Partida Rol por web

Semper Fidelis

The Crucible (Capítulo 1)

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21/09/2009, 22:20
Director

Llovía a cántaros.

El autobús se detuvo frente a un muro de color rojo, que tenía a ambos lados la insignia de los marines. El bus estaba lleno de chavales jóvenes, la mayoría de entre 16 y 23 años. Los había de todos los colores, aspectos y condiciones. Iban vestidos con ropa de civil, apenas lo puesto y parecían aguardar con ánimo desigual. Los había animosos, mientras que otros eran serios y había hasta quien parecía tomárselo con cierto humor.

El ruido del motor encendido se mezclaba con el sonido de la lluvia repiqueteando en las ventanillas. Fuera era de noche, noche cerrada y oscura. Frente a ellos, iluminado por unos focos, había un trozo de acera con unos pies pintados de color amarillo, y más allá las luces de un edificio con grandes puertas de acceso, abiertas de par en par.

Tyrone estaba sentado con otro recluta negro, y en las bancas del otro lado se encontraban Kendrik y el joven Kaczynski, con Fendrew en la banca de más atrás, sentado al lado de un chicano regordete que parecía algo nervioso. Todos estaban allí por sus propias razones, dispuestos a convertirse en marines. Decían que era duro, muy duro. Quizá es que ellos eran algo masoquistas.

Sea como fuere, no hubo mucho tiempo para pensar. Un hombre se acercó, un tipo vestido con sombrero marrón, camisa beige y pantalones, cuya silueta se recortó bajo iluminada bajo la luz de los focos del autobús, sin encorvarse lo más mínimo. Parecía que el aguacero que caía fuera le sudara la polla totalmente.

-¡Atención! -dijo alguien dentro del bus, y las puertas se abrieron, dejando acceder a aquel hombre.

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21/09/2009, 22:38
Sgto. Warren

El hombre entró dentro. Estaba algo mojado por la lluvia, pero apenas eran unos goterones. Pudieron fijarse en que tenía la pechera decorada con dos hileras de galones y unos distintivos parecidos a un colgante. Al otro lado lucía una placa con su apellido, que rezaba "Warren".

-¡Escúchadme, pedazos de mierda! -exclamó con un cariñoso recibimiento- Desde este momento estáis sujetos al Código Uniforme de Justicia Militar, y por él os regiréis. Eso supone, sobretodo, que debéis obedecer las órdenes de vuestros instructores durante el entrenamiento.

Les miró, apoyando las manos a ambos lados de su cintura. Su mirada era dura, mucho.

-¡Desde ahora ya no sois yo, ni tú, ahora sois: este recluta, el recluta y los reclutas! ¡Y la única palabra que saldrá de vuestros sucios picos desde este momento será SEÑOR! Todavía no os habéis ganado el derecho a llamarme sargento, todavía no os habéis ganado el derecho a que os llamen marines. ¿Me habéis entendido?

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21/09/2009, 22:58
Director

El autobús se detuvo frente a un muro de color rojo, que tenía a ambos lados la insignia de los marines. El bus estaba lleno de chicas jóvenes, la mayoría de entre 16 y 23 años. Las había de todos los colores, aspectos y condiciones. Iban vestidas con ropas de civil, apenas lo puesto y parecían aguardar con ánimo desigual. Las había animosas, mientras que otros eran serias y había algunas que hasta parecían tomárselo con cierto humor.

El ruido del motor encendido se mezclaba con los cuchicheos nerviosos de los allí presentes. Frente a ellas, iluminado por el sol matutino, había un trozo de acera con unos pies pintados de color amarillo, y más allá un edificio con grandes puertas de acceso, abiertas de par en par.

Maggie estaba sentada al lado de una chica negra de pelo ensortijado que jugueteaba nerviosamente con un móvil en la mano. Iba a decirle algo, cuando las puertas del autocar se abrieron, y todas sintieron las grandes zancadas de una mujer vestida de pardo que llevaba un sombrero, y que se detuvo al inicio del pasillo del autobús, mirándolas.

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21/09/2009, 23:04
Sgto. Schultz

La mujer llevaba un uniforme con falda y zapatos negros. Vestía una camisa con dos hileras de galones y varias insignias, entre ellas la de los marines en color negro, que llevaba en el sombrero.

-¡SILENCIO! -exclamó.

Posiblemente, muchas de las madres de aquellas chicas no les habían hablado en ese tono en su puñetera vida. Pronto se iban a acostumbrar. Se quedaron calladas, mirándola.

-¡Hablaréis cuando se os diga que habléis! No pensaréis, obedeceréis. Así lo estipula el Código Uniforme de Justicia Militar, al que ahora estáis sujetas.

Una chica habló de repente.

-Sargento, disculpe ¿Donde está el servicio?

La sargento se acercó y la fulminó con la mirada.

-¿QUE COÑO HE DICHO SOBRE HABLAR? Además, tu ya no eres "yo", ni ella es "ella". Ahora solo os referiréis a vosotras mismas como "esta recluta", "la recluta" y "las reclutas". ¡Y a mi no me digas sargento, dime SEÑORA! Todavía no sois marines, para poder llamarme por mi rango, reclutillas.

