Partida Rol por web

-Eh, espera. ¿Metamórfica? Eso es nuevo...

Kane giró la cabeza hacia Daire dejando palpable su desconcierto en ella.

—¿Eh? Pero en la reunión dijiste que... lo dijiste, ¿no? Metamórficas.

Miró a Liz igual de confundido, a Daire una vez más y después al techo haciendo memoria.

—Metamórficas—Sentenció.

Daire puso los ojos en blanco, acordándose por fin.

-Vale, no. Era una teoría, sin más, y ya la he descartado. No conozco ninguna criatura mágica invisible y metamórfica al mismo tiempo. Y si la hay, estamos jodidos.

Liz sacudió la cabeza y levantó las manos como queriendo parar la conversación.

—No sé si se mencionó como una posibilidad o no, pero da lo mismo. Los candidatos no lo son, ¿no? —inquirió, mirando a Daire en busca de un signo de confirmación. —Lo que sigue dejándonos con varias posibilidades, como Imperius o la poción multijugos. O algún otro encantamiento que no se nos haya ocurrido. En cualquier caso, algún pensadero habrá, pero el Ministerio no tiene por costumbre requisar memorias y menos sin permiso. Es un asunto delicado. Además, Ogden está en San Mungo y hasta que los medimagos no digan que se puede ir a hablar con ella, está fuera del asunto. Cuando se despierte y podamos verla, seremos los primeros en saberlo.

La bruja abrió un cajón y después otro hasta dar con un rollo de pergamino nuevo.

—Voy a escribirle a Scamander para pedirle los nombres y así nos ahorramos un viaje. Doe y Fawley deberían estar de vuelta en cualquier momento, y me gustaría que todos escuchásemos lo que sea que tengan que decir. —continuó mientras abría el bote de tinta y rebuscaba por una pluma con la que escribir. Se notaba que aquel no era su despacho y que todavía estaba habituándose. —¿Alguna otra cosa más a mencionar? ¿Ideas?

Daire se lo pensó dos veces antes de responder. Pero era Liz.

-Goretta Beery. Vive en Hogsmeade, y frecuenta el Cabeza de Puerco. Es una pista algo tenue, pero...

Se encoge de hombros.

Cuando llegó al Ministerio tras su "excursión", aún seguía dando vueltas a lo que había contado Beery. Si era cierto, podía haber encontrado un hilo del que tirar. Aunque debía hacerlo con cuidado, no fuera que hubiese un dragón anudado al otro extremo. Igual que los Fawley, toda familia de buen nombre tenía contactos, o directamente miembros de la familia, trabajando en el Ministerio. Y si llegaba a sus oídos que andaban tras ellos, desaparecerían o tomarían medidas directas para silenciar la investigación. Estas últimas no le asustaban. Pero no iba a tolerar que se escapasen y se riesen en su cara. 

Normalmente, la anodina masa de personas que se cruzaba durante el trabajo, prácticamente no tenía rostro para Nicholas. Poco le importaban las vulgares charlas de ascensores que tuvieran ni como les había vuelto a ir el día en sus repetitivas vidas, por lo que no solía prestarle atención alguna a casi nadie. Sin embargo, ese día no pudo evitar fijarse en los ojos que le miraron desde el fondo del ascensor. Raine. Era tan difícil no fijarse en ella, que se preguntó como no recordaba haberla visto nunca antes en el Ministerio. 

Se dirigió hacía el fondo, sorteando a algunos empleados, y se quedó de pie junto a ella, con la vista puesta al frente. No la parecía buen momento ni lugar para ponerla al día o interesarse por si ella había averiguado algo, pero si le hizo una corta pregunta:

- ¿Has terminado ya? 

Atravesar el Departamento de Misterios al volver a ascender desde el undécimo piso había sido como un chapuzón en agua fría. Tenía mucho en lo que pensar, y sólo podía esperar que los descubrimientos de mis compañeros fuesen suficientes para guiar mis propias pistas hacia algún destino más concreto. Al entrar en el ascensor estaba valorando cómo contar lo que ahora sabía, y sólo una línea marcada en mi entrecejo podía dar a pensar que había algo que me inquietaba un poco.

Me había quedado al fondo del ascensor, consciente de que pasaríamos por el Atrium y del ajetreo de personas que aquello implicaba. Lo que no esperaba era encontrarme directamente con los ojos color miel de Fawley. Aquello no era malo, y eso ya era decir mucho. Ni me había retrasado demasiado, ni tendría que aguardarlo para comentar lo descubierto.

De ser otro, quizá lo habría advertido de que no hablase de más. No en presencia de tanta gente, desde luego. Sin embargo, o mucho me equivocaba o aquel era el miembro más despierto de entre todos mis compañeros. Me sorprendió que me tutease, y aquello me hizo pensar un instante en la otra Fawley y cómo se había tomado el exceso de confianza. No dije nada al respecto, aunque sí dibujé una breve sonrisa.

