Partida Rol por web

La cueva de Antía,también llamada la Cueva de Cristal por la cantidad de cristales de la que está hecha es una maravilla de la naturaleza donde el agua se torna más caliente allí dentro y la luz reflecta por todos lados dando la impresión de encontrarse bajo el mismo sol a pesar de estar a varios kilómetros bajo el mar.

Altares de piedra muestran distintas figuras del rey de los mares así como multitud de tridentes dispuestos por las paredes de la caverna y otras armas que nunca antes habéis visto.

Antía se encuentra en el centro de la caverna puliendo una extraña arma que posa con cuidado en uno de los pilares antes de haceros un gesto para que paséis

-"Os esperaba,pasad.Ryna me dijo que vendríais a verme"-

Durante el trayecto no dijo nada, pues solo sonrió con aprecio ante su oferta de acompañarlo mientras terminaba aquella canción. No tenia nada más que añadir a lo dicho en la reunión. Además, le gustaba nadar con su amiga y sentirse seguro incluso en los silencios. Se sentía cómodo a su lado sin tener que recurrir al artificio de la conversación como ocurria con el resto de sirenas y tritones.

Llegaron a al cueva de Antía y no pudo menos que maravillarse de la belleza del lugar. Aquel sitio favorecia al brillo de sus escamas y eso le gustaba. Habia dejado pasar primero a Eressëa para luego colocarse justo a su lado, como una igual.

- Entonces imagino que sabes a que venimos - respondió con amabilidad - Necesitamos algunas armas por si acaso la tarea que nos habeis encomendado se... complica - dijo enfatizando divertido la última palabra

Todo aquel recorrido nadó cerca de Azariel, en silencio compartiendo una de las virtudes más grandes que pueda sentir Eressëa, ya que el acompañarse sin la necesidad de las palabras, era un bálsamo para su interior y un respeto hacia los dos, que sin importar lo largo que sea el camino o como esté la situación, ellos se acompañan de aquella forma. 

Lo curioso de todo esto es la fascinación por el lugar, sorprendida ante el brillo especial que se lucía allí al refractar la luz del sol a través de los cristales, dándole una apariencia imponente, femenina. Y mientras acorta las distancias junto a Azariel, la rubia esboza una cálida sonrisa mientras aguarda por su momento. 

- Antía. - saluda cortés. - Hermoso lugar. - no puede evitarlo, le agrada bastante. Pero lejos de decir alguna palabra más, dando por hecho que su amigo fue directo al meollo, espera allí moviendo su cola en un vaivén suave, tranquilo. 

¡Chas!

El chasquido de un látigo de algas que aparece en las manos de la mujer os deja boquiabiertos pues golpea justo en el centro de donde os encontráis.La sirena sonríe y hace un rápido movimiento que recoge el látigo hasta donde está ella.La guerrera da una vuelta sobre sí misma enrollando el arma en su cuerpo antes de acercarse hasta vosotros

-"Azariel,Azariel...ten cuidado con lo que deseas porque se puede volver en tu contra"-canturrea la mujer parándose ante él y ladeando la cabeza extiende un brazo señalando las paredes-"Coge los tridentes que necesites mas te diré que si provocas una nueva guerra por tu inconsciencia serás ejecutado.Da igual de quién seas hijo,la ley es la ley así que no ataques a menos que sea totalmente necesario"-le da un toque en la mejilla antes de ponerse ante Eressëa-"Me alegra que te guste mi hogar.A veces mostrar lo más hermoso de uno mismo es más efectivo que luchar ¿no crees?Tienes un dulce rostro,úsalo"-dice mientras se da la vuelta y se aleja-"Sólo podéis llevaros tridentes,el resto de armas os están prohibidas"-dice la mujer mientras se adentra en un agujero que debe dar a otra estancia de la cueva y dejandoos solos allí con las armas

El tritón se quedó sin palabras. Inmóvil ante la simple fuerza de las palabras de la Anciana que se alejaba. Comenzó a sentir todo el peso del mar sobre él. ¿Comenzar una guerra? ¿Él? Era cierto que su curiosidad era demasiado grande, pero... ¿podria enfrentar a las especies solo por eso? ¿Su hermano tenia razón? ¿Se estaba equivocando con aquel plan?