Volvió a su posición, dejando a la chica algo intimidada y resentida.

-Habéis dado el primer paso para convertiros en marines de los Estados Unidos, pero todavía me puedo cargar al 80% de vosotras antes de que acabe el día, si seguís tocándome el coño de esta manera. ¿Me habéis entendido, encantos?

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22/09/2009, 00:23
Tyrone Jackson

Los hidráulicos del bus resoplaron con su característico sonido mientras el vehículo se detenía. Aunque era ya noche cerrada y hacía rato que llovía, la luz de los focos permitía distinguir claramente el muro rojo con los emblemas del Cuerpo de Marines y las letras que anunciaban nuestro destino final: U.S Marine Corps Recruit Depot, Parris Island, South Carolina.

Un hermano sentado a mi lado dormitaba desde que dejamos atrás Beaufort, hacía casi media hora. En sus manos llevaba un panfleto explicativo de lo que le aguardaba al recluta tras alistarse. Había visto fotos de las famosas huellas amarillas que recibían a los nuevos reclutas, fotos de Port Royal, Fort Fremont, Ladies Island, la US Marine Corps Station, Shell Point y montones de imagenes de oficiales y reclutas en distintos lugares del centro de entrenamiento, con textos explicativos que aportaban datos como la superficie de 8.095 acres que ocupaba la instalación o de su historia desde 1891.

El tipo de la Oficina de Reclutamiento me contó que los reclutas procedentes del oeste del Mississippi eran instruidos en California. Los que procedían de las regiones al este y las mujeres, acababan con su trasero en Carolina del Sur. A mi, francamente, me importaba una mierda si era en un sitio u otro. Lo único importante era largarme de la Cocina del Infierno, y por eso estaba ahí sentado, con cara de gilipollas aguardando a que alguien nos dejara levantarnos y salir fuera a estirar las piernas de una puñetera vez.

El sonido del ralentí del motor se rompió con la apertura de puertas y la entrada de un militar ataviado con uniforme beige, sombrero marrón y una colección interminable de condecoraciones en su pecho. En cuanto nos dio la bienvenida y nos dejó claro nuestro status como pedazos de mierda, le solté un codazo al hermano negro que todavía cabeceaba a mi lado.

El hombre, que tenía los galones de Sargento, finalizó su discurso mirandonos como uno mira a una mierda de perro después de pisarla. El jodido habló poco, pero fue cristalino. Y cuando finalizó su bienvenida dejándonos a la altura del betún y recordándonos que éramos unos mierdecillas indignos de llamarnos Marines culminó con un "¿Entendido?".

Como si nos hubiesen metido un muelle por el culo, el autobus entero soltó un sonoro "-¡¡¡Señor, sí, Señor!!!".

"-Joder - pensé tras presenciar la escena - Esto me va a encantar..."

Notas de juego

Máster, mi nombre es Tyrone. Concocí a un hermano llamado Tyrese hace unos años, pero terminó en la trena por usar un bate de baseball contra la cabeza de un chicano.

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22/09/2009, 01:11
Director

Notas de juego

Fallo mío. Corrijo.

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22/09/2009, 01:35
James Kaczynski

James despierta bruscamente al sentir como el autobús frena de golpe. Abre los ojos y se decepciona al descubrir que realmente esta sentado ahí. En esos segundos antes de recordar por que estaba tan lejos de su casa, frente a un instalación militar y rodeado de muchachos de su misma edad que nunca antes había visto, aun albergaba, de manera inconsciente, la esperanza de que todo aquello fuera un sueño.

Para su desgracia, no es así. Todo aquello es real, aquel autobús, aquellos muchachos, todo sucede realmente, de la misma manera que sucedió todo aquello que lo a llevado hasta ese lugar, en ese momento.

Había sido un viaje largo desde California. Prácticamente había cruzado el país de punta a punta. Vaya a saber por que algún genio en la sima de la cadena de mando decidió enviarlo hasta la otra costa del país. De todas formas, ya no hay nada que hacer. Ahí esta, observando aquel muro a través de la ventana del autobús, mientras las gotas golpean en el cristal y caen lentamente frente a sus ojos.

No puede evitar pensar el por que de estar ahí. Aquella razón es lo único por lo que él, alguien que había estado toda su vida en contra de instituciones de ese tipo, pasara a ser parte de aquella maquinaria que tanto había criticado en su juventud.

Y aquella misma razón es lo único que puede hacer que él este ahí sentado, resignando sus ideales, preparando sus labios para besar culos por quien sabe cuanto tiempo, y tal vez hacer cosas aun peores.

-"Buscando el bien de nuestros semejantes, encontramos el nuestro" – susurra para si mismo mientras mira como una gota golpea contra el cristal y cae lentamente, dejando un rastro tras ella.

