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15 de Fuego del Hogar, Tarde, Este de Helgen

Las palabras de la elfa no suenas muy alagüeñas y la contestación del guardia no ayudaba, pero ahora ya...

- No seas malo Einar, yo también me replantearía la situación en su lugar y la verdad... ya que hemos llegado hasta aquí... yo voto por continuar, siendo cautelosos eso si. No creo que podamos evitarlo, pero esperemos no tener ningún enfrentamiento innecesario. No le hacia mucha gracia como estaba tornándose la situación, pero no iba a darse la vuelta ahora. Recemos para que el rastro no nos lleve directamente hacia esos tipos.

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Seretide se encogió de hombros, al escuchar a Einar, sin parecer ofendida por sus palabras- ¿Y qué si la situación me produce miedo? El miedo no es malo, si no te paraliza. El miedo nos mantiene alerta y evita que seamos unos necios. -explicó, empleando un tono paciente y a la vez cansado, que quizá sólo quien había vivido tantos o más años que ella podía utilizar- He visto a muchos como tú, de esos que no dudan en mofarse del que teme, morir con el terror pintado en la cara después de cometer alguna necedad. -añadió, con un suspiro ligeramente exasperado antes de esbozar una leve sonrisa maliciosa- Ahora bien, si no tienes miedo, y además estás convencido de que serás un blanco preferible para ellos, no seré yo quien esté en contra de que te pongas delante si hay una escaramuza. 

Dedicó entonces una mirada prolongada a Eldrid, y asintió- Te presupongo más inteligente que nuestro compañero. Por el simple hecho de ser mujer. Esperemos que tu miedo, y el mio, nos mantengan a salvo. - declaró, dedicando una leve caricia al cuerpo de su cayado, observando brevemente la rosa carmesí de su punta, antes de volver a dirigir la mirada alrededor, expectante. 

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Arrugo el ceño después de escuchar las respuestas de ambas mujeres y mascullo para mí mismo la respuesta que me sale naturalmente:

 - "Woow... ¡Que mal humor! Supongo que mejor nada de bromas."

Sigo avanzando mientras escucho la sabiduría de aquella dunmer y respondo a sus palabras aunque sin dejar de mirar el camino: 

 - "El miedo sirve para una mierda. Paraliza y te no te deja pensar fríamente, así es como los ejércitos pierden. Lo que te mantiene alerta es la disciplina, el entrenamiento adecuado y no haces necedades cuando conoces tus límites a base de entrenamiento. Quizás el miedo te sirva como recurso a ti y a otros para evitar los problemas, pero te aseguro que no es amigo de quien vive de encarar el peligro y vencerlo."

Pongo mi gran hacha sobre mi hombro, tranquilo, mientras sigo hablando:

 - "Y les aseguro que no serán sus miedos los que les mantengan a salvo..." -Me giro para mirarlas, con una sonrisa graciosa en el rostro- "Seré yo, que por supuesto iré delante, pues ese es mi trabajo."

Aprieto con fuerza el mango de mi arma, pues a pesar de hablar, nunca he dejado de estar atento a nuestro alrededor. Eso es porque, a pesar de que a todos nos gustaría encontrar a la niña sin ninguna clase de enfrentamiento, no soy tan iluso para creer en eso. Sé que algo retiene a la pequeña y que no deseará que nos la llevemos tan fácilmente. Sea como sea, tendremos que batir nuestras armas y la única variable es donde y cuando.

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- "El miedo no sirve para una mierda".-repitió, suspirando- La filosofía del guerrero que infravalora sus instintos y no sabe lidiar eficazmente con sus emociones daría para escribir infinidad de pergaminos. Hay muchos autores destacados que nos han legado interesantes disertaciones sobre tales asuntos. Pero no creo que sea tu menester leerlas, no. Claro que no. -concluyó, por si misma, con una negación y una sonrisa- En cualquier caso, ahora sí que me siento segura, sabiendo que un hombre hecho y derecho vela por los intereses de tres damas en apuros como Eldrid, Hati y yo. -añadió, con malicia poco disimulada, mientras una pequeña llama mortecina prendía en la palma de su mano y bailoteaba entre sus dedos para finalmente extinguirse con el cierre de su puño- No sé qué haríamos sin un macho nórdico de los de verdad. De los que no tienen miedo. Así que, ve. Sí, ve delante. 

