Partida Rol por web

John te escucha atentamente, con respeto. Cuando pronuncias el nombre de Rupert Grant permanece pensativo, en silencio mientras le da una larga calada a su pipa. Finalmente cuando te responde, te sorprende su respuesta.

-Vaya, Humphrey, resulta que ese nombre me resulta familiar. Ya es casualidad pero ese caballero trabajaba en un banco, pero no le conozco por esa razón. Sino porque ese pobre diablo lo perdió todo y se dio a la bebida. Así fue como lo conocí, en un pub de mala reputación no muy lejos de aquí. Se llamaba "La flor y nata". Un nombre muy irónico para un tugurio situado en el puerto.
Me contó su historia, pero no la recuerdo. Eso fue hace años, pero era muy triste, una tragedia familiar... si mal no recuerdo.

¡Que casualidad tan afortunada!. No sé como agradecerle esa información, me facilita mucho las cosas y no hay necesidad de molestar al camarada y poder poner en peligro su posición - la verdad es que no me esperaba un golpe de suerte de este calibre - Dígame, ¿no recordará por casualidad también el nombre del banco en el que trabajaba?.

Decidí tratar de apurar todo lo que pudiese esta fuente inesperada de información. Ya tenía una primera pista que seguir. Conocía el lugar - antro más bien - al que había hecho referencia John. Las mujeres que se dedicaban al que decían el oficio más antiguo del mundo le provocaban una tristeza y una depresión que hacía que no las frecuentase. No pasaba lo mismo con algunos compañeros de partido, a los que había acompañado a ese lugar.

El caballero continúa fumando de la pipa, intentando recordar.
-Me temo que no sé nada más. Ya es casualidad que recordará su nombre, pero es que tuve que subirlo al piso superior donde le esperaba su esposa. De no ser por ese detalle seguramente no lo recordaría.

¿y dice usted que lo acompañó al piso de arriba donde le esperaba su esposa? - pregunto extrañado - ¿vivía encima de ese sitio o acaso...?

La otra posibilidad que se me ocurre es que su mujer se dedicase a la prostitución o que fuese la dueña del local, pero no me parecía oportuno formularlas a viva voz y preferí darle pie a John para que fuera un poco más explícito
 

-Oh, no. ¡Por Dios! - exclama john ruborizado casi escupiendo la pipa que tenía en los labios. En aquella época el pub "La flor y nata" no era más que eso, un pub barato. Es hoy en día cuando se ha convertido en un burdel donde sirven licores aguados. Tan solo ayude a aquel señor a volver a su casa.

Perdón, no he querido ofender - respondí al pronto - Es sólo que me desconcertaba un poco. ¿Recuerda usted donde vivía?.

Hice una pequeña pausa - Perdone si lo atosigo con muchas preguntas y parezco un poco ansioso. No quiero agobiarle, solo intento buscar a la familia de este hombre y que puedan reclamar sus restos para darle un entierro digno. Además, sé que conservaba con cariño un reloj de bolsillo y si es un recuerdo familiar, debe volver a los suyos, no acabar en los bolsillos de sabe Dios que clase de médico sinvergüenza que se dedice a robar a aquellos que lo han perdido todo, hasta la vida.

-Pues vivía en la parte superior del pub, en una de las habitaciones. Ya se lo he dicho antes, Humprhrey - te responde mientras se prepara una calada de la pipa. Recuerdo ese reloj de pulsera, pesé a estar arruinado conservaba ese objeto que aún poseía cierto valor. Supongo que la esposa quera recuperarlo.

John da una larga calada a la pipa, apurándola al máximo, y termina expulsando el humo por encima vuestra. Las voces se oyen a vuestro alrededor, alguien esta hablando en voz alta.

Cierto, cierto John - contesto rápidamente - pero quería convencerme de que le había entendido bien. No quiero que por mi torpeza se me escape un dato importante.Dejeme que le haga un resumen y le ruego que me corrija si estoy equivocado en algo: el señor Grant trabajaba en un banco, lo perdió todo y se dió a la bebida y vivía con su esposa en una habitación en la parte superior del pub "la flor y nata". ¿es correcto?.

