Partida Rol por web

Scythe

Escena 1: El contrato

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01/10/2018, 14:51
Germán Ballesteros

Germán parecía abocado a hablar el último... y no por el hecho de hacerse notar o de pensar que su historia, su rango o su condición fuesen los más impresionantes. Más bien era lo contrario. Cuando el resto de contertulios comenzaron a hablar, Ballesteros entendió que aquello distaba con mucho de ser un encargo del Ministerio como los anteriores. Aquello no tenía nada de habitual y así lo constataban las personalidades que allí se habían reunido. 

Y él, alma cándida, pensaba que conocer de primera mano al que fuera el mismísimo Capitán Azor haría de aquella noche algo imborrable en los retazos de su memoria... Y aunque así lo fuera, el hecho de haberle conocido junto a una mujer-lobo... una auténtica Romasanta... le restaba algo de relumbrón al Adalid Alado de la Justicia. Tanto que cuando aquella mujer habló de su condición, Germán no pudo evitar mesarse los cabellos de los bigotes en claro gesto de nerviosismo nada disimulado. Si el truco del vascuence había sido de recopetín, el hecho de que aquella mujer apuntase a su apellido para indicar que cambiaba de humana a lobo y viceversa, dejaba el asunto de la flor de patio de colegio. 

Y luego llegó Trillo... el muerto. Germán Ballesteros, que por otro lado de practicante tampoco tenía demasiado, se vio a sí mismo santiguándose a tenor del comentario de aquel hombre seco como el palo de una vid. Hasta el punto de apuntar al vaso de Mayo e instar al camarero a que le sirviese otro igual. Y si de otro modo se tratase habría escogido una bebida menos opulenta... pacharán como Díaz de Vivar o el segundo sol y sombra para no desentonar con la trayectoria. Pero aquello eran palabras mayores. Muy mayores.

Las miradas pulularon a los que quedaban por hablar... la muchacha, el anciano y el propio Germán. Y éste, aunque sin voz, le echó redaños para tomar la delantera y no dejar ante los leones a los que restaban que, a buen seguro, debían de estar igual de compungidos que él mismo. A menos que fuese la una meiga y sirena del Egeo y el otro la reencarnación de Santo Tomás de Aquino o algo de similar intendencia.

- Pues yo soy Germán Ballesteros... trabajo en el Archivo General del Ministerio. Sólo soy eso... un bibliotecario. Lo mío son los libros...

Una pausa se instaló en el hálito de Ballesteros que tuvo que tomar impulso para continuar.

- Y, bueno... como parece que lo que se tercia ahora es una demostración ahí va.

Acto seguido comenzó a caminar hacia la barra y, sin detenerse, atravesó el espesor de la madera bruñida como si estuviese hecho de humo. Una vez allí, simplemente desapareció para volver a materializarse segundos después en su lugar de origen por el mismo método.

- Invisible e intangible... - rubricó.

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02/10/2018, 22:29
Azucena Ruiz

El inspector Mayo en seguida se pronunció, dejando más que claro que sabía quién era yo, tras los que nos invitó a pasar al restaurante. Al entrar pude ver que en la puerta había un cartel que señalaba que el lugar estaba cerrado, siendo este cambiado pronto por otro en el que se indicaba el motivo.

Me di cuenta de que el camarero también atenuaba las luces mientras el inspector Mayo nos ofrecía tomar algo antes de pasar a la mesa que ocuparíamos y nos pedía que nos presentáramos. Él fue el primero en hacerlo, tras lo que le siguió un hombre con un nombre muy complicado y que me dejó estupefacta con su intervención. Me pilló completamente desprevenida que se pusiera a hablar de poderes así como así, sorprendiéndome también la demostración que hizo. Tomé aquella flor llena de sorpresa, comprobando al olerla que parecía una flor recién cortada.

La otra mujer fue la siguiente, dejándome también más que sorprendida con aquella confesión que hizo visiblemente nerviosa. Era la primera vez que acudía a una reunión de aquel tipo, y por lo que veía debía ser natural hacer ese tipo de presentaciones.

Me había quedado muda, pero finalmente logré pronunciarme, dirigiéndome al camarero para pedir algo.

- Un vino blanco, por favor. Verdejo a poder ser. – solicité en voz baja con una amable sonrisa, no quería interrumpir las presentaciones.

