Partida Rol por web

Con Kurt fuera del coche, Charlie miró atrás apenas un segundo, lo justo para entrar en pánico y echar a correr.

Tenía el espejo en una mano pero no iba a quedarme quieta esperando a que llegara. La cabeza parecía que iba a reventarle a Charlie y le dolía un costado, pero sabía que si se detenía, no habría nada que hacer, por lo que ni siquiera se planteó hacer otra cosa que no fuese seguir adelante.

-¡¡Joder!! ¿Estamos muy lejos del hospital? Porque yo no creo que pueda correr mucho -dijo Charlie, acelerando el paso todo lo que pude, pero tirando al mismo tiempo de Kurt y Linda, o siendo arrastrada por ellos, lo mismo daba.

- Ahora tenéis a la nerd del instituto delante. - Trató de bromear Sandy. - Así que todas las ideas... serán más o menos buenas. Además está Charlie allí, con Lisa y Kurt, si Kurt está mejor, podemos decirles que saquen a Laurie de allí y si ese cabrón no se traga el truco... intentar atraerle con la Laurie de verdad al recinto ferial. - Miró a Jonathan. - Pero tendrá que avisar a sus hombres de que lo despejen... a estas horas empezará a llenarse de gente y lo mejor es que las luces permanezcan dadas, como si funcionase todo, pero que no haya nadie a quien herir.

» La radio no funciona ahora y los móviles no tienen cobertura por el bosque, pero según entremos en Birchmont todo debería empezar a funcionar y si no adelantamos a ese cabrón... - La mano de Sandy apretó la cintura de Adam, casi queriéndole llamar la atención para que estuviese atento a todo. Quería su opinión también. Ni él ni Jonathan eran tontos y fijo que había algo que a ella se le escapaba que a ellos no. - ... será imparable.

Miró a Adam a los ojos y se preguntó si podría tener una relación seria y estable con él. Había conseguido no fumar antes de ir a trabajar ni colocarse durante el trabajo. Pero luego ya era otra historia. Estando con Adam sentía que no le hacía falta fumar nada... pero lo que le preocupaba era el tiempo que pasase sin estar a su lado. Y, a parte de eso, el nivel de madurez que se había dado cuenta que no tenía, junto aquel desequilibrio emocional que hacían que saltase de un extremo a otro.

Estaba claro que si sobrevivía a aquello y quería mantener algo con Adam, tendría que recurrir a terapia... tendría que ir con Tedd Bundy a repasar su vida y sincerarse. Dejar los porros y medicarse.

Pero para eso ambos debían sobrevivir a todo aquello y temía que uno se quedase por el camino.

Adam paró de caminar apenas Sandy empezó a hablar. Escuchó con atención e intentó visualizar la propuesta, luchando contra todas las dudas que tenía. Si Stark no iba al hospital estaban jodidos, pero tanto ella como Jonathan parecían bastante convencidos, y era el único plan que tenían. Era todo lo que podían hacer. Asintió.

- A los coches. -dijo sin más.

Volvió a poner los brazos por los hombros de ambos y echó a caminar, deshaciendo el camino hacia los vehículos. Ni siquiera sabía cuánto tiempo había pasado desde que se fueron de la fiesta de Kurt, pero se le antojaba una eternidad y media. Con suerte, los cadáveres de sus amigos no se quedarían allí más tiempo de la cuenta. Incluso podrían ser vengados si todo iba bien, se permitió fantasear.

A Linda no le tuvieron que decir dos veces que pusiera tierra de por medio con aquella criatura diabólica, pues para ella un ser que no moría cuando le disparaban, que había resucitado de una tumba, y que era capaz de saltar de un segundo piso y recomponerse los huesos rotos como si nada, era una criatura que a todas luces no era obra de Dios.

Una vez superado el shock inicial, gracias a que tanto Kurt como Charlie tiraron de ella, Linda echó a correr con toda su alma. Confiando en que podrían dejar atrás a Santa Claus y darle esquinazo.

Corrieron con todo lo que tenían dentro. Incluso Kurt, que estaba herido y cojeaba ostensiblemente, puso todo su esfuerzo en la carrera. Esquivaron árboles, saltaron ramas y apartaron nieve como si fuera más ligera que el agua. El miedo dominaba sus piernas y les hacía correr más rápido que nunca.

