Partida Rol por web

Si bien intentaba salir lo antes posible, el colapso del planeta se lo estaba haciendo difícil. Gracias a los insectoides, que les mostraron otra vía de escape, pudieron salir hacia la superficie. Aakesh asintió con la cabeza y les dio las gracias, sin ser consciente de si habían entendido su muestra de gratitud.

Continuaban su ascenso, mientras observaban como todo se derrumbaba, no sólo las estructuras, sino toda la organización esclavista, ahora que los xhaguar habían desaparecido. Aakesh contempló como muchos esclavos intentaban huir del planeta, otros que caminaban sin rumbo...pero nada podían hacer por ellos.

-Lightman, ya que tu escáner es el único que funciona, analiza los alrededores para determinar la mejor ruta de escape hasta que la Princesa nos venga a recoger. Si alguien quiere intentar arreglar las comunicaciones este es su momento, aunque confío en que nuestro aliado se haya percatado de que estamos aquí y les avise de que nos vengan a buscar. Sugiero que dejemos a los esclavos, creo que si intentamos ayudar podría ser peor para nosotros.

El paisaje cambiaba constantemente, el planeta no aguantaría mucho

Si no nos sacan pronto de aquí no lo podremos contar

A lo lejos observó unas grandes estructuras. Aakesh se fijó en su grandeza, creadas por unos seres gigantescos, o así le pareció, y que podrían haber surgido perfectamente de alguna de las historias de Lovecraft.

- Esperemos que aguante, tanto el escáner como el planeta... - dijo Johnny mientras comprobaba la pantalla.

El ascenso a la salida era complicado y vertiginoso, con una ruta escabrosa y accidentada. Un paso en falso podría conllevar una buena lesión y eso implicaría ir más lento y por tanto una demora en escapar de ahí.

- ¡Qué ganas de salir de aquí! - exclamó mientras avanzaba - Habrá que reparar algún comunicador, necesitamos contactar con la nave para que nos recojan.

Asintió ante el comentario de Muk de no socorrer a los esclavos. Si se demoraban más iban a morir todos, ellos incluidos. Deberían confiar que se ayudarían ellos mismos.

Con la muerte del anfitrión los insectoides parecieron querer ayudar al grupo, quizá como pago por la deuda de su liberación.  Fuera como fuese pronto se encontraron subiendo la multitud de niveles que les separaba de la superficie donde encontraron una imagen apocaliptica.

Los esclavos se afanaban por subir a alguna de las precarias naves en una especie de lotería por sobrevivir, al fondo podía verse una magestuosa construcción digna de gigantes o dioses.  No había ruta de escape posible y quedarse quietos significaba la muerte.  James se concentró nuevamente en sus pensamientos intentando imaginar la presencia de quien les envió allí como intentando contactar de nuevo con la mente del alienigena.

No parece haber muchas opciones sin esas comunicaciones.

James oteaba el horizonte a través de la mira de su rifle intentando encontrar una solución

Cristina ayudada por Eduard salió al exterior con la cara cada vez más pálida, quería haber agradecido a las mantis su ayuda pero lo único que le salió fue una débil sonrisa y un cabeceo. 

Una vez en el exterior los ojos de la capitán se centraron en un único objetivo, la guarida de los primigenios ese era su objetivo real y el lugar a donde debía dirigirse para terminar el trabajo.

- Debéis abandonar el planeta sin mí, debo ir donde se encuentre el primigenio.

Dijo la capitana consciente de que sus hombres le pondrían mil pegas pero totalmente decidida a cumplir con su deber... Entonces recordó lo que la Cristina Oscura le dijo una vez... El Colmillo también servía para salvar vidas, ¿Era eso verdad? Uthna le comentó que lo más probable es que la que ella denominaba Cristina oscura era en realidad un Xhauar por lo que no debía fiarse de nada de lo que le había dicho, pero por otro lado el marciano también le informó es que en su debido momento sabría lo que debía hacer... Sólo que aún no terminaba de tenerlo todo claro, lo única que quería era salvar a sus hombres y a cuantos inocentes pudiera... 