El hombre que se presentó diciendo que estaba muerto me dejó nuevamente atónita. ¿Cómo podía ser algo así? Comenzaba a pensar que todos los presentes éramos unos bichos raros cuando se presentó un hombre cuyo nombre me resultaba familiar. Al parecer él no tenía poderes de ningún tipo, aunque puede que simplemente no hubiera querido compartirlos, lo que sí dejó claro es que trabajaba habitualmente para Mayo; algo a tener en cuenta.

Llegó el turno de quien se describió como un simple bibliotecario, pareciendo en un inicio que no tenía nada más que aportar, pero terminó haciendo una demostración de sus capacidades que me hizo pestañear varias veces; no pudiéndome creer lo que veía.

Me giré hacia la barra, tomando la copa que el camarero ya me había servido, probando el vino tras agradecer al empleado su servicio. Tras aquel breve trago, volví a posar la copa y miré al resto, pareciendo haber llegado mi turno.

- Mi nombre es Azucena Ruiz. Soy oficial del Servicio de Inteligencia del estado. – me presenté escuetamente, resultándome extraño el referirme a mi misma de aquel modo. – Mi peculiaridad reside sobre todo en mi percepción auditiva. Soy capaz de escuchar a kilómetros. Y no importa en qué idioma esté hablando alguien, puedo comprenderlo y comunicarme sin problemas. - concluí, mirando después al único de los presentes que faltaba por presentarse.

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03/10/2018, 09:16
Leopoldo Fischer

Cuando el inspector Mayo concluyó los saludos afirmando que ya estábamos todos, Leopoldo no pudo evitar arquear una ceja. Sin duda era un grupo demasiado variopinto como para que se tratase de una unidad especial a cargo de “su problema” y más sabiendo que prácticamente nadie se conocía entre sí.

En un primer momento el Doctor intentó razonar distintas hipótesis sobre el motivo de tal reunión, pero rápidamente perdió el interés de encontrar lógica alguna y decidió esperar a que el inspector, o la persona que le había hecho perder el tiempo citándole allí, expusiera el tema para rechazarlo con educación y volver a sus tareas. Aunque ese no era del todo su estilo, no. Si no se encontrase en una situación delicada dónde las fuerzas del orden eran de vital importancia, al ver la comitiva que se estaba formando habría soltado algún comentario bien audible seguido de algún insulto en alemán no muy bien recibido por parte de los integrantes de esta y se hubiese ido por el mismo camino. Pero el científico ni estaba en su mejor momento ni se podía permitir ese tipo de comportamientos inapropiados.

Una vez dentro del local, mientras empezaban las presentaciones, el alemán se acercó a la barra para pedir una copa de licor de hierbas, pero rápidamente todo tomó un giro inesperado – poderes? – se preguntó mientras recogía el vaso y se situaba con el grupo al tiempo que el tipo estrafalario hacía la pequeña demostración. El pasotismo acabó convirtiéndose en una ligera sonrisa al escuchar la segunda intervención y siguientes. – Licantropos… muertos-vivientes… - notó como se le erizaban los pelos de la nuca al mismo tiempo que un mal disimulado estremecimiento, acompañado por una sensación de hormigueo le recorría por los brazos acelerando brevemente su respiración – sin duda estaba ante unos sujetos muy interesantes para investigar. Quizás no haya sido una pérdida de tiempo el venir aquí y finalmente se han dado cuenta de todo mi potencial en este campo – pensó mientras degustaba el licor.

Esperó paciente a que concluyesen las presentaciones observando y disfrutando cada uno de los especímenes allí presentes, sin duda le había tocado la lotería. Y con la curiosidad sin saciar y con cierta ansiedad para hacerles todo tipo de pruebas, intentó no desviarse del tema… ya habría tiempo eso.

- Señorritas, Caballeros – saludó a los presentes mientras daba un paso al frente un hombre de origen germánico. Al igual que el inspector, pasaba ya de los 50, canoso, con un semblante amable tras el que se escondía una mirada fría y penetrante mirada – Soy el Doctorr Leopoldo Fischerr – comentó observando a la comitiva – y siento defrraudarles, pero soy un simple científico, licenciado en Física, Química y Medicina, especializado en metahumanos aunque últimamente mis servicios han sido destinado a… otros campos – dijo haciendo un pequeño gesto con la mano, haciendo notar su decepción con su último trabajo aun habiendo tenido un trágico e inesperado giro en los acontecimientos.

