Partida Rol por web

Intentando olvidar cosas que ahora no tienen que ver con el problema que nos atañe para las que quizás tenga tiempo después sonrío ante el comentario de mi acompañante, y suelto una risa silenciosa al ver al resto de nuestra camarilla ya en la exposición egipcia.

-Al parecer vamos a tener que esforzarnos para ganar, señor Falkenhorst...- Vuelvo a sonreír y miro con sorpresa al caballero que me ha escoltado hasta aquí.- Por favor, espero que no haga falta un sacrificio...-mi tono es de claro buen humor aunque hablo en susurros, y dirijo una mirada de curiosidad a lo que tiene en la mano el anciano bigotudo.- ¿Cómo logra que respladezca?. No parece tener baterías de ninguna clase...- Antes de perderme en mi curiosidad científica niego con la cabeza.- Bien, aquí estamos. Supongo que deberíamos empezar a buscar...¡no?

Al acercarse ambos recién llegados dentro de la exposición, pudieron ver figuras de un lado a otro, tabletas de piedra con inscripciones jeroglíficas en ambos lados; estatuas de dioses y diosas egipcios que flanqueaban el camino hasta el altar, en cuyo centro uno junto a otro se encontraban la estatua de Osiris e Isis. Hacia ambos lados del altar se encontraban unos cajones de madera, y sobre una de estas cajas había tres lámparas de aceite que parecían ser aún funcionales.

Tanto la señorita Grant como el señor Von Faulkenhorst pudieron ver la reacción de dos de los hombres tomados por sorpresa. El señor Popov parecía mirar con curiosidad las dos estatuas al fondo, en el altar. El señor Paxton había retrocedido unos pasos, tropezando con la estatua de Isis y haciendo que el disco color negro que sostenía la figura femenina se tambaleara precariamente. Más notorio sin duda fue la imagen del señor Knight, empuñando un arma, aunque no parecía apuntarlos, sólo estaba preparado.

Por otro lado los señores Paxton, Knight, y Popov pudieron reconocer en las voces a sus otros dos compañeros, permitiendo relajarse. De momento el grupo estaba nuevamente reunido, lo que podría ayudar a facilitar la labor.

Dwight trataba de avanzar con el mayor sigilo que era capaz de imprimir a sus pasos. A fe que era bastante, pero esa habilidad quedaba eclipsada por su incapacidad por encontrar lo que estaban buscando. Agradeció la aportación lumínica de Popov, aunque le puso nervioso, pues su instinto de.. ¿ladrón? hizo que se tensara un poco. Mientras se sucedían las obras, Dwight tenía la sensación de que aquel lugar le era completamente ajeno a su realidad. Pero eran antigüedades, y las antigüedades se vendían bien, por lo que prestó oído a los que sabían.

Cuando aparecieron la señorita Grant y el señor Falkenhorst quiso su cuerpo reaccionar de forma automática, pero se tranquilizó pronto al ver que eran ellos.

—Reunida la familia. Veamos si encontramos el objeto, ¿alguna pista? —se preguntó mientras oteaba entre las cajas.

La visión de un arma hizo que Alexey se quedase brevemente en blanco. ¿Porque traía un arma así? Era como mucho un robo, además había desenfundado con demasiada rapidez, no la de alguien asustado o poco acostumbrado a su uso.

Obviamente obedeció a sus palabras, nadie llevaba la contraria a otra persona armada sin poseer un arma a su vez y se situó detrás de el.

Afortunadamente y arrancando un suspiro de alivio los desconocidos resultaban ser sus compañeros, por lo que Alexey se frotó un poco la frente perlada de sudor y dijo -es..esto... es un poco extraño - dijo a los demás acercando su luz a la estatua e indicando el disco.

¿po...podría guardar el arma? No creo que sea necesaria - terminó por añadir con temblor en la voz dirigida a Terry, después se agachó para revisar el cinturón de herramientas, que quizá podía tener algo útil como unas llaves.