- Tengo que salvaros... Tengo que hacerlo

Al comienzo de la batalla Jankowsky tenía tan asumido que se trataba de una misión suicida que no se había parado a pensar en la huída. Ahora que todo indicaba que habían tenido éxito, el planeta colapsaba, de nuevo una carrera a contrarreloj.

Cristina seguía presionándose, sintiéndose responsable de su grupo, Jankowsky la animó.

-Ya queda poco, solo esperemos que la Princesa no llegue tarde a su cita.- Dijo con cierto tono jocoso.

Miró las grandes estructuras a lo lejos y no quiso pensar qué seres las habitarían, "si queda alguno, con suerte no durará mucho".

Aunque los esclavos que estaban ahí no eran su problema, Jankowsky pensó que deberían hacer algo por ellos, al menos intentarlo. Quizá el marciano podría ayudarles.

-¿Crees que Utnapishtim podrá hacer algo por ellos?- Preguntó a Cristina mientras miraba a los desgraciados habitantes de aquel planeta.

La respuesta de James llegó desde el eterno y oscuro cielo del planeta condenado, por medio de un atronador sonido de cohetes y el ardiente brillo de unas toberas de descenso. Una de las lanzaderas del Discovery aterrizaba cerca del grupo para rápidamente abrir la puerta-rampa trasera, incluso con los motores aun encendidos.

El calor de los motores enviaba bocanadas de aire hirviendo y su fulgor podía verse a kilómetros a la redonda. Esto significaba que atraería a miles de personas por el vano intento de obtener un espacio en la lanzadera y así escapar del planeta moribundo.

-¡Vamos! ¡No hay tiempo! – grita Gilgamesh al grupo y lo llama con una mano. En la otra lleva un antiguo rifle automático de proyectiles accionado por pólvora. Incluso realiza algunos disparos al suelo, frente a todo aquel que intenta llegar a la nave. Y por el momento su plan funciona al ahuyentar a los indeseables.

Ahora depende de la celeridad del grupo. Tienen que llegar antes que el resto de todos aquellos que intentan escapar del planeta superen a Gilgamesh y sus intentos de cuidar la lanzadera.

El apoyo de Jan en aquellos momentos fue fundamental para que Cristina dejase de mirar la guarida de los titanes y lo mirase a él, como si le hubiera pellizcado y se diese cuenta que tenía que reaccionar, fue entonces cuando miro mejor a su alrededor, aquella imagen le trajo terribles recuerdos... El recuerdo de una estampida que provocó una masacra propiciada por ella... Sin duda alguna los fantasmas le perseguían, sólo que en aquella ocasión la destrucción de los xhauars había sido prioritaria o más bien el odio hacia los xhauars no la había dejado pensar con claridad... Eran muchos los que iban a morir con la explosión de aquel planeta, quizás lo justo sería quedarse atrás y pagar por ello pero sin embargo Cristina corrió cogiendo la mano de Eduard para que corriese tras ella, quizás siendo consciente de que el tiempo se les escalaba y que sus hombres eran los más preciado que debía salvar.

- ¡Maldita sea, CORRED!

Aakesh observó a la capitán, esperaba que sus palabras no fuesen ciertas. Pero la aparición de la lanzadera de la Discovery borró esos pensamientos y Aakesh sonrió de oreja a oreja

-¡Tenemos una posibilidad de escapatoria!

La lanzadera aterrizó sin detener los motores, apareciendo Gilgamesh quien les apremiaba a que corriesen hacia la lanzadera. Pero igual hicieron muchos de los esclavos, a quienes Gilgamesh intentaba mantener a raya.

Aakesh no se lo pensó dos veces y salió corriendo hacia la lanzadera. A pesar del cansancio y las heridas, el hindú mantenia su antigua forma física, tras años de entrenamiento diario. Nada más llegar a la lanzadera, se colocó en la puerta, preparó su arma en modo aturdir y se dispuso a cubrir a sus compañeros. Le entristecía y lamentaba tener que hacerlo, pero si los esclavos se hacían con la lanzadera nadie saldría de allí, y seguramente la lanzadera acabaría destruida.

