Partida Rol por web

AÑO 21.

MES ONCE: ÚLTIMO MES DEL INVIERNO.

SENDERO MARCADO DESDE EL CAMPAMENTO NORTE A SIVERO.

MEDIA MAÑANA.

Las palabras de Zazer son ciertas y mis ojos lo confirman. Guardo mi mandoble para que que el metal no atraiga a los krankas. Le hablo al grupo:

 - "Veo como cuatro tamaños distintos. Veo cerca de seis figuras distintas y hay una que es especialmente grande. No sabría decirlo bien, pero si hay algo que salvar ahí, deberíamos ir rápido."

La verdad es que no entiendo mucho de lo que veo pero tengo claro que si hay un combate contra aquellas cosas, será algo complicado y puede que letal para algunos de los presentes. Debemos tener cuidado y, por sobre todo, coordinarnos pues si alguien da un paso en falso, todos terminaremos luchando contra esas bestias y la sangre se derramará.

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MEDIA MAÑANA.

Ante la advertencia sobre el metal, se miró a si mismo, enfundado en aquella gran armadura, y luego devolvió la vista al resto. ¿Cubrirse? Aquello era una buena broma, difícilmente iba a poder tapar todo su cuerpo blindado, aunque al menos lo intentó mientras se esforzaba por ver algo más allá. 

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Peñasco miró hacia las formas aladas que Zazer había asegurado eran de krankas y que, posteriormente, Seragoi Karadas había indicado que eran de al menos cuatro tamaños distintos. ¿Una nidada? ¿una familia? ¿un clan? Peñasco se encontró preguntándose como sería el modo de vida de tales seres y si eran un peligro. Por la última frase de Seragoi pareciera que sí. Al escuchar que había que cubrirse, Peñasco, que seguía meditando en la estructura social que podían tener esos seres y en las implicaciones de cuatro tamaños distintos (¿biformismo sexual hembra/macho? ¿diferentes edades? ¿cazaban juntos y desde cuando? ¿qué implicaba exactamente esa capacidad? ¿tendrían alguna forma de inteligencia?) avanzó hasta colocarse de modo que su corpulenta estatura bloqueaba, al menos parcialmente, a Karlio.

- Quizás sería bueno que desmontárais, Karlio. Así casi seguro que no os podrán ver ni percibir tampoco el brillo de la armadura. ¿Qué hacemos? ¿avanzamos por si hay alguien a quien poder salvar o prescindimos de enfrentarnos con esos seres?

¡Pero como no iba a preocuparse! Claro que estaba preocupado por lo que les pudiera pasar, sobre todo a Bashabarana-Yaga, con aquellas terribles criaturas tan cerca.

¿Y si una se acerca y se lleva a mi ama volando?

¡Eso sería terrible! Y no lo iba a permitir, así que se abrazó fuerte a su espalda, no la abandonaría.

-No dejaré que se la lleven ama, yo la protegeré. Si, si, tiene razón, evitarlos es la mejor opción, regresemos o tomemos otro camino. -Ahora a Puck le preocupaba que el grupo temiera que alguien estaba siendo atacado y fueran en su ayuda poniéndose en riesgo a ellos mismos o que la armadura de Karlio llamara la atención de las criaturas.- Señor Karlio, si la ama lo desea podría ofrecerle una de nuestras mantas, eso lo cubriría lo suficiente.

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Parecía que nadie de los hombres de armas estaba dispuesto a proponer una iniciativa arriesgada, y desde luego no sería Basha quien metiera a nadie en una batalla. El de Viruta tampoco se había pronunciado, así que por el momento no había premisa de acciones.

Hizo un gesto a Puck para que hiciera lo que tuviera a bien con su manta. Le preocupaba que el trasgo pudiera huir de ser el caso pero bueno, esperaba encontrarle después si se asustaba y ponía pies en polvorosa. Se llevó un dedo al mentón mientras recordaba lo que sabía sobre los krankas. Habló en voz alta para hacer mejor memoria, sin embargo no la alzó demasiado para no llamar la atención de los enormes pájaros.

