Partida Rol por web

El cangrejo está muerto y ahora parece todo tranquilo. Os tomáis un respiro para echar un trago vendar las heridas y cortes y descansar después del combate. Tras la muerte del monstruo, la quietud es absoluta. Sólo el burbujeo de la ciénaga, el croar de las ranas y el zumbar de los insectos, rompen el pesado silencio. El aire se hace pesado de repirar y el sudor empapa vuestras ropas.

- ¡Allí! - grita Itán.

Una lucecilla ha aparecido sobrevolando la neblina que repta sobre la ciénaga.

- ¡Allí hay más! - comenta Artros.

Pronto un docena de lucecitas convergen hacia la isla.

Os acercáis al caldero que burbujea sobre el fuego expandiendo su fétido olor. 

Cuando las lucecitas se acercan a sobrevolar y rodear el caldero en una cáotica danza, podeís distinguir que son unos diminutos seres humanoídes con alas como de mariposa que parecen arder como llamas. Van dejando tras de sí una leve estela de partículas luminosas. Una muy leve melodía que sube de tono parece surgir del entramado de seres de fuego que sobrevuelan el caldero en, ahora, regulares y repetidas secuencias.

Tras unos minutos, el grupo se aleja del caldero y vuela hacia el árbol muerto para perderse tras él. La canción se aleja con ellos...

Tras recuperarnos me alarmo con el grito de Itan, pero despues al entender que quizas se trataran de aquellos seres de fuego, relajo la guardia. Me quedo espectante a ver que va a acontecer a continuacion, no recordaba todo lo hablado con la anciana, por lo que no sabia como tendriamos que actuar frente a ellos, dejaba ese asunto a la hechicera.

Por lo que cuando las criaturas luego de hacer unas rondas alrededor del caldero se alejaron por detras del arbol muerto la mire a ella y pregunto.

- Debemos seguirlos?

Los caminantes del fuego...

Tras el alivio que supuso el golpe final de Kazurh, y la tensa espera entre los ruidos propios de la zona y la noche, lo que se muestra ante nuestros ojos me deja maravillado y me permite olvidarme por un momento de mis miserias.

Es increíble... ¿Son humanoides? O quizá tengan raíces en los elfos, o los enanos. Pero... ¿Cómo puede ser?

Entonces, tan repentinamente como aparecieron, se alejan hacia el cadáver de un árbol y se pierden tras él.

De inmediato, me vuelven de golpe a la memoria todos mis males...

- ¡Rápido, tenemos que seguirles!

Sin esperar a nadie, agarro el saco que debemos llenar de musgo e intento alcanzar al grupo de seres voladores a la carrera.

Contraigo los músculos por la tensión. Aliviada respiro al ver como el bravo enano acaba con la criatura. Me siento para recuperar fuerzas, entonces Itir señala y me sobresalta. Con un respiro me incorporo y preparo mi lanza arcana por lo que pueda pasar. Entonces las lucecillas se levantas.
- ¿Qué son esas...cosas luminosas?
Itir corre detrás a toda velocidad.
- Yo...esperad un momento.
Pero ya era tarde. Mi mirada se cruza con la del guerrero y espero su reacción.
- ¿Qué pasa con el caldero?

Mi cuerpo se resiente de los ataques y al vencer el enano al cangejo me dejo caer en el suelo.

Mis fuerzas ya no podían más.

Al acercarse los pequeños humanoides pienso que son fruto de mi estado y me echo a descansar que parece que me hace falta, hasta que mis compañero habln de seguirlos.

Oh no.... sólo quería descansar un rato.

Los miro esperando que se les quten las ganas e correr con un gesto de dolor.

El enano, que aun estaba apoyado en su arma, recuperando el resuello, se queda embobado al ver a los diminutos seres. Pocos segundos después Itán sale corriendo detrás de ellos, llevándose los sacos de los que el grupo disponía. Una mirada rápida a sus compañeros y el escuchar sus comentarios le hizo darse cuenta de que todo el mundo estaba o confuso, o demasiado cansado como para pensar, así que decidió darles un empujón moral, a lo enano:

-Vamos, panda de vagos, un montón de enfermos dependen de nosotros. Tras los micro seres de fuego.

Dicho lo cual recogió su arma y salió a paso ligero tras Itán.

Al ver que el resto se alista para perseguir a las criaturas hago mi parte, pero notando que Artros parece algo amodorrado, le extiendo un brazo para ayudarle. No le dejaria faltando tan poco para dar con aquella cura.
- Vamos compañero, has un ultimo esfuerzo que has batallado bien hasta ahora.

