Partida Rol por web

511

! Restroceded ¡ seguramente no nos persiga si salimos de su territorio . 

Dijo el elfo esperando tener razon en sus palabras por el bien de todos . Espada en la diestra recien desenfundada y escudo en la siniestra , el semielfo se centró en en protegerse él y quienes tuviera cerca de cualquier ataque de tentáculo mientras retrocedía sobre sus pasos . 

Resolución Turno 511

Todo aquello parecía un sueño, tentáculos que salían de la tierra, temblores. Mi compañera que se bajó de la montura para seguir al dulendino...No había tiempo para pensar ni para otras cosas, era el tiempo de la huída y cuando escuché a mis compañeros que ordenaban retrasarse junto a nuestro jefe Adronath. No dudé en obedecer, era sin duda lo más acertado así que subido en el caballo de Eruannë y sujetando también las riendas de mi montura di media vuelta para emprender la escapada...Sabía que no era muy caballeresco pero sin duda era útil, también tenía presente que era mía la culpa de haber despertado a aquella cosa del pantano. Pero tampoco me arrepentía ahora sabía que allí vivía un Kraken y era mejor saberlo que ignorarlo, quizás en otro momento comandaría un grupo de guerreros para matarlo pero hoy no era ese día, era el día de huir y ver otra salida, nos había pillado por sorpresa y con mi cabalgadura bastante herida. Ya habría tiempo de enfrentarse al Kraken otro día.

Así que sin mediar palabra encaminé mis monturas hacia las afueras de aquellos tentáculos la única diferencia  es que huí hacia el norte, no quería cerrarme el paso y creí que éste era el único modo de pasar, así que me arriesgué a abandonar aquel lugar por el norte.

Turno 512

—¡Janut, escuchadme! —exclamó Eruannë al tiempo que aferraba con fuerza el brazo del anciano. —Una palabra me ata a ellos y, si han de perecer aquí, el mismo será mi destino. ¿Podéis comprenderlo? Ayudadme, os lo suplico.

Una torva mirada, un oscuro improperio mascullado entre dientes y un acre rictus de dolor fue la única respuesta que recibió la silvana. Acongojada, contempló al anciano. Ignoraba el porqué de aquel mutuo rencor entre sus compañeros y el anciano. Nacida y criada en un bosque de ensueño, era demasiado inocente para comprender ciertas cuestiones, antiguos odios macerados en el pútrido caldo de la ambición, el egoísmo o la traición. A los límpidos ojos de Eruannë, el anciano era un hijo de Ilúvatar, el padre de todos. Como ella y sus compañeros de viaje. En consecuencia, solo veía en Janut a un ‘hermano’ torturado por la desgracia y abandonado a un atroz destino.

—Lo lamento —musitó y soltó el brazo del dunlendino.

Muy pronto, los gritos de los edain ahogaron sus palabras. ¡Atrás, atrás! Clamaban a grandes voces y, en aquella orden repetida una y otra vez, intuyó el fatídico fantasma de una huída desordenada más que el repliegue de fuerzas. Una fugaz mirada hacia atrás y comprendió. —Por Eru, murmuró.— Cegados por la tenebrosa niebla, sus compañeros apenas atinaban a defenderse. Frustrada, la silvana rechinó entre dientes y empuñó el arco.

—¡Janut! —repitió, mientras retrocedía unos pasos y cargaba una flecha. Observó las torpes embestidas de Drustan^_* y el ciego desconcierto de los otros. —Después de lo acaecido no puedo pediros que nos guiéis, pero… Os suplico: decidme si la criatura le teme a algo (¿al fuego quizá?, pensó) o si adolece de un punto vulnerable.

Casi todas las bestias le temían al fuego, ¿aquel monstruo también? Y aquella extraña niebla… ¿Acaso se ocultaba de la luz?

