Partida Rol por web

Con atención escucho las conversaciones cruzadas, si bien es cierto que he visto el veneno,m afortunádamente no llegó a herirme, y lo agradezco, porque no confío demasiado en mi inmunidad a venenos.

Tanto Elius como Kromwill se interesaron en su historia, y Kromwil le preguntó para profundizar algo mas.

-En realidad, ni siquiera pensé nunca como podría ser, siempre pensé que aceptaría cualquier cosa, pero solo deseaba poder verlos. Para mi desgracia, mi padre había falledido años antes de mi viaje y mi madre estaba mayor, pero podía aún valerse por si misma. Ella me presentó a mi mentora, una curandera de los alrededores, estuve estos años con ellas dos. Y he aprendido mucho a como utilizar mi potencial

Sonrió ampliamente para luego beber de su té, calentando su garganta.

Escucho con atención las descipciones de cómo sufrieron mis compañeros el envenenamiento, y en mi interior suspiro aliviado. Aunque algunos síntomas coincidían con los míos, la intensidad del dolor no había durado demasiado tiempo. Eso era buena señal.

Me acerco a ver la herida en el hombro de Arbahin, la cual tiene un aspecto parecido a la de Gruntah, si bien la del lupino es un poco más ancha por lo que está tardando un poco más en cicatrizar. Al pasar el dedo suavemente por la herida, Arbahin da un ligero respingo, más por la sorpresa que por el dolor. El corte tiene buen color y está curando correctamente.

Mientras, escucho la historia de Gloria. Se nota que nuestra amiga ha madurado mucho en estos años, por lo que seguro que su potencial también se habrá incrementado, y más aún si ha sido enseñada a utilizarlo.

"Seguro que es toda una guardiana de Oxidion" pienso orgulloso de ella.

- Me alegro mucho del éxito de tu viaje, Gloria -le digo con dedicándola una sonrisa, y un poco más serio añado- aunque siento lo de tu padre.

A continuación, me dirijo hacia Gruntah y Arbahin:

- Amigos, vuestras heridas parecen curar con normalidad. Cualquiera diría que no habéis sido envenenados, pero para saber si quedan toxinas en vuestra sangre del veneno de los bufones, debería tener al menos una muestra. -Creo notar un brillo en la mirada de mis compañeros, pero no quiero llevarles a conclusiones equivocadas y añado con tristeza- Lamentablemente, yo también fui envenenado y mis delirios hicieron que me olvidara de recogerla, por lo que no tengo nada.

Decepcionado por no haber podido confirmar sus sospechas de que todo era una artimañan, Gruntah agradeció a Elius su esfuerzo con una palmada en el hombro y regresó sus sentidos a la explicación de Gloria, que relataba su encuentro con parte de su familia. Para él, que siempre había estado con su padre y su madre, salvo por el período de aventuras, le resultaba difícil imaginar una vida sin ellos. Aunque bien sabía que su cuerpo le pedía aislarse como sus gigantescos primos, conocía por Kromwill, Elius y Gloria que era habitual entre los humanos rodearse de los suyos.

- Es una lástima que no te reencontraras con tu padre, pero conocer a tu madre seguro que fue maravilloso - dijo, ronroneando de placer - Me alegro mucho por tí, pequeña. Estoy seguro de que pronto veremos de lo que eres capaz.

Kromwill, oyó a Elius y sonrió. Rebuscando en sus bolsas, dijo:

-Verdaderamente el delirio del veneno te ha afectado la memoria... ¿dónde estará? ¡Ah, aquí! Tú mismo me pediste que la cogiera-dijo, sacando la daga.

-Veneno... es un arma de cobardes. ¿Qué será lo siguiente? ¿Degollarnos mientras dormimos?-dijo, con la voz cargada de resentimiento. Al fin y al cabo, sus experiencias con venenos y drogas en los alimentos le habían llevado a reafirmar más su pensamiento.

Arbahin asiente lentamente a la explicacion sobre el veneno. Al parecer todos los que fueron envenenados sintieron los efectos por un corto período de tiempo. Era todo un misterio el porque usaron un veneno para eso y no para matarlos. El licantropo no era bueno para desentrañar secretos, asi que dejo eso para los mas listos del grupo. Justo en ese momento de conjeturas, Kromwill sacó una de las dagas de los bufones, Arbahin gruñó quedamente ante el doloroso recuerdo que representaba.

