Partida Rol por web

El beso de Colette me pilló desprevenida, ella tenía acento francés así que más o menos conocía sus costumbres pero aunque en mi país fueramos bastante expresivos y cariñosos no estaba preparada para recibir un beso de buenas a primeras. Esa fue la causa de mi primera "explosión" imperceptible a simple vista pero que contagio a todos con un humor rosa mezcla de romance y timidez.* En mi caso reaccioné sonrojandome un poco e intentando cambiar el tema, además de pronto me sentía muy hambrienta.

- De nada supongo- respondí de forma algo torpe con una sonrisa boba- Vaya telepata eso lo explica todo- "entonces aun tengo algo de habilidad disimulando mis emociones" faltaría menos, una persona con poderes sobre emociones y sensaciones que no puede ni disimular su propio sentir. La comida que ekaterina traía me atrajo inmediatamente, se veía rico aunque nunca lo hubiera probado y sería una buena distracción para mi soñadora mente. - Si no te importa Eka voy a coger un poco de eso, la cena de despedida en casa estuvo deliciosa pero la glotonería me puede.

No tardé en coger unos pirosh como se llamen y me eché uno casi completo a la boca, era realmente delicioso. Evitaba mirar a Collete concentrandome unicamente en ese trozo de comida que ahora llenaba mi boca, casi llegué a ahogarme.

Robert denegó con una sonrisa y un leve ademán el ofrecimiento de comida, y pocos segundos después pareció aturdido por los sentimientos que le vinieron de golpe. Sus mejillas se ruborizaron, e inmediatamente miró a Camille, aunque como la joven no dijo nada al respecto, no supo si lo que acababa de sentir era natural o causado por los poderes de la chica.

- Entonces, resumiendo - dijo, tomando una libreta de su bolsillo trasero y una pluma. Era extraño verle manejar esos objetos, cuando todos los adolescentes usaban dispositivos electrónicos - Colette, eres telépata; Camille comparte emociones; Ekaterina es una multiforme; y los señores Heller y Chejov, así como la señorita Yagami, son un misterio. ¿Alguna pista, o preferís mantener el secreto?

Sus formas variaban entre el lenguaje callejero y la educación más exquisita, bailando entre uno y otro constantemente.

 No sabía porqué me sentía así, pero mi aspecto cambió en respuesta a aquella sensación y no pude evitar ruborizarme. Pero dentro de lo malo, al menos mi nuevo aspecto tenía la misma talla. 

Para disimular abrí la parte de arriba de la mochila y saqué una tartera metálica, cuyos dibujos originales hacía tiempo que se habían borrado. Los nuevos los habíamos hecho Nana y yo, porque sólo los ricos tiran algo que sigue siendo perfectamente funcional. La abrí sacando unos paquetitos perfectamente envueltos en tela. 

- Los blinis se pueden tomar con cosas saladas o dulces - dije de forma tímida - Nana me enseñó a prepararlos, pero no sé si nos dejarán usar la cocina. 

Entonces el chico que había hablado de conocernos empezó a tomar notas. Pese a la timidez, no pude evitar notar que no había hablado de si mismo. Algo llamativo considerando que era él quien había propuesto hacerlo en primer lugar. Me mordí el labio inferior y, finalmente, mi curiosidad pudo más que la timidez. No podía evitarlo, era así. 

- Si somos un equipo sería conveniente saberlo - volví a morderme el labio y miré a Robert - Dado que fuiste quien sugirió conocernos, sería... apropiado que hablases algo de ti. Nosotras ya hemos roto el hielo... 

No añadí nada más. Obviamente mi poder no era un secreto... bueno, el de cambiar. El otro... era difícil hablar del otro. ¿Cómo le dices a alguien que eres superinteligente sin sonar como una creída? No puedes, simple y llanamente. 

