Partida Rol por web

Turno 703

Por supuesto, que más le podía tocar a esta compañía más que arañas tan grandes como para que su seda pareciera soga. Al menos nos habíamos salvado del troll en el paso antes de cruzarnos con los beórnidas, pero como escapar de esto. Era obvio que si seguíamos avanzando, las dueñas de estas trampas vendrían a buscar a su presa.

-Creo que vamos a necesitar fuego...- 

Mire a mi alrededor buscando algo, lo que fuera. El movimiento de una rama, una sombra más sospechosa que las demás... Cuando uno tiene a su enemigo en frente, al menos todo se reduce a la maestría con las armas o al arte de la diplomacia; pero cuando el enemigo puede echarse encima tuyo en cualquier momento y uno no puede siquiera verlo.

Turno 703

Al llegar a una zona donde el bosque se abría un poco más, pudieron ver con más nitidez el espectáculo que casi llegaban a intuir. Estaban rodeados de telarañas y poco a poco estas fueron cada vez más grandes, con lo que eso quería decir.

El guerrero dunadan hizo un alto, miró a sus compañeros y luego el bosque.

- Alto, nos detendremos aquí- dijo con firmeza.

Al momento vio como sus compañeros comenzaron a usar sus habilidades sortílegas y, al verlo, Adronath asintió aprobando esa actuación.

- Elorham, cuando acabes cura a Drustan, parece que los bichos se han cebado con nuestro amigo- dijo acercándose al aludido.

- ¿Qué tal estás?- preguntó al beornida-. Descansa un poco, amigo mio. Tenemos que cojer fuerzas para seguir el camino.

Luego se levantó y habló a todos.

- He pensado que partir de ahora llevaremos todos antorchas. Si bien llamaremos la atención, los bichos se lo pensarán antes de atacarnos, ¿qué opináis?- preguntó a sus compañeros el guerrero.

Turno 703 bis

Adronath habló y Eruannë meditó un instante sobre la sugerencia del dunadan mientras continuaba escrutando el gigantesco laberinto de telarañas que se extendía ante sus ojos. Cuando respondió, su voz parecía un murmullo surgido de entre los mismos árboles, tan hábilmente se había confundido con el entorno.

-No es mala idea. Pero primero debieríais verificar si esta maraña es sensible al fuego -respondió Eruannë. Luego, tras una larga pausa, añadió: -Si acaso quedamos atrapados en ella y provocamos un incendio, tendremos un obstáculo más del que ocuparnos... Y quizá el bosque sufra otra terrible herida.

Finalmente, la elfa volteó la mirada hacia el erudito e inquirió:

-¿Conocéis algo de estas criaturas?

Turno 703

- Me temo que no conozco mas de lo que conoce cualquiera. - dijo el mago negando con la cabeza - Son criaturas oscuras, sin duda. Dado el tamaño de estas telarañas podemos tener la certeza de que su tamaño va en consonancia. Mas no vi mayores arañas que las que tejían en las abarrotadas librerías de Tir Anduin. - termino encogiéndose de hombros.

En su cabeza, se imaginaba historias terroríficas sobre aquellos seres. La poderosa Ungoliant, temida por el propio Morgoth; la devastadora de luz, responsable de que los Dos Arboles marchitaran y de secar las fuentes de la misma Varda. No se sabia de mas descendencia de aquel ser... espera un momento... Beren... Las arañas... Lamentablemente poco se contaba de ellas en los libros...

- Recuerdo una historia... - dijo duditativo Zigûr - Beren se enfrento a estos seres, descendientes de Ungoliant, en el Nan Dungortheb. Aunque me temo que no se sabe mucho de ellas. Son inteligentes, cazan en grupo y son muy peligrosas.

Resolución Turno 703

El grupo tomó y muy en serio la presencia de aquellos hilos de araña en el camino. Habían pasado por demasiados apuros para confiarse ahora tan próximos del término de su misión. Los salones del rey del bosque no debían estar mucho más allá y lo cierto es que tener algo a lo que enfrentarse parecía haberles despertado.

Examinaron el camino y los alrededores intentando no alejarse.

Astomer acercó el rostro al suelo, incluso colocando el oído como si estuviese escuchando. Meditaba sin palabras buscando restos y rastros, como sólo los montaraces saben.