Pero a pesar de ello, el Santa Clauss les dio alcance al cabo de unos metros. Si ellos se movían rápido, aquel lo hacía extraordinariamiente veloz. Y era simplemente imparable. Atravesaba la nieve, las ramas y demás obstáculos como si no estuvieran allí. Pronto lo tuvieron pegado a la espalda, con el hacha lista para descargarla ferozmente sobre el más rezagado de ellos, que era Kurt.

Aquello no tenía sentido. A medida que corrían más y más, y que intentaban alejarse de aquel ser, era como si él fuese más rápido. Resultaba del todo imposible evitarlo cuando parecía que Charlie y los demás actuaban como una especie de imán. Allá donde fueran, él estaba allí, detrás, y con el hacha dispuesta.

Charlie se giraba continuamente, cada vez que saltaba una rama o esquivaba otra, que sentía un tirón en su brazo, procedente de Kurt o Linda, o ella tiraba de alguno de sus amigos.

Pero Stark continuaba pisándole los talones.

Finalmente, vio como alzaba su hacha y se preparaba para asestar otro golpe. Charlie sabía que no iban a lograrlo, que aquel sería su final, o al menos, el de Kurt primero y los demás después, así que... simplemente, se dejó llevar.

Se detuvo en seco y colocó el espejo interior justo a la altura de los ojos de Stark y lanzó un grito de terror, sin saber si el hacha terminaría por descender sobre ella.

Ni siquiera pensaba que fuera hacer algo así, pero tenía que haberlo imaginado; ya había cometido una temeridad similar en la casa, y volvía a hacerlo. Cuando Charlie se giró con aquél pequeño espejo para enfrentarse a Stark, se dio cuenta de que no iba a salir de aquello. Adam y Sandy lo habían intentado, y había funcionado, pero no sin que antes aquél maníaco lanzara su hacha. En esta ocasión, puede que saliera huyendo, pero primero rebanaría la cabeza a la chica. Mierda.

—Sigue corriendo Linda. Corre. ¡Corre!

Era lo único importante en su vida, así que si se salvaba, estaría feliz. Lo habría hecho bien. Pero era él quien debía protegerla, sacrificarse, no Crookshanks. A ella también le daría una oportunidad.

A la par que la pelirroja se daba la vuelta, él hizo lo mismo, ignorando el dolor, obligándose a hacer lo que tenía que hacer. Igual que la vez anterior, solo que en esta ocasión su intención no era parar el hacha, sino a aquél loco por entero, derribarle incluso, antes de que le diera tiempo a usar el arma de ninguna forma. Posiblemente acabara hecho polvo (aún a veces le dolía el hombro de cuando cargó contra él cuando estaba aún vivo, en el instituto), pero jugaba con la ventaja de la sorpresa y con la inercia de la carrera de su oponente.

Se lanzó no solo con toda su fuerza, sino con lo aprendido durante años de entrenamiento, primero en los campamentos militares y después por su cuenta, y también en años de jugar al fútbol, realizando aquél tipo de acciones. Sabía dónde golpear, sabía como hacerlo, y solo quedaba que fuera suficiente.

Charlie alzó el espejo contra Stark, lo que fue clave para evitar que el Santa Claus descargara el hacha sobre Kurt y le hizo retroceder unos metros del mismo modo que si le hubiese enseñado ajo a un vampiro. Pero el espejo era demasiado pequeño para lograr un efecto determinante en el Santa Claus, fuera lo que fuera que sintiera al ver su propio reflejo, así que el asesino se giró hacia la joven con intención de arrepentirse de haber alzado aquella mano con el espejito del coche.

