Partida Rol por web

-Mañana tendremos un día completito -comenté, una vez que nos marchábamos ya del restaurante-. Habrá que buscar a ese "pescador loco" y visitar El Tritón para conocer a ese guía. Creo que deberíamos ocuparnos sólo nosotros, Máximo. Mike, Bianca y la doctora parecen tener la cabeza en otra parte...

Era el momento oportuno de regresar a la villa para descansar hasta el día siguiente. Lancé un ligero bostezo mientras echaba a andar en dirección a la villa en la que nos alojábamos.

No fue muy productivo, era lo que tenía el intentar averiguar sobre sirenas en un lugar ya cansado del tema. La mayoría del tiempo solo recibían sonrisas cansadas y les trataban como simples turistas molestos. Pero al menos tenían un par de pistas, una más prometedora que la otra.

-Un loco y un vende humo… nos va a costar si lo hacemos nosotros solos- ladeó la cabeza, caminando al lado del biólogo-. Hablemos con los demás en la mañana y ahí vemos si nos acompañan. Lo de Ligeia les afectó. Seguro que mañana se prenden en las investigaciones.

Estaba francamente cansado, demasiado habían vivido en ese día y el siguiente demostraba ser aún más complicado. Recién habían encontrado la punta del hilo y debían tirar mucho hasta llegar a algo tangible que les diera respuestas.

A aquellas horas el paseo marítimo es un hervidero de gente a pesar del aire frío e incluso en la playa ves a gente paseando e incluso a algún valiente que mete los pies en el agua helada sin embargo tu atención está puesta en el estanco que por fin encuentras y al que te diriges rauda para comprar tabaco.Tras unos minutos haciéndote entender para conseguir la marca que fumas por fin sales y con las manos un poco temblorosas intentas encenderte el cigarro sin embargo no atinas con el mechero y con rabia lo bajas la mano para intentar calmarte cuando un click y una llama delante de la punta de tu cigarro te sorprenden

-"Buon giorno, signorina. Non dovresti fumare, fa male alla salute"-dice una voz de hombre y al alzar la mirada te encuentras ante un hombre joven algo más alto que tú e indudablemente atractivo que te sonríe con amabilidad

¿Cómo iba a quererme a mí? Horrible y monstruosa. Aquel tipo que me había humillado e insultado delante de todos sin descanso, era mucho mejor que yo, que no sabía ni rebatir sus argumentos repetitivos sino con lágrimas e impotencia.
“Li ¿Por qué te torturas así?”
El águila planeaba sobre mí a una altura prudencial, atraída por mis lloros que empezaban a brotar como puñetazos en la mejilla e iban cayendo por el barranco de mi barbilla.
Yo solo tenía miedo de aquel arpón y él se ha quedado con ese humano. Lo ha escogido a él para cantarle, para besarlo. No quiero volver ahí. No quiero que me siga tratando así y nadie haga nada. No quiero más insultos ni humillaciones. No volveré. No. No. No.
“Li… No te tortures así, no pasa nada, no volveremos si no quieres.”
Ese hombre me ha amedrentado hasta hacerme huir como una niña cobarde. El sireno simplemente se ha quedado con la mejor opción que nunca soy yo. A nadie le gustan las locas cobardes y lloricas. Ya tiene lo que quería. Ligeia la loca, Ligeia la egoísta, la mentirosa, la persona horrible y despreciable, Ligeia la loca.
“Vale, vale, y has dicho loca varias veces, yo te dejo llorar. Pero ¿no crees que no es por eso por lo que lloras? Yo creo que lloras porque estamos solos de nuevo y nunca te gustó estar solita. No por el sireno ese que no te quiere o el humano necio que te envidia porque tú encontraste sirenas y él no. ¿Crees que esa inquina contra tí era normal? No, era absurda envidia. Podemos vivir sin ellos. ¿Puedes dejar de macharte así? Me duele hasta a mí.”
Sonreí entre lágrimas de verdadera angustia; suspiré y me tranquilicé lo mínimo antes de entrar en el estanco en el que compré paquetes de tabaco.
Hacía años que no lloraba, así que el panorama fue bastante dantesco para el pobre estanquero que además no me entendía.
Ligeia, la loca peligrosa y desquiciada a la que no se le concede el beneplácito del miedo. Qué asco me daba aquel hombre, me había quitado aquello que yo amaba, haciéndose el macho alfa.