- Esos seres se dice que presienten las batallas, se les suele ver antes y después de ellas. No son de buen agüero, no. Si lucháramos con ellos procurad que sus plumas no se queden en contacto con vosotros. Es de peor fario aún. -

Mientras acariciaba su arco y comprobaba la tensión de la cuerda, trató de otear en la distancia, para distinguir qué era lo que les llamaba tanto la atención a los gigantescos pájaros.

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Hassern parece extremadamente preocupado desde que se ha comprobado la naturaleza de aquellas criaturas.

- Temo que lo que les llama la atención son los restos de Sivero. Deberíamos acelerar la marcha. Podemos llegar en la mitad de tiempo si avanzamos a trote. ¿Podrá vuestro amigo mantener el ritmo? - Dice refiriéndose a Peñasco. - Parece bastante robusto. 

Mientras, por su parte, los otros dos aldeanos parecen tener ciertas dudas sobre si deben seguir avanzando o no. 

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Llegar rápidamente a Sivero no evitará que los krankas nos ataquen si tienen ganas de hacerlo. En cambio, si hay allá otro peligro, nos veremos flanqueados con Sivero a un lado y los krankas en la retaguardia.

"Si de mí dependiese, los dejaría llegar antes y que se maten entre ellos."

Pero no soy el cerebro detrás de esta misión, si es que hay alguno. Asiento a las palabras de Hassern pues estoy dispuesto a acelerar la marcha, solo preocupado por la velocidad a la que puede moverse Peñasco. Dejarlo atrás no es opción pues los mismos Krankas pueden aprovechar su soledad para atacarle.

Solo de él depende la velocidad a la que iremos y yo obedeceré a lo que todos decidamos.

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No era a él a quien correspondían las decisiones que afectaran a aquel grupo, ni tampoco asumiría decisiones ajenas con las que no estuviera de acuerdo. Habían salido con un objetivo pero no eran un grupo cohesionado o al menos, él no se consideraba parte de aquella comitiva como para seguir ciegamente a quien quiera que se erigiera como portavoz. Y si algo tenía claro era que no dejaría a nadie atrás.

-Quizá Peñasco pueda aguantar el ritmo, pero no es cuestión que llegue a Sivero desfondado y sin aliento. Y si los krankas han de acercarse a los restos del poblado, acabaremos teniendo que enfrentarnos a ellos. Veo más factible atraerlos hacia una trampa y deshacernos de ellos que avanzar con su aliento soplando en mi cogote -dijo Zazer-. 

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Karlio escuchó a Peñasco y a Puck, y estaba en proceso de desmontar y aceptar el manto que le ofrecía el pequeño ser cuando escuchó que era Sivero lo que atraía a aquellas bestias, y después la razonable propuesta de Zazer.

-Tiene razón. No tiene sentido dejarles de lado solo para que encuentren nuestra retaguardia. Ahora somos conscientes de su presencia, y no parece haber peligro alguno en los alrededores, aparte de ellos. Deberíamos aprovechar la situación para deshacernos de ellos. Si no por nosotros, al menos por aquellas gentes que deban recorrer este sendero y estén menos preparados que nosotros. 

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Tardó unos segundos Peñasco en darse cuenta que esperaban a que él dijera algo y que ese silencio espeso, cargado de presión, se debía a la inminencia del conflicto. El gran ser negó con la cabeza, una sola vez. Realmente no tenía nada que decir. ¿Acaso no había dicho ya que donde fuera Karlio iría él, y que estaba a sus órdenes? ¿acaso no era válido esa mera afirmación como válida promesa futura y era preciso, precisamente en momentos de urgencia, refrendarla?

Pero podía estar equivocado. Quizás, sencillamente, era una forma de proceder, de unirse en hermandad con aquellos con los que iba a combatir. Como esa curiosa manía que los humanos tenían de decir cosas que no sentían, ni pensaban realmente, no por grandes objetivos futuros sino por una especie de mantra extraño que ellos tenían y que llamaban "convivencia" o, término aún más ignoto, "usos sociales". En fin...

- Como digáis, Karlio Advento. Decid cual es el orden para la batalla y ahí marcharé.

