Partida Rol por web

Percepción: Te tensas como la cuerda de un arco a punto de dispararse. Te sientes intranquilo y erizado como un gato. Sientes desasosiego, aunque extrañamente no te sientes amenazado.

Resolución Turno 807

Prefirieron retroceder algo y retomar el rastro desde donde venían que no arriesgarse a internarse en zona desconocida o perderse directamente. Con parsimonia volvieron a buscar casi hoja por hoja. Sólo les hubiese faltado levantar alguna roca por si alguna ardilla traviesa intentaba ocultar los rastros con ellas.

Pero el lugar era completamente indescifrable. No parecía haber forma, modo ni manera de encontrar la continuación del lugar. No sin elucubrar una dirección y hacer una exploración amplia alejándose del lugar y con el consiguiente riesgo de perderse.

Después de mucho mirar y remirar Zigur pareció encontrar algo aunque no parecía que él propio estuvise seguro de qué había sido. Casi parecía una casualidad aunque varios rastros ténues parecían indicar una dirección concreta.

Turno 808

El mago se esmero, la simple idea de estar perdidos en aquel bosque infectado de arañas y maldades, le superaba, haría lo posible por salir de allí cuanto antes.

- Venid, creo haber encontrado algo - llamo la atención de sus compañeros - Mirad y decidme que veis - señalaba a una zona concreta. Agachado, con la cabeza cerca del suelo, miraba en una dirección exacta. Espero a sus compañeros

- Desde aquí - señalo el lugar donde creía ver el camino que los había llevado hasta allí - por aquí ha pasado gente, y no pocas veces - dijo - mirad, ¿Qué opináis?

El mago se aparto para que sus compañeros pudieran ver. Mientras lo hacían Zigûr no dejaba de mirar alrededor, quien sabe lo que les acechaba en aquella tierra maldecida.

Turno 808

El guerrero comenzaba a desesperar pues no conseguía encontrar nada y con el tiempo todo le parecía igual. Pero entonces escuchó la voz de Zigûr para que se acercaran. Parecía que había encontrado algo.

Al acercarse y tras la señalización del tenue rastro el guerrero lo vio por fin. 

- Gracias a los Dioses- dijo al distinguir la senda-. Espero que sea el camino bueno y no una senda transitada por animales que nos lleve más dentro del bosque... o de enemigos y nos lleve hasta su morada- elucubró el guerrero.

- De todas formas es lo único que hemos encontrado, así que habrá que seguirla para saber a donde nos lleva. Sigamos- dijo y palmeó la espalda de sus compañeros para subirles el ánimo.

Turno 808 .2

- O también podemos intentar identificar las huellas antes de seguir a un ciervo o un apestoso orco - dijo sin dejar de mirar alrededor.

Turno 808.

Drustan se sentía observado. Aquel bosque parecía clavarle su siniestra mirada en la nuca a cada paso que daban. La tensión estaba por volverle loco, pero algo en su interior sentía que la oscuridad era menos poderosa allí. Quizá por fin estaban dejando aquel siniestro lugar.

Miró hacia donde el erudito llamaba la atención, agachándose para estudiar las huellas. - Lo más sencillo es que sean nuestras propias pisadas y que hayamos caminado en círculos.- Comentó con un encogimiento de hombros

Turno 808 - 2

Adronath volvió a mirar las huellas y negó con la cabeza.

- No creo que estuviéramos andando en círculos, pues hemos acabado en un claro que nunca antes habíamos visto. Quién no ha echado de menos el cielo en varios días. Si hubiéramos visto este claro varias veces lo habría agradecido, créeme.

El guerrero anduvo unos pasos por la senda sin dejar de ver a sus compañeros, para intentar descubrir el tipo de huellas que podían ser.

Resolución Turno 808

Adronath y Drustan perdieron algo de tiempo en identificar el rastro. Lo cierto es que las marcas eran sutiles, como si los pies a penas tocasen el suelo. Y lo ciertoe es que resultaban algo familiares.

