Partida Rol por web

Estaban en palacio, rodeados de una multitud desconocida. Inmersos hasta el cuello en una misión tan peligrosa que podría considerarse casi suicida. Enfrentándose a los restos de un Imperio, a una Orden Gris que los superaba y a unos mercenarios tan letales como despiadados. Nihal era muy consciente de todo eso. Y sin embargo, después de escuchar el alegato de Kara, no pudo evitar que una pequeña risa escapara de entre sus labios, espontánea y cristalina.

Al parecer, su hermana de sangre y él no eran tan diferentes como había llegado a pensar. No en vano, las palabras que acababa de decir Kara habían sido como el eco exacto de las que habían salido de sus labios hacía apenas un par de minutos. Como si ambos hermanos de sangre hubieran sintonizado sus pensamientos. Syraan, en cambio, había hablado como Kai.

-No me malinterpretes, no es que lo que has dicho sea gracioso en absoluto. –Se apresuró a decir ante la expresión confusa de su hermana menor. –Es que hace un momento, cuando hablaba con Syraan de eso, yo he dicho exactamente lo mismo que tú. Puede que sea algo innatos de los d’Asdria. También creo que el riesgo, en esta situación, merece la pena. Estamos en desventaja.

-De hecho… -Añadió, mientras tomaba asiento en uno de los hermosos bancos de los jardines. –Creo que es el momento de intentarlo, antes de entrar en el Palacio. Tú echa un vistazo a ese tipo de piel azul. Yo intentaré sentir algo. Y Syraan… intenta estar atenta… si alguien reaccionara a mí y te das cuenta, entonces se habrá delatado a sí mismo.

Confiado, el joven dedicó una sonrisa a sus dos hermanas. Kara y Syraan eran terriblemente diferentes, y sin embargo parecía que era capaz de encontrar una parte de sí mismo reflejada en cada una de ellas. A pesar de todo lo que había sucedido, al menos estaba agradecido de tenerlas.

Con ese pensamiento en mente, cerró los ojos y dejó que todo lo demás se fuese disipando hasta desaparecer. Sólo en paz sería capaz de hacer lo que necesitaba. Poco a poco, expandió sus percepciones hasta tratar de abarcar todos los alrededores, buscando en los ecos de la Fuerza la presencia de alguien como él.

Como una premonición, te golpea: en el mismo momento que tu hermano se detiene a sumergirse en los Ecos de la Fuerza, sabes que tenías razón.

Que ha sido un error. Que tu hermano, arrogante y confiado, ha hecho algo que no debía.

Pero ocurre todo en un suspiro... Y es demasiado tarde para remediarlo.

Es un instante. 

Un simple instante lo que te hace falta para saber tu error. De como por mucho que todos te advierten que buscas y buscas excusas para usar la Fuerza, acabas cayendo en usarla. Como un pulso. Un latido. Una necesidad. Un apremio que no nace del sentido de la paz, sino de la temeridad. Que no nace de la prudencia... nace de la pasión. De la arrogancia.

Nace de algo oscuro.

Y la oscuridad llama a la oscuridad.

Percibes algo. 

Oscuro.

Poderoso.

Muy, muy, muy poderoso. Casi sinuoso. Como una serpiente. Algo soterrado, oculto, imperceptible para aquel que no mire. Que lucha por no ser sentido en ese lugar de luz y color. Pero que aguarda, siniestro, a que lo busquen. Viene de todas partes. De todos lados. Te rodea, y ciega.

Y te ve.

Durante un momento, te mira. Notas esa presencia clavada en ti. Te reconoce. Te hace pequeño, oh, tan pequeño.

Pero es... Tan... Sabes que el poder que emana podría arreglarlo todo

Salvar a todos. Acabar con la orden Gris. Con el Imperio... Y...

Tu madre. Kai.

Entonces, la oscuridad ruge. Es un rugido aterrador, silencioso, que hace vibrar todo tu ser, y desaparece. Se oculta en las profundidades de Idorian. Ahora que sabes que está aquí, y que la oscuridad sabe que estás aquí... Se esconde. Desparece por completo. 

