Partida Rol por web

Mitsuki escuchaba a Momomi, sin saber muy bien qué decir. Si la versión que le había contado era cierta, la chica le había parado los pies a Fran en seguida (aunque fuera cierto que hubo cierto jugueteo). Quizá Momomi tenía razón, y Fran estaba sobreactuando. O quizá fuera el resto el que tenía razón, y Momomi se había pasado de juguetona. 

El momento en el que sintió los brazos de Momomi rodear su cuello, el tren de pensamientos paró en seco. Levantó las manos, temblorosas, sin saber muy bien qué se esperaba de ella. Al final, acabó optando por posarlas despacio sobre las caderas de su acompañante, temiendo estar pasándose. 

-Bu-bueno, cada persona es diferente. Fran parece muy impulsiva, pero en algún momento recapacitará. Digo yo. 

Momomi escuchaba los intentos de Mitsuki por atenuar la tristeza de sus pensamientos, aunque le parecía que intentaba no profundizar demasiado en ello. Su enfrenamiento, por llamarlo de alguna manera, con Fran, iba a dejar secuelas entre todas, estaba segura de ello, pero no quería que interfiriese en su relación con Mitsuki, por quien sentía bastante más de lo que había pensando en un principio.

Cuando se conocieron, solo se fijó en lo bonita que era, pero tras conocerla, percibió en ella un "halo" diferente a lo habitual que la atraía mucho. Con Fran, la conexión había sido inmediata, dado que compartían bastantes aficiones y también, tendían a ser directas y rebeldes, pero en eso precisamente había radicado el problema. Lo que en origen había sido visto por ella como una amistad que podía llegar lejos, Fran había pensado otra cosa. ¿Habría estado jugando con sus sentimientos? Quizás, era muy de su estilo, pero Momomi sentía que no se merecía la dureza de aquella mirada que había visto en ella.

Por el contrario, la dulce y encantadora Mitsuki estaba allí, con ella, con sus manos en las caderas, y mirando fijamente sus ojos como si quisiera navegar en ellos. Eso era más que suficiente para ella... y más.

Momomi sonrió ante sus palabras, cerró los ojos y acercó sus labios a los de Mitsuki para darle un suave beso que sellaba lo que había entre ambas.

Tras separarse, Momomi agarró las manos de Mitsuki y entrelazó sus dedos con ella.

-Gracias por estar conmigo, Suki. Solo... espero, que no te afecte demasiado todo esto, pero si de verdad, alguna vez sientes dudas o te molesta algo, puedes decírmelo. Sé que a veces puedo parecer extraña, impulsiva y por qué no, juguetona, pero mi corazón solo puede estar en un sitio y ahora mismo, está contigo.

Después, inspiró profundamente y miró su libreta. Habían terminado los deberes... aunque en su caso, no fuese demasiado bien, así que, podían dedicar lo que les quedaba de tarde, aunque no fuese mucho, a estar juntas.

-¿Te apetece dar una vuelta conmigo por el patio, hasta la hora de cenar?

Mitsuki cerró los ojos para recibir el beso. No sabía si había conseguido animar a Momomi, o hacer que dejara de recordar su huida a toda velocidad, pero no importaba. Solo quería sentir el roce de sus labios un poquito más. Se lo merecía. Ambas lo merecían. 

Aquella era su primera relación de verdad (¡y eso que solo llevaban viéndose un día!). Seguía sin poder evitar sonrojarse ante las palabras tan afectivas de Momomi, o ante su contacto siquiera, pero sí que se iba acostumbrando, y hasta había dejado de temblar. Lo mismo le pasaba con sus repentinos ataques de sinceridad. 

-Claro. No se qué me pasó en la comida, pero me considero muy sincera. Ah, y... g-gracias -musitó. Después, carraspeó para recomponerse. 

-Si quieres, puedo ayudarte con la tarea -ofreció. -Pero si no quieres, podemos ir a pasear.

