Partida Rol por web

Lentamente, Mercy entró en el edificio, parecía que Kat la seguía, aunque no muy convencida del porqué lo hacía. Era normal, tanto tiempo siendo el centro de burlas de las Wells la harían desconfiar de Mercy y sus propósitos. Pero la situación no era normal y esta vez Mercy no usaba su tono hiriente para hablar con los demás. La rubia no tardó en localizar a su padre en un pasillo. El señor Wells hablaba con el Sheriff Bostrom y el director Cameron. Mercy sintió un escalofrío al ver al director Cámeron hablando con él.

Quiso esperar a que Cámeron se fuese, pero.. sabía que tampoco tenía mucho tiempo. La pareció que al final su hermana y Jim se alejaban. Al igual que Sidney, quedando tan sólo Kurt y Troy fuera.. La joven Wells apretó el paso y se lanzó a su padre, abrazándole con fuerza y apoyando la cabeza en el hombro.

Papi, osea... tengo que hablar contigo a sola. ¿Saes? Osea.. Es super urgente. ¿no? Le susurró la joven, evitando mirar al director. Y sólo nos llevará... osea un par de minutos. ¿Saes?¿No?

Mercy permaneció abrazada a su padre mientras este le daba la respuesta. Mientras Mercy miraba a Kat y le hacía un gesto para que no se acercase por el momento.

Troy no esperaba una reacción así por parte de Sidney. Se quedó clavado en el sitio, sin acabar de entender el porqué. ¿Había dicho algo indebido? Quiso salir tras ella, pero se temía otra respuesta como la que acababa de recibir. Sumido en estas dudas, vió como Kurt se le acercaba y le hablaba, en su tono fanfarrón habitual. Troy no pensaba prestarle mas atención de la que solía cuando el quarterback se ponía así, pero la última frase cayó justo donde no debía. La expresión de Troy se volvió de enfado, y dejó caer el cigarro en la nieve.

- ¿De qué caverna sales tú, tio? -dijo dando unos pasos hacia él, gesticulando de forma airada.- Acaba de morir tu mejor amigo, ¿y tienes los huevos de soltar algo así? ¿Qué clase de animal bromea siquiera con que muera otra persona? -se fue acercando más, cada vez mas enfadado.- ¿Te importa algo que no seas tú mismo, Kurt? He intentado ni acercarme a tí toda esta mañana, sabiendo que habías perdido a alguien importante y que estabas jodido, pero parece ser que se te ha pasado bastante rápido. Ni yo hubiese sido tan ruín de hacer lo que acabar de hacer. -se quedó a apenas un palmo de él, como había sucedido el día anterior en clase. Continuó hablando, esta vez en un tono aparentemente calmado.- Mercy está jodida si depende de tí.

Kat cada vez alucinaba más con la brutal evolución de todos sus compañeros y cuando escuchó a Mercy pedirle que la acompañada a hablar con su padre casi fue la gota que colmó el vaso *El mundo se ha vuelto loco, o tal vez siempre fue así…* Quizá las Wells no eran tan malévolas como había creído… quizá sólo fueran un par de personas  que sangraban como los demás, con miedos y preocupaciones…  quizá…  Kat dudó, claro que dudo, debería acompañar a su amiga a casa y no dejarla sola pero en ese segundo de reflexión los dos tíos más duros del lugar se habían ofrecido ya a acompañarla, quisiera o no, así que a pesar de las enormes ganas que tenía Kat de llegar a su habitación y encerrarse, aceptó acompañar a su hermanastra, al fin y al cabo todo lo que podía hacer era dejarse llevar por los acontecimientos.

Una vez dentro, Kat siguió silenciosamente a Mercy, ni siquiera le preguntó por qué quería que ella precisamente le acompañara. Parecía muy asustada, ¿Qué sería eso tan urgente que tenía que contar a su padre?

Esperó ahí de pie, mirando de reojo a Mercy y el señor Wells, y para qué mentir, intentando agudizar el oído para intentar escuchar algo, no podía permitirse más secretos, no cuando sus vidas estaban en peligro. 

