Partida Rol por web

Sokkie Heroes

La fortuna favorece al audaz (Escena II)

Cargando editor
26/09/2016, 22:19
Director

¿Había sido todo una ensoñación, un capricho pasajero? El viernes pasó, y con él, el fin de semana. La semana volvía, como siempre, con la esclavitud laboral que le es propia. A pesar de sus sueños, sus aspiraciones en el campeonato o la importancia que concedieran a sus hobbies, debían ser "miembros productivos de la sociedad". Encajar en un determinado cajón.

La vida en Melbourne seguía, y la inscripción para el torneo estaría abierta durante un tiempo más. Los rezagados todavía podían apuntarse, incluso con una solicitud telemática. Eso si, insistían mucho en el hecho de que la pareja no podía cambiar. Los que no la tenían clara, o no tenían, habían de encontrar a alguien. En el caso de Dora, eso le generaba mucha frustración. ¿Mandar un mensaje al nazzadi? Se sentía despechada por que aquella noche no había podido encamarse con su acompañante, ni con alguno de sus amigos, perdiendo la misma maldita apuesta que ella había lanzado a sus amigas. Y el despecho es un enemigo poderoso.

Ah, la semana. Anodina y monótona semana.

Cargando editor
26/09/2016, 22:29
Director

De vuelta a la fábrica, su pequeño universo. Jerome había estado muy callado desde el viernes, solo habían cruzado unas palabras en el PCPU. Se había encamado con la rubia de grandes pechos, aunque no parecía muy entusiasmado por ello. Era normal, un rollo de una sola noche. Él seguía enamorado de su Towanda, o eso creía ella. Ella le consentía aquel tipo de deslices, aunque con una sola regla: "nada de enamorarse". Tampoco quería que regresara a casa "sin ganas" por haber estado con alguna petarda por ahí. Su novia era una amante exigente, pero afortunadamente había trabajado aquel fin de semana, pues era recepcionista de un hotel. Eso hacía que sus horarios fueran dispares, que se vieran poco por casa y aprovecharan muy bien los días que tenían libres para estar juntos los dos.

En cuanto a ella, no tenía ningún problema. Comidas de cabeza iguales a cero. Su única preocupación ahora mismo era reparar aquel mecha broadsword al que habían dejado hecho unos zorros por el impacto de un rayo anulador de los mi-go. Temía que iba a costar más reparar que llevar a desguace, pero hacía lo mejor que podía. De vez en cuando, escuchando la música, pensaba en como iba a sacar tiempo para practicar más sokkie con su pareja de baile. ¿Fines de semana o clases particulares? Había escuchado lo de aquel tipo que estuvo en la fiesta, el de la "academia de baile de Klerk". Había mirado precios, y era algo cara, pero tenía mucha fama. Si ibas con pareja te hacían descuento en la mensualidad de ambos. Eso hacía que tuviera que hablar con Jerome, si o si.

La alarma sonó, indicando que era el descanso de mediodía. Descanso para comer y poco más. Los ríos de empleados confluían hacia la cantina, haciendo difícil buscar a alguien en concreto. Se pasó por donde Jerome solía trabajar, pero no lo encontró allí. La suerte quiso, no obstante, que lo encontrara en la cola de la cantina, con la bandeja en la mano y esperando su turno. Tenía una expresión distraída.

Cargando editor
26/09/2016, 22:43
Director

La vida de un acompañante te hacía tener unos horarios muy extraños. Trabajabas de noche, hacías tu vida por la mañana y dormías por la tarde. Para él, el fin de semana había sido rutinario, aunque con un puntito de emoción debido a la sesión de baile. No todos los días le pagaban por acostarse con una adolescente en la flor de la vida, que cree que no eres un gigoló y por lo tanto está dispuesta a hacerte cosas que una mujer que te paga no te haría ni hasta arriba de coca.

Luego volvió a la realidad, teniendo que "acompañar" y "acomodar" a una mujer de 50 y tantos en sábado. Una mujer que se conservaba muy mal, razón por la que le costaba encontrar a un incauto al que llevarse a la cama sin pagar. Tuvo que ir a aquella fiesta de la alta sociedad, codearse con pijos y gilipollas, y luego hacerle un desagradable cunnilingus en el baño de una casa que no era la suya.

El domingo había sido de tranquilidad: solo clientas del local, a las que acompañar en unas copas o un baile. Nada fuera de lo común. El lunes, su día de descanso según el convenio colectivo del gremio de acompañantes, lo había dedicado a dormir, comer, hacer algo el vago y dedicarse a sus asuntos personales.