El caso es que Robert no me inspiraría mucha confianza si mantuviera sus capacidades en secreto después de preguntarnos al resto. Era un doble rasero significativo. Y en un equipo era importante la confianza... 

Robert arqueó las cejas, y luego sonrió abiertamente. Sus ojos azules parecieron brillar, y su blanca sonrisa prometía un corazón puro, aunque no inocente.

- Me parece justo - dijo, aunque miró a uno y otro lado, queriendo asegurarse que nadie les observaba - Aunque es difícil de demostrároslo... Mi poder es el de abrir caminos...

Ladeó la cabeza, y luego agitó los dedos, como si fuera un prestidigitador.

- Para mi siguiente número, pediré a la joven cambiante que se guarde este bolígrafo en su bolsillo - dijo, sacándolo de sus pantalones. En cuanto ella lo hizo, una sonrisa lobuna apareció en el rostro de Robert, y se acercó a Camille, moviendo la mano dentro del bolsillo de su chaqueta - Con permiso...

El bolígrafo que había guardado Ekaterina ahora estaba en las manos de Robert.

- Es una tontería, nada tan impresionante como la telepatía, o la multiformidad - dijo, mirando a Imre y Z.

Z se quedó mirando el espectáculo, pero cuando Robert empezó a hacer su demostración, el joven empezó a sacar su violín y su arco, preparando todo para una pequeña demostración. Una vez que el poder de Robert fue demostrado, Zvonimir empezó a hablar mientras de calzaba el violín al hombro.

Es decir que no importa lo que quieras, tu poder siempre te lo permite alcanzar.

Zvonimir golpea el arco contra la valija en la que se había sentado, como si fuese una batuta para terminar de llamar la atención.

El violín empieza a sonar con la música de Bach mientras Z empieza a mover la cabeza de un lado al otro, al principio suena fuerte, pero en algún punto se empieza a desvanecer el sonido, hasta desaparecer.

¿Que les parece?

Lo interesante es que cuando Zvonimir habla la música vuelve, pero lo más interesante aún esta por verse, cuando le van a contestar la voz de ninguno de ustedes suena, al ver esto el joven se sonríe como si su poder lo sorprendiese a si mismo, el silencio es total, esto hasta que Zvonimir vuelve a hacer sonar su violín y el estuche del violín vuela un par de metros, como si alguien lo hubiese pateado, aunque nadie lo haya tocado.

Bueno, por las dudas les voy a explicar.

El joven se para y deja de tocar.

Mi poder es controlar las ondas de sonido, puedo maximizar un sonido, apagarlo e incluso utilizar las ondas para mover objetos o golpear, lamentablemente descubrí esto al dejar sordo a todo un teatro.

Zvonimir mira el suelo luego de explicar esto, pero luego mira a Laura.

Bueno, la que aún queda por explicarnos el poder eres tú ¿Que es lo que puede ser tan gore?

Entrecerré los ojos, pensativa. Era pronto para empezar a pensar en táctica y más aún cuando no sabíamos a qué íbamos a tener que enfrentarnos. Pero no podía evitarlo, mi mente siempre iba a toda velocidad, saltando de una cosa a otra. 

- Disiento. - respondí con voz suave - Es un poder con gran potencial estratégico. Si nos enfrentásemos a un vehículo o mecanismo, mover de sitio una sola pieza puede inutilizarlo. Más aún, al ser una avería controlada, podría luego recuperarse para uso propio. Y hablo sólo de cosas pequeñas, ignoro si puede usarse para objetos mayores o, incluso, personas. Un poder no necesita ser... llamativo para ser útil. 

Di un mordisco pensativo a uno de los Pirozhki. Coordinar los poderes podía ser complejo, pero asumiendo poder controlar nuestras capacidades y coordinarnos, había muchas tácticas disponibles.