Pero todo aquello había distraído la atención de Stark de Kurt, que sacando fuerzas de flaquezas para ignorar la herida de su cadera cometió una acción desesperada y alocada: placar al Santa Claus. Aquello era algo que, en el pasado, Kurt ya había logrado. Pues cuando toda la aquella carnicería tomó forma en el baile del instituto, Kurt logró derribar al Santa Claus con una embestida similar. Y allí, en la nieve, logró repetir aquella hazaña. Kurt impactó a la altura de la cadera del resucitado Stark y logró derribarlo sobre la nieve con gran fuerza. El golpe fue similar al de dos trenes chocando en la misma vía, pues el Santa Claus, aunque sorprendido por aquella acción, pudo afianzar los pies en el suelo para preparar el choque. No fue suficiente. Tanto Stark como Kurt rodaron por la nieve. El hacha del asesino se perdió en la nieve blanca y su cabeza se golpeó contra el tronco de un árbol. Cualquier otro hubiera quedado por lo menos inconsciente tras aquel atropello por parte de Kurt. Pero tratándose de él, sabían que apenas tendrían unos segundos de ventaja.

Linda también se vio sorprendido por la repentina y arriesgada actuación de Kurt. Entre las dos chicas corrían ayudando a Kurt y cuando Charlie se giró para hacerle frente ella intentó retenerla sin éxito. Pero lo que no esperaba es que Kurt saliera como un loco a embestir al Santa Claus. Linda cerró los ojos asustada.

-¡NOOOOO! ¡KUUUURTT!!

Increíblemente, Charlie no resultó herida y tampoco Kurt. Ella no se esperaba que de verdad aquello funcionara, pero tampoco el placaje de Kurt. El grito de la joven se perdió al mezclarse con el de horror de Linda, pero el sobresalto fue seguido de un momento de alivio y también, de rapidez mental.

Al ver a Kurt y Stark rodando por los suelos y el hacha volando, Charlie se levantó rápidamente para agarrar el hacha. Era el único arma que tenía aquel demonio y si seguía con ella, debía ser por algo. Si existía alguna posibilidad de acabar con él quizás fuese por medio de ella.

Sus piernas se lanzaron hacia el lugar en el que había caído el hacha y sus manos se apresuraron para cogerla, levantarla y cortarle, literalmente, la cabeza a Stark.

No creía que fuera a lograrlo, pero si que lo había hecho. Había placado a aquél cabrón y se había ido al suelo. Le dolía todo, pero era una pequeña victoria. Una vez que podía convertirse en definitiva. Lo supo en cuanto vio a Charlie recogiendo el hacha. Sin pensárselo dos veces, se puso sobre Santa y le sujetó con un férreo abrazo de oso, manteniéndole inmovilizado, esperaba que al menos lo suficiente para que se descargara el golpe mortal.

Después de que Kurt embistiera al Santa Claus y ambos cayeran rodando por la nieve, Charlie se apresuró en coger el hacha para cortar la cabeza del asesino. Charlie tuvo que utilizar ambas manos para alzar un objeto que pesaba más de lo que parecía, la profesora no estaba muy acostumbrada a manejar ese tipo de herramientas, pero a pesar de ello logró alzarla para acometer un golpe. Kurt, entre tanto, se apresuró a sujetar al Santa Claus que se resistía con una fuerza sorprendente.

El hacha golpeó secamente en el cuello de Stark, y la cabeza del Santa Claus, gorro navideño y barba incluido, se desprendió de su cuerpo sin sangre alguna, pues a pesar de gozar de una fuerza y energía sorprendentes, llevaba muerto varios años. El cuerpo se sacudió con el impacto del hacha y dejó de moverse. Kurt suspiró aliviado, de igual modo que Charlie. Pero antes de que pudieran siquiera recuperar el aliento por la carrera, un brazo abrazó a Kurt con fuerza al tiempo que el otro cogía el mango del hacha para arrebatárselo de las manos a Charlie. La cabeza de Santa, apartada del cuerpo, gruñía con rabia y los miraba con ira.

-HO-HO-HO.

En cuanto alzó el hacha y separó el filo de la misma de su cuello, la cabeza volvió a unirse como por arte de magia. Del mismo modo que sus piernas se habían recompuesto cuando saltó del piso de arriba de la casa de los Cleveland.

