Partida Rol por web

Khaled se sirvió un vaso de vino y se lo bebió de un trago, sin molestarse en saborearlo. No era más que vino de la última cosecha, nada que mereciera la pena paladearse.

Jodidas posadas…

Tenía sentido que fuera en las tabernas y posadas donde se ocultaban las sedes locales de los grupos de interés. En ningún otro lugar se movía más gente a lo largo del día, especialmente forasteros. Nadie se extrañaba si gente que nadie había visto nunca aparecía y desaparecía, no había razones para sospechar. Y justo por eso es demasiado sospechoso.

Khaled ya estaba pensando en poner patas arribas La Yegua Abanderada cuando llegaran a Carrera Blanca, por si albergaba una célula de la Hermandad Oscura. O una capilla a Dibella, si tengo suerte.

La historia que les contó Valga no parecía tan descabellada después de ver a un dragón como lo hubiera parecido dos día antes. Y el problema, si la mujer estaba en lo cierto, era real y grave. No tan grave, empero, como el que les ocupaba.

—Lo imposible nos persigue —gruñó, masticando un bocado de frustración—. Las cosas se nos han complicado, mucho, desde que oímos de los vampiros, Valga. ¿Qué os ha impedido acabar con los vampiros hasta ahora?

Khaled torció los labios y miró a Suro. Para él no se trataba de una simple elección entre la amenaza menor y la amenaza mayor.

—¿Sabéis sobre otros miembros del nido, aparte de esa Zanglezra?

Al khajita le sorprendió lo del reservado, pero cuando pulsó el botón secreto comenzó a desconfiar de lo que estaba ocurriendo. Cauteloso, K'Dan se llevó la mano a la empuñadura de la espada pero al ver el emblema se la Guardia del Alba se volvió a relajar. Eso sí todo el buen humor que tenía de esfumó tan rápido como había aparecido.

Demasiado bueno para ser verdad.

K'Dan se sentó y escuchó la historia de Valga, era interesante pero suponía un escollo para lo que tenían entre manos. No era lo mismo un nido de vampiros que un nido de... ¿vampiros-lobo? ¿vampiro-licántropos?

¿Tendrán esas cosas un nombre?

—Yo tengo una. ¿No hay un día sin que ocurra nada anormal en Skyrim?—dijo con sarcasmo.

Antes de que le dieran una respuesta miró a Khaled y respondió a su pregunta

—Diría que la falta de efectivos para poder realizar un ataque contra el nido de vampiros—giró su cabeza para mirar a la posadera—. Por eso nos habéis hecho bajar, ¿no?

—En realidad ha sido por la... —Elynea carraspeó diplomáticamente—... contraseña, ya sabes. Carcette dijo que para acabar con ese nido es necesaria la ayuda del mejor cazador de vampiros de Tamriel, y que lo conocía.

Miró a Valga de nuevo, por supuesto "ella sabría qué hacer". Aunque lo que les había contado era precisamente que la cosa se les iría de las manos como no actuasen pronto... y tampoco es que le extrañase con abominaciones lupino-vampíricas deambulando por ahí.

—Aparte de lo que acaba de preguntar Khaled, ¿quién es ese hombre? ¿Asumo que está al tanto de esto?

- Había... una mujer, una guerrera humana, nórdica,  con tatuajes en el rostro... Ella entró en el nido de vampiros, no sé si en ese o hay alguno más. Un joven iba con ella, él no era un aventurero, el joven salió pero ella no. ¿Habéis oído algo de ella? 

Suro había estado escuchando con atención, mientras aspiraba la pipa lentamente, había comido frugalmente pero no había bebido nada más que agua. 

—Exacto, la dunmer me dio la contraseña que sólo aquellos que apoyan a la Guardia del Alba conocen. Aunque es obvio que no sois aún miembros de pleno derecho —contestó Valga—. En fin, me alegra saber que La Custodio da por fin pábulo a nuestra organización. 

Valga bebió un sorbo de vino de su copa.