Había salido de compras. Necesitaba ropa, por que en su oficio la apariencia era fundamental. Ir a la moda, resultar atractivo, echar tus horas de gimnasio, salir a correr para hacer cardio. Había trucos, claro. Todos los acompañantes y trabajadores de casa roja trabajaban bien el esfínter, se aguantaban las ganas de hacer sus necesidades todo lo que podían, para fortalecer los músculos de la zona y durar más durante "aquella parte de su trabajo". Paseaba por las tiendas, mientras miraba en el PCPU el orden de solicitud de la compra semanal del supermercado, quitando y poniendo items según sus apetitos y necesidades. Llevaba ya tres pantalones probados, y solo unos le gustaban lo suficiente como para comprarlos, así que ahora tocaba renovar un poco el fondo de armario de invierno: prendas térmicas pero lo suficientemente pegadas para resultar sexual. Casi siempre recurría a la moda nazzadi, más favorecedora para el hombre.

Cargando editor
26/09/2016, 22:53
PCPU

De repente, un mensaje. Parpadeó. No recordaba haberle dado su número, pero luego cayó en la cuenta. Era la chica del viernes, la adolescente del pelo teñido. Todavía recordaba lo que le había hecho en aquel cuarto oscuro... y sonrió como el cabroncete que era.

Emily: Ey ^^
Emily: ¿Has estado pensando en lo del concurso?
Emily: No me has dicho nada éstos días, jo.
Emily: Salgo de clases de nazzadi a las 6. ¿Nos tomamos un café?

Cargando editor
26/09/2016, 22:57
Director

De vuelta al curro. El fin de semana había estado bien, pero le había cansado. Toda aquella actividad sexual, durante casi dos días... Increíble. Todavía temblaba recordando aquello. Las escenas de Krys, vestida con una de sus camisetas, con los cartones de comida china en la mesa, hecha un ovillo con él en el sofá, viendo series antiguas. Unas escenas rotas por todo tipo de actividad sexual, dentro y fuera de aquel sofá. ¿Se estaba enamorado, quizá?

No recordaba lo que era tener pareja, y no sabía exactamente si Krys podía considerarse como tal. Lo que era seguro es que aquellas jornadas iban a repetirse ahora que se habían apuntado al torneo. Baile, sexo desenfrenado. Madre mía... ¿Podría aguantar aquel ritmo junto al trabajo, sin desfallecer? Quería pensar que si. De cualquier modo, era joven, sentía que nada era imposible.

Y allí estaba, reemplazando planchas del revestimiento exterior de la arcología, viendo el cielo real sobre su cabeza, sintiendo el aire real, casi gélido, del mundo exterior. Un mundo que vivía en un pulso constante con la extinción y el invierno nuclear, debido a la detonación de Sidney. A pesar de que estaban lejos, la ley les obligaba a vigilar su dosificador de radiación y pasar por descontaminación cuando terminaban su jornada de trabajo.

El reloj del PCPU sonó y supieron que era la hora del bocata. Volvieron al vehículo, que levitaba a unos metros de ellos, desde donde se desplegaba el andamio y arnés en que trabajaban. Se acomodaron sus asientos, sacaron la comida y se dispusieron a dar buena cuenta de ella.

Cargando editor
26/09/2016, 23:04
Svetlana Urimovich

Se quitó la escafandra de trabajo y se revolvió el pelo, que era rubio pajizo, con la mano. Se acomodó como hacían algunas mujeres pequeñas, más que sentada, tumbada en el asiento con las piernas recogidas, sacando su fiambrera con autocalentable, llena de macarrones con queso. Comía tanto que no sabía como no engordaba. Pero había personas que eran así, un auténtico misterio de la evolución.

-Bueno -dijo, rompiendo su mutismo- ¿Me lo vas a contar, o no?

Le miró con ese gesto inquisitivo que tenían a veces aquellos ojos eslavos de la patria rusa perdida, pero no muerta.

-Llevas toda la mañana con una sonrisa de oreja a oreja, y pareces un marqués. No cabes en tí. Jajajajajaja.

Se rascó la nariz por el frío.

-¿Saliste el viernes con los chicos, no?

Cargando editor
26/09/2016, 23:10
Director

Ahora hacía horas extra. No quería volver a casa, enfrentarse al PCPU y sus propias frustraciones. Planeaba una visita a una casa roja, contratar a algún "gigoló" y quitarse la espina. Pero eso la deprimía más. ¿Se hacía vieja, o que demonios?, ¿Acaso no podía encamarse con alguien de su elección como hasta entonces? La crisis de los 30 asomaba por la puerta y amenaza con dejar una depresión importante.

Afortunadamente, sus amigas no se habían enterado. Los marines no se había ido de la lengua, no de momento, y no tuvo que pagar comida alguna. Pero no quería hablar del tema. "Tengo trabajo atrasado", dijo, y se pasaba diez o doce horas allí metida, vigilando la vida de otras personas para tener un plus a fin de mes.

