Partida Rol por web

Tras saltar al hiperespacio, para escapar de las represalias de la estación espacial de Farlander V, los ocupantes de la Fury tuvieron casi dos días para poder conocerse un poco. O al menos conseguir llevarse lo suficientemente bien como para no matarse entre ellos. Eso ya dependía de cada uno.

El caso es que en la nave sonó la alarma que señalaba el fin del viaje y la vuelta a un espacio más físico y normal. Al hacerlo tenían el planeta Ambria. Típico planeta del borde exterior, tipo desertico y con poca o ninguna relevancia en la guerra actual. Por lo poco que se sabía era un planeta desierto, con poca o nula actividad. Todos sabían que había sido importante durante la Gran Guerra Hiperspacial, pero que algo sucedió después que exterminó a toda la vida del planeta.

Afortunadamente, o no, para ellos no tenían que dirigirse al planeta, si no al campo de asteroides que había cerca. Incluso desde la distancia a la que se encontraban podían ver que era enorme. En su interior podría caber alguna luna o satelite si lo que les habían contado era cierto. Como mínimo tenía que haber una zona despejada dentro desde donde Donald Roland Drunm tenía su base. Pero claro, primero había que entrar.

Al mirar el planeta Reedha nota una leve reminiscencia del lado oscuro. Algo muy poderoso sucedió allí hace mucho tiempo. Todavía quedan leves resonacias de ello, muy leves. Pero su conexión con el lado Oscuro es muy poderoso.

Al mirar al planeta a Karak le parece sentir algo. Algo muy debil y lejano con relación a la Fuerza. Pero no logra ubicar nada más.

Cuando salieron Karak miró a Reedha.

— ¿Puedes sentirlo tu también? — Hizo un gesto hacia el planeta.

Luego miró a su nueva piloto.

— Bueno querida. Es la hora de comprobar como de buena eres... estoy seguro de que si es la mitad de lo que nos han dicho podrás hacer una lucrativa carrera a nuestro lado. —

Habían tenido un par de días para hablar, para conocerse y hablar someramente sobre la misión, sus maestros y la situación actual de la guerra. Karak se había mostrado amable de alguna forma dentro de su carácter... si tenían que ser compañeros, bien por un corto período o bien por uno largo... mejor no tener un enemigo a la espalda.

Saran había estado descansando, dejando la parte aburrida del viaje al robot. Desde el asiento en la sala de reuniones miró a Karak.

—Mi carrera ya es bastante lucrativa, guapetón —por algún motivo, seguía llamando así al sith. Costumbre con los hombres fuertes en general, o simple guasa, no parecía quedar muy claro—. Pero la vuestra también es muy prometedora, y la verdad es que nunca viene mal ganar unos puntos con los maestros sith —añadió guiñando un ojo.

Se levantó del asiento y se sacudió las perneras.

—Bueno, ¿estáis listos para unas sacudidas?

Reedha asintió en respuesta a la pregunta de Karak.

— Para eso estás aquí — le dijo Reedha a la chiss cuando les hizo su última pregunta. Sólo esperaba que la recomendación de Dess no fuera demasiado exagerada, porque realmente iban a necesitar una buena piloto para atravesar ese campo de asteroides.

Saran fue a la cabina e hizo moverse al robot.

—Vamos tuercas, deja sitio a la profesional. Es hora de esquivar unas cuantas piedras espaciales.

Se sentó pesadamente en el asiento del piloto y se acomodó antes de tomar los mandos. Miró hacia atrás a los dos aprendices.

—Podéis quedaros a mirar, pero sentaos y abrochaos los cinturones, no quiero que os abráis la cabeza contra algo si tengo que hacer un giro brusco.

Una vez todo el mundo estuvo bien sujeto, agarró el mando de la velocidad y empezó a acelerar para acercarse al campo de asteroides. Se internó sin problemas entre los asteroides, esquivando las rocas que conformaban el límite exterior del mismo. Ahora empezaba la parte complicada.

Saran era buena piloto, muy buena de hecho. Aunque por la manera que se dirigio contra uno de los asteroides cualquiera lo diría. A menos que lo que quisiera fuese martarse ella y al resto de la nave claro.

Después de unas pasadas de reconocimiento, la chiss encontró el hueco de entrada al campo de asteroides y se adentró en ellos con resolución y sin problema alguno. NO obstante una vez dentro los fragmentos de roca parecieron cambiar de dirección de repente. No seguían una patrón, al menos no uno que pudiese ver, era algo aleatorio al parecer, y no pudo esquivar uno que se les venía encima.

—¿Pero qué cojones? ¿Hay algún campo magnético extraño aquí dentro o qué? —dijo esquivando unos asteroides erráticos, justo antes de ver que uno bastante gordo les iba a impactar de lleno.

—¡JODER! —gritó mosqueada mientras los sistemas parpadeaban en rojo momentáneamente por el impacto que hizo temblar toda la nave. Por suerte había conseguido virar la Fury para conseguir que el impacto fuera menor.

Pese a la desestabilización, aceleró la nave para salir de esa zona de asteroides erráticos evitando más impactos. En que los sistemas se normalizaron pudo comprobar que no había habido ningún daño severo en la nave.

