Partida Rol por web

- Con Urvan iba Gowan, el cual (según el primero) no soportó los rigores del viaje y no llegamos a conocerlo.- Replicó Liam más recuperado pero con una voz ajada y la mirada carente de toda luz.

- El cadáver lo dejamos allí dado que no podiamos enterrarlo e incinerar un cadáver no es tan fácil. Y menos fácil aun es embalsamar un cuerpo.

- Por lo demás no recuerdo haber oído nunca del tal Jaber.

Ya empezábamos... ¿otra vez iba a ser el único que veía a otra persona? ¿o que no la veía mientras los otros sí? Daba igual, el caso es que me sentía el patito feo del grupo.

Ean busco la mirada de Urvan.

Tu si que debes recordarlo, ¡Iba contigo!...

...¿No?

Jaber. El nombre te resulta medianamente familiar. Había un vector en tu congregación de Gwindre que se llamaba así, un hombre amable de mediana edad. Pero, que tú recuerdes, no te ha acompañado en este viaje. ¿Se referirá Ean a ese mismo hombre o será una simple coincidencia en el nombre? Seguramente sea lo segundo, porque no parece muy probable que el arquero tolkerita tenga ninguna forma de haber conocido al Jaber que tú recuerdas.

- Yo tampoco. - Secundo cuando Liam dice lo de Jaber. - Así que ahora no es sólo a una persona a la que no recordamos, si no a dos... ¿Alguien más recuerda que nos acompañara alguien aparte de los que aquí estamos?

—Bueno —digo encogiéndome de hombros—, Jaber es un nombre bastante común. De hecho, un vector de mi congregación de Gwidre respondía a tal nombre. —De repente, una idea absurda cruza mi mente, y a mis labios asoma una sonrisa incongruente—. Pero no puede tratarse de él. Yo hice esta peregrinación solo. —Y sin embargo...—. ¿Qué aspecto tenía el tal Jaber del que hablas, Ean? ¿Podrías describirlo?

Tengo un mal presentimiento.

Ean describe a Jaber lo mejor que sabe y, aunque sus palabras podrían ajustarse a gran parte de los miembros de la congregación de Urvan, un hombre en la treintena, con la cabeza rasurada y vestido con un sencillo hábito que el acólito de los Filos asoció a los Vectores del Templo, la descripción de su tono amable y tranquilo le recordó al Jaber que él había conocido en su tierra natal. Probablemente se trate, entonces, de la misma persona.

Pero, ¿cómo es posible? El Vector estaba en Gwindre cuando partió y Urvan había hecho el viaje sólo... ¿No?

Ean le describe lo que recuerda de Jaber a Urban. Entonces parece que una vez más, su flecha a dado en la diana. A medida que le describe al personaje, la cara de Urvan cambia, con lo que la de Ean también.

¡Buf! Parece ser que al final no estoy loco, empezaba a pensar que me habían desquiciado o algo...

Pongo los ojos en blanco, incrédulo a la vez que exasperado.

—Jearon, Jaber… Esto es demencial. Y si queréis saber mi opinión, no creo que vayamos a sacar nada en claro ahora. Lo único que parece cierto es que solo descubriremos lo que ha pasado yendo a esas ruinas.

Hablando de lo cual, ¿qué nos garantiza que regresar a la fábrica daedemorthys vaya a servir de algo? Nuestra primera visita hizo pedazos nuestra mente. Ni siquiera sabemos si los efectos de ese primer viaje ya han acabado. Entonces, ¿cómo sabemos que una segunda incursión no acabará igual, si no peor? ¿Qué nos protegerá esta vez?

¿Qué será diferente?

Anonadado, miro al marinero que se aleja. A continuación, me vuelvo hacia mis compañeros.

—Venga. Vamos a dar ese paseo en barca. No sé qué pensáis, pero creo que cualquier cosa puede ser importante.

Dicho esto, empiezo a caminar hacia la orilla del lago, siguiendo al pescador.

Como si llevara deseándolo toda la vida, en cuanto veo a Mòr tomar una decisión y caminar hacia el lago no tardo en seguirle. Por fin íbamos a actuar. Quedarse hablando no parecía solucionar nada, solo lo liaba más y más.

- Volver a las ruinas me da mala espina. - Puntualizo. - Pero creo que sí, es la única solución. No deberíamos retrasarlo más.