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03/10/2018, 09:48
Inspector Jefe Ignacio José Mayo Alonso

- Perfecto, todos nos hemos presentado y ahora disfrutemos un poco de nuestras bebidas mientras el servicio prepara nuestra mesa; así damos tiempo a que nuestro anfitrión pueda llegar. De todas formas tengo orden de que nos sentemos a cenar a las 21:30 si él todavía no ha hecho acto de presencia. - comenta el inspector - Atenderé todas sus preguntas si desean hacerlas, aunque les informo que mi conocimiento de la misión es limitado y no podré responder a muchas de ellas.

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03/10/2018, 10:16
Aitor Haurtxohondatu Gaztelumendi - "Gastelu"

─Joder, Nacho, vaya equipo ─pensó para sí el "macarra" del grupo. Se guardó bien de decirlo en voz alta, puesto que con semejante plantel de "fachas" ya sólo la familiaridad de trato con el Inspector Jefe le llevaría directo al cuartelillo. En parte se debería a sus "pintas", puesto que vestir diferente, comportarse diferente, en un régimen así, era una condena en más de un sentido. Y sin embargo él era así. Trató de suavizar sus palabras antes de emitirlas, con cierto éxito:

─Con semejante equipo imagino que o el problema es de campeonato, o bien vamos a crear uno bien interesante de resolver para otros. O ambas. Je. Perdón. Quiero decir, aquí quien más quien menos tiene poderes o capacidades especiales o está en el mundillo, así que me imagino que no vamos a ir a dar charlas a los institutos. ¿Qué qué coj... o sea, qué se traen... ─suspiró brevemente interrumpiéndose a si mismo─ ¿qué pasa?

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03/10/2018, 10:51
Inspector Jefe Ignacio José Mayo Alonso

El viejo inspector tomo un trago de su bebida y procedió a contestar a Gastelu.

- La misión es de vital importancia para la supervivencia de la nación. Por ello tengo entendido que se olvidarán sus pequeños o grandes pecados... - dice mirando para el "mago" - ...para algunos de ustedes será una buena forma de empezar de nuevo, para otros una gran oportunidad de ascender en su trabajo y espero que para algunos la satisfacción de evitar la muerte de miles de vidas.

El inspector no suelta demasiado con sus respuestas pero decide explicar de manera breve la misión.

- Su misión es recuperar algo que pertenece al gobierno, es algo peligroso y de caer en malas manos podría provocar miles de muertes. Es una misión peligrosa, el riesgo de muerte... - mira a Trillo y añade - ...para algunos de ustedes será muy alto. Pero también lo será la recompensa.

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03/10/2018, 13:05
Trillo

De estar vivo, Trillo habría suspirado con amargura. El inspector prometiendoles el perdón por sus pecados despertaba la parte más cínica en él. No le había pedido nada al régimen, consciente de que la única cosa que quería no se la podían dar. En el momento en que el gobierno supo de su existencia, su tranquilidad se acabó. Si los metahumanos eran el arma que marcaba la diferencia en la balanza de poder, no le dejarían tranquilo. Querrían estudiarlo, reproducir su condición, explotarle. No se le habían escapado los ojos golosos de los científicos que le habían hecho las pruebas depués de hallarlo. Incluso la sana curiosidad inocente le irritaba. No quería ser la cobaya de nadie.

Lo hecho, hecho estaba. Al menos, no estaba solo, había más gente especial. Jovenes e ingénuos. Quizá les tocaría antes a ellos.

- Un arma- soltó, ante las declaraciones del inspector. Habían construido un arma que les habían robado y ahora tenían miedo. Obviamente, todos habían entendido porque era importante "recuperar" y no "destruir". Fuera lo que fuese, era malo que lo tuvieran otros, no el gobierno.

Cada minuto que pasaba, Trillo era más consciente de que se habían acabado sus vacaciones. Que había entrado de nuevo en el juego del poder. En ese juego no hay segundo premio, ni premios de consolación. Sólo ganadores y derrotados.

Habría suspirado si estuviera vivo.

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03/10/2018, 13:42
Álvaro Díaz de Vivar

Un nutrido grupo de personas con poderes sobrehumanos, un científico... y yo. Había algo que no terminaba de cuadrarme, y sólo encontraba una forma coherente de hacer encajar todas aquellas piezas. Al menos, cuando el Inspector Jefe explicó, de forma algo críptica, la naturaleza de la misión. La recuperación de algo que podía poner en riesgo la vida de miles de personas explicaba la presencia de aquel hombre de ciencias, especialmente si aquello a recuperar se englobaba dentro del campo de estudio del alemán, lo que me dejaba a mí mismo como la única incógnita en aquella ecuación.