Sintió la cercania de Eressëa y la miró a los ojos. Su belleza y su presencia lograron templar aquella fria y horrible sensación incitandolo a sacar el dolor que amenazaba con consumirlo por dentro. A su lado veia todo de otra forma, así que...¿porque no? Rodeó con un brazo la cintura de la sirena y la atrajo hacia su cuerpo mientras su mano cubria su mejilla en una tierna caricia antes de besarla con intensidad, para después apartarse ligeramente, apenas unos milimetros, pero dandole el espacio suficiente a que pudiera negarse o alejarse si así ella lo deseaba

La actitud de aquella mujer le sorprende en demasía, quizás por el atrevimiento que se toma al querer generar un poco de temor a los presentes, cuestión que en Eressea termina siendo fascinante, dentro de esa personalidad que la Anciana ostenta por su carácter. 

Incluso las palabras que osadas son un puñal directo a pensar, se cuelan en sus oídos mientras al escuchar que hablan de su belleza natural, la rubia sirena se encoge de hombros. Ella jamás se había creído bonita, sentía que era una más del montón y alguien que siempre pasaría desapercibida en el océano, un ser invisible entre tantos. 

Pero al retirarse aquella mujer para buscar las armas, desvía sus ojos verdes hacia el Tritón y en ese afán de acercarla un poco más donde las distancias son inexistentes para los dos, allí surge algo que no se esperaba: un beso. Quizás entre el millón de probabilidades, no existía esto no por su parte, sino por Azariel. Solo que ese beso comenzó a gustarle, tanto que se dejó llevar por el instante compartido, al deslizar sus manos por el rostro y el cabello su amigo, alargando un poco más el momento. 

Hasta que esos centímetros de distancia, la impulsan a reaccionar aún con la sorpresa en su rostro. No tenía ganas de alejarse, quería estar allí, comprender, pensar, pero a su vez quería sentir para no permitir que su mente divague en cuestiones que no hay explicación. 

- Jamás pensé que ibas a besarme... Fue lindo. - afirma un tanto avergonzada, no es poseedora de una seguridad arrolladora, sino que su mente y su pensamiento analítico es la base, el pilar de sus acciones. No sabía que más decir, su mirada se desvía a esos labios y a los ojos del Tritón, buscando respuestas a lo que es inexplicable. 

Es lindo huir de todo a veces.

- Siempre estas ahí - le susurró mientras le apartaba el pelo de la cara - Y Antía me ha dejado... hecho polvo. - no parecia avergonzado por hablar con sinceridad - Necesitaba tú consuelo y he sentido el impulso de... - se mordió la lengua para no asustarla mientras soltaba un suspiro de ligera frustración. Realmente le hubiera gustado tomarla allí mismo, hacerla suya, explorar todos sus rincones con las manos, con la lengua..

Quizás su mirada dejó entrever parte de aquellos pensamientos, o quizás fue que la apretó más contra si mientras la mano que estaba en la cintura de la sirena ascendia y descendia por su espalda en una suave caricia. Desde luego él no iba a ser el primero en apartarse, pues aunque hubiera querido, no habria podido.

 Sus ojos se cierran por un breve instante donde aquella caricia por la espalda inicia un viaje erógeno, que lejos de pasar desapercibido, le gusta en demasía. Realmente seguía sin imaginar que Azariel se fijaría en ella, quizás por esa falta de autoestima, por no reconocer su belleza entre las sirenas, o tal vez porque los caminos que siempre exploraron de la mano, nunca los impulsó a esto, a este tipo de conexión más allá de todo. 

Y gracias a ello, cuando esas palabras reverberan en su mente, no existe respuesta sólo una intensa mirada que recorre al tritón, compartiendo intenciones, pensando que nada tiene para perder si realmente se deja llevar por un instante en su vida. Al fin de cuentas está sola, invisible dentro de una sociedad marina que la permite camuflarse entre tantos, sólo para sentir desde la lejanía, desde esa distancia donde nadie accede, nadie descubre. 

- La situación es un tanto tensa, pero jamás dudes de ti Azariel. Sé que tienes un peso enorme sobre tus hombros, aunque siempre te diré que es tu corazón, tu instinto y tu mente los que guiarán tu camino. - aconseja al deslizar la yema de sus dedos por la mejilla del tritón, desviando en su suave andar hacia esos labios que hace nada había probado y sin querer le roban una sonrisa cálida. - Aquí me tienes, estoy para ti. -responde al rodear con un brazo el cuello de su amigo, mientras que la mano libre acaricia su torso fibroso. 

Y ante ese abrazo que ya te permite sentir absolutamente todo, muerde su labio inferior al anular todos sus pensamientos, ya decidida a besar esos labios nuevamente desde una pasión que manifiesta da impulso a todo lo demás. La sirena se mantiene intensa en sus acciones, al mover sus labios, danzando con su lengua en la búsqueda eterna con su par, para enaltecer un instante íntimo. Hasta que su boca se separa ligeramente, jadeando mientras se pierde en el cariz de esa mirada profunda. 