La aguda mirada de la elfa horadó los velos de la maldita bruma en busca de algo más que tentáculos. Luego echó una fugaz mirada hacia el mago que en ese momento recitaba un conjuro. La profunda voz de Zigûr consoló el acongojado corazón de Eruannë con sus élficas palabras, como el susurro de los mellyrn cuando saludaban al nuevo día con sus doradas hojas. Sus largas orejas se agitaron y una sonrisa iluminó el rostro de la silvana. El astuto mago pretendía abrir una brecha de luz entre tantas sombras. Sus inmaculados ojos resplandecieron como estrellas auscultando en torno al mago, por si acaso lo acechaba algún peligro. Finalmente, con otra fugaz mirada buscó al animista que intentaba infructuosamente eludir el asedio de la bestia del pantano.

Entonces entrecerró los párpados y susurró:

—A Elbereth Gilthoniel... A tiro nin, Fanuilos…

Turno 512

Drustan perdió la percepción del combate, lo cuál parecía una maldición que le perseguía desde que salieran de la la Torre Blanca.
Poco a poco reculaba con sus compañeros, encargándose de proteger la retaguardia como era su deber.
Esperaba que su amigo alado Jok no se pusiese muy nervioso en todo aquel caos y con aquella niebla. Quizá lo mejor era que el animal subiese a las alturas y esperase a reunirse con ellos cuando saliesen de aquella antinatural niebla.

Resolución Turno 512

Eruannë sintió escapar al dulendino. Por lo visto poco o nada podía hacer para retenerle sino era por la fuerza y su voluntad se dividía entre la piedad y el deber. Ganó este último y se volvió sobre el campo de batalla para observar todo lo que estaba pasando. Gastó aquellos preciosos segundos en gritar al dulendino intentando una última pista. La respuesta le sobrecogió.

Si tiene puntos débiles no los conozco. Dijo el dulendino antes de salir de allí. Comerá vuestra tierna carne y yo recogeré vuestros despojos, como hago siempre con sus víctimas. Y de su cadera, entre los pliegues de sus harapos, sacó una gran concha que sopló a modo de cuerno. El sonido cubrió el lugar excitando todavía más a la bestia y siguió corriendo.

Al girarse la elfa pudo ver que el monstruo era todavía mayor de lo que imaginara y uno de sus miembros, recién salido de debajo del cenagal le golpeó como un látigo pero falló su presa gracias a los Valar.

El monstruo no se había acercado completamente y de entre los bufidos y relinchos de los caballos el animista hacía lo que podía para mantenerles calmados. Nuevos tentáculos surgían desde sus pies y sorprendían a los combatientes.

Una cabeza de gran tamaño y monstruosos dientes mostraba un rostro semihumano lleno de odio. Su voluntad se centró en el semielfo y dos de sus apéndices se abatieron sobre el guerrero que con destreza se protegía. Uno de los tentáculos golpeó su escudo desequilibrándole con un fuerte latigazo y el otro se enroscó en su pierna levantándole en vilo un metro o dos pero la suerte quiso que no afianzase su presa y el semielfo resbaló hasta el suelo esparciendo lodo y suciedad a su alrededor. Atontado y magullado pero sin heridas de consideración Laufinwë se irguió tambaleante.

Drustan apretó los dientes con cuidado de no morderse la lengua una vez más, agitó la cabeza como una coctelera, asentó firmemente los pies y abriendo y cerrando los ojos intentaba enterarse de qué pasaba a su alrededor.

Adronath y Astomer tuvieron el ánimo de contraatacar y lanzaron sendas estocadas a los escurridizos miembros que les rodeaban.

El montaraz no tuvo suerte y lanzó un desmañado tajo que se perdió en el aire. El dunadán no obstante alcanzó uno de aquellos miembros resbalosos y a pesar del filo de su arma solo sintió el contacto del golpe y supo que no había provocado grandes daños.