A continuación el músico hizo una demostración. Por absurdo que pudiera parecer, casi me resultó más impresionante su forma de tocar que el poder en sí. Y no es que fuera un poder desdeñable, era sólo que la música siempre había tenido ese efecto en mí. La melodía me puso ligeramente nostálgica y recordé aquella vez de niña que había visto bailar a mi madre en el ballet. Sonreí. 

- Siempre me gustó Bach - susurré aún algo tímida. 

Lo cierto es que tampoco Imre había revelado su poder y aún faltaba otro más por aparecer. Con suerte, ninguno tendría un poder descontrolado que fuera peligroso... con suerte. 

Parecía que de repente todos estaban tranquilisimos. Había un ambiente que bien podía haberse sacado de la novela rosa más sosa, aunque sí que es verdad que la música de Z y el truco de Robert habían animado el lugar. Escuchó la música, que le gustó bastante, pese a que Bach en realidad era de los que menos le gustaba, por el hecho de que cada vez que lo oía se sentía como si le entrasen ganas de invadir Polonia... una sensación rara.

Se dió cuenta enconces de un pequeño e infinitesimal detalle.

"Mmm... Blackett-san" -dijo educadamente mientras cogía uno de los blinis y un cuhillo- "Yo no he dicho en ningún momento mi segundo apellido. ¿Cómo es que lo sabes? Ah, por cierto, supongo que igual es mi turno de la demostración, ¿No?" 

Se comió el blinis a palo seco, y usó el cuchillo para hacerse un corte en la yema del dedo. La sangre empezó a salir, pero no fluyendo, cómo normalmente lo haría, si no que salió, y formó la forma de un tulipán. Al momento, la chica miró al grupo "¿Mola, verdad? Puedo hacer muchas cosas con mi sangre. Darle forma, cerrar mis heridas de forma prácticamente automática, -para demostrarlo hizo que su sangre volviese a dentro de su cuerpo, y sólo quedó una simple costra- o incluso acelerar su flujo para oxigenar mejor mi cuerpo"

Se puede ver que tiene una sonrisa de orgullo en su cara del tipo "¡Si es que soy genial!"

Colette los escucha a todos y al agradecerle a Camille, se sonroja y de momento se siente volar. Era extraño pero era casi como si le hubiera agradado el beso. Qué confuso.

Todos comienzan a mostrar un poco sus habilidades y Colette no puede evitar sonreír abiertamente. Tenía una sonrisa encantadora y su rostro se iluminaba con ella. Escucha a Ekaterina y piensa - Vaya, así que super inteligencia - pero permanece en silencio. Si no lo decía ella, Colette no sería quien lo divulgaría.

Todos parecían ser más abiertos con su poder, así que Colette decide compartir la verdad. Tal vez, así Eka sintiera la confianza.

La joven alza la voz tímidamente y después de acomodar su cabello, dice - Bueno... Yo tengo una habilidad más - sus mejillas seguían sonrosadas, lo cual hacía que sus ojos se vieran más intensos y grandes. Casi parecía una muñeca de porcelana por el contraste tan fuerte con el color de su piel.

Pone sus manos al frente y fija su mirada en el cuaderno. Luego, retira sus manos y el cuaderno permanece en el aire. Lo pasa por cada uno, mostrándole sus dibujos de París, otros sobre naturaleza y algunos sobre el avión en el que viajó.

- Puedo... Mover los objetos con la mente - el cuaderno de dibujos vuelve a manos de Colette y ella se abraza a él, aún avergonzada.

Cuando al chica le ofrecio la comida Imre le agradecio cogiendo algo, despues se mantuvo durante un rato miranod a todos, cuando aquella chica hizo eso se sintio raro, sus mejillas se sonrojaron:

- Pero que pasa, me sonrojo como una nena? 

