Partida Rol por web

Mucho tiempo discurrió hasta que Elanor encontró el relato que su padre, desesperado, había buscado que narrase el destino del mago y el beórnida hasta que volvieron a juntarse con sus amigos pues como Eruannë, la cronista, no había ido con ellos, nada se había escrito a ese respecto.

Sólo al final, en Minas Tirith, mientras ejercía de ayuda de cámara de la Reina Arwen pudo descubrir que uno de los guardias élficos de Arwen había estado en los salones en aquella época y recordaba a los dos hombres.

Así pudo por fin convencerle de que escribiese ese trozo de historia para poder juntarlo todo como un texto coherente. Tal vez al final sí encontrase un espacio para escribirlo en el libro rojo. Sería una pena no poner el relato.

Turno 800

El mago y el beórnida iniciaron camino. La senda que debían seguir era estrecha y las indicaciones de Aegnor no habían sido las mejores pero yendo a paso lento se aseguraban de no perder el camino que de vez en cuando se veía interrumpido por partes de bosque y naturaleza o parecía desaparecer en medio de la exuberancia del bosque, que aprovechaba cualquier lugar que no estuviese suficientemente pisoteado para crecer y confundir los ojos más aguzados.

Poco a poco la luminosidad fue disminuyendo conforme se acercaba el final de la jornada. No tendrían más remedio que parar a dormir en medio del camino o arriesgarse a separarse algo de él y no poder encontrarlo al despertar.

Turno 801

- Hemos de parar, la noche esta llegado, nos será imposible ver nada - le dijo el mago a Drustan. - Lo haremos por aquí mismo, junto al camino, no quisiera perdeme.

Buscaba un buen lugar, o mejor dicho, que el beornida lo hiciese. Aunque ya lo hacia, debía confiar aun mas en aquel hombre. Cuando encontraron un buen lugar se prepararon para pasar una de las peores noches.

- Podriamos hacer fuego, yo podría ocultar su luz, nos calentaremos sin ser vistos...

Turno 801.

Drustan asintió a las palabras del erudito. Juntos buscaron un buen lugar para pasar la noche y aprovechar los escasos lugares que permitían cierta ocultación en el camino. - Preferiría no recurrir al fuego a menos que sea indispensable. Después de la batalla contra los huargos no sabemos si el enemigo vuelve a seguirnos la pista. Y sino la partida de nuestros compañeros seguro disipa sus dudas acerca de nuestro destino. - Empezó a desempaquetar las raciones elfas. - He de admitir que este regalo vale por un reino.- Admite el beórnida encogiéndose de hombros.

- Tengo miedo erudito.- Admite tras una pausa.- No por nuestras vidas sino por la misión del Concilio. El enemigo se ha vuelto demasiado poderoso en este lugar, y nosotros tan sólo somos dos. ¿Cómo hemos podido permitir este resurgimiento del oscuro?- Comenta con amargura. - Haré la primera guardia, guarda descanso. - Finaliza, acicalando a su halcón dormido.

Turno 801

- Si drustan, si con la caída del sol, el frio arrecia, encenderemos una pequeña hoguera, no podrán vernos mas que a unos metros. - dijo tranquilo, por el momento podrían pasar sin una fuente de calor, mas tarde, bien entrada la noche, quizás ya no.

- Hay que tener miedo, espabila los sentidos, aunque puede jugar malas pasadas. - dijo el mago - si, es cierto que tan solo somos dos, pero eso no ha de ser tan malo, un grupo pequeño puede ocultarse mas fácilmente que uno grande. - tenia sentido - Ademas, no dejaremos que nos vean, ni nos oigan, yo me ocupare de ello. Quien sabe, igual hasta nos pasemos de largo si no logramos ver las puertas a los Salones - intento bromear.

- Es pronto para determinar si se trata de algún señor oscuro - contesto a su amigo - cierto es que el mal ha crecido en este bosque, y en el mundo. Pero quizás aun estemos a tiempo de combatirlo.

Comieron, bebieron y se dispusieron a pasar la primera noche solos en aquel bosque. No tendrían la protección de un grupo.

- Bien, intentare dormir un poco. Estate bien atento, y al menor problema, nos marcharemos a toda prisa.

Vaya, me lie con los destinatarios. Ahora deberías poder ver los posts aquí Adronath.

Además, vamos a pensar que Adronath se ha venido con vosotros, no creo que merezca la pena cambiar las intervenciones. Actuemos a partir de ahora como si estuviese Adronath.

:SS

Seguimos pues.

Turno 801

Adronth permanecía meditabundo y taciturno. Apenas hablaba con sus compañeros y tampoco tomaba parte de las decisiones, simplemente se dejaba llevar. El hecho de haber fracasado como líder, dejando que el grupo se desintegrara había calado en el guerrero como un jarro de agua fría. Ahora solo podía avanzar y terminar la misión que les habían encomendado.

