Partida Rol por web

Inclinó la cabeza con curiosidad, después del "mira, Zez". Esperaba algo gordo.

"..."

Lo que recibió en su lugar fue... lógico. Hasta cierto punto. Y saludable. Hasta cierto punto. Posiblemente porque Mylak podía darle mil vueltas a alguien como Hound´ua con una mano atada a la esp- ¡nononononomalaanalogía!

-Hrmf. A veces los maestros también necesitan lecciones de vez en cuando. ¿No era eso lo que decía la historia? "¿En el camino de la Fuerza nunca se sabe quién es el alumno y quién es el maestro?" -dijo, imitando el sonsonete de una de las lecciones de las clases- Sólo veo a una persona aprendiendo nada de esta situación, y no es la persona responsable que no informó a sus cargos de un peligro potencial.

Abraza la Fuerza. No cuestiones la Fuerza. ¿Que alguien es un profesor de mierda que hubiera sido despedido en cualquier otra circunstancia en cualquier centro decente? No pasaba nada, claramente tiene un plan maestro, y si no lo tiene es culpa mía porque iba vestida como una furcia, alabada sea la Fuerza.

-...

Se apretó los senos nasales por unos momentos, cerrando los ojos.

-Sí, descansar y examinar mis sentimientos es probablemente buena idea -suspiró- Movamos el culo y echemos una mano a esta gente. La mayoría probablemente puedan vivir sin una despedida, pero más manos son siempre más manos.

No estaba mintiendo: era exactamente lo que iba a hacer después de todo aquello. Meditar, dejarse fluir, dejarse llevar. El problema era que "dejar que las cosas fluyan" a veces conllevaba una riada, cuando las circunstancias eran las apropiadas. Definitivamente tenía mucho que meditar...

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Cayó la noche en el templo, y después de una despedida más sentida para unos que para otros, el grupo de refugiados emprendió su marcha lejos del templo. Su destino no sería en extremo remoto aún así, y según los informes de exploración y las indicaciones del Consejo, tendrían espacio y recursos suficientes para vivir bien.
Tras esto el joven Zez se dirigía de vuelta a su celda junto a la togruta, probablemente intercambiando algún pique amigable, al menos hasta que llegaron a la altura del vestíbulo superior. Allí un solitaria Ilis contemplaba los exteriores del templo a través de un enorme ventanal confeccionado a semejanza de un mosaico. Maylak miró la escena y al clawdita, y este la miró a ella, compartiendo una idea clara. La togruta comprendió el gesto y se despidió en silencio, atravesando el vestíbulo tras dedicarle un leve gesto de respeto a la maestra sin decir una palabra.
Así, la sala seguiría en silencio hasta que alguno quisiera romperlo.

La meditación, sorprendiendo a nadie que le conociera lo más mínimo, no había disuadido al diminuto chico en perfectamente estándar nivel de altura, gracias, de establecer el contacto para hablar de todo lo que había pasado. 

-...

Miró a Mylak, con una pregunta que era una interrogación muda. Era ella, después de todo, quien había perdido un brazo por todo aquel disparate, y por ese lado tenía el derecho a ser quien encabezase aquello. En su lugar, esta se negó, asintiendo y marchándose en silencio sin discutir. Lo que el claudita le agradeció de forma igualmente muda, porque por ese otro lado aquella serie de acontecimientos no sólo involucraba a la togruta sino a cualquier otro habitante de aquellos místicos andurriales a los que la falta de información y secretismo por parte de los maestros podría haber conducido a que fuera un patrón recurrente.

Zez podía ser la peor intentona de padawan del siglo, pero al menos si necesitabas a alguien que fuera capaz de gritarle a otro alguien, no importaba la posición que tuviera, no importaba lo buena idea que fuera, era tu hombre. Xeno. Andrógino. Lo que fuese.

-Maestra.

Llamó la atención, las manos metidas en las amplias mangas de los hábitos, con los brazos cruzados. Su plan podia involucrar tener que acabar gritando a alguien que probablemente tuviese en su poder decidir el final de su carrera jedística, pero al menos iba a empezar tratando de realizarlo correctamente. Y si no era el momento, bueno, estaba el día siguiente. Era la magia de haber meditado con tiempo y perspectiva las circunstancias; el fuego bien alimentado no se apaga fácil.

-Espero que no sea un momento muy malo.

—Tan bueno como cualquier otro, padawan —Se giró para encarar al muchacho. Y no había que ser muy perspicaz para fijarse en sus ojos enrojecidos por el llanto—. Habla rápido, que ya no son horas para andar merodeando.

