Partida Rol por web

La fiesta rápidamente se convierte en algo sin control, donde los eventos planeados simplemente son pasados por alto cuando nuevas locuras suceden.

Y eso es algo que el asistente de cocina no puede permitir, mas aun cuando es el juez del concurso de tragos flameantes. Entonces se hace con el control de sonido e iluminación de la sala para bajar la música y poder llamar la atención.

- ¡Atenciooooooonnnnnn! - grita cuando la música baja abruptamente y las luces se apagan, dejando solo el sistema que Mohammed instalo para la ocasión. Un sistema de luces giratorias, algo digno del las discotecas del siglo pasado.

- ¡En cinco minutos inicia en concurso del “Tripulante en llamas”! - aúlla para todos al presentar una barra de tragos de tequila en llamas.

Aunque el no estuvo aquella noche en el Club 602 las consecuencias fueron nefastas para algunos oficiales.

Luego del anuncio la música vuelve a su volumen anterior, en compás del nuevo sistema de luces.

Blake, quien acaba de terminar su guardia en el laboratorio de ciencias, entra acompañada a la fiesta que parece una montaña rusa de algarabía. La banda aun no comienza a tocar porque los músicos saltan a la pista de baile bajo algún hechizo descontrolado.

Tal vez es el estrés acumulado – dice Blake a su acompañante, que entra detrás de ella.

Entonces Willis mueve su cabello oscuro hacia un lado y examina con su mirada profunda y azul a los presentes en busca de sus amigos.

- ¡Hey! Allí están. ¡Vamos! - agrega para su acompañante para luego avanzar entre el gentío en búsqueda de sus amigos.

Nada puede resultar mejor para Paul. Desde su encuentro cercano con la muerte en la anterior misión todo parece que sale de mil maravillas. No solo sobrevivió al ataque de la entidad psíquica y a la misión de aquel extraño planeta y al ataque de esa nave del futuro, sino también que su popularidad en la nave ascendió a niveles vertiginosos por sus muchas habilidades.

- ¡E...espera! - reprocha Paul a Blake, quien es arrastrado de la mano por la morocha hacia el interior de la fiesta.

En una esquina los dos amigos de Paul y Blake se encuentran muy distraídos, ignorando todo lo que sucede a su alrededor.

El auxiliar de ingeniería llego temprano al salón, mucho antes que la mayoría de los tripulantes, incluso antes que la plana mayor de la nave. Oficiales que aparentan volver a la adolescencia.

Sosteniendo la mano de su pareja suelta una risa por lo bajo cuando la capitana de la nave besa al militar con privilegios. Y claro esta, porque siempre fue la intensión de la Española por llevarse al MACO a su cama.

- Mira si algún almirante quisiera algo contigo. Mmmmm….tal vez lo permitiría si me deja observar. - dice, fantaseando con la simple intención de provocar una rabieta en su pareja.

- Oh.. mira quienes llegaron. ¿Se habrán revolcado en su camarote antes de venir aquí? - pregunta con malicia mientras saluda con una gran sonrisa a Blake y a Paul.

- No seas cabrón. Si en el fondo has hecho todo para volver. Incluso pedir el traslado a la Excalibur. - responde Jack a su pareja para luego soltar su mano y señalarlo de forma intimidatoria.

Serguei fue la pareja de Jack durante la academia y durante sus primeros meses de servicio en la Tierra y en la Base Estelar 1. Luego cuando Ollander consiguió el puesto de jefe de Ingenieros la relación termino abruptamente hasta ahora, que Birikov volvió a el arrepentido. Es un chisme que recorre la nave.

- ¡Hey! ¡Aquí, aquí! - saluda Jack a la pareja de amigos recién llegada.

- ¿De que te quejas y ayer…? Bueno, ya sabes que hicimos ayer – responde el jefe de ingenieros.

Al escuchar al asistente de cocina anunciar el concurso de "Tripulante en llamas", Aakesh no puede evitarlo y aplaude y grita a la vez. Señala a la comodoro y le sonríe

-¡Te reto Erika!

Vuelve a soltar una carcajada

-¡Aquí dos para el concurso!