En eso estoy pensando, el puto mechero no prende. Me estoy poniendo nerviosa y no quiero llorar otra vez. Prendo el pitillo y suspiro antes de mirarlo. Con la mano temblando. Cierro los ojos casi apurando el primer cigarrillo. Luego me fijo en el chico.
- Gracias, oh, seguro que sabes dónde beber alcohol. Necesito güisqui ¿Dónde compro? Birra, beer. Porfa .

-"Oh,española"-sonríe el hombre y te tiende la mano-"Mio nombre es Carlo e tuo?"-espera a que le respondas y te señala los múltiples bares diseminados por el paseo-"Yo invitar a bella signorina,vamos"-te anima haciéndote un gesto con la cabeza para que entréis a un bar cercano

Otro que habla en infinitivo. Presiono un labio contra el otro tratando lágrimas mientras saco otra cigarrillo y me lo pongo en los labios a la espera de que lo prenda de nuevo.
-Yo hermosa, qué valor. Yo soy Ligeia. Muchas gracias por el fuego. En realidad quiero una botella y volver a la piedra esa grande. Tengo que hablar con esas sirenas.
Ligeia la loca seré, lo bueno de ser la loca peligrosa es que he perdido todo lo que me importaba, no queda nada ya para apreciar mi vida un mínimo.

Carlo te mira sin comprender muy bien lo que dices hasta que la palabra sirenas sale de tu boca y entonces sonríe ampliamente

-"Oh,sirenas,sí,aquí viven desde siempre.Vamos,yo te invito a beber"-te señala el bar para que vayáis juntos hasta allí y vuelve a ofrecerte la mano 

Al ver a Ligeia bajando deprisa por el camino la doctora tira su cigarro y decide seguirla por lo que sale a toda prisa de la villa esperando no perderla de vista,pero al llegar al paseo marítimo en el que desemboca el camino ve la cantidad de gente que pasea por allí y se da cuenta descorazonada de que Ligeia no está por ninguna parte.Su mirada se dirige a la playa y al puerto donde varios yates están anclados y en donde varias personas pasean por la arena  tranquilamente o se sientan a contemplar el mar.Ligeia tampoco está allí.Fastidiada la doctora no se da por vencida y comienza a caminar por el paseo,la peliazul no puede haberle sacado demasiada ventaja puesto que ella ha bajado corriendo.Mientras camina se fija en la diversidad de transeúntes que hay pues la mayoría son extranjeros,como ella y los idiomas se mezclan en una cadencia agradable que le hace desear estar de vacaciones y no en una misión casi suicida.El alivio se instala en su pecho al ver unos metros más alante a Ligeia fumando,de espaldas a ella y hablando con un atractivo joven que le tiende la mano señalando un bar

Todas mis rumiaciones mentales se van callando un poco cuando dice que…

- ¿Cómo que aquí viven desde siempre? Yo me refiero a las sirenas, las que tienen cola – hago un gesto con la mano simulando una aleta, que la verdad no me sale muy bien - ¿A qué te refieres?

Miro hacia la piedra esa enorme en la que me hundí ayer, luego miro al chico, y su mano, extrañada, quiero que me lo explique, pero quiero ir a la piedra también. Yo puse en alerta a todas las sirenas, Eressea y Eneas no sabían nada de los ataques, salieron del agua supongo que para comprobar que mis palabras eran ciertas, si las cosas que están matando personas están bajo el agua, ellos estarán buscándolas también y seguramente hayan averiguado más cosas. ¡Necesito hablar con ellos!

Pero también necesito beber algo. ¿Y qué es eso de que viven aquí? Cojo la mano del chico y entro con él en el bar, mirándolo interrogante para que me explique a qué se refiere.