Todo ocurre en un suspiro. Un mísero instante. Y por suerte, ese ansia, esa necesidad... Desaparece.

No percibes a nadie más que te llame la atención... Ni siquiera Syraan o Kara, que al no estar interaccionando con la Fuerza, no parecen captar tu atención. Comprendes, en tu error, que si hay alguien allí, tratará de ocultarse de vuestra presencia.

Un instante después...

Nihal palidece, al abrir los ojos, y las dos podéis ver que sea lo que sea lo que acaba de pasar no ha acabado bien.

Un par de nobles os observan al pasar, y se acercan a ver si estáis bien... Es evidente el malestar del muchacho. Y el hombre de pelo azul que está sentado junto a la fuente, en ese momento se levanta y camina alejándose de vosotros, dándoos la espalda mientras se aleja.

Pero, si se ha fijado en vuestra escena o no, está claro que el militar imperial si lo ha hecho. Tanto él como el grupo de nobles que estaban a su alrededor, os observan un momento, y el imperial decide acercarse a vosotros, seguido de todo el grupo... Aunque aún están lejos, podéis salir de allí, seguir al hombre de pelo azul, o aceptar que un enorme grupo se os acerca con vivo interés.

Frunció el ceño y negó con la cabeza. -Si tuviera que apostar diría que la temeridad la habeís sacado de vuestro padre. -Dijo mientras trataba de reconfortar a su hermano. Se acercaban los imperiales y después de lo que hiciera Nihal el hombre de pelo azul.

-Tengo que ir tras él, es mejor tenerlo vigilado y actuar si fuera necesario. -Dijo en voz baja para sus acompañantes. Si alguien podía encargarse de los imperiales en mitad de aquel pomposo lugar era Kara. Acarició la mano de su hermano para y comenzó a alejarse.

-Le traeré un paño húmedo. -Dijo a un volumen normal, no sabía si la oírian pero era mejor tener una excusa para alejarse. Trató de rodear al grupo de curiosos sin perder de vista su objetivo si iba a avisar a otros de la Orden o a quien fuera debía actuar y por lo visto interrumpir y llamar la atención en aquella situación no sería díficil, aun así en ese momento casi prefería estar recibiendo disparos con el otro equipo.

El rostro de Nihal palideció por un instante como consumido por la propia fuerza que pretendía utilizar. Sin duda su acción no había pasado desapercibida y las miradas de los imperiales se volvieron sobre ellos. Kara no sabía lo que su hermano había visto pero lo que estaba claro es que los imperiales contaban con usuarios de la fuerza en sus filas.

Syraan, sin duda ese hombre es peligroso y probablemente el que le sigas sea su intención para tenderte una trampa. Es demasiado arriesgado y no deberías correr ese riesgo sola. Llevate a Nihal ponlo a salvo estoy seguro que no es la última vez que le veremos dijo en referencia del hombre de azul.

Yo me encargaré de los imperiales y os daré tiempo.

Te arrastrarán y te perderás, y todo lo que quedará de ti es un vidente roto...

Arrastrado en una tempestad que rugía sólo en su interior, perdido e insignificante, buscaba algo mientras temía no encontrarlo nunca. 

Te crees más poderoso, listo y capaz que nadie...

¿Qué era lo que buscaba?

Ah, sí. A él mismo.

Nihal.

Poco a poco, el mundo real volvió a dibujarse ante sus sentidos. La luz de la ciudad-estrella, el aroma de los jardines, el calor del viento que azotaba la torre de palacio real. Un ruido rítmico, entrecortado, retumbaba en sus oídos, distrayéndolo hasta que se dio cuenta que se trataba del sonido de su propia respiración acelerada.

Un roce cálido en la mano terminó de traerlo de vuelta. Syraan... una vez más, su hermana era un faro en la oscuridad. Pero, aunque había vuelto, aún se sentía débil y confuso. No llegó a entender las palabras de Kara, no más allá de la sensación de apremio que transmitían. Algo pasaba, y él estaba sentado en un banco. Así que concentró su voluntad en hacer que sus temblorosas piernas se incorporaran, y miró a su alrededor, respirando profundamente.