¿Me habían introducido en aquel equipo como "elemento de control" de toda aquella gente?

Era la única explicación que encontraba viable. Unos cuantos sujetos con poderes, seguramente algunos de ellos forzados por el gobierno del régimen a colaborar en contra de su voluntad... los altos mandos de Madrid no se atreverían a dejarlos sueltos por ahí, mucho menos si existía la posibilidad de tener que trasladarse al extranjero, algo no descartable.

De destrucción masiva. -Añadí a las palabras de Trillo, acerca de la naturaleza armamentística de lo que debíamos recuperar. Ni sus palabras ni las mías llevaban el menor tono de pregunta- ¿Es una misión... "oficial", señor? ¿De qué departamento del Estado depende?

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03/10/2018, 15:39
Inspector Jefe Ignacio José Mayo Alonso

- La misión no será oficial, es más...el estado negará cualquier responsabilidad en caso de que os descubran u os capturen. - sentencia Mayo - ...la misión es considerada encubierta. Recibiréis ayuda de organizaciones clandestinas apoyadas en el estado pero que no están relacionadas. Usted, señor Díaz entenderá la importancia de resolver la misión sin alertar a servicios de inteligencia extranjeros...aunque por desgracia es más que probable que ya estén informados de que habrá una acción por nuestra parte...

Mira a Trillo y asiente ante su afirmación aunque lo matiza:

- Técnicamente hablando no es un arma, pero en malas manos...puede ser convertida en una de las mayores armas de destrucción masiva de la historia.

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07/10/2018, 22:43
Azucena Ruiz

El último de los presentes que aún no se había presentado no tardó en hacerlo. Por su acento parecía ser alemán y mostró una modestia que no sabía si sería verdadera. Se había definido como un “simple científico”, cuando tenía tres licenciaturas y estaba especializado en un campo en el que seguramente no hubiera mucho especialistas. Además hacía mención a que se había dedicado últimamente a otros campos, haciéndo que me preguntara cuáles serían estos.

Da igual lo que diga cada uno de ellos o los poderes que tengan o no tengan. Si están aquí, es porque hay algo fuera de lo común en ellos que el gobierno quiere utilizar en su beneficio.

El inspector nos invitó a hacer preguntas mientras aguardábamos a la persona que faltaba por llegar, aunque ya nos adelantó que no poseía toda la información relativa a la misión. Aitor preguntó entonces por lo que todos nos estaríamos preguntando, de qué iba aquel trabajo. Mayo dejó claro que era una misión muy importante, cosa que era de suponer, para después hablarnos de lo que realizar aquel trabajo podía suponer para nosotros. A continuación describió brevemente en qué consistía la misión, mencionando que el riesgo de muerte sería alto para algunos, pero que también lo sería la recompensa.

Quise apuntar algo, habiéndome invadido la indignación ante aquellas declaraciones, pero prefería calmarme un poco antes de pronunciarme. Tomé la copa de vino y di un lento sorbo a esta mientras dos de los presentes se pronunciaban, afirmando qué objeto era ese del que había hablado el inspector.

No les importa destacar, puede que incluso les guste. Tienen confianza en sí mismos. El militar ha querido completar la información del muerto, ¿compañerismo o querer quedar por encima?

Apunté mentalmente, tal y como me habían enseñado a hacer. Era importante conocer cuanto antes a quien teníamos en frente.

Álvaro preguntó si se trataba de un asunto oficial, dejando claro el inspector que no era así. Se trataba de una misión encubierta, y en caso de que falláramos en nuestra labor nadie iba a acudir en nuestra ayuda, simplemente se lavarían las manos y a otra cosa.

Cuando Mayo matizó el tema de que el objeto fuera o no un arma, me decidí a pronunciarme.

- Agradecería que no hablara de todo esto como si fuera una excelente oportunidad. Estoy convencida de que así es para algunos, pero veo innecesario hurgar en las heridas de otros de los presentes. – dije con voz calmada al inspector, sin querer ser demasiado específica. – ¿Y saben dónde se encuentra ese potencial arma? Por su mención a los servicios de inteligencia extranjeros imagino que ya ha salido del país.

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08/10/2018, 11:07
Leopoldo Fischer

- Así que este era tu plan Gilberto? – pensó el científico ahora que todo le empezaba a encajar en el rompecabezas que se iba formando – el proyecto, los robos en los laboratorios, espías… involucrarme en todo esto? Hace muchos años que dejé toda la acción para los jóvenes, amigo mío… y aquí va a haber mucha.