Aquel día, la supervisora la invitó "amablemente" a descansar. El gobierno obligaba que, excepto en caso de alerta roja o ley marcial, uno no podía encadenar tantos días seguidos u horas de trabajo. El rendimiento podía resentirse. Así que hoy trabajó menos horas "por decreto" y la echaron a su casa a las cuatro de la tarde. ¡Las cuatro! Madre mía. No sabía que iba a hacer el resto del día. ¿Ordenar cosas, salir de compras, sentarse a ver películas románticas y comer helado?

Pasó por el baño. No era hora punta, así que aquello estaba desierto. Se sentó en la taza y fue a lo suyo. Alguien entró, unos pasos de zapatos de hombre. No le hizo mucho caso, pero venía arrastrando un carrito. El sonido del cubo de agua y la fregona. Era el chico de mantenimiento y limpieza, haciendo su ronda. Los robots de limpieza están bien, pero no pueden acceder a todas las áreas. Los humanos son más eficientes y baratos para aquellas tareas molestas, y sobre todo, más multitarea. Aquellos chicos estaban también para pequeñas reparaciones mecánicas, arreglos informáticos de poca monta y lo que hiciera falta. Incluso repartían paquetes dentro de la empresa. Eran los chicos para todo.

Estaba terminando, e iba a tirar de la cadena, cuando escuchó la música que reprodujo un PCPU y se quedó quieta. Unos zapatos que cayeron al suelo, justo delante de su cubículo, y se quedó quieta, bajando la tapa del wc para evitar molestos olores. Se tomó su tiempo para arreglar su ropa, mientras miraba con curiosidad aquellos pies con calcetines deportivos, bailando en el pasillo central de los servicios. Era gracioso. Nunca había visto a nadie tan contento en su puesto de trabajo... debía ser nuevo.

Se fijó en como se movía, y que lo hacía bien. Parecía feliz, incluso cantaba estribillos de la canción. Bailaba y fregaba el pasillo a la misma vez, usando la escoba como pareja de baile. Se asomó, curiosa, abriendo la puerta del cubículo. Vió a un chico, que tendría unos veintipocos, con una pequeña barba, muy guapo, vestido con el mono corporativo de los chicos de mantenimiento. Bailaba con su escoba, ajeno a todo. Quizá creía que nadie le veía, o disfrutaba del momento. Pero no dejaba de trabajar, por si le fueran a reclamar todo aquello que en teoría era su deber.

Ella tenía que salir de allí, por que no se iba a pasar toda la vida en el baño, y más sin tirar de la cadena. Además, no quería tener que pisar el fregado y arruinarle al chaval toda aquella exhibición de contagioso júbilo. Así que cuando llegó a su altura, tiró de la cadena y salió del cubículo con el bolso al hombro.

El chico dejó de bailar y se giró, con los ojos como platos. Como un muchacho al que habían pillado en falta. Allí estaba, descalzo, con el palo de la fregona cogido entre las manos. Hubo un silencio, trató de alcanzar uno de los zapatos con el pie.

-Lo... lo siento. No le diga nada al supervisor, por favor.

Cargando editor
27/09/2016, 01:54
Dora Maxwell

Así había sido, se había evadido todo lo que había podido de la vida real pero en la vida nada era tan sencillo, pronto tuvo que enfrentarse a eso... De cualquiera manera ya había decidido que le pagaría esa comida a sus amigas, aunque no confesara nada de lo que NO había hecho. En la vida hay muchas cosas que es mejor guardarlas para sí misma. Entre el hastío de no saber qué hacer el resto del día con su tiempo libre y lo que había sucedido el fin de semana, se marchó pero antes tenía que pasar por el servicio.

-Tal vez Jarvis tenga una buena selección de pelis y...

Fue en ese momento que su atención se centró en otra cosa, luego la música y luego esos pies moviéndose tan bien por debajo de la puerta. Cierto era que la pelirroja era un tanto superficial y le gustaban los tipos guapos pero mirando como aquel movía los pies, le daba lo mismo como fuera físicamente. Aguardó unos instantes más porque no sabía bien cómo interrumpir pero la curiosidad pudo más.

-Tranquilo, no es mi intención echarte de cabeza.

Ahora Dora estaba mirando al chico directamente a los ojos luego de haberlo visto bien de pies a cabeza.

-Bailas muy bien...

Fue a desinfectar sus manos pero sin dejar de mirarlo por el espejo.

-¿Eres nuevo aquí? Por cierto, me llamó Dora.

Se presentó y se volvió a verlo, estaba bueno, bailaba bien y parecía tener una pasión por la vida que ella estaba empezando a perder y que le daba miedo, mucho miedo. Se paró al lado de la puerta y le sonrió.

-No quiero interrumpirte, parece que me espera una larga tarde aburrida en casa y está charla me sirve para postergalo.

El anzuelo estaba echado.

