Partida Rol por web

Separarme aquella vez de T'Kev se me hizo menos duro que sus visitas a la cárcel, pero aún así me costó irme. Sobretodo al ver su rostro de felicidad al decirle que nos veríamos más. Había ganado a un hijo de golpe y me había salido un sobrino. Lo segundo si que no lo esperaba.

Aún tenía que hablar con la pareja que había sido su familia durante todo este tiempo y ver como organizarnos con el chico. Era evidente que quería tenerlo como un padre quiere a su hijo, pero también debía ver la reacción del pequeño. Separarle de golpe de ellos no sería bueno, aunque los viese a diario. - Que complicado se me hace esto. - Y luego estaba Lena. Ella no sabía nada de todo aquello y se iba a encontrar con mi hijo en la Arapahoe. - Mi hijo.

Con estos pensamientos y gracias a los datos facilitados por la computadora, llegué a mi despacho, viendo con desagrado que el lameculos de la Flota Estelar ya estaba esperándome. - Pase. -Le dije nada más llegar y desbloquear la puerta. - Tome asiento. - Le indiqué con educación tras colocarme detrás de mi escritorio y sentarme en él. El despacho olía a nuevo y era una sensación agradable, solo que compartirlo con aquel hombre me parecía asqueroso.

Las puertas se cerraron y observé su rostro. Estaba cargado de preocupación. Al principio me importó poco o nada. Que él estuviese jodido a mí no me afectaba. Hasta que comenzó a hablar y pronunció aquel nombre: Lena Connor. Mi rostro se ensombreció y mi corazón comenzó a latir con fuerza. - ¿Cuándo me iban a informar de que mi oficial médico jefe había desaparecido? - Bufé con rabia contenida. No podía dejarme llevar por las emociones. Aquello era algo delicado. - Mi Lena... - ¿Dos meses desaparecida y me lo dicen ahora? - Me levanté y di un fuerte golpe en la mesa con la palma de mi mano.

- No voy a esperar ni un segundo más. - Dije serio al diplomático lameculos. - Solo espero que todo lo que tenga que ver con mi tripulación, me sea transmitido con mayor celeridad... no esperar dos meses para notificarme algo. - Le miré enojado. Quizás no fuese culpa suya que aquellas noticias me llegasen tan tarde, pero... me daba igual.

En ese momento me llegó otro mensaje del laboratorio. Habían cogido mal momento para tocarme las pelotas con cosas de críos. - Aquí el comandante Vrako. En cuanto pueda me reuniré con usted en el laboratorio. Espero que sea verdaderamente importante.

Luego le hablé a la computadora y pedí que me abriesen línea con toda la Arapahoe.

- Aquí el comandante Vrako. Iniciaremos la secuencia de despegue en veinte minutos. Quiero a todos en sus puestos para entonces. Vrako fuera. - Dije con voz solemne sin peder de vista al lameculos. - Si no hay nada más que quiera añadir, debo ir al laboratorio a resolver un problema antes de ir al puente y sacar la nave del muelle.

Tras salir de aquel bar a regañadiente, fui directo hasta la Arapahoe, en otra situación menos tensa no me hanría importado quedarme y enseñarle a aquella camarera la verdadera pasión klingon, no como los flojuchos humanos o los desbrabados y pichaflojas de los romulanos.Me hubiers gustado meterme otra vez en la holocubierta para descuartizar de nuevo a aquel Vrako de pega, desde luego no era el de verdad, pero me ayudaba a mantener los nervios en calma y la ira controlada. Saber que iba a ser mi comandante para esa larga, larguísima misión habia sido un verdadero mazazo, pero o lo terminaba aceptando o terminaría asqueado, cargado de ira y no podía permitirlo delante de la tripulacion de la Arapahoe, pensé que si aquella nave poseía aunque fuera una pequeña holocubierta iba a darle un uso intenso.

El camino hasta mi nueva nave se hizo más breve de los esperado, sin duda debido a que estaba sumido en mis pensamientos reviviendo la imagen de aquel maldito romulano. Entré en la nave y usé el turbo ascensor hasta la zona de camarotes dirigiéndome al mío pues tenía que darme una ducha rápida y ponerme un uniforme limpio. Me desvestí con presteza quedando totalmente desnudo, dejando ver un cuerpo grande, musculado y con varias cicatrices que me recorrían el cuerpo, entré en la ducha y me quedé unos minutos bajo le chorro de agua fría, aquello me despejaría la mente y salí de la ducha renovado y oliendo a limpio me sequé, cogí uno de los uniformes de mi armario perfectamente planchado y una vez puesto salí de allí, tomé el turbo ascensor para ir hasta la cubierna donde se encontraba mi reino, la zona de seguridad.