- Querrida fräulein… me temo que esa va a serr la primera parrte de nuestra misión – empezó a comentar Leopoldo, con una expresión un tanto difícil de leer. Por un lado, una sutil sonrisa reflejaba que seguramente iba un par de pasos por delante del resto en cuanto a conocimientos del asunto, sin embargo, la surcada frete empezaba a brillar ligeramente a la tenue luz ambiente del local, lo que denotaba ¿cierto nerviosismo quizás? Acompañó la afirmación con un largo trago del licor seguido de una insinuación al camarero para que le sirviese otra… tenía que hacerse a la idea de todo lo que se avecinaba. – Aunque es una mera especulación, claro… pero creo que será mejorr dejarr los detalles de la “misión” a nuestro misterioso anfitrión.

Acto seguido, adoptó una pose un tanto más cómoda e informal, sujetando el vaso con una mano y resguardando la otra en el bolsillo mientras recorría con la mirada a los presentes, centrándose en uno en particular – Para amenizar un poco la velada cuéntenos señor Trillo, ¿cómo es la vida de un finado? – incontables cadáveres habían pasado por las manos del alemán, sin embargo, ninguno se movía o hablaba al menos, por voluntad propia.

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08/10/2018, 11:11
Trillo

- Serena- respondió Trillo, sin parpadear. Estaba esperando que la revelación de los parámetros generales de la misión fuera calando en el resto del grupo. Al general se le habían escapado algunos detalles cuando habló con él, así que, a grandes rasgos, él ya sabía que era lo que querían de él. Además, por supuesto, los otros integrantes del grupo tenían sus própias vidas y preocupaciones.- Ahorro mucho en papel higiénico- añadió, mordaz. No le gustaban nada los ojillos de ese alemán, que parecía arder en deseos de diseccionarlos a todos y cada uno de ellos.

Tenía algunas preguntas pero se contuvo. Suposo que no les informarían realmente de nada hasta que no estuviera el último integrante del grupo, fuera quien fuese. 

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08/10/2018, 17:11
Inspector Jefe Ignacio José Mayo Alonso

Habláis entre vosotros largo y tendido, aunque las conversaciones en general son frías ya que apenas os conocéis. En un momento dado uno de los camareros se acerca al inspector y le susurra algo al oído. Luego se dirige al resto de vosotros y os indica:

- Nuestro anfitrión se retrasará por lo nos indica que podemos pasar al comedor y empezar la cena. Os pide disculpas, al parecer la presencia de un temporal en la ruta que ha tomado le impide llegar a tiempo. Pero lo tendremos aquí antes de terminar de cenar...

Los camareros os indican el acceso al comedor y podéis ver que han preparado una gran mesa para que os sentéis todos juntos. La estancia está iluminada con velas, lo que no suele ser usual ya que le da un toque tétrico pero según indican los camareros es una exigencia del anfitrión. A uno de ellos se le escapa el apellido "Cierva", lo que os hace sospechar que vuestro anfitrión es un miembro de la familia "De la Cierva", grandes de España y magnates de la industria aeronáutica nacional.

En el momento que vais a entrar se escucha llamar a la puerta del bistró, es un joven rubio de treinta y pocos años. Le abren la puerta y el inspector decide presentaros al recién llegado. Posee indudablemente un porte militar y os saluda con un leve gesto con la cabeza. 

- Uno de los invitados que faltaba, les presente a Xabier Silva, es un enlace del ejército español con los servicios de inteligencia.

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08/10/2018, 17:22
Xabier Silva y Andrade

- Perdonen mi tardanza, aún acabamos de aterrizar en Cuatro Vientos hace media hora. Nuestro anfitrión ha tenido que quedar a resolver unos asuntos que le atañen y me ha enviado a mí de avanzadilla...suerte que a estas horas las carreteras no tienen apenas tráfico... - Xabier ve a un viejo conocido y lo saluda - ...Capitán Díaz, no lo veía desde hace tiempo, encantado de coincidir con usted de nuevo.

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08/10/2018, 18:04
Cristina Blanco Gutierrez

No me esperaba las siguientes respuestas a las presentaciones y menos aún a que un "muerto" nos acompañase. Eso llamó mi atención tanto, que no pude evitar olfatear con disimulo el aire. - No huele a muerto... ni a un mínimo de putrefacción. - Pensé para mí tras mi comprobación. Luego se presentó el héroe local o más bien nacional del régimen, seguido por el curioso bibliotecario.  - Y lo que porte en ese momento... ¿también se vuelve invisible e intangible? - Le pregunté al hombre cargada de curiosidad.