La lanzadera apareció casi por arte divino, no podía haber imaginado momento mejor así que era hora de aprovechar la oportunidad.  James se dispuso a correr rapidamente hacía la lanzadera antes de que los esclavos que se agolparan hacía todas las direcciones tomaran posiciones junto a ellas.

James alcanzó la pequeña nave situandose junto a la puerta mientras empuñaba su rifle en dirección a la multitud que se acercaba, el comandante realizó un par de disparos al aire para disuadir a la multitud y echó un vistazo de reojo a sus compañeros a fin de que nadie quedara rezagado.

Al llegar a la superficie no es que el escenario mejorase. La desolación se había hecho con todo y ya no era sólo el peligro de una ascensión escarpada y difícil, sino que ahora había el instinto de supervivencia de los esclavos lo que podría suponer un obstáculo.

Esperanzados, vieron como la lanzadera se posaba en la superficie y abría su compuerta con una invitación a la salvación. Pero para ellos y para todo ser viviente que habitaba en el planeta.

Johnny oyó el grito de su capitana y obedeció la orden sin pensar, como un resorte. Corrió junto a los demás para llegar a tiempo a la lanzadera. Atrás dejaban otros seres, pero no les podían brindar ningún tipo de salvación o esperanza de una nueva vida.

Jankowsky corría tras Cristina, que pareció sacar fuerzas de flaqueza en cuanto vió la lanzadera amiga. 

-Espero que no sigas pensando en quedarte.- Le dijo a Cristina. -Aún me debes un baile.- Le dijo en cierto con una voz que acusaba el cansancio de la carrera.

Pudo ver que sus compañeros mantenían el paso ya alcanzaban la lanzadera sin problemas. A él en cambio, las heridas aún cicatrizantes no se lo estaban poniendo fácil, pero también llegaría para subir el último mientras se asegurába de que no quedaba nadie atrás. Pudo echar un último vistazo a aquel yermo agonizante, el planeta moriría y con él todos los desgraciados habitantes. No era justo pero no se sentía culpable, al menos habían logrado que los Xhaguar no siguieran esclavizando especies.

Cristina permaneció junto a Jan a las puertas de la lanzadera asegurándose que todos sus hombres subían a bordo, mientras lo hacía dedicó una mirada a James, eran tantas las cosas que le habría gustado hablar con él... Pero parecía que ambos se encontraban a eones de distancia, aunque estuvieran cerca, nunca había habido tiempo para ellos.

Entonces se volvió hacia Jan y le sonrió al tiempo que le acarició una mejilla con su mano buena, dedicándole toda su atención, mirando a Eduard con sus inmensos ojos esmeralda como nunca antes lo había hecho.

- ¿Te vale si te cambio el baile por un beso?

Le dijo sin darle tiempo a réplica sosteniéndome la cabeza con ambas manos mientras lo besaba en los labios y lo conducía hacia el interior de la lanzadera con ternura, al separarse de él le dedicó una caricia más en la mejilla sin dejar de sonreírle, queria que la recordara así.

- Gracias por todo Eduard. Gilgamesh ponlos a salvo, tengo una cuenta pendiente.

Dijo con determinación quedándose fuera del vehículo.

- Volved a casa, no miréis atrás... Vivid, ha sido un honor ser vuestra capitán.

Por medio de potentes chorros de plasma la lanzadera se eleva rápidamente cual cohete. De este modo la anticuada nave de transporte pronto alcanza una altura significativa para pronto llegar al espacio abierto.

Sin embargo, en el último instante, Cristina opta por permanecer en el planeta e ir a por su destino. Uno que no involucra a nadie más…

Antes que comiencen los reclamos Gilgamesh activa el piloto automático para tener un tiempo para dirigirse a sus pasajeros. La lanzadera habiendo abandonado la atmosfera del planeta condenado ahora toma dirección hacia uno de los enormes asteroides del cinturón rocoso. En un pequeño punto de la enorme roca es posible divisar la Discovery y la Princesa de Nueva Orleans.