Cargando editor
27/09/2016, 02:18
Lambert Walker

No sabía muy bien como contestar. Tenía suerte de que le dejaran trabajar allí, en un sitio tan exclusivo como el nivel 3 de la arcología. Había tenido que fregar muchas naves industriales para que la empresa le hubiera dejado optar a aquel puesto de trabajo, y no quería cagarla ahora. Su madre necesitaba el dinero. Él mismo lo necesitaba.

La gente de allí arriba eran los señores de la tierra, los ricos, los grandes cargos, los funcionarios poderosos. Y él... bueno, era lo que era. Por eso siempre obraba con cautela. Sin embargo, la chica... o mujer, parecía simpática. Se dió la vuelta y él pudo calzarse en un descuido, para que nadie más le pillaba en aquella tesitura.

-Gracias... practico cuando puedo, y donde puedo. Hay pocas salas de baile donde yo vivo, casi ninguna.

No sabía si estaba hablando de más. Si le estaba sondeando para ver quién era o que información podía sacar de él. Después de todo, aquello era el maldito ministerio de los secretos.

-Si... bueno, nuevo no. Pero aquí si.

No se estaba explicando muy bien. También es que las chicas ricas y guapas le ponían nervioso.

-Me refiero, llevo un par de años en la empresa. Pero trabajando aquí una semana.

Parpadeó por lo último que le dijo. Le contaba cosas de su vida... personal. Se suponía que los trabajadores del ministerio eran muy reservados con todo eso. Para ellos el trabajo era el trabajo y la vida otra cosa muy distinta. Se rascó el cabello a la altura de la nuca.

-No me interrumpe, de verdad. Ojalá me interrumpieran así más a menudo. Me refiero...

Hizo un gesto poco definido, como excusándose.

-Me llamo Lambert, señora. Un placer.

Hizo ademán de seguir fregando, para quitarle importancia al asunto. Tampoco quería que le vieran siendo demasiado "familiar" con uno de los funcionarios. Lo único que solían decirle era "eh, chico, lleva éste paquete a la sección seis" o "se ha terminado el papel de váter en los lavabos de la tercera planta".

-Espero que no le haya causado molestia. ¿Baila usted? Me refiero... a si suele bailar. Y de ahí su pregunta.

Cargando editor
27/09/2016, 02:34
Dora Maxwell
Sólo para el director

¿No o sí? ¿Estaba nervioso? Bueno, ella lo pensó un poco mejor y en realidad tenía sentido que lo estuviera por ser quien era ella y además, eran muy distintos pero en la variedad se encontraban las mejores cosas de la vida o eso siempre pensaba ella. Lo observó ponerse los zapatos con agilidad, eso era que se descalzaba cada tanto e incluso eso le pareció sexy a ella.

-Pues lo haces muy bien, bailar digo...

Dora se quedó pensando que la estaba cagando, parecía torpe o nerviosa también pero no tenía tampoco mucho tiempo, estaba segura que los estaban vigilando. Una semana era poco tiempo, por eso no lo había visto antes pero ella no dejaba de imaginarlo moviéndose en la pista. ¡Sokkie! Podría ser tremendo y... ¿Para qué engañarse? También se lo imaginaba en otros menesteres.

-Bueno, esto puede parecerte raro pero seré breve para no meterte en líos.

La pelirroja se quedó parada en la puerta, tal vez allí la maldita cámara de seguridad, tuviera un punto muerto.

-Yo..., bailó sokkie y necesito practicar un poco. Sé que es algo apresurado, tal vez podría pagarte algo por la molestia. Todo sería cuestión de ponernos de acuerdo.

Con eso le respondía a su pregunta de si ella bailaba y capaz podría tener algo de compañía. Finalmente le sonrió, esperando no asustarlo que todavía los había.

-Entiendo si te molesta...

- Tiradas (1)
Cargando editor
27/09/2016, 02:52
Lambert Walker

-No, no... no me molesta.

Parpadeó, considerando todo aquello mientras seguía fregando detrás de las tazas de los sanitarios. ¿Era una invitación a salir o había algo más? La verdad es que aquella gente se tenía que aburrir de cojones. Les veía salir como robots para ir a comer algo, y volver como androides a seguir trabajando. Sin hablar casi con el compañero, concentrados en sus tareas. Una persona con un mínimo de inquietud y ganas de vivir se tendría que estar planteando el suicidio al menos una vez al año con aquel puesto de trabajo. No creía que el estátus de funcionario y un sueldo asegurado pudiera compensar eso.

-¿Pagarme? No, no hace falta. Pagar a alguien por bailar, que tontería. Ni que fuera un acompañante.

Sonrió brevemente, y volvió a mojar la fregona en el carrito.

-Bueno, si quiere bailar con un chico de la limpieza, no voy a ser yo el que la disuada. Trabajo hasta las 7 todos los días, de 10 a 7. Entro después que ustedes, salgo después. 

