Partida Rol por web

Pararon en el Pony Pisador. Aquel sitio le traía grandes recuerdos. Recordaba todo como si fuese ayer. El señor Sotomonte montando un gran escándalo al desaparecer en medio de un resbalón, Trancos obligándoles a aceptar su ayuda y el ataque por la noche de los espectros del anillo. Eran tan ingenuos en aquella época...

Elanor, Frodo y Rosita tomaban aquello como unas vacaciones pero él no podía aguantarse las ganas de llegar y leer. Aquel relato se había convertido en una obsesión.

Y del lodazal el monstruo se irguió buscando con sus tentáculos el calor de la carne y la sangre...

Aquella letra tenía que ser la de Eruannë. No podía ser de otro modo pues había vuelto a cambiar. Devoró las páginas. El kraken.... ¿había otro? ¿acaso no habían encontrado un terrible ejemplar esperando a las puertas de Moria? ¿Sería el mismo? ¿Qué pasaría a continuación?

Turno 600

Pasaron algunos días en los que el grupo agradeció la monotonía. Las noches sucedían a los días que eran precedidos por estas y poco a poco el terreno iba convirtiéndose en una serie de praderas de hierba y trébol con abundantes campanillas violetas y amarillas y margaritas blancas. Hay robledales y olmos que adornan el paisaje cada cierto tiempo.

Cinco días pasaron de total tranquilidad y aburrimiento, días en los que se dejó definitivamente el pantano atrás y se entró en la zona sur de la Carroca. Aquel lugar era el hogar de los beórnidas y Drustan se encontraba allí cómodo y confiado.

La noche del quinto día, al igual que otras noches establecieron guardias.

Turno 600

Los dias pasaban relativamente tranquilos, visto lo visto en los dias anteriores, huyendo de orcos y luchando con ese infernal kraken.

Al quinto dia, poco antes de anochecer, me aparté un poco del grupo en busca de algun conejo o algo para cenar, había que administrar bien la poca comida que nos quedaba.

Ya junto al resto me ofrecí a hacer la primera guardia.

Turno 600

Por fin todos estaban restablecidos, gracias en gran medida a la magistral habilidad de Elorham. Hasta las monturas cabalgaban con normalidad y eso lo notaron todos pues tanto monturas como jinetes los agradecieron.

El paisaje era amplio con buenas vistas para detectar  a los posibles enemigos o cualquier otra cosa que pudiera acercarse. Al rato comentó Drustan que estaban en tierras de beórnidas. Adronath reaccionó y mandó al guerrero para que se adelantara con Ástomer para que guiaran los pasos del grupo.

La noche llegó y realizaron las guardias como venía siendo habitual. El guerrero Adan realizó la primera guardia junto a su compañero montaraz.

Compartieron la comida y esperaron atentos a que se acabara su turno, mientras hablaban, bastante poco y en voz baja de lo que había acontecido los días pasados. 

Conseguís distinguir, como a un kilómetro de vosotros, un pequeño fuego. Alguien ha puesto un campamento y ha mantenido el fuego encendido de noche por lo que es relativamente fácil verlo.

Turno 600

El viaje transcurría sin contratiempos por las praderas del Valle de Anduin, en dirección a la Carroca. En los salones del Senescal de la Marca se había oído el nombre de la sagrada roca que marcaba uno de los vados más importantes del Gran Río. Elorham tenía ilusión de verla con sus propios ojos.

En general, el ambiente en el grupo parecía más distendido. Todos se habían recuperado bien del enfrentamiento con el kraken, y entre todos habían ahuyentado al monstruo. El eorlinga intentó no pensar en la amenaza de los orcos de momento, y centró sus esfuerzos en cuidar de los caballos lo mejor posible. Sin ellos, esta misión estaba condenada al fracaso. En los descansos comprobaba de forma rutinaria los cascos de cada montura.

De noche, Elorham se encargaba del segundo turno de guardia junto a Drustan y Laufinwë, dos formidables guerreros.

-¿Hacía mucho que no visitabas las tierras de tu pueblo?, le preguntó al beórnida en voz baja mientras se sentaba a su lado para cenar algo.