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Había cierta lógica en las palabras del espadero. Si aquellas criaturas permanecían en el área serían un peligro para cualquiera que volviera a Silvero a recoger enseres o buscar cuerpos de sus familiares. Lo cierto era que Basha no sabía si serían capaces de enfrentar una bandada decidida de aquellas enormes aves, pero pensaba que podría al menos hacer un par de buenos disparos sobre las criaturas.

- Bien, se han mencionado las palabras trampa y batalla. Soy buena con el arco, si eso os sirve a los guerreros para trazar algún curso de acción o planear lo que sea. Y por aportar un granito de arena, siendo animales puede que el fuego les cause cierto temor, aunque debería ser uno acorde a su tamaño, me temo. -

Indica con un gesto a Puck que guarde la manta. Después de todo para hacer una trampa se necesitaba algún tipo de cebo. Y que mejor que un brillante trozo de metal en movimiento para llamar la atención de un kranka.

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Puck prestó especial atención a las palabras de su ama mientras buscaba la manta, ahora su principal preocupación era que ninguna de esas plumas lo tocaran a él ni a Bashbarana-Yaga, no quería tener mala suerte. Cuando ya había encontrado la manta y la alzaba triunfal con su mano enseñándola a todo el grupo y se disponía a dársela a Karlio su ama cambió de opinión, así que sin esperar a saber la opinión del interesado Puck volvió a guardar la manta. No le hacía mucha gracia la idea de que se entablara un combate con aquellas criaturas, pero mucho menos aún que estas los pudieran atacar en algún momento de descuido, ante eso era preferible dejar que los guerreros tomaran la iniciativa.

-Mi ama tiene razón, no debéis dejar que las plumas os toquen, podrían haceros cosquillas y los pájaros gigantes lo aprovecharían para comeros los ojos. Por fortuna la gran Bashabarana-Yaga es una arquera sin igual. Podría acertar a cualquier cosa a una gran distancia, por pequeña que sea. Ama, yo le sostendré las flechas y se las alcanzaré una por una, así podrá disparar más rápido, si es que no necesita que haga otra cosa, claro está. Quizás podemos hacer una pequeña hoguera y prender fuego a las flechas, así cada vez que les de se incendiaran sus plumas y no podrán volar más.  -En cualquier caso estaba preocupado porque se acercaran demasiado a ella, así que ideó un plan.- Los guerreros pueden adelantarse y llamar la atención de las criaturas y cuando vayan a atacarlos nosotros les dispararemos por sorpresa desde aquí. ¿Verdad ama?

Y si todo se torcía pues podrían salir corriendo teniendo algo de ventaja sobre los animales voladores.

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¿Los guerreros adelantarse para hacer de cebo? Estaba claro que la inteligencia de Puck era muy selectiva cuando se lo proponía. Aunque Kanghmer no iba a insultar al intelecto del trasgo pues conocía por experiencia previa que podía ser muy astuto cuando le daba la gana, y para lo que quería. Que en este caso sería permanecer alejado del peligro... con toda seguridad.

- Podemos buscar un lugar donde ocultarnos. - Dijo echando un vistazo a los alrededores. - Y que solo uno de nosotros, embutido en armadura, se acerque un poco a esos krankas. En cuanto le divisen que dé media vuelta, haga ruido para llamar su atención y regrese al punto donde estamos escondidos a toda velocidad. Los demás esperamos a que le sigan y atacamos por sorpresa. Espadas y fuego. - Sugirió.

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- Al sur de la aldea hay un sendero con granjas. Pero no tengo esperanzas de que los elfos hayan dejado gran cosa. No creo que haya lugar donde esconderse.

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- Conozco la zona, y si no recuerdo mal, hay varios montículos al noroeste. - Al escuchar al trocalengo, Hassern afirma con la cabeza. - Podríamos intentar acercarnos desde ese lado. Incluso podríamos dejar allí a los caballos, para que no hagan ruido. También deberíamos procurar que los perros no nos delaten.

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Distintos planes suenan y siento que cualquiera de ellos que nos permita llegar a Sivero sin el peligro de los krankas a nuestras espaldas. Zazer es el último que menciona un lugar donde podemos ocultarnos, por lo que podría ser una buena idea atraerlos a las cercanías de eso.

La verdad, es que estoy impacientándome y creo que lo que sea que podamos hacer para acabar con el peligro de los pájaros, incluyendo el exterminarlos, será bueno.