Cuando pararon para descansar, comió parte de las viandas entregadas por Aegnor y un nudo en la garganta hizo imposible comer. Eran provisiones élficas que gentilmente se las había entregado el elfo, sabiendo incluso que no iban a ir con ellos. Apartando tales sentimientos Adronath guardó la comida en la mochila y se tumbó. 

- Yo haré la siguiente guardia- comentó escuetamente.

Resolución Turno 801

El clima se mostró como hasta aquel momento opresivo, caluroso y húmedo pero ya estaban acostumbrados. Siguieron el camino con precaución. En este tramo parecía ser algo más ancho y haber sido algo más usado.

La mañana transcurrió monótona con el grupo andando pesadamente y sin nada que llamase la atención. Había árboles y hojas por todas partes, se intuía la vida que exudaba el bosque, los árboles trataban de hacerles tropezar o eso parecía poniendo sus raíces en medio de donde iban a poner los pies haciéndoles resbalar algunas veces. Otras parecían querer ponerse en medio del camino, juntos, intentando hacerles dar un rodeo para hacer que se desviasen.

Casi parecía que los árboles querían impedir su avance.

Turno 802

La noche transcurrió tranquila, todo lo tranquila que el bosque podía ofrecer. Ruidos extraños, seguramente en su mayoría de animales que se buscaban el sustento. El viento golpeando las hojas, que a su vez movían las ramas, y una melodía de crujidos y silbidos se escuchaba en la silenciosa noche.

Pero el dia llego, y continuaron su viaje. Era silencioso, apenas hablaban, como temerosos de ser escuchados por el enemigo. El camino se estaba convirtiendo en una verdadera prueba. Las raíces salían de la tierra camufladas entre rocas y barro. Las ramas bajaban obligando a agacharse, los troncos se retorcían sobre el camino y de cuando en cuando trastabillaban con todo ello. Incluso parecía desaparecer bajo los pies.

- No podemos detenernos, hemos de continuar - decía el mago a sus compañeros cuando hacían algún pequeño descanso o cuando no sabían por donde continuaba el sendero.

Hacia tiempo que la luz directa del sol no golpeaba los rostros. Se sabia que era de cia por que en lo alto, las ultimas hojas de los arboles, resplandecían con un brillo único.

Zigûr se agachaba de cuando en cuando. Era un mago, por su puesto, pero no era lo único que sabia hacer. No se le daba mal del todo seguir la pista de los animales cuando iban de caza, o saber seguir un sendero oculto. Aunque confiaba mas en sus compañeros, cualquier ayuda era poca.

Turno 802

El beórnida asintió a las palabras del erudito. - Debemos avanzar deprisa.- Añadió. En su fuero interno deseaba dejar ya aquel bosque opresivo y volver a estar en un espacio abierto. Eso permitría también utilizar a Jok para ver lo que les esperaba delante de ellos.

Turno 802

Adronath apenas durmió. No eran los sonidos del bosque que parecía cobrar vida por la noche pese a parecer moribundo, ni por permanecer alerta ante cualquier adversidad que pudiera caer sobre ellos. No. El guerrero permanecía despierto por sus remordimientos. Su cabeza le decía una y otra vez que había fracasado en su misión y que el grupo como tal había desaparecido y no había logrado mantenerlo unido.

Tras desayunar un poco y de mala gana, recogió todo y esperó a partir.

- Sí, no debemos detenernos- coincidió con Zigûr-. Y sí, debemos avanzar deprisa, pero con cuidado de no salirnos del camino.

Dicho esto el guerrero continuó por el camino.

Resolución Turno 801 (otra vez)

Ninguno de los tres tenía la pericia de Astomer a la hora de guiarse por terrenos extraños pero tampoco eran unos completos inútiles y poco a poco, cerciorándose a cada paso se dieron cuenta de que los árboles habían crecido en la dirección que debían seguir y acercándose vieron que el camino aún así cimbreaba, escondiéndose unas veces, desapareciendo para reaparecer a los pocos metros otras pero llevándoles en la dirección correcta al fin y a la postre.

Hubo un momento especialmente tenso en que los ruidos de los animales parecían haber desaparecido. Casi podían sentir una presencia a su lado, tenebrosa y amenazadora y un poco más allá, casi queriendo extender las ramas para atraparles estaba un gran árbol que despedía un aura de maldad.

Llegar hasta él hubiera sido muy fácil porque no había árboles en el camino que se le acercaba y ahora que lo miraban dos veces no cabía duda que reposar debajo de sus ramas les proporcionaría una buena sombra y un mejor descanso ... pero siguieron adelante dejándolo de lado. Algo les decía que acercarse a aquel árbol no era buena idea.

Pasaron aquella zona y el sonido del bosque volvió a rodearles. De hecho la hierba parecía más verde y algo de luz se filtraba entre las hojas. Su espíritu se elevó y la tarde terminó de deslizarse hasta convertirse en noche. Una fina e intermitente lluvia les iba refrescando cuando el calor les sofocaba.

Era momento de buscar sitio para acampar.