Se da uos golpecitos en los cachetes meintras piensa para si mismo:

- Tio que haces, piensa en algo que mole, ah si, aquella fiesta donde la liamos tanto con los colegas

Una leve sonrisa se puso en su rostro, pero volvio pronto a la normalidad cuando empezaron las demostraciones de poderes, sin duda eran personas bastante particulares y con unos poderes increibles, sabia que le tocaba a el, no tenia muchas ganas, pero  no quedaba otra, con la mano con la nuca se acerca a su maleta grande y la abre mientras dice:

- Bueno, supongo que me toca a mi, os presento a Henriketta

De la maleta surje una marioneta hacha de madera, su aspecto es de mujer y esta muy bien hecha, con muchos detalles, la muñeca de tamaño humano comienza a incorporarse y se coloca junto a Imre.

La marioneta lleva puestas unas ropas de estilo gotico, aunque alguien que sepa un poco de este estilo de ropa sabe que la realidad es que no son ropas modernas, sino que son ropas antiguas, seguramente de la epoca en que la ropa gotic lolita se basa.

La marioneta se mueve sin problemas y aparentemente sola, como si fuera un ser humano normal.

Imre sonrie levemente y dice:

- Mi poder no es tan espectacular, pero por decirlo de alguna forma sencilla vengo de una familia de marionetistas, y ella Henriketta es mi marioneta.

Robert asintió ante las demostraciones de poder, sorprendido por algunos más que por otros.

- Entonces, resumiendo - dijo, retomando su libreta - Colette, eres telépata y tele... tele... mueves cosas con la mente, ¿no?; Camille comparte emociones; Ekaterina es una multiforme; Laura utiliza su sangre para crear cosas... qué... gráfico; Z maneja el sonido e Imre utiliza una marioneta... la verdad es que parece real, socio.

Miró la libreta, como si en ella se encontrara la respuesta al universo, y luego la cerró con un rápido movimiento y se la guardó en el bolsillo, para luego sacar de otro un reloj con cadena, con pinta de ser bastante caro. 

- ¿Alguien sabe si tienen que recogernos a alguna hora en particular?

- Ya ni modo hay algo más, primero no controlo bien mis habilidades por lo que si se sintieron raros en los últimos minutos ha sido mi culpa. Por esa misma razón les ruego tengan cuidado y no busquen provocarme, ya que esta ha sido una sensación agradable pero normalmente cuando desato mis habilidades sin control contagiando a todos es por emociones negativas y soy una chica muy emocional.

Hablaba con la boca llena, busqué una botella de agua entre mis cosas para pasar la comida antes de seguir hablando, no quería ser muy maleducada. Por supuesto había tomado nota mental de todas sus habilidades ya que si eramos un equipo tenía que tenerlo claro y también por seguridad. Mi favorito fue el de Laura aunque me daba algo de miedo, también me gustó lo de la marioneta.

- También puedo saber que es lo que están sintiendo- " Así supe Collete que estabas asustada " pensé porqué decirlo en voz alta me parecía de poca educación- no siempre por ejemplo ahora trataba de mantener mi habilidad apagada pero como no la controlo bien hay emociones muy fuertes que me ha sido imposible no percibir. Y hablando de muñecas hay algo más- estaba dispuesta a mostrarme tal cual era aunque me guardaría lo de la conexión emocional eso era algo muy privado que no sabía si se llegaría a dar con ellos- Zeta permiteme usarte como ejemplo.

 Otra habilidad que me había gustado mucho era la de él pero no era momento de elogios. Durante breves segundos logré "conectar" con él* cogí una aguja que siempre traía agarrada a mis ropajes y la clavé en mi brazo, estaba acostumbrada por lo que no hice ni una mueca de dolor pero seguro el chico del violín si sentiría el pinchazo.

- Soy como una muñeca voodoo ahora imaginen lo mismo pero siendo que me "conecto" con alguien que me da un puñetazo. Aunque como dije no controlo bien mis habilidades a veces creo conexiones o copio emociones y luego las transmito a otros, o transmito mis propias sensaciones sin desearlo, etc.