Se rascó una ceja, pensando en aquello.

-¿Sokkie? Me encanta. Había una señora en el barrio que me enseñó. Era sudafricana.

Sonrió, como si recordara todo aquello. Aquella mujer había sido su primera experiencia de baile y de otras cosas, y por eso le estaba agradecido, aunque se hubiera costeado la operación para el síndrome y no la hubiera vuelto a ver desde entonces.

-Dígame cuando y donde y allí estaré. O si no... se que no dejan entrar PCPU a la oficina, puede buscarme por mi nick en la red social, LambertUnderTheSky. Si.

Dicho ésto, una persona entró en los servicios, interrumpiendo su conversación. Él calló, ya que los chicos de los recados no estaban allí para hablar con funcionarios. Le guiñó el ojo e hizo un gesto, el viejo gesto de "llamar por teléfono" que ya no tenía sentido pero se había quedado fosilizado en las costumbres del siglo XXI, tanto como el icono del disquette de 3 pulgadas para "guardar contenido". Casi nadie en aquella década había visto o conocido un disquette de tres pulgadas.

Cargando editor
27/09/2016, 05:50
Dora Maxwell
Sólo para el director

Dora estaba escuchando justo lo que quería escuchar así que su sonrisa floreció de manera mucho más natural. Él parecía complacido con la invitación y la verdad que ella lo estaba aún más.

-Suerte que no eres un acompañante...

Eso sería demasiado para ella, prefería las cosas mas comunes antes que recurrir a algo así. Trabajaba mucho el muchacho y no le sorprendió pero parecía mucho menos estresado que ella y eso le gustó, aunque no pudiera decirlo en ese momento. Lo miró con cierta suspicacia, preguntándose qué más le habría enseñado esa mujer pero mas que nada por curiosidad y nada más.

-Tal vez podamos hacer una buena pareja..., de baile quiero decir.

Estaba por darle más datos para que la encontrara él a ella cuando apareció alguien así que sólo pudo asentir ante el gesto de él. Se despidió con un gesto y salió recordando el Nick de él. Mientras salía y recogía sus cosas, iba pensando en lo que podría pasar o no con Lambert. Era una locura, algo fuera de la rutina pero quizás era por eso que sentía esa adrenalina, tal vez no sería un mal dia después de todo.

-Jarvis, buen día... Algo de comer y busca a Lambertunderthesky por mi. Haz eso primero. Chloé, ven acá.

La gata se hacía la remolona y Dora mientras iba quitándose ropa, buscando algo cómodo y poniendo comida para su pequeña bola de pelos.

-Jarvis, envía un mensaje a ese chico invitándole una cerveza luego del trabajo y claro, dale todos los datos si acepta.

Estaba en camiseta y bragas, aquella era la mejor sensación del mundo.

Cargando editor
27/09/2016, 22:07
Director

Esperó un rato. Bueno, en realidad más de un rato. Un par de horas. Él no salía de trabajar hasta las 7, una hora a la que mucha gente cenaba o estaba a punto de hacerlo*. Estuviendo viendo unas series y de paso algo de noticias. Lo típico: sección de novedades militares, noticias tontas de relleno, política y la agenda cultural del momento. Se hizo un chocolate caliente, hasta pudo aburrirse un poco. De hecho, se estaba quedando dormida en el sofá cuando llegó el mensaje de texto.

-Ok. Vamos a cenar algo, mejor, que ya es hora. Un sitio asequible, que yo no soy un potentado :P.
-Veo que vives en Colonia Rockefeller. ¿Nos vemos en la estación o algún nodo de comunicaciones?
-Voy de camino para allá.

Alarma, alarma. Tenía el maquillaje puesto, pero se tenía que vestir, encontrar la ropa, el conjunto, ir hasta allí... Y los trenes eran rápidos.

-¿Le preparo un café? -dijo Jarvis, atento.

Notas de juego

*Horario anglosajón.

Cargando editor
27/09/2016, 23:19
Dora Maxwell
Sólo para el director

-¡Qué rayos!

Tenía que apresurarse, los trenes eran rápidos pero ella tenía que peinarse y vestirse, eso no se hacía en poco tiempo. Ordenó a Jarvis responder por ella que estaría allí en poco tiempo. Esperaba una buena respuesta pero no sabía si una tan rápida, tampoco se iba a enojar por ello. Se arregló todo lo rápido que pudo, un vestido sencillo pero elegante y unos buenos zapatos.

-Jarvis, no me extrañes.

Pero justo antes de salir se miró al espejo, ¿por qué le importaba tanto verse tan bien para Lambert? Después de todo iban a cenar pero sólo porque ella le había propuesto bailar. ¿Era eso nada más? ¿Estaba segura? La verdad es que no lo sabía y mirándose allí tardó un poco mas que eligiendo zapatos. Tomó su abrigó colgado a escasos pasos de la puerta.