Apenas termina de susurrar aquella frase cuando el instructor entra al vehículo. Todo había comenzado. Había hablado poco con su hermano desde que entrara al ejercito, pero había hablado lo suficiente como para que le advirtiera de todo aquello, de aquel circo, y si bien en ese momento a James le pareciera meramente anecdótico, ahora, ahí, escuchando las ordenes del instructor, todas aquellas historias se convierten en un manual de supervivencia para el tiempo que le espera.

Todo aquello será un circo, lo sabe, pero ya no se trata de él, para nada, de ser así, no estaría ahí sentado. No, es parte del sacrificio, sabe que no tiene otra alternativa mas que pararse erguido, mantenerse serio, hablar fuerte y cumplir ordenes... y por mas que le duela, aquello es algo que tiene que aceptar.

Siquiera piensa en todo eso, ya lo tiene decidido, a tenido tiempo para meditarlo, por lo que, casi en un acto reflejo, se encuentra diciendo - ¡Señor, si, señor! - junto con los demás muchachos del autobús.

Aquel circo había comenzado, finalmente, y no tenia otra opción que salir a escenario y dar una buena función.

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22/09/2009, 08:16
Maggie Fitzgerald
Sólo para el director

¡SÍ, SEÑORA!

Ah, el mítico entrenamiento de los Marines. El clásico Sargento Mayor malhumorado y gritón, los malos modos de entrada, ... Nada que no hubiera visto en las películas. Uno de los pasatiempos de Maggie era el cine, y había visto todas aquellas películas de militares con Lou Gossett Jr., y el fenomenal Clint Eastwood de El sargento de hierro.

Sabía, quizá más que la mayoría de aquellas chicas con las que compartía autobús, que a veces todo depende del entrenamiento y el instinto, que no hay tiempo para pensar y solo vale reaccionar. Y, sobre todo, que a la guerra hay que ir cagado y meado ya de casa, como diría su madre.

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22/09/2009, 18:31
Jonas Fendrew

Durante el largo viaje, había meditado sobre su vida desde que dejó el instituto tras la graduación.

Su intento por entrar en el cuerpo de policia de San Francisco, superó las pruebas físicas con creces, pero en las psicologicas fallaba por su irascibilidad. El par de meses que había trabajado acompañando a su hermano en el camión que este conduce.
De hecho, llegó a Los Angeles con este y gracias a los quinientos pavos que Noah, le pagó por su ayuda pudo subsistir la primera semana en aquella ciudad.

Había probado suerte en el cuerpo de policia de Los Angeles, que tenía fama de ser el segundo más duro de los Estados Unidos, las físicas igual que en San Francisco, no fueron un problema, pero volvió a tener problemas en las psicologicas, "demasiado agresivo"; según los psiquiatras del cuerpo... Que sabían ellos.

Después de aquello, había pasado a trabajar en la seguridad portuaria en el puerto internacional de Los Angeles. Estuvo allí casi un año entero, se dejaba chantajear por los traficantes del lugar para sacar algo de dinero extra, hasta que se la intentarón jugar y acabo matando a dos yonkies. Hubo una investigación y, aunque se llegó a la conclusión de que él habia realizado su trabajo. Fué despedido.

Al mes siguiente, empezó a trabajar para el cuerpo de seguridad "American VIP Celebrity", y le hubiese ido mejor si hubiese controlado su rabia, partir los dedos a aquel fan de Megan Fox no fué una buena idea, pero que cojones, se le había tirado encima a su protegida y le habia metido mano en los pechos... Suerte tuvo de que le apartasen a tiempo. Tras aquel hecho, pasó un mes en prisión preventiva, pero la celebridad le ayudó a salir del embrollo, después de todo hizo su trabajo y lo hizo bien, se pasó varios estados, pero lo hizo bien.

Continuó en la agencia de seguridad privada, pero le mandaron lejos, primero a Nevada, donde acompañaba al dinero del Palms en sus furgones blindados. Después en Arizona, vigilando el Park Place un centro comercial de Tucson, luego al Universal Orlando Resort en Florida, donde pasó sin pena ni gloria, buscando niños perdidos y echando a gamberros adolescentes, terminando en Virginia, como agente de seguridad en la Imprenta del USA Today.

Fué entonces cuando caminando en su día libre cuando vio una oficina de reclutamiento de los Marines y entró en ella, el reclutador le prometió que se haría un hombre, que su rabia, e ira serían dirigidas a un bien mayor, la defensa de su país. Que su vacio interno por sentirse siempre un segundon terminarían pues, en los Marines no habia primeros o segundos, solo había Marines. Y firmo. Sin dudar un instante firmo y dejo su empleo y todo para llegar allí a donde estaba en ese momento.

Cuando escucha un "Señor, si Señor." colectivo, deja su ensimismamiento para ver a un sargento frente a ellos con el uniforme de instrucción. Seguramente les haya dicho lo típico de todas las peliculas.
Que son una mierda de vaca y ellos les van a convertir en pura y autentica mierda de toro bravo. Que no son dignos de llevar el uniforme que dentro de poco les darán y que para ganarselo van a sufrir lo que no está escrito...
Todo aquello ya lo había oido antes, su entrenador de Football se lo dijo en el primer entrenamiento y ese hombre si que daba miedo, mucho miedo. Sin mediar palabra, se prepara para bajar del autobus a la orden del sargento, si algo no pensaba hacer, era llamar su atención nada más llegar, pasaba de estar puteado desde el primer día.