La tarea... era algo en lo que no tenía ningunas ganas de pensar, así que rápidamente, tras la sugerencia de Mitsuki, negó con la cabeza.

-No, gracias. Prefiero pasar lo que nos queda de tarde juntas. Ya me preocuparé mañana por los ejercicios. Yo... soy así de despreocupada a veces. 

Después, tiró suavemente de Mitsuki y se dirigió hacia la puerta. No quedaba mucho para la cena, pero aunque fuese poco tiempo, lo aprovecharían.

Momomi y Mitsuki salieron al pasillo. Había bastante menos movimiento que antes, pero muchas puertas estaban abiertas y las chicas entraban y salían de sus habitaciones.

Momomi se fijó en que Kenjou Kaname estaba justamente llegando para ir a su habitación en esos momentos. Kaname era muy seria, una de las alumnas más altas de toda la escuela, y la presidenta del club de esgrima. No le caía ni bien ni mal. Simplemente, no se trataban demasiado. Pero la respetaba.

Al verla, Kaname se detuvo antes de abrir la puerta y miró a la pareja y Momomi se presentó.

-Hola, Kaname-san. Esta es Mitsuki Saito, una nueva alumna. ¿Se han apuntado muchas alumnas al club de esgrima este año?

Kaname ya había visto a Momomi y a esa chica nueva paseando por el campus. No era típico de Momomi hacer algo así, pero se alegró por ella. No le caía mal. Era muy directa y siempre decía lo que pensaba, algo muy poco frecuente en los tiempos que corren. Además, habían sido compañeras del club de voleibol durante dos años, por lo que se conocían bastante bien, deportivamente hablando.

-Hola, Momomi-san. Encantada de conocerte, Mitsuki-san. 

 ¿Se han apuntado muchas alumnas al club de esgrima este año?

-Pues algunas, y la verdad es que estoy bastante contenta, sobre todo con una de ellas. Tiene muy buen ánimo y es muy agradable.

Cuando Mitsuki estaba con Momomi, se sentía diferente. Siempre había intentado verse como una mujer fuerte, distante, una líder, alguien a quien admirar. Pero no era así cuando estaba con ella. Momomi también era una líder nata, y se habñia adjudicado ese papel en la relación, pero no le importaba lo más mínimo. Le gustaba cuando tomaba la iniciativa, cuando tiraba de ella para guiarla a donde fuera, cuando se atrevía a hacer todas esas cosas que a Mitsuki le daban vergüenza. Le encantaba poder sentirse vulnerable con ella. 

Al salir de la habitación, se encontraron con una alumna de Spica, a juzgar por su uniforme. Lo excepcional de aquella chica es que era impresionantemente alta; lo que, sumado a su expresión seria, le daban aspecto de inalcanzable. Sin embargo, cuando habló lo hizo con un tono suave, una inesperada y agradable combinación. 

-Encantada de conocerte, Kaname-san -se presentó con una pequeña y educada inclinación. Por lo que estaba diciendo, era un miembro importante del club de esgrima. Quizá incluso la presidenta. Mitsuki se quedó pensativa unos instantes. ¿No le había dicho alguien hoy que se había unido a ese mismo club? Entonces le vino a la cabeza la imagen de BK haciendo como que peleaba con un florete. 

-Creo que BK se ha apuntado. Tiene el pelo rosa -se la describió a Kaname, para ver si se trataba de ella. No creía que hubiera muchas más pelirrosas en esgrima. 

La chica que acompañaba a Momomi, Mitsuki, la saludó con mucha educación, e incluso con una pequeña inclinación. Eso le agradó. No es que no fuese corriente que lo hiciesen, pero no a ella. 

Kaname cerró los ojos y asintió con la cabeza en reciprocidad al saludo de la joven, que al escuchar lo del club de esgrima, no dudó en hablar de él.