No deja a Erika hablar, la coge y la arrastra hasta la barra del bar

-¡Como en los viejos tiempos!, aunque no creo que aguantes tanto como entonces, la edad supongo

Guiña un ojo, la está intentando provocar

Aakesh esperó atento a si alguien más se apuntaba. Centró su mirada en Birikov, un ingeniero que se había incorporado recientemente a la Excalibur

Liado con Ollander, o eso parece, quien lo iba a decir

Sintió un escalofrío recorrerle la espalda y un eco de un recuerdo lejano le vino a la cabeza, pero no pudo retenerlo. No le gustaba ese ingeniero

Me da mala espina, muy mala espina

Pero era una noche de fiesta y había que divertirse, y ahora tocaba batir a su vieja amiga y al resto de oponentes, si los hubiese.

Lo estamos pasando de miedo bailando cuando el cocinero de la nave nos propone el reto de los chupitos. Podría participar, pero el alcohol me impide tocar correctamente, por lo que declino de momento el reto.

- Tal vez luego, después del concierto..

Entonces veo a Blake. Pero solo que no es Blake, o no es la Blake que yo conozco.

Lleva el pelo moreno, y va acompañada de otro tripulante.

- Pero qué demonios... - espeto mientras dejo a los demás con los chupitos y me acerco hasta Blake.

Cita:

Llego a tiempo para oír este comentario, y le dedico una mirada fulminante al auxiliar de ingeniería.

¿Pero que está pasando aquí? Esto no está bien...

Cojo a Blake por el brazo y la separo de sus acompañantes.

- Blake, ¿se puede saber que ocurre? ¿Y qué haces con este tipo?

Mi cabeza me da vueltas, hay algo que no está en su sitio.

La embajadora llegó al evento de socialización humano portando un elegante traje con cristales iridiscentes entretejidos entre las fibras de seda de gorlok.  Había estudiado por años estos rituales de Tierra y su forma de interactuar.  Eso incluía haber tomado clases de baile y conversación y todo.  Y así como los klingon tenían sus rituales donde violencia y dominancia, solidaridad y honor, eran las claves, entre los humanos se debía desplegar emotividad y hedonismo, hiperbolia y camaradería por partes iguales.   Cada sociedad sus valores y su momento de mostrarlos. 

Y este era un perfecto ejemplo. 

Había sonreído ante el buen discurso de la capitana, los mensajes de agresividad política y espíritu de cooperación de su tripulación, las bromas le parecieron simpáticas (aunque algunas se tardó en entenderles), en fin, todo un buen momento. 

Recordó, al ir pasando el evento, sus primeros momentos en la Excálibur, la salida del pod secreto, el extraño sueño que parecía haber compartido con el vulcano Sirril.  Por cierto, ¿donde está aquel hombre?  Sus parámetros culturales de socialización son ortogonales a los de los humanos, ha de ser toda una vista verlo si es que está aquí mismo.  Recordó el squirmish con los romulanos y la intervención klingon tan bien jugada una contra la otra por los estratégicos oficiales de la nave.  Suspiró, había estado tan cerca.

Shirrazz salió de sus pensamientos y se volteó a saludar al grupo de andorianos* con quien se había reunido en la estación.  Les sonrió, comentarían sobre sus impresiones de esta Civilización con la que tenían una Coalición, y buscaría cabildearlos sutilmente para que la apoyaran en avanzar la idea en Parlamento de formar con ellos y los Vulcanos una unión más completa, quizá hasta una unión de gobiernos federada.  Nos dará más fuerza en estos pulsos de poder del cuadrante, que si nada, sólo se han de volver más intensos en las fechas por venir, mis señoris. 

Ya unirse con los vulcanos sonaba un vuelco imposible de perdón y real politik, pero bien, de eso está hecha la paz y el crecimiento espiritual, ¿no? y los intereses reales de la muy real gente que votaba en Andoria y sus colonias se encontraban en esa dirección.

Ah, ahí está Sirril.  Con su permiso mis señoris, debo ir a saludar a alguien de la proverbial tercera pata de nuestro futuro banquillo.  Los alcanzo en un rato. 

En medio de la música de McCall y su banda se acercó al vulcano, no sin antes en el camino dar unos pasitos de ese baile entronizado como aportación cultural humana, el bollywood, el cual tenía bien dominado ya zh'Irín, incluyendo poner las palmas de la mano en un movimiento diagonal mientras daba tres pasos empujados por la cadera en una misma dirección.