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22/09/2009, 18:14
Director

-¡Fuera, fuera, fuera!

Las reclutas se apresuraron a salir fuera, todavía vestidas de civil. Otras dos sargentos salidas de la nada las vigilaban, y les indicaron que se colocaran en los pies pintados en el suelo. Era su primera formación, no sería la última. Se mantuvieron en silencio mientras la primera sargento hablaba.

-¡Os espera un jodido infierno, nenas! -dice- Si alguna pensaba que ser marine era fácil, ya puede olvidarse. Váis a ir a la sala de registro para que os tomen los datos. ¡A paso ligero!

Otra sargento aclaró.

-Primero a la fila de la izquierda, luego la de la inmediata derecha detrás de ella. No os váis a desordenar, vais a correr con un trote suave sin saliros de la acera.

Las reclutas se pusieron en movimiento, llegando a una sala donde habían sillas y unos módulos despacho unipersonal dispuestos a lo largo de las mesas. En los ángulos de la estancia habían otras personas, detrás de mesas o mostradores, algunas de uniforme, otras no. El ambiente era tenso, muchísimo. Las sargentos hicieron a las reclutas quitarse la ropa, practicamente toda, registrándola en busca de controbando. Fue permitida una llamada a los familiares, solo una. Luego el móvil desapareció junto al resto de efectos personales, cuando unos funcionarios tras una mesa les tomaron los datos.

Hubo chicas que llevaban alguna tontería en la ropa, ya fuera un pequeño peluche o una simple chocolatina en el bolso. El resultado fue que 2 o 3 sargentos instructoras se disponían a su lado y detrás de ella, vomitando insultos e imprecaciones a voz en grito. Aquello parecía un salón de histeria colectiva: miradas huidizas, ambiente cargado, reclutas sudando... Algunas se desmayaron, incluso.

Fueron llevadas ante los peluqueros, y se dió la órden: el pelo sería recortado hasta la altura de la barbilla o cuello como máximo, o recogido en un moño.

-¡Y dad gracias de que no nos obliguen a raparos como a los reclutas masculinos!

Pasaron las horas, largas e interminables. Les pusieron vacunas, pasaron controles médicos, las pesaron y les entregaron sus primeros uniformes, el utilitario (MCCU) con camuflaje pixelado MARPAT, y el uniforme de entrenamiento físico, consistente en unos shorts de nylon, una camiseta de algodón, unos pantalones y una chaquetilla de chándal con cremallera, en cuya parte de atrás rezaba "MARINES" en letras rojas, y el emblema marine en la tetilla izquierda, serigrafiado en negro.

Habían pasado más de 48 horas sin dormir, cuando una sargento les dió una clase teórica sobre el fusil M16A2, como desmontarlo y limpiarlo, como cambiar el selector de tiro, poner y quitar el seguro, etc. Les fue entregado un fusil descargado, para que lo montaran y desmontaran. Obviamente, la mayoría lo hizo mal, y las sargentos se dedicaron a gritarles al oído, casi metiéndoles las piezas mal colocadas por el culo. No obstante, era justo decir que sus amenazas no pasaban de ser verbales, pero no por ello menos intimidantes.

-Esto es una mierda -dijo una chavala a su lado.

La sargento Schultz se giró a mirarla con sarcasmo.

-Todavía no sabes lo que es una mierda, encanto.

Aquel infierno había hecho desmayarse a algunas chicas, nada acostumbradas a pegarse esas palizas sin dormir. Eso no parecía enternecer a las sargentos, al contrario. Eran llevadas a la enfermería, donde se les daba un chute de algo que las estimulara, y vuelta al infierno.

-¿Para ir a la discoteca y follaros a un gilipollas trasnochando si tenéis fuerzas, verdad? -decían.

Ya vestidas con la ropa de deporte, y al amanecer del tercer día, las llevaron en su primera marcha en orden cerrado, apenas un centenar de metros, hasta el campo de obstáculos. La sargento Schultz habló.

Notas de juego

Una tirada de Resistencia de 1d10, sacar igual o menos que la dificultad. Si fallas, es que has pasado por la enfermería.

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22/09/2009, 18:49
Sgto. Schultz

-¡Atención, reclutas! -dijo.

Algunas se caían de sueño, pero lo peor estaba por llegar. Ella mejor que nadie lo sabía. Se puso delante de ellas, con los brazos en jarras.

-¡Vais a superar el Test de Fuerza Inicial! Las que no tengáis ovarios para superarlo, iréis de cabeza al pelotón de condicionamiento físico. Eso me demostrará que os pesa el culo, pues a esa mierda le llaman "El Pelotón Chóped". ¡No me obliguéis a no volver a miraros a la cara, no me falléis, o haréis instrucción hasta que os haga el culo mantenquilla!

Sacó un cronómetro y dijo.