- Eres asombrosa - susurra contra su boca mientras la saborea de nuevo. Su corazón late desbocado preso del deseo y la excitación que ella había exacerbado con su lengua. Su diestra busca uno de sus pechos. Alguna vez se había imaginado como seria probarlos, disfrutarlos, pues aunque eran amigos su belleza era evidente para cualquiera que posara sus ojos en ella. Y tal y como pensaba,  eran perfectos, suaves.* Buscó el centro con la yema de su pulgar con suavidad, sin prisa.

Mientras sucedia todo esto se fueron desplazando hasta acomodar la espalda de ella contra uno de los bellos y pulidos cristales. - Como vuelva Antía ahora... - le dijo al oido antes de mordisquear el lóbulo de la oreja. Aunque no lo podia ver, el tritón sonreia cuando dijo aquello,  pues pensar en que estaban haciendo algo inadecuado le ponia bastante.

Continúa sorprendida ante la actitud que ahora refleja su amigo, esa atracción que escondida jamás la había notado. En un instante un montón de preguntas atenazan su mente, pero no les dio lugar porque en parte y pese a todo lo que trae consigo, necesita un momento para escapar de su diario vivir, para disfrutar plenamente desde un lugar que lejos de serle muy conocido, es inexplorado. 

En un momento pensó en Amelia mientras los besos surgían bajo el frenesí del instante, donde las manos recorren cada centímetro de piel que anhela explorar sólo por necesidad. - Pero... ¿No estás con Amelia? - pregunta un tanto confundida, sobre esa boca que ahora tiene su propio aroma, su gusto y mientras ahora es atraída contra el cristal de las paredes que Antía luce en su hogar, se permite ser recorrida, deseada sin dejar de hacer lo propio.

Le gustan sus formas, esa impulsividad que en ella escasea y quisiera tener algún día, incluso siendo capaz de sonreír mientras se pierde en su mirada, tan profunda y clara a la vez.- Nos dirá algo seguro. - responde al dejarse llevar, pensando que el tiempo suele ser eterno cuando dos personas simplemente se desean. Pero ante el influjo magnético de Azariel, no existen restricciones, sólo acciones erógenas, que gracias a sus manos se permite al recorrer, al ir más allá de lo que pocas veces ha llegado. 

Se apartó un poco para mirarla con una ceja alzada, entre divertido y sorprendido - Mi querida Eressëa, no estoy con nadie - pronunció su nombre acariciando cada letra y cada sílaba - Aunque no negaré que me he fijado en ella, al igual que en Eneas - acomodó el cabello de ella con mimo antes de cogerle el rostro entre sus manos - Debido a nuestra amistad seré sincero contigo. Yo no me ato a nadie. Me encanta disfrutar de los placeres que me rodean y entiendo que no todos opinan igual, pero...- en ese momento de pausa clavó los ojos en su labio inferior mientras lo delineaba con un dedo - Si me dejas, me dedicaré sólo a ti y a que disfrutes -

En la sinceridad radica la confianza, siendo el emblema de toda relación para que no exista confusiones cuando se cruza una línea que pueda prestarse para un abanico de situaciones que solo se disfrutan si hay un acuerdo. Y gracias a esa muestra de buena fe, sonríe ante el detalle delicado de su cabello que en un gesto de Azariel, termina iluminando todo. 

- Estoy sola también, compartimos ese detalle. -  confiesa entre susurros sobre los labios de su amigo, solo para morder el inferior en función de provocarlo un poco más, dentro de esa dinámica que ahora mismo se está gestando. - ¿Y cómo sería esa dedicación? - pregunta al deslizar la yema de sus dedos por el torso, descendiendo hacia el abdomen y un poco más. 

Buscando una muestra de aquellas palabras, ese detalle que ahora en la eternidad de este tiempo es necesario para seguir después con una misión que es vital para su especie. - Sólo hazme olvidar por un instante todo, así no pienso más allá de lo que tenemos sobre nuestras espaldas. - responde manteniendo esa cercanía, ofreciendo besos muy suaves sobre esa boca que le resulta adictiva. 

- Dedícate a mi... Y yo lo haré contigo. - responde sincera, al enroscar su cola con la del Tritón, espiando el entorno de reojo, por si aparecía Antía. 

Antía está sentada en una de las columnatas de media altura y os observa. En las manos el látigo ondea con el movimiento del agua aunque de momento no parece que lo vaya a lanzar contra vosotros

Sabía bien como encender todas sus pasiones. Al sentir como se enroscaba alrededor de él se fundió en un nuevo beso inquisitivo, húmedo e intenso, con cierta fuerza pero sin llegar a dañar, simplemente dejándose inundar por los sentimientos que habia encendido la sirena. Sus manos comenzaron a explorar sin limite, lentas en ciertos momentos, pero más ansiosas en otros, combinando el cambio de ritmo en ciertos lugares.