Buena noche, Sr. Sirril.  ¿Que tal encuentra el evento?

 De repente dí un paso al frente, acompañado de Dientes de Sable, que estaba ocupado dando buena cuenta de un solomillo de 12 kilos de primera calidad, mientras me disponía a apuntarme al concurso:

 - A un lado, nenas, que os voy a enseñar como un hombre de verdad bebe... - Respondí, bromeando, mientras me acercaba a la barra, con una gran sonrisa.

Vaya, normalmente el beso viene después del baile.- Bromeó con ella, ¿que podría decirle? sentía algo por ella desde hace tiempo y por primera vez pudo comprobar que ella, de algún modo, le correspondía, llegados a ese punto había dos opciones, poner tierra de por medio o dejarse llevar y Jankowsky no huía, no era su estilo.

-Supongo que ahora tocará bailar ¿no?- No quería que ella se sintiera incómoda, podía notar como toda la sala les miraba. Era consciente de lo inapropiada que podría ser una relación así, podía imaginar lo mucho que a la capitana le importaba su carrera pero quiso aprovechar el momento, atesorar un nuevo recuerdo, aunque solo fuera un baile.-Venga, démosle lo que quieren.- Cristina se lo estaba pasando bien y Jankowsky no quería que aquel beso estropeara el momento.

Cristina parecía haber retornado a la adolescencia, si ya se había prendado de Jan, tras aquellas palabras es que simplemente se había quedado tonta. ¿Cómo podía ser aquel hombre tan perfecto? al menos para ella. La respuesta fisiológica de la capitana fue sonrojarse, a la par que se le dilataron las pupilas y finalizó con una sonrisa.

- Sí, toca bailar- consiguió decir eludiendo lo del beso- supongo que preferirá otra cosa que no sea Bollywood, ¿Puedo sugerir un baile de salón? No soy una experta bailarina, pero ese tipo de danza si me la conozco- De Alba estaba radiante, sonreía con la mirada mientras miraba a Eduard y por una vez se olvidó del cargo... al demonio con el aquella era una noche de fiesta y había que aprovecharla, ya se preocuparía después de lo que pudiera ocurrir.

Y justo cuando la española iba a disfrutar de un baile en la mejor compañía... todo comenzó a desbaratarse. Por un lado decidieron cortar de raíz la música, apagar luces y declarar un concurso de chupitos, al recordar lo ocurrido en el Club... simplemente a Cristina se le revolvió el estómago. De manera que condujo a Jan de manera inconsciente hacia lo más apartado posible de la barra.

Pero la cosa no terminó así, sino que vio como Muk y Erika iban directos hacia el concurso de alcohol, ignorando por completo a su pobre McCall, De Alba que sentía un gran afecto por el oficial de comunicaciones decidió que se acercaría a él para tratar de animarlo, pues se había dado perfectamente cuenta de los vientos que bebía por el primer oficial y como este no podía ser un sentimiento correspondido.

Entonces vio aparecer a más tripulantes en la fiesta, entre ellos a Blake... ¿De morena? ¿Qué había hecho, tintarse el pelo? pero lo más sorprendente y que le hizo quedarse parada y aferrar a Jan del brazo para que mirase en la dirección que ella lo estaba haciendo... fue ver al acompañante de la enfermera.

- ¡Paul Fisher! No puede ser...- miró a Jan- murió en la anterior misión y... y... Ollander, juraría que la doctora Walker no apostaba por su vida- a Cristina comenzó a dolerle la cabeza, una oleada de "sueños" acudió a su mente sin orden ni concierto. Se tocó las sienes confundida.

Para terminar de animar la fiesta, hicieron sus actos de presencia la embajadora y Gaheris con su... gatito.

- "La madre que..."- dijo en español refiriéndose a Gaheris y su mascota- ¿no podía dejarlo fuera?- se indignó consciente de que iba a tener que ejercer de capitán cuando lo único que quería es pasar aquella puñetera velada con Jan. A quien miró nuevamente a los ojos disculpándose- Voy a tener que poner un poco de orden, al menos con el minino. Seguimos teniendo pendiente el baile...

Comentó con la intención de dirigirse hacia Soong.