-Creo que BK se ha apuntado. Tiene el pelo rosa.

Sí, así es. Se han apuntado ella, y unas chicas llamadas Hina, Ayami y Fran que también la conocían. En total, ya somos seis participantes. Me hace mucha ilusión que haya tanta gente en el club.

No les dijo cómo se sentía con respecto a Fran, porque no era el momento, ni ella era de dar demasiados detalles sobre sí misma. Pero lo pensó. 

-Si alguna vez os apetece entrar, no tenéis más que decírmelo -comentó, y abrió la puerta de su cuarto.

Una vez frente a la puerta se detuvieron, la pelirrosa asintió ante el comentario de su compañera. Sí que parecía tratarse de algo serio, y se preguntaba si sería mejor dejarles que hablasen tranquilamente. Lo último que quería era ser una inoportuna y molestar. Mientras se debatía interiormente, Rubí llamó su atención por lo que ambas se miraron.

 - ¡H-hai..! Quiero que también me consideres i-igual, Rubí-chan. - respondió sin pensárselo mucho, al ver a su compañera sonrojada y pidiéndole aquello de manera tan seria, provocaba que ella misma se sonrojase y sus palabras salieran de manera atropellada. Aunque lo decía de corazón, si alguna de sus amigas tenía algún problema quería que contasen con ella, sin duda. - Si necesitas cualquier cosa cuenta c-conmigo también. - añadió esbozando una cálida sonrisa cuando su amiga desviaba la mirada, entonces pudieron escuchar voces dentro del cuarto...

No es que Hina quisiera escuchar conversaciones ajenas, pero no había vuelta atrás, aunque intentó no cotillear pudo empezar a atar cabos, y comenzó a comprender que estaba pasando con Fran. Hina bajó la mirada algo alicaída, era cierto que acababa de conocerlas, pero le hubiera gustado poder ayudar de algún modo, aunque no supiera muy bien que hacer. Sin embargo, no era el caso.  No te tienen tanta confianza Hina, te conocen de ayer, no le puedes pedir peras al olmo. Ya... Además, ¿qué sabes tú de esos temas?  Por lo que al escuchar a Fran comentar que no quería seguir hablando del tema, tuvo por seguro que no debía meter las narices dónde no le llamaban. Lo mejor sería no tocar el tema, eso haría, sí.

En eso, finalmente la puerta se abrió. Hina tardó unos segundos en alzar la mirada, pero no tardó en sonreír como de costumbre. - ¡Hola! S-siento la espera, ya estamos aquí. - saludó con un gesto de la cabeza, mientras señalaba su libreta y cuaderno, miró hacia Rubí y asintió. - No, no ninguno. ¡Gracias a las dos por dejarnos venir! Con permiso.. - dijo alegre mirando a Fran y Ayami, mientras ella y Rubi cruzaban el umbral de la puerta. La pelirrosa se sorprendió al ver a Mai allí, pero no tardó en saludarle, echando una miradita hacia Rubí. Seguramente a su compañera le haría mucha ilusión verla, ya que la noche anterior había notado que las dos parecían haber congeniado muy bien. 

- ¡Ayako-san! ¡Que bueno verte aquí! ¿Verdad Rubí-chan? - comentó mientras asentía levemente, sonriendo. Mientras Fran se tumbaba en su cama, Hina miró a su alrededor y optó por sentarse justo bajo la cama de Fran, para así poder ayudarle si lo necesitaba. - ¿Me puedo poner por aquí? - preguntó mientras se sentaba en el suelo, cruzando las piernas mientras sacaba un par de bolígrafos y revisaba las tareas que les habían mandado. - A ver... Aquí están las actividades.. - murmuró para sí mientras pasaba las páginas de su libreta, colocando su boli rosa tras la oreja.