Regresaron por donde habían venido, lo cual significaba tener que volver a pasar por el lugar donde yacían los agentes muertos. Primero por la cabaña de leñador donde estaban los dos cadáveres de Jackson y Ramírez y después por el camino donde yacía el cuerpo de Stevenson hasta regresar donde el grupo de agentes había dejado el coche patrulla, junto a aquel que Sandy y Adam habían tomado. Jonathan se dirigió al primero de ellos, mientras que la pareja tomó de nuevo el segundo y se pusieron en camino hacia el hospital.

La carretera, que bordeaba esa zona del bosque y luego se internaba a través de él, tomaba una larga curva hacia el sur para después descender hasta Bemidji, el pueblo donde se encontraba el hospital, y que era bastante más grande que Birchmont. Tras aquella curva, la carretera era una enorme recta que circulaba paralela al lago Bemidji entre hectáreas y hectáreas de bosque que imposibilitaban la visión del lago desde ella. No obstante, el grupo ni siquiera llegó a tomar aquella recta.

La visibilidad no era muy buena debido a que la nieve había empezado a caer de nuevo. La oscuridad era absoluta, solo rota por las luces de los vehículos que la atravesaban con dificultad por culpa de la nieve. Jonathan abría la marcha a bastante velocidad, fiel a su temeraria forma de conducir. A Adam le costaba seguir su ritmo, y eso a pesar de que conocía aquella carretera como la palma de su mano. De pronto las luces de freno del coche de Jonathan se encendieron bañando de rojo toda la nieve y el tramo de carretera que les separaba. Adam tuvo que pisar a fondo el freno para no tragárselo. Jonathan abrió la puerta y salió corriendo del vehículo.

Charlie tenía que haber pensado en lo que sucedería, pero no lo hizo y cuando la cabeza volvió a unirse, ya casi no tenía el hacha con ella. Simplemente, había perdido su oportunidad. 

De no haber ocurrido antes, todo habría resultado casi insoportable y posiblemente, se habría quedado paralizada, pero después de todo lo que les había pasado, Charlie sentía hastío y rabia.

-De eso nada, cabronazo -exclamé, mientras sostenía el hacha con fuerza, dispuesta a no soltarla -. Kurt, ayúdame. Linda, deprisa. Coge una rama y clávasela en los ojos.

Parecía que la cabeza de Sandy funcionaba bien despejada de los porros, aunque sintiese la necesidad de fumarse uno, estar junto a Adam hacía olvidar el tema. Pero también sabía que fumada tenía ideas más impresionantes, pues era como si su mente se expandiese... pero nuevamente estar junto al agente hacía que la joven se sintiese así. Como si estuviese en una nube flotando y el mundo estuviese bajo sus pies. Su corazón estaba agitado por la presencia y el tacto con el hombre, pero a su vez su mente estaba en calma a pesar de las circunstancias.

Lo que no pudo evitar hacer, fue hundir la cabeza sobre el pecho de Adam cuando regresaron a la cabaña y comenzó a ver los cuerpos de los compañeros de este en el suelo. El frío y la nieve comenzaban a cogelar sus manos y las partes del rostro más cercanas al blaquecino suelo y ese tono azulado, mezclado con el carmesí de la sangre derramada, impactó con fuerza a Sandy, quien se aferró a quien había reconocido como el hombre que amaba.

Al llegar a la zona de los coches y ver al otro agente muerto, causó una reacción casi similar sobre ella, solo que esta vez pudo controlarse más. - ¿Y el agente que venía con nosotros? - Preguntó a Adam desconcertada al no verle. Era quien había conducido el coche hasta allí. Esperaba que se hubiese quedado dentro de la cabaña vigilando desde ella los cuerpos de sus compañeros, sobre todo al subir al coche junto al ayudante del sheriff y no verle allí.

Al subir en el coche, Sandy se puso el cinturón y en cuanto Adam arrancó y sintió el calor de la calefacción salir por aquellas rejillas, acercó sus manos a ellas, para luego mirar la poca visibilidad que tenían delante. Sandy tenía pánico a conducir sobre la nieve y si nevaba más aún, así pues, rodar por una carretera que era poco más que un manto blanco y que se sabía donde estaba el límite más o menos gracias a los arbustos y árboles que había a su alrededor no relajaba nada a la joven.