Luego terminaron por darse cuenta. Conocían a alguien que apenas perturbaba el lugar por el que pasaba, sobre todo si era una zona que conociese, un lugar que había visto muchas veces y en el que se deleitaba al pasar las horas de modo tranquilo y relajado porque era su hogar. Eruannë solía moverse de ese modo. Las huellas eran de elfos.

Eran buenas noticias. No podían estar lejos. Siguieron el ténue rastro hasta llegar a la base de un árbol. Allí el rastro terminaba pero fue Zigur quien al fin se dio cuenta de que entre las raíces había una oquedad oculta. Oquedad que al acercarse parecía mayor y terminaba por ser una entrada. Una entrada a las entrañas de la tierra.

En ese momento, tensos y precavidos como estaban creían haber encontrado al menos una primera entrada a los Salones. Aegnor les avisó que probablemente serían interceptados. Pero lo cierto es que no había sido así y si no había nadie con quien hablar tal vez debían entrar y explicarse luego.

Entonces una sombra de una sombra salió de su escondite. Pareció salir de la nada pero lo cierto es que había estado a su espalda y junto a él, de detrás de varios árboles salieron cuatro más. Eran elfos de la especie silvana, llevaban arcos parecidos al de Eruannë y aunque no habían puesto ninguna flecha en la cuerda sabían que eran capaces de disparar con terrible rapidez y precisión.

Zigur no se mostró sorprendido pues unos segundos antes había presentido su presencia. Pero cuando iba a avisar a sus compañeros salieron de su escondite.

Soy Eriel, guardian de esta entrada.

Y paró de hablar durante unos segundos.

Hacéis mucho ruido y esperaba que os fueseis antes o después pero sois empeñados. Parece que sabíais lo que buscabais. ¿Quiénes sois y qué asuntos os traen a los Salones del Bosque de Thranduil?

Turno 809

Al ver la sombra salir Adronath se puso tenso y pensó en sacar su espada para enfrentarse a este nuevo desafío. Pero entonces vio la figura de delicadas facciones que se escondía tras la sombra. Era un elfo. 

El humano sonrió por un momento y luego se presentó.

- Soy Adronth y estos amigos míos son Drustan y Zigûr- presentó al grupo.

- Hemos venido de lejos para traer una carta al rey Thranduil o a uno de su linaje- dijo con una reverencia al dirigirse al rey.

Turno 809

Zigûr noto que alguien los observaba, sabia que debían de estar muy cerca. Y fue cuando aparecieron los eldar, de la nada, cargados con sus livianos arcos y con la presencia de los de su raza, serenos, serios, hermosos...

- Salve Euriel - dijo con una sutil reverencia. - Como Adronath os dice, traemos un mensaje para tu señor - dijo tras el dúnadan. - Debemos verle lo antes posible, pues es asunto es apremiante - intentaba apresurar las cosas. - Gandalf y Elrond nos envían, por favor, llevadnos hasta el Señor de los Salones del Bosque. - Menciono al medioelfo y al istiari, sabia que eran salvoconductos.

Turno 809

Por un momento Drustan se movió inquieto al verse sorprendido con tanta facilidad, luego se relajó al darse cuenta de que eran elfos. Empezaba a acostumbrarse.

Dejó hablar a sus compañeros mientras esperaba la respuesta de los guardias. Por increíble que pareciese, parecía que iban a tener éxito en su misión.

Resolución Turno 809

Eriel os observa sin mostrar ningún tipo de emoción.

¡Gandalf! Mira a Zigur. Nosotros le llamamos Mithrandir y le respetamos como se debe.

Se calla y os observa una vez más, como calibrando.

¡Elrond el semielfo os manda también! Algo extraño debe pasar para que junten sus voluntades en un escrito común. No me cabe duda de que son noticias importantes las que traéis. Pero ¡Ay! Venís en mal momento. Los Salones están casi vacíos. Todo elfo capaz de empuñar un arco ha acompañado a mi Señor Thranduil ha partido.