- ¡Ah! Si alguna tiene dudas podemos decirlas en voz alta, ¡así entre todas terminaremos en un plis! - pidió despegando la nariz de su libro y echando la cabeza hacia atrás para mirar a Fran significativamente, ya le había comentado que no le agradaban los deberes o estudiar, pero quería ayudarla de la manera que le fuera posible. Aunque tan sólo fuera con los deberes, se conformaría. 

Rubí agradeció las palabras de su compañera y se lo hizo saber con una cálida sonrisa. Al abrirse la puerta, la pelirroja movió la mano en señal de saludo. Al comprobar a las invitadas, se sorprendió al ver a Mai y se mordió el labio disimuladamente, tal vez por nervios o por placer (?) nadie lo pudiera saber. 

En cuanto los asientos fueron escogidos, Rubí se sentó en el suelo/piso de manera un tanto 'maleducada' por lo que se podía ver sus braguitas de gato:

A Rubí parecía que no se percatase de su ropa interior se viese, en ocasiones odiaba los modales femeninos y todo aquel comportamiento correcto que debían de seguir como señoritas.

¿Va todo bien? -preguntó mientras ponía el cuaderno en la mesa-, Mai, ¿hacemos la tarea juntas y ayudamos a las demás? Ellas están en el mismo curso y si tienen dudas pueden preguntarnos.

Abrió la página del día de hoy y sacó el lápiz y la goma.

La peliblanco no pudo evitar reír divertida al escuchar el agradecimiento de Hina, a pesar de que era ella quien le salvaría la vida a Fran. Bueno, está bien, "salvar la vida" era un poco exagerado de parte de la guitarrista, pero estaba claro que necesitaba su ayuda para hacer los deberes, si es que no quería quedarse atrás en las clases y que luego le prohibieran asistir al club de esgrima por algo tan tonto para ella. - No tienes nada que agradecer, Hina. La que tendría que agradecerte, soy yo. Así que gracias. Con lo que odio hacer los deberes... te debo una. - Le aseguró gentil a la pelirrosa, bastante agradecida por el hecho de que hubiera aceptado ayudarla. No dudó en dedicarle una sonrisa alegre, mientras buscaba su cuaderno gris que poseía una frase que decía "You rock" en la portada, al mismo tiempo que dejaba, a un lado de la cama, los libros que utilizaría para hacer los deberes del día.

A medida que todas las chicas elegían su lugar para sentarse, la joven rebelde se sintió realmente a gusto con el hecho de que al menos no sufriría sola al tener que hacer algo tan aburrido. Además, quién sabe, era posible que incluso se divirtiera un poco... al menos algo. Lo que estaba segura era que sería más fácil terminar con esa pesadilla con la ayuda de alguien que acostumbraba a estudiar más que ella. Por otro lado, Hina le había preguntado a Rubí si estaba contenta de que Mai estuviera allí, algo que recordó a Fran que las dos chicas parecían tener una relación especial, o al menos esa era la idea que habían dado la última vez, excepto durante el pequeño exabrupto en la cafetería, donde Mai se enojado por algo en particular. En ese momento, la guitarrista se mostró un tanto nerviosa ante el hecho de que era posible que hubiera complicado las cosas al juntarlas a ambas. Aunque bueno, también era probable que pudieran aprovechar esa oportunidad para hablar entre las dos. Por su parte, la peliblanco no se metería mucho, ya que era algo entre ellas. Además, a ella no se le daban bien las palabras para esa clase de cosas.