Aakesh miró a Soong y sonrió

-¡¡¡Erika, tenemos un contendiente!!!, ya lo veremos señor Soong, aquí donde nos ve tenemos una amplia experiencia en estos retos

Aakesh miró a su alrededor

-¿Nadie más?, ¿son capaces de luchar contra los romulanos pero no de tomar un par de chupitos?, ¿dónde ha quedado el valor de la tripulación de la Excalibur?, ¡vamos, que no se diga!

Esperaba que alguien más se animase, pero al menos eran tres

Y, tan rápido como había llegado, el indio se fue, dejando a McCall medio deslumbrado por el flash de la foto que había sacado la Comodoro y dudando que narices había pasado ¿Palmada en el trasero y foto? ¿A qué venía todo eso? ¿Realmente quería meterse en el "lío" que intuía que suponían ese par? No estaba demasiado seguro. 

Se giró para observar los alrededores y pudo comprobar, satisfecho, que sus acciones habían habían propiciado, al menos, que la Capitana se lanzase, y que ahora estuviese compartiendo un baile pegado con Jankowsky. Tan dignos y formales ellos y tan adolescentes para algunas cosas. Sacudió la cabeza risueño, si tenía que hacer de celestino, a "culetazos" estaba más que dispuesto, al menos así tendría en la cabeza algo que podía tener "final feliz".

Aprovechó que se encontraba junto a la mesa derrumbada para hacerse con un vaso limpio y se sirvió un buen lingotazo de cerveza andoriana que encontró milagrosamente intacta. Le dió un trago tentativo. Fuerte, muy fuerte y muy azul. Sin dudar más, pegó otro trago y se echó más de la bebida, y, tras pensar lo lamentable que sería que la botella se rompiese o quedase olvidada sobre la mesa arruinada, se echó la botella bajo el brazo y se dispuso a buscar a Lightman. Al fin y al cabo, a pesar de su "pronto" por culpa de la Plana Mayor, aún tenían un concierto que dar.

Echó un vistazo a la sala mientras sorteaba un grupo de andorianos, se alejaba LO MÁXIMO posible del concurso de chupitos (<> canturreó para sí en varios idiomas mientras evitaba un concurso que, por experiencias previas, sabía que acabaría en desastre) y descubría con desmayo que el maldito shelat de sus pesadillas estaba allí también disfrutando de un pedazo enorme de carne sanguinolenta. La cara de placer de la criatura mientras se abría paso por el pedazo de carne, que bien podría haber sido una pierna humana, estuvo a punto de mandar su ánimo al garete, por lo que que se enchufó otro trago de la bebida índigo antes de llegar al grupo de tripulantes con los que parece charlar el piloto <<¡Por fin!>>

Justo cuando se calzaba su mejor sonrisa, con la botella en una mano y el vaso en la otra, vio como Johnny agarraba a una de las chicas del brazo, de una forma que no le gustó nada para apartarla del grupo y preguntarle algo que se perdió en el barullo de la sala.

- Wo, wo, Johnny, tranquilo chaval.- les interrumpió, intentando que el americano no hiciese algo de lo que luego se arrepintiese. Aún así se puso del lado de su compañero, por mor de esa camaradería leal a ultranza (y un poco estúpida) que surgía entre los miembros de un grupo.- ¿Me cuentas que está pasando aquí? Pero ligerito, que tenemos pendiente un concierto.- intentó relajar el ambiente.

Miró hacia el grupo del que se habían apartado esos dos, como buscando su ayuda, y se sorprendió al reconocer a uno de los ingenieros, un rubio que sonreía con el brazo en la cintura del jefe de ingenieros. Un relámpago de advertencia y miedo le atravesó nada más posar los ojos en ese individuo, casi igual de intenso del que había sentido al ver al gato-oso. Tenía la sensación de que era alguien peligroso, que había provocado muchos problemas y que la muerte le seguía. Pero ¿era eso real o un sueño? ¿Había pasado o había sido fruto de su cerebro a punto de desmayarse?

Nada más poner el pie en la habitación, Diane cerró los ojos con tanta fuerza que una arruga se marcó en su frente. El sonido de la música y la algarabía de las conversaciones le martilleaban los oídos y le retumbaban en la cabeza, empeorando una jaqueca que le hacía incluso sentir las pulsaciones de la sangre en las sienes.