Turno 600

Breve fue la ausencia de Eruannë y, tras su silenciosa marcha, más silenciosa aún su regreso. Algunas miradas hacia atrás, un susurro quedo y una espina escociéndole en el pecho coronaron el final de aquel aciago día para la elfa, del que poco o nada habló mientras dejaban atrás el lóbrego pantano. Los siguientes días transcurrieron bastante silenciosos también y, si bien su espontánea curiosidad y su alegría seguían presentes, la silvana se mostró algo reservada y contemplativa durante los breves descansos del viaje. Buena parte de ese tiempo lo dedicó a escribir sobre los sucesos acaecidos durante la jornada o a tocar el arpa mientras los edain conversaban entre ellos o dormían. También asistió a Elorham con los caballos y conversó con el Laufinwë en la susurrante lengua de eldar. Pero sus pensamientos hollaban otros senderos, muy lejanos del rutinario devenir del viaje. Quería comprender…

Quizá porque su vida había transcurrido en Lórien, en una tierra de ensueño donde los árboles cantaban a la luz y allí la Sombra no tenía sitio. Tampoco el odio. Somos todos hijos de Ilúvatar, hijos de la luz, pensaba. Entonces… ¿Porqué el odio entre hermanos? No lo comprendía. Había conocido el odio cuando niña, era cierto. Lo había visto clavado como una lanza en la terrible y abismal mirada de unas horripilantes criaturas. Orcos los llamaban. Pero ellos no eran hijos de Ilúvatar, no eran hijos de la luz. Eran seress creados por oscuras fuerzas y el odio los gobernaba, odiaban todo lo vivo, incluso sus miserables existencias. Pero jamás había visto el odio en los ojos de un quendi, tampoco había odio en los olvar ni en los kelvar. No odiaban los mellyrn… ¿Por qué odiaban los edain? Había visto el rencor y el dolor anclados en el decrépito cuerpo del anciano y la había conmovido. Una miserable criatura solitaria, doliente, olvidada y abandonada a su suerte, recelosa y quizá resentida con el olvido instalado en su marchita piel. Pero no vio el odio en aquellos desconfiados ojos hasta después, cuando se encontraron con los otros edain. Y el aborrecimiento fue mutuo. Lo había visto en los ojos de sus compañeros. Sin conocerse siquiera, sin haber cruzado jamás una mirada, alguna palabra o un simple gesto, se odiaban. La soledad y el desamparo del anciano eran caldo de cultivo para el rencor y el dolor que manaban de viejas heridas. ¿Pero era eso lo que los valar había destinado para los edain? ¿La muerte y el odio? No. La muerte es el destino final de los edain, el don que Ilúvatar les otorgó. Pero el Mal había arrojado su sombra sobre ella, y la ha confundido con las tinieblas, y había hecho brotar el mal del bien, y el miedo de la esperanza. Y… tal vez el odio. ¿Acaso era eso? Pero… ¿No estaban luchando contra ese oscuro poder que encarnaba toda la maldad y el odio que se cernía sobre buena parte de Endor? No lo comprendía…

Eruannë estaba absorta en estos pensamientos, acariciando su arpa y dejando escapar unos dulces arpegios, cuando Elorham le preguntó a Drustan sobre su tierra. La elfa alzó los ojos y sus orejas se agitaron un poco. ¿Irían hasta algún asentamiento de los beórnidas o continuarían viaje por ignotos senderos apartados de las miradas? Quizá si el secreto de la misión les impedía entrar en contacto con otros, o no.Lo ignoraba. Fue por ello que prestó atención a lo que hablaban.

Distingues, como a un kilómetro de vosotros, un pequeño fuego. Alguien ha puesto un campamento y ha mantenido el fuego encendido de noche por lo que es relativamente fácil verlo.

Turno 600 bis

De pronto, Eruannë dejó el arpa a un lado y se incorporó en silencio. Estuvo un breve instante oteando más allá de las sombras de la noche hasta que finalmente se volvió hacia los edain que tenía más cerca y susurró:

—Alguien más acampa por estos páramos. Allí —precisó señalando hacia un punto como a un kilómetro de donde se encontraban. —¿Véis algo más que el pequeño fuego junto al campamento?