Por suerte, la pelirrosa no tardó mucho en sacarla de aquellos pensamientos, al preguntarle si podía sentarse cerca de su cama, a lo que Fran asintió alegre, antes de dedicarle una sonrisa cálida, dejando en claro que no tenía problema con que se sentara allí. Sin embargo, no le parecía bien que se sentara en el suelo, cuando de seguro no estaría muy cómoda, o al menos eso era lo que ella creía. - Mm, no tengo problema, aunque... ¿no quieres sentarte en mi cama? Hay lugar para ti, Hina, y es más cómodo que en el piso. - La invitó en un tono amable, esperando que su amiga se mostrara a favor. Si no quería, no le diría nada, ya que tampoco quería forzarla, pero no le sentaba bien el hecho de dejar que una de sus amigas se sentara en el piso mientras ella estaba cómoda en la cama. Después de todo, era una invitada en su habitación. - Así me ayudas con mi tarea... Ah... debería haber comprado unos dulces o algo para estudiar. - Dijo al final, notando que hubiera sido mejor obtener algo para comer, así como beber, mientras hacían los deberes. Eso era algo normal, si bien no había pensado en ello, con todo el asunto de Momomi.

No obstante, al ver que Hina se ponía en acción con su tarea, la peliblanco decidió imitarla, revisando lo que... Momomi había anotado para ella de la clase que se había saltado. Ahora que lo pensaba... incluso si la castaña había jugado con Fran, ésta había sido lo suficientemente amable como para pasarle los deberes. La verdad era que no sabía qué pensar de ella. Por un lado, pensaba que era cierto que había jugado con ella, que había flirteado sólo para luego arruinar todas sus ilusiones. Y, por otro lado, también era cierto que la había ayudado en algo. De cualquier manera, no tardó mucho en centrar su mente en los deberes que debía de hacer, no pudiendo evitar mostrarse bastante cabreada al notar la dificultad de los ejercicios de matemática, principalmente las ecuaciones. - Aaaah... - Se expresó mosqueada, para luego suspirar frustrada. Odiaba matemáticas con toda su alma. - ¿Me ayudas con esto, Hina? - Le pidió a su salvadora, esperando que ella pudiera rescatarla de aquel infierno en la Tierra. Sabía que, si se concentraba, podría con todo, pero... era tan difícil concentrarse en algo que era taaaaan aburrido. Prefería perder el tiempo tocando su guitarra, o teniendo una cita con una chica de su agrado. Cualquier cosa menos estudiar.

Momomi sabía que Fran iba a ir al club de esgrima, pero no se esperaba que Kaname la nombrara, así que le cogió por sorpresa y todo su cuerpo tembló ligeramente al oír su nombre. Además, por cómo hablaba Kaname, casi hubiese jurado que era ella quien le había causado una buena impresión. Era de su estilo.

No obstante, no dijo nada y prefirió aceptar que Fran iba ya por su cuenta. Menos mal que ese año, Kaname no estaba en el equipo de voley con ella, porque de lo contrario, quizás habría tenido que saber mucho más y Astraea era lo suficientemente grande como para no coincidir demasiado.

-Me alegra que se haya apuntado gente suficiente. Sé lo importante que es para ti el club de esgrima -le dijo Momomi, intentando parecer amable y olvidándose de Fran durante unos momentos.

-Si alguna vez os apetece entrar, no tenéis más que decírmelo

-Bueno, por mi parte ya sabes que con el de voley tengo bastante, pero además este año me he apuntado ya a a otro -y al decir esto miró de reojo a Mitsuki -y con eso tengo ya suficiente.

Cuando Kaname abrió la puerta del dormitorio y entró, Momomi suspiró. Todo aquel asunto de Fran iba a darle muchos quebraderos de cabeza. Quizás... debía hablar con ella, aunque dudaba que fuese posible.

Fran dio por terminada la conversación por lo que se abrió la puerta para que Hina y Rubi pudiesen entrar, habían quedado para hacer los deberes por lo que seguramente les serviría de ayuda que yo ya los hubiera terminado, de todas formas, eran chicas de cursos inferiores al mío por lo que seguramente me sería fácil ayudarlas con las dudas:

-hola, Suzume-san, yo también me alegro de verte. Y por favor, llámame Mai-chan. Creo que todas somos iguales en este caso-saludo cordialmente, Hina-chan me parecia una chica muy mona e inteligente y me gustaría que fueramos amigas.