Tomé nota de todas las habilidades. De momento estaba tranquila y no parecía que fuera a cambiar de nuevo. El pelo entre rosa y lila no suponía un verdadero problemas. Asentí a lo que decía Cam sobre ver nuestras emociones afectadas. Iba a tener que mejorar mi control porque en caso de verme afectada por emociones negativas, ¿quién sabe en qué diablos podía cambiar? 

Por suerte, lo otro que me preocupaba era el "efecto secundario" de algunos cambios. Porque si cambiase en Cam, existía el riesgo de que nos retroalimentasemos. Y tampoco estaba segura de cómo podría afectarme si cambiaba en algún otro... 

Saboreé uno de los blinis relleno de mermelada casera. Seguíamos esperando al compañero que faltaba aunque, de momento, la excitación de ver todos aquellos poderes y estar lejos de casa me mantenía entretenida. En cualquier caso, había algo que debía decirles a mis compañeros. 

- Imagino que... - intenté elegir las palabras correctas - si alguno tiene cosas que activen de forma imprevista sus habilidades, debería decirnos el qué. Para evitar problemas. En mi caso... bueno, en mi caso hay varias cosas. Como un contacto intenso. O... - miré de reojo a Cam - una emoción fuerte, como acabas de ver. Creo que... sería bueno si... evito cambiar para ser como vosotros. O si lo hago que sea en un entorno controlado. 

Imaginé que, con práctica, tal vez cambiar en uno de ellos podía tener un valor estratégico. Pero de momento era algo arriesgado y, para qué negarlo, poco elegante. Eso sí, en el caso de que cambiase en un chico iba a tener un aspecto bastante cómico con mi faldita y mi jersey. 

Colette escucha todo y mira a Ekaterina. Eran básicamente los mismos síntomas.

Colette algo apenada dice - Bueno, creo que conmigo ya han visto un poco. El temor, las emociones fuertes, el mal humor... Soy algo inestable y... - abraza más fuertemente su libro de dibujos - Y pierdo el control de mis poderes con facilidad -.

Telquinesis.

Z sonríe al igual que el resto.

Es una habilidad que usan muchos magos y puede ser muy útil, en Bosnia son comunes los espectáculos de magia, o por lo menos yo estoy muy acostumbrado a verlos.

Las cosas cambiaron cuando Camilie sacó la aguja, el joven enseguida desvió la mirada y empezó a mirar al suelo.

Mierda, no soy una persona temerosa, pero los objetos punzantes...

En ese momento sintió un dolor en el brazo, un dolor que recordaba muy bien, por lo que empezó a respirar agitado y se terminó cayendo al suelo de espaldas mientras miraba a Camilie con ojos de terror.

¡No vuelvas a hacer eso!

Al cabo de unos intensos segundos de miedo el joven se calmó y trató de hablar lo mejor que pudo.

Perdón, pero es una larga historia, soy Tripanofóbico, le tengo un miedo irracional a todos los objetos punzantes, más que nada a las agujas.

Al decir esto respiró hondo como tratando de tranquilizarse.

Era la primera vez que salía de Japón, de hecho, también la primera que salía de Tokio, no había viajado mucho la verdad, así que todo esto le parecía nuevo. Sus padres lo enviaban a EEUU para, según ellos, curarse del mal que lo aquejaba, o al menos eso pensaban ellos, el caso era mantenerle lejos de casa. Ikuei no les culpaba, ellos tampoco tenían la culpa de que él fuera así. Ni siquiera habían leído con atención hacia donde le llevaban y tenían una idea muy equivocada de lo que realmente iba a hacer su hijo en aquella escuela.

El vuelo en el avión era mejor de lo que había imaginado. No tuvo tiempo para aburrirse, pese a las más de diez horas de vuelo. Alucinó al despegar, al aterrizar, con las modernidades del avión, con lo buenorra que estaba la azafata… con todo, todo era nuevo para él aunque, como siempre, no llegó a exteriorizar nada.