Casí me voy poniendo en pie a la vez que le formulo esta recopilación de los datos que he entresacado de nuestra breve pero muy productiva conversación. Tengo ganas de compartir mis descubrimientos con mis compañeros de sueños y que nos pongamos manos a la obra para seguir la pista.

Creo que deberíamos ir el marinero y yo. Ese lugar no es adecuado para un niño ni para una mujer. El ruso o Yeats nos pueden acompañar, parecen personas bregadas y con los que se puede contar para cualquier cosa - voy pensando en el siguiente paso que tenemos que dar, si bien parte de mi atención empieza a estar distraida con las voces que se oyen.

Poco a poco el murmullo de voz a vuestro alrededor va menguando mientras la voz principal que se escuchaba antes ahora se distingue aún más. John te confirma tus suposiciones mientras se pone en pie y se asoma al jaleo de la sala. Por inercia le acompañas, y desde el pasillo podéis ver como la gente se ha amontonado alrededor de un señor que esta subido encima de una caja. El resto de la gente permanece en silencio, escuchando atentamente al locutor.

-Camaradas. Ha llegado nuestra hora, el momento de que el pueblo se alce y luchemos unidos. Los patrones de la fabrica ganan mucho dinero gracias a nuestro trabajo, pero a nosotros nos entregan un misero jornal. ¡ESO NO ES JUSTO!
En 1881 nos visito el maestro anarquista Kropotkin. Su sueño no se pudo fraguar, aún no era el momento. Pero ahora ese día esta mucho más cerca. Es la hora de que las organizaciones obreras también se conviertan en grupos clandestinos orientados a la acción violenta. ¿Quién de entre vosotros esta dispuesto... ¡A LUCHAR!?

La gente responde de dos formas, gritos de entusiasmo y miradas de recelo. John es de los del segundo tipo, se limita a observar y callar.

La soflama incendiaria hace que a Humphrey le hierva la sangre y arda en deseos de unirse al grupo. Su espíritu está con ellos pero por suerte o por desgracia, es una persona reflexiva, que siempre procura tomarse un momento para pensar las decisiones que tiene que tomar.

Así pues, pasado ese momento de fervor revolucionario que casi lo impulsa a unir su voz al coro de enfebrecidos camaradas dispuestos a apoyar la acción directa, Humphrey comprende que él no es un hombre de acción, sino más bien un pensador y un propagandista. Dejará que otros ocupen su puesto en la vanguardia revolucionaria y el contribuirá con su pensamiento a fundamentar las acciones y con su voz a difundir el mensaje que éstas pretenden llevar.

Al observar a John comprende que éste tampoco es un hombre de acción y Humphrey se solidariza con él. Quizás sea el momento de efectuar una discreta retirada...

Mientras algunos valientes se juntan en la zona central son muchos los que deciden alejarse. En una silenciosa procesión proceden a recoger sus cosas y abandonar el lugar. John te hace un gesto para que le sigas, y mientras se pone el abrigo y recoge algunos libros habla contigo.

-Humphrey, yo me voy a casa. Ya estoy demasiado mayor para estas cosas. Si desea quedarse aproveche la ocasión. ¿Puedo ayudarle en algo más?

Se oye el murmullo de las voces en el centro de la sala. Están hablando de atacar a la autoridad, sugiriendo objetivos, formas de actuar, etc...

Aprovecho la ocasión que me brinda John para escabullirme de allí:

Le acompaño. Mi corazón está con ellos, pero creo que soy más útil con mi dialéctica que para la acción directa. -  recojo mi abrigo y estrecho su mano - 

No sabe como se lo agradezco, me ha ahorrado un montón de tiempo y de complicaciones. Por favor, si se acuerda de algo más, ya sea el nombre del banco o cualquier otro detalle, hágamelo saber John. Ahora lo dejo, no quiero robarle más tiempo del que ya me ha dedicado generósamente.