-El TFI consta de tres pruebas: la primera, hacer una flexión en aquella barra de allí, sin tocar el puñetero suelo y poniendo la barbilla por encima de la barra. El ministerio de defensa, en toda su sabiduría, os deja cambiar esa prueba por manteneros en la posición de estar con la barbilla sobre la barra durante 12 segundos, pero personalmente lo considero propio de reinonas. ¿Sois vosotras reinonas?

Cien voces al unísono.

-¡SEÑORA, NO, SEÑORA!

Prosiguió.

-La segunda prueba, 35 abdominales en dos minutos o menos. Con los pies bien juntos y clavados, no quiero trampas.

Señaló luego la pista de tierra.

-Tercera prueba: correr 2,5 km en menos de 15 minutos. Y me lo suda si os caéis, os desmayáis o echáis la pota. ¡Quiero marines, no pijas de universidad!

Las miró una vez más.

-¿Habéis entendido?
-¡SEÑORA, SI, SEÑORA!
-Pues moved el culo de una puta vez.

Notas de juego

Tres chequeos 1d10: fuerza, vitalidad y resistencia.

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22/09/2009, 19:46
Maggie Fitzgerald

Notas de juego

Diasculpa: no lo entiendo: ¿cómo puedo sacar 11 con 1d10? ¿Seguro que el generador de tiradas de dados va bien?

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22/09/2009, 19:55
Director

Es cierto, están puestos los dados sombra (tira 3d10 por defecto, señalando el dado de localización entre corchetes). No me acordaba. Vamos a interpretar el resultado con el primero de cada serie. Así sería:

  • Resistencia1: 1, crítico.
  • Fuerza: 4, éxito.
  • Vitalidad: 1, crítico.
  • Resistencia2: 5, éxito.
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22/09/2009, 20:03
Maggie Fitzgerald

Maggie, acostumbrada a largas jornadas de trabajo físico y a noches en vela, supera la marcha en orden cerrado sin ni siquiera sudar.

Después, flexiona adecuadamente para pasar bajo la barra, hace los 35 abdominales en bastante menos tiempo del concedido, y corre los dos kilómetros y medio sin problemas.

Durante todo ese tiempo, no cruza palabra con nadie y se limita a estar muy concentrada en lo que hace, procurando no ganarse reprimenda alguna de las sargentos.

Una vez acabados los ejercicios, se coloca en la posición de descanso, erguida pero relajada, procurando no mirar mucho hacia la pista donde muchas compañeras las están pasando canutas.

Notas de juego

Por cierto, no he elaborado demasiado el carácter sexual de Maggie; lo normal en muchas deportistas de nivel es que sean hombrunas, o directamente lesbianas. En su caso, es una chica normal, a la que le gustan los chicos, y de hecho tuvo un par de novios en su pueblo (no es virgen desde los 16, como la mayoría de americanas), y durante su carrera como púgil salió con algún colega, pero siempre ha tenido mucho cuidado de no quedarse embarazada en un descuido.
Cuando entrenaba no tomaba la píldora porque hubiera dado positivo por esteroides, pero ahora que ya no está sujeta a las limitaciones del control antidoping está planteándose hacerlo, para evitar problemas.

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22/09/2009, 21:03
Jonathan Kendrik

Jonathan apenas puede ocultar su entusiasmo. Ha permanecido muy despierto durante todo el viaje, desde Alabama, el cual se le ha hecho largo, muy largo. Contaba los minutos para llegar. Estaba ansioso, aunque procuraba ocultarlo, manteniendo un rostro serio, y sereno en la medida de lo posible. En su petate, además de varias pertenencias, pocas, pues no tenía muchas cosas a las que llamar realmente suyas, una biblia muy gastada, la de la familia, la que llevaba con ellos, con los Kendrik, varias generaciones, siempre de padre a hijo. Y tras la muerte de su padre, ahora era suya. No puede evitar sentir un pinchazo en el corazón, al pensar en eso, en la reciente pérdida de su progenitor, su ejemplo a seguir, casi su héroe. Ahora él se preparaba para seguir sus pasos. 

El largo viaje le había dado la oportunidad de pensar, de repasar muchas cosas. La lluvia ayudaba, le provocaba una sensación de malancolía. Había dejado la granja en las buenas manos de unos amigos de su padre, que aceptaron de buena gana ayudar a su madre. Su hermana también se había ido, a estudiar, lejos de la granja, lejos del hogar. Ella quería alejarse de allí, rápido. En realidad, Jonathan la quería, pero nunca llegó a comprenderla. Nunca. Quizás eso, después de todo, si fuera un error. Probablemente ya no volvería a verla. Luego pensó en su madre. Ella estaría bien, con quien la cuidara. Ray y Fred eran buena gente, les conocía desde pequeño, y fue con sus hijos a la escuela. Ellos ayudarían en la granja, y sobre todo no dejarían sola a mamá. 