-¡Te amo, Chloé!

Y por fin, con el PCPU listo salió de casa aún dudando del por qué realmente aquella situación la alarmaba tanto por decirlo de una forma. Y caminó a paso vivo para coger el tren, lista para las combinaciines y demás. Si Lambert se lo permitía, pagaría ella la cena que para eso tenia un buen sueldo. A la velocidad de los trenes, no llegaría tarde.

Cargando editor
28/09/2016, 01:07
Director

Había tenido la precaución de coger el paraguas en el último momento. El servicio de meteorología de la arcología tenía programado en el nivel 2 una "lluvia de limpieza" a las 19:15 con una duración aproximada de dos horas.

El frío se hacía sentir aquel miércoles por la noche, lo que unido a la lluvia invitaba a quedarse en casa. Por eso, las calles estaban generalmente desiertas, solo transitadas por los que debían realizar algún trámite, los que iban de un punto a otro o volvían a su hogar. Y allí estaba ella, corriendo unas tres manzanas bajo la lluvia con un paraguas transparente, rumbo al encuentro de un hombre que acababa de conocer en los servicios de su trabajo, con una fregona en la mano. ¿Estaba loca o es que era carnaval?

Entró en la estación, buscándole con la mirada. No le encontró, por mucho que miró. Pero estaba nerviosa. No se había fijado en que estaba justamente en la puerta de la estación, debajo del alero y resguardado de la lluvia. Miró su PCPU, y alguien la tocó por detrás. Se apartó, asustada, pero vió que era él y sonreía.

Cargando editor
28/09/2016, 01:29
Lambert Walker

Allí estaba él, con su gran bufanda y su expresión divertida, mirándola. Tenía aquel típico gesto de chico tranquilo, con las manos en los bolsillos de los pantalones. La mirada era tierna, como si ella le hubiera causado una buena impresión. La había visto nerviosa. Uno no se pone nervioso en una cita informal así por que si.

-Has venido.

Tenía que confesar que creía que no vendría. Las ricas eran así, podías ser un capricho pasajero pero ninguna se iba a plantear nada más. Y sin embargo allí estaba, la chica del trabajo. Había venido bajo la lluvia solo para tomarse algo con él, y él se sentía halagado.

-No me has visto, estaba en la puerta.

Sonrió, acompañándola hasta la salida. Llovía más fuerte ahora.

-Debí haberme traído un paraguas o algo. No tengo ropa condicional.

La miró con una sonrisa, curioso.

-Solo se tu nombre y en qué curras. Pero imagino que esa no eres tú. Me refiero, a que te gustarán otras cosas. Bailar, ¿No?

Cargando editor
28/09/2016, 01:47
Dora Maxwell
Sólo para el director

Se sobresaltó, claro que lo hizo y más que nada porque al no encontrarlo, sus dudas se volvían a hacer presentes pero no, él estaba allí y parecía mucho más que un simple limpia algo. La pelirroja sonrió y lo saludó con amabilidad.

-Si no hubiera pretendido venir, te habría enviado un mensaje.

Era cierto pero en ningún momento, por raro que incluso le pareciera a ella, había pensado en cancelar. Lo miró, miró su paraguas y luego su ropa, la verdad era que incluso parecía más guapo afuera.

-Bueno, si caminamos muy juntos, con este paraguas bastará...

¿Qué estaba diciendo? Si, eso estaba diciendo. Entonces le hizo uba pregunta que tenía que llegara precisamente por la respuesta que podría darle pero bueno, ya estaba ahí asi que tendría que hacerlo.

-Si, bailar y mi gata son mi pasión, salir con mis amigas... No queda mucho tiempo y además, terminas con el cerebro cansado, quemado... Tal vez no tengo una vida tan wow, como se pudiera pensar.

Lo miró a los ojos y se sorprendió a sí misma de haber dicho eso en voz alta pero lo hecho hecho estaba y el día ya era atípico, parecía que se pondría más.

-No sé si vas a helarte en la calle, Lambert...

Se notaba que estaba pensativa y un poco hambrienta también aunque eso no, no se notaba.

Cargando editor
28/09/2016, 02:06
Lambert Walker

Caminaron por la calle. Entre el frío y la lluvia iban cogidos del brazo, hablando de sus cosas. Hacía frío, si, pero se pasaba menos en buena compañía.

-Uy, frío. Donde yo vivo hace mucho más estos días, la verdad. Aunque tiene su encanto, la verdad. El paisaje y todo eso.

Creía que estaba hablando de más. No quería quedar como uno de esos paletos del exterior de la cúpula que solo hablan de los "tontos" que son los urbanitas y su vida encapsulada. Sonrió por lo de la gata, aunque él era más de perros le gustaban los animales en general.