-Pero donde narices va?- Susurré para mi viendo como la peliazul se iba a hacer puñetas.

Seguramente estaba hasta las narices de tanta bronca y cosas así. Con lo que era ella, seguro que se iba lejos a desaparecer o emborracharse hasta quedarse tirada en cualquier rincón. Di una última bocanada al cigarrillo y lo tiré al cenicero, a medio terminar siquiera, para salir corriendo escaleras abajo hacia aquél sitio.

-Como luego no aparezcas..- y es que volver a perderla sería ya un cachondéo.

Si volvía a desaparecer, temía que el resto pasase de ella olímpicamente. Por no hablar de que a Azariel le dirían cuatro cosas. Mas si encima la gente empezaba a creer en esas cosas, aun no confirmadas, sobre tritones de verdad y tal. Yo era mas escéptica. Quería creer pero la ciencia no estaba del lado de los soñadores, y creer todo lo que decía  Azariel y Ligeia, creerlo sin mas a pies y juntillas, no era de locos: era de tontos, ya que bien podrían ser una secta marina o...vete tu a saber.

O la veía por ningún lado y pronto me temía que se la hubiera llevado de nuevo el mar, porque esa era mi segunda opción: volver al agua a buscar sus preciadas sirenas.

- Hey! Espera.- Dije a lo lejos cuando me pareció verla cerca de otro chico, allí a lo lejos. Pegué una carrera para alcanzarla y  la toqué el hombro justo cuando el chico quería llevársela a un bar o algo así.- Li! Espera, ¿ Dónde vas?

Sorprendida, veo a Val y la verdad en un primer momento no sé muy bien qué decir. La miro enormemente extrañada. ¿Val? ¿Yo? ¿Qué haces aquí tú?

- A beber algo. Estoy harta de que ese enano mental me insulte y me humille, se haga la diva martir y todos os calléis como perras. Si escucho otra vez la palabra loca le daré una hostia. – Frunzo el ceño. - No se puede ser más imbécil. Primero voy a beber güisqui, luego voy a buscar a las demás sirenas para ver si han encontrado algo.

Lo suelto así, sin más, delante del otro chico.

El hombre apenas se muestra sorprendido por la presencia de Valeria y con una atractiva sonrisa le tiende la mano

-"Signorina,amiga de la bella buscadora de sirenas.Mio nombre es Carlo ¿e il tuo?"-si Valeria le da la mano el chico se la acerca a los labios y le besa el dorso suavemente-"Ahora iba a invitar a su amiga a beber,usted está invitada también,claro"-

Cogí por lo hombros de frente a Ligeia y la miré como lo haría una hermana... o algo así.

- Beber.- Sonrei delicadamente.- Es un gran plan cuando quieres mandarlo todo a la mierda.- Acaricié su rostro allí por donde parecía que sus lágrimas habían caído.- Pero si lo haces sola, sabes que podrías terminar espatarrada en el retrete con el hermano gemelo de Jordi Hurtado. Y....- Miré al chico que nos indicaba el sitio.- ... como tu doctora particular, y viendo el regalito con forma de hombre que trajiste la últim vez que te perdiste...- La cogí del brazo.- ... me veo en la obligación de tener que acompañarte.

El alcohol no iba a solucionar los problemas. Puede que por un rato lo hicieran, o quizá que la dieran una perspectiva nueva. Pero prefería que se despejara un poco.

- Andiamo!!- Dije al chico.- Y Li, cielo, no te preocupes por Ronan. Tienen la mente demasiado cerrada. Mucha gente la tiene. Yo misma soy de ideas fijas. Tan solo... dales tiempo para conocerte, ¿Vale?