Mantuvo silencio el resto del camino, ya le habían sorprendido aquellos asteroides una vez, no iba a repetirse. Tras un trecho esquivando asteroides pequeños y algunos notablemente más grandes, ante ellos se abrió lo que parecía un camino algo más despejado entre tanta trampa mortal.

—Parece que estamos en en el buen camino...

Al parecer Saran sí que era tan buena piloto como habían dicho, pues a pesar del pequeño encontronazo lograron salir de aquel corredor mortal. Incluso Reedha y Karak que no tenían mucha idea de pilotar pudieron notar que aquella ruta era practicamente un suicidio.

Pero finalmente llegaron al interior del campo de asteroides y, como les habían comentado, en el ojo del huracán había un gran espacio abierto. Uno muy grande. No es que estuviera totalmente libre de rocas, pero estas era mínimas y facilmente evitables. También pudieron ver algunos muy grandes. Lo suficiente como para que se pudiera caber construcciones en su interior. Tres de ellos cumplían los requisitos.
El droide trató de localizar alguna señal que viniera de alguno de ellos. Aunque aquello no era lo más preocupante. Al parecer ocultos en los asteroides, algo un tanto estúpido porque había muchas posibilidades de que se estropearan de manera habitual dado los impactos, había sensores de próximidad. Por lo que había muchas posibilidades de que les hubieran detectado llegar. Eso sí, gracias a esa señal pudo descartar los asteroides que no eran y localizar al que enviaban los datos, con lo que sabían exactamente cual era la guarida de Drunm.

Habían estado a punto de matarse en la nave, así que tal vez la piloto no era tan buena como les habían dicho. De cualquier forma, parecía que habían llegado a su destino, lo que era bastante más de lo que podrían haber logrado sin ella, así que Reedha se lo reconoció a la chiss.

— Buen trabajo — comentó sin más.

Luego se volvió hacia Karak.

— Estamos otra vez como al principio. Pero, por una vez, sería buena idea pensar cómo vamos a abordar a ese Drumm. ¿Hay algo que sepamos de él?

Karak asintió. 

— Estoy de acuerdo, ir a las bravas no nos ha ido muy bien hasta ahora. Tiene fama de ser fiel a un trato, aunque sus servicios no deben ser baratos. No tiene preferencia por ninguno de los bandos, así que no deberíamos entrar por ahí. Quizá lo más sensato es hacer una oferta económica que no pueda rechazar por la información sobre Lian Wann y ver a donde nos lleva eso. —

Efectivamente estaban como al principio. Un nuevo tipo que sabía algo y que seguramente trataría de sacar más beneficio de los Siths... 

—Ha sido un trabajo alucinante, pero dame las gracias cuando salgamos, que va a ser igual de jodido...

Contestó la piloto, mientras pensaba — Joder, que siesa es esta chica...

—¿Entonces lo único que venís buscando es información? Con lo complicado que era acceder a este sitio asumía que veníais a reventarlo todo. ¿Cuál de los dos es el mejor negociando? ¿Hacéis algún rollo de "yo soy el bueno", "yo soy el malo"?

Preguntó con una sonrisa que se disipó fugaz en cuanto vio cómo los sith intercambiaban miradas de circunstancias tras mencionar la negociación.

—No me jodáis...

Mientras los sith decidían el siguiente plan de acción y Saran se felicitaba por lo buena que era, L4 carraspeó. O por lo menos pareció que era lo que hacia, aunque en forma robótica claro está.

Ejem. Señorito y señoritas, al parecer las posibilidades de que los sensores no detectasen eran altas. Pues de la base del señor Drunm se acercan cuatro cazas. Parecen bien armados y en posición de ataque. No sé yo si van a querer parlamentar mucho.

Se giró a la piloto.

¿Quiere que la ayude con los controles señorita Dongan, o me prefiere en algún otro sitio?

—Ay mecachis... Siempre igual con estas bases secretas. ¡Robot! ¡A manejar los escudos! Si se rompe algún sistema lo arreglas. Uno de vosotros dos —dijo refiriendose a los sith pero ya sin mirarles, concentrada en maniobrar para encarar adecuadamente a los enemigos—, a la torreta auxiliar, cubridnos el culo en el punto ciego. El otro... yo que sé, que haga jíbiris de los vuestros.

— Yo iré. Necesito descargar tensión... —

Miraba a Reedha asintiendo antes de dar media vuelta y bajar a la torreta. Era la segunda vez que tenía que meterse en un cacharro de esos, y cuando tomó el control de los mandos comenzó a dar un par de vueltas hasta que se hizo con ellos. No parecía que aquella vez fuese a ser mejor que la anterior...

Una de las naves se acercó a toda velocidad y logró tener a la Fury a tiro. No obstante Saran era muy buena, y logró esquivar los disparos sin mayor problema.
Lo malo es que al hacerlo la acercaron demasiado a un grupo de asteroides, con lo que tenía que que evitarlos antes de hacer nada.

Los demás cazas estaban maniobrando para poder atacar, pero parecía que no lo iban a hacer todavía. Así que quién estuviese en la torreta iba a poder intentar derribar alguno antes de que se acercara más.