Por centésima vez, se repitió a sí misma que se debía de haber quedado en su habitación guardando reposo: un médico que no era capaz de cuidar ni de su propia salud no inspiraba demasiada confianza... pero, después de todo, la misión había sido un éxito apabullante a pesar de los temores de su padre y, aunque solo fuera por una cuestión de protocolo, su lugar como Oficial estaba en aquella celebración. Si hasta un vulcano como Sirril había acudido allí, mal que le pesara la doctora no podía ser menos.

Realmente, en circunstancias normales, ella misma no habría podido resistirse al menos a la oportunidad de jugar unas rondas de póker en el casino improvisado que habían montado allí. Y, ciertamente, tenían razones para festejar, teniendo en cuenta que la inmejorable actuación de la Capitana y el Primer Oficial habían permitido solventar la misión sin una sola baja. Por supuesto, había habido algún herido; siempre los había en la guerra, después de todo: alguna estructura se desprendía por la vibración de los torpedos rivales al chocar contra los escudos, golpeando a algún desafortunado que se encontrara en el lugar equivocado; un circuito sobrecalentado podía fácilmente provocar una descarga y causar una quemadura de primer grado entre los tripulantes de ingeniería... pero, aun así, incluso estos incidentes azarosos habían sido mínimos, y todos los atendidos en la enfermería se habían recuperado rápidamente sin presentar como secuela ni tan siquiera una cicatriz. Todo había salido realmente a la perfección...

...si no hubiera recibido otro ataque de migrañas, en realidad. Posiblemente no fuera más que una reacción al estrés que había pasado esos días, o tal vez su contacto con la embajadora andoriana le hubiera hecho contagiarse de una forma leve de la bacteria AX-315 presente en su planeta natal que, aunque inofensiva para la biología de sus habitantes nativos, podía causar una reacción de febrícula sobre los humanos durante unos días. Sí, posiblemente fuera solo eso. Y sí, sentía que aquello era demasiado bonito para ser verdad pero, teniendo en cuenta que era una pesimista por naturaleza, aquella sensación de desasosiego era perfectamente normal. Ciertamente, no tenía sentido prestarle la menor importancia.

Se recompuso rápidamente y avanzó hacia el interior de la sala, solo para encontrar a sus superiores y a Soong disponiéndose a participar en lo que parecía ser otro concurso de bebida. Su sorpresa fue mayúscula, ya no únicamente por ver a De Alba entre ellos a pesar de lo que ocurrió la última vez (aunque esperaba que hubiera aprendido la lección y solo se hubiera dirigido allí para mirar), sino porque eso significaba que los discursos ya habían tenido lugar mientras ella no había estado presente.

-Sabía que me había quedado dormida después de apagar la alarma...- Pensó, apretando las mandíbulas dentro de la boca y esperando que su ausencia no hubiera resultado demasiado llamativa. -...pero pensaba que habían sido solo unos minutos. Sencillamente fantástico.

No se encontraba de buen humor a pesar de la alegría que parecía reinar en todos los rostros. De nuevo, era simplemente una cuestión de carácter, y no algo que pudiera ser llamativo o extraño en absoluto. Tal vez esa fue la razón que le llevó a acercarse indignada al jefe de ingeniería nada más ver su pelo rubio entre el gentío e interrumpir la conversación con frialdad, casi como si estuviera subconscientemente una excusa para descargar su frustración sobre alguien.

-Señor Ollander, le consideraba lo suficientemente inteligente como para demostrar más sentido común.- Le imprecó, cruzando los brazos sobre la sobria camisa azul, conjuntada con una falda larga, que se había puesto para el evento. -Por muchos deseos que pueda tener de pasar una velada libre con su pareja, debería encontrarse ahora mismo guardando reposo en la enfermería como le indiqué para recuperarse de...

No terminó la frase, y se llevó una mano a la cabeza, tratando de concentrarse. ¿De qué tenía que recuperarse exactamente? ¿Tenía que recuperarse tan siquiera de algo? Sí, estaba segura de que sí... ¿o no? Se volvió para mirar a Blake buscando su apoyo profesional, solo para encontrársela con el timonel aferrándola por el brazo. Algo que, por otro lado, no la sorprendería demasiado, de no ser porque este parecía completamente exaltado y el señor McCall parecía estar a todas luces intentando poner orden.