Estaba bastante seguro que aquel camino no había sido usado antes de hacerlo ellos en bastante tiempo pero había señales extrañas. Aquel bosque luchaba contra su voluntad, lo sentía en contra y parecía querer engañarle. No por el camino pero a su alrededor, a su alrededor habían pasado aquellos engendros, se acercó hasta uno de los bordes del camino, diez metros más allá había telas más espesas y tal vez más recientes. Las arañas no usaban el camino, pero circulaban paralelas a él, al menos durante algún tiempo.

Se movía el montaraz como un gato y tenía unos reflejos muy parecidos, reaccionando ante el menor ruido o amenaza.

Elhoram se comportó de modo diferente. Estaba acostumbrado a otro tipo de naturaleza. Los grandes espacios abiertos y los caballos. Eso era lo suyo. Pero ambos sitios eran naturaleza y él se había consagrado a su conocimiento desde que tuvo conocimiento. Se sentó y se relajó. Su mente comenzó a observar en más detalle el lugar, respiraba pausado sintiendo los aromas, las plantas, los ruidos del lugar o su ausencia de sonidos. Poco a poco fue escuchando más cosas, sintiendo más. El rumor de unas patas arañando el suelo cubierto de hojas, deslizandose en ... las ramas, tendiendo hilos entre unos árboles y otros, moviendose entre ellos. Estaban delante, un pequeño grupo y detrás también, más de ellas detrás, no menos de seis.

Tenían un nido y una pequeña familia. Algo las había hecho mirar al camino, una voluntad extraña. Les sentían igual que él las sentía a ellas y habían comenzado a rodearles. Las contó como mejor pudo, no menos de seis detrás, tal vez a quinientos metros, acercándose ladinas. No menos de cuatro delante, preparando una zona del camino intransitable, para encerrarles entre un yunque de cuerdas y un martillo de picos venenosos. Estaban en peligro.

Eruannë se mantenía oculta, fundida con el entorno y difícil de encontrar, expectante. Adronath nervioso pidió que todos llevasen antorchas y como siempre sucedía cuando las encendieron costó algo prender el fuego, como si el mismo aire se negase a sustentarlo. Las antorchas daban una luz ténue, apagada y vacilante. ¿Qué brujería era aquella?

Zigûr demostró que era un erudito. ¿Sobre qué asunto no había leído? Desde que iniciaron camino el grupo había aprendido que además de palabras tenía grandes capacidades y le escuchó atento.

Turno 704

-Un grave peligro se cierne sobre nosotros y la misión, dijo Elorham con voz seria. Les contó la información que le había llegado sobre las arañas. –Nos están rodeando, y más pronto que tarde estarán encima. Avanzan por las ramas, y por el suelo. El fuego puede ser nuestro aliado, como dice Adronath.

-Delante son menos, quizá cuatro. Detrás son más numerosos. Nos han detectado, igual que yo a ellas. Si nos quedamos parados, nos rodearán. Creo que hemos de hacer frente a estas criaturas de la Oscuridad que hay delante. Son cuatro, así que tenemos alguna posibilidad si el combate no se alarga. Yo puedo intentar calmar a aquellas criaturas, pero no puedo daros ninguna garantía de poder hacerlo.

Mientras el grupo deliberaba, Elorham echó un vistazo a Drustan. El beórnida estaba sufriendo más que nadie las inclemencias del Bosque Negro. –No sé qué puedo hacer para aliviar tu dolor, amigo, le dijo. –Hay hierbas con las que se hacen ungüentos para ahuyentar a los insectos, pero no podemos detenernos a buscarlas ahora.

Turno 704

- El fuego es peligroso, mas aun en este siniestro bosque de ramas secas y hojas ennegrecidas. Podríamos vernos rodeados de llamas y seria difícil escapar... - dijo el mago preocupado - Sin embargo, hay una posibilidad... Como dice Elorham, son criaturas de la Oscuridad, odiosos arácnidos al servicio del mal. Yo podría intentar algo... Podria invocar la mismísima luz de de las estrellas, con un brillo intenso, digno de los salones de los reyes elfos, aborrecida por el enemigo, temida por sus secuaces, odiada por el mal... Pero deberéis cerrar los ojos, estar preparados u os cegara al igual que al enemigo, yo os avisare...

El mago ya estaba entrando en el ya conocido estado de concentración. Las palabras se fueron ralentizando, bajando de tono hasta convertise en un murmullo. Que mejor que el idioma de los elfos, para alejar el mal...

- A Elbereth! Gilthoniel!
 silivren penna míriel
 o menel aglar elenath!

El susurro se perdia en la oscuridad...
 

Turno 704

El semblante de Adronath cambió al oír las palabras de Elorham. Si bien no había escuchado nada extraño ni parecía que fuera a pasar nada malo, el guerrero confiaba plenamente en su amigo con lo que tomó muy en serio esa funesta noticia.