Le dió la vuelta y le apartó el pelo para poder besar y acariciar la suave piel del cuello con la lengua para luego susurrarle lo que iba a hacerle con voz sugerente y cálida. Después volvió a acomodarla para que lo mirara a él y así poder usar su boca como método de investigación. Solo cuando Eressëa estuviera a punto de lograr el extasis se permitiria fundirse con ella en uno solo y poder dejarse llevar libremente, sabiendo que aquel momento seria único y especial para ellos.

Quizás en ese instante no hubo pensamiento, ni el recordar que se encontraba en un lugar semejante y podía ser observada por una Anciana, ya que de alguna manera la impulsividad de Azariel condujo sin límite alguno toda la escena despertando en Eressea un lado muy desconocido para ella. 

Los besos dieron lugar a todo lo demás, donde bajo su propia naturaleza el deseo de la carne surgió, sin importar el cómo, allí estaban unidos el uno al otro, entregados bajo la pasión del momento, entre caricias, miradas y jadeos constantes que los sumergió más en el placer, en el mismo frenesí del acto. 

Se desconoce la duración, pero al menos para la sirena fue realmente intenso, importante para ella ya que desde la entrega, desde la sorpresa misma al surgir una situación similar, todo brilló en aquel rincón del mar. El placer los inundó a ambos, ya desde la intensidad misma que ofrece esa dosis de calidez. 

Y cuando ambos concretaron ese instante con la llegada del clímax, la sirena se deshace en un abrazo tan sentido, cariñoso y cómplice. Estaba claro que los dos de alguna manera recordarán esa visita a la cueva de Antía, de eso no hay dudas. Solo que al desviar su mirada hacia el entorno, descubre que la anciana estaba observando, la vergüenza inunda en su rostro mientras se separa para dar una muestra de respeto, con su cabeza hacia abajo.

Azariel mira extrañado el rubor de Eressëa hasta que se vuelve en busca de una explicación. Nada más ver a la anciana cubrió parte del cuerpo de su amiga con el suya propio, como si así pudiera protegerla de la posible reacción de Antia.

Sondeó su rostro para intentar averiguar si estaba enfadada o no mientras se llevaba una mano al cuello y la miraba como un niño cuando lo pillan en una travesura, con esa sonrisa entre arrepentida y traviesa.

- Lo sentimos. Es que... No he podido evitarlo -

Los abalorios que la mujer lleva puestos por la cabeza y parte del torso brillan tenuemente mientras ella os observa durante unos segundos más antes de incorporarse y señalar una de las paredes en las que los tritones están exhibidos

-"Coged las armas y marchaos,vuestros compañeros llevan largo rato esperando vuestra vuelta"-su tono es frío como las corrientes más heladas y sus cuentas no dejan de brillar

Azariel asintió respetuoso, aunque por dentro se preguntaba porque les había dejado llegar hasta el final. Quizás acababa de llegar, pero le pareció poco probable.

- Tu también querías uno Eressëa? - pregunta mientras se acerca a los tridentes y recoge cuatro de ellos. Si ella quiere otro cogerá uno más. Mejor que sobren que no que falten

Luego le tendió un par a su amiga y con su mano libre la apoyó con suavidad en la espalda de la sirena para que saliera delante de él.

- Espero no haberos ofendido, Antia. No era mi intención - dijo por encima del hombro antes de salir de la cueva

La presencia de la Sirena le generaba un respeto que creía haber roto tras haberse dejado llevar por primera vez a sus instintos. Es consciente de que a veces prima la atracción y todo la situación gira a favor de ello, eran jóvenes, impulsivos y toda esa tensión que genera el cargar en las espaldas una misión que pesa, se hace notar. 

Y por esa razón tras quedar detrás del Tritón, al escuchar las palabras de la mujer, Eressea baja su cabeza en señal de respeto y tras avanzar para coger dos tridentes, rompe su silencio. 

- Perdón por la afrenta, y gracias por las armas. - termina por decir luego de girar sobre si misma mientras se guarda en su memoria el roce de aquella mano sobre su espalda, le agrada la cercanía y por momentos la necesita más que respirar. 

Una vez se van alejando de la cueva, ambos con las armas, la rubia sirena nada desde esa suavidad que la caracteriza y tras adelantarse un poco delante del Tritón, detiene sus pasos. 

- ¿Y esto en que quedará? - le pregunta, interesada por saber. Ella al igual que él, no solían atarse, pero era vital dejar las cosas claras.