 - "Bueno, ese plan me gusta. Ocultamos todo en esos montículos, unos pocos nos acercamos como cebo y el resto llega a apoyarnos. Acabamos con los krankas y luego seguimos al poblado. ¿Le parece?"

Digo a Zazer principalmente, pues él es quien propuso aquel lugar como escondite y, si está dispuesto a llevarnos, yo estoy dispuesto a luchar. Miro a Kanghmer, quien estaba listo para luchar y que, al parecer, si va a obtener lo que buscaba.

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- Estoy con vosotros. - Afirmó Kanghmer a Seragoi y mirando luego a Zazer. Le gustaba la idea propuesta... y no le importaba incluso hacer de cebo... así se enfrentaría de los primeros a los krankas. 

Por muy grandes y peligrosas que fueran esas criaturas, seguro que también sangraban y morían. Y cuanto más grandes eran, de más alto caían. Sonrió levemente con un brillo feroz en la mirada mientras anticipaba el combate que estaba por venir.

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Acercarse sin ser vistos, o al menos bajo una posible cobertura por otra dirección, era algo que sonaba bien. Basha desmontó de Stajä a la que miró durante un par de segundos. La hermosa elkat adoptó un aire sigiloso, pisando con más cuidado desde ese momento, como si se uniera a un posible acercamiento furtivo.

- Bueno, nunca he sido muy sigilosa, por eso uso un arco para cazar. Podemos usar esos montículos de los que hablas y dejar a las monturas atrás. Stajä se viene desde luego, creo que puede ser más silenciosa que un hombre adulto con armadura de metal. - Basha sonrió ligeramente dando un vistazo alrededor.

- Mi arco y yo estamos listos para formar parte del plan que traméis. Puck, puedes quedarte cuidando las monturas o venir a mi vera, lo que prefieras. Aunque a lo mejor tu amigo el can se queda contigo y los caballos. -

La bruja estaba preparada para emprender el camino que se había sugerido.

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Karlio alzó una ceja cuando la sugerencia de que fuera el único cebo salió a relucir, aunque antes de que replicara, se perfiló un plan mejor. Al menos desde la perspectiva de no verse rodeado de una bandada de pájaros de mal agüero y peor carácter, lo que para él era suficiente.

-Bien, supongo que tenemos un plan. Entiendo que el cebo seremos Seragoi, yo mismo... ¿Y alguien más?-preguntó el espadero, repasando con la mirada al resto. Sabía que el ogro le acompañaría si se lo pedía, pero no estaba seguro de donde debía disponerse, pues o bien por velocidad y volumen, o bien por tamaño, podía poner en riesgo el plan en ambos lados.

-Peñasco, lo dejo a tu elección y tu opinión sobre tus capacidades: si te crees capaz de sobrellevar el ataque de las criaturas y escapar rápidamente con nosotros, puedes acompañarnos como parte del cebo. Si crees que serás capaz de ocultarte, también puedes aguardar con el resto para emboscar a las aves. 

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No le gustaba demasiado la idea de que su ama se expusiera a un posible peligro y decidiera acompañar a los hombres. Puck miró las monturas, los aldeanos que se quedarían allí y al perro de Seragoi mientras decidía si quedarse allí o acompañar a Bashabanana-Yaga, cosa que no tardó mucho en hacer.

-Puck la acompañará ama. Alguien tiene que protegerla y puedo ayudarle a disparar más rápido si quiere. -La idea de quedarse con el perro y unos aldeanos más cobardes probablemente que él no le atraía. Y si por algún motivo los pájaros atacaban allí nadie podía protegerlo. En el otro lado el peligro quizás sería mayor pero sabía que los guerreros y su ama lucharían bien.- Con que se quede el perro será suficiente. Yo puedo ser muy sigiloso si quiere ama.

Parecía que el plan estaba en marcha y pronto tendrían que enfrentarse a un desagradable enemigo, solo esperaba que todo saliera bien y su ama no sufriera ningún percance. Se aseguró de llevar sus armas bien sujetas y se dispuso a seguir a la bruja hasta el lugar en el que decidiera apostarse para disparar con su arco.