Partida Rol por web

Galadriel y Celeborn. Samsagaz el bravo, como le llamaban en las historias leyó el relato hasta llegar a Caras Galadhon.

Él siempre había querido ver elfos y cuando los vio de repente perdió el interés por ellos. Estaba demasiado asustado por la enormidad de la tarea que se les presentaba.

Se preguntaba si aquellos héroes de los que leía se habrían sentido igual.

El relato era delicado a la hora de hablar de los elfos. Intentaba reflejar con bellas palabras al bello pueblo. Sintió añoranza y recordó lo que había dicho Bilbo a Gandalf antes de marcharse a Rivendel, antes de dejar el anillo a Frodo.

Tenía ganas de volver a ver elfos pero la edad hizo presa de él y no pudo pasar de Rivendel. Se preguntó si ahora quedaría algún elfo vivo en Tierra Media. Estaba Arwen, por supuesto y su hijo Eldarion que portaba su sangre. Pero ir a verle no era algo que le interesase.

Los elfos habían abandonado Tierra Media y no había más que decir. No merecía la pena sentir nostalgia, él siempre había sido muy práctico y sin embargo tenía los ojos algo húmedos.

Los elfos eran maravillosos. Siguió leyendo.

Despertad. Despertad. Mucho habéis dormido y la mañana está iniciada. El bosque ya despertó.

Despertad. Despertad.

dijo otra voz musical

Debéis andar ligeros a la espesura, los pájaros ya hablaron de vosotros.

Una tercera voz intervino

Han dicho vuestros nombres. Ya todos lo saben. Han venido, dicen todos, y deben ver a los Señores

Despertad, comed, levantaos, desayunad, la Dama espera. Dijo una cuarta voz.

Y poco a poco se fueron levantando de los divanes. Estaban reposados y tenían el alma ligera y una luz comenzaba a verse en el fondo de sus ojos y se sentían eufóricos y confiados en el éxito de su misión.

En una mesa cercana había agua limpia e hidromiel e incluso mirúvinor, que es capaz de emborrachar a un elfo. Y junto a las bebidas varias viandas con leche de cabra y miel y frutas y hierbas de deliciosos sabores.

Pero no había nadie a su lado a pesar de haber oído aquellas voces.

Turno 401

Descansad dunadan y apoyó sus manos en sus hombros empujándole levemente hasta conseguir que se sentaseRelajaos. Estáis en Lothlorien. La sombra no llega hasta aquí.

Decidme. ¿Qué os preocupa? Mucho habéis debido sufrir para no poder descansar donde os sabéis seguro.

Temo que mis decisiones dañen al grupo. Que no consigamos nuestro objetivo. Que nuestros pasos no nos lleven a buen puerto. Temo no ser el líder que este grupo necesita y temo que mis indecisiones influyan en nuestro camino y nos lleven a la oscuridad.

¿Será la oscuridad lo suficiéntemente densa como para no poder ver el camino? ¿Seré la guía que este grupo necesita? ¿Encontraré la luz?... ¿Encontraré?... la luz... Ahí está ese es el camino. Esa es mi decisión, mi destino, mi objetivo... yo, todos... hacia la luz...

Poco a poco Adronath abrió los ojos. Los cánticos y palabras de los elfos que sonaban como cantinélas melosas que animaban el despertar desvelaron al guerrero. El dunadan se medio levantó. Había sido un sueño. Se acordaba de las palabras de la hermosa mujer elfa con quien había comenzado a hablar antes de quedar dormido. ¿Habría sido todo un sueño? No, todo no. Pero en su ensoñación había visto la luz, había visto el sentido de su misión y había encontrado la fuerza para seguir adelante. 

Se puso en pie y vio a sus amigos desperezarse. Él también se estiró y sonrió, después de mucho tiempo sonrió. Se encontraba bien, como si hubiera dormido una semana y se hubiera quitado un gran peso de encima. 

Uno a uno fue despertando a sus compañeros.

- Depierta Ástomer, amigo mío. Zigûr, Elorham, Laufinwë, ¿habéis dormido bien?- preguntó a sus compañeros.

Luego se acercó a Drustan y dándole una palmada al fornido beórnida en la espada le dijo-. Hay un desayuno espléndido esperando a que le inquemos el diente...no es como es que nos podrías preparar tú, pero son buena viandas después de lo que hemos comido últimamente.

- Comamos y recojamos todo. Nos espera una misión que acabar- dijo más para sí que para sus compañeros.

Turno 401

Me levanté tras escuchar el día anterior el cántico hacia nuestro compañero fallecido, que maleficios da la vida que no pudimos ni darle buena sepultura no obstante lloré por aquel que nos acompañó y no pudo terminar la misión, más después del cántico un sueño mágico me hizo cerrar los ojos tener un buen sueño que tranquilizó mi alma a la vez que sanaba mi cuerpo que aunque no estaba herido si cansado de la marcha forzada.