Al fin, el autobús se detuvo frente a aquél muro rojo, que debía ser la entrada. Observó al sargento, o el que debía ser sargento. Tenía toda la pinta. Le siguió con la mirada, con la mano cogida a la barra de metal que separaba la banca de delante con la suya. Sin darse cuenta lo apretó con fuerza, mientras escuchaba. No era por rabia, simplemente, era algo casi instintivo. Gritó con fuerza y con pasión un "¡Señor, si señor!" junto a los demás reclutas, casi al unísono. Aunque mantuvo una expresión seria y formal, por dentro se sentía cada vez más ansioso por empezar. "Si" pensó Jonathan, sin apartar la vista de la nuca del recluta frente a él. "Es el instructor. O al menos, un instructor."

Observó a sus compañeros, en los que apenas si había reparado durante el viaje. Arqueó una ceja, al ver a los dos negros, pero no varió su expresión. Por mucho asco que le diera que aceptaran en los marines a esos negros hijos de puta, o al chicano, no lo diría. Siempre y cuando no se acercaran a él, todo iría bien. Siempre y cuando no se acercaran. 

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22/09/2009, 22:36
Director

-¡Todas afuera, nenas!

Un segundo sargento dió un golpe a la chapa del bus con la palma de la mano.

-¡Vamos, vamos, vamos!

Salieron bajo la inclemente lluvia, y se colocaron en las pisadas amarillas en formación, atentos. Los sargentos estaban de pie bajo la lluvia. Warren se puso delante.

-Soy el "staff sergeant" Warren, y esto es el campo de entrenamiento de Parris Island. Muchos de vosotros no terminarán la instrucción, ni podrán ser marines, porque los sargentos instructores nos vamos a encargar de joder a los que no den la talla. Váis a obedecer las órdenes, y no quiero oir una pregunta o una puñetera queja, si yo no os pregunto primero, y si no os pregunta cualquier "sombrero". ¿Habéis entendido?

Los chavales respondieron a voz en grito.

-¡Señor, sí, señor!

El sargento consultó la hora.

-Comienza la primera fase de vuestro entrenamiento, y una de las más duras. Si alguno quiere abandonar, si alguno quiere alegrarme el día, que lo diga, y pasará en calabozo un tiempo, hasta que nos de por soltarle a la calle con un puñado de pavos para que vuelva a su pueblo de zorras y paletos a llorarle a su mamá.

Nadie respondió. El sargento señaló el edificio iluminado.

-Váis a ir a la sala de registro, y váis a hacerlo a paso ligero. ¡Moved el culo!

Corrieron hasta llegar a una sala donde habían sillas y unos módulos despacho unipersonal dispuestos a lo largo de las mesas. En los ángulos de la estancia habían otras personas, detrás de mesas o mostradores, algunas de uniforme, otras no. El ambiente era tenso, muchísimo. Los sargentos hicieron a las reclutas quitarse la ropa, practicamente toda, registrándola en busca de controbando. Fue permitida una llamada a los familiares, solo una. Luego el móvil desapareció junto al resto de efectos personales, cuando unos funcionarios tras una mesa les tomaron los datos.

Hubo reclutas patosos que llevaban encima algún tipo de navaja o chocolatina, y fueron el blanco de las broncas de los sargentos. Hubo uno, un chino, que llevaba una pipa de crack, y tres sargentos comenzaron a insultarle desde todos los ángulos, hasta que llegaron unos soldados de la policía militar, y se lo llevaron. Estaba prohibido el consumo de drogas no autorizadas, lo que se consideraba una falta grave.

Fueron llevados por turnos a la sección de peluquería, donde les dieron el corte de pelo más corto de su vida, salvo para los que se afeitaban el tarro o eran medio nazis, que de todo hay en la viña del señor. La habitación terminó perdida de pelos por el suelo, que iban retirando los reclutas con cepillo y recogedor. Formaron de nuevo delante de la mesa de registro, y el sargento Warren se acercó a Jonas, rozando su cabeza con el dorso de dos dedos.

-Así me gusta, bien afeitaditos. Afeitados y mondos os entran mejor los rabos, mariquitas.

Señaló la ventanilla.

-¡A registrarse, por órden alfabético!

Pasaron las horas, largas y tensas. Les tomaron los datos, les hicieron unos chequeos médicos, les administraron unas vacunas, etc. Todo ello iba adobado con sargentos que se ponían a gritar, de uno en uno, de dos en dos o de tres en tres a los reclutas que fallaban alguna de las pruebas, o daban positivo en el toxicológico, por ejemplo.

Habían pasado más de 24 horas cuando les dieron su primera clase, sobre uniformes. Les dieron dos: el utilitario o MCCU, con camuflaje pixelado MARPAT, y el uniforme de entrenamiento físico, consistente en unos shorts de nylon, una camiseta de algodón, unos pantalones y una chaquetilla de chándal con cremallera, en cuya parte de atrás rezaba "MARINES" en letras rojas, y el emblema marine en la tetilla izquierda, serigrafiado en negro. Les dieron apenas una hora de descanso, que se resumía en las dos rondas de 30 minutos para comer.