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Se mantuvo al margen de la discusión, metida en sus pensamientos. Por sus experiencias el miedo podía conseguir que hicieras de todo, desde reaccionar con rapidez hasta meterte de lleno en la boca del lobo sin pensar en lo que hacías. Todo depende de cada situación.

Miraba a uno y a otro observando con atención la batalla dialéctica y las opiniones sobre el miedo. Tuvo que toser para disimular la carcajada que habría escapado de su boca al escuchar a Seretide decir aquello. Había visto la manera tan sutil de insultarle que había usado y aunque no tenía nada en contra del pobre hombre, sí que le había hecho mucha gracia como ella le estaba vapuleando en ese sentido.

- Creo que deberíamos centrarnos en lo que es posible que nos espere más adelante dijo carraspeando para aclarar la garganta y disipar cualquier risa que se hubiera quedado atascada y a la espera de salir. Me temo que no vais a llegar a un acuerdo respecto a este tema del miedo si, miedo no. Termino comentando tratando de poner fin a aquella discusión que amenazaba con acabar bastante mal a su parecer. Luego se giró a la Elfa con los ojos brillando de emoción tras ver lo que había hecho. Oye, eso es una pasada. La magia siempre me ha resultado fascinante, aunque jamás tuve la paciencia necesaria para intentar ir por ese camino. Trataba de aligerar un poco el ambiente y desviar el tema de conversación a otras cosas.

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Discusión mediante, empezasteis a avanzar por el sendero marcado por aquella inquietante calavera de venado. A los primeros cincuenta metros ya notasteis que aquel lugar era distinto al que dejabais atrás, pues una densa sensación de peligro se cernió sobre vosotros. No era algo inminente, pero estaba claro que allí rondaba un mal profundo, enraizado en la tierra, y a cada paso que dabais nuevos de esos avisos calavéricos de distintos animales: lobos, osos, venados, aves..

La ruta os llevaba a la ladera de la montaña, era una ascensión leve, pero se iba notando gradualmente, así como una vegetación más opaca que os rodeaba. Los pocos animales que habías escuchado quedaban atrás, lo único que se escuchaban eran los graznidos de los cuervos poblando las copas de los árboles. De esa guisa vuestra guía, Hati, anunció que había escuchado algo y avanzó furtivamente unos metros más allá para otear.

Habíais dado en una suerte de claro en el sendero, en él se podía ver un enorme nórdico de edad avanzada ataviado con armadura y pieles que lo hacían aun más enorme. Aunque aun no parecía haberos visto, el nórdico pareció notaros de alguna forma, pues se puso en guardia con una hacha de mano y un gruñido amenazador.

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Cada vez le gustaba menos la sensación de peligro que les rodeaba, el silencio nada natural de la espesura, incluso el aire había dejado de hacer sonar las hojas de los árboles, tan solo los cuervos. Se estremeció, era como si los observaran desde sus posiciones en las ramas. Tampoco ayudaban las siguientes calaveras que se iban encontrando a cada poco que avanzaban.

Al acercarse a la posición de Hati cuando esta se adelantó a ver que había en el camino, dieron con una ampliación donde se podía ver la figura de una persona. Un hombre y que a todas luces parecía nórdico.

