Partida Rol por web

Cuando Olya se acerca a nosotros puede apreciar como mi mano derecha está introducida en la camiseta de Kaidan en contacto con su cuerpo. Una situación un tanto extraña y más con la situación que les acontece ahora mismo.

Por mi parte sigo escuchándola, no entiendo demasiado y mi cerebro aún es incapaz de procesar toda esa información por lo que sus palabras van cayendo sobre mí como gotas que resbalan en el cristal. Quizá en otro momento sería la primera en levantarme e ir a ver que está sucediendo pero ahora soy incapaz.

Delante de Olya sigo acariciando el torso del muchacho.

-Puedes ir si quieres Kaidan...- digo mientras aún tirita mi voz. -Aunque... ¿Me podrías llevar a un sitio más tranquilo antes?

La chica descriogenizada tiene una mano metida dentro de la camiseta de Kaidan. Probablemente para conseguir acaparar todo su calor corporal. Parpadeo, cansada, mientras retiro mi propio contacto del chico. No, él no puede ayudarme, bastante tiene con mantener caliente a esta chica, nadie quiere otro bonito cadáver en este pequeño vagón. Tenemos overbooking de eso.

-Deberíais desnudaros -concluyo, mientras me retiro de encima una de las mantas y se la coloco por encima- los cuerpos desnudos almacenan más calor cuando están en contacto. Llévate el fuego junto a una litera vacía, Kaidan, desnúdate y métete con ella entre las sábanas. Creo que es lo máximo que podemos hacer ahora por... -observo los ojos rasgados de la joven, tratando de recordar si ha dicho su nombre en algún momento- por... Bueno, ya nos presentaremos cuando el mundo no se esté yendo a la mierda.

Fuerzo una sonrisa, para tratar de calmar los ánimos de todo el mundo, antes de taparme la nariz con la manga del abrigo para avanzar hacia el compartimento de Gillian. Tengo que volver a intentarlo con John.

Tenía los ojos vidriosos por las lágrimas. Era verdad que había llegado la guerra a tercera y todo se desmoronaba, su madre estaba muy enferma y Roland quería irse a luchar... No podía soportarlo. - Entiendo lo que dices, pero... - suspiró resignada. - Si vas a primera, no te dejaré solo, porque como dices es deber de todos unirnos y hacer algo o nos van a matar uno por uno hasta que no quedemos nadie. Tengo miedo pero si mi madre se muere... - le entró el pánico y se abrazó con fuerza a Roland.

Todo lo que le decía su amigo le llegaba al corazón. - Entonces no te separes de mi, porque te necesito. Necesito que cuides de mi hasta que todo esto pase. - se dejó enjugar las lágrimas de sus ojos por las caricias dulces de sus manos. - ¿Tu tienes que...? - alzó la vista mirando a sus ojos marrones y tristes. ¿En qué estaba pensando, que queria hacer?. Le tomó del rostro con ambas manos y le acarició la mejilla a Roland con suavidad y amor. - ¿Me vas a abandonar?

Kaidan todavía intentaba procesar la catástrofe que se acababa producir en el vagón de cola y todas las implicaciones que esta tendría, cuando Olya, sorprendentemente cariñosa, aunque probablemente solo cansada de los problemas sin fin, se apoyó en él. Un nuevo problema, no menos grave, a partir del que habían derivado todos los demás, se añadió a los otros cuando la profesora le recordó que la hija de Alan seguía sin aparecer. Aquello era un no parar.

- Maldita sea... Si está en Primera, entonces no tardaran en encontarla y traerla - o eso esperaba - Sea como sea, si no esta en este vagón no podemos hacer nad... - entonces Olya se apartó de repente, como repelida por algo. Y Kaidan cayó en que su mirada esta fija en Ha-Neul y la aparente y repentina familiaridad con la que sus manos estaban metidas bajo la ropa del joven. La profesora empezó a hablar con lo que a Kaidan le parecía un tono monótono y deshumanizado, parecía afectada por algo más que por los problemas que se les echaban encima sin parar. Entonces se despidió rápidamente y se marchó de nuevo por donde había venido. Kaidan reaccionó por fin, tratando de llamarla - Olya... ¡Olya! ¡Que no es lo que...! - pero la chica ya había desaparecido vagón abajo, en busca de quién sabe qué. Kaidan no pudo evitar sentirse culpable, aunque no supera muy bien porqué.