Habían pasado más de 48 horas sin dormir, cuando una sargento les dió una clase teórica sobre el fusil M16A2, como desmontarlo y limpiarlo, como cambiar el selector de tiro, poner y quitar el seguro, etc. Les fue entregado un fusil descargado, para que lo montaran y desmontaran. Obviamente, la mayoría lo hizo mal, y las sargentos se dedicaron a gritarles al oído, casi metiéndoles las piezas mal colocadas por el culo. No obstante, era justo decir que sus amenazas no pasaban de ser verbales, pero no por ello menos intimidantes. Un chaval se desmayó por falta de sueño, y le siguieron más. Pero la política era meterles un chute de anfetas y volverles a llevar con el resto. Ni estando enfermos se podían escaquear, hasta que reventaran.

Tres días sin dormir, recibiendo clases básicas sobre uniformes, reglamento de los marines y nociones sobre el viejo M16. Pero el calvario de la primera parte del entrenamiento no terminó allí, no. Les hicieron ponerse la ropa de gimnasia, y realizaron su primera marcha en órden cerrado hasta el campo de entrenamiento.

Allí, Warren les habló.

Notas de juego

Para esta primera parte debéis realizar una tirada de Resistencia. El sistema lanza 3 dados, pero el valor será el del primero (marcado entre corchetes). Se supera la tirada si se saca igual o menos que el valor de esa característica.

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22/09/2009, 23:07
Sgto. Warren

El sargento había cambiado el uniforme de diario de color caqui por un MCCU con camuflaje marine para desierto. Señaló la línea de barras fijas que había más allá.

-Como broche a estos tres maravillosos días, váis a superar el Test de Fuerza Inicial. Tiene tres pruebas: dos levantamientos hasta pasar la barbilla por encima de la barra, SIN TOCAR EL SUELO, una serie de 35 abdominales en 2 minutos o menos, y una carrera de 1,5 km en 13.5 minutos o menos.

Les miró, escupiendo al suelo.

-Personalmente, quedaría MUY DECEPCIONADO si no conseguís hacer un puñetero levantamiento de peso en la barra. Yo y mis sargentos consideramos que el que no es capaz de levantar su propio peso, vale menos que una mierda de perro. Si la cagáis, iréis al pelotón de condicionamiento físico, lleno de gordos y maricones... El "Pelotón Choped". Y si pasáis por allí, no vais a volver a verme el pelo, y si me lo véis, voy a procurar que hagáis instrucción hasta el día del juicio final. ¿Me habéis entendido, nenas?

Los reclutas respondieron.

-¡SEÑOR, SI, SEÑOR!

Se hizo a un lado y sacó un cronómetro.

-¡Moved esos culos!

Notas de juego

Tres chequeos como el anterior: fuerza, vitalidad y resistencia.

Si falláis el primero, pasáis por la enfermería a que os "dopen". Si falláis alguno de estos tres... Dios no lo quiera.

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22/09/2009, 23:21
James Kaczynski

Desde el momento en el que pone un pie fuera del autobus, James se da cuenta de que las historias de su hermano no son nada exageradas. Aquello será un infierno, lo sabe y también sabe que aquella etapa será la mas sencilla. Sin embargo, nada puede decir, esta ahí por que así lo quiere, no hay quejas, no hay vuelta atrás, independientemente de que eso le guste o no a su instructor, él mismo no se lo permite, esta ahí por una razón, y seguirá hasta las ultimas consecuencias, o al menos hasta que explote.

Los primeros días son difíciles. No le afecta la falta de sueño, se a acostumbrado a ello en las noches de estudio. Tampoco le afectan los insultos, las ordenes, las largas clases, el llevarlos de un lado a otro. Aquello le da igual. Sin embargo, el ver como algunos de sus “nuevos compañeros” caen, ver como se rebaja a aquellas personas, como se los deshumaniza desde el preciso instante en el que entran a aquel lugar, es eso lo que realmente le afecta y le hace temer, rogando que él mismo no se convierta en lo que están tratando de convertirle.

La llamada que le permiten, sin embargo, le levanta los ánimos. El escuchar la voz de su madre, aunque deteriorada, le da fuerzas para seguir con aquello, le recuerda la razón para soportar aquel lugar, para no rendirse y seguir adelante. Solo espera que aquello siempre este presente, y que no olvide en ningún momento el por que estaba en ese lugar.

El resto fue rutinario, tal como esperaba. El corte de cabello... le da igual, siempre lo a llevado corto, aunque no puede evitar pasar su mano por la cabeza una vez terminan de retirarle casi todo el pelo – como un mono listo para ser enviado al espacio – piensa mientras pasa su mano por sobre su cabeza prácticamente calva.

La comida... hasta le agrada, peores cosas a comido en sus días en la universidad, cuando él mismo se tenía que cocinar.

Las clases se hacen largas y tediosas... aquello nunca fue su fuerte, y se hacen mas complicadas aun con tanto cansancio, tanto físico como mental. Siquiera puede prestar atención a la hora de armar el M16, cosa que hace de manera desastrosa, ganándose los insultos de los instructores, aunque le hubieran insultado de todas formas, por lo que aquello no le afecta.