- ¡¡Movámonos!! ¡Coged antorch...- sus palabras murieron cuando Zigûr habló. Sabía que la sabiduría de su congénere era tremenda y la fuerza de sus conjuros rivalizaba con la de cualquier arma...y mucho más.

- Así sea. Pero no podremos salirnos del camino, así que nos mantendremos unidos.

Rápidamente el dunadan sacó una cuerda de su mochila y se la tendió a sus compañeros.- Aferráos a ella y no os separéis por nada del mundo. Seguramente si salimos del camino no sepamos volver a él por muy cerca que esté. Cuando se acerquen las arañas atacaremos a distancia, con arcos, hondas, jabalinas... lo que sea. Y cuando estén cerca, muy cerca...- Adronath se giró a Zigûr-, ...desata la gracia de la diosa.

- ¡Movámonos! Enseñémosles a estos engendros que no somos una presa fácil- dijo muy seguro de sí mismo, intentando reforzar el espíritu de sus compañeros. Y siguiendo sus propias intrucciones, sacó el arco y caló una flecha en él para estar lo más preparado posible.

Turno 704

Zigur no había desperdiciado ni un segundo y la verdad era para elogiarlo tanto por sus conocimientos como por su rápida reacción. Elorham nos había puesto de aviso del peligro y el mago había sido el primero en reaccionar.

"¿Arañas gigantes? Y porque no, no pueden ser peor que un Kraken..."

Era como si algo quisiera evitar a toda costa que tuviéramos éxito. Resople con resignación y mucho fastidio arreglado. Saque el arco, una flecha y me coloque en un buen punto de la columna del grupo para poder disparar cuando llegase el momento.

Luego de que Adronath hablara no pude evitar mirar la soga algo confundido. ¿como ibamos a sostenerla los arqueros si necesitábamos las dos manos para disparar? Pero no dije nada, pues era una tontería ponerse a hablar de ese tema ahora y simplemente avance, el enemigo nos pisaba los talones.

"Oromë dale fuerza a mi brazo y puntería a mi arco..."

Turno 704

La silvana escuchó atentamente las palabras de Elorham y asintió. Sin duda, liberar el camino del frente era la mejor opción, pero… Contempló la red que las tejedoras habían tendido a lo largo del camino, más y más espesas a cada paso. Otra amenaza que deberían eludir o eliminar. Luego el mago anunció que usaría sus dones para detener a esas funestas criaturas. Impondría la luz contra la oscuridad. Entonces Eruannë sonrió, complacida.

Ignoraba si eso serviría para, por lo menos, aturdirlas el tiempo suficiente. Pero era casi una certeza que contarían con unos preciosos instantes para contraatacar o huir, según fuera el resultado de la batalla. Además le gustaba el dulce sabor que le traía esa imagen: la luz luchando contra la oscuridad. Le recordaba esas historias de los tiempos antiguos, cuando el Despertar de los Primeros Nacidos, que había escuchado cuando era muy niña. En ellas se decía que en aquellos oscuros días en que Endor era iluminado solo por la argéntea luz de las estrellas, la resplandeciente presencia de Oromë, que cabalgaba infatigable sobre un hermoso caballo refulgente como la plata y cuyos cascos brillaban con áureos destellos, bastaba por si sola para alejar a las malignas criaturas de la oscuridad. Pero (y un escalofrío recorría la pálida piel de la pequeña elfa que escuchaba aquellas historias) se decía también que apenas el majestuoso esplendor del vala se alejaba las malignas criaturas regresaban, más pertinaces y crueles aún. 

Y ahora el mago invocaba a la valië, la Iluminadora de Estrellas, en la lengua de los eldar…

—_{A Elbereth! Gilthoniel!} —repitió Eruannë en un suave murmullo.