Duda un momento sobre qué hacer.

Al cargo de los Salones encontraréis a Legolas, su hijo. Pero no está de buen humor pues quiso salir con su padre y éste le negó el permiso de malos modos. No creo que encontréis mucha ayuda en los Salones en los tiempos presentes. Puede que vuestra misión sea legítima pero sed prudentes. Seguidme.

Hizo un gesto y dos de los que hacían guardia se os juntaron.

Caminasteis detrás de Eriel, seguidos por aquellos dos guardias apenas unos metros detrás. Poco a poco os adentrabais en los Salones del Bosque de Thranduil.

Cuando uno camina en un túnel bajo tierra lo primero que piensa es en una cueva inhóspita y lúgubre. Piensa que el frío se cuela por todas partes y que las alimañas surgen de entre las piedras pero la sorpresa fue ver que los Salones élficos estaban calentados e iluminados de modo confortable. Había una luz difusa y lámparas cálidas cada cierto tiempo y todo llamaba a la meditación tranquila y el recogimiento y el alma se mostraba en paz en aquel lugar.

Caminaron durante algunos minutos y cruzaron varios caminos lo que llevaba a pensar que las defensas de los Salones además de consistir en guerreros y patrullas eran un laberinto subterráneo que confundiría a quien no conociese el camino.

Conforme se adentraban más descendían y escuchaban ruido de agua. Algún lago subterráneo que debía pasar cerca. Las raíces de los árboles que tenían encima habían sido respetadas al horadar los Salones y algunas estaban adornadas y decoradas dando un extraño efecto. Otras veces las columnas en roca eran las que habían sido talladas pareciendo raíces y era difícil distinguir las reales de las talladas en roca si no se estaba cerca.

Llegaron a un pequeño espacio vacío, una confluencia de varios túneles. Ellos venían de uno y tres más partían desde allí.

Esperad aquí, alguien vendrá por vosotros. Debo volver a mis deberes.

Dijo Eriel y dándose la vuelta se marchó por donde habíais venido. Pasaron cinco minutos, nadie venía.

Turno 810

Adronath no podía imaginar lo que se escondía bajo el bosque por que el que habían estado caminando hace un rato. Galerías bien ornamentadas y talladas, trenzaban un laberíntico recorrido hacia los salones élficos.

Pero cuando llegaron a una bifurcación les dejaron allí con la promesa de que alguien vendría a por ellos.

El guerrero acostumbrado a la marcialidad que conlleva las armas, esperó paciente a que volvieran. No sería la primera vez que le hacían esperar solo para ver qué es lo que hace. Sin darle mayor importancia a la espera, miró a sus compañeros y les sonrió.

- Parece que al fin y al cabo sí que vamos a acabar la misión encomendada- dijo. Pero acto seguido recordó a sus compañeros que acudieron a salvar a la princesa elfa.

- Debemos recordarles que parte de nuestro grupo acompañó a Aegnor a rescatar a la princesa Namiré, hija de Heladil, sobrina de Thranduil, de las garras de Yrchs- recordó el guerrero-. Debemos darnos prisa en regresar y ayudarles. Y si conseguimos ayuda por parte de los elfos mucho mejor.

Turno 810

Drustan sabía que su destino estaba en las manos de aquellos elfos. Ni en tres vidas conseguiría salir de aquel laberinto donde les habían abandonado. Se preguntó si aquello sería otra prueba o simplemente el guardia se retrasaba. Seguramente les estaban observando.

- Debemos entregar el mensaje del concilio al rey Thranduil o su hijo Legolas, solamente así cumpliremos la misión que nos encargaron.- Asiente a las palabras de su compañero. - Espero que no se demasiado tarde para nuestros amigos. - Finaliza lúgrube

Resolución Turno 810

Demasiado tiempo. Estaba pasando demasiado tiempo. Incluso para las meditadas decisiones de los elfos el tiempo se demoraba en exceso. ¿Cuánto tiempo habían pasado allí, mientras los minutos se desgranaban lentamente como las hojas de un árbol cuando llega el otoño?