- Utnapishtim me aviso que ustedes habían acabado con los Xhaguars y que debía recogerlos. No a todos, porque la capitana irá a otro sitio. Uno que ustedes no podrían regresar. No con vida. – dijo mientras sacaba un botiquín medico de uno de los estantes laterales.

- Además ese siempre fue el plan de ella. Pidió esto, que ustedes regresen a su mundo. – aseveró, dejando los insumos médicos junto a los pasajeros y volviendo al asiento del piloto.

En la distancia las pocas flotas de naves colmena comenzaban a reunirse y pacientemente tomar distancia del planeta condenado. La dirección que tomaban era fuera del sistema Abzu.

Sorteando ambos ríos de magma se divisa una entrada a los pies del primer volcán, el cual un poco más arriba tiene el castillo emplazado en sus entrañas.

Con la lanzadera desapareciendo del cielo nocturno ahora Cristina puede tomar riendas de su destino. Ahora puede ir a cerrar el ultimo capitulo de una serie de eventos que comenzaron con el arribo de la Excalibur al sistema B-Sygnus.

Sin Xhaguars que mantengan un ejército de guardias y soldados ahora nadie custodia la entrada que es terriblemente familiar para la capitana. Sin embargo el Colmillo poco a poco comienza a reactivarse al sentir a sus amos muy cerca. Por mucho esfuerzo que le dedique la española a controlar su cuerpo nada podrá hacer a largo plazo.

Es cuando los informes médicos recibidos en la Discovery sobre su pronto destino ahora se tornan evidentes. El Colmillo pronto acabará con ella, para hacerse de un cuerpo a menos que suceda lo impensado…

Cristina vio partir la lanzadera con un cierto sentimiento de tristeza, aquella sería la última vez que viera a sus hombres... Porque su destino estaba sellado, no saldría viva de aquel planeta y tampoco era su intención lo contrario. Entre todo el caos que se cernía sobre ella la capitana de la Excalibur no dudo, avanzó con paso firme hacia la guarida del primigenio, la reacción del Colmillo no hacía más que darle la razón, iba por el camino correcto, sin embargo el mayor desazón consistía en que sentía que su cuerpo poco a poco estaba comenzando a dejar de ser suyo... ¿Cómo vencer al Colmillo, como doblegarlo? Tenía que hacer algo... No estaba allí para entregarles el Colmillo sin mas, sino para derrotarlos.

Cuando se encontró frente a la entrada se dio cuenta de que ese sitio ya lo había visto antes... En sueños, el lugar donde vio por primera vez a Uthna... ¿Que podía significar todo aquello? ¿Sería acaso aquel planeta el hogar legítimo de Uthna que les fue arrebatado por aquellos apestosos seres? 

Preguntas, preguntas y más preguntas... Pero Cristina no dejo de avanzar.

Los pasos hacia el interior de la guarida fueron interrumpidos en varias ocasiones por repentinos temblores musculares. Todos y cada uno de ellos eran intentos, en vano, del Colmillo por ganar el control del cuerpo de la mujer.

En efecto la cercanía con el amo de la bio arma volvía a complicar todo. Solo que faltando tan poco para acabar con los padecimientos no era cuestión de fallar. No estando tan cerca.

De alguna manera a Cristina le llego la idea que las estructuras no eran de la especie del marciano ni de los Primigenios. Estas estructuras le recordaban aquellas de B-Sygnus y posteriormente las de la nave esfera que controlaba a Xagroron. Aquella tecnología supuesta de los En´Ar. La especie que había trascendido las barreras físicas y que había “abrazado” a sus tripulantes. A aquellos que optaron por ir con ellos…

Y todos esos recuerdos amargos, que por mucho que significaran haber salvado a millones de la perdición, no se diluían por el éxito parcial. No, nada de eso. Se volvían más pesados a medida que la mujer acortaba metros en los pasillos tenues de la guardia.