Le siguió la otra mujer del grupo, quien parecía ser capaz de hablar cualquier idioma y tenía un oído extremadamente agudo. - Espero que sea algo que controle a voluntad... se podría quedar sorda con un simple golpe a su lado... - Detrás de ella un científico alemán tomó la palabra, alguien que no me gustó demasiado, sobre todo al percibir como su respiración se aceleraba levemente al comenzar a descubrir nuestros dones o maldiciones. Tampoco me gustó como sonó aquello de experto en metahumanos.

Y entonces el inspector abrió la ronda de preguntas a las cuales solo tenía medias respuestas. Parecía que no estaba más informado que nosotros de lo que estaba por venir o bien, las preguntas no eran las correctas. Preferí esperar un poco, quizás durante la cena, nuestro anfitrión nos sacase de dudas. Pero nuevamente el inspector nos informó de que este se retrasaría, invitándonos a entrar en el comedor mientras que alguien golpeaba la puerta de entrada al local.

En ese momento, entré en estado de alerta. Si nuestro anfitrión se iba a retrasar y estábamos todos... Nada bueno iba a cruzar esa puerta. O al menos nada bueno para mí. Mi corazón se agitó junto con mi respiración, mis ojos enrojecidos por el posible cambio de piel que iba a tener, miraban fijos hacia la puerta. Mostraba los dientes y mantenía mis manos abiertas a ambos lados de mi cuerpo. Pero cuando veo entrar al joven que el inspector nos presenta como Xabier Silva, mi corazón comienza a palpitar de manera más normal, mis ojos recuperan el tono verdoso y mi cuerpo se relaja, recuperando la compostura.

Ahora que estábamos casi todos, era el momento de lanzar la pregunta que tenía en mente desde hacía rato. - ¿Y para los que no tenemos que empezar de nuevo, ni ascender en su trabajo,  ni la satisfacción de evitar la muerte de miles de vidas a cambio de la nuestra? - Pregunté en voz alta a todos, antes de ir hacia el comedor. - Y la promesa de una gran recompensa no me vale... - Estaba jugando con fuego, pero debía asegurarme de lo que había. - O en otras palabras... ¿qué me impide salir ahora mismo por esa puerta y desaparecer de toda esta...? - No sabía como llamarlo. - ¿... misión no oficial? - Era algo fácil de deducir. A parte de a los monjes locos del Vaticano, tendría al Régimen detrás de mi cabeza. - No me interpreten mal, soy simplemente alguien que mal vive dibujando y que disfruta aullando a la luna llena cuando esta sale. No soy un militar o un... agente especial... ni tengo tres carreras... - Y solo huyo de mi familia no-licántropa y del Vaticano.

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09/10/2018, 12:12
Aitor Haurtxohondatu Gaztelumendi - "Gastelu"

─Vaya, una empanada, no se entera. Si cree que no tenía problemas, ahora sí los tiene. El *estado* se ha fijado en ella, así que su vida puede convertirse en una puta pesadilla, si es que le dejan vivir, si se niega a "colaborar". Pardilla ─pensó para si el vasco, sus pensamientos sólo trasluciendo al exterior por una amarga sonrisa y un leve suspiro─ "Protección", Cristinita, te van a ofrecer "protección", como en las pelis de gangsters. Ellos te extorsionan y sacan lo que quieren de ti y tú te sientes protegida de gente peor que ellos... si es que eso existe, claro.

Aitor cambió el peso de un pie al otro y miró fijamente al inspector, a ver qué tan sutil podía ser. En cualquier caso, si de verdad no estaba cogida por ningún lado, bien haría la chica de escampar de ahí tan rápido como fuera posible, antes de que escuchara algo que no tuviera derecho a escuchar y le jodieran la vida a base de bien.

─Dejadla en paz, joder, es inocente, todavía no se ha manchado las manos con vuestra basura… ─pensó de nuevo para sí.

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09/10/2018, 15:16
Álvaro Díaz de Vivar

La respuesta del Inspector Jefe fue la que me temía. Nos encontrábamos organizando un operativo clandestinamente, en un restaurante, reuniendo un buen puñado de efectivos que no eran agentes adscritos a ningún cuerpo gubernamental. Tan sólo la señora Ruiz, como miembro del Servicio de Inteligencia; y yo, como miembro de la Brigada Especial de Investigación; respondíamos a tal perfil.