Kat aprovechó para coger el móvil y mandar un mensaje, así no se sentiría una idiota ahí de pie esperando. 

^{Mensaje "bip bip bip bip"}

- Iba a acompañarte a casa pero está claro que te dejo en muy buenas manos y mucho más fuertes que las mías XD Oye quieres quedar antes del baile? Vas a ir no? Deberíamos ir todos, deberías ir, después de todo Dereck iba a ser tu pareja en el baile... Bueno, yo en cuanto termine con este extraño rollo con Mercy me pasaré por tu casa te guste o no :3

Sidney se alejó del instituto sin mirar atrás, caminando a paso rápido en dirección a su casa. Pero, a medida que avanzaba y su repentino mal humor iba desapareciendo, su paso se hizo también más tranquilo aunque eso no impedía que se diera cuenta de las implicaciones de sus actos.

No se arrepentía de su contestación a Kurt, aunque sí lo hacía de la que le había dado a Troy pues el chico se había portado con ella como ningún otro lo había hecho en toda su vida, sin contar a Kat. No se merecía el trato que le había dado, sobre todo después de que había estado a su lado en esos duros momentos. Se enfadó con ella misma por haber echado por la borda la amistad de alguien que, aunque tuviera la fama de chico malo, ella había visto que en el fondo tenía un gran corazón.

Se sobresaltó al escuchar el pitido del móvil recibiendo un mensaje, mirando a todas partes con cierto temor al darse cuenta de que, sola como estaba, era una buena presa para el Santa Claus asesino. Había pretendido quedar como una valiente pero sabía, en el fondo, que no lo era.

Sacó el móvil para leer el mensaje de Kat y suspiró, deteniéndose en un lugar desde el cual pudiera ver a cualquiera que se acercara para, de esa forma, tener la oportunidad de salir corriendo en el caso de atisbar algún peligro. Comenzó a teclear un mensaje de respuesta a su amiga, y mientras lo hacía, decidió mandar un segundo mensaje.

Sidney se estremeció sin quererlo al ver escrito el nombre de Derek en el mensaje de Kat, recordándole de esa forma que Derek, su querido Derek, ya no acompañaría a nadie al baile, y mucho menos a ella.

Supongo que tendré que ir, el director no permitirá que alguno faltemos. Prefiero que nos veamos en la fiesta, estarás mucho más segura si estás en casa y no vienes a la mía tú sola. Probablemente mi padre me lleve al baile, así que no te preocupes por mí. Ya me contarás qué quería de ti la tonta de Mercy. Un beso.

Se veía en la necesidad de escribir aquel mensaje, pedir disculpas por un comportamiento que Troy no se merecía así que, sin pensarlo demasiado, comenzó a teclear en el móvil, pero las palabras no parecían querer salir como ella deseaba. Se quedó unos instantes mirando lo que había escrito, decidiendo si enviarlo o no. Al final se decidió.

Troy... no sé qué me pasó, te has portado muy bien conmigo y no te merecías que te contestara así. Lo siento y espero que me perdones. Has sido un gran apoyo para mí y eso nunca lo olvidaré, pero... de verdad, no sé qué me pasó. Gracias por estar a mi lado.

Esta vez no había nadie allí para pararle. Ni Cameron, ni Mercy ni ninguno de los demás idiotas de clase. Estaban Troy y él, cara a cara, y se dio cuenta de que llevaba esperando aquello todo el día. Toda la ira tras enterarse de la muerte de Derek volvió de repente cuando aquél imbécil lo mencionó, la tensión que notaba con Mercy cuando el malote estaba cerca tensó su músculos y marcó las venas de su cuello hasta sentir que estaban a punto de estallar, y así, como un resorte que de repente parte, dejó que toda su fuerza concentrada se liberara.

No habló, no respondió con palabras a las estupideces de Troy, pero en cuanto éste acabó su última frase, lanzó un poderoso cabezazo contra la nariz de aquél payaso que llevaba mereciéndolo mucho tiempo... 

