Partida Rol por web

Por suerte hoy tu jornada laboral será más corta de lo habitual, así que aunque aburrida y larga, no se ha hará interminable cómo la mayoría de días.
Sobre las 20 de la tarde ya estarás saliendo de las taquillas del enorme multicine en el que trabajas, librándote así de las tediosas sesiones nocturnas y golfas

De todos modos ahora hace escasamente una hora que te has levantado de la cama y has desayunado.
El día es magnifico, soleado sin llegar a ser caluroso, ideal para dar un paseo mientras te diriges al parque de tu adorado banco.

cojo una chaqueta, el sol está fuera, pero nunca se sabe. lleno una botella con agua que me guardo en el bolso, me pongo las gafas de sol y salgo a la calle. echo a andar en dirección al parque, sin prisa, disfrutando de la mañana, observando a la gente que corre y a los que se lo toman con más calma. desde lejos veo a la gente que hay en el parque. la zona más concurrida es la zona infantil, donde las madres que no trabajan, llevan a los niños que aun no tienen edad de ir al colegio. siempre evito esa zona, las mamás son monotemáticas, solo hablan de sus niños, como si en el mundo no hubiera nada más ni nada mejor. elijo un banco que esté al sol, y empiezo a leer uno de los dos periódicos gratuitos que he cogido durante el camino. vamos a ver como está el mundo.

El día es maravilloso, y lees el periódico con curiosidad aunque lo cierto es que suele ser todo más de lo mismo.
A veces resultan más repetitivas las noticias reales que las propias películas de sobremesa...

De todos modos lees distraidamente para estar al día mientras de vez en cuando levantas la vista para contemplar a la gente paseando...
Al cabo de poco rato alguien se sienta en tu precioso banco.

Se trata de una anciana vestida de forma bastante pasada de moda, con unas gruesas y grandes gafas que recoloca mientras te mira con curiosidad y una sonrisa amable.

-Qué buen día hace hoy, ¿verdad? Así da gusto, no como la semana pasada que no paraba de llover... Me llego a resbalar con el suelo empapado, ¿sabes...?- vaya, parece que te espera la típica charla trivial de ancianos.

levanto la vista mientras cierro el periódico, veo a una anciana que me saluda. buenos dias! digo con tono cantarín y alegre. los ancianos me resultan seres tan agradables, se puede llegar a aprender mucho de ellos. me hago a un lado para que tome asiento. sabe que es lo mejor para los días de lluvia? subo un pie encima de mi rodilla para que se vea mi zapatilla. una suela con mucho dibujo. a más dibujo, más agarre. como las ruedas de los coches! sonrío ampliamente. pero hoy hace sol. estiro los brazos por encima de mi cabeza, a la vez que respiro profundamente. es un día magnífico, no le parece?

La anciana ríe ante tu comentario que al parecer le ha resultado de lo más simpático.
-La verdad es que los zapatos que suelo utilizar no tienen mucho de eso...- añade señalando los tuyos mientras recoloca sus grandes gafas sobre su nariz.

-Precioso sin duda, un buen día para pasear y quedar con los amigos... Debes estar esperando a alguien, ¿verdad?- pregunta con verdadera curiosidad, pues así suelen mostrarse la mayoría de gente mayor, aunque también son los más amables generalmente.

pues no. hace muy poco que vivo aquí, solo dos meses y aun no he hecho amistad con nadie. soy un poco tímida, sabe? me encojo de hombros. trabajo en el cine, y mis compañeros son buena gente, pero no se..., me cuesta abrirme. solo vengo aquí para pasear, para que me de el aire, no me gusta quedarme todo el día encerrada en casa, me aburro soberanamente.

-¿Tímida? Vaya, no lo parece... Bueno, no te preocupes querida, seguro que enseguida conoces a gente más interesante y haces amigos. Sólo necesitas algo más de tiempo- te sonríe cómo lo haría una abuela y os quedáis charlando unos minutos más de cosas triviales hasta que la mujer, Martha, se marcha.

Coges el otro periódico, leyéndolo con calma mientras esperas un nuevo "visitante" que no se hace esperar.
Esta vez se trata de un chico bastante joven, que te saluda educadamente dirigiéndote una sonrisa afable con la cuál ya puedes percibir que se trata de alguien amable y algo tímido. La verdad es que parece bastante contento.

Se sienta dejando algo de distancia entre ambos, los auriculares blancos de su reproductor de mp3 destacan bastante, haciendo mucho más difícil una posible comunicación, pero observas cómo saca un libro de su bandolera y lo abre.
Dentro hay un folio doblado, se trata de un dibujo claramente hecho por algún niño pequeño. Verlo consigue arrancarle una nueva sonrisa de felicidad antes de empezar a leer.

despido a martha y sigo leyendo el periódico que había dejado a mitad cuando ella llegó. no pasa mucho rato hasta que aparece un chico que me saluda y sonríe. le devuelvo el saludo. se sienta, no muy lejos de mi y saca un libro, dentro hay un dibujo, parece que le tenga cierto cariño.

El muchacho se queda leyendo un buen rato, de hecho acabas el periódico antes de que él se decida a marcharse.
Muy tranquilo y calmado, con una sonrisa en su rostro, parece disfrutar de la lectura así que te limitas a contemplar el parque.

Finalmente el muchacho acaba por irse también pero nadie más le toma el relevo, tienes el banco para ti sola, la gente va y viene, en su mayoría acompañados a menos que vayan decididos a un sitio concreto.