¿La mente cerrada? ¿Puedes asumir que existen los sirenos solo porque alguien te ha dicho que lo es, pero no puedes dejarme a mí tener miedo de un arpón y tienes que humillarme todo el rato? Suspiro, ignoraré a ese infraser para los restos, con esta decisión zanjo el tema, ni un pensamiento más. El sireno se ha quedado con él… el infraser tiene lo que quería. Yo había estado cuando ese sireno cabrón se sintió incomprendido por todos los demás, pero él… él… me deja tirada cuándo más... FIN. Corto todo pensamiento antes de que se forme, vuelvo a tener ganas de llorar y he decidido que no voy a llorar más, que prefiero beber. Abrazo un momento a Val, tragando mis lágrimas. Carpetazo a esta mierda. ¡Siguiente problema! Las sirenas y el pedrolo ese grande. Suspiro y sigo a Carlo hacia el bar.

- No será fácil, esas sirenas son muy cabezotas, Carlo ¿Tú has visto sirenas alguna vez? ¿A qué te referías con lo que has dicho antes?

Miro al italiano que debe ya estar convencido de que soy una loca y la verdad es que ya no me importa nada. He perdido lo que más quería. Me da igual todo.

 - Hay una rubia muy bonita que me odia bastante, yo haciendo amigas siempre… y un rubio, Val, hablaba taaaaan bien, me sonreía con cordialidad todo el rato. Y una morena, aléjate de ella en cuanto la veas, me dejó ciega en un abrazo, sin saber ni entender nada. Vinieron más, había muchos sonidos diferentes, estuvieron discutiendo. Yo les conté lo de los mordicos, lo de los marineros, por qué estamos aquí... Prometí que no diría nada a nadie mientras decidían que no iban a matarme. Tú vienes, así que será evidente que he faltado a mi promesa.

Corto los recuerdo ahí, pensar en él me duele más de lo que puedo soportar. El primer güisqui me lo beberé entero de un solo trago. Sin respirar. Carlo debe estar llamando al 091 italiano para que me lleven al manicomio.

- Cuando nos acerquemos a la piedra, probablemente estén enfadadas, Azariel no está - quiero llorar otra vez cuando pronuncio su nombre, bebo - se preocuparán; pero seguro que han averiguado algo sobre las cosas que están matando humanos. Si están bajo el agua hay que buscar bajo el agua. Ninguna de ellas estará del lado de los humanos, yo te lo digo para que lo sepas.

-"¿Voi doctora?Molto bene"-asiente con una sonrisa antes de mirar a Ligeia un poco extrañado-"No,no,yo no ver ninguna sirena pero turistas encantan que les cuenten historias.Mia mamma cuenta a ellos historias"-se encoge de hombros y os cede el paso al bar antes de pedir un whisky para Ligeia  y mirarte-"¿Qué toma,bella doctora?"-él se pide una cerveza y paga lo de los tres

-Pues...creo que de momento una coca-cola- Dije con serias dudas, como si en realidad pensara que Ligeia estaba borracha y pidiéndome una coca-cola iba a estar mas cuerda. - Por que... no vas a buscarla. La coca-cola. Y de paso... ¿sabes que me encantan las sombrillitas esas?¿Por que no eres buen chico y me traes una con forma de ...sirena?- terminé solicitando en italiano, mirando seriamente al decir la palabra a mi amiga Ligeia.

Claramente necesitaba un par de minutos al menos con ella. A solas.

- ¿Lo dices en serio, verdad?- Dije seria mientras me apartaba ale pelo de un lado de la cara.- ¿Sirenas? ¿Dices que has visto sirenas de verdad?- Hice que girara su cara para mirarme directamente. Un par de segundos. Quizá fueron cuatro o mas hasta que comprendí que lo que ella decía iba en serio , y abrí los ojos por la sorpresa. -No... me... jodas...-

-Li! No estarás pensando en serio volver a... allí abajo, ¿no?- Dije bajando la voz.- ¿Quieres que te maten? -No no tenía muy claro en realidad si ella hablaba de sirenas reales o de sirenas de otro tipo pero.. no podía dejar nada al azar. Y encima ella me metía en el ajo. - No puedo dejarte ir sola. Y se que, como tienes esa cabeza de huevo podrido... vas a ir de todas formas, ¿verdad?¿Por qué?- Suspiré llevándome las manos a la cara y cerrando levemente los ojos.- Se que voy a arrepentirme de esto... pero, tengo que acompañarte, Li.