—Quizá no lo sepáis, pero La Guardia del Alba se escindió de los Vigilantes de Stendarr. Nuestra organización es aún joven y estamos reclutando nuevos miembros y trabajando en la infraestructura. Como vuestro amigo khajiita ha supuesto correctamente, no estamos sobrados de efectivos. Pero tenemos los suficientes como para haber actuado antes. Si no lo hicimos fue debido a que su anterior líder, un imperial autoexiliado llamado Crassius, nunca fue una amenaza real para la gente de Falkreath. Aún a día de hoy Crassius sigue siendo un vampiro que odia serlo, y un cobarde sin valor suficiente como para suicidarse. Nunca mostró interés en crear nuevos chupasangres y cazaba lo imprescindible para que su nido sobreviviera. Elegía a sus víctimas con cuidado: criminales, prostitutas, mendigos... gente que nadie echara de menos. Este nido nunca supuso un problema urgente hasta que llegara Zanglezra prometiendo a Crassius una cura que en realidad distaba mucho de funcionar. Ahora las cosas se han ido de las manos, el propio Crassius está desesperado, y actuar con presteza es primordial. Isran en persona (ese famoso cazador de vampiros del que hablas) está al tanto, y debería haber llegado a Falkreath al alba. Pero la niebla debe de haberle retrasado. Espero que sea tan bueno cazando licántropos como lo es cazando vampiros.

Suspiró.

—No sé qué habrá sido de la nórdica que describes, pero no la he visto entre los atacantes. Si los Divinos han sido misericordiosos con ella, estará muerta. Si no... probablemente la estén utilizando para experimentar "la cura" de Zanglezra. 

Lejos de sentirse impresionada por el "salón privado", Karin se sentía algo decepcionada. Adiós, taberna, adiós. Ni siquiera había podido cantar antes de enfrascarse en otra misión. Kyne, con lo bien que estaría en Sovngarde. En fin, tanto daba. Sacudió la cabeza un poco y escuchó a la tabernera, que parecía la tapadera de alguna organización tremebunda, por la autoridad con la que hablaba de ciertas cosas. Falkreath era una comarca demasiado lúgubre. En Carrera Blanca había política, pero uno se podía emborrachar sin vampiros, licántropos ni arsenales escondidos. Con razón estaban todos tan apagados. 

Por lo menos, la situación parecía lo bastante grave como para haber postergado la bebida.

- ¿Y eso no lo sabía nadie? - preguntó la bardo, suspicaz -. ¿Nadie, ni en la Mano de Plata ni en ninguna otra organización de esas que se dedican a cazar licántropos, vampiros e inocentes? ¿Es la primera vez que pasa? Es una...coincidencia interesante

Si se sumaba, claro, a la aparición del gran dragón de la muerte y a la muerte (que Karin no terminaba de creer) del Sangre de Dragón.

- Yo... iré con vosotros a cazar vampiros -Había vergüenza en la mirada cuando levantó la vista hacia los otros Thanes-. Lo siento, sé que el otro asunto es mucho más importante, pero simplemente me supera, yo no pinto nada en una guerra con poderes tan enormes y ancestrales, soy un tipo muy simple, sé hacer dos o tres cosas y esas las hago bien, y no creo que fuesen de utilidad en lo qeu tenéis por delante. Pero sí puedo ayudar bastante en la caza de no muertos, esa es una de las que sé hacer, y además... bueno, está el tema de Mjoll. Simplemente no puedo dejarla tirada. Iré con ellos a ese nido, y sacaré a la Leona de allí o moriré en el intento. No me asusta lo segundo, al fin y al cabo hoy ya he muerto una vez.

» Lo siento muchísimo, soy consciente de que esto es desleal, me avergüenza tomar una decisión tan... egoísta. Pero es que no puedo tomar otra -Suro tomó una profunda calada de su pipa-. Os deseo toda la suerte del mundo, os hará falta. Si salgo vivo y averiguo por donde andáis, trataré de volver con vosotros. Si no, iré a Carrera Blanca a avisar al Jarl de lo que ha sucedido, debe saberlo, y supongo que lo correcto es que fuese un Thane el que se lo comunicase.

—Como quieras, Suro...

Lo cierto es que a Elynea no le hacían falta explicaciones; no tenía la menor intención de arrastrar al batidor de una pierna para obligarlo a que fuese con ellos. Por una parte le preocupaba el asunto de los vampiros pero por otra sentía mucho más urgente y grave el de los dragones y aquel "agujero en el tiempo" que parecía haber surgido en Imrarlatz. Que él se quedara colaborando en lo primero quizá fuera un modo de "estar" en dos sitios a la vez.

Dentro de lo malo, tampoco estaba solo, se quedaba con los mayores especialistas en combatir aquellas cosas que había en Tamriel y era tal vez quien más motivos tenía para acudir al nido, personales concretamente. No es que le hiciera mucha gracia, pero no podía negárselo.

