Partida Rol por web

5 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

La mirada de Hadvar me dice todo lo que necesito saber. Manteniendo la vista en el general, desenvaino mi hacha y le contesto:

 - "No le he desafiado ni desobedecido. Si nos hubiese ordenado deponer nuestras armas y someternos al juicio, lo habríamos hecho enseguida, como los legionarios leales que somos."

Suelto el hacha a mis pies y bajo los brazos dispuesto a ser arrestado.

 - "No tenemos nada que ocultar, sobrevivimos a una batalla con esos atacantes y no nos resistiremos de forma alguna."

Saco el resto de mis armas y las tiro al suelo hasta quedar completamente desarmado y listo para dejarme llevar por ellos para ser escrutados como simples criminales y espías.

Aunque encontraba cansado del largo viaje, estaba exultante porque había llegado a mi destino.
Mi intención era dirigirme a la posada para descansar un poco y ponerme al día de lo que se contaba por la ciudad, sabía perfectamente, gracias al tiempo durante el que había trabajado en El pico ventoso, que las posadas son los mejores sitios para recabar información, el alcohol y la compañía siempre ayudaban a soltar las lenguas.
Por otra parte, me apetecía callejear un poco por la ciudad, había leído la historia de Helgen, la primera ciudad destruida por el advenimiento de los dragones cuando el Sangre de dragón aparecíó, y tenía mucha curiosidad por conocer los lugares dónde todo había ocurrido.

Ensimismado estaba en mis pensamientos, mirando a uno y otro lado de la ciudad, cuando de repente oí un ligero golpe y un saludo tras de mí.
Me giré y aquella chica apareció de la nada, no pude evitar un ligero sobresalto y miré a un lado y a otro para asegurarme de que se dirigía a mí. 
No había nadie más, así que supuse que así era, bueno, parecía que la gente de Helgen era más agradable que en la mayoría de sitios en los que había estado. Respiré hondo y le sonreí, parecía simpática y estaba encantado de tener alguien con quien hablar por fin, después de tantos días viajando solo.

- Oh... ¡Hola!... err... ¿Qué tal?... Yo... acabo de llegar a Helgen, bueno, seguro que te has dado cuenta - reí nervioso y seguí con mi retahíla, me dí cuenta de que no me había presentado, y eso era una grosería.

- ¡Oh!, si claro, perdona, me presento, soy Trikhik, pero puedes llamarme Trik, mis amigos me llaman Trik. Bueno, sé que no somos amigos, pero o sea... ya sabes, bueno, puedes llamarme como tú quieras, estará bien. ¿Tú cómo te llamas? Bueno, si quieres decírmelo claro, si no quieres está bien, respeto a la gente que prefiere guardar su intimidad, mi maestro es así. Pero es un tipo genial ¿sabes?... No, claro, tú no lo conoces, pero lo es, de verdad... err... - me di cuenta de que quizás estaba hablando demasiado, a veces me dejaba llevar demasiado por mi entusiasmo.

- Je je, perdona, a veces hablo demasiado - Me mordí el labio un poco nervioso, sujeté con algo más de fuerza mi bolsa mientras mis pies tamborileaban en el suelo y miré hacía un lado como quien no quería la cosa - ejem, la ciudad está bien... - 
 

5 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

Eso lo decidiré yo. dijo tajante el general mientras los Penitus Oculatus os desarmaban y recogían las armas, a continuación os retenían de los antebrazos. Cotta alzó la mirada. Que venga el hechicero. ordenó.

Junto a ti veías a Titus muy tenso, retenido por los Penitus Oculatus, delante vuestro estaba Hadvar con el gesto mustio pero en silencio. Al cabo de un minuto se acercó el hechicero de la fortaleza, Silgurf Mano Centelleante, el anciano avanzaba soltando maldiciones por lo bajo. Saludó sin inclinarse mientras se frotaba las manos, Cotta tampoco se tomó muchas ceremonias con el hechicero.

Tu turno, hechicero. dijo el general.

5 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

Silgurf no se caracterizaba por tener un carácter afable, por el semblante que demostraba consideraba la situación actual como un trámite tedioso. Se plantó delante de ti mirándote con los ojos entrecerrados, chasqueó los dedos para llamar tu atención.

Venga muchacho, acabaremos pronto. al instante lo viste conjurar unas palabras que no comprendiste junto a un complejo movimiento de las manos. Los ojos le brillaron en añil, tú refulgiste del mismo modo, no notaste nada y cuando todo volvió a la normalidad se volvió hacia Cotta negando con la cabeza. Nada.

Sin esperar el asentimiento del general, el hechicero avanzó hacia Titus. Tu amigo estaba nervioso y tenso, en ocasiones se removía mientras los legionarios que lo retenían reforzaban la presa de sus muñecas. Silgurf repitió el proceso mágico con él, Titus empezó a refulgir del mismo modo en el que tú lo habías hecho, pero sucedió algo distinto. Algo terriblemente distinto.