- ¿Qué estamos mirando exactamente?- Pregunté acercándome a Popov, fijándome en el disco negro que casi había caído de entre las manos de la escultura de Isis, sin saber si nuestros compañeros ya habían estado manipulando más cosas del lugar. Me agacho tras escuchar al ruso, que busca algo en su cinturón y no puedo remediar tocar el disco para confirmar que está suelto, tratando de echarle un vistazo para ver si oculta algo más...

Observo en silencio y con las cejas ligeramente enarcadas la estampa que conforman mis compañeros, y luego avanzo un par de pasos.

-¿Por qué lleva un arma...?.- Niego con la cabeza dirijo una mirada muy expresiva al ver que el señor Falkenhorst ha tocado el disco de esa estatua.- Quizás deberíamos empezar a buscar lo que hemos venido a recoger...y no andar tocando cosas...que parecen tener un valor y edad inconmesurables...

Podríamos haberla necesitado - digo volviendo a guardar el revólver en su funda - Aunque me alegra que no haya sido el caso.

Voy hacia el centro de la exposición y enciendo las lámparas de aceite poniendo su intensidad a la mitad, luego intento reconocer el cofre que hemos venido a buscar y, de no encontrarlo, empiezo a examinar las cajas para comprobar si se pueden abrir.

Buscamos un pequeño cofre de piedra con jeroglíficos en la tapa. - Explico a los demás - Si alguien lo encuentra por favor que avise pero que bajo ninguna circunstancia se le ocurra abrirlo...

El señor Knight tomó una de las lámparas y comprobó con acierto que éstas aún funcionaban. Entre los presentes, comenzaron a buscar alrededor si habría señal alguna sobre la caja que estaban buscando. Incluso abrieron las tapas de los cajones de madera que habían a ambos lados de las estatuas. Dentro encontraron partes de estatuas para agregar a la colección, además de lo que parecía ser un espejo pequeño de color negro, pero ninguna caja.

Sintiendo curiosidad por el sol negro que sostenía la diosa Isis en sus manos, el señor Faulkenhorst tocó su superficie, comprobando que no era completamente lisa, sino que había una especie de relieve en el plato. Lamentablemente, ya el plato se encontraba algo precario en su lugar, por lo que antes que pudieran evitarlo, el sol negro se despendió de la estatua y cayó al suelo, rompiéndose en múltiples trozos irreparables.

Y por unos ansiosos segundos, todo quedó en silencio.

Malditos dedos de mantequilla... ¿Qué era aquello que había percibido en la superficie del disco? Ahora ya nunca lo sabría, aún así había algo allí, me agaché para echar un vistazo a timpo que echaba mano de una de las linternas, que me disponía a encender. - ¿Alguien tiene un fósforo?

Casi soltó un agudo gritito al escuchar el disco caer. Por suerte para su hombría quedó reducido a un sonido ahogado en su garganta mientras se incorporaba de golpe con el cinturón de herramientas entre sus manos.

Sus ojos muy abiertos y saltones miraron en todas las direcciones mientras el latido de las sienes repicaba en sus oídos que intentaban captar los pasos del guardia, seguramente alertado por el ruido.

Aunque no tenía un fósforo podría generar una llamita sin problemas, pero su mente agobiada y en pánico solo alcanzó a soltar un gruñido inteligible a la pregunta de Klaus.

Durante unos momentos, el grupo esperó en silencio para ver si el guardia se acercaba al lugar para saber que había pasado. Sin embargo, no escucharon pasos que pudieran indicar que alguien se acercaba. De hecho, excepto por sus propias respiraciones nerviosas, los cinco investigadores no escuchaban nada.

Fue en ese momento que se dieron cuenta que el sonido torrencial de la gigantesca fuente, que había estado estado acompañándolos desde que entraran al ala Norte del Crystal Palace, se había apagado también. Muy a lo lejos, como si se encontraran de pronto en una extraña burbuja, la música que provenía del salón donde estaban realizando la reunión volvió a sonar, entrecortada y distorsionada.