Allí se encontraban las celdas y otros apartados relacionados con toda la seguridad de la nave, cámaras, sensores, compuertas de acceso, todo. Me constaba que los hombres y mujeres que allí se reunirían eran lo mejor de lo mejor, incluída una pequeña unidad militar. Debido a nuestro destino necesitaríamos personal especializado para nuestra protección. Desde luego si me hubiesen dejado contar con una pequeña escuadra de cinco compatriotas míos, habría sido más que suficiente para liquidar a esos diez humanos que nos acompañaban, pero no se habrían tomado mi propuesta en serio. Al abrirse la puerta del turbo ascensor, mi a mi segunda que tomaba el control en mi ausencia la Teniente Latara, una Bajorana con cara bastante bonita, crucé la manos a mi espalda y la miré fijamente-Teniente..¿todo en orden por aquí, alguna novedad?-pregunté con mi seria y profunda voz-recuerde que debe de estar todo preparado para cuando partamos que será en breve y me gustaría reunir a todos los miembros del equipo, quiero conocerles, mirarles a los ojos y saber de qué pasta están hechos..-contesté esperando su pronta respuesta mientras miraba al reredor mío observando al resto de la tripulación.

 Aquí el comandante Vrako. Iniciaremos la secuencia de despegue en veinte minutos. Quiero a todos en sus puestos para entonces. Vrako fuera. 

Al oir el mensaje de que iban a salir, Leath miró a Sakkar y Daniel y comprendió que había perdido la partida. Solo podía hacer una cosa. Quitar las plantas de allí y colocarlas en donde pudiera y cómo pudiera. Pero eran... demasiadas. Desesperada, se volvió hacia ellas, se tragó su orgullo y miró a Daniel.

-Las quitaré enseguida -le dijo. Entonces se fue hacia algunas, las agarró y empezó a arrastrarlas hacia la puerta con la intención de llevárselas a su cabina. Al menos algunas podrían entrar, subiría los valores de humedad y temperatura y las dejaría allí, mientras ella dormía... en cualquier otro lado. Ahora se trataba de sacar la nave, de nada más.

Oí la voz de Vrako a través de los comunicadores de la nave y me sorprendió, porque hasta hacía un momento, todo iba bien y estaba tranquilo. Parecía como si algo hubiese ocurrido en el breve espacio de tiempo que el romulano se había ido de la enfermería, que además, por lo que sabía, debía ser para ver a su hijo.

Extraño, muy extraño.

De repente, mis tripulantes empezaron a entrar en la enfermería, así que me aseguré de que todos conocían sus órdenes.

-Aseguren todo el equipo, que no quede nada fuera de su lugar. Voy a ver qué es lo que sucede.

... si es que puedo enterarme.

La misión había empezado de manera extraña, sin la doctora Connor por ninguna parte y partiendo con prisas. Algo raro había en todo aquello.

La bajorana no esperaba la llegada de su oficial superior, pero en cuanto lo vio, se cuadró y miró a los demás para que también lo hicieran. Si había algo que hacía bien, era respetar la cadena de mando.

-Todo bien, señor. El equipo está preparado, aunque... la presencia de los MACOs es algo perturbadora. Creía que la seguridad correría de nuestra cuenta. ¿Para qué están aquí entonces?

En ese momento, llegó el mensaje por los altavoces y la bajorana miró a Martuk. Sabía que el lugar del oficial de seguridad estaría en el puente, por lo que el resto de la nave correría de su cuenta, pero todo estaba llegando... ¿demasiado rápido?

Muchas ideas y muy poco tiempo para llevarlas a cabo, sobre todo cuanto la solución solo podía ser una, a juicio de Kate.

-Señor, con todo respeto, si esperamos a encontrar una nave "compatible" con la nuestra, no conseguiremos las células nunca. Creo que sería mejor...

Y en ese instante, llegó la comunicación de Vrako, a través de los altavoces. Riordan os miró con pesadumbre. Tendríais que iniciar el viaje sin los reemplazos.

-Señor, si le parece bien, iniciaré una comprobación del estado de los cristales e intentaré minimizar su tasa de desintegración para conservarlos el máximo tiempo posible.

Era todo lo que se le ocurría.

La voz de Vrako por los altavoces hizo que Randall dejase de hablar y de mirarte, para concentrarse en el mensaje. Iban a salir. ¿Por qué? Era demasiado pronto. En un principio, no debían hacerlo hasta dentro de tres días. ¿A qué venía toda esa prisa?

-Señor Miller, lo lamento mucho, pero como puede ver, parece que vamos con prisas. Diríjase al puente y ocupe su puesto. Me reuniré con usted enseguida.

Tras lo cual, se dio la vuelta y se dirigió rápidamente a interceptar a Vrako en su despacho, en el que estaría casi con toda seguridad.