Me marcho del sindicato, mis pies caminan ligeros, llenos de optimismo. No esperaba mucho de esta visita, más alla de que fuese un primer paso en una larga investigación, pero ha resultado muy provechosa.

"La flor y la nata", vaya un nombre para un tugurio infecto - meditaba mientras me encaminaba al lugar de reunión - Estaba en los muelles, quizás el marinero que había en el grupo lo conozca también. En cualquier caso, será prudente ir acompañado. Desde luego no es lugar para que vaya una mujer como la señorita MacGuffin ni el chaval, aunque parece ser bastante despierto y acostumbrado a la vida en la calle. Lo más prudente será que vayamos los hombres.

Abandonas la reunión dejando un gran tumulto detrás. Sabes que el movimiento esta empezando a ser importante, y no para de unirse más gente. Con una sonrisa en el rostro te alejas por las frías calles del Londres victoriano cuando escuchas una voz conocida. En un pub cercano hay un grupo de muchachos que conoces de la fabrica, al verte vienen hacía ti tambaleándose. Es evidente que van bastante perjudicados por el alcohol.

-Humphrey, buen amigo. Necesitas tomarte una pinta con nosotros, ¡Ahora mismo!
-Si, lo necesitas. Lo sabe todo el mundo.
-Vente, muchacho. Tienes pinta de no haber dormido bien últimamente, ni de haberte divertido.

Del interior del pub te llega el sonido de un piano, y la gente esta cantando el coro de una popular canción de la época.

No tengo mucho tiempo - reflexiona Humphrey rápidamente - pero me parece que va a ser más rápido seguirles un poco la corriente que ponerme a discutir con ellos.

Está bien, muchachos. ¡Pero sólo una, eh! que me aguarda una dama y no quiero hacerla esperar demasiado.

Y entro con ellos, en la esperanza de poder escabullirme en cuanto pueda.

Una cerveza aguada y negra sale directamente de un barril. Hacéis un fondo común y compráis uno de esos barriles, por un momento puedes desconectar y disfrutar de la compañía de tus amigos. Estos te hablan de sus sueños e ilusiones, tal vez algún día el mundo sea un lugar mejor y con mayor igualdad entre las personas que allí lo habitan.

Ésta es mi gente - pensé con satisfacción mientras levantaba otra pinta más - donde pertenezco, el motivo de toda mi lucha y mis desvelos.

Esta situación no era nueva para Humphrey. Prometía que solo se iba a tomar una y luego acababa a altas horas de la noche. Por suerte, esta vez estaba encajando bastante bien el alcohol y no se notaba afectado.
 

Disfrutas de un rato agradable junto a tus camaradas. Las cervezas y la conversación te hacen más bien que todas las sesiones de terapia de grupo que llevas hasta ahora. Aunque sabes que cuando mañana se te pase el efecto del alcohol todo va a ser mucho peor.

El reloj de una iglesia marca las campanadas. Eso te recuerda los últimos sueños que has estado teniendo, y que habías quedado con tus compañeros esta noche.

El tañido me devuelve a la memoria mi cita con mis nuevos compañeros, que si bien no me son tan queridos como estos, si que estoy embarcado con ellos en algo importante.

Amigos, ha sido un placer estar con vosotros y hacía tiempo que no me lo pasaba tan bien. Sin embargo, una dama me espera, de manera que me despido. Que tengáis buena noche.

Tras lo cual, deposito mi jarra en la barra y me encamino al lugar acordado.

Intentas abandonar el lugar pero tus amigos no te dejan. Insisten en que si vas a ver a una dama debes tomar al menos una pinta más de cerveza si no quieres espantarla. Insisten tanto que te cuesta deshacerte de ellos.

Podrías engañarles y abandonar el lugar, o quedarte a tomar una ronda más. O cualquier otra opción que se te ocurra.

A pesar de mis reticencias, estoy tan agusto que me dejo convencer - Vale, la última y me voy. ¿No querreis que quede mal con la dama, verdad? - les digo entre carcajadas.