Partida Rol por web

«Cierto» concordó Elynea con un suspiro en su fuero interno «¿Qué sería de las ruinas dwenmer sin su clásica población de artefactos psicópatas y bichos tenebrosos?»

—Pues entonces supongo que tendremos que buscar a quien se haya quedado sí o sí—dijo volviéndose al resto—. Sugiero empezar primero por la que "en teoría" debería ser más fácil de alcanzar. Y digo "en teoría" porque en alcanzarla se termina lo fácil: los osamenteros son una especie de esqueletos negros provenientes del Recordatorio de Almas. Son inmunes al frío, son resistentes al daño salvo si se les golpea con magia y con algo contundente y tienen la desagradable costumbre de drenar las fuerzas de aquellos a quienes tocan. Ah, y antes de que nadie me recuerde de que soy clériga: también son resistentes a la expulsión.

Miró de nuevo al anciano.

—Iba a preguntar si sabía por casualidad dónde se encuentra la tienda de la tal Valaste pero ¿supongo que nos valdrá con seguir la premisa de "la que más adornada esté y porteros más no-muertos tenga"?

En realidad el único motivo que la hacía pensar en Valaste antes que en Irvulil era que este estaría seguramente en primera línea de fuego, todeado de thalmors y con aquel cacharro asesino dwenmer rondando. Y no quería saber nada de estar rodeada de thalmors y con aquel cacharro asesino dwenmer rondando si no era estrictamente necesario.

Lo que esperaba, al fin y al cabo. Reilien y ese Ancano no estarían solos, y los ingenios dwemer seguían funcionando tras todos aquellos siglos, convirtiendo el saqueo de sus ruinas en una actividad a menudo más arriesgada que lucrativa.

Se lo agradecemos, anciano. El guardia rojo inclinó el cuello en una breve reverencia. Ojalá pudiéramos hacer más por vosotros. No solo los elementos iban a interponerse en la huida de los magos. Cuando el combate concluyera, los thalmor regresarían al campamento y encontrarían las jaulas vacías. Desprovistos de sus conjuros, cómo iban a ser capaces de defenderse, cuando enviaran partidas de caza tras ellos.

Ojalá pudiéramos permitirnos dudar.

Si debía elegir entre soldados thalmor y criaturas no muertas, Khaled escogía las segundas. Por desgracia, sospechaba que sería el azar quien tomara la decisión por él. Aunque ambos, Irvuil y Valaste siguieran en el campamento, no podían permitirse registrarlo a conciencia. El primero que encontraran sería el desafortunado de cuyo cubo tendrían que apropiarse.

Suponiendo que esos osamenteros estén a la vista, replicó cuando Elynea concluyó su explicación. Pero coincido, no será difícil localizar las tiendas de mando.

Fjorda no dijo nada. Una cosa era enfrentarse a algunos Thalmor aislados, y otra infiltrarse en un campamento militar. Sería muy difícil, y por si fuese poco, no muertos y artefactos enanos que viajaban en el tiempo para liar más la cosa.

Dejó que los demás hiciesen planes, sus ofertas no eran demasiado bienvenidas habitualmente, así que acataría lo que decidiesen.

Con todo, ella personalmente hubiese preferido intentar robarlo sin hacer ruido antes que un enfrentamiento directo en el que tendrían todo que perder.

—Todos tenemos claro a quién buscar—asintió K’Dan mostrando su acuerdo con ir a por Valaste—. Aunque antes deberíamos dedicar unos minutos a cómo afrontar la situación. Iruviil siempre será un problema porque estará rodeado de soldados y el factor sorpresa será imposible, pero con Valaste si podemos hacer un plan.

El khajita se acarició los bigotes pensativo.

—Elynea, si esa mujer muere, ¿los osamenteros caerán con ella? Porque si es así podría hacer de cebo para atraer su atención. Khaled y sobretodo Fjorda tendrán más posibilidades de cogerla por sorpresa y acabar con ella rápidamente.

—Me temo que no soy asidua a invocar no-muertos así que no tengo ni idea—confesó Elynea encogiéndose de hombros—. Pero un plan nunca sobrevive al contacto con el enemigo, de modo que centrémonos en lo que sí sabemos y tengamos cuidado.

No, añadió el guardia rojo. Habrá que lidiar también con los osamenteros.

La información de Caladrius no sugería que los no muertos fueran meras invocaciones, traídos al Mundus durante unos violentos instantes. Era más probable que fueran atados o creados, y siguieran sus órdenes incluso tras su muerte.

A menos que alguno de vosotros sea capaz de encontrar el cuboy llevárselo sin que se dé cuenta esa thalmor, tendremos que pelear.

- Yo podría intentarlo... Habría que ver si tengo una ruta de escape pero podría intentarlo. Soy menuda y no hago mucho ruido al caminar.