El Juez recibió en su pecho la embestida en forma de abrazo de su hija y tuvo que dar un paso atrás para evitar que le hiciera perder el equilibrio la impetuosidad de Mercy. Ella apoyó la cabeza contra su hombro y él la sujetó entre sus brazos y le acarició la cabellera rubia con ternura. El Juez Wells se mantenía sereno y calmado, como si aquella situación de emergencia, desconcierto y histeria que afectaba a todo el mundo fuera un pequeño problema que él mismo no tardaría en arreglar. Era un hombre que no temía a nadie ni nada, aunque fuera un asesino loco el día de Navidad. Y esa calma que irradiaba se contagiaba, a su lado parecía que todo había pasado, que todo iría bien.

-Tranquila mi pequeña. -Susurró en respuesta a sus palabras. -Cuéntame qué ocurre.

Alzo la vista para mirar al director y al sheriff indicándoles con un discreto gesto que les dejaran a solas. El sheriff asintió y le pidió a Cameron que fueran a hablar a la otra sala. El director asintió y ambos hombres se marcharon.

Mercy tiró un poco del brazo de su padre, llevándolo más cerca de Kat. Quería que la joven escuchase lo que quería pedirle al señor Wells. Miró a su padre a los ojos, no sabía bien por donde empezar.

Osea.. Verás papá.. Hay un chico... ¿saes? No... no es lo que piensas... ¿no? Bueno... quizás si lo sea... Mercy comenzaba a golpearse la cadera con la mano, gesto típico de la muchacha cuando se ponía nerviosa. Osea, es del insti... ¿saes? y.... creo que..., osea.. tiene problemas en casa... ¿saes? y... La chica cogió aire llenando sus pulmones. ¿podría quedarse en casa unos días? Preguntó del tirón. Oseaaaa Creo que se ha ido de casa ¿saes? y... bueno.. es un buen chico ¿no? y... Mercy agachó la cabeza cuando notó que se sonrojaba. Oseaa Tu siempre dices que debemos.. ayudar al prójimo ¿saes? y... con ese asesino suelto... ¿no? y la Navidad y.... puff... Se quedó en silencio unos instantes, buscando más argumentos que añadir antes de darle el nombre a su padre. Sabía la mala fama y reputación del chico y sin duda su padre le tendría en su propia lista negra.

Mercy agarró con fuerza la mano de su padre. Osea, papi... Se... se trata de Troy Jacobson... ¿saes? Siii, ya se lo que me vas a decir... ¿no? pero.. no es tan malo... ¿saes. no? Oseaaa... La verdad es que es super atento... y super simpático.. ¿saes? con sentido del humor, super protector ¿no? y...  Volvió a mirar al suelo al darse cuenta de como estaba hablando del chico mientras seguía golpeando su cadera.

Se giró hacia Kat y la cogió de la mano, tirando de ella hacia su padre. Osea...  Kat te lo puede decir. Dijo poniendo a su hermanastra entre ella y su padre.  Osea.. La habitación de invitados no se usa ¿saes? y.... lo necesita... ¿no? Porfi papiii... Comenzó a rogar la rubia. Osea.. si no es por él... hazlo por miiiiii... .por fiiii...

Apenas había terminado de hablar, vió que Kurt lanzaba hacia él un cabezazo. Por suerte, Troy pudo apartarse lo justo para que el golpe fuera a dar contra su hombro en lugar de su cara. Mientras daba un paso hacia el lateral, descargó un puñetazo contra Kurt, pero solo logró darle en la aprte trasera de al cabeza, sin mucho efecto. Se separé un par de pasos, mientras un pensamiento fugaz le cruzaba la mente.

- Ahora sí que la has cagado bien. -dijo con media sonrisa.- No sabes cuánto...

Tras la dura despedida de Sidney, ambos muchachos se quedaron a solas y, como no podía ser de otra manera dado el poco aprecio que se tenían, la cosa terminó en pelea en tan sólo dos minutos desde que se habían quedado solos frente a la salida del instituto. Sin duda había balas más lentas que la salida que ambos daban al odio que se tenían.