Se encuentra cansado, tanto en cuerpo como en mente, pero resiste. A pasado días sin dormir antes, preparando exámenes, o no, pero lo a hecho. Sin embargo, el cansancio que siente en ese momento es de otro tipo, uno que nunca había sentido, y que realmente se hace notar y le afecta.

Luego, mas ejercicios... y en ese momento es cuando realmente la tensión le afecta. Nunca había destacado físicamente, aunque se mantiene en forma, no es un atleta, ni mucho menos una persona fuerte, no para el ejercito... sin embargo, no tiene mas alternativa, él ya no importa, tiene que obedecer, le guste o no, así lo que le ordenen supere sus capacidades, no puede permitirse fallar.

La primera prueba, los levantamientos, hacen que comience a dudar de sus capacidades. Sus brazos débiles tiemblan mientras hace fuerza, casi obligandole a rendirse a la mitad de la prueba, pero, sin embargo, logra pasarla, a duras penas.

Sus brazos le duelen apenas termina, pero no tiene tiempo de descansar, inmediatamente se arroja al suelo y comienza con los abdominales. Aquello le cuesta, pero también logra superarlo. Los días de actividad, la falta de sueño, comienzan a hacerse notar. Aquello es duro, justo como esperaba.

Apenas tiene tiempo para tomar algo de aire cuando se lanza a la tercer prueba, la carrera. La fuerza no es su fuerte, pero aquella ultima prueba se adapta mejor a sus capacidades, aunque a mitad del trayecto siente como sus piernas arden, como su estomago se revuelve mientras sus ojos se cierran, en ningún momento se detiene.

Para cuando se da cuenta, aquello termina, pero no se relaja, vuelve al comienzo, parándose erguido, justo donde había comenzado, frente al instructor, con los brazos tiesos junto al cuerpo y tratando de mantenerse recto mientras por dentro hace fuerza para seguir en pie.

El sudor cae de su frente mientras se mantiene firme, mirando hacia delante.

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23/09/2009, 00:07
Jonas Fendrew

Nada mas bajar del autobús toma posición sobre las huellas amarillas frente al vehiculo, la lluvia cala mi pelo, mi ropa, mi cara, el agua impide que vea más alla de un metro, mientras el sargento instructor Warren se presenta y nos recrimina que si fallamos nos darán por el culo, todos los instructores, de uno en uno. Tras el "Señor, si señor" de rigor, el sargento señala un edificio iluminado y, tras continuar explicando que nos encerraran, y soltaran con unos pavos para volver a casa si queremos abandonar; nos hacen pasar allí para registrarnos.

Calados hasta los huesos, les hacen desnudarse a todos, mientras se desnuda, un sargento le grita al oido, con rabia, ira, firmeza. A cada grito le contesta con un "Señor, si señor" sin dejar de desnudarse, después pasa hacia la zona donde les rapan la cabeza, con el sargento correteando tras él gritandole. Le rapan la cabeza y justo en ese momento cuando se une a la cola para acudir al registro; el sargento Warren roza su cabeza con las uñas de dos dedos y con una sonrisa alardea de que así les cabrán mejor los rabos a los mariquitas. Señalando la ventanilla, se pone a la cola para dar sus datos.
Chequeos médicos y vacunas, todo ello adobado con gritos de sargento cabreado constante desde el principio a fin.

Al segundo dia sin descanso; les dieron uniformes, un MARPAT desertico y un chandal de deporte. Clases teoricas sobre el M16, fúsil de asalto estandar norteamericano quese implementó al servicio activo en el 61. Como desmontarlo, limpiarlo, preparar el selector de disparo, seguro, todo al completo. Les dieron uno y les hicieron montarlo y desmontarlo; quienes fallan reciben más y más gritos de las sargentos - mujeres esta vez.

El tercer dia sin dormir, vuelven a recibir clases básicas sobre uniformes, reglamento de los marines y más teoría sobre el fusil M16. Aun así, lo peor estaba por llegar, les dieron cinco minutos para ponerse el chandal de campaña y correr hasta el campo de entrenamiento a paso ligero.

Allí se encuentra con su uniforme de campaña MARPAT desertico, el sargento Warren. Que dá un discurso sobre como va a terminar esta primera fase del entrenamiento, levantamientos de su propio peso, una serie de treinta y cinco abdominales en dos minutos y, una carrera de kilometro y medio en trece minutos.

Da a entender lo decepcionante que resultaría para él y sus hombres que alguien fallase en esta parte del entrenamiento, señalando que quien la cague será enviado al pelotón de condicionamiento; con los gordos y maricones. Después pasea por la fila de enfrente y tras otro "Señor, si señor"; lanza un grito frente a su cara para que mueva el culo. La saliva del sargento choca contra su mejilla, pero ni siquiera parpadea, echa a correr hacia el circuito y comienza a realizar los levantamientos, sin ningún problema pese al cansancio de los cuatro días sin dormir. Hace los abdominales en un tiempo record, mientras los sargentos siguen acosando a los reclutas que fallan o muestran cansancio con más y más improperios; terminando con la larga carrera que casi le puede. Pero que aún logra resistir.