Le doy un par de vueltas en la cabeza a todo lo que se está hablando en esos momentos... Sin embargo, no digo nada. Jearon, Jaber... ¿Cuántas cosas más habremos olvidado parcialmente? ¿Cuántas cosas que, como a Liam, nos darán una bofetada cuando, de pronto, las recordemos?

Niego con la cabeza, bajando del poyete de piedra de la fuente donde estoy sentada y hago un gesto al muchacho, para que venga conmigo.

—Vamos, Liam, te vendrá bien despejarte un poco. No te preocupes, ese tipo de cosas hay que asimilarlas con calma, tómate tu tiempo, pero mientras tanto ven con nosotros, vamos a echar un vistazo a ese lago y a esa isla...

...que tanta incertidumbre me generan. Sin embargo, el final de la frase se pierde en los recovecos de mi mente, no la digo en voz alta. Sin mediar más palabra, espero al joven herbolario y comienzo a caminar junto a él, tras los otros dos, haciendo un gesto con la cabeza a Ean y Urvan para que vengan también. 

-Vamos a la isla pues. -Intervino Ean, aunque no se iba a mover hasta escuchar a Urvan hablar sobre Jaber. El arquero tenía claro que lo mejor era poner en común los recuerdos. Quizá si Urban lo conocia, pudiese dilucidar que hacía Jaber ahí...y eso les podía indicar algo. Al menos, era mejor que nada.

Liam duda un momento, mira a Yldiane y finalmente asiente, levantándose cabizabajo y siguiéndola. Ni el menor rastro de la curiosidad y atención natural del joven se veían ya mientras avanzaba con el grupo.

Sacudo la cabeza desconcertado. No quiero creerlo, pero todo parece apuntar a que nuestra pérdida de memoria ya no se limita únicamente al día en que visitamos la fábrica magientífica, sino que ha empezado a extenderse como una enfermedad que afecta a nuestros recuerdos. Ahora, cualquier detalle de nuestras vidas, cualquier persona, cualquier lugar, puede desaparecer como si nunca hubiese existido.

—Jaber... —digo mientras sigo a mis compañeros hacia el lago—. No es mucho lo que puedo decir de él. A fin de cuentas, no hace tanto que fui aceptado en la fe del Templo, y ni siquiera pertenecíamos a la misma orden. Pero era un hombre sabio, o al menos eso creo. Y muy observador, como corresponde a un vector. Tengo entendido que mostró la luz de Soustraine a muchas almas perdidas, y a sus treinta años había visto mucho más mundo en sus viajes que otros muchos sacerdotes del Templo que le doblaban la edad. —Me quedo unos segundos callado, meditabundo—. Normalmente, los vectores son escoltados por filos en sus peregrinaciones, así que tendría sentido que él y yo hubiésemos partido juntos desde Gwidre. —Suspiro—. No sé... Ahora mismo, todo podría tener sentido. Aunque yo no lo recuerde.

Permanezco en silencio durante el resto del camino, mientras una oscura reflexión se instala lenta e inexorablemente en mi cabeza: ¿de qué vale una vida, y qué sentido tiene vivirla, si después no puedes recordarla?

Salís al fin de camino al muelle y, cuando estáis llegando, Liam ve una puerta con un emblema familiar grabado en la puerta. La casa del boticario. Sin dudarlo un momento, se acerca allí para pedir todos los ingredientes necesarios para la fórmula alquímica del papel. El rato en solitario le sirve para tranquilizarse un poco más y no tarda en juntarse con los demás que están ayudando al pescador a preparar la barca.

- Vamos a ir un poco apretados si quieren ir todos a esa isla... - dice el hombre con un cierto tono de protesta. Sin embargo, las palabras de Urvan la tarde anterior aún sirven para convencerle de que están haciendo todo lo posible por ayudar a su aldea, así que se esmera en hacer hueco para todos.

El frío de las montañas se vuelve tremendamente cortante con la humedad del lago y el viento que sopla con más fuerza según os adentráis en él, dado que aquí no hay árboles o piedras que puedan frenarlo. Os protegéis con vuestras capas ante la mirada sonriente del pescador, que está más que acostumbrado a este clima.

- Hace fresco, ¿eh? - pregunta sarcástico. - No se preocupen, no tardaremos en llegar allí... Aunque, como les dije ayer, es poco más que un peñón.