Al fin llegó a los EEUU. El vuelo había sido increíble, pero ahora le tocaba enfrentarse a... ¿a qué?, se preguntaba. Apenas sabía nada de esta escuela, por lo que su mente imaginaba demasiadas cosas. ¿Un lugar donde continuaría recluido?, ¿un lugar donde harían experimentos científicos con él? o ¿sería realmente un lugar donde lograrían curarle y que pudiera ser un chico normal?. El caso es que simplemente debía esperar a ver con sus propios ojos aquel lugar.

Se colocó los cascos al llegar al coche, X-Japan estaría bien para ayudarlo a dejar de pensar en todo aquello y funcionó, al menos hasta llegar al restaurante de comida rápida donde, supuestamente, debía reunirse con más chicos problemáticos.

El lugar era totalmente atípico, ¿un parking?, no le encontraba el sentido, pero tampoco tenía ninguna intención de buscárselo. Se quitó uno de los auriculares para colocarse el “chisme” que le habían dado al bajar del aeropuerto, supuestamente podría entender cualquier idioma con él. Dio un rápido vistazo al aparcamiento y pudo observar a otros ocho jóvenes más que se encontraban esperando junto a sus maletas. Así que esos son los otros chicos “raros”. Pensó tras recoger su maleta y dirigirse hacia donde se encontraban. Esperó a que terminaran su conversación o por lo menos a no interrumpir a ninguno de ellos.

- Ho… Hola… Soy Ikuei. ¿Me entendéis?. – Preguntó con voz nerviosa y titubeante. Obviamente, él hablaba en Japonés y realmente desconocía si esas cosas funcionaban de verdad. Aparte, no sabía que decir, era la primera vez que se encontraba con gente de su edad y aun aumentaba más su nerviosismo el hecho de ver tanta chica.

Habían continuado hablando un buen rato, cuándo se dio cuenta de que llegaba un autobús más. "Hey, parece que ha llegado el último" dijo sonriente mientras se volvía para saludar efusivamente con la mano al recién llegado. Éste parecía que llevaba bastante nervio encima, ya que le costaba siquiera pronunciar una palabra.

"Tranquilo, tranquilo, te entendemos bien. Éste cacharro es una maravilla." dijo sonriendo y señalando al pinganillo de la oreja "Tu te has presentado, ahora nos toca a nosotros. Yo soy Laura Ávila Yagami, y los de aquí son nuestros compañeros" volvió a ellos y cogió uno de los blinis que Eka había sacado y se lo tendió al recién llegado "¿Quieres? Es como un crêpe, puedes ponerle bastantes cosas encima"

Note la reacción de Z ante la aguja. Parecía sentir pánico y eso no era nada bueno. El miedo podía llegar a paralizar a una persona. Pero debíamos ser fuertes. Cerré los ojos y respiré hondo, concentrándome para no cambiar. Luego me acerqué a él y le miré a los ojos. 

- Ya pasó, todo esta bien.  - dije con voz suave - Come un poco, te hará sentir mejor. - sonreí ligeramente. 

Aún estaba con Z cuando llegó el último del grupo. O al menos eso creía. Le estudié por un momento. Más alto y fuerte de lo que suelen ser los japoneses y con el pelo rubio, debía haber destacado mucho allí. Sin duda debía estar acostumbrado a llamar la atención, pero se comportaba con timidez. 

Me presenté de nuevo y luego miré hacia el cielo, en busca de algún indicio de que vendrían a recogernos. Imaginé que sería pronto, particularmente porque no me encajaba que nos hicieran esperar mucho después de tantas horas de vuelo. Eso y que llamábamos demasiado la atención. 

- Parece que nos han asignado a todos al mismo equipo - le aclaré - Hemos estado... hablando sobre nuestras capacidades. Si vamos a trabajar juntos es bueno que sepamos lo que podemos hacer. - sonreí un poco - Seguro que Robert te hará un resumen.