Turno 600 bis

Adronath miró en la lejanía y observó la luz de una hoguera.

No puede ser, ¿alguien tan cerca y que acampara haciendo un fuego sin percatarse de que nosotros estamos aquí? O bien son poco precavidos o son gente del lugar.... o bien saben que estamos aquí y nos querían engañar para que pesemos que no nos han visto o todo lo contrario.

Las ideas de lo que podía o no podía ser rondaban la mente del Adan, hasta que Eruannë dijo lo que él estaba pensado.

- Sí, hay un fuego. Será mejor que despertemos a los demás y vayamos a ver de quién se trata...a lo mejor debemos dejar la zona o simplemente juntarnos en un solo fuego- propuso el guerrero.

Durante la jornada de viaje por la extensa llanura cubierta de hierba, Elorham se detuvo en un descanso y se bajó del caballo. Con los ojos cerrados, se arrodilló para tocar la hierba alta con las manos, para sentir el vaivén de las plantas, su sed de agua, su energía, escuchar su lenguaje. Rezó al Cazador…

Guíame a la sombra de las rocas,

Que la brisa me indique el camino.

Luego siguieron viajando, hasta que de repente Elorham se alejó cabalgando por la llanura hasta unas rocas cubiertas de musgo. Había formaciones como aquélla dispersas por el valle, pero este musgo de color marrón claro era diferente. No era musgo seco. El marrón era su color natural. Se escondía a simple vista. Las manos expertas del animista trabajaron con cuidado para guardar las dosis de esta hierba.

-Gracias por los dones recibidos, susurró. El tiempo apremiaba, pero no quiso perder la oportunidad de forrajear sin que eso ralentice al grupo. Berterin se llamaba la hierba, aunque como todas las cosas importantes, tenía otros nombres en otras lenguas. Baranas en sindarin, o Varnissë en quenya. La infusión se podía usar para preservar materia orgánica, incluso un cuerpo entero.

Nota del Master:

Recordad que desde el inicio del viaje tenéis (porque pedisteis al concilio plantas curativas) las siguientes dosis de plantas y hierbas.

Cita:

Quedasteis en que las llevaría Elhoram al ser animista porque sería lo lógico.

PD: Vuestras hierbas os miran con cara apenada. ¡No os olvidéis de ellas!

PDD: Por ejemplo la arnúminas hubiese venido muy bien cuando Adronath se quedó con la pierna chafada.

Recordaba aun algunas historias contadas en los salones de mi padre sobre estas tierras y la estirpe de sus guardianes, de la cual Drustan formaba parte; pero por alguna razón no podía quedarme alegre en el recuerdo de las historias y sus canciones. Desde el encuentro con el kraken, fuerte en mi crecía la sensación de que algo nos perseguía... aunque tal vez fuera solo suposiciones nacidas de la temperamental sangre edain, pero la persecución de los orcos y ahora una bestia salida de relatos; era como si algo quisiera interponerse en nuestro camino.

Pero por ahora, llevábamos varios días de paz y cabalgata tan tranquila como es posible esperar en estas tierras. Iba susurrándole unas lisonjas de ánimo al oído del robusto animal que soportaba mi pesada carga. Seguramente pronto me tocaría hacer mi guardia, según como las estableciera nuestro líder...

Resolución Turno 600

Tanto Adronath y Astomer que hacían la primera guardia como Eruannë que al ser elfa apenas precisaba reposar su alma unas horas estaban despierto al iniciar la noche y los tres se dieron cuenta de la presencia de una luz a lo lejos. Era un fuego que significaba probablemente un campamento o asentamiento de alguna naturaleza.

Estaba algo lejos, como a un kilómetro, pero en la noche la hoguera llamaba mucho la atención.

Adronath, que a la sazón era el jefe de la expedición no tuvo dudas y decidió despertar al resto del grupo. No tenía intención de dejarse sorprender ni menospreciar cualquier posible presencia o amenaza. Quería ir a ver quién era el que allí estaba para saber si era una amenaza y debían irse a buscar un lugar más seguro o si era un grupo del que se pudiese confiar y pudiesen compartir el fuego con ellos.