Thadeus sabía que el Comandante Vrako era un hombre de fuerte carácter y problemático. El Almirante ya le había puesto al corriente de todo cuanto le había sucedido. Y al ver su reacción al hablar de la doctora, pudo comprobarlo de primera mano.

-Como usted comprenderá, al no encontrarse usted disponible nuestra prioridad era el resto de la nave, y teniendo a otro oficial médico a bordo, su presencia no resultaba prioritaria. Ahora está claro que se trata de una emergencia, pero seguimos desconociendo lo que hace allí. Además, no me correspondía a mí transmitir esa información. Fue... el Almirante quien la retuvo, a la espera, según creo, de que la doctora volviese.

Hasta a mí me ocultaba cosas, así que no tengo por qué aguantar esto, pensó Thadeus.

- No voy a esperar ni un segundo más. Solo espero que todo lo que tenga que ver con mi tripulación, me sea transmitido con mayor celeridad... no esperar dos meses para notificarme algo.

-Tiene mi palabra, Comandante. 

El Comandante se puso en marcha y salió del despacho sin mirar atrás. Entendía ahora por qué había sido elegido para aquella misión. Si había alguien capaz de llegar hasta el final, a pesar de las dificultades, era él.

Vrako caminaba dando grandes zancadas por los pasillos. Con el rostro visiblemente cabreado, prácticamente nadie se atrevía a ponerse en su camino. Sin embargo, al girar en una de las esquinas, una figura conocida se le unió, inesperadamente. Perkins.

Estaba interesado por saber lo que había sucedido.

Y algo más adelante, el primer oficial, Randall Neredar, que acababa de enterarse de que partíais tres días antes de lo debido.

Comandante, aquí Ingeniería. Hemos descubierto que nuestro cargamento de células de refrigeración fue desviado a la estación espacio profundo cinco. Será difícil llegar a Hefestus IV con las células instaladas actualmente. Pensábamos tantear al resto  de naves por si alguna tiene de reserva. Este asunto me parece prioritario.

Intercepté a Vrako de camino a algún sitio. No sabía hacia dónde iba, pero no era el puente, sin duda. Claro que eso importaba poco. Lo que ahora quería era entender lo que estaba sucediendo.

-¡Señor Vrako! ¿Qué ocurre? ¿Por qué partimos tan pronto? -le pregunté. Al ver su rostro, supe que algo iba mal. Después de todo lo que habíamos pasado juntos, era consciente de cuando se trataba de un asunto personal que tocaba la fibra sensible de aquel romulano obstinado... y estábamos en una de esas situaciones.

Sin darme cuenta, le cogí del brazo para detenerle.

-¿Qué ha sucedido, Vrako? -le pregunté, en voz baja, olvidándome del rango que nos separaba y acudiendo en ayuda de mi amigo.

Parece que las malas nuevas no paraban. Ahora se sumaba el poco tiempo que tendríamos para resolverlo.

-"En veinte minutos no nos da tiempo a nada. O se retrasa el despegue o tendremos que apañárnosla como podamos. Si cambiamos de rumbo y vamos a Espacio Profundo Cinco, ¿en qué afectaría al viaje?"

- Difícil pero no imposible. Ya me ha oído. Veinte minutos. No los desperdicie hablando conmigo y busque esas células. Si las encuentra quizás le conceda unos minutos más para cargarlas en la Arapahoe. De lo contrario saldremos como estemos. Vrako fuera.

Las palabras del lameculos no me calmaban, aunque esperaba que cumpliese su palabra. - Claro que lo hará, solamente para comerme las pelotas y tenerme contento. - Pero ya estaba todo dicho y ahora solo quedaba solventar el problema del laboratorio antes de salir de allí. T'Kev tendría que esperar, pero le compensaría. En algún momento quedaría libre. Aunque la voz por el intercomunicador me indicaba lo contrario. Pulsé la insignia al tiempo que veía venir a Perkins de frente y otro oficial caminaba no muy lejos de él.

- Difícil pero no imposible. Ya me ha oído. Veinte minutos. No los desperdicie hablando conmigo y busque esas células. Si las encuentra quizás le conceda unos minutos más para cargarlas en la Arapahoe. De lo contrario saldremos como estemos. Vrako fuera. - Respondí con seriedad a ingeniería.

En ese momento alcancé a Perkins. - Doctor. - No podía detenerme, no tenía tiempo para pararme a hablar con toda la tripulación. Entonces sentí como me agarraba del brazo, deteniendo así mi marcha. - Es Lena. Su nave está varada en una zona del espacio de Orion por donde cruzaremos. Llamó pidiendo ayuda. No voy a perder más tiempo. - Informé a Perkins con preocupación en mi rostro. - Llevaba meses desaparecida junto con su nave y... -Estaba dolido por aquello o más bien aterrado. - Tengo que ir a solucionar algo al laboratorio, teniente. - Le indiqué recobrando la compostura. - Y luego al puente.