-Syraan... -Susurró, con el miedo empapando cada una de sus palabras. -No hagas lo mismo que yo.

Arrastrado en una tempestad que rugía sólo en su interior, perdido e insignificante, buscaba algo mientras temía no encontrarlo nunca. 

Kara intenta convencer a Syraan de que se vaya con Nihal... Pero el chico no está en condiciones en ese momento de seguir a nadie, sentado en un banco intentando recuperar el akliento, y Syraan ya ha salido a seguir al hombre de pelo azul. 

El imperial se os acerca, con una sonrisa, y seguido por su séquito. Syraan se pierde entre el gentío persiguiendo al hombre que sospecháis, puede ser miembro de la orden gris.

El hombre camina hacia vosotros. Lleva un uniforme gris, con las medallas en el pecho, indicando su rango. Parece ser de mediana edad, corta estatura y entradas incipientes. Su sonrisa es afable, cordial. Los nobles parecen muy interesados en él, siguiéndoles como si fuera una curiosidad más.

- ¿Se encuentra bien? - comenta hacia Nihal, acercándose con preocupación. Cuando llega junto a vosotros, le dice algo al grupo -. Llamen a un médico, este joven necesita atención médica - y varios de los nobles salen a paso rápido en busca de ayuda-. Disculpadme, señorita, pero hemos visto que ha sufrido un desvanecimiento. Permitidme que me presente. Soy el Comandante Yeid Koul, embajador del Gran Emperador Thrawn. 

Los nobles cuchichean a su alrededor. Varios parecen con ganas de seguir discutiendo con el comandante, pero otros... Otros parecen seguirle. Casi como si estuvieran más que dispuestos a ir con él.

Nihal termina de despejarse, aunque todavía mantiene una sensación de infinita incomodidad, pero se encuentra mejor al cabo de un instante.

Te mueves rápidamente buscando al hombre de pelo azul. 

Y no tienes que ir muy lejos. Está detenido junto a una mesa donde hay bebida, sirviéndose una copa. Se da la vuelta de pronto, y le reconoces.

Es el mismo miembro de la Orden Gris. Solo que ahora mismo lleva ropas mucho más vistosas, y parece algo distraído. Y en ese momento aún no te ha visto, pero está mirando en tu dirección...

Syraan se había alejado a pesar del riesgo que Kara le había advertido, la joven no pudo decir más pues tras un instante el imperial estaba delante de ambos con su falsa preocupación en el semblante y su voz embaucadora.

Kara se puso delante de Nihal dejándolo tras de si evitando que nadie pudiera acercarsele y dandole así algo de aire para que se recuperara.

Soy Kara d'Asdria aunque seguro que ya lo sabía pues si no fuera así no sería un buen embajador me temo... él se encuentra bien, tan solo ha sido un golpe de calor no esta acostumbrado a ambientes tan cargados de gente como este, tan solo necesita descansar unos minutos y beber un poco de agua para recuperarse.

Kara echo un vistazo a todas las personalidades que rodeaban al comandante

Parece que su presencia tampoco pasa desapercibida.

Con cierto aturdimiento, Nihal observó cómo Syraan se alejaba entre el gentío. Quiso llamarla, pero para cuando estuvo lo bastante despejado para hacerlo, ella ya se había esfumado. Y nuevos actores habían aparecido en escena. El emisario imperial… y el séquito que se estaba formado a su alrededor. Escuchó sus palabras. Palabras amables. Falsas. Envenenadas.

-Encantado de conocerlo, comandante Koul. –Añadió Nihal tras la protectora figura de Kara. La voz del joven aún se escuchaba algo apagada, pero fue recuperando fuerzas con cada palabra. Incluso su rostro ya no parecía tan ceniciento, sino simplemente algo pálido. –Y aunque agradezco su preocupación, no es necesaria. Como bien ha dicho mi hermana, ha sido simplemente un pequeño mareo, hay demasiada gente. Y…

Calló, súbitamente. Mordiéndose la lengua para no espetar al oficial imperial que estaba interesándose por la salud de un hijo cuyo padre había sido asesinado por el Imperio. Luchando por no tirarle a la cara su hipocresía. Pero calló… por Kara, que conocía mejor que él las leyes del protocolo. Y por miedo. Miedo a que todo ese resentimiento… no fuese completamente suyo.