La silvana aferró el arpa entre sus dedos y pensó en envolverse entre brumas de silencio para así desplazarse con más sigilo aún y, quizá, sorprender a alguna de las malignas tejedoras de redes. Pero entonces Adronath tomó la palabra y Eruannë volteó la vista hacia el guerrero y escrutó sus facciones. Y si acaso el dunadan hubiera podido verla fundida como estaba con el lúgubre paisaje, hubiera percibido el confundido parpadeo de la mirada de la elda. No comprendía cómo era que pensaba llevar a cabo eso que proponía, así qué inquirió:

—No comprendo… —susurró, incómoda, y un acre sabor se instaló en su boca. —¿Acaso pretendéis que avancemos atados unos a otros? El arte de usar el arco requiere de cierto espacio y libertad de movimientos para su ejecución, no lo encuentro apropiado. Además —y ahora tal vez sí, el dunadan pudo percibir el amplio movimiento del brazo de Eruannë, arpa en mano, señalando hacia las telarañas —, ¿cómo pensáis atravesar esas redes? Están dispuestas para retrasar el paso y son inútiles las saetas allí. Y si avanzáis atados unos a otros, bastará con que uno caiga en las redes de las tejedoras para que otros le sigan con igual suerte. Es una trampa terrible. Es evidente que necesitaréis que, al menos, uno de vosotros abra camino a golpes de espada o quedaréis atrapados como insectos en esa gigantesca trampa antes de que siquiera arrojéis la primera saeta.

Luego hizo un breve silencio, contempló las decididas facciones de Adronath y la determinación que manaba de su porte y, finalmente, rompió el silencio con estas firmes palabras:

—Pero si esa es vuestra orden, lamento deciros que iré aparte. 

Turno 704 bis

Eruannë tenía razón, la cuerda les impediría el movimiento y dificultaría el avance. Y solo las armas a distancia no abrirían el camino necesario para huir.

- Tenéis razón- concedió el guerrero a la elfa guardando de inmediato la cuerda-. Me he precipitado pensando que iríamos mejor juntos y la libertad puede que nos beneficie más que que no nos puedan separar. Quizás sea esta oscuridad quien nuble mi mente y me haga reaccionar impulsivamente o el largo viaje... o lo que dejo atrás.

- Además también tenéis razón en que deberemos poder salir de cualquier atolladero. Usad las armas que mejor y más os convenga, de hecho lo venís haciendo así desde que nos juntamos y he de decir que siempre acertadamente. Ahora no tiene por qué ser diferente- dijo haciendo una leve reverencia a la elfa para agradecerle su tacto y sinceridad al decirle su opinión.

Turno 704

El beórnida se limitó a gruñir, demasiado agotado como para interesarse en intervenir en la discusión, cosa que como bien sabían sus compañeros, era una de sus pasiones.

- Avancemos sin demora, nuestra única oportunidad es sorprender a esos engendros antes de que terminen de bloquear esta senda, y antes de que nos den caza los que nos persiguen. - Y se situó delante, dispuesto a encabezar una carga suicida. - Mi reino por un buen hacha enana... - murmuró mirando la inutilidad de su lanza a la hora de abrir camino.

Se quedó esperando la orden de avanzar de adronath

Turno 704

Tras escuchar qué hacer en tan complicada situación, decidía emprender el camino con la cimitarra y escudo en mano.

Bien, iré delante abriendo camino si estas telas nos obstruyen el paso, alguien que me acompañe? Recordad no abandonar el camino, advertí.

Zigur permanecía concentrado, quizás su idea nos salvara la vida. Por mi parte no tenía idea de qué podían hacer estas arañas gigantes, pero seguro que no eran muy amigables.

Turno 704 bis

Drustan y Ástomer se situaron delante. Elorham ocupó su posición en el centro del grupo, cerca de Zigur.

La luz de Elbereth... realmente estaban bendecidos por los dioses que nuevamente les brindaban su apoyo.

Respiró hondo, y rezó...

En la distancia, veo a mis antepasados,
Y les escucho decirme,  
"ven, te ayudaremos"
"ven, te esperamos"
"ven, te guiaremos"
pero antes, lucha con valor, con honor,
y deja todo, incluso tu cuerpo
en el campo de batalla.

Eran palabras de su pueblo, de su tierra, de su familia. No era un guerrero, pero no estaba dispuesto a flaquear ahora que la oscuridad les amenazaba. Habían superado muchas dificultades para llegar hasta aquí. Así que reunía todo el coraje que le daban esos versos, y se dispuso a andar junto a los demás.

Por Rohan

Turno 704 bis

-Que así sea entonces. Iré con vosotros, aunque en ocasiones me apartaré del grupo para vigilar la zona -respondió Eruannë, y esbozó una pequeña sonrisa.

Acto seguido, sus dedos acariciaron las cuerdas del arpa y unos breves arpegios envolvieron a la elfa en un manto de silencio. En un primer momento avanzó entre los edain, pero tan pronto desaparecía en el sendero como volvía a reaparecer, siempre veloz, sigilosa y atenta, esquivando telarañas y escrutando aquí y allá en busca de aquellas criaturas.