-¿Señora Blake?- Quería que su voz hubiera sonado como una afirmación pero, por alguna razón que no acababa de comprender, le sonó como una pregunta. -Le importaría dejar de poner su relación con el señor Lightman...- Espera, ¿era Lightman? ¿o...? -...Fisher...- Quién fuera -...sus relaciones personales por encima del trabajo y acompañar al señor Ollander de vuelta hasta que... ¿reciba el alta médica?.

Se encontraba confusa. Debía de haberse tomado la temperatura antes de acudir a la reunión: tal vez su fisiología fuera especialmente alérgica a las bacterias andorianas...

 - Y ahora es cuando comienzo a odiarte. - responde al dejarse arrastrar. 

Es la Comodoro allí en el lugar, en teoría debe mantener una compostura que difícilmente sea compensada con un mal obrar indecente, aunque bueno, para Erika el hecho de que la Capitán se haya besado con el ex MACO le da la garantía de que hoy hay libertad. 

 - ¿Vieja dices? No Muk, tenemos la misma edad y estoy mejor que tú, pero eso no importa, antes que nada ven acá... Apostemos, que a mi los juegos así de la nada no me agradan. - expresa con cierta malicia mientras tironea de su ropa para acercar el oído y susurrar. 

Se une Soong, pero esto es una batalla dual también y si la pelirroja gana, su amigo debe recibir la represalia como de costumbre. Una vez que termina con el susurro alza la copa que aún no piensa beber al grandote, festejando por tener el gusto de unirse al juego. 

- Muy bien, nada de bebés... Ya te lo demostraremos. -  comenta desafiante. - Son años en la Academia de peleas y tragos, tenemos trayectoria. 

No le pasa por alto que Sirril se encuentra allí y al verlo, una ligera punzada irrumpe en su cabeza, intenta no representar a través de su rostro el dolor que siente e intenta seguir el juego de su amigo para simular. 

- Comenzamos en cuanto me responda a la propuesta. - le da un codazo a Mukjerhee adrede mientras aguarda. 

Sirril no acababa de acostumbrarse a los extraños humanos, aquella especie de fiesta lejos de la solemnidad de los rituales vulcanos parecía afectarlos de manera singular, máxime por su gusto por las bebidas alcohólicas que parecían cambiar sus personalidades por completo.

El vulcano permaneció durante un rato en la fiesta, no por placer ya que no parecía encontrarlo en aquellas circunstancias sino por deferencia hacía la petición de la capitana de que todos los oficiales estuvieran allí. Tras los primeros compases más protocolarios y cuando empezó la fiesta y las típicas muestras de fuerza que tango gustaban a los humanos el vulcano se retiro de forma desapercibida.

El vulcano prefería la tranquilidad del puente a aquella bulliciosa fiesta y máximne cuando en su cabeza todo lo suecedido parecía no encajar como si algo le faltará. En su estado podía ser normal pero aquellas jaquecas y lagunas en tantos miembros de la tripulación no podían ser una casualidad.

En su caso quizá el otro Sirril tenía algo que ver, o quizá no fuera como fuese llevaba tiempo sin sentirlo y empezaba a tener dudas de si seguía allí. Sirril llego al puente, volvió a procesar la simulación sobre la batalla algunas veces más intentando encontrar sentido a aquella fortuna inexplicable que serviría a un humano pero no a un vulcano y mucho menos a un vulcano como Sirril...

- A ver... Besas a Mccall si pierdes. -  propone Erika en el oído de Mukherjee.

Cita:

Siguiendo sujetando a Blake, giro la cabeza un momento para mirar a McCall.

- ¿Que qué pasa? Pasa que Blake está con uno que no debería estar aquí, y ocurre que Ollander es de los tuyos cuando no hace mucho intentaba ligar con Blake. Y Blake es morena, cuando ella siempre ha sido rubia.

De repente aparece la doctora y sus comentarios no hacen más que confirmar mis sospechas. Sus frases dubitativas muestran que algo no va bien con estas personas.

A lo lejos veo a Hannah, mi hermana.

- ¡Hannah! - grito mientras muevo mi otro brazo para llamar su atención - ¡Hannah, ven aquí!