertado que había sido aceptar la petición de Mercy, pero después de la prohibición del director, aquello dejaba de tener importancia. Pero no quería que Sidney lo pasara mal, ya que lo único en lo que ella ocuparía su mente aquella noche posiblemente sería Derek. Fue entonces cuando Troy entró en un círculo de pensamientos del que no se veía capaz de salir: volvió a pensar en lo estúpido que había sido no pidiéndole ir al baile, pero al mismo tiempo pensó que no habría servido de mucho, pues a ella le gustaba Derek.

Intentando alejarse de aquello, leyó el segundo mensaje, el que acababa de recibir. Su expresión se volvió seria de golpe, mientras su corazón se aceleraba.

- ¡Esperad! -grito al agente*.- Sidney ha visto al Santa Claus, está en su casa. ¡Girad, tenemos que ir a su casa!

Dió la dirección de Sidney mientras le escribía a toda velocidad.

Troy escribió:

No te muevas de ahí, voy para allá. Siento haberte dejado sola.

La joven miró con cierto disgusto como acababan de desarrollarse las cosas y como se cerraban las puertas en sus narices. Miró con odio al director. Dijese lo que dijese, no tenía razón. No era horario escolar. Como si se mataban en el patio o se ponían a fumar canutos en la puerta de las escaleras del instituto. Estaba cerrado y punto. Pero sabía que discutirlo no la llevaría a nada. Ni tan siquiera la dió tiempo a responder a Troy a su pregunta.

Osea.. Vaya mierda de justicia que tenemos ¿no? Sólo vale la de "los adultos"... Murmuró a regañadientes. Aguantó como pudo el no montar una escena de niña malcriada que no lograba salirse con la suya, pues tenía otras cosas en la cabeza, aunque de buena gana la hubiese montado y le hubiese añadido ese toque de rebeldía que la había invadido en estos últimos días.

Cuando escuchó el comentario de la bolsa a Troy, esta le miró y asintió con la cabeza. De mala gana se separó de su padre y cogió la bolsa que dejó Troy para ella y sin decir nada, se encaminó andando a su casa.

Habían hecho caso a la petición de Troy y habían guardado todas sus cosas junto a él en los asientos traseros del vehículo patrulla. Cuando Troy se dirigió con tono alarmado al agente, éste soltó una incrédula carcajada y mantuvo el rumbo del volante con total tranquilidad alejándose del instituto, miró a Troy por el espejo retrovisor interior y negó con la cabeza.

-A ver chaval, tengo órdenes de dejarte en tu casa y allí te dejaré. No me vengas con historias. No vas a volver a pegarte con ese otro. Eso se acabó ya.

Dobló en la esquina al final de la calle del instituto y entró en la avenida principal de Birchmont, una larga calle de dos carriles por sentido que cruzaba como una espina dorsal todo el pueblo y a cuyo alrededor se elevaban las construcciones más importantes de la localidad.

-Y ahora dime tu dirección y déjate de cuentos de Santa Claus. Mi propio compañero fue quien lo detuvo y lo metió en los calabozos, donde ahora está.

Troy se quedó mirando al policía con una mezcla de rabia e incredulidad.

- Que le den a Kurt, ¡esto no tiene nada que ver con él! -sacó el teléfono y se puso a leer en voz alta.- "Es mentira, no han detenido al asesino, lo acabo de ver delante de mi casa." -volvió a mirar al policía, levantando el teléfono para que pudiera verlo.- ¿En serio vas a pasar por alto algo así? Y si... ¿Y si hay mas de uno? Varios de mi clase digeron que lo vieron la misma mañana, puede que sean varios. -se separó del respaldo del asiento para poder estar más cerca del agente, calmando el tono de voz.- Tío, ¿crees que me gusta estar pidiéndote ayuda? Mi amiga está jodida, esta mañana ha muerto... Ha mueto el chico que le gusta, y está hecha un lio. Está cagada de miedo, y solo quiero saber que está bién. Es... -se apoyó de nuevo en el asiento, hablando con un tono alicaido.- Es lo único que me importa, ahora...

Se metió en el coche ya más calmado, sin creerse aún que hubieran atrapado al asesino, pero contento de que ese malnacido recibiera justicia. Por supuesto, por su mente seguían otras muchas cosas, pero escuchar aquello le había producido cierto alivio. Se quedó mirando fijamente por la ventana hacia el instituto y lo allí presentes mientras el policía cerraba la puerta y entraba al coche, y casi podría decirse que sonreía...

- Buen trabajo ti.. esto, señor - A veces, cuando estaba nervioso, perdía la compostura, pero habitualmente todo el tiempo que había pasado junto a militares, además de una infancia de educación estricta y multitud de "maestros" en diversas cosas que exigían autoridad, habían terminado por hacer de él un chico cuanto menos respetuoso con sus mayores. Además, con su buena actitud unido a que era el capitán del equipo de fútbol en un pueblo donde el que más o el que menos abanderaba la causa de algún deporte, esperaba conseguir que aquél agente olvidara en parte su anterior comportamiento y le diera un poco de cancha libre. 

- Oye, siento lo de antes, no quería causaros problemas, con la muerte de mi amigo y todo, es complicado - Dejó unos segundos de silencio, mientras se acomodaba en el asiento -. ¿Podrías hacerme un favor? Con el baile, el homenaje a Derek y su familia, me quedan unas pocas horas y tengo mucho que preparar. Si pudieras dejarme en mi coche en vez de en casa, me quitarías tener que volverme después. Ya sabes, tengo que recoger mi traje, no sé, preparar unas palabras. Si quieres puedes escoltarme para que veas que no hago ninguna tontería... De verdad, estoy bien.

No mentía, habían perdido mucho tiempo y aún no había hecho nada. Tenía demasiadas cosas pendientes y la noche amenazaba con llegar antes de lo que había esperado. No le gustaba tener una niñera, pero al menos haría más rápido si lo conseguía.