-Val, yo ya había visto una sirena antes, cuando era pequeña.

Por alguna razón ahora hay cosas que me duelen más y me siento libre de contar ésto, no lo había contado a nadie jamás, solo a Poe. Me sigo sintiendo terriblemente culpable, pero ahora es diferente. Puedo hacer algo, devolverles algo a cambio por la vida que perdieron, por eso no luché cuando me hundí en el agua, por eso no me importó si querían matarme bajo el agua o no.

- Una sirena vino al barco de padre, me cantó, era… Nunca había sentido tanto amor, hasta Azariel, - eso último se me escapa solo sin pensarlo, bajo la mirada - padre la cazó con un arpón mientras ella me besaba, vi como aquello le atravesaba la espalda hasta el ombligo. Cuando llegué a la cubierta la había partido por la mitad para quedarse con la cola. Por eso me puse así al ver el arpón. Fue mi culpa – aprieto los dientes, el tatuaje de mi cara se compacta, nadie diría que hay unos labios debajo. Suspiro y la miro a los ojos. – Puede que nos maten, puede que se escondan, puede que lleguemos tarde. Si quieres volver con los demás éste es el momento. Si quieres seguir yo necesito un trago y nos vamos a esa piedra. Yo iré, pagaré el precio que sea por ayudarles.

Relajé mis hombros cuando me dijo que ya la había visto.

La historia de Ligeia me la sabía a medias, fruto de una intensa noche de alcohol, baile... mucho baile, y posiblemente alcohol. ¿Ya lo había mencionado? Bueno, es que hubo mucho alcohol...

-Lo siento. Li. De verás.- No sabía si era real lo que vio o besó...-Podría ser un besugo bien grande con algas en la cabeza.-... pero lo que hizo el padre, fuera lo que fuera, desde luego no fue del agrado de una niña. Como si un padre hubiera matado a un ciervo delante del crio y lo hubiera destripado allí mismo- Tu padre fue un capullo.- Afirmé.- Y tu una idiota si crees que te voy a dejar beber antes de meterte de nuevo en el agua o donde quiera que me lleves. Porque voy a ir contigo.- Me levanté y recogí mi bolso mientras tomaba sus manos y la hacía levantarse.

Mi móvil sonó y lei un mensaje. Respondí de inmediato para no preocupar al resto y continué con Ligeia.

- Verás, cielo, yo no he visto nunca a una sirena como tu y debes entender, que me es difícil creer en ellas así de pronto. La mente humana es asi de idiota a veces. -

Sonreí poniendo un mano en su hombro.- Pero si creo en ti, así que si tu lo dices, creo en ellas. ¿Pero sabes? Tengo mis dudas sobre el color de su cola. Así que no te queda otra que llevarme contigo ya que me has creado una duda existencial- dije de forma algo burlona.- Vámonos antes de que ese tio italiano con las hormonas revolucionadas por dos pibones como nosotras vuelva y se cuenta que le tengo alergia a las sombrillitas de papel rosa.¿Quieres? Vamos.

Tiré de ella hacia la salida de aquél sitio mirando a todos lados, como si hubiera robado algo, y esa sensación de diversión en mi rostro.

- ¿Cómo vamos a dejar al chico tirado encima de que nos invita? - suelto a Val y me acerco a Carlo sonriendo para decirle algunas cosas.
El chico se acercó cuando yo estaba hundida en mi pozo de autocompasión, no voy a irme sin más.

- ¡Carlo! Vamos a irnos mi amiga y yo. Muchas gracias por ofrecerme una birra cuando la necesitaba, has sido muy amable. Sé que me has escuchado decir muchas cosas ¿Me guardarás el secreto? le doy un abrazo, porque sí, porque el chico se paró a invitar a una desconocida y llorosa mujer, que parecía estar loca. Esa calidad humana casi no existe ya.