Observaba como Jonathan conducía como un loco por aquella carretera. Si ellos no veían, el sheriff menos aún. Miró a Adam, dándose cuenta de que le costaba seguir el ritmo de su amigo y el miedo terminó haciendo que Sandy se aferrase con fuerza a la puerta del coche, mientras que sus pies pisaban inconscientemente el pedal del freno invisible en su lado del coche y cerraba los ojos al tiempo que por primera vez en años, suplicaba y rezaba por no morir volcando en esa carretera, donde no les encontrarían hasta el amancer y fácilmente sobrevirían al accidente, pero no a la fría noche.

En ese momento sintió que le coche frenaba de verdad. Las ruedas se bloquearon por completo pero la velocidad y la nieve hiceron que el vehículo se desplazase unos metros más sin control. Por fortuna se detuvo antes de impactar con el coche de Jonathan el cual se había detenido en medio de la nada. Sandy miró a Adam sin entender nada y esperó a que saliese para ir tras él... no sabía lo que se iba a encontrar, pero estaba segura de que se trataba del rastro que había dejado Stark en su camino hacia el hospital.

Adam avanzó a buen ritmo, llevando a ambos bien cerca para poder avanzar en grupo todo lo rápido posible. Esto les permitió pasar de nuevo junto a los cadáveres de sus compañeros sin tener que verlos durante más tiempo del necesario. Al llegar a los coches, Adam miró a su alrededor tras la pregunta de Sandy.

- No lo sé, pero espero que esté bien. Vamos, no podemos quedarnos aquí.

Dejó el hacha en el asiento trasero y ocupó el puesto del conductor, dispuesto a seguir a Jonathan. Por supuesto, su amigo no iba a cambiar su forma de conducir en aquel preciso instante, así que mantenerse cerca de su coche fue, como de costumbre, todo un esfuerzo. El gran problema era la nieve, que obligaba a Adam a entrecerrar los ojos para poder vislumbrar bien las luces traseras del vehículo. Y de pronto, las luces se aproximaban a toda velocidad. Pisó el freno con tanta brusquedad que su cuerpo quedó pegado al asiento durante unos segundos que parecieron eternos, para luego causarles una sacudida hacia adelante que casi hace que se coma el volante.

- ¿Estás bien? -preguntó preocupado a Sandy.

Salió del coche para ver qué ocurría. Al ver a Jonathan correr, Adam cogió el hacha y le hizo una señal a Sandy para que le siguiera.

- ¡Jonathan! ¿Qué ocurre?

Sandy temía que el coche derrapara por la nieve y el hielo de la carretera y que fueran a terminar saliéndose de la carretera en cualquier curva. Aquellas carreteras eran muy peligrosas en aquel estado, aunque ambos agentes las conocían tan bien que podían ir con los ojos cerrados si hacía falta. Salieron del coche para encontrar a Jonathan, que respondió señalando a un punto delante suya, en el arcén contrario. Allí había un coche patrulla que se había estrellado contra un árbol, tal y y como Sandy temía que les ocurriera a ellos.

-Creo que es el coche de Duffy. - Dijo Jonathan.

Efectivamente, Duffy se encontraba todavía en el asiento del conductor. Yacía sobre el volante con un gesto de horror en el rostro, la sangre caía por el volante hacia el asiento y el suelo. El resto de puertas del vehículo estaban abiertas. Vieron las líneas de la carretera, el coche iba en buena dirección, manteniendo su carril, y de súbito parecía haber salido hacia el bosque y se había estrellado contra un árbol de grueso tronco. El parabrisas y la luna del conductor estaban destrozadas extrañamente, parecía que algo hubiera impactado en ellas y que aquello hubiera sido la causa de que Duffy perdiera el control del vehículo.

Unas cuantas huellas se arremolinaban en torno al vehículo y se alejaban hacia el bosque, cruzando entre los árboles cercanos.

Su intención había sido coger la cabeza y correr con ella. No solo como prueba de que habían acabado con él, sino porque se esperaba algo así. Bueno, decir que era esperado era mucho, pero si que temía que no fuera suficiente ni con esas. ¿Valdría acaso con hacerle cachitos? A juzgar por como se había recompuesto, parecía que no iba a ser tan fácil. Como todo, lo aprendían por las malas, y lo que parecía una victoria acababa de convertirse en una situación de la que iba a ser complicado escapar con vida.