Zigur seguía concentrado en su hechicería. Intentaba abstraerse de la situación. Sabía que no ayudaría distraerse por penosa o difícil que fuese la situación. Si quería ayudar debía centrarse. La voluntad de los valar le henchía poco a poco.

Otro tentáculo amenazador se cernió sobre ellos y cuando parecía que la situación no podía empeorar pudieron escuchar un rabioso zumbido que les rodeaba. Las moscas de mordor habían llegado a ayudar a su amo el kraken.

El tentáculo te golpea pero logras hacerte una idea de las cosas. Ahora el miembro más apurado del grupo es Laufinwë el semielfo, que se tambalea desequilibrado. Drustan parece haber recuperado la actividad normal y se prepara para hacer algo, probablemente un ataque.

Te das cuenta de que aquí tu agilidad no es excesivamente útil. Contra ataques de animales suele ser más seguro llevar algún tipo de armadura y con el arco no puedes parar. Decides que tienes dos opciones. Disparar con rapidez a todo tentáculo que puedas o sacar tu arma e intentar aumentar tu defensa usándola de modo defensivo como están haciendo Adronath, Astomer, Drustan y Laufinwë

edito: 45 de BO a BD

Turno 513

No ocurrió nada y Eruannë le dio gracias a los valar. Normalmente, cuando oía algo, en seguida veía la imagen. Pero ahora no podía imaginar lo que decía el anciano, era una imagen detestable, demasiado corrompida para ser aceptada. “Y yo recogeré vuestros despojos, como hago siempre con sus víctimas” dijo una desdentada boca; “yo recogeré vuestros despojos” repitió la bruma entre atroces carcajadas. Las palabras del dunlendino no hallaron eco en la atribulada mente de la silvana, pero asestaron una certera puñalada en su carne, estremeciéndola. La muchacha mordió sus labios con tal fuerza que los hizo sangrar y aguantó el golpe en silencio. ¿O acaso fue el tentáculo de la bestia lo que la golpeó? La muchacha no podía afirmarlo ni negarlo, su mente estaba en blanco. Con gran cuidado apuntó hacia uno de los tentáculos que habían atacado a Laufinwë y disparó una flecha.

***

—Atto…

—¿Qué ocurre, pequeña?

—Quería saber… ¿Por qué nos atacaron aquellas oscuras criaturas? ¿Qué les hicimos?

Erunor contempló un largo instante a su hija; luego, señalo un sitio junto a él y dijo:

—Ven. Siéntate a mi lado. —Alzó la mirada y su azul mirada se pobló de estrellas mientras elegía cuidadosamente las palabras. —En los inicios de Arda, Morgoth intentó destruir y corromper todo en ella. La Primera Guerra duro años incontables y todo lo que los Valar construían de hermoso, el Oscuro lo destruía o lo convertía en algo horroroso. Y no… No estuve allí entonces —se rió el avar, anticipándose a la curiosidad de la pequeña. —Después, con el Despertar de los Primeros Hijos de Ilúvatar, Morgoth intentó corromperlos y se dice que lo consiguió: había entonces oscuras criaturas inmortales… No son así ahora, y muchas son las dudas sobre su origen, pero sabemos que la corrupción sembrada por el Oscuro fue mucha y muy poderosa. Aquellas criaturas fueron llamadas orcos. Seres bestiales, miserables y deformes que viven atrapados en un odio infinito hacia todo lo vivo, incluso ellos mismos y sus crueles amos, a quienes sirven por temor. Su sangre es espesa y negra, como sus corazones…

—¿No pueden ser de otro modo?

—No, no tienen albedrío, no pueden elegir: son esclavos de su odio.

—¿Y los hijos de Ilúvatar?

— Los Quendi y los Edain, sí; podemos elegir nuestro camino. Es un precioso don que nos otorgó Ilúvatar.

—¿Entonces podemos ser malvados?

—Sí también podemos corrompernos.

—¿Y  arrepentirnos? —inquirió Eruannë.