» Ahora mismo es usted el oficial al cargo de la enfermería, hasta que rescatemos esa nave y a la doctora con ellos. - Le dije cogiendo aire con fuerza. - Si quiere seguir hablando, acompáñeme, teniente Perkins. No puedo detenerme ahora. - Le indiqué, comenzando a caminar de nuevo de camino al laboratorio.

A Randall apenas le dio tiempo a llegar. vio cruzar por delante de él a Vrako y Perkins caminando a velocidad de curvatura y tuvo que darse una pequeña carrera para alcanzarles.

-Eh... Doctor... Comandante.... Señor. ¿Qué ha sucedido? La partida estaba prevista para dentro de tres días -consiguió decir, mientras igualaba el paso de ambos, sintiendo que ellos sabían algo que él ignoraba e intentando no irritarse por ello. Era el primer oficial y debía estar al tanto de algo así.

Además, aquella nave no estaba todavía preparada para salir, pero visto lo visto, tendrían que arreglar las cosas durante la marcha.

Una vez me hubo dicho lo que sucedía, no necesitaba saber nada más. Me detuve y dejé que anduviese por el pasillo y se dirigiese hacia el laboratorio. Obviamente, tendría mucho trabajo en aquellos momentos, y muy pocas ganas de hacerlo. Por otro lado, conocía perfectamente el genio de Vrako y sabía que en aquel estado, cualquier enfrentamiento duplicaría sus consecuencias. Eso fue lo que me hizo volver a ponerme en marcha y seguirle hacia el laboratorio.

No sabía qué demonios sucedía allí, pero prefería estar a su lado para verlo de primera mano y si era necesario, atemperar los ánimos.

Cuando me coloqué de nuevo a su lado, el primer oficial, a quien apenas conocía, preguntó lo mismo que yo, recibiendo una respuesta que sin duda, le parecería críptica.

-La oficial médica jefe estaba desaparecida y parece que se encuentra en complicaciones, así que vamos a acelerar la partida, señor Neredar - a continuación, miré de nuevo a Vrako -. No entiendo qué hace allí no por qué, pero supongo que nos enteraremos muy pronto. Pero señor Vrako, recuerde que esta no es una nave de combate, sino colonial. No somos la Enterprise.

Por supuesto, Vrako lo sabía, pero no estaba de más, pensé, recordárselo, fuera a pensar que disponíamos de los recursos, velocidad, armamento y personal, de una nave estelar preparada para el combate.

En pocos segundos, los tres llegasteis al laboratorio, el cual encontrasteis invadido por plantas por todas partes, con una atmósfera sofocante, cargada de humedad y varios grados más elevados que el resto de la nave. Delante de vosotros estaban Daniel Windwood, Sakkar y Denisse Leath, que llevaba varias plantas entre las manos, pero que al ver entrar a los tres oficiales, se detuvo y los miró fijamente.

Estaba claro. No entendía a las mujeres. La única que me entendía, la única a la que podía comprender, ya no estaba. No estaría jamás. Debía acostumbrarme a aquello o volver a ser como siempre: un hermitaño, una rata de laboratorio centrada en su trabajo exclusivamente. Pero para eso debía de perder mi rango y mi puesto.

En ese momento escuché el aviso del comandante por megafonía. - Hijo de puta. - Susurré mientras que me adentraba al laboratorio. Quería ver como estaba todo antes de que llegase... y despegásemos de allí, si es que al final veía. Entonces escuché la voz de la mujer y me giré.

- ¿Ahora sí? - La miré sorprendido. Estaba claro. El problema no era que no la entendiese. Era que estaba loca. Ya tenía que temer al comandante para que decidiese mover las plantas con tanta velocidad.

Sakkar vio como el enfrentamiento entre Daniel y Leath se iba crispando, hasta el punto de que éste no tardó en llamar al Comandante. Y justo después, había llegado su aviso de que partíamos. Tan apresurado había sido el mensaje, que ninguno de ellos había sabido como reaccionar... salvo Leath, que se puso rápidamente a recoger sus especímenes vegetales.

La expresión en voz baja de Daniel le hizo a Sakkar abrir mucho los ojos, sin entenderlo... o querer entenderlo, porque... ¿acababa de insultar a un oficial superior?

Al llegar aquel trío de oficiales, Sakkar dio un paso atrás.

-Comandante, Teniente... Teniente... -dijo, saludando a los tres por orden decreciente de rango, primero a Vrako, después a Randall y por último a Perkins, mientras miraba de reojo a Daniel, recordando lo que había dicho.