Lo que vio... no era lo que esperaba.

"Uhhhh..."

Y es que era una cosa tener una charla sobre las *circunstancias* con un maestro y era otra cosa tener una charla sobre las *circunstancias* con un maestro cuando este tenía pinta de haber pasado el peor día del mundo. En teoría, podría aferrarse al hecho de que los Jedi se supone que deben tener un perfecto control de si mismos y desterrar los sentimientos en sus elecciones, pero Zez nunca había creído en aquello (y había sido ciertamente vocal en su escepticismo cuando veía motivos para ello).

-Está... ¿segura de que es un momento tan bueno como otro, Maestra? -preguntó de forma delicada, o al menos lo más delicada posible dadas las circunstancias. Se remojó por unos segundos en la Fuerza, tratando de sentir una impresión que le ayudase- Es bastante urgente, pero no como para que no pueda esperar un día. Dos, imagino...

El padawan pudo sentir una vibración anormal en lo que a menudo despedía la maestra. Se trataba de algo residual, pero Ilis tampoco se había preocupado o dado cuenta de ello para taparlo.
Sea como fuere, de ella nacía una mezcla de rabia — quizá impotente — y, sobre todo, tristeza; algún tipo de nostalgia que estaba demasiado escondida en su ser como para identificarla. Todo apuntaba a que estaba turbada emocionalmente, pero que su posición y carácter le impedían declinar.
—Habla, padawan —espetó, sin cambiar un ápice su postura de manos entrelazadas.

Hrmmmmm.

"Oh, bueno" 

Se encogió de hombros mentalmente: nadie podía decir que no lo hubiera intentado. Uno no podía simplemente ignorar a un Maestro cuando le decía que hablase, ¿no?

-Como prefiera.

Se encogió de hombros físicamente, para hacer juego con la encogida de hombros mental, y ladeó la cabeza por unos momentos. Se había colocado con las manos en las mangas del hábito, los brazos cruzados, la postura "buen chico jedi genérico #7".

-He sido informado de las... circunstancias detrás de la tragedia que vivieron la padawan Mylak y el padawan Hound´ua. Por alguien que no debería haber sido una de las personas que nos informaran sobre lo que ocurrió. Así que tengo... preguntas.

Ilis mantenía su inexpresividad.
—Si así te lo contaron, sus razones tendrán. Pero no hay nada más que te vaya a decir, padawan —Sus emociones la traicionaban una vez más, pues algo no estaba contando. O no quería contar—. La misión de un aprendiz está en aprender, como mismo indica la palabra. Y aprenderás en su tiempo lo que a mí también me enseñaron. Por mucho que te duela —Su reticencia a soltar prenda decía más que lo que hablaba—. Sigue el camino o te perderás —sentenció— Si no hay nada más, vuelve a tu celda.

El argumento resbaló por la superficie del padawan, que no se mostró especialmente impresionado por aquella muestra de sabiduría jedi.

-Mmmm, nah. No creo que no haga.

Enarcó una ceja hacia las palabras.

-Hay algo más que tiene que contar, Maestra. No se qué es, ni por qué lo esconde... -se encogió de hombros- ...pero seamos sinceros, si no hay más palabras que estas, el *por qué* no va a importar tanto, ¿no es cierto?

Realizó un bufido-resoplido de disconformidad, y de frustración enfadada, ante aquella situación, no muy distinto en realidad al que emitiría un gatito enfurruñado. Había llegado demasiado lejos para distraerse por esa clase de jueguecitos. Es más, podía decirse que desde el principio había llegado demasiado lejos como para hacerlo.

-La misión de un Aprendiz es aprender. Ey. Seguro. Estoy aquí porque he aprendido algo, a mi me suena bastante aprendizoso. Por otra parte la misión de un Maestro es educar y proteger y nadie parece haberme educado ni a mí ni a nadie de los demás en que hay algo lo suficientemente peligroso como para que alguien pierda una mano y lo bastante replicable como para que alguien pueda hacerlo por acidente. Porque, oh, no sé, *nadie* ha sido informado de cómo evitarlo. ¿No había algo de "no existe la ignorancia, sólo existe el conocimiento"? Porque no me siento especialmente informado por parte de quienes se supone que nos quieren vender esto, Maestra.

Apelar a la responsabilidad personal era lo único que podía hacer, realmente. O eso o estallar ahí enmedio. Y estallar... bueno, era una posibilidad. Mejor que quedarse callado, definitivamente. Lo más probable era que no fuera lo que se considerase, que dijéramos, Jedi Puro, pero había decidido que a la supuesta Pureza Jedi podían darle mucho por culo si eso implicaba mierdas horrendas tener que callarse ante lo que había visto.