Resolución Turno 704

Debatieron brevemente sobre la actitud con la que debían afrontar la situación y pusieron en común sus opiniones rápidamente. Adronath había aprendido a dar órdenes pero también a reconocer cuándo le daban un buen consejo y a rectificar y esto le hacía ser todavía mejor líder pues el resto sentía que se reconocía la confianza depositada.
El grupo se había convertido en un todo bien engrasado y cada uno conocía su papel.

De modo que Zigûr y Elhoram prepararon sus destrezas y mientras Astomer, Adronath y Drustan les protegían Eruannë y Laufinwë portaban los arcos con las cuerdas tensas prestas a atacar a cualquier criatura que les abordase. La elfa bardo comenzó a tocar su arpa y los sones se confundían con el sonido natural del ambiente hasta el punto de que se dejó de escuchar los que producía al moverse o al hablar.

Avanzaron un minuto con toda la precaución posible. Sabían que delante enfrentaban un grupo menos numeroso de lo que les perseguía y querían enfrentar primero al menor de los dos grupos para evitar ser hostigados por los dos grupos.

Llegaron a un punto donde las telas cruzaban con franqueza el camino y veinte o treinta metros más adelante habían tejido de tal modo que el camino estaba completamente bloqueado. Grande fue la sorpresa cuando vieron que de una de las telas que cruzaban de lado a lado colgaba el cuerpo de un humanoide. Era imposible decir la raza o el sexo pues estaba completamente cubierto de la telaraña y sólo se podía decir que era alto y delgado.

El suelo tambíen estaba cubierto de algún modo por aquellas telas pegajosas y de repente de entre los árboles, a derecha e izquierda surgieron las monstruosas criaturas. Vinieron dos de cada lado. Tenían las más pequeñas el tamaño de grandes perros y las mayores el de pequeños ponis. Debían acabar con ellas con rapidez porque si se juntaban con las que les perseguían la situación se volvería muy peligrosa. Un escalofrío recorrió su espalda. ¿Qué monstruoso nido podía criar semejantes engendros? En sus ojos podía verse una malignidad antinatural.

Turno 705

El mal se acercaba. Las bestias acechaban, jamás había visto el mago semejante tamaño en un arácnido. Sus peludas patas arrastraban un abdomen rechoncho y liso, de gran tamaño, hacia ellos. Su cabeza poseía grandes mandíbulas y sus múltiples ojos eran mas oscuros que el propio mal. Ya estaban allí...

El mago sabia lo que tenia que hacer. No sabia si funcionaria, pero en lo mas hondo de su ser, deseaba que así fuese.

No había dejado de murmurar desde que supo que aquellos seres infectos estaban cerca, y era el momento. Extendio los brazos con las palmas abiertas, sus dedos se alargaban como si pudiesen crecer por momentos, buscaba la energía del bosque, la poca luz que en el entraba. Sentia como poco a poco sus manos lograban concentrar de alguna manera la fuerza necesaria para su propósito.

- Cerrad los ojos... - dijo Zigûr mientras, sin esperar ni comprobar que sus compañeros lo habían hecho, dio una sonora palmada por encima de su cabeza. De repente, como si las mismísimas estrellas hubieran acudido a su llamada se hizo la luz. Una luz cegadora que ilumino todo repentinamente...

Turno 705

Y al fin aparecieron las temibles criaturas que les acechaban. Pero les estaban esperando. Drustan esperaba que el cazador se convirtiera en cazado, pero necesitarían toda la ayuda de los valar para salir con bien de aquel encuentro.

Como habían planeado, el erudito avisó de que cerraran los ojos y el beórnida así lo hizo. De dónde sacaba su poder era una pregunta que Drustan no quería hacerse.

Parapetado detrás de su escudo, mandó un lanzazo a la primera criatura que apareció. - Manteneos a mi espalda amigos... - murmuró a sus compañeros

Turno 705

Las arañas aparecieron de la nada, caminando entre ramas y sus propios hilos como si fuera realmente sencillo. Cazarlas sería peligroso pero Zigûr tenía un truco.

Tenía solo una fracción de segundo y en un movimiento reflejo pero perfectamente coordinado, di un paso hacia atrás alejándome de las criaturas para no ser vulnerable cuando de nos vinieran encima, tense el arco con enorme fuerza, nacida de todos los músculos de mis brazos, que trabajaban en perfecta armonía y apunte hacia una de las grandes. Solté la saeta casi enseguida, con esperanza de haber golpeado pues antes de que el proyectil llegara a destino cerré los ojos tal cual las órdenes del mago.