El señor Von Faulkenhorst acercó su lámpara a los cristales del suelo, intentando leer lo que había escrito. Resultaba un trabajo casi imposible, pues se había destrozado en trozos muy pequeños y muchas astillas de vidrio negros se habían esparcido. Si pudo ver que no se trataba de algún idioma conocido, sino más bien alguna especie de runas o simbología desconocida.

De pronto, en aquel extraño silencio, comenzó a escuchar unos golpes ritmicos, algunos rápidos, luego más lentos, como de una uña golpeando un cristal.

Con su lámpara inprovisada, el señor Popov miraba de un lado a otro, sintiendo los nervios a flor de piel. Había algo en ese silencio que no le daba una buena sensación. Las sombras que creaban alrededor le parecieron más oscuras, opresivas.

Por el rabillo del ojo, por un momento, el señor Popov estuvo muy seguro de haber visto una forma oscura moverse detrás de la estatua de Isis...

Tras comprobar que no parecía haber peligro, pero inquieto porque no parecía escuchar las cosas tal y como... ¿Sonaban hacía medio minuto?... Vuelvo a revisar el estropicio que había causado... 

- En este cristal... Había unas escrituras, pero en ningún idioma que conozca.- Me paré de golpe volviendo a afinar el oído. - ¿Oís ese sonido? ¿Como de... Alqguien dando toques con una uña en un cristal?- Me giré hacia el resto.

El corazón se me intenta salir por la boca al escuchar el estrépito del plato haciéndose pedazos - Por el amor de Dios, Falkenhorst - susurro con rabia - ¿Acaso quiere acabar la noche en el calabozo?

Estoy empezando a ponerme nervioso. El cofre no aparece y la fiesta del otro lado no va durar eternamente. Por más que aguzo el oído no logro escuchar el ruido señalado por Klaus.

Sólo se oye la música. Si el cofre no está aquí puede que se encuentre todavía en la sala de catalogación del museo. Deberíamos echar un vistazo...

- nos hemos hecho con un mapa de los pabellones del jardín. al final el guarda ha sido tan servicial que creo que hasta nos habría dejado pasar a todos sin necesidad de ninguna distracción. ¿Puede mostrárselo, al resto, señorita Grant?*- Comenté mientras me llamaba la atención que nadie más oyese aquel otro sonido, acerqué el oído a los cristales del suelo, veía imposible que proviniese de allí, peor algo me impulso a hacerlo...

Se giró como una centella intentando seguir a algo con la mirada antes de perderlo y decir -no... no he oído nada, ¿pero no habéis visto eso?- su mirada se clavaba en la estatua de Isis... no, a un lado y a otro como si quisiese ver lo que hay detrás sin moverse del lugar donde se encuentra.

Ante la luz mortecina de su "invento embotellado" se podían ver las perlas de sudor que iban cayendo por su frente.

No puedo evitarlo y doy un respingo cuando el plato se estrella contra el suelo. Miro los fragmentos, al señor Falkenhorst y de nuevo a los fragmentos. Se me escapa una sonrisa nerviosa al escuchar la palabra "calabozo", sonrisa que se tuerce incluso un poco más cuando mis compañeros empiezan a hacer preguntas extrañas.

-No...no oigo nada salvo esa música distorsionada por las dimensiones de este sitio.- Mi mente analítica busca (y encuentra) razones pausibles para todo lo que están diciendo mis compañeros.- A veces la luz juega malas pasadas, señor Popov. No le dé más importancia de la que tiene.- Con gesto resuelto me acerco a mis acompañantes y despliego el plano.- Vamos a intentar terminar con esto cuanto antes...no vaya a ser que nos pillen dónde no debemos estar...o rompamos más cosas.

La señorita Grant desplegó ante los ojos de los presentes un tríptico de los que se entregaban a los visitantes del Crystal Palace para que pudieran ubicarse entre las exhibiciones. A la luz de las lámparas del señor Knight, la del señor Von Falkenhorst, y la improvisada luz del señor Popov, los cinco pueden ver ahora el mapa de lugar.