—Tus impertinencias me empiezan a sacar de quicio, muchacho —El tono ya no era neutro e impositivo. De hecho, aquellas vibraciones que provenían de ella habían pasado de ira y tristeza a solo ira, y este caso, dirigida en especial al chiquillo que tenía delante—. No he peleado durante años manteniendo la autoridad del Consejo como para tener que aguantar preguntas capciosas y discutir los preceptos de nuestra Orden. Si el Consejo no ha querido revelar información es por vuestro bien y el de todos —Su expresión también había cambiado a una enfurruñada, aunque con un hilo de contención—. Tú no eres más que un niñato engreído que cree demasiado en sus propias verdades. Sin contrastes ni autocrítica. Y para haber sido aprendiz, no pareces haber aprendido nada. De hecho —Un tono malicioso, casi infantil, envolvió sus palabras— De no ser por nuestra situación actual no habrías llegado más lejos que a un puesto de auxiliar. Y eso si no te hubiesen expulsado antes por rebelde e intratable.

La reacción de Zez fue... esperable. O quizá no.

Se encogió de hombros.

-Cierto, cierto y posiblemente... cierto. Esa es la idea, ¿no? Claro que soy un niñato idiota, no tengo ni quince años, Maestra. No se supone que soy yo el que tiene que ser un maldito modelo de comportamiento en la relación Maestro-Pupilo.

En aquella posición, de los dos, era la Maestra quien parecía estar dejándose llevar por la ira. El chico tenía la "ventaja" de haber vivido tanto tiempo con ella que había desarrollado sus propias barreras para ella; era discutible si ese era el camino Jedi o no lo era, pero como mínimo le había llevado a tener que trabajarlo. El caso no parecía ser el mismo del otro lado.

-Discutir preceptos de la Orden es lo que hacemos en clase, Maestra. Tuvimos *literal* un examen de eso hace dos meses. Asumo entonces que el Consejo lo sabe, lo ha hablado y está de acuerdo -preguntó, sencillamente, esperando confirmación de si era cierto o no. Una vez la tuvo, continuó- ...supongo que eso es lo que toca entonces.

Hubiera sido el momento perfecto de hacer algún chiste sobre "temperamentos" o "la ira que lleva al lado oscuro", pero... si alguien había vivido con todos aquellos comentarios durante meses y años de su vida, hasta el punto en que había incluso interiorizado aquello como parte de sus propios criterios de valía cuando se miraba al espejo. Por eso, aquello que le habían dicho dolía. Pero, en el fondo, sólo confirmaba lo que ya sospechaba. O sabía, suponía. En cualquier caso, sabía bastante lo que podía quemar que alguien dijera eso, así que se lo reservaba sólo para cuando tuviera que decirlo de verdad.

Por supuesto, era tentador decirlo, pero bueno, eso era diferente. Podía morderse la lengua, como lo había hecho tantas otras veces. Era difícil pero no imposible, uno no se ahogaba con su propio veneno.

-Seguro, no tengo contrastes ni autocrítica. Siento el abrazo del Lado Oscuro a todas horas, todo el mundo lo sabe -puso los ojos en blanco, irónico, ante aquello, aunque el peso en su corazón al decirlo no acababa de irse- Iluminadme, Maestra. Todo lo que tengo para contrastar es que he visto a una chica que perdió un brazo en un entrenamiento, y el *sabio silencio* ha hecho que una chica que en otras circunstancias podría estar saliendo con sus amigas a tomar batidos *crea en su corazón que fue su propia culpa que perdiera un brazo*. Todos sabemos que soy una causa perdida. ¡Pues me da igual! ¡A mamarla, si tengo que estar en el lodo, por lo menos que le VALGA A ALGUIEN!

Levantó los brazos ante aquello, energético, y no poco indignado tampoco. Después de todo era cierto.

-¿Qué hubiera pasado en cualquier otro colegio de la República, Maestra? ¿Qué hubiera pasado si otro alumno hubiera perdido un brazo en un ejercicio rutinario, y nadie hubiera decidido hacer nada, tomar medidas, o informar al alumnado de la situación? ¿Sería virtuoso? ¿Qué leches, aparte de virtuoso, sería LEGAL siquiera? Porque creo que ambos sabemos que no. Si hay algo detrás de todo esto, MERECEMOS SABERLO, Maestra. Y si no hay nada detrás de esto más que la necesidad de que no parezca que haya nada... la Fuerza no lo quiera... bueno...

Suspiró, llevándose una mano a la frente. Examinó sus sentimientos y re-encontró su foco.