Así fue como llegó a otra recamara que se le antojo familiar. Una estructura de proporciones ciclópeas, que no era de piedra ni de roca, en donde enormes estatuas decoraban un círculo en su centro y otras las contemplaban desde altos tronos. Todo decorado de luz y plata.

-¡Alto! – dijo una voz atronadora, semejante a la de una deidad mitológica.

-Si lo pides tu vida regresará a ti. Solo dilo y el Colmillo hará el resto. – añade la voz que toma cuerpo y forma.

Porque desde uno de los pasillos laterales ingresa uno de los seres semejantes a los faraones mesopotámicos. Un ser de casi tres metros de altura, cuya vestimenta ornamental es similar a aquella que Cristina recuerda de los antiguos textos de estudio.

Los intentos del Colmillo por hacerse por el control de su cuerpo eran cada vez mayores, la única razón por la que aún no lo había conseguido era por la testarudez de Cristina, se resistía con toda su alma para evitarlo, el cuerpo de la española era suyo y de nadie más. Se repetía con insistencia luchando para no caer, si lo hacía todo ha ría sido en vano y no podría soportarlo.

A medida que caminaba entre pausas donde su voluntad volvía a imponerse, consiguió llegar a su destino donde pudo observar como todo aquello le resultaba familiar, tremendamente familiar 

- ¿Sois En' Ar? No puede ser... Eso... Eso significaría que...- los hombres que habían decidido unirse a ellos habían sido cruelmente engañados, no... No podía ser, tenía que haber otra explicación- ¿Quienes sois?

Entonces el Primigenio que se situó enfrente suyo tomando forma trató de rentarla... Volver a vivir, sonaría estupendamente de no ser por lo mal que se sentía Cristina, todas las vidas que se habían perdido de manera directa o indirecta eran una losa que cada vez le pesaba más, no merecía seguir viviendo y menos aún si eso significaba que la condición fuera que el Colmillo se hiciese con el control.

- ¡NO! gracias. Lo único que quiero es que dejéis de matar y esclavizar.

¿Cómo unos seres tan poderosos se paraban a parlamentar con ella y le pedían que eligiera vivir... Lo sencillo sería dejar que Cristina muriera, no le quedaba mucho... ¿Significaría eso que necesitaba el Colmillo hacerse con el control mientras estuviera viva?

No quiero que mueras, fueron las palabras del xhauars camuflado de Cristina y que ella bautizo como Cristina Oscura...

Eduard no supo reaccionar cuando sintió el tacto de la suave mano de Cristina en contraste con su aspera mejilla, sin afeitar. Se estremeció cuando sintió en sus labios el beso de su capitana, sabía demasiado a despedida. Pero no le sorprendió el cambio de rumbo de Cristina, le había parecido notar que algo barruntaba en su cabeza, una misión más importante y trascendente que lo que fuera que hubiera entre ellos.

Jankowsky amaba Cristina con la suficiente convicción y madurez para saber que tenía que dejarla ir. Aunque hubiera gustado decirle algo, despedirse con unas palabras de ánimo pero no fue capaz, se quedó mudo como un colegial ante su primer amor. Y para cuando quiso darse cuenta la nave despegaba. Vió como ella daba media vuelta para enfrentarse a su destino, aquel destino al que había quedado atada desde que tomó aquel colmillo.

-"Nos volveremos a ver."- No perdía la esperanza, era lo único que le mantenía vivo.

Cuando habló Gilgamesh, Eduard, salió de su romántica ensoñación. Habló dejando notar su enfado y su desacuerdo:

-¿A nuestro mundo?- ¿Acaso era eso posible?- . ¿Y dejarla a ella atrás?. ¿Qué posibilidades tiene?-.

No solo reaccionaba así por lo que sentía por Cristina, también era un soldado, un MACO, y no dejaría un compañero atrás. Debemos quedarnos, puede necesitar ayuda, asistencia.

-¿A donde va ella? ¿No están muertos los Xhaguar?- Quería respuestas, quería esperanza.