—Así es.

—¿Y podemos reparar el daño hecho?

El avar volvió su mirada al cielo, como si buscara la respuesta en las estrellas.

—Sí, pero no siempre… En ocasiones el daño es irreparable. Estamos hechos de fëa y hröa, este último procede de la materia de Arda corrompida por Morgoth, por lo que es a veces un mundo cruel y perverso. Y es así como los quendi y los edain podemos ser crueles y perversos. La historia está sembrada de odio, egoísmo y traición también. Ahora mismo, más allá de Lórien, los edain se matan en crueles batallas disputándose riquezas, tierras o poder. He visto pueblos perseguidos hasta el último rincón de Endor, echados de sus tierras, humillados. Aún no han aprendido lo que a los quendi nos llevó muchas centurias, y no los culpo por ello. Pero las consecuencias pueden ser devastadoras: el odio con odio se paga, el egoísmo con egoísmo y la traición con traición. Y allí es donde el Horror de la Sombra se alimenta y hace fuerte. Oremos a los valar que no sea demasiado tarde…

***

Uno de los tentáculos de la bestia la asediaba y poco faltaba para que volara en el aire como antes lo había hecho Laufinwë, pero sin tanta suerte como él. El elfo mortal era un guerrero fuerte; ella, una frágil silvana. Sabía que se estaba arriesgando mucho, pero no podía obrar de otro modo. Apretó los dientes y echó un rápido vistazo en derredor mientras sus dedos buscaban otra flecha en el carcaj. Como si aquella bestia fuera poco, un atroz zumbido se aproximaba aturdiendo sus oídos. Los caballos, pensó. Elorham se encargaría de ellos, o eso esperaba. Otra era su preocupación ahora. Alzó la voz y se dirigió al dúnadan:

—Adronath, si acaso solo uno de nosotros sobrevive. ¿Quién es el indicado?

Y si acaso la mirada de los valar no llegaba a tan lóbrego páramo, estaban solos. Tenían una misión, la elfa ignoraba cuál, pero aquello carecía de importancia. Lo único importante era cumplirla y…

Si acaso solo uno sobrevive, ¿quién?

Turno 513

Drustan consiguió salir de la sorpresa inicial que supuso el ataque del Kraken. Avanzó para situarse al lado del vapuleado Laufinwe, de tal manera que cada uno de ellos cubriera el flanco del otro y de paso dar cobertura a su amigo para que se recuperara de su aturdimiento.

- ¡Atacad al mismo objetivo! ¡Cerrad filas! - Animo a sus compañeros.

Turno 513

Con soltura encamino a mi caballo hacia uno de los tentáculos del kraken e intento asestarle un buen golpe desde la altura de la montura con la intención de cortar de un tajo ese maldito tentáculo y hacer retroceder a la bestia de nuevo a las profundidades de la tierra.

- ¡¡Nadie va a quedarse en esta ciénaga!! y ¡¡todos somos importantes!!

Adronath contestó contundentemente a Eruannë. Ya había sufrido la pérdida de uno de su grupo y no quería que volviera a suceder, así que atacó con másfiereza si eso era posible para acabar con su enemigo cuanto antes.

Resolución Turno 513

Eruannë acercó la flecha a la mejilla y con cuidado la soltó. El proyectil voló raudo hasta clavarse en el tentáculo. Pero nada pareció indicar que el monstruo se percatase de ello.

Adronath seguía cubriéndose juiciosamente pero sus ataques no alcanzaban objetivo.

Astomer se irguió sobre su montura y con un golpe certero clavó la hoja en medio de una de las extremidades del monstruo, que chilló y un ícor de oscuro color brotaba mientras el tentáculo retrocedía, a punto de ser cercenado. La hoja de la espada se había quedado atrapada entre las carnes de aquella abominación, pero el montaraz la sujetaba con fuerza y con un fuerte chasquido se rompió dejando en manos del montaraz una afilada parte del arma quebrada. La otra parte permanecía rota y clavada en el monstruo.