Tenían los nervios a flor de piel pero finalmente escucharon unos pasos leves y unas luces que venían de unas lámparas portadas por un grupo de cinco elfos sindar que se acercaron hasta alcanzarles. No hubo buenos modales ni afectadas reverencias, ni siquiera preguntas, les observaron durante lo que una vez más parecía demasiado tiempo y finalmente uno de ellos asintió y les saludó.

Sed bienvenidos, mensajeros. Acompañadnos. El príncipe del bosque os recibirá en cuanto le sea posible.

Y dos de ellos se colocaron a vuestra espalda mientras el que había hablado guiaba la marcha.

Llegaron a una zona más amplia después de recorrer de nuevo parte de los entresijos que los elfos habían tallado bajo tierra. Allí la luz era algo más intensa, transmitiendo más alegría y algunas tallas representaban escenas de combates o de festines.

Finalmente llegaron a un ancho pasillo que recorría muchos metros, giraron a la izquierda y volvieron a hacerlo otra vez a la derecha hasta llegar a una estancia muy grande. Allí el espacio no era menor de setecientos metros de tamaño y llegar al techo hubiera implicado escalar no menos de ochenta. El salon del trono estaba construido al estilo de la vieja Nargothrond pero por supuesto no igualaba su belleza ni su magnitud. Y sin embargo asombraba y maravillaba.

En el trono, sentado y con cierto aire de fastidio, se encontraba el príncipe de los Salones del Bosque Negro, Légolas Hoja Verde. Tenía el pelo lacio y largo que le caía sobre los hombros y unos bellos ojos del color del cielo iluminado y se adivinaba joven para ser un elfo pues todavía dejaba traslucir sus emociones en su rostro, cosa que los más antiguos disimulaban sin esfuerzo.

Sed bienvenidos, mensajeros, al Reino del Bosque Negro. Mi padre Thranduil no se encuentra en este momento. Por lo visto traéis algún mensaje de Elrond el semi elfo y de Mithrandir. Dádmelo y veremos si la autoridad de quien firma la misiva es suficiente para influir en los designios de este reino.

A vuestro alrededor había algunos elfos sindar más, vestidos de nobles ropajes, que os observaban curiosos. Los cinco elfos que os escoltaran hasta el cuarto seguían rodeándoos. Parecía que os escoltaban pero también, sin duda, vigilaban vuestros movimientos.

Turno 811

Zigûr se adelanto mientras sacaba cuidadosamente la caja que contenía el mensaje. Recelaba un poco rodeado de tantos guardianes y temía que pensaran que trataba de sacar algún arma, por lo que hizo todo con lentitud.

- Aqui tiene mi señor - dijo adelantando la caja que hasta ahora había portado - Se acompaña de unas palabras - anuncio antes de agachar la cabeza - "El Concilio Blanco ha decidido atacar Dol Guldur. Necesitamos tus lanzas en el Sur. " - recito 

Después dejo que lo leyese

Turno 811

El guerrero permaneció callado en todo momento y solo se permitió abrir la boca al entrar en la inmensa sala del trono, tan grande como jamás hubiera pensado.

Permaneció de pie mientras observaba como su compañero Zigûr entregaba la caja a Legolas, hijo de Thranduil, y le decía las dolorosas palabras que esconden una guerra.

Adronath miró cuidadosamente la expresión del elfo. Por lo visto no era un buen momento, pero esa misiva nunca sería un buen momento para ser leída.

Recuerda lo de tus comapñeros que han ido a rescatar a la princesa Namiré, hija de Heladil, sobrina de Thranduil, de las garras de Yrchs, debemos partir cuanto antes- se recordó en silencio para decírselo a Legolas en cuanto leyera la carta.