-Si sabemos que veneno se usó...¿Podremos saber quien lo hizo?- era un unica pista que tenian, pues todos los engendros se prendieron fuego una vez derrotados.

Confiaba plenamente en Elius, asi que estaba seguro que pronto podria decirmes mucho mas sobre ese arma. Una idea ilumino su cabeza, aunque no estaba seguro de que se pudiera llevar a cabo.

-Gruntah...-dijo pensativamente-. ¿Crees que tu padre pueda decirte algo sobre la naturaleza del arma?- sabia que las cosas no estaban bien entre ellos, asi que dejó que lo pensara un rato, no queria que su compañero se sienta obligado a nada-. Estaba tan ansioso por venir- se disculpó-, que no pensé en seguir el rastro de esas marionetas hasta donde fueron creadas... aunque no creo que hubiera podido hacerlo, eran aberraciones sin vida, sin calor o sangre, ni siquiera habran tenido olor.

-¿Puedo echar un ojo al arma? - Pregunto desde mi asiento - He estudiado muchas civilizaciones extrañas, y quizás pueda reconocer algún patrón que nos ayude a reconocer de dónde han salido... Lo cierto es que no se me había ocurrido hasta ahora, pero puede ser una opción.

Asintiendo a Arbahin, el draconiano hizo lo mismo que había hecho Kromwill, y sacó con sumo cuidado una de las armas de su petate. Había sido envuelto en un pedazo de tela para evitar que su hoja ponzoñosa impregnase nada más, y la desenvolvió con atención sobre la mesa.

- La guardé por si tenía la posibilidad de ayudar a Elius con el veneno, pero veo que hemos sido dos los previsores - dijo, haciendo una mueca que parecía una sonrisa - Si me permitís, pasar tanto tiempo con Padre me ha enseñado algunas cosas, y ahora que tengo tiempo, quiero comprobarlo.

Y diciendo esto, ladeó la cabeza y murmuró unas palabras para sí, como una cantinela. Aquellos que hubieran visitado al herrero draconiano que trabajaba sin parar en la herrería, les sonaría a una sonata que él tarareaba.

- ¡Vaya! No sólo tenemos un cuchillo, ¡si no dos! Me alegra mucho que me echaráis tanto de menos en la vuelta a la aldea... -digo bromeando. Antes de analizar la daga, o mejor dicho, el veneno que contiene, se la paso a Imhol con cuidado, pues éste probablemente tardará menos en examinarla- Toma, Imhol, a ver si te resulta familiar en algo. Cuando acabéis alguno de los dos, será mi turno para ver si averiguo algo sobre el veneno.

Arbahin observa como se van pasando la daga unos a otros, se siente algo inutil y a la vez impaciente. La investigacion no es algo que le atraiga mucho, aunque lo considera algo necesario y admirable.

-Esas cosas- dijo entrecerrando los ojos-, ¿dijeron algo cuando los atacaron?- trataba de hacer memoria, estaba seguro que ese ser habia dicho algo, pues su horrible voz sin vida se habia grabado en su mente.

Sostengo el arma con mucho cuidado y la examino en busca de formas características de alguna civilización, no creo que encuentre nada, pero nunca está de más tratar de averiguar algo cuando alguien que desconoces ha tratado de matarte.

Haciendo memoria, intento recordar si los bufones dijeron algo o atacaron sin más, pero el recuerdo se torna borroso en mi cabeza, debido tal vez a la incosciencia que me produjo el veneno rato después.

- No estoy seguro si dijeron algo, lo que si que me acuerdo es de que se reían, con una risa mecánica y vacía. Cuando pienso en ella, me entran escalofríos -confieso perturbado a Arbahin.

Arbahin bufó de rabia, pues el tambien recordaba perfectamente esa voz antinatural, como si viniera de algo sin alma. En su mente solo habia cabida para esa sonrisa, burlona y sin sentido.

-Algo de molestias- dijo el licantropo rascandose la cabeza, justo detras de las orejas-. No sabia porque se habia tomado tantas molestias, pero no recuerdo bien.

Sentia tanta rabia que deseaba partir algo al medio.

Estudiándola con atención, no te cabe duda de que el arma es bastante nueva, incluso con lo poco que sabes de forja, y la carencia de símbolos en toda la hoja no facilita tu trabajo de identificación de ninguna clase. Y por si eso no fuese poco, el aspecto de la hoja te recuerda vagamente a grabados de armas del este del Continente, pero considerando el tiempo que ha pasado desde entonces, toda esa información ha tenido más que suficiente para dispersarse por todas partes y que se forjasen esas armas en cualquier parte.