-...no es la primera vez que ha pasado. Ni será la última, supongo. Pero pensaba que esa clase de cosas eran peligrosas para un Jedi, Maestra. Por favor. Dígame si hay alguna cosa detrás de todo esto, alguna razón por la que nadie dijo nada y habló con nadie. Alguna razón, alguna información que cambiase la situación. Lo que sea. Por favor.

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La tensión iba creciendo en la sala a medida que el padawan contestaba y preguntaba a la maestra, al igual que el gesto de esta. Y con aquellos dos fuegos alimentándola, vibrando con la misma intensidad, era solo cuestión de tiempo que algo se descontrolase.
Mientras esperaba sus respuestas, Zez pudo escuchar primero cómo las dos puertas de guillotina de la sala se cerraron a la vez. Luego notó un tirón súbito a la altura del pecho que lo condujo hasta la maestra, quien lo sostuvo por el pelo con una fuerza tan impropia como aquel acto. El joven pudo ver en los ojos de la humana una ira indescriptible que también se filtraba por la Fuerza.
—¡¿Crees, enano, que no sé que el Consejo es inútil?! —expresó furiosa en susurros— ¡Llevo atrapada en el mismo ciclo de decepción y disciplina desde que llegué aquí! ¡Tal y como te está pasando a ti! —Soltó al muchacho de un empujón con intención de apartarlo—. Han habido tres casos más que hemos podido atajar a tiempo, pero el Gran Maestre Boros decidió ocultarlo para evitar que nadie hiciera una locura. Un genio, ¿verdad? —Cerró los ojos e inspiró por la nariz mientras se mordía una parte del labio superior, buscando recomponerse después de aquello—. Ahora no hay nada que podamos hacer, solo esperar. Esos chicos están en observación en el Ala de los Maestros... y solo podemos esperar —Se hizo el silencio durante un momento—. Algún día cambiarán las cosas, padawan, pero hoy no —Se separó del muchacho y se empezó a dirigir hacia una de las puertas—. Hazte un favor y no te metas en problemas. Vas a hacer falta. Me harás falta —Dando por concluida la conversación, marchó a paso firme a la par que se abría la puerta. Dejando al joven clawdita solo en la sala, aún cargada con ecos de frustración y dolor.

Zez se encontró levantado del suelo y puesto a la altura de alguien físicamente más fuerte que él. Triste como podía sonar, aquello le consoló. Era lógico. Era normal. Era a lo que estaba acostumbrado. Era posiblemente la consecuencia de cómo actuaba; algo que se merecía.

-...

Por supuesto, aquel momento instintivo se desvaneció cuando se dio cuenta de que lo habían levantado con la Fuerza y de que todas las salidas habían sido cerradas. Alguien cuya reacción natural instintiva ante un adulto era la desconfianza no es que necesitara mucho más para hacer saltar las alarmas, y, en efecto, todas las alarmas empezaron a inundar la sala de pánico de su cerebro, inundándola del canto de sirena del VAMOS A PALMAAAAAR que empezó a resonar por todos lados. Por suerte para él y su experiencia vital, vivir en el pánico atroz y el miedo no era algo que no hubiera podido hacer antes; la Fuerza podía ser un poderoso aliado y todo lo que tú quisieras, pero a veces uno está solo de verdad.

*whumfp*

Acabó tirado en el suelo hecho un ovillo desmadejado con la túnica por encima, sin ninguna capacidad de manifestar dignidad alguna, pero al menos no estaba muerto. No estaba muerto y había conseguido información. Podía trabajar con aquello, se dijo mientras su cara asomaba entre los hábitos mostrando una mirada que trató de fulminar a la Maestra porque, bueno, lo acababan de estampar contra el suelo, quieras que no. Raramente hacía eso amigos a nadie.

-...ya.

Empezó a sacudirse el polvo mientras se levantaba. Consideró que su capacidad de callarse el hecho de que para estar tan pero tan atrapada en una situación imposible bien que había decidido seguir la corriente cuando él había tardado como doce horas en decidir que podían darle por culo a la Honrada Institución Jedi en lo que a él dependiese había sido una prueba de compostura maravillosa. A pesar de lo que pudiera parecer a veces no estaba interesado en morirse.

-¿...quienes son los que están en el Ala? ¿Alguna manera de que pueda entrar allí?

Nadie respondió a sus preguntas, porque nadie había permanecido en la sala después de dar su ultimatum. Se llevó una mano a la frente y puso los ojos en blanco.

-Típico. ¡Tí-pi-co!