- Vaaaaale… ¿y ahora qué? Dijo mirando al resto. No parecía tener pinta de bandido, aunque uno nunca se podía fiar de las apariencias. ¿Creéis que sería posible dialogar con ese tipo? Si tenemos que cruzar por aquí, nos acabara viendo si o si, y estaría bien no tener que pelear… todavía. Puntualizo el comentario con aquella última palabra porque estaba segura de que acabarían teniendo que enfrentarse en combate a algo en algún momento en aquella empresa. Pero si podían retrasarlo todo lo posible… pues mejor

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- Si el asunto se trata de Renegados... Hasta donde yo sé, un nórdico no encaja con semejante papel. Quizá divaga como nosotros, y actúa llevado por la propia supervivencia- objetó- Yo también apostaría por tratar de ver si realmente es necesario enfrentarnos a él de manera violenta. -dijo, mostrándose de acuerdo con Eldrid- Vamos. No creo que sea buena idea que empiece yo a hablar. Mi piel es demasiado oscura como para que se sienta tranquilo al verme. Pero te acompañaré, e intervendré. - miró entonces a Einar, y a Hati- Vosotros... Cubridnos si no atiende a razones.- miró de nuevo a Eldrid, y señaló, repetidamente, hacia el camino frente al nórdico. 

- Comprensible, yo hablo entonces. Dijo mientras caminaba al lado de Seretide en dirección al nórdico del hacha. Se dejo ver y adopto una actitud pacifica, con las espadas envainadas para no dar lugar a equívocos.

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Niego con la cabeza cuando escucho la respuesta de Seretide:

 - "Sarcasmo y complaciencia. Creerse más inteligente por usar sarcasmo es como creerse mejor persona por ser religioso. Ya me queda claro por qué esta dunmer no es apreciada mucho en el pueblo y tengo claro que no es por el color de su piel."

Entonces vemos al nórdico parado ahí, en aquel claro, y noto que su actitud no es precisamente la de alguien que espera no luchar. Dudo mucho que sea uno de los Renegados pero hay muchos motivos que pueden hacer que un nórdico mate a otros y parece que este tiene unos cuantos.

Escucho las palabras de la dunmer y me pongo al lado de Eldrid. Mi intención no solo es protegerla en caso de ataque, sino también demostrarle que ella no es la única nórdica, para que no piense que somos Renegados. Enfundo mi gran hacha en la espalda y avanzo junto a la joven hacia el claro, con las manos a los costados.

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Tras el enfrentamiento en el campamento renegado, tú y Vikar os dirigisteis al sur atravesando las escarpadas regiones de La Cuenca a otras más llanas en Carrera Blanca, pero vuestra ruta aun seguía y terminasteis por llegar a la boscosa Falkreath, la comarca meridional de Skyrim que se extendía a los pies de la cara norte d ...... y un denso paisaje de bosques de pinos.

Vuestro destino final, la Roca Huérfana, se encontraba en la ladera occidental de la Garganta del Mundo, la montaña más alta de todo Tamriel, pero Vikar se conocía su tierra con propiedad y lograsteis adentraros en la zona circundante sin ser detectados hasta ese momento. A media tarde os encontrabais siguiendo un sendero que se internaba en el pinar que rodeaba la Roca Huérfana, pero Vikar advirtió que alguien os seguían, te mandó esconderte a un lado del camino para emboscarlos y él los esperaría, así que obedeciste.

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El enorme nórdico gruñó esgrimiendo su hacha, notando que algo o alguien le rondaba, entonces de la foresta aparecieron Einar, Eldrid y Seretide, todos ellos con las armas enfundadas y, al parecer, intenciones amistosas. El anciano se encaró a ellos sin bajar la guardia, del cuello le colgaba un visible medallón con el símbolo de Talos, el dios-héroe de la humanidad, pero tal imagen quedó soterrada por la mirada desconfiada del hombre.

¿Quién cojones sois? preguntó amenazador listo para cualquier reacción. Hablad. Ahora. la mirada del guerrero nórdico iba de uno a otro, analizándoos con veteranía, sus ojos se posaron de más en la dunmer y estrechó la mirada unos instantes, mas no se movió de su posición en ningún momento.

¿Que eran? Lo tuvo que pensar con detenimiento, no eran viajeros, ni aventureros... bueno ella si, pero ahora mismo... ¿aquello era una aventura? Pudiera ser que si, a veces aquel tipo de cosas se presentaban bajo otras formas y nombres, en este caso la busqueda de una niña. Por lo pronto era mejor no tardar mucho en contestarle, que le veia demasiado dispuesto a liarse a hachazos.