—Por el momento, al menos —enuncié con discreción, considerando si también debía tutearle. La altivez normalmente me habría hecho negarme, pero el orgullo al recordar a la otra Fawley me hizo decidirme—. ¿Y tú? ¿Has encontrado a la persona que buscabas?

La bruja levantó la vista del papel emitiendo un leve «hm» antes de asentir. Cuando estaba concentrada, sus cejas se aproximaban creando un gesto hosco semioculto por el flequillo, además de mordisquearse el carrillo a ratos. Tras varios segundos añadió:

—Fawley está en ello. Si vive en Hogsmeade no creo que le haya dado muchos problemas. Es Auror a fin de cuentas. —Puso un punto en el texto, releyendo rápidamente antes de tenderle la carta a Daire. —Dígame si está correcto. Mientras, tengo una pregunta.

Posó la punta de la pluma sobre el tintero para deshacerse del exceso de tinta y después la posó a un lado con cuidado. Tenía las iniciales W. M. grabadas elegantemente, y sus ojos oscuros se detuvieron ahí brevemente antes de levantarse. Parecía tener dificultades para estarse quieta.

—Parece que el asunto apunta a que Pawl fue un cómplice involuntario. Aún así... ¿Podría ser él el que se hizo con la criatura? ¿El que la controlase? Trabaja para el Departamento adecuado, después de todo.

Daire se encogió de hombros.

-Por poder... El tipo es una eminencia en lo que a criaturas mágicas se refiere... Aunque principalmente con seres, lo que excluye a nuestros dos sospechosos. Lo que no sé es si tiene contacto frecuente con el Santuario.

Nicholas asintió en señal de comprensión ante la respuesta de Raine, pero no contestó inmediatamente a su pregunta, manteniéndose unos segundos en silencio hasta que el ascensor paró en una nueva planta. Empleados y las diversas cartas y memorandos que volaban entre departamentos entraron y salieron, produciéndose un murmullo en el que Nicholas volvió a hablar, aún con la vista en el frente:

- Sí - respondió con parquedad - Hemos hablado. 

Giró entonces ligeramente la cabeza para cruzar su mirada con la de la mujer, intentando leer su expresión. Había decidido confiar en Lizeth pero, ¿hasta que punto podía confiar en Raine y los otros?... El tal O'Connor no parecía demasiado peligroso, y de Kane, aunque no hubiera trabajado anteriormente con él en persona, no tenía malas referencias en su trabajo como mago golpeador, un cuerpo respetable. Pero Doe le generaba más dudas. Le costaba imaginar el motivo por el que McNutt aprobaría la designación de una "inefable en pruebas del Departamento de Misterios", como había dicho Lizeth, para una investigación como aquella. Había varias piezas que no le encajaban en ese puzle.

- El informe está en la segunda planta, si quieres pasar a recogerlo - añadió finalmente, volviendo a dirigir la vista adelante. Allí sería más sencillo buscar algún lugar más discreto para hablar, y él igualmente pensaba dirigirse allí para comenzar sus investigaciones. 

Arthur hizo crujir los nudillos mientras escuchaba atentamente. Después hizo crujir la espalda, el cuello y las muñecas. Tenía más de sonajero que de mago golpeador.

—Alle... La señora Pawl no ha notado nada inusual en Marcus estos días, y aunque suelen llevar vidas muy independientes se me haría raro que alguien le hubiese lanzado una maldición Imperius y ella no se hubiera dado cuenta. La poción multijugos ya es otra cosa, porque si Marcus no era Marcus visitar a los centauros se habría vuelto peligroso—Miró a Daire—. Vamos, Cuidado de Criaturas Mágicas no era mi fuerte pero digo yo que siendo seres tan reticentes y perceptivos habría sido muy arriesgado intentarlo.

Hizo memoria, enfadándose con una baldosa muy concreta del suelo.

—En casa, Marcus dedicaba mucho esmero a apuntar fechas e incluso horas de sus encuentros con las colonias. Lo apuntaba todo... hasta hace dos días—Se encogió de hombros—. También es una pista débil, pero si le han suplantado quizás encontremos algo en su despacho.

—Eché un vistazo esta mañana antes de reunirme con ustedes, pero ahí tenía muy poco claro qué andábamos buscando. Después ha estado cerrado. Yo no vi nada particular pero, de nuevo, la razón por la que prefiero que a él lo investigue otra persona es por mi imparcialidad, así que si tienen un momento quizás podrían echar un vistazo hasta que regresen Doe y Fawley. Y de paso pueden buscar una lechuza para enviar esta carta —dijo, cerrando el sobre para ponerle el sello ministerial antes de tendérsela.