Kaidan se quedó mirando como Olya se perdía entre la gente que llenaba los pasillos del vagón sin decir nada. Al cabo de unos segundos de estar perdido en sus propios pensamientos, se giró hacia la chica con la que se abrazaba - ¿Crees que ya tienes suficiene calor? No me importaría nada seguir así más rato pero realmente no es un buen momento. Debería ir a ayudar a mi gente - aunque no tuviera ni idea de como hacerlo - Puedo llevarte a mi hueco si quieres, allí podrás estar tranquila, y te dejaré mantas suficientes para que acabes de entrar en calor.

Asiento a Kaidan para que me lleve a su hueco para descansar.

-Si tranquilo, tú ve y ayuda. Cuando me encuentre mejor intentaré ayudaros.- sonrío al chico. Se había portado realmente bien conmigo y aunque la idea de Olya sonaba realmente bien a mis oídos no era el momento. Será por mi estado de frío o letargo pero tengo un sentimiento de necesidad sexual excesivo.

Saco mi mano de la ropa de Kaidan y me acurruco entre las mantas separándome de él.

-¿Me puedes llevar?- creo que aún no puedo andar...

Miro con dulzura a Elaine

- No no voy a abandonarte, pero tengo que hacer lo correcto, tenemos que solucionar esto, es la unica manera de salvar a todos 

Miro con cariño y dulzura los ducles y tiernos ojos de Elaine

- No podria dejarte, sabes que siempre estaré a tu lado mi pequeña Elaine, pero no te quiero mentir, quiero estar siempre contigo.

Acaricio suavemente tu mejilla y con suavidad te acerco a mi, siento tu calido aliento en mi barba, y como tu cuerpo desea tener contacto con el mio, y con un movimiento inocente y dulce veo como tus labios se acercan poco a poco a mi piel, y les correspondo, y con un suave beso cierro tus labios, para evitar mas malos pensamientos, mas tristeza y mas desesperación, prefiero besarte ahora, besarte aunque fuera una sola vez que seguir esperando a que todo se arreglara, algo que sabia que era imposible y que solo se solucionaria con la guerra.

Aparto mis labios un instante de los tuyos - Ahora solo deseo besarte, no quiero pensar mas en el tren, en nada que estropee este maravilloso momento contigo - y vuelvo a besarte, pero ahora con pasion, lujuria, deseo y algo incluso de desesperacion, una mezcla de emociones fuerte y profundas

Avanzo a toda prisa hacia el final del vagón; es fácil ver dónde se estaba desarrollando la acción, ya que la cabeza de John actúa como un faro. Tanto por que las luces brillan en su ancha frente, como porque su cabeza suele estar, de media, un palmo más arriba del resto. Le hago un gesto desesperado con el brazo, entre todos los curiosos que se acumulan en los pasillos para ver lo que está sucediendo.

-¡John! -Grito- ¡Tenemos que avisar a los de la cabeza!

-¡Callaros, gilipollas!.- grito John dando un sonoro puñetazo a una de las paredes del vagón.-¿Quereis que nos cierren y nos pongan en cuarentena a todos? Vamos a cerrar este puto vagón y no, no es un jodido virus o estariamos todos muertos hace días, pero puede ser algún residuo venenoso...moho o alguna mierda semejante, asi que cerrar la boca y si quereis hacer algo util limpiar esta pocilga por una puta vez en vuestras vidas, coño.- ordeno John dejando que Carol se ocupara de Gill y tomando él el control de los histericos de tercera.

-Hay que avisar para que se lleven los cadaveres, no podemos dejarlos podrir aqui pero el primero que hable de virus o mierdas semejantes va a recibir mi bota tan adentro del culo que va a poder hasta saborear la suela ¿Entendido?

El anciano Gilliam agonizaba, eso estaba claro.

Y por mucho que John intentaba disuadir a la gente algunos curiosos echaban una ojeada al interior del ultimo vagón de cola para ver que ocurría. Henry, extrañamente no estaba demasiado sorprendido, pero cogió el interfono y llamó a seguridad, tal y como su compañero guarda le había sugerido.

CJ se acercó lentamente, esquivando cadáveres, mirando casi al infinito. Como si sus ojos azules traspasaran al anciano que en su momento hizo, tanto de padre como de mentor médico. Se agachó a su lado y cogió su mano, intentando en un esfuerzo vano de prestarle sus fuerzas que flaqueaban al verlo en ese estado. El anciano tiró de ella para decirle algo, con su ultimo aliento.

- H-ha.. sido... Henry...- Medio balbuceó Gilliam antes de ladear la cabeza y dejar de respirar.

No sabía bien como sentirme.