Con Itán a la cabeza, escaláis el montículo sobre el que se alza el árbol tras el cual han desaparecido los seres. Al otro lado la maleza es menos espesa y el terreno más firme. Los seres vuelan sorteando los árboles pero por más que os esforzáis se van perdiendo en la lejanía y la canción haciéndose más débil. Enredados en las plantas, dejáis de oír la canción y ver a los seres pero caéis en la cuenta de una cosa. En derredor vuestro, se alzan antiquísimas estátuas erosionadas por el tiempo y las inclemencias, y aquí y allí en el suelo, se pueden ver los restos de una calzada igual de antigua que las estátuas. No tenéis dudas que aquellas son ruinas del antiguo Imperio de Tevinter que una vez gobernó Ferelden. Escondidas entre la maleza y confundidas con ellas, las estátuas dibujan un camino que se interna en la espesura en dirección al sonido de agua al caer. La calzada es firme bajo vuestros pies e incluso hay menos insectos.

Ayudando a Artros a mantener el ritmo, avanzo con el resto del grupo tras aquellas criaturas, para nuestra desgracia su vuelo es mucho más veloz y al alcanzar el otro lado del monticulo el rastro se pierde completamente. A falta de sus luces o canticos, se nos presenta lo que pareciera ser un antiguo sendero de piedra, semioculto por la maleza, aunque no de manera que nos resulte imposible seguirle.
Una corazonada me dice que sigamos aquella senda y quizas nos conduzca a donde se aque fueran aquellas criaturas. Sin embargo espero a saber que opina el resto.

Voy detrás sin apenas haber tomado unos instantes para descansar. Voy detrás de mis compañeros cerrando la fila y sigo a sus compañeros maldiciendo y bramando incoherencias. ¡Maldita sea el momento en que puse un pie en esa caravana!.
- ¡Por todos los...! - exclamo con la boca abierta - parece los restos de una vieja civilización, ¿a dónde llevará este viejo camino?

Kazurh , pese a no tener las patas más largas del equipo, llevó un ritmo endiablado, siguiendo de cerca a Itán, que iba corriendo en primera posición. Más por mucho que corrieron, perdieron la pista de aquellos seres-llama.

Allí estaban perdidos en medio de la espesura, pues nadie se había para a fijarse donde pisaban o donde no.

-Bueno, de perdidos al río, como se suele decir. Ya que no tenemos indicios más claros, yo seguiría los restos de este camino empedrado.

Sin decir mucho más da unos pasos, andando por el camino, y luego se detiene, mirando atrás, para ver si sus compañeros le siguen o no.

Os ponéis en marcha siguiendo la antiquísima calzada. Un fuerte trueno sigue a un destello en el cielo presagiando una fuerte tormenta en breve. Seguís la calzada semi oculta durante casi veinte minutos. El ruido de agua aumenta de volumen y percibís de nuevo la tenue música. Una luceilla brilla a lo lejos antes de desaparecer. La senda, se pierde tras una espesa cortina de lianas. Con ayuda de las armas, la cruzáis no sin dificultad sobretodo para la mula que arrastra Artros.

Ante vosotros se despliega un claro en mitad de la espesura. En el centro hay una especie de edificio tan antiguo como las estatuas y la calzada. Está igual de ajado por el tiempo y las inclemencias además de derrumbado en su mayor parte, aunque aún se mantienen en pié varios arcos y estatuas invadidos por lianas y trepadoras. 

En el centro, un manantial surge por varios huecos abiertos en la estructura dejando caer gordos chorros de agua en una derruida piscina semicircular completamente cubierta de nenúfares. Las ranas croan entre ellos. Por encima de la piscina, un centenar de diminutos seres de fuego se persiguen en elaboradas secuencias...

Tras la marcha, llegamos a un lugar que me parece de embriagadora belleza, sobre todo por la imagen de la decadencia de la civilización humana sucumbiendo ante la imparable y salvaje naturaleza, entre la que juegan seres nacidos de la fantasía de los dioses.

Algo intimidado por el escenario en el que me encuentro, avanzo dubitativamente hasta acercarme al edificio semiderruido, y algo vacilante saludo con la mano y las palabras:

- ¿Hola? ¿Seres de fuego?

A unos pasos del manantial, espero la respuesta de las diminutas criaturas.

Contemplo la decadente pero bucólico naturaleza que se alza ante mis ojos. El antiguo edificio se alza con impresionante alarde de belleza que todavía podía percibirse en ella a pesar de antigüedad. Me pregunto cuál sería la historia que sus ruinosos muros cuentan en susurros imperceptibles para oídos humanos.
- Sabéis qué es este lugar? ¿Habéis oído hablar de alguna civilización que poblara estos abandonados lugares de misterio y abandono?

Junto con Artos y la mula llegamos al claro aquel donde los seres de fuego parecen estar reunidos entorno a una fuente. En mi interior algo de temer reverente hace me que quede quieto unos metros alejado de ellos. Sentia que aquellas criaturas no querrian ser molestadas, las palabras de Itan que se alzaron por sobre el ruido del agua y la musiquilla me sobresaltaron un poco. 
Quede espectante con los nervios a flor de piel esperando a que iba a pasar entonces, no conocia la naturaleza de aquellas magicas criaturas, esperaba que decidieran ayudar sin problemas.