Empecé a comer y saludé a los ya despiertos esta comida no sólo llena el estómago también conforta el alma sonreí por primera vez a mis compañeros no había sonreído desde hacía tiempo con todos los acontecimientos pasados los señores élficos nos esperan no debemos de embelesarnos en el tiempo del bosque que parece que no pasa...

Turno 401

Y asi fue como Zigûr abrió los ojos, entre la melodiosa voz excepcionalmente bella. Su primera visión fue la de la copa de los arboles, pero esta vez era distinto. Haia dormido en un flet, una estructura de madera que se sostenía como por arte de magia en lo alto de los arboles del bosque. Alli, sobre un como jergón, había reposado como nunca lo había hecho el joven mago. No quería levantarse, rebosaba paz, estaba descansado, vigorizado por la cena de la noche anterior.

La voces le invitaban a despertar, a levantarse y a desayunar. No vio a las mujeres, las voces provenían de aquí y de allí, estaba en la gloria. Fue Adronath el que lo devolvió a la realidad, el dúnadan se incorporo. Ante el se hallaba una mesa repleta de viandas. El dulce aroma del desayuno, las frutas se entremezclaban con colores diversos, la miel brillaba con el sol que se colaba entre las hojas, la leche fresca descansaba en cuencos junto a otras bebidas. No tenia hambre, sin embargo quería probarlo todo.

Se aseo un poco, atuso sus vestimentas y se acerco a sus compañeros.

- Adronath, compañero, de buena gana me hubiera quedado allí dormido durante algunas horas mas. – dijo jovial - Pero llevais razón, tenemos una misison, y hemos de cumplirla sin demora – dijo mientras daba buena cuenta de lo que había en la mesa.

Unas palabras resonaron entonces en su mente, la dama espera. Las había oído y no les había prestado atención, pero ahora, al recordarlas, dejo de comer, se levanto y recogió sus cosas. No debían hacerla esperar.

- Sera mejor que vayamos, no queremos hacer enfadar a la Dama – dijo poniendo énfasis en esa ultima palabra, en parte la temia, eran muchas las historias que había oído, y aunque definitivamente dudaba de la veracidad de las historias sobre brujas, aun escondia algo de desconfianza en su interior.

Turno 401

Drustan se despertó en paz como sus compañeros. Pero pronto los recuerdos de la noche anterior encendieron el calor de su sangre humana. Era por eso que aquella mañana no quería probar ni gota de alcohol que convirtiese en incendio la pasión que le dominaba. Alegremente hubiera estrangulado a sus compañeros mientras sonreían ensimismados "oh querido Zigur... En verdad me hubiera quedado una eternidad más a los pies de la mesa como un perro bien educado" "loado Elorham, en verdad noto como mi alma crece y crece en este lugar"Pensaba. El único que decía algo con sentido era Adronath al querer terminar con esta pantonima cuanto antes.

Y es que el beórnida se sentía como un necio. Por un momento, hechizado como estaba por estar en aquel lugar mágico, en compañia de seres inmortales y con una música que tocaba el alma, se había sentido algo parecido a su igual para despertarse con una bofetada de realidad.
En verdad tan sólo era un caballo de carga, llevando aquel mensaje del Concilio Blanco, y como a un caballo agotado y exhausto, había que mantenerlo contento hasta que reventase o cumpliese con su misión.

Rumiando sus oscuros pensamientos, Drustan no sabía que odiaba más en ese momento, si las maquinaciones de los elfos o la de las mujeres, o todas a la vez. Había una primera vez para todo, y esta era la primera vez que el beórnida se sentía utilizado y rechazado.
Era por eso que no prestaba demasiada atención a los planes de sus amigos, ni siquiera dedicaba mucho tiempo a pensar sobre la misión que los había llevado hasta allí, o lo cerca que habían estado de la muerte y de cómo el enemigo se comportaba de una forma tan extraña y tan terrorífica al mismo tiempo...

En su mente sólo había espacio para una preocupación, y esta tenía rostro de mujer... No conseguía centrarse en nada pues seguía dándole vueltas a cada segundo de la noche anterior. Las palabras, las miradas, los contactos fortuitos... El duro y melancólico ánimo de Drustan había conectado con algo, así lo creía él, pues pocas veces contaba su historia, y ya fuese por su sangre humana o su dura cabeza no entendía la situación, y ésta requería justa compensación. No abandonaría aquel lugar sin volver a encontrarse con Giliel y preguntarle un sencillo ¿Por qué...?

- Llamamos más la atención aquí que un circo de enanos montando en cerdos. - Comenta irónico mientras da vueltas a su taza mirándola pensativo.- Es hora de explicar por qué estamos aquí y agradecer lo que han echo por nosotros.- Pese a su mal humor, Drustan no olvidaba que le debía la vida a aquellas criaturas, que no tenían fama de hospitalarias precisamente.