Aunque mucho me temía que mi puesto era vocacional, mientras que el suyo podría responder al “voluntariado” propio del servicio militar obligatorio.

No, aquello formaba parte de un operativo no oficial, y tal como mi superior confesaba abiertamente, el régimen se desentendería de nosotros si algo salía mal, negando todo conocimiento e implicación. Era una misión del todo excepcional, todo un riesgo y un sacrificio, un gran precio a pagar por el país. Pero me temía que pocos de los presentes pagaban gustosos ese precio. Y eso volvía a recordarme los temores acerca de mi función en el mismo. Sólo esperaba que no pensasen usarme como un “seguro”, en caso de que el operativo corriera riesgo de ser capturado. Probablemente, ninguno de ellos soportaría un interrogatorio si se lo podía ahorrar. Pero no por ello tenía la intención de ser el sicario del régimen.

Ya había matado demasiada gente, pero eso era la guerra, y seguía sin tener claro si nada de todo aquello había servido para mejorar la vida de los españoles.

Ante el retraso de nuestro anfitrión, quien realmente ofrecería respuestas a las dudas que albergábamos, se nos invitó a ir tomando asiento en el comedor. Con la gorra bajo el brazo y mi copa en la mano, acudí hasta la mesa dejando ambas cosas a la derecha de la cabecera de la mesa que parecía ir a ocupar mi superior, adelantándome a apartar los dos asientos contiguos inclinando mi cabeza en un gesto de caballerosidad hacia las damas de aquel grupo.

Señoras… -Les indiqué, para que tomasen asiento, ayudándolas educadamente. Nunca faltaba quien confundía la caballerosidad con la galantería, y ésta con intenciones no demasiado honestas, pero no era mi caso. Estaba infelizmente casado, y ostentaba una posición en que no podía permitirme escándalo alguno. Esos eran problemas en que no deseaba meterme.

Entre el personal que se movía por el comedor, me pareció escuchar un apellido. Cierva. ¿De la Cierva? Aquella era una familia de gran alcurnia dentro del régimen. Grandes de España y bien posicionados en la industria aeronáutica. Su implicación en aquella reunión podía ser personal, moviendo grandes dosis de contactos e influencia, pero yo sospechaba otra cosa. En los mentideros de la Escuela de Inteligencia, solía hablarse de ello en voz baja, una práctica habitual. Emplear a grandes personalidades afines a la Corona como enlace en situaciones comprometidas. Eso dejaría clara la autoría de todo aquello en las más altas instancias, aún habiendo cubierto sus huellas para lavarse las manos. ¿Llegarían los hilos hasta la mismísima Casa Real? No había forma de saberlo. Jamás la habría.

La puerta se abrió y alguien más accedió al comedor, antes incluso de que pudiera tomar asiento. Su presencia, claramente conocida, me llevó a esbozar la primera sonrisa afable y sincera que todos los presentes verían de mis labios, mientras acudía a su encuentro.

Señor Silva… -Le ofrecí la mano, estrechándola con firmeza- Desde la graduación, me temo. Le perdí la pista tras el reparto de destinos, por razones obvias. –Había sido la graduación en la Escuela de Oficiales de Inteligencia, a la que habíamos acudido al mismo tiempo tras habernos conocido en Marruecos durante la guerra. El reparto de destinos tras graduarnos era algo secreto, de modo que no nos estaba permitido divulgarlo. De ese modo, los alumnos que habíamos compartido aquella temporada de adiestramiento, compañeros de promoción, nos habíamos perdido la pista- El tiempo le ha tratado bien.

Tras el saludo, una grata noticia al ver a aquel hombre que se había ganado mi respeto tiempo atrás, tomé asiento dando un sorbo a mi copa. La mujer licántropo mostró abiertamente sus reticencias a participar en la misión, una hostilidad que ya había percibido anteriormente en otros, pero de un modo diferente. Si bien parecía que la señora Ruiz había dejado claro que en su caso estaba obligada a colaborar, la señora Blanco más bien parecía necesitar que le dejasen claro cómo la iban a obligar a hacerlo. Carraspeé, incómodo ante tal situación, y torcí el gesto aguardando a que recibiera una respuesta a sus dudas, aunque no la deseaba. Estaba cansado de ver cómo obligaban a la gente a hacer grandes sacrificios en contra de su voluntad. Por una vez, me gustaría ver a alguien molestándose en ofrecer algo que inspirase a la gente a hacerlos de buen grado. De hecho, estuve tentado de dirigirme a ella y tratar de buscar la manera de hacer aquello por las buenas, pero no era mi posición, mi cargo ni mi responsabilidad.