Kurt dijo unas palabras que a Troy no le sentaron nada bien, haciendo referencia a que no quería ver otro muerto por culpa del testarudo enfado de Sidney. Troy le recriminó aquellas palabras con dureza y Kurt le propinó un cabezazo sin mediar más palabras, aunque entre ellos tampoco es que existiera mucha diplomacia cuando surgía el conflicto. Lo había estado deseando desde el día anterior, en el que todos los alumnos de la clase les habían separado cuando la pelea estaba ya comenzando. Cameron les había castigado por ello y Kurt tuvo que comerse el castigo él sólo, porque sólo Dios sabía qué estaba haciendo Troy. Además algo le había estado zumbado en la oreja durante toda aquella tarde cuando Mercy estaba cerca.

Por fortuna Troy esquivó el cabezazo y se movió con un paso lateral para responder a la agresión de Kurt con un puñetazo. Sin embargo, la confusión de la situación produjo que el golpe no fuera bien propinado y que Kurt apenas lo sintiera.

Quedó sorprendido al sentir como su cabezazo no golpeaba la nariz ni la mandíbula de Troy, sino el hombro, haciendo tambalear pero intacto. No dio tiempo a pensar en el siguiente golpe, pues el puño del malote del instituto se dirigía hacia él a una velocidad increíble, apenas logrando esquivarlo. Aquél chico tenía fama de meterse en problemas, y en aquél mismo momento descubrió que era verdad. 

Sin embargo él estaba más que acostumbrado a la lucha, y la adrenalina del momento despejaba su mente y hacía que todo pasara a su alrededor con una lentitud casi graciosa. Observó como su rival daba un par de pasos atrás y sonreía, creyendo que tenía las de ganar, y decidió que tendría que quitarle ese gesto de la cara para siempre. 

Imitando a su contrincante y retrocediendo unos metros, se colocó en una posición más marcial, como le habían enseñado durante tantos años. Los campamentos militares habían sido duros y le habían granjeado más de un problema, pero una cosa estaba clara, sabía defenderse y sabía golpear. Ahora, con la calma de un luchador experimentado, aquél tipo no tenía nada que hacer. 

Crujió los huesos de los dedos apretando los puños por separado hasta que los nudillos se pusieron blancos, y después liberó la presión para que recuperaran el color, aunque pronto se teñirían de rojo. 

- Vamos, a ver que sabes hacer matón de pacotilla - Sonrió -. Te llevaré flores al hospital cuando acabe contigo.

- ¿Estás seguro de que quieres continuar? -dijo aun sonriendo.- Porqué tengo la sensación de que ya has perdido. Tranquilo, no pretendo que lo entiendas.

Mientras terminaba esa frase, hundió el pié en la nieve y lo levantó con violencia, lanzando una nube blanca hacia la cara de Kurt como distracción. Inmediatamente, descargó un puño contra la cara de su oponente. Por un momento, el dolor y el hambre habían desaparecido de su mente. Tan solo podía pensar en las consecuencias de lo que estaba sucediendo, y se sentía satisfecho con ello.

No estaba acostumbrado a aquél tipo de pelea callejera, donde no existían más reglas que las que hicieran a uno ganar, pero llevaba años entrenando y preparándose para momentos como aquél. En el gimnasio le habían enseñado a no rendirse y a luchar con honor contra su rival, pero no era eso lo que necesitaba ahora, no, tenía que recordar lecciones muy anteriores, aquellas en las que su instructor le había dado la clave para cualquier victoria. Saber golpear le sería útil, pero en aquél momento necesitaba más.