—Los demás me temo que tendremos que irnos mañana después de hablar con la administradora. Me habría gustado poder colaborar algo más pero de camino nos surgió algo que no podemos retrasar—admitió—. Espero que la Guardia del Alba pueda acabar con esas abominaciones sin que pongan difíciles las cosas.

¿Inocentes? Estuvo a punto de preguntar en voz alta al escuchar a Karin. Tenía curiosidad por conocer lo que había tras esa calificación, mas contuvo las ganas. Fuera lo que fuere, no era asunto para discutir en aquel momento.

La decisión de Suro no fue sorprendente. Llevaba años cazando a los no muertos de Skyrim, y esta vez estaba más involucrado que nunca. Los dragones podían haber regresado, pero volaban a demasiada distancia de su corazón.

—Quizás sea para bien—confesó—. Si uno de nosotros puede ayudar aquí, eres tú. Aunque sospecho que echaremos en falta tu arco si tenemos que volver a mirar hacia arriba.

Se volvió entonces hacia su anfitriona. La mujer había depositado esperanzas infundadas en la llegada del grupo.

—No quiero que esto te lleve a una confusión, Valga. No somos miembros actuales ni prospectivos de la Guardia del Alba —explicó, tratando de contextualizar el intercambio entre sus compañeros—. Nuestro encuentro y posterior colaboración con Carcette fue fruto del azar. Sí que pretendíamos ir a por vuestro nido de vampiros, incluso antes de conocer a la Custodio, pero como hemos dicho, nos han caído encima problemas más graves y urgentes.

K’Dan tenía claro a dónde tenían que ir, pero no habría culpado a los thanes de haber querido solucionar el problema de los vampiros después de la revelación de la bestia híbrida. Hasta él se sentía tentado de enfrentarse a esos engendros.

Pero Azurah no puede esperar.

—Lamentablemente carecemos del don de la ubicuidad—dijo el khajita arrastrando las palabras—. Si esos monstruos deciden atacar esta noche lucharemos mano a mano. En caso contrario, el arco de Suro tendrá que bastar de momento.

—Oh, ¿eres de esas? —le preguntó a su vez Valga a Karin—. Pues sí, ya hemos contactado con la Mano de Plata. Sus efectivos estaban en la otra punta de Skyrim, pero nos han enviado un cargamento de armamento de plata al que daremos buen uso. 

Suspiró.

—En fin. Gracias, Suro, por echarnos una mano. Vas a salvar muchas vidas inocentes —dijo haciendo énfasis en la última palabra—. Supongo que no tiene sentido que os retenga más. Volved al salón y pedid lo que necesitéis. Suro: estás invitado. Los demás tendréis que pagar. ¿Vale?

Descontáos 6 piezas de plata y contadme si vais a hacer algo más antes de acostaros y tener dulces sueños.
 

- Soy de ésas, y de bastantes otras - repuso Karin sin dejar que le afectara -. Pero no he querido ofenderte, anfitriona, y menos aún en tu casa, perdóname

Acto seguido hizo ademán de levantarse. Pero cayó en la cuenta de que se dejaba algo.

- Una última cosa, si me permites. ¿Han pasado por aquí unos Compañeros? Cazaban vampiros cuando los dejamos y podrían estar en los alrededores

Además, Thyra estaba totalmente enamorada de las historias de los licántropos. A veces, Karin pensaba que querría haber sido marcada con tal destino funesto. Sin duda una historia así atraería a la guerrera. Pero...¿Qué haría si Valga respondía afirmativamente? El encuentro con el dragón le había dejado muy marcada y, en cierto modo, había decidido hacer las paces con Thyra en previsión a morir de nuevo con sus pecados sin expiar. Pero avisar de lo que se había desatado era también importante, ¿Qué hacer? 

Khaled procuró ignorar lo que había tras las palabras de Valga. Era poco lo que podía hacer, y de naturaleza violenta. Tan solo lo que estaba al alcance de sus manos, habitualmente cerradas alrededor de la empuñadura de su espada. En esta ocasión, unas y otra estaban ocupadas.

Vació su jarra de un trago. Detuvo la mano a mitad de camino de la botella, si los vampiros atacaban esa noche, necesitaba que su cuerpo respondiera a todas sus instrucciones sin vacilaciones. Dejó un puñado de monedas en la mesa y aguardó a que sus compañeros concluyeran la conversación.

K’Dan entendió la molestia de la mujer, pero no podía hacer nada por ayudarla. Azurah le había llamado y él debía de acudir a su servicio.