Turno 401

El descanso me sentó de maravilla. Nunca antes había sentido tal paz y descanso despues de tanto huir y sufrir en las jornadas precedentes. Pero eso ya parecía pertenecer a otra época.

A la voz de Adronath me incorporo y tras unos segundos de desconcierto, me ubico en el bosque de los elfos y comienzo a disfrutar de algo de comida, sin probar nada que tuviese efectos negativos en mi mente como ese hidromiel o el tan conocido miruvinor élfico.

Con el estomago lleno de nuevo y tras comprobar como todo mi cuerpo estaba totalmente recuperado del cansancio, me incorporo y aliento a mis compañeros a seguir con nuestra misión.

- ¿Estáis preparados? es hora de seguir adelante. Nuevos peligros seguro nos esperan, pero aquí la paz y la armonía inundan mi alma. Hablemos con la Dama Galadriel; sus sabios consejos no deben ser desestimados.

Resolución Turno 401

Comieron y bebieron las viandas que les habían preparado. Aquellos que probaron el miruvinor se sintieron ligeros, confiados y optimistas con las dificultades venideras.

Adronath terminó de despertar a los más remolones y pronto todos comían. Laufinwë estaba con ellos pero desde el principio había sido tratado con más deferencia. Se sentían vigilados, parecía que en cualquier momento un elfo fuese a aparecer. Pero no lo hizo hasta poco después de que terminasen de comer.

Espero que hayáis descansado. Que vuestro sueño haya sido reparador.

Haldir observó a todos mientras esperaba que terminasen de prepararse. Su mirada paró en Drustan apenas un segundo más pero no dejó traslucir ninguna emoción.

Poco después aparecieron varios elfos más, que portaban arcos. Eran guardianes de los bosques.

Siento tener que pediroslo, pero no podemos permitir que el interior del bosque de Lothlorien sea conocido

Sacaron unos pañuelos.

Debéis viajar sin ver el camino. No es permitido a los extranjeros conocer nuestros secretos.

Pero se dirigió a Laufinwë.

Tú no estás obligado a hacerlo, hermano.

De modo que fueron vendados y los elfos les llevaron tomándoles de las manos aunque sentían algunas presencias más entre quienes les llevaban y algunas de las manos eran muy suaves, como de mariposas.

Todo se confirmó cuando algunas de sus guías les hablaban en susurros.

Por aquí, tened cuidado, ahora vamos a pasar unas escaleras.

Dijo una

Y bajaron y sintieron el frescor de la hierba y el trino de los pájaros a su alrededor y habló otra de sus guías.

Por aquí Temaiel. Camina a mi lado, el paso firme y tranquilo.

Y le cogió del brazo mientras recorrían un largo trecho.

Caminaron durante un tiempo, era difícil hacerse a la idea cuánto exactamente pero al final se detuvieron. Les quitaron las vendas. Se encontraban en un claro y sus guías habían desaparecido misteriosamente. La vista les sobrecogió.

Caras Galadon se mostraba ante ellos con todo su esplendor.

Seguidme Dijo Haldir un poco brusco.

Y se le notaba algo receloso. Pero les guió entre los bellos árboles y poco a poco llegaron hasta el corazón de Caras Galadon.

Algunos rostros de la bella raza les observaban curiosos. Vestidos con ropas ocres o verdes, de bellos ojos azules y elegantes cabellos dorados o blancos.

Y presidiendo a todos dos figuras de bellísimos rostros les observaban. El señor Celeborn y la Dama Galadriel les recibían.

En dos asientos que se apoyaban en el tronco del árbol, y bajo el palio de una rama, estaban el Señor Celeborn y la Dama Galadriel. Se incorporaron para dar la bienvenida a los huéspedes, según la costumbre de los elfos, aún de aquellos que eran considerados reyes poderosos. Muy altos eran, y la Dama no menos alta que el Señor, y hermosos y graves.

Estaban vestidos de blanco y los cabellos de la Dama eran de oro y los cabellos del Señor Celeborn eran de plata, largos y brillantes; pero no había ningún signo de vejez en ellos, excepto quizás en lo profundo de los ojos, pues éstos eran penetrantes como lanzas a la luz de las estrellas y sin embargo profundos, como pozos de recuerdos.

Sed bienvenidos a Caras Galadon

El Señor habló primero y tenía una bella voz, musical. Pero donde no llegaba la voz del Señor alcanzaban los ojos de la Dama que parecían penetrar el pensamiento mismo.

Mucho habéis penado para llegar aquí.

Y sus ojos parecían resplandecer.

Pero habéis descansado y tenéis el espíritu más leve. Sed bienvenidos.

Y les miraba mientras en su rostro se formaba una sonrisa. Pero sus ojos no lo hacían sino que parecían leer en el libro de sus almas.