Zigur seguía cuidadosamente canturreando por lo bajo en el lenguaje de la magia para poder centrarse en sus embrujos, nada parecía alterarle.

El rohirrim impuso su voluntad a los jumentos y consiguió calmarles o por lo menos a su lado se mostraban más tranquilos.

Laufinwë, superado el apuro de haber sido atosigado se liberó de algún modo y atacó pero con escasa fortuna. Drustan hacía lo propio intentando enterarse de la situación y tratando de tomar el pulso a la contienda.

Pero el monstruo era peligroso y estaba en su terreno, con un rugido un nuevo miembro se alzó amenazando al grupo y mostró el rostro que emergía para terminar de avasallarles.

Esta vez se centró en el montaraz que le había producido la herida más grave hasta el momento y atacando con dos tentáculos de modo conjunto redobló su ataque. Uno de ellos fue repelido sin demasiados problemas pero el segundo miembró cogió el brazo del montaraz y lo retorció hasta que con un espeluznante chasquido Ástomer soltó lo que quedaba del arma rota. Dolorido y ausente el monstruo continuaba sujetando su brazo y lo izó desmontándole en el proceso. El montaraz estaba en serios problemas.

Pero el peligro continuaba. Eruannë pudo apartarse en el último momento al sentir que nuevamente era objetivo de aquel ser.

Pero había otro contendiente que se mezclaba en medio de la confusión. La nube de insectos de gran tamaño atacó a Zigur intentando perforar sus ropas con sus aguijones pero el mago no mostró señales de sentirse molesto.

El combate continuaba.

Turno 514

Los tentáculos del monstruo arremetían con ferocidad contra los edain y las estocadas y flechazos parecían débiles aguijonazos contra la correosa piel del monstruo y, si acaso esto fuera poco, se aproximaba una nube de horripilantes moscas. Como antes Laufinwë, ahora era el montaraz quien se debatía contra dos de aquellos abominables apéndices; y quizá la mano de algún vala estuvo de su lado frenando los ataques de la bestia, porque Ástomer salió bastante bien parado de la salvaje arremetida.

Eruannë no replicó a las palabras de Adronath, simplemente esquivó como pudo el tentáculo que la asediaba, cargó otra flecha en el arco y apuntó.

—Iluminadme, Tintallë —susurró Eruannë y soltó la flecha.

Quizá la valië escuchara sus ruegos, quizá Adronath tuviera razón, quizá…

Turno 514

El golpe al tentaculo de aquel kraken había sido certero y fuerte, pero todo tiene un precio, y en este caso fue mi buena espada que, aunque intenté aferrarla con todas mis fuerza, al final se partió quedando un trozo incrustado en el miembro de la bestia.

Ésta, al sentir el dolor del metal, clavó sus ojos en mí, y con dos de sus tentáculos me atacó. Uno de ellos conseguí detenerlo con el escudo, pero el segundo venía directamente hacia mi brazo, golpeandome con violencia.

Gracias a los dioses no sufrí daño alguno, aunque un nuevo ataque con esa virulencia, pensé, no habría dios que me salvara de nuevo.

Turno 514

El beórnida vio su oportunidad y

Adronath siguió en su intento de acabar con la bestia, pero sus golpes se veían repelidos por la dura piel del kraken.

Turno 514

Junté mi codo al cuerpo y con el puño cerrado señalé a mi enemigo el Kraken, con la intención de echarle mi conjuro de aturdimiento mientras que con mi otra mano sujetaba al caballo de Eruannë que a la vez estaba atado al mío.

Una voz se escuchó mientras que el sonido que tanto me incordiaba, de ese zumbido de mosquitos gigantes llegaba al campo de batalla, quería salir pero no podía hacerlo y dejar allí a mis amigos, así que con dificultad por la rapidez de mi conjuro intenté que éste hiciera algún efecto.