Después miré a Rubí a la cual sonreí, aunque no pretendía que las demás creyeran que teníamos algo especial, la pelirroja y yo hablábamos de forma normal, aunque noto que esta se mordía el labio inferior, en este caso era interesante ver como se ponía nerviosa o eso pensé y me hizo gracia, aunque solo solté una pequeña risita.

Me fije como Hina-chan se sentaba en el suelo y como Fran le ofrecía sentarse en la cama junto a ella para que estuviera más cómoda.

Rubí se sentó en el suelo de mala manera, la falda de su uniforme era tan corta y llamativa que no pude evitar mirar de refilón para evitar ver nada más allá de lo necesario.

-si…ya te contare-respondí a la pregunta de Rubí intentando desviar el tema de Momomi, cuando Rubí pregunto si hacíamos juntas los deberes a lo que sonreí-yo ya los hice antes de que la “parejita feliz” irrumpiera en mi espacio tranquilo y sereno…-conteste usando mis manos como gesto de comillas.

Escuché a Fran que decía algo sobre unos dulces por lo que pensé que debía ofrecerme voluntaria para ir a la cafetería a buscar algo de merienda:

- ¿queréis que vaya yo? Al fin y al cabo, tenéis a Rubí por si tenéis dudas y no creo que tarde mucho, ya de paso iría a buscar mis apuntes para ayudarla a ella también-me ofrecí.

Mitsuki notó la reacción que había provocado el nombre de Fran en la boca de Kaname. ¿Qué tenía que interpretar de aquello? ¿Estaba Momomi celosa? La chica comenzaba a sentir que todo aquello era una broma pesada, o una maniobra para volverla loca. Por más que tratara de evitarlo, todo volvía de vuelta a Fran. Aunque quizá fuera Momomi la que lo buscaba sin saberlo.
-Muchas gracias por el ofrecimiento, pero no creo que me veáis por allí. Solo os serviría de muñeco de prácticas -dejó zanjado el tema con aquella broma. En el momento en el que Kaname se metió en su cuarto, escuchó a Momomi suspirar. Y supo que las cosas no estaban bien. Pero, ¿qué tenía que hacer ahora? No podía decirle nada nuevo, nada que no le hubiera dicho ya. Lo único que se le ocurrió fue posar la cabeza en el hombro de Momomi, y rezar porque su presencia fuera más fuerte que la de Fran. Y si eso no funcionaba... quizá tenía más problemas que los que se había imaginado.

Momomi miró a Mitsuki una vez Kaname hubo cerrado la puerta y le sonrió.

-Ha sido algo extraño. No he podido evitar molestarme al oír el nombre de Fran. Estoy bastante molesta con ella.

Entonces, Momomi coge de nuevo la mano de Mitsuki.

-Kaname es una buena chica, así que me alegro. El club de esgrima es algo muy importante para ella  estoy segura de que tanto Beca como Fran lo harán muy bien.  ¿Nos vamos?

La muchacha le devolvió la sonrisa a Momomi, pero el gesto no llegó a sus ojos. Está bastante molesta con Fran. Eso es malo. Del amor al odio (o viceversa) hay un paso. Todo el mundo sabe que lo contrario al amor es la indiferencia. Aún así, no quería darle más importancia. Le parecía que el sentimiento de Momomi era como el fuego y que, si dejaba de avivarlo, acabaría por apagarse. 

-Seguro que sí. Aunque no termino de imaginarme a Suzume-san peleando. Es tan pequeña... -Mitsuki echó a andar, cogida de la mano de Momomi. La charla estaba siendo excesivamente trivial, realmente no le apetecía hablar sobre Ayami o Hina pegándose estocadas. Así que cambió de tema a uno que sí le interesaba: Momomi. -Oye, estaba pensando que apenas sabemos nada la una de la otra. No sé, por ejemplo, ¿cuál es tu color favorito?