Charlie luchaba contra Stark por conservar el hacha, pero él mismo estaba en problemas. Mientras que con una mano intentaba arrebatar el arma de las manos de la chica, con la otra le tenía a él bien sujeto, cambiando las tornas; el único problema es que si a Kurt le cortaban la cabeza, no había segunda oportunidad. Tenía que liberarse y lo sabía, así que luchó por soltar la presa con todas sus fuerzas, que no tenía claro que fueran a ser suficientes.

A pesar de llevar varios años muerto, Stark era una mole imparable que se movía con una energía que ninguno de ellos podía imaginar, pero que estaban a punto de sentir en sus propias carnes. Con un tirón fuerte, logró arrebatarle el hacha a Charlie y recuperarla de nuevo. Y a pesar de los fuertes intentos de Kurt por liberarse de su presa, el muchacho no logró zafarse de la mano huesuda que le sostenía, aunque estuvo a punto de lograrlo en un determinado momento. Linda entre tanto, les gritaba que se fueran de allí cuanto antes, que se levantaran y huyeran.

Las cosas no podían haber salido peor. Habían logrado tumbar al Santa Claus, tirarlo al suelo, y que su hacha saliera disparada y se perdiera en la nieve. Pero ahora no solo se habían quedado a su lado cuando ya se recuperaba, decapitación de por medio incluida, sino que además habían recuperado el hacha para él.

- No... no lo sé... - Respondió Sandy a Adam más pendiente de lo que había pasado delante de ellos que de la pregunta en sí. No sabía lo que se iba a encotrar y eso le daba miedo. Mucho miedo. Porque para que Jonathan se detuviese así debía ser algo verdaderamente importante.

Entonces el sheriff comunicó lo que tenían delante y Sandy se acerco de manera inconsciente a Adam. Tenía miedo, aunque lo negaría y abjudicaría el temblor de sus manos al frío de la noche.

Paso a paso se acercaron al vehículo, Sandy se había vuelto a aferrar a Adam como una lapa, aunque le soltó cuando vio el coche empotrado contra el árbol. Quizás había sido un simple accidente causado por la nieve y Duffy requería una ambulancia. Así que dejó que los agentes se adelantasen de nuevo, para ir caminando hacia ellos más lentamente, reparando en las rodadas de la nieve que llevaron al automóvil al árbol.

Era como si delante del coche hubiese habido algo que le obligase a girar. En ese momento, Sandy sacó la linterna de su bolsillo y alumbró hacia lo zona donde deberían estar las huellas de lo que le hizo girar... sin terminar de creerse lo que vio en la carretera, se acercó hacia los agentes. - ¿Cómo está? - Preguntó antes de mirar.

Las pisadas que habían en torno al coche no auguraban nada bueno, al igual que la gota de sangre que vio caer del interior del vehículo al nevado suelo. Eso decía a la joven que era reciente. Muy reciente... No se atrevió a mirar. - Los muertos no sangran. - Fue lo primero que dijo. - Y él estuvo aquí. - Añadió alumbrando las huellas que iban de nuevo hacia el bosque. - Así que ha sido reciente y la sangre cae por la gravedad... porque dudo que le haya dejado con vida. Pero de ser así, no deberíamos perder más tiempo y llevarle al hospital... y si no continuar hacia él. Es rápido. Más que nosotros a pie, pero le hemos alcanzado... en un par de minutos le habremos adelantado.

Sandy seguía de espaldas al coche. No quería ver a Duffy, si es que era él, salvo que le dijesen que vivía. Era uno de los agentes más agradables del pueblo y siempre fue muy bueno con ella. No como Adam, claro... pero cuando otros la miraban mal porque sabían que fumaba hierba y casualmente nunca la pillaban, Duffy se comportaba cortesmente con ella. Era un buen hombre y sin duda la primera muerte de aquella noche que afectó a Sandy de manera personal.

- Será mejor que no perdamos más tiempo. - Dijo con lágrimas en los ojos. - O Duffy no será el último de los asesinados esta noche.