Debiriat recorik deboluat ament dije en palabras élficas que mostraban mi grado de conocimiento sobre la magia, aunque nunca podía competir con la primera raza creada por los valar, y cuyo origen se mezclaba con el mundo mágico.

Resolución Turno 514

Eruannë hizo un movimiento fluido. Su mano cogió la flecha del carcaj con una velocidad prodigiosa. Al tiempo que la colocaba en la cuerda ya la estaba disparando. Un sonido como de una cuerda de arpa sonó al volver la cuerda a su posición normal. La flecha se clavó completamente en la base del tentáculo. Un fuerte rugido del monstruo sorprendió a todos y el tentáculo quedó inerte cayendo al lodazal, salpicando grandes porciones de agua y barro.

El resto de los tentáculos, enfurecidos, se abalanzaron sobre el grupo.

Adronath atacó al más cercano pero sus esfuerzos fueron en vano, su arma parecía resbalar en la untuosa consistencia del monstruo.

Astomer maniobró con el caballo como pudo. Había sentido la sombra de la muerte planear sobre su espíritu pero como era un valiente se recompuso y encabritando al caballo para poder alcanzar el tentáculo que le había atacado antes y con la espada rota atacó de nuevo clavando el arma hasta la empuñadura y terminando por seccionar el miembro. Un nuevo rugido de furia salió de la boca del monstruo y una sacudida rompió de nuevo su arma, quedando a su lado el tentáculo con las dos secciones de la hoja rotas clavadas mientras que el montaraz sujetaba apenas la empuñadura que era ahora inservible.

Zigur estaba a punto de terminar su encantamiento, la voz era un crescendo.

Elhoram clamó a los Valar por ayuda y apuntando con su mano al monstruo enfrentó su voluntad a la del monstruo. Durante unos instantes la abominación vaciló pero luego el tiempo siguió su curso. El embrujo no le había afectado.

El semielfo y el beórnida seguían lanzando ataques pero no conseguían dañar al enemigo.

Pero el monstruo contraatacó. Convirtió su ataque en una venganza y atacó a la elfa con un largo miembro qeu intentó capturarla pero apenas consiguió darle un pequeño empellón. Era demasiado ágil.

Otro de ellos alcanzó al rohirrim rodeándole el pecho y apretando fuertemente sus pulmones. Elhoram perdió la respiración pero quiso la suerte que una de sus medallas arañase el tentáculo cuando intentaba levantarle y le soltó en el último momento. No podía creer su suerte.

El último de los miembros emergió del pantano hacia Ástomer y aunque no llegó a atraparle le golpeó fuertemente la pierna, desequilibrándole momentaneamente del caballo.

El kraken comenzó a sumergirse nuevamente. ¡Huía! En unos instantes la cabeza del monstruo había desaparecido en las aguas, sólo tres tentáculos activos amenazaban al grupo.

Turno 515

El monstruo retrocedía, pero aún se alzaban tres temibles tentáculos. Eruannë siguió ignorando su propia seguridad, esquivando a duras penas los ataques del kraken y contraatacando con certeros flechazos. Sabía que solo la suerte la sostenía en pie, ¿pero por cuánto más? Si recibía un ataque similar a los que habían recibido sus compañeros, su suerte sería muy distinta. Prefirió no pensar en ello.

Presta, cargó otra flecha y disparó contra otro de los tentáculos.

—Iluminadme, Tintallë —suplicó nuevamente el favor de la valië.

Su azul mirada surcó el escenario donde se desarrollaba el combate, al tiempo que recitaba:

—Hacedora de Estrellas, guiad mis pasos en la Oscura Noche de los Tiempos y no temeré. Iluminad mi camino…

Y entrecerró los ojos, reconfortada. Pero todavía un ahogado aleteo persistía en su pecho y la inquietaba.