No importa como ganes, tu enemigo no respetará tus ideales, querrá matarte, y tú tienes que hacerlo antes. Las palabras de su instructor resonaron en su mente activando un resorte que creía olvidado. Los entrenamientos eran duros, le hacían acabar hecho polvo cada día después de horas corriendo, nadando, disparando y otros mil ejercicios que para un niño eran poco más que tortura física e incluso psicológica. Pero le habían hecho de piedra, le habían vuelto fuerte e imbatible, capaz de luchar hasta la extenuación y llegar más allá, resistir cualquier golpe y devolverlo hasta que su rival sangrara y perdiera el sentido: Ni siquiera había rendición. 

Y ese día Troy estaba allí frente a él. Odiaba a aquél muchacho, odiaba cada palabra que salía por su boca, su sonrisa, sus gestos, y esa manera de mirar y hablar a Mercy. ¿Qué se había creído? Aquél chico no tenía derecho a mirarla siquiera, y que lo hiciera le hacía hervir la sangre. Se arrepentiría. 

Vio tarde como la nieve iba hacia su rostro, pero no dejaba de ser agua, molestaba, le haría perder la visión durante unos instantes, pero no se metía en los ojos como la arena en la que les habían hecho pegarse a veces, ni se quedaba endurecida en los párpados como el barro. Alzó los brazos en una posición defensiva propia del boxeo cubriendo su cara, y como imaginaba segundos después sintió el puño de aquél idiota chocando contra ellos. Era de esperar, no tenía entrenamiento ni visión, iba a lo fácil, a marcar y hacer daño, pero sin ninguna clase de perspectiva. Podía servir contra pandilleros de barrio y drogadictos que no quisieran pagar por la mercancía, pero no contra él. 

No tardó ni un parpadeo en recobrarse. Encogió sus abdominales, fortaleciendo el estómago ante posibles golpes trampa, y mantuvo la posición defensiva a medias, sin bajar la guardia por debajo del mentón, manteniéndose casi completamente recto, como le habían enseñado. Mientras, con la mano izquierda sujetó la muñeca de su oponente antes de que pudiera retirar el puño y le empujó hacia el mismo lado, dejando al descubierto el pecho de Troy. Cualquier con menos velocidad y reflejos, con menos habilidad o más propenso a dejarse llevar, habría descargado entonces un nuevo cabezazo o una patada con la derecha, su pierna buena, que habría servido de poco. Pero él sabía más, y las lecciones, aprendidas tras años a base de estudio y golpes, se ordenaban en su cabeza en un puzzle perfecto. Contrario a lo que se podía esperar, era la izquierda la que poseía una fuerza mayor, que controlada, podía ser devastadora, así que aprovechando el movimiento que había obligado a hacer a su oponente y haciendo uso de sus facultades, elevó dicha pierna girando en un arco de no más de 30 grados - más podía hacerle perder el equilibrio y ser peligroso - y golpeó con la espinilla dirigiendo el impacto contra la caja torácica de aquél idiota. 

Sería un milagro que lo lograra esquivar y más aún que aún se mantuviera en pié si le alcanzaba, así que sonrió incluso antes de terminar el movimiento.  

Troy y Kurt se tenían tantas ganas que ahora, que al fin se encontraban, quedaba demostrado que ese odio que se tenían iba mucho más allá de la simple palabrería y las bravuconadas de un par de adolescentes. Era odio auténtico y criminal, de aquel que provocaba que terminaran peleando incluso en una situación como aquella que se estaba desarrollando a las puertas del instituto, después de la muerte de su compañero Derek y de que les interrogaran como testigos y les alertaran del Santa Claus asesinos.

Pero todo aquello sólo eran factores que se sumaban a las ganas que ya se tenían ellos dos y que había desencadenado en una pelea de los dos auténticos líderes del instituto. Cada uno en un lado, en extremos opuestos, eran dos líderes natos, dos fuerzas condenadas a encontrarse y a chocar violentamente. Kurt entrenado y disciplinado, fuerte y atlético, y Troy con gran fuerza pero más acostumbrado a la lucha callejera, a la supervivencia de las calles.