Estaba abrumada por toda la situación. Envenenamiento colectivo. Bastante habíamos tenido con la madre de mi amiga como para ahora preocuparnos de mas envenamientos. Pero eso había sido otra cosa. Un asesinato, al menos.

Las ultima palabras de mi maestro brotaron de sus labios como el polvo esparcido en el aire que se te mete en los ojos. Su cuerpo inerte dio paso a mi ira.

- ¿Henry?- Balbuceé levantándome y apretando los puños.

Busqué con la mirada a John pero estaba haciendo su trabajo. Por un momento lo miré con odio renovado. Guardias!! Los odiaba y ahora tenía una razón mas para ello. Puede que John no tuviera nada que ver, pero mi odio, por extensión, le pilló en medio.

Mis ojos no lo soportaron mas y dejaron de contener las lagrimas que luchaban desde hacía unos momento por salir, pero la fina línea de mis labios al tensarse no dejaron escapar nada mas. Ni un gemido, ni un sollozo... Estaba enfadada, rabiosa!!

Me levanté del todo y me encaminé hacia la puerta de la entrada justo donde estaba Henry. Pasé cerca de Roland y Elaine, que parecía que esto le estuviera afectando de mas. Y era lógico, pues pensar que su madre había estado en las mismas condiciones... si no llega a ser porque llegamos a tiempo con las medicinas...

Kaidan y Ha aun intentaban encontrar la mejor forma de calentarse, y Olya estaba intentando estar pendiente de todo, con su razonamiento, pero tampoco la escuchaba.

Apenas les miré, pues mi vista estaba fija en el asesino. En mi cabeza solo había una idea. Y en mi mano, un bisturí quirúrgico que recogí de la enfermería.

- Asesino...- Balbuceé por el camino sin pensar si alguien me oía o no.

Un tiro en el estomago le habría dolido menos que oir las ultimas palabras del viejo. Su cabeza queria negar lo que había oido, pensar que en su agonia el viejo no sabía lo que decia, que deliraba por la fiebre...lo que fuera menos creer que su mejor amigo era un maldito asesino.

Tenía que haber una explicación.

John miro a Henry intentando buscar una razón, alguna explicación logica a aquella matanza sin sentido. Despues miro a Carol y sintio su odio, tragandolo con las mandibulas apretadas y los puños cerrados. Vio el metal brillar en su mano y supo que la doctora estaba a punto de hacer una tonteria.

Ya no podía hacer nada por el viejo pero no dejaria que la doctora hiciera una estupidez que le costara la vida. Henry era muy fuerte, no solo podía desarmarla sino que el ataque a la autoridad le costaria muy caro.

-¡Carol, no!.- dijo apresurandose a cogerla por la muñeca que portaba esa especie de cuchillo raro. No presiono más de lo justo para evitar que la moviera de forma peligrosa, no queria lastimarla. Se puso delante de ella sabiendo que seguramente recibiria sus puñetazos intentando apartarle pero no podía dejar que se enfrentara a Henry.-Tienes que calmarte, estas personas te necesitan, eres el unico medico que les queda... piensa en la madre de Elaine, en los niños... en cualquier cosa que te importe pero suelta eso.

¿Lo había escuchado bien? ¿Quería estar con ella para siempre? Lo que le dijo era más de lo que su joven mente podía procesar allí dentro en las circunstancias en las que se encontraba su madre.

Era cierto que Roland era un gran apoyo para ella y se sentía cómoda a su lado, pero hablar de amor eterno eran palabras mayores.

- No voy a quedarme de brazos cruzados mientras todo el mundo muere, y más si le pasa algo a mi madre. Esto se ha acabado, basta de que nos maltraten y hagan lo que quieran con nosotros. - dijo con una seguridad que no parecía corresponderse nada con su temperamento frágil y dulce.

Abrazados el uno al otro, se dejó llevar por el momento y besó el cuello de Roland, sus labios se acercaron a su piel deslizándose hacia arriba, pasando por su garganta y hasta su barbilla. Le besaba con dulzura pero también con una pasión contenida.

En ese instante de locura transitoria, él la encontró, buscó sus labios y la besó en la boca. Elaine no se apartó, le rodeó el cuello con sus brazos y se pegó a su cuerpo cálido. Le besó también, primero despacio y después más arrebatada, siguiendo el ritmo que marcaba él. Su corazón latía muy rápido y estaba empezando a notar un calor delicioso pero asfixiante en su cuerpo. Por un momento deseó algo más, su instinto de mujer estaba despertando y le quería dentro de ella.