No andaron demasiado. Conocía un sitio allí cerca, uno de esos italianos que no pasaban de moda. Él insistió en mirar la carta en el PCPU y dijo que era caro, pero ella dijo "que no se preocupara". No quería resultar grosero y rechazar una invitación por un concepto mal entendido de la dignidad personal, así que entraron. Aquella noche el restaurante estaba prácticamente solo, por que no era el típico día para salir a cenar. Pero por eso el servicio estuvo atento y fue rápido. Hablaron de tonterías, de series de televisión y cosas así. Él le estuvo hablando de perros, y de su perra Zuzu, y de otras cosas que la hicieron sospechar.

-El valle de Yarra es impresionante. Está un poco descuidado pero conserva su esplendor. Afortunadamente pasa por allí una carretera principal y está cerca de zonas agrícolas.

Ella sabía que eso era una zona de extramuros, más allá de la arcología. También se percató de que con el agua que había pedido se tomó una pastilla bastante extraña, aunque no hizo ningún comentario sobre eso. Él se percató del error y cambió de tema mientras les servían los entrantes.

-Bueno, habías dicho algo de un campeonato de sokkie. Coméntame.

Cargando editor
28/09/2016, 02:34
Dora Maxwell
Sólo para el director

Dora estaba más tranquila por momentos, pero por momentos volvía a sus preguntas porque Lambert era demasiado agradable y no quería sólo pensar usarlo y ya pero a veces se decía que tampoco era como que podía pensar en otras cosas. Respiró profundo porque habían tenido una conversación muy amena mientras caminaban juntos y ella se sentía a gusto; algo que ko le pasaba muy a menudo si no era con sus amigas, de hecho con un hombre hacia mucho no le sucedía.

-Me gustaría venir mas a menudo a este lugar.

Dijo porque el lugar le había gustado realmente pero se engañaba, lo que realmente le resultaba exquisito era la compañía de Lambert por más que aceptarlo fuera casi como una derrota o al menos así lo pensaba en ese momento. Le gustaba como se expresaba y tenía esa chispa por la vida que ella ya no parecía conocer.

-Debe ser un sitio digno de verse...

¿Quién podía saberlo? Tal vez algún día se animaría a ir. Se percató de que él bebía aquella pastilla pero no preguntó, su educación no se lo permitía, si él quería que lo supiera, seguramente se lo diría.

-Habra un concurso si pero no tengo pareja y... ¿Conoces a Christo de Klerk? Él dice que lo hago bien pero me hace falta práctica...

Se encogió de hombros, le costaba reconocer eso pero es que ante Lambert las cosas le costaban el doble. Lo miró pensando en lo apuesto que era y lo bueno que sería tenerlo de pareja, si bailaba bien, serían perfectos.

-¿Te animarías a competir? Si ganamos hay un buen dinero como premio.

Cargando editor
28/09/2016, 02:50
Lambert Walker

Sonrió por lo que dijo. Él no solía cenar con chicas. Bueno, en realidad su única relación con chicas de la arcología había sido durante su etapa estudiantil, las compañeras de trabajo y los breves encuentros sexuales con desconocidas. Eso sin contar el chantaje de una señora ricachona que se empeñó en seducirle para luego amenazarle bajándole el sueldo diciendo que si lo contaba le iban a retirar el pase de acceso a la arcología.

-Si, lo es... -dijo, sorprendido por su comentario.

Cuando a la gente le hablabas de ir a ver el mundo exterior con un vehículo no volador ni posible escolta militar, se ponía nervioso. Quizá un paseo por el exterior de la arcología, como hacían muchos, o un viaje de placer programado. Pero en general les asustaba lo que estaba fuera de ese muro y con razón. Allí fuera merodeaban algunas criaturas que no eran humanas, incluso animales peligrosos. No era el mundo seguro para humanos del siglo XX, pero era lo más parecido a la frontera del Nuevo Mundo tras la llegada de los colonos.

Comenzaron a comer mientras él pensaba en lo que ella decía. La academia, el campeonato. Para ella parecería algo fácil. Pero... ¿Cuanto cobraba?, ¿5.000, 7.000 terranotes al mes? Él tenía que ahorrar con un poco más del sueldo mínimo. El caché de un limpiador de una subcontrata estaba en unos míseros 800 terranotes al mes. Sentía que no podía responder al desafío de aquellos sueños, ni tenía por que cargarle con sus problemas financieros. Pero parecía buena chica y estaba ilusionada. Él sabía bastante sokkie, aquello se podía arreglar de alguna manera...

-Si, me suena. De los anuncios. ¿No tiene una academia de baile cara?