A pesar de las diferencias la pelea estaba muy igualada. Troy lanzó un trozo de nieve para despistar la atención de Kurt y justo a continuación propinarle un puñetazo, pero Kurt colocó sus brazos en guardia y amortiguó en golpe con los antebrazos. Después se preparó para lanzar una poderosa patada que Troy logró esquivar por los pelos. De haberle dado, seguramente le hubiera dejado sin respiración por un largo rato.

Volvió a retroceder un par de metros, recuperado de la sorpresa; Troy había logrado apartarse en el último instante y había estado a punto de desequilibrarse. Aquél tipo era más rápido de lo que esperaba y había esquivado un golpe que, de haberle dado, habría acabado con esa pelea en un instante. 

Sin embargo allí estaban, intactos pese a que los embates iban tomando forma y se hacían peligrosos. Sonrió mientras volvía a colocarse en una posición defensiva, sabiendo que era más fuerte y que era cuestión de tiempo que una de sus técnicas le dieran de lleno, así que al no ser que escondiera alguna navaja o pistola por ahí, no merecía la pena preocuparse. Podía tardar uno o cinco minutos minutos más, pero...

... El teléfono sonó en ese mismo momento haciéndole perder el hilo de sus pensamientos. Dejó que la melodía por defecto del móvil se escuchara durante unos segundos, mientras ladeaba la cabeza mirando a su rival, analizando sus movimientos e intentando adivinar que haría a continuación. Luego bajó una de sus manos hasta el bolsillo, sacó el aparato con la calma de un monje y lo descolgó llevándoselo a la oreja mientras daba un par de pasos más hacia atrás, poniendo distancia entre ambos. 

- Si, soy yo. - Pausa -. Si. - Pausa -. De acuerdo, muchas gracias, llego en un rato.

Luego colgó y volvió a guardar el teléfono en el bolsillo, mientras extendía las palmas de las manos frente a él en señal de paz. 

- Tienes suerte, tengo que irme - Se crujió el cuello, el cuál tenía agarrotado desde hacía rato -. Ya seguiremos en otra ocasión. 

Luego se giró y se encaminó, sin perder de vista ni un segunod a Troy, hacia su coche que permanecía en el aparcamiento. Tenía que ir a la tintorería a por su traje y luego tenía algún asunto más que atender antes del baile de esa noche.  

Tras su fallido puñetazo, Troy tuvo apenas un instante para esquivar una patada sorprendentemente bien lanzada. La pelea estaba siendo muy igualada. Kurt demostraba una mayor capacidad física, pero la experiéncia en lucha de Troy era superior. Pensó que, muy posiblemente, el padre de Kurt le pagó alguna clase absurda de artes marciales, y aquello le dió aun más ganas de pelear con él. Pero justo cuando iba a dar su siguiente paso, un sonido pareció congelarlos a ambos en su sitio. Mientras Kurt respondía al teléfono, Troy pensó en aprovechar la situación. Pensó que era el momento adecuado para darle el golpe de gracia, ahora que estaba medio distraido. Pero luego cayó en la cuenta de que no le hacía falta, y se contentó con lo que había sucedido. Relajó la postura cuando Kurt alzó las manos.

- Tienes razón. -contestó.- He tenido suerte. Lástima que seas tú quien la necesite.

Sonrió satisfecho, acercándose a sus cosas mientras Kurt se alejaba. No le quitó el ojo de encima hasta que lo vió llegar a su coche. Se apoyó en la pared y sacó el teléfono para mirar la hora, descubriendo que tenía un mensaje. Con el alboroto de la pelea no lo había escuchado. Al leerlo, su expresión se suavizó por completo. Resopló, mirando a la puerta del instituto por la que habían salido hacía unos instantes. Escribió y borró una respuesta repetidas veces, hasta que se decidió. Cerró los ojos y respiró profundamente, intentando calmarse. Volvió a coger el teléfono y a escribir, esta vez más rápido.

La respuesta tardó un tiempo en llegar.

Troy escribió:

No te preocupes, y lo siento si me he metido donde no me llaman. ¿Necesitas alguna cosa? No te quedes sola, por favor.

Troy escribió:

¿Sigues dentro del instituto? Tu novio se acaba de largar.