—Suponiendo que no lo lleve encima—suspiró Elynea con fastidio. Una vez había conocido a un tipo en Ventalia pero proveniente de Riften que aseguraba ser capaz de quitarle a alguien los pantalones mierntras los llevaba puestos. Claro que también estaba totalmente borracho. Pero por algún motivo el tema le había recordado aquella chorrada—Bueno, como sea. Antes de nada aún hay que encontrar la tienda así que venga, movámonos.

No resultó difícil encontrar las tiendas de mando. Tal y como esperabais, destacaban por su tamaño. Además, habían levantado una estructura de madera y la habían cubierto de alfombras para separarlas del frío suelo del norte. 

Disteis gracias a los Divinos por escuchar vuestras plegarias cuando, plantado delante de la entrada de la tienda, visteis a un esqueleto de huesos negros como el ébano. Sus ojos relucían con un fuego blanco, y blandía dos espadas cortas.

Las tiendas de los oficiales fueron fáciles de encontrar. No solo eran pabellones, de mayor tamaño que las tiendas de la soldadesca, sino que se alzaban sobre un andamio de maderos que las elevaba por encima del resto del campamento.

En la entrada, confirmando las sospechas de Elynea, uno de los osamenteros hacía guardia. Se lo reconocía por su esqueleto del color de la antracita y las luces blancas que brillaban en las cuencas vacías de su calavera. Cuántos más como ese hay dentro.

¿Crees que eres capaz? preguntó a la bosmer. No dio más explicaciones, pues era evidente a qué se refería. Desde su punto de mira, cualquier estrategia pasaba por echar mano de las armas, pero el subterfugio y el sigilo nunca habían sido herramientas de las que hiciera uso. Delphine, o su propio padre, hubieran encontrado otra manera.

- No lo sé, generalmente puedo esconderme de vigías, aunque también generalmente estos tienen ojos y no cuencas vacías. Pero puedo intentarlo...

—Tu decides Fjorda—dijo el khajita—. Si las cosas salieran mal yo puedo intentar quitar de en medio a ese osamentero para que Elynea y Khaled puedan asistirte rápidamente sin problemas.

El esqueleto tenían un aura inquietante, casi atemorizante. Con sólo verlos uno podía saber que se encontraba ante un enemigo formidable, pero por suerte Elynea ya les había contado lo que un osamentero era capaz de hacer y eso llegado el caso podía ser una ventaja significativa.

—Si no lo ves claro, siempre podemos "pegarle una patada a la puerta"—dijo con una socarrona sonrisa.

- Creo que lo intentaré, a ver si hay suerte y podemos superar el combate sin bajas, la misión principal no este campañemto, a pesar del placer que me daría verlo reducido a cenizas, la misión principal es algo así como evitar dos colapsos del mundo diferentes ¿no? Voy a reconocer un poco el terreno

pero necesitaré un mapa para intentar algún tipo de estrategia.

No sé. La situación es bastante simple en mi cabeza, pero supongo que podría hacer un esquema:

—Es una tienda de lona, no un maldito castillo, sólo tiene una entrada—se desesperó Elynea—. Y pasar entre las piernas del osamentero a ver si no se dá cuenta no parece muy buena idea.

Miró de nuevo hacia la plataforma de madera.

—Os recuerdo que el campamento está en pie de guerra, no creo que Valaste esté precisamente limándose las uñas en un arrebato de ocio. Ni que una maga, o nigromante, o lo que sea que se precie no haya tomado medidas para evitar que cualquiera se le cuele por debajo del toldo de la parte de atrás.

Pese a que no lo sabía porque no estaba dentro de su cabeza, pensaba lo mismo que Khaled: para ella aquella situación era imposible de resolver sin golpes. A menos que la alto mando thalmor fuera una completa inepta y estuviera echándose una siesta. Que ojalá. Pero nunca tenían tanta suerte.

Khaled se encogió de hombros. No sería lo más extraño que he visto.

Desconocía las capacidades de la profesora, aparte de su pericia en combate, pero era lo bastante veterana como para juzgar sus propias posibilidades.

Si vas a hacerlo, es el momento. Todavía se escuchaban los ruidos de la reyerta. Todo sería inútil si no alcanzaban Imrarlatz antes de que los thalmor repelieran al guardián de las ruinas. Estaremos atentos para intervenir, en caso de que te descubran.

- Siempre puede suceder que ella no esté en la tienda... Y que se sienta tan segura en su campamento que no haya puesto alarmas mágicas. Es improbable, pero no perdemos nada probando.

Nada más decir eso, Fojrda caminó hacia una sombra cercana y allí pareció desvanecerse, aún podían verla, era evidente por donde caminaba, pero se hacía "difícil" verla en realidad, de hecho si uno la apuntaba con un arco no estaría muy seguro de a donde debería apuntar.

Entre eso y que caminaba con mucho cuidado, se acercó a la parte trasera de la tienda, donde clavó el oído en la tierra. Después en una de las barras que sujetaban la tienda, y después en la misma tienda, esperando escuchar algo. Lo único que consiguió fue meterse algo de tierra en el oído, por lo que, dado que no tenía prisa, se sacó la tierra con cuidado, y lo intentó de nuevo.

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