—Si la situación con los vampiros es tan delicada deberíamos organizar turnos de vigilancia y tener a mano esas armas de plata—dijo antes de volver a la taberna—. Por mucho que estemos entre cuatro muros dudo mucho que eso detenga a esas bestias si esta noche vienen buscando sangre y si tenemos que luchar lo mejor será estar lo mejor pertrechados posible.

Una vez arriba el khajita se aseguró de disfrutar de la comida y la bebida y sobretodo del hecho de volver a dormir en una cama.

Suro miró a su anfitriona, aún eludía mirar a los ojos a sus compañeros, pero una vez tomada la decisión su rostro había cambiado, ahora volvía a ser alguien decidido que hacía planes para lo que tenía por delante.

- Entre ese cargamento de armas de plata ¿había flechas de plata?

Valga negó con la cabeza.

—No he visto a ningún Compañero. Tampoco es que supiera reconocerlos a todos —admitió la posadera, sin hacer ninguna referencia explícita a las disculpas de Karin.

Asintió a continuación a lo que dijo K'dan.

—Pues sí, yo misma haré un turno de vigilancia —dijo con una fugaz sonrisa—, y me encargaré de que tengáis armas de plata en vuestra habitación: flechas, espadas, ... lo que necesitéis. Lamentablemente no podéis llevároslas si no vais a formar parte de la Guardia del Alba. Tendréis devolverlas cuando os marchéis. 

»Oh. Antes de que se me olvide. Como los murciélagos del mundo animal, estas criaturas están casi ciegas y se orientan por unos chillidos que nuestro oído no alcanza a percibir. Pero si disponéis de algún conjuro de silencio, anularéis de tal forma su modo de orientarse que serán blancos fáciles.

Un agudo y espantoso chillido rasgó la tranquilidad de la noche. Se oyó otra vez, más cercano, y una más, vibrando en vuestros oídos y horadando vuestros cerebros como una aguja. 

Os levantasteis de vuestra cama de un salto, aún aturdidos y con el corazón latiéndoos a gran velocidad en el pecho. Cogisteis el arma de plata que Valga os había dejado en vuestras respectivas habitaciones y os precipitasteis a la sala común. Valga estaba despierta, con la gran ballesta dwemer apoyada en el mostrador y la mirada fija en algún punto del techo. Abrió la boca para decir algo y de pronto el techo se hizo pedazos. Cuatro monstruosas figuras, como murciélagos enormes, planearon hasta el suelo.

Elynea tiene memorizado un conjuro de silencio que, tal y como os ha dicho Valga, va a trivializar el combate entero. De modo que esperad a que postee ella y después podéis narrar el combate a vuestro gusto, sin tirar un dado. 

Elynea pegó tal salto en la cama que un poco más y le dio para aterriza de pie en el suelo. En lugar de eso, agarró la espada de plata prestada junto a su escudo y salió medio dando tumbos medio corriendo por el pasillo. Por supuesto, ¡demasiado pedir era una noche tranquila!

Llegó a la sala común sólo para mirar con los ojos como puños a aquellas aberraciones que acababan de atravesar el techo. Dentro de lo malo, los chillidos estridentes que soltaban la hicieron recordar lo que Valga les había dicho hace apenas unas horas de modo que rápidamente murmuró algo y trazó un par de pases.

Cuando señaló hacia donde habían aterrizado aquellas cosas, una de sus manos se iluminó bajo el mitón y los chillidos enmudecieron de golpe, haciéndose el silencio.

Elynea lanza Silencio.

Suro estaba prácticamente despierto cuando la guerra se desató. Sin pararse a pensar corrió al otro lado de la sala buscando el mejor ángulo, y soltó una flecha dirigida al pecho del horrendo murciélago.

K’Dan se levantó sobresaltado al escuchar el chillido con la sensación de que el corazón iba a salirle por la boca. Automáticamente el khajita cogió sus armas y con las venas repletas de adrenalina salió hacia la sala común.

Cuando vio a las criaturas planeando K’Dan abrió muchos los ojos, asombrado ante los monstruosos seres que tenía ante él. Por suerte su instinto era más fuerte que la impresión que sentía por lo que sin pensárselo, le lanzó su escudo a uno de los híbridos con todas sus fuerzas. Gracias a la magia de Elynea las criaturas estaban ciegas e indefensas y por lo que el híbrido no pudo hacer nada por esquivarlo, precipitándose sobre el suelo tras el golpe. Tras recuperar el escudo gracias a la magia de sus guanteletes, el khajita corrió para rematar a la criatura con una espada de plata.