Cuando te centras en el arma, no como un simple poseedor sino basándote en las enseñanzas a ratos de tu padre sobre la creación de un arma, no te cuesta mucho darte cuenta de que el largo cuchillo está forjado con acero basto y no especialmente bien tratado, aunque procuraron arreglarlo con una segunda capa por encima para darle un poco más de consistencia y estabilidad (y es lo que permitió que te acertase al ser arrojada, principalmente). El pomo del arma no encaja mal, aunque no terminas de ver qué es lo que le pasa para que no puedas decir que está perfecto.

En definitiva, se trata de un arma barata, no la clase de cuchillo que usaría un asesino profesional y bien pagado... y con un vistazo puedes ver que la otra tiene unas características similares, incluyendo el no-sé-qué que no termina de encajar con el mango.

-El arma es relativamente nueva, cosa que prefiero. Antiguas civilizaciones intentando matarnos siempre es desagradable - Digo mientras deposito con cuidado el arma en la mesa por si otro quiere mirarla.

El draconiano había pasado mucho rato visualizando con detenimiento el filo y el pomo, frunciendo el ceño (o un gesto similar) de vez en cuando. En ocasiones lo dejaba sobre la mesa, y apoyaba los codos sobre ella para mirarlo de cerca; en otras, lo alzaba a la luz de las velas para ver algún detalle. Finalmente, algo frustrado, lo dejó con cuidado.

- A ver...  la hoja está forjada con acero basto y no especialmente bien tratado, aunque procuraron arreglarlo con una segunda capa por encima para darle un poco más de consistencia y estabilidad. Es una chapuza - dijo, visiblemente molesto - El pomo del arma no encaja mal, aunque no termino de ver qué es lo que le pasa... no es perfecto... como si faltara algo, o sobrara. En definitiva, se trata de un arma barata, no la clase de cuchillo que usaría un asesino profesional y bien pagado.

Con un movimiento rápido, echó un vistazo al otro ejemplar, y asintió. Eran iguales.

- Vamos... creadas en masa... como para un ejército, diría yo... - añadió, aunque no dejaba de mirar el pomo.

Con suma delicadeza, cojo uno de los cuchillos y lo examino de cerca.

- Uhm... -murmuro incoscientemente. Revolviendo en mi bolsa, saco un pequeño paño y vierto sobre él un líquido transparente de una pequeña botellita forrada con piel. A continuación, froto suavemente el trapo contra la hoja del cuchillo, con mucho cuidado de no rasgar la tela.

Si mis amigos me observan, no me doy cuenta de ello, pues ya estoy en proceso de concentración. Tras volver a dejar la daga en la mesa, me examino el dedo índice para comprobar que no tengo ninguna herida abierta ("No quisiera volver a enfermar" pienso para mí mismo) y paso el dedo por el paño ligeramente húmedo de líquido y veneno.

Un sorprendido Arbahin da un respingo cuando apoyo el dedo en su pelaje y trazo con él unos símbolos rúnicos, como si me hallara dibujando en un lienzo. Tras repetir este proceso con Gruntah, alzo cada una de mis manos a una pequeña distancia de donde les he tocado y cierro los ojos.

"Adelante", pienso. Canalizo mi fuerza interior, buscando resquicios de veneno. Yo sólo puedo sentir la energía fluyendo por mi cuerpo como si fuese un recipiente que escapa por salir, pero si me viera desde fuera (tal y como me ven mis amigos en ese instante), me vería murmurando un par de frases incomprensibles a la par que un suave candor, ligeramente azulado, sale de mis manos. Una gotita de sudor asoma por mi frente.

Tras unos segundos, poso las manos de nuevo en la mesa y abro los ojos, sonriendo.

- Buenas noticias, amigos. Estáis fuera de peligro: vuestro cuerpo ha eliminado todo rastro del veneno.

-Vaya... veo que al final algo de magia si has conseguido aprender en tus viajes... y además, están libres del veneno. Todo son buenas noticias, y habría que celebrarlo-sonriente, Kromwill se alejó del grupo, abrió la puerta del reservado y sacó la cabeza. Al instante, el grupo pudo oir su vozarrón por encima del gentío de la taberna.

-¡¡Eleara!! ¡¡Pon otra ronda de lo de siempre, y la comida cuando esté lista, tenemos mucho que celebrar!!