Pensó en su última pregunta y se encerró en cierto mutismo hasta que llegó el plato principal. Miró aquella comida que normalmente solo comería en una ocasión muy especial, rascándose un poco el bolsillo, y la miró a ella. Trató de entender que había detrás de todo aquello, de su interés por él, tan repentino. Se sentía poca cosa en comparación. Y, sin embargo, no podía evitar ser un soñador empedernido. Alguien que soñaba salir del ghetto y echar a volar. Pero tenía problemas. Deudas, ahorros para su madre, y el hecho de que no era un ciudadano registrado en Melbourne, si no fuera de sus muros. Eso le cerraba las puertas para muchos trabajos.

Cerró los ojos y respiró hondo. Se puso algo triste. La pastilla tardaba en hacer efecto, pero cuando lo hacía venía con un leve mareo. Si uno abusaba de ellas, si estaba mucho dentro de la arcología, venían las naúseas, mareos, desorientación. Parecía fuerte, pero tenía un gran problema con aquella herencia de sus padres.

-Cuanto... -carraspeó, abriendo los ojos- ¿Cuanto es la inscripción?

La verdad es que no lo había mirado, así que sacó el PCPU y lo comprobó rápidamente. 250 terranotes por persona. Algo asequible para ella, pero que en su caso se salía bastante de presupuesto. El premio por quedar seleccionados para las finales era de 150.000 para cada pareja, y por ganar el campeonato medio millón de terranotes para cada uno. Hizo cuentas, pensó en el futuro. En tener una oportunidad. Sin embargo, no era justo que él decidiera. Había más partes interesadas. Partes que dependían de él para subsistir.

-Todavía quedan... unos cinco días ante el cierre de la inscripción. Y no hemos bailado juntos. Eso habría que arreglarlo, ¿No te parece? Antes de decidir nada, pienso.

La miró y tuvo un cosquilleo inexplicable. Quizá era el efecto de las pastillas, pero se imaginó besándola. Se imaginó enamorándose de una mujer así, que remendara su corazón tras algunas malas experiencias. Parpadeó, limpiándose con una servilleta. A veces pensaba unas cosas bastante tontas... Seguramente ella solo quisiera bailar, a caso un poco de sexo, pero no creía que nada más. Él pensó en aquello, y entonces se sinceró, negando.

-Mira, yo... Yo soy un chico con un permiso de trabajo aquí. No vivo en Melbourne, si no fuera de él. Tengo el SCA*, y mi madre no puede trabajar ya. Estaba cerca de Sidney cuando cayó la bomba. Le hicieron un lavado molecular, eliminaron gran parte de la radiación de fondo. Pero las células han degenerado en múltiples dolencias. Necesita una intervención cara, y yo estoy ahorrando para eso.

Parpadeó. Sabía que le estaba cortando el rollo. A los ricos no les gustan los problemas de aquel tipo, ni suelen conmoverse por aquel tipo de problemas más allá de lo necesario: que no les afecte a ellos.

-Lo que me propones es una posibilidad para salir del bache, pero para mi es arriesgado. Puedo ganar bastante dinero, pagarle a mi madre la operación, hacerme el tratamiento de arcanoterapia y poder estar censado en la ciudad... O podría perder un buen dinero, que me ha costado mucho ahorrar.

Ella iba a decir algo sobre el dinero pero él alzó la mano como reclamando silencio. Luego, sonrió.

-Has sido muy amable, pero soy un tío honrado. No quiero que me lo pagues todo, aunque aprecio tu intención. Que me invites, tu interés. Pero ya me han usado una vez para ésto del baile. La mujer de la que te hablé. Cuando consiguió el dinero del campeonato, no me dió a mi la mitad. Se fue, me dejó ahí tirado con las mismas deudas y un vacío en el corazón. Era joven, un adolescente. Me recuperé pronto.

Tamborileó los dedos en la mesa, y luego dejó de hacerlo.

-Creo que te estoy cortando el rollo, pero me gusta ser sincero. Y más con gente que parece buena, que tiene buena intención. Tu pareces de esas personas, lo veo en tu mirada. Todavía no te han contaminado lo suficiente para que pierdas tu humanidad.

Pensó en algo. Una idea alocada.

-Mañana no tengo que trabajar, pedí el día por que quería estar con mi madre. Es su cumpleaños. Echo más horas que un reloj así que el jefe tiene que respetar el convenio. No me dan muchos días libres, pero trabajé en navidad y en el día de la Hermandad de la Tierra*, así que me lo deben. Podrías... acompañarme. Pedirte el día libre, no se. Si vamos a confiar el uno en el otro, yo debo conocer tu mundo tanto como tú el mío. Y decidimos. ¿Te parece?

Notas de juego

*Síndrome de Claustrofobia Arcológica.

*El DHT se celebra en febrero y conmemora la firma del Tratado de Shaumberg que finalizó la Primera Guerra Arcanotec e integró a los nazzadi en la sociedad terrestre.