Cuando ya falta poco para que empiece tu turno vuelves a casa, pues tienes que comer, y de ahí te diriges al cine.

de camino a casa, me paro en una tienda en la que venden comida preparada, me siento un pelín perezosa y decido darme un capricho comprando la comida ya hecha. una vez en casa, la meto en el microndas, mientras preparo la ropa que me pondré después de comer. los tejanos azules, la camisa blanca y el jersei gris. cuando el timbre del microondas indica que se ha terminado el tiempo me dirijo a la cocina, pongo la comida en un plato y lo dejo encima de la barra que uso como mesa. enciendo la tele y me dispongo a comer, me lo tomo con algo de calma puesto que aun me quedan un par de horas antes de entrar a trabajar.

Comes con tranquilidad, de hecho cómo todas las acciones que giran entorno a tu vida. Calmada, terriblemente monótona y repetitiva además de solitaria.
Te preparas para ir al trabajo y sales de casa yendo hacia la parada del autobús, pues en la zona centro donde trabajas es imposible ir con el coche y encontrar aparcamiento. No sale para nada a cuenta...

Estás de camino, pues aún te sobra tiempo hasta que pase el autobús, estás algo distraído observando alrededor, cuando bruscamente eres estirada al interior de un callejón.
El típico que da a la parte trasera de alguna tienda o local, con los contenedores de basura y mal iluminado además de algo apestoso y sucio.

Un tipo con el rostro cubierto con un pañuelo y vestido de forma simplona (tejanos desgastados y una camiseta algo sucia), te arrastra hasta detrás de los contenedores, mientras sientes un frío metal cerca de la mandíbula.
-Vamos, vamos, el monedero!- exige con violencia, sin soltarte el brazo.

doy un tranquilo paseo antes de que pase el bus, la cabeza en las nubes y una canción que se me repite constantemente, she drives me crazy, la habré oído en algún lugar y se me ha pegado como si fuera de velcro. sonrío mientras la voy repitiendo mentalmente, cuando de repente me estiran hacia un callejón, un chico con el rostro cubierto, me exige que le entregue la cartera, con tono impaciente. aprieto los labios al tiempo que mi respiración se acelera. es fin de mes, trabajo en un cine, no creo que lo que llevo te pueda sacar de ningun apuro. digo mientras me apremio a sacar el monedero, aunque evitando movimientos bruscos que puedan provocarle. sin dejar de mirarle a los ojos se lo entrego. este no es el camino, hay otras maneras.

-Cállate zorra y dámelo- agrega de forma impaciente y tajante, zarandeándote con brusquedad hasta que sacas el monedero.
Te lo quita de las manos con rapidez y te mira de arriba a abajo.
-El móvil, las joyas y el reloj, todo lo que tengas de valor o te rajo aquí mismo- añade mirando tu bolso con nerviosismo.
No parece estar demasiado acostumbrado a ese tipo de actos, lo cuál podría ser bueno para intentar convencerle o por el contrario que se ponga demasiado tenso...

el tio está cada vez más alterado, y aunque eso debería ponerme algo nerviosa, logro mantener la calma. joyas? nunca llevo. digo mientras, sin mirar, meto la mano otra vez en el bolso para sacar el móvil. toma es todo tuyo. abro el bolso todo lo que puedo, para enseñarle que allí no hay nada más que pueda interesarle. ya no tengo nada más, te lo he entregado todo, puedo marcharme ya? no tengo la más mínima intención de dejarme intimidar por un tío que roba por no tener que ir a trabajar.

El tipo arrebata el móvil de las manos de la mujer (Sara) y con un gruñido de enfado le produce un corte en la mandíbula, no es grave pero seguro que dejará marca algo fea.

Entonces entra un hombre (Samuel) en el callejón, decidido y levantando un arma.
Más por instinto de sus años en el cuerpo, que por la lógica, apunta hacia el delincuente y grita:
-Policía, ¡deténgase!

El atracador da un respingo, realmente impresionado y empieza a correr al final del callejón todo lo rápido que sus torpes pasos le permiten.

Corro detrás suya e intento detenerle, empujándole si es necesario.*

A duras penas reacciono cuando el ladrón se da a la fuga, saliendo detrás suya tarde y mal.

justo cuando me arranca el movil de las manos, con la navaja me hace un corte. enseguida me llevo las manos a la cara, con un gesto de dolor. en ese instante aparece por la boca del callejón un chico bastante joven, empuñando una pistola, alertando al ladrón con un grito de alto. el ladrón empieza a correr y el chico, presumiblemente un policia, intenta darle caza. saco del vacío bolso un paquete de pañuelos con una mano, mientras con la otra sigo tapando mi herida. aplico presión con dos pañuelitos, con la esperanza de que el corte no sea muy profundo y deje de sangrar pronto. mie..., las estrellas que veo cuando intento hablar hacen que deje la palabra al aire.

Sin duda el dolor al intentar mover la boca resulta punzante e incómodo, pero no parece nada grave, de hecho es soportable aunque los pañuelos enseguida empiezan a empaparse de sangre.

Samuel sale corriendo tras el atracador pero por desgracia se ha despistado unos segundos vitales y éste acaba escapando, dejando tras de sí sólo el teléfono móvil, que queda descompuesto en el suelo con las diferentes partes que lo forman.