Odiaba tener razón. Generalmente era la impulsiva Syraan, a la que tenían que rescatar y corregir continuamente, pero quién lo hacía ya no estaba con ella, no volvería a hacerlo. Quería alargar al máximo el momento de encontrarse con aquel hombre ver a dónde iba, pero su piel blanca destacaba tanto como la piel azul del chiss, quizás Kara podría desaparecer si quisiera en ambiente así pero para ella sería harto difícil. Así que solo podía hacerlo a su estilo.

Dejó donde pudo la copa que llevaba estiró la espalda tratando de verse más esbelta sonrió y fue directa hacia la mesa. En un primer momento le ignoró y escogió una bebida por su color, la que más había visto en manos de la gente. Luego miró a su objetivo y se hizo la sorprendida.

-Vaya, no esperaba verle en un lugar así. Sin sus amigos es difícil reconocerle. -Le miró a los ojos mientras le sonreía.

Durante un instante, el hombre te observa sin reconocerte. Sostiene una copa de vino con tranquilidad, como si hubiese participado más veces en fiestas y reuniones de este tipo, pero siempre en un lejano segundo plano. Observas que aunque mayor que tú, es bastante atractivo. Sus ojos rojos brillan un instante al reconocerte, y por un momento, se tensa por la sorpresa, mirando alrededor. Buscando. Luego se relaja y te devuelve la sonrisa.

- Yo tampoco esperaba que nos encontráramos aquí mismo, la verdad - sonríe. Su expresión en ese momento se vuelve más seria. Te tiende la mano-. Mi nombre es Elarik. Lamento... Nuestro último encuentro y las circunstancias que lo rodearon. Y lo que le ocurrió a tus padres - reconoce de pronto, apartando la mirada con crispación, mientras bebe de la copa-... No tendría que haber sido así. Sé que no me creerás ni te servirá de nada, pero lo siento. En ocasiones el Destino nos lleva a caminos ... Que no deseamos. Así ha sido mi vida una y otra vez, pero al menos ahora persigo un objetivo más noble.

Se vuelve de nuevo hacia ti. Vuelve a esbozar una sonrisa.

- Que vengáis aquí me hace pensar que seguís empeñados en buscar una forma de detenernos - admite.- Os equivocáis. Pero supongo que aunque seamos enemigos, nada impide que podamos ser educados... Aún no nos han presentado, por cierto.

Soy Kara d'Asdria aunque seguro que ya lo sabía pues si no fuera así no sería un buen embajador me temo... 

- Pues no debo serlo - reconoce el embajador con una sonrisa inocente-. No tengo ni la menor idea de quien sois.

Se escuchan algunas risas entre el resto de nobles. Uno de ellos se acerca y dice.

- Es la heredera de la casa de Asdria. El archiducado que se opuso a los suyos, embajador - dice el noble, un hombre de una casa afin a los Dravvad.

- Oh, gracias, caballero. Disculpadme, dama Kara, pero no sé si soy un gran embajador - reconoce-. Su sistema para mi es uno más en la infinidad de mundos de nuestro gran gobierno galáctico. Intento aprender las culturas, nombres y relaciones políticas, pero soy incapaz, y mi maldito droide de protocolo anda con uno de mis aliados en otro sitio - maldice, mirando en derredor.

En ese momento observa a Nihal con un repentino brillo en los ojos.

- Pero aun así... Aprendo. ¿Hermana habéis dicho? Creía que los Asdria solo tenían una hija - asiente, meditando. Una pista de que igual sabe más de lo que dice.- Debo haberme equivocado. Como digo, soy demasiado nuevo aquí. 

Luego se aparta un momento mirando a ambos muchachos.

- Recuerdo que... Durante el gobierno imperial, vuestra casa fue una de las más decididas en oponerse al gobierno legítimo galáctico - dice, como si tirase de memoria-. Pero olvidemos las rencillas pasadas. El pasado es pasado, el futuro es brillante, y nada impide que todo se reforge. Mas fuerte. Más poderoso. ¿No creéis?