No tardáis ni media hora en llegar allí, pero cuando al fin paráis estáis maldiciendo a los Savellis y a su pasión por las barcas. Claro que seguramente ellos disfrutasen de paseos más abrigados al atardecer y no adentrándose en medio de un lago a primera hora de la mañana.

Bajás a tierra y no tardáis en dividiros por la isla. Tal y como os habían dicho, es un lugar pequeño y entre los seis podéis explorarla en detalle en pocos minutos mientras el hombre prepara sus arreos de pesca. Parece que antaño hubo aquí una pequeña construcción de madera y piedra, pero a penas se distingue por la roca que marcaba el hogar del fuego. Según lo que os dijo el hombre que os ha traído hasta aquí, se cuenta que había una cabaña en esta isla que los pescadores podían utilizar para resguardarse, aunque por la presencia de esa piedra en particular os da la impresión de que podía tratarse de una estancia más permanente para alguno de ellos.

Dado que es lo único medianamente interesante en la isla, os reunís a su alrededor y no tardáis en encontrar unas marcas en la piedra. Parecen más símbolos alquímicos como los del papel, aunque las inclemencias del tiempo los han dejado completamente irreconocibles. De cualquier forma, estáis completamente convencidos de que han sido grabados aquí mucho después de que la casa se hubiera derrumbado.

Liam se dedicó a seguir a los demás cabizbajo. No tenía muy claro por que habían venido a esa isla, que creían que encontrarían. Pero por si acaso antes de ir se hizo con los ingredientes que necesitaba para el ácido sulfúrico. Todo aquello era un absurdo sin sentido, pero parecían haber pistas, claves ¿Donde les conducirían? De momento a aquella isla, pero si aquello había llegado a él... Y justo cuando recordó lo que hizo... En fin, Liam se dedicó a seguir a los demás cabizbajo.

Así que el tal Jaber existe. Y podría ser perfectamente valido que estuviera con Urvan cuando se encontraron. Este rompecabezas cada vez tenía menos sentido.

¿Cuanta gente más no recordaban?

Ese pensamiento hizo que el arquero se estremeciera. El frío que notaban mientras la pequeña embarcación les dejaba en la isla no ayudaba.

¿Y si todo esto es un sueño y aún no hemos salido de la fábrica?

El frío parecía instalarse en sus huesos sin querer marchar, así que Ean decidió alejar esos pensamientos poniéndose manos a la obra.

El grupo dio un rápido vistazo a la isla, sin encontrar nada aparte de lo que parecían vestigios de una antigua cabaña. Entonces se fijaron en unos símbolos parecidos a símbolos alquímicos.

-Parece que alguien lo grabo aquí mucho después de que la casa ya no estuviera en pie...alguien entiende de que va esto? Por que a mi se me escapa...- Dijo mientras miró alrededor. Quizá pudiera haber una antigua trampilla o algo.

Por fin, subimos al bote y nos dirigimos a la pequeña isla del centro de Loch Varn. El viento es frío y cortante, pero a mí me resulta reconfortante. Es casi como si adormeciese mi cuerpo, permitiéndome entrar en un estado en el que puedo limitarme a no pensar, a observar las cosas desde un punto de vista menos lógico, más intuitivo.

Y por ese motivo es por el cual, al contrario que algunos de mis compañeros, sé fehacientemente que este lugar es importante en el mismo momento que pongo un pie en él. No sé exactamente por qué, pero estoy convencido de que en algún momento su interés será revelado, o tal vez algo de lo que buscamos provenga de aquí. Sea como sea, no es ninguna coincidencia que los símbolos grabados en la piedra sean tan similares a los de esa sustancia llamada «ácido sulfúrico». En cierto modo se parecen a las runas oghámicas, en el sentido de que ambas son figuras que pretenden evocar un concepto, una realidad o incluso un elemento concreto. Sin embargo, soy incapaz de entender nada.

—Liam… ¿Tú entiendes qué pone aquí? —pregunto, sin estar muy seguro de que los símbolos sean legibles siquiera para él.

Observas un momento los símbolos: está claro que se corresponden a otra fórmula (al)química, aunque no puedes distinguir cual, ya que el grabado está bastante dañado por la climatología. Eso te hace pensar un momento y observarlo con más atención, fijándote en uno de los extremos de la fórmula. Sonríes al distinguir un radical que identifica una sustancia básica, que probablemente reaccione con el ácido que habéis preparado en la aldea.