Estaba bastante seguro de que su prioridad de ser el "esbirro" de alguien que había decidido adjudicarle como su propiedad y que básicamente no había tenido las pelotas de arriesgar su posición cuando estaban reventando críos por el camino era entre cero y ninguna, pero aquello... aquello merecía la pena mirarlo. Tendría que hablar con más gente, porque, bueno, la gente necesitaba saberlo; le creyeran o no, no podía hacer nada con eso. Y también tendría que... bueno... hablar con los otros Maestros, y preguntarles por la situación. Por aquello de que una persona que ha explotado y te ha básicamente chantajeado puede no ser la fuente de información más objetiva y confiable. Y... y...

-*sigh*

...probablemente pudiese esperar al menos una noche de descanso. Al menos había confirmado que lo que siempre había sospechado era cierto; treinta y cinco meses de lenta reconstrucción de autoestima y sana construcción de un edificio saludable de relacionarse con sus semejantes al carajo. Oh bueno, la culpa era suya por atreverse a pensar que tenía derecho a algo remotamente parecido a una vida justa. Honestamente, no sabía en qué había estado pensando. 

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Eran horas intempestivas, y un padawan se mantuvo despierto por más tiempo del debido. Lo que había pasado con la maestra lo tuvo en vilo, nervioso, y quizá con un retortijón o dos. Si quería hacer algo, tendría que ser antes de que corriese la voz — ¿acaso podía confiar en Ilis?. Y si sus cálculos eran correctos, el tiempo más oportuno era cuando todos dormían.

Salió de su celda procurando hacer el mínimo ruido posible, pensando y buscando al mismo tiempo de quién podría fiarse. Quizá el cereano, dentro de su rigor y disciplina de manual, estuviera dispuesto a dejarlo todo de lado una media hora por saciar su curiosidad.

Tras la rápida apertura de su celda, Cadur-Xi-Mirr observó, aún medio adormilado, una figura oscura de pequeño tamaño acercársele con cuidado. Por el leve sonido de exhalación mecánico, no podía ser otro que Zez. ¿Qué se le había ocurrido ahora?

El acercamiento a los Maestros había funcionado tan bien como pensaba que iba a funcionar. Al menos le había ayudado a asegurarse de que, en efecto, por ahí no iba a conseguir ninguna ayuda y que la omertà jedi no iba a caer.

"..."

Necesitaba encontrar aliados para aquello. La Maestra Ilis no era uno. Era una mujer que había sabido de todo aquello desde el principio y que había decidido guardárselo, no hacer una mierda y acabar reventando en lugar de, por ejemplo, tratar de hacer nada que no fuera elegir su cómoda y conveniente posición. ¿Podía confiar en ella? La respuesta era un rotundo "no". ¿Podía confiar en que la mujer decidiera no venderle a la primera de cambio sin que hubiera exprimido el limón todo lo posible antes? Nnnnnooooo era imposible. Y ya que el acercamiento con los Maestros se había probado como un fracaso (tendría que probar con los Caballeros, pero no creía que fuese a cambiar demasiado) tendría que probar con los alumnos. El número de gente que estimaba podía no reirse en su cara de buenas a primeras era... Cadur, Mylak, Hound´ua, Oney, y, probablemente, Gorpals y M´look, con los que no se llevaba bien ni admiraba en cierta medida por su oficio ni se resistiría a admitirlo en público ni en un millón de años.

*khhhhhkkk* *khhhhhkkk*

Cadur era posiblemente el más listo de ellos en cuanto a patear archivos que no conllevase que un weequay cabreado le tirase por una ventana, el más poderoso en la Fuerza de ellos y... bueno, la segunda persona que menos le había juzgado ahí. Su decisión no estaba 100% basada en la lógica pura, ahí.

-Hey. ¿Despierto?

Dijo en voz baja, cuando sintió a Cadur-Xi-Mirr entre los vivos. La figura más bien chiquitica del otro padawan permanecía medio oculta por la oscuridad, en una posición nada halagadora metafóricamente hablando, hasta que se movió de la posición hacia una zona en la que estuvo más claro. Llevaba en las manos lo que parecían un par de folios.

Los encuentros con las maestras le habían dado mucho en que pensar. Es por ello que, pese a estar despierto, se encontraba tan inmerso en sus cavilaciones que casi no advirtió a su compañero padawan hasta que habló.

-¡¿Eh?!- se sobresaltó el cereano. -¿Quién...? ¿Zez?- preguntó, incorporándose hasta quedar sentado al borde del lecho. Tras frotarse los ojos preguntó, somnoliento -¿Qué quieres a estas horas, Zez?-