Por el momento, oír, ver y callar.

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09/10/2018, 19:28
Germán Ballesteros

 - Y lo que porte en ese momento... ¿también se vuelve invisible e intangible? - Le pregunté al hombre cargada de curiosidad.

- Bueno... - terció Ballesteros en tono cordial. - ... hay limitaciones, por descontado aunque en líneas generales así es. - aseveró.

La noche comenzaba a caer y la hora de la cena venía acompañada de un sinfín de preguntas. Que si se trataba de un arma.. que si no lo era pero podría serlo... que si la información era clasificada y compartimentada... que si el anfitrión se iba a demorar. Germán, por su cuenta, siempre había pensado que, si bien estaba claro que aquellos encargos delicados en los que había estado envuelto anteriormente solían tratarse con unos escrúpulos quizá excesivos, el hecho de que aquella noche todo pareciese tan tremendo no auguraba un encargo fácil. Aquello de "el riesgo de perder la vida es alto" parecía casi una amenaza más que una advertencia. 

Germán no quería morir. Así de sencillo. El hecho de ayudar a la patria le gustaba. Le satisfacía. Le hacía sentir bien. Con el deber cumplido. Al fin y al cabo mucho había hecho el Régimen por él como para negarse. Aunque, para ser sinceros, él jamás se había planteado la posibilidad de decir que no le interesaba participar de todo aquello. No consideraba que tuviera esa opción. Y, de tenerla, tampoco sabía si de hecho preferiría darle la espalda a todo aquello.

No así pasaba con la muchacha lobuna que no reparó en gastos para dejar a la concurrencia con las bocas abiertas ante una negativa cargada de gran hostilidad. El inspector Mayo usó su mejor cara de poker pero la verdad es que la tal Cristina parecía haber hecho sonar la flauta y no por casualidad. Todos se inclinaron sobre aquellas palabras esperando ávidos la respuesta de los labios del Jefe.

Germán se hundió en su vaso de whisky. Hizo tintinear los hielos y evitó mirar a nadie. Con cierta culpabilidad incluso ante un posible cisma de fe para con el Régimen.

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11/10/2018, 09:42
Inspector Jefe Ignacio José Mayo Alonso

El inspector hizo caso omiso aparentemente a los comentarios de Cristina, realmente ella estaba ahí porque IDESS había solicitado incluirla seguramente para su estudio al ser un licántropo. Puede que ella no lo supiera pero su vida realmente dependía de esta misión. 

Pobre...no sabe donde la han metido... pensó el inspector

- Señorita Blanco, si usted está aquí es porque han pedido que estuviera por lo tanto algo tiene que ganar o perder... - dijo con cierto pesar. -  A veces ganar es mantenerse como uno está... - añade dándole a entrever a la joven loba que sería conveniente mantenerse en segundo plano y acatar el plan establecido.

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11/10/2018, 09:53
Xabier Silva y Andrade

Se sienta a la mesa, justo enfrente del inspector Mayo y a su lado; en la cabecera; se supone se sentará el anfitrión de la velada. Tras sentarse se levanta y parece querer decir unas palabras a los presentes.

- Caballeros, señoras y señoritas...nuestro anfitrión es Juan de la Cierva, grande de España, y el dueño de las Aeronáuticas Astra-Torres y Construcciones Aeronaúticas SA. En este caso él será nuestro enlace con el gobierno nacional en el asunto que nos atañe. Les pido disculpas en su nombre ya que el retraso se debe a que aún acabamos de aterrizar en Cuatro Vientos tras un viaje a Londres. Allí nos hemos reunido con los servicios de inteligencia británicos que a pesar de nuestras diferencias ideológicas han decidido posicionarse a nuestro favor en este asunto.

Hace una pausa y añade:

- Nos han robado una investigación científica, una que en malas manos se podría convertir en un arma de destrucción masiva. En concreto en un arma vírica. Por ello se les ha seleccionado para que podamos traer de vuelta ese estudio, conocemos la identidad del ladrón y sus intenciones. Es un ahora ex-agente de nuestro servicio secreto que se ha confabulado con el servicio secreto rojo para venderles el estudio y lograr un pasaporte diplomático para poder vivir con tranquilidad.