Turno 802

Llego de nuevo la hora de dormir, y aunque el paisaje había cambiado para bien, la visión de aquel árbol solitario le había dejado dudas sobre lo que habitaba en el bosque. El mal estaba por todos lados, luego miro hacia arriba y el mago pareció tranquilizarse. La ultimas luces del sol tiznaban de anaranjado las hojas mas altas. El contraste, negro de los troncos, el verde de las hojas, ese naranja en lo alto que se camuflaba con el cielo del atardecer, todo un espectáculo.

Volviendo a la realidad, y dejando de lado la agradable sensación que le había invadido, sacudió la cabeza e inspecciono desde el camino los alrededores, para buscar un lugar donde poder dormir.

- Creo que no deberíamos alejarnos mucho del camino, no quisiera perderlo de vista. - dijo serio Zigûr.

No era extraño ese miedo aun infundado, aun recordaba las palabras que Gandalf pronunciara tiempo atrás - "...debéis tomar grandes precauciones en el río que lo cruza pues sus aguas son negras y están encantadas, debéis evitar beber e incluso mojaros en ellas. No comáis nada del bosque, cuidado, extrañas criaturas lo ocupan en estos días..." - escuchaba en ese momento en su cabeza, seguro que las arañas no eran lo único vil que vivía en aquel bosque.

Entre sus divagaciones, buscaba algún lugar, en el propio camino, que pudiera dejarles dormir fuera de la vista de los curiosos. Ni siquiera pensaba en la lluvia que sin duda los calaría hasta las entrañas.

Turno 802.

Drustan volvió a asentir las palabras del erudito. - Este bosque es maligno. Noto como nos odia con todo su ser.

Por fin parecía que sus sentidos se iban acostumbrando en aquel bosque maldito, y el instinto le guiaba a la hora de encontrar refugio. Señalando el camino a sus compañeros, esperó su aprobación para acampar.

- Adronath, es mejor que Zigur descanse y esté preparado para poder recurrir a sus habilidades especiales. ¿Mejor si nos turnamos las guardias los dos guerreros? Podemos hacer dos turnos cada uno, yo no tengo sueño y puedo encargarme de la primera.

El bosque estaba confundiendo al guerrero quien se dejaba guiar por sus compañeros, en especial por Drustan. Además no ayudaba los remordimientos que aun tenía por que el grupo se dividiera. 

- Mejor cerca del camino- contestó a Zigûr algo desorientado, pero deseoso de salir de aquel bosque antes de que el mismo bosque le encerrar para siempre en sus entrañas.

Cuando pudieron al fin descansar al lado del camino en un sitio que encontró Drustan, Adronath se dejó caer. Se llevó las manos a la cabeza y se quedó ahí pensativo un largo rato. Ese tiempo lo dedico a alejar sus remordimientos y afrontar las cosas como habían sucedido. Tras ese momento íntimo se lenvantó un nuevo Adronath. Su rostro y su porte así lo ratificaban.

- Sí, mejor que nosotros hagamos las guardias y que Zigûr descanse, no obstante es el encargado de llevar el documento así que haremos nosotros las guardias- ratificó el guerrero.

Resolución Turno 802

Entre Drustan y Zigur encontraron un muy buen lugar para acampar. Y menos mal porque Adronath estuvo a punto de perderse. Durante unos instantes se separó de los otros dos buscando un lugar para acampar y si no hubiese sido porque la fortuna quiso volver a reunirles podrían haberse separado.

En aquel lugar hacerlo habría sido peligroso. Habían aprendido que caminar hacia delante y volver hacia tras no siempre te hacía llegar al sitio del que habías venido y tuvieron cuidado a partir de aquel momento de mantenerse unidos.

Adronath y Drustan decidieron hacer las guardias y permitir a Zigur descansar.

La guardia discurre sin contratiempos. Por lo menos eso parece. Aquí, una vez más, en el bosque, no puedes evitar recordar otro bosque en el que dejaste parte del corazón.

Las hojas parecen brillan a pesar de los desvaídos grises de la noche. En tu mochila reposa el arpa que te regaló Giliel, que no has vuelto a tocar debido a los tensos momentos que habéis pasado desde entonces.

Rememoras su voz y su delicadeza tocando. Un momento. No lo estás rememorando. ¿Es eso que escuchas el rasgeo de las cuerdas de un arpa?

Es muy ténue y parece provenir de uno de los árboles que tienes más cercano.

Drustan sintió como una garra helada aferraba su corazón. Él era un guerrero valiente, dispuesto a enfrentarse a cualquier enemigo con valor y determinación... Pero temía a los espíritus del bosque. Y estaban en el Bosque Negro.
Aquella escena parecía sacada de una de las historias que contaban a los niños para asustarlos. En verdad sentía miedo.

Se acercó a sus compañeros y los despertó. Cuando tuvo su atención les hizo gestos para comprobar si ellos oían el mismo sonido que escuchaba el beórnida. "¿Oís?" parecía preguntar, señalando a un árbol cercano.

Se incorporó armado con la lanza, dispuesto a investigar el sonido