El comentario de Mitsuki hizo reír a Momomi. Ella tampoco se imaginaba a Hina actuando como una espadachina, y menos aún, enfrentándose a Kaname.

Ambas caminaban cogidas de la mano, muy lentamente por el pasillo, como si cada paso que dieran fuese un símbolo de cortejo en el que Momomi deseaba mostrarle a Mitsuki lo mucho que le importaba.

-Oye, estaba pensando que apenas sabemos nada la una de la otra. No sé, por ejemplo, ¿cuál es tu color favorito?

El cambio de tema cogió desprevenida a Momomi, pero reaccionó con rapidez. Miró a los ojos de Mitsuki y no tuvo ni que pensar en su respuesta.

-El azul, por supuesto -y al decir esto, enrojeció de repente (desde cuando ella caía en esas cosas). Rápidamente, le devolvió la pregunta -. ¿Y el tuyo? Y ya que estamos, ¿cuál es tu olor favorito? El mío es el de un jardín después de llover. Hace que me sienta... no sé, como en otro lugar; el lugar más bonito del mundo, aunque ahora que te he conocido...

Momomi no se atrevió a continuar. Era como si a su lado, se estuviese transformando en otra persona, mucho más frágil y dulce. Ni ella misma se reconocía.

Mitsuki no pudo evitar sonrojarse por partida doble. Al principio, Momomi respondió que su color favorito era el azul, como el azul de sus ojos, lo cual provocó en ella un ligero tono rojo en las mejillas. Luego le habló de su olor favorito. Parecía que Momomi no se refería al olor de un jardín como concepto general, sino que hablaba de un jardín en particular. Su lugar favorito en el mundo... ¿acababa de decir que después de ella? En ese momento, el color carmín invadió todo el rostro de Mitsuki como un bofetón. 

-A-aah... M-mi color favorito es el blanco -respondió rápidamente tras trabarse un poco por los nervios. -Y mi olor favorito... -la chica tuvo que pararse a pensar un momento. Mitsuki era una chica intensa y, como tal, le agradaban los olores fuertes, que penetraban en el olfato. -Me gustan los olores dulces. El coco y la vainilla -contestó al fin. Las galletas de mi madre recién hechas, pensó, pero no se atrevió a decirlo en voz alta. Lo cierto era que la mayoría de perfumes y aguas de colonia que se había llevado a Astraea tenían tonos florales, aunque reservaba algunos más dulzones para una ocasión especial.  

-Hola chicas, bienvenidas- pronuncié junto a Fran cuando esta abrió la puerta para a continuación correr a por mis cosas en vista a que no debía acompañar a Mai a por las suyas -colocaos donde queráis- pedí al ver que se sentaban en el suelo; como personalmente a mi tampoco me importaba no iba a obligarlas a cambiar pero quería hacerles saber que no era necesario. Abrí la libreta mientras me sentaba sobre mi cama apoyada en la pared y colocando esta sobre mis piernas, dejando espacio para otra más a parte de Mai quien seguía allí y se ofreció a ir a por algo de comer -pero está mal que vayas sola a por algo para todas- expuse mientras trataba de pensar una solución dándole vueltas al bolígrafo -puedo acompañarte si quieres, si me echáis una mano después seguro no tendré problema para hacerlos- expuse ofreciéndome de forma optimista con una sonrisa.

En ese momento, sonaron las inconfundibles campanadas que avisaban que la cena iba a ser servida. Era el final de un nuevo día en Ichigo.

Las chicas terminaron los deberes, aunque a mí me resulto bastante fácil ayudarlas a todas ya que iban a cursos inferiores, cuando ya estábamos todas recogiendo sonaron las campanas para bajar a cenar por lo que me levante de la cama de Ayami y me alise el uniforme ya que no quería que me regañasen.

-toca llenar la barriga-dije de forma coloquial pues ya tenía hambre desde hacía rato y añadí- ¿bajamos?