5 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

El aspecto de Titus empezó a cambiar, su aspecto humano se fue deformando hasta revelar otra forma totalmente distinta a la del hombre que conocías. Mientras sufría ese cambio te miró aterrorizado y gritó.

¡Einar! ¡No dejes que me hagan esto! ¡Por favorssss! su garganta cambió emitiendo un desconcertante siseo serpentino, si bien continuaba teniendo forma humana, su rostro y piel ya no lo eran, sino el de una especie de serpiente o lagarto, aunque no era argoniano. Los Penitus Oculatus que lo retenían, al principio sorprendidos, cerraron aun más su presa sobre Titus y miraron a Cotta que contemplaba la situación muy serio.

5 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

Mi rostro muestra una expresión de aburrido cuando el hechicero comienza los rituales sobre mí. Esto es una pérdida de tiempo y habría bastado con preguntarme, pero este estúpido y arrogante general tenía que humillarnos solo por haber perdido esa batalla en las montañas.

El hechicero indica que no hay nada en mí, pero ni siquiera pierdo mis energías con un "se lo dije" pues tipos como Cotta jamás aceptan estar equivocados. Miro a Hadvar, quien parece tan aburrido como yo aunque visiblemente más contrariado.

De pronto, algo raro sucede con Titus y su semblante cambia frente al hechizo. Mis ojos se abren como platos y mi boca se abre en una expresión indistinguible entre sorpresa y estupidez. Miro confundido al hechicero y Hadvar, mientras intento entender qué ha sucedido con mi amigo.

Imágenes de nosotros saltando al río y separándonos, para luego encontrarnos acá. ¿Le habrá sucedido algo en ese lapso? ¿Será un espía haciéndose pasar por él o él con alguna condición?

Miro a Hadvar y le hablo:

 - "Pero él sabía quienes eramos y actúa igual a como lo ha hecho por años, desde que lo conocí en Ciudad Imperial. Un impostor no podría saber todo eso e imitarlo tan bien."

Mis palabras suenan desesperadas, sin saber realmente si lo que digo es una prueba de que es Titus o de que los métodos de infiltración del enemigo son muy infalibles. Sea como sea, yo averiguaría más, pero no puedo hacer nada por mi amigo, si es que realmente es él.

Había levantado un brazo para estrecharle la mano, pero se había quedado en un amago en cuanto el chico que se puso a soltar toda aquella retahíla. Se quedó un poco descentrada al no ver que no podía decir nada en las dos veces que lo había intentado. Al final le empezó a dar la risa, estaba siendo adorable. Al final la novedad había servido para algo. Ella no se aburría y conocía a gente nueva.

8 de Helada, Mañana, Entrada de Helgen

Se llevó una mano a la boca para evitar reírse abiertamente, los hombros temblaban ligeramente al contenerse. Solo cuando al final dejo de hablar pudo decir algo.

- Jijiji Tranquilízate hombre, de nuevo le tendió la mano a ver si esta vez lograba estrechársela. Es un placer conocerte Trikhik, yo soy Eldrid. Y no te preocupes te llamare como a ti te guste más. Por lo de hablar, sin problemas, mejor así. Y no te hagas demasiadas ilusiones, la ciudad está bien al principio, sorprende lo bien que esta después de los dos ataques de dragones que sufrió. Es más increíble aun, que la gente quisiera volver a levantarla. Por desgracia, dijo levantando los brazos con las palmas hacia arriba al cabo de unos días se convierte en el lugar más muermo de todo Skyrim. ¿Ibas a algún lado en concreto? Pregunto caminando un par de pasos rodeándole y poniéndose al otro lado, esperando a ver a donde quería caminar A lo mejor puedo guiarte.

27 de Fuego del Hogar, Primera hora de la tarde

Ojalá pudiera ser como él. admitió algo frustrado. Parece siempre tan.. frío, siempre parece saber qué ha de hacer. te miró y sonrió acuñando algo de esa actitud socarrona propia de él. Supongo que yo me quedé el humor.

Te escuchó acerca de tus intenciones, no intervino al principio, pero suspiró comprendiéndote perfectamente.

Te entiendo, Eldrid. La verdad es que yo tampoco lo llevo demasiado bien. sonrió cómplice contigo. En el Final he tratado con un par de mercaderes, quizá pueda hacer algunas preguntas sobre Nocturnal, menos es nada. expresó pensativo.

Debemos darnos paciencia mutua. comentó resignado. Algún día podemos salir por ahí, ir a Falkreath.. o algo, cuando Rodegar no nos tenga atados a la barra, ¿qué te parece?

5 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

Cotta contempló la transformación con el gesto pétreo, un Titus que seguía pidiéndote ayuda fue encadenado en el acto y se unió un tercer Penitus para reducirlo, al parecer era algo más fuerte que un humano normal. El general dio permiso para que