Pero los gritos de John le devolvieron a la realidad. Se apartó bruscamente de él, tratando de respirar tras aquel intercambio de besos tan pasional y deseado. El calor por el acercamiento con Roland, aún vibraba en las partes más sensibles y comprometidas de su cuerpo, haciéndole sentir excitada y viva, como nunca antes.

- Roland, lo-nuestro no-puede-ser... - habló turbada y jadeante. - No ahora... perdóname. Hay algo que debemos hacer, más grande que solucionar, si queremos tener un futuro el día de mañana, y es irnos a luchar. - le cogió de la mano y le empujó a ir con ella hasta donde estaba John, CJ y los demás.

Los gritos agresivos de John se escucharon hasta la zona donde se había apartado con Roland. Preocupada le cogió de la mano y le arrastró hasta ese vagón contiguo.

Cuando vio al viejo Gilliam tan débil no pudo evitar que su cara reflejase toda la tristeza que sentía por ello. Ese anciano era el padre de todos, el que les hablaba del viejo mundo, de lo que había conocido cuando la humanidad todavía no se había ido al carajo. Perderlo a él, era más que perder a un ser humano, era perder a la humanidad en si misma, los últimos vestigios que quedaban de ella en él, y habían sobrevivido generación tras generación gracias a sus enseñanzas.

Las últimas palabras del hombre acusaban a Henry como el asesino responsable de su muerte y la de los otros ancianos. Elaine vio como su amiga despertaba con furia, apretando sus puños y empuñando uno de esos cuchillos afilados que usaba en sus operaciones médicas.

John quería detenerla, ella dudó por un instante, se le aceleró el corazón al verla ir hacia Henry. Tenía los ojos humedecidos por todo lo que había visto y vivido ese día. - No lo hagas CJ. No eres una asesina, salvas vidas, no las quitas. Por favor, no te condenes... no, así no. Ahora no... - ahora no CJ, ahora no.

Llego justo a tiempo para ver el mismo ambiente que se lleva repitiendo en el vagón todo el día: la gente asustada y John vociferando como un loco para que nadie olvide que él es el que la tiene más grande. No es hora de gritar a la gente, joder, sino de tranquilizarles. ¿Alguna vez has intentado tranquilizar a un niño gritándole? Sólo consigues más llantos y alaridos, y puede que hasta se cague encima. Pero en ningún caso consigues tranquilidad...

Pero, por algún motivo, un extraño silencio se extiende por todo el vagón, y CJ se aproxima a Henry con una mirada que helaría hasta el casco del Snowpiercer. Lleva un bisturí en la mano, pero no entiendo nada de lo que dice. Me abro paso entre la gente como puedo, metiendo los codos y pisando muchos pies, justo a tiempo para ver a Elaine intentando tranquilizarla, mientras John la inmoviliza. Dirijo una estupefacta mirada hacia el grupo. ¿Qué coño está pasando?

-¿Qué...? -Balbuceo, sin atreverme a intervenir en la escena.

La médico está amenazando a Henry, de eso no hay duda. La tensión entre ellos se puede cortar con un cuchillo. ¿Qué puede haber pasado? ¿Alguna broma en mal momento? ¿Una amenaza debido al estrés?

Asesino murmura alguien a mi lado. Me vuelvo, para descubrir el origen del sonido, pero sólo hay una marabunta de gente agrupada a mi alrededor. Asesino. Como el sonido de la lluvia, esa palabra se va extendiendo poco a poco por entre los habitantes del vagón. Miro a Henry. No puede ser. No puede ser que él les haya asesinado a todos. No.

No, me niego. No puede... 

Siento que las lágrimas brotan de mis ojos, sin control. No puede ser que alguien haya querido hacerle daño a Guilliam y a los cinco, sólo porque... ¿por qué?

-¿Por qué? -Exclamo, dando un paso al frente mientras me seco las mejillas con el reverso de la mano- ¿Por... por qué? -Repito, incapaz de pronunciar una palabra más. Desearía arrebatarle el bisturí a CJ y rebanarle el pescuezo de hijo de puta malparido que tiene. Pero no puedo. Tengo que pensar en... tengo que pensar en mí. Me muerdo el labio inferior hasta hacerme sangre, tratando de controlar el fuego surgido de la rabia que siento quemándome en las entrañas.

Descargo la ira contra un montón de mantas del suelo, que se desparraman en todas direcciones.

-¿Por qué, maldito hijo de puta? 