- Simples aventureros señor dijo levantando los brazos y mostrando las palmas de las manos, solo estamos de paso ¿Puedo preguntar cual es el nombre de nuestro interlocutor?

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El hombre es desconfiado pero no abiertamente hostil, por lo creo que el diálogo puede ser una posibilidad y así evitar un enfrentamiento inevitable. Eldrid habla con el hombre, sin decir mucho de nosotros pero preguntando la identidad de él. Creo que no es una presentación educada, por lo que complemento sus palabras:

 - "Ella es Eldrid, la dunmer es Seretide y yo soy Einar. Estamos siguiendo un rastro y pasamos por acá."

Guardo silencio después de eso pues es suficiente para demostrar educación de nuestra parte y que no tenemos nada de qué avergonzarnos u ocultarle, pero es hora de que él conteste su parte antes de continuar. Entiendo que puede ser alguna clase de bandido u otro tipo de hostil, pero no comenzaremos una batalla sin motivo pues la mejor pelea es la que se evita.

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Seretide asintió, a modo de saludo cauto, sin intervenir. No quería provocar desconfianza con sus palabras, y por ahora no era necesario que hablase. Einar había hecho por ella las presentaciones. Esperaría a que el viejo contestase, y a asegurarse un poco más de que intervenir no sería un riesgo innecesario. 

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El anciano vio como salíais uno tras otro saludando, arrugó la frente con firmeza sin bajar la guardia. Soltó una maldición en voz baja que, a todas luces, no sonaba agradable y hubiera hecho sonrojar a una doncella argoniana.

Al menos alguno se presenta antes de preguntar. espetó casi gruñendo. Soy Vikar Puño Tenaz, sacerdote del Divino Talos, ¿así que estáis siguiendo un jodido rastro, eh? Espero que no sea el mío, con vosotros no tendría ni para empezar. 

Os midió con la mirada, en silencio, bufó y bajó el arma con cautela, pero sin guardarla.

Si solo sois críos, joder. soltó con toda naturalidad, aunque miró a Seretide. Aunque tú no sé qué eres, a los tuyos se me hace difícil distinguirlos. hizo una pausa como si evaluara la situación, un brillo astuto surgió de su mirada. Nadie se aventura en estos lugares salvo que tenga algo importante que buscar, ¿verdad?

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Descruzó los brazos, y los dejó más relajados, a los lados de su cuerpo, al comprobar que el hombre no iba a reaccionar violentamente. Al menos por ahora.

- Soy una dunmer, sacerdote de Talos, una elfa oscura. Una rama muy diferente a la de los altmer. -dijo,  sin añadir ningún matiz especial al pronunciar aquel nombre, aunque supiese que su culto estaba prohibido, ¿a ella qué más le daba a quién le rezase aquel anciano si no iba a intentar rajarles la garganta?- Y soy relativamente joven, para los de mi raza, aunque ya adulta. -aclaró, contestando a su pregunta- Y en efecto buscamos algo importante. Y deduzco que tú también. Puede que algo de importancia igual o similar a lo que nosotros buscamos. 

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Rodó los ojos y bajo los brazos ahora ya un poco más relajada, pero sin bajar del todo la guardia. ¿Y si llega a ser un bandido qué? Habrían dicho sus nombres para nada.
Mientras hablaba o gruñía, porque el hombre parecía un poco molesto con el mundo entero, fijo su vista en el colgante. Conocía perfectamente aquel dios, ¿que nórdico no lo conocía? Incluso a pesar del veto, tampoco parecía que se hiciera mucho por erradicarlo, de hecho en Riften aún seguía la estatua con el pequeño altar en la zona del cementerio, aunque siempre la habían advertido que por seguridad no lo adorara abiertamente.

- Si… ya nos hemos dado cuenta que la zona no es… nada animada. Desgraciadamente… sí, lo que buscamos es importante, dijo corroborando lo dicho por la elfa. Oh! Un momento, dijo girándose hacia el lugar por el que habían venido, Hati, ¿qué tal si te acercas? Luego volvió a mirar al viejo sacerdote Es nuestra rastreadora. Explico antes de que pudiera decir nada.