De modo que el modo de actuación estaba claro y quedaba por saber quién iría a explorar o si iban a desplazarse todos. Así se organizaron.

Turno 601

Zigur caviló. Su viva inteligencia le había enseñado a pensar rápido y más desde que dejasen atrás el concilio.

Podría ocultaros de la luz igual que hicimos cuando rescatamos a los que quedasteis prisioneros. Eso podría ser de gran ayuda aunque agotaría parte de mis capacidades, que tal vez podrían sernos útiles más tarde y que no recuperaría hasta pasadas veinticuatro horas.

Turno 601

El melancólico beórnida cabalgaba con una media sonrisa en su rostro. Al igual que los antiguos robles de aquella tierra, su espíritu parecía enraizarse en aquella tierra y sacar de ella sus valiosos nutrientes.

- En verdad pasé más años alejado de esta tierra que en ella... - Respondió al rohirrin tras pensarse su respuesta. - Un espíritu inquieto que tenía que saberlo todo... Pero las raíces de nuestro espíritu son más profundas de lo que pensamos y nunca deje de llevar estas montañas en mi corazón... Es agradable vover a casa sí... - Finalizó con la mirada perdida.

Tras la alerta de Adronath todos se pusieron en marcha. Drustan se mordió el labio hasta notar dolor por lo distraído que había estado. Debía haberle encargado la vigilancia a su amigo alado. Con cariño lo despertó, despertando el enfado del ave. Quizá Jok había visto algo mientras volaba.

- Esta es mi tierra y tengo que ir.- Concluyó, más que ofrecerse, el beórnida.- Toda la ayuda será bienvenida Zigur, y no en valde ya te debemos la vida más de una vez.

Turno 601

Eruannë no hizo comentario alguno. Como siempre, el mago aportó sus conocimientos y habilidades sabiamente y ella simplemente asintió a sus palabras; por otra parte, Drustan envió a su alado amigo que con su aguda mirada aportaría otros detalles que habían escapado a los ojos de ellos.

Mientras ocurría esto y se decidía los pasos a seguir, la elfa se arrebujó bajo la capa y se alejó un poco, pero sin llegar a perderse de vista del grupo para atisbar los alrededores en busca de alguna señal. Ignoraba si aquel fuego era en sí una trampa para separarlos mientras intentaban emboscarlos. O si era el abrigo y la luz de algún pacífico peregrino en camino.

Turno 601

Drustan y Eruanne ya se habían ofrecido para explorar el lugar donde se divisaba el fuego, así que me mantuve callado a la espera de noticias de mis compañeros.

Mientras regresan de explorar ese fuego voy a intentar dormir algo. Elorham, no me vendría mal una de esas hiervas curativas. Mi herida con el kraken no está totalmente curada, le digo

Turno 601

Adronath , como de costumbre escuchó a sus compañeros y luego meditó unos segundos el curso a tomar.

- Iréis tres. Drustan, tú conoces esta tierra y a sus habitantes. Eruannë y Laufinwë le acompañaréis. Vuestros ojos de elfo serán una gran ayuda- apostillo el Dunadan.

Luego se giró hacia Lafinwë y le dijo:

- Cuando lleguéis y veáis cual es el peligro o cuál es el motivo del fuego, vuelve y alertarnos de lo que ocurre. no quiero que nos pase y os pase nada malo. Al llegar al campamento haz el canto de un búho tres veces para saber que eres tú.

El guerrero se les quedó mirando por si lo habían entendido o si tenían algo al respecto que decir.

Turno 601

*¿Un fuego?¿Serán beornidas?* No valía la pena apurarse a nada; todo lo que sabíamos era que el resplandor de una fogata era visible y punto.

-Seguro Adronath, pero estén listos para saltar en nuestro auxilio si el enemigo es quien nos espera tras esa señal, pues hasta ahora la mayoría de las sorpresas en este viaje no han sido buenas. Me puse de pie y encorde mi arco antes de juntarme con Eruannë y Drustan para partir silenciosos como la brisa nocturna. Una vez al lado de mis acompañantes los mire antes de hablar en un tono algo bajo, como entrando en el ámbito de la misión. -¿Listos?