John se dio cuenta de que tenía un problema mayor que interponerse entre Carol y Henry, todo el vagón adoraba al viejo y el rumor de su asesinato se estendia como la jodida polvora amenazando con explotarle en las putas narices.

- ¡Henry, me cago en tu puta madre, SAL DEL JODIDO VAGÓN!¡AHORA!.- Grito John esperando que le hiciera caso. Si Henry se sentia amenazado y levantaba el arma aquello podía terminar en una jodida masacre.

Henry era su amigo y aun no podía creer que estuviera implicado en ello. Su mente daba vueltas al asunto pensando en todo tipo de situaciones.

Henry no era un mal tipo, si se llevaba bien con él era por compartir su visión de lo que un guardia podía o no hacer, del respeto y afecto que mostraba a la gente de tercera...a su manera pero...era su unico jodido amigo. Tenía que estar cumpliendo ordenes o tener alguna excusa que se escapaba a su razón. Como fuera, no permitiria que lo lincharan o que apretara el gatillo contra su gente.

-¡MAESTRILLA! ¡APARTA A LOS NIÑOS!.-pidio en previsión de lo que podía pasar.

Salgo de nuestro rincon Elaine y yo. pero la noticia del asesino fue horrible, impacto en ambos como una puñalada y eso era algo que Roland no podria ni controlar ni soportar.

- Henry, has sido tu, DESGRACIADO - Me aproximo a el para evitar que escape , controlando que ni escape ni haga nada raro, sino estou dispuesto a pegarle con mi llave inglesa que saco de la bolsa de herramientas que tengo.

- Hasta que no explique todo no va a salir de este vagon

En cualquier otra circunstancia, Kaidan no habría dudado proporcionar a la chica toda la ayuda posible, pero con todo aquél caos teniendo lugar ahora en el vagón, no era ni el momento ni el lugar. Si es que era una suerte, la suya...

Ante la pregunta de Ha-Neul, se limitó a alzarla entre sus brazos y llevarla en volandas hacia el hueco donde dormía habitualmemte. Notó que, aunque iba envuelta en mantas, la chica apenas le pesaba en los brazos. Si al final se quedaba en tercera, tendría que agenciarse bloques de proteínas adicionales una temporada.

Finalmente llegó al sitio, una litera con pocas diferencias sobre el resto de las del vagón. Tumbó con cuidado a la chica en el hueco y se aseguró de que estuviera bien cubierta por las mantas - Volveré lo antes posible y intentaré traerte algo de ropa, ¿De acuerdo? - era todo lo que podía hacer por el momento. Tras darle un apretón en la mano para despedirse, se dirigió hacia el tumulto que de nuevo se estaba formando frente a la habitación de Gillian.

Tras dejar a Ha-Neul a buen recaudo, Kaidan corrió hacia la parte trasera del vagón, donde una mueva conmoción estana teniendo lugar. Apartaba a la gente como podía para pasar, pero todos parecían concentrados en un único punto y apenas le prestaban atención.

Vió a Olya descsrgando la rabia que había ido acumulando sobre un montón de mantas. Rápadiamente corrió hacia ella y la agarró de las muñecas para tratar de calmarla antes de que se pusiera a golpear a alguien en vez de algo, pero entonces cayó em la cuenta de que era lo que decía la gente.

Asesino... Asesino...

Vió a Henry en el centro de toda la multitud, mientras esta lo acusaba en un susurro que poco a poco iba cogiendo fuerza. Solo tuvo que sumar dos y dos. Sin darse cuenta, fue aumentando la presión que ejercía en su agarre sobre la maestra.

Oyó que John le gritaba a Olya que se llevara a los niños. Probablemente la única buena idea que fuera a tener lugar em aquél momento, los ánimos estaban demasiado llevabam caldeandose demasiado tiempo y la olla iba a estallar cualquier día. Bien podía ser aquél.

Kaidan me lleva en brazos hasta su lecho, en otro momento este sería suficiente motivo como para yacer con un hombre pero parece que el ansia primitiva solo predomina en mí en esta ocasión y prefiero dejarlo pasar. Aún lo desconozco pero más adelante comprenderé que al estar criogenizada tanto tiempo es un tipo de hambre que nace en mí como una necesidad.

-Gracias Kaidan.- consigo llegar a decir con una forzada sonrisa, no porque no quiera dedicársela si no porque me cuesta aún dibujarla. -Si necesitas algo dímelo, en cualquier momento. Lo que sea.

Y así me acurruco entre las mantas mientras observo como se marcha, mi apuesto salvador.