Al oír la respuesta de Fawley me quedé en silencio, sin inmutarme cuando la gente entraba o salía y dedicando algún saludo discreto si veía a alguien conocido. Daba por hecho que seguiríamos callados hasta llegar al piso adecuado, pero finalmente el auror habló de nuevo. Lo miré un instante, y aunque no supe cómo interpretar su forma de observarme asentí.

—Pasaré ahora entonces —afirmé, apreciando su discreción.

Después de aquello volví a mirar al frente. Que Fawley hubiera encontrado a la antigua dueña —por llamarlo de algún modo— del objeto abría nuevos caminos, eso estaba claro. Y además demostraba que no era tan inútil como me había figurado al principio, cosa que era de agradecer.

Daire cogió la carta con un aleteo de la mano.

-Hecho. ¿Necesitamos llaves, o bastará con un hechizo?

—¡Genial!—Gritó Arthur con un ímpetu exagerado. Tiró de la cadena metálica enganchada a su bolsillo hasta recuperar un pequeño reloj que abrió, consultó y volvió a cerrar dándose cuenta de que no tenía ni idea de cuándo volverían Doe y Fawley. Tampoco lo preguntó antes de girarse hacia Daire—Bueno, ¿pues vamos?

Lizeth miró unos segundos a Arthur, descompuesta por aquella reacción tan impetuosa y ciertamente inesperada. Después sacó del bolsillo del chaleco una llave plateada que le tendió a Daire y los dos magos pusieron rumbo al Cuarto Piso.

Unos segundos más tarde, el ascensor dejó de moverse en vertical para hacerlo de forma horizontal, obligando a varias personas a agarrarse de las sujeciones que colgaban del techo. Las puertas se abrieron tras una parada brusca en la segunda planta del Ministerio de Magia. Doe y Fawley se vieron envueltos momentáneamente en colorida amalgama de túnicas que entraban y salían, justo para ver llegar a O’Connor y a Kane.

La energía de Kane parecía alimentar al ya de por sí enérgico Daire, que más que zancadas parecía ir dando brincos por los pasillos del Ministerio. Cuando se cruzaron con los otros dos, parecía estar soltándole alguna clase de monólogo al pobre Arthur. El cómo la conversación había derivado ahí en el corto trayecto desde el despacho de Monroe, era un misterio.

-... de todo Londres, sin bromas. Si no te importa la carne un poco correosa, claro. Pero lo que gana son los acompañantes, y el lu... ¡Doe! -su cara de iluminó visiblemente al toparse con la semiveela-. Fawley -visiblemente menos ilusionado al ver a su acompañante, se detuvo frente a ellos, probablemente obstruyendo el paso del que fuera detrás-. What's the story?*

Nicholas asintió con la cabeza ante las palabras de Doe, cruzándose de brazos y no dispuesto a hablar más hasta que llegaran a su destino. Aunque no conociese aún bien su función, era una nueva pieza en el tablero, y eso abría más posibilidades. Y podría comprobar de primera mano si era capaz de hacer el trabajo.

Con lo que no contaba, era con toparse con O'Connor y Kane al salir del ascensor, cuando habían llegado a la segunda planta. El destino parecía conspirar contra Nicholas aquella mañana. Sólo faltaba que Lizeth le estuviera esperando a las puertas del archivo. 

- Señor O'Connor. Señor Kane - saludó con un ligero gesto de cabeza, tras intentar evitar durante unos segundos la mirada del jovial irlandés, sin mucho éxito. Dejó que Raine contestara a las trivialidades de Daire si quería, y a continuación les lanzó una mirada de entendimiento, pretendiendo que captaran que no era buena idea ponerse al día delante del ascensor. Al menos, mientras no pudieran confirmar que nadie en el Ministerio estaba involucrado - Si ya han terminado su trabajo, ¿les importaría seguirme unos minutos?

Lo cierto es que empezaba a impacientarme un poco por llegar a la segunda planta cuando aquello, finalmente, sucedió. Me dispuse a salir junto a los demás magos y brujas que abandonaban el ascensor, justo cuando vi a los otros dos miembros de nuestro equipo, por llamarlo de algún modo. Ya sólo faltaba Fawley —la otra Fawley— para no tener que explicar más de una vez lo que había descubierto.

Al oír el saludo de Daire fue inevitable dibujar una breve sonrisa. Si algo me gustaba de los irlandeses que conocía, era su naturalidad.

—Hola de nuevo —lo saludé, recuperando un semblante totalmente profesional. Entonces hice un gesto con la mano hacia el pasillo antes de hacer una petición evidente—. Dejemos espacio para el tránsito—enuncié, apartándome ya a un lateral del pasillo. No esperaba decir nada más, al menos hasta que no hubiera oídos indiscretos cerca, pero la petición de Fawley terminó de aguijonear mi curiosidad.

—Yo le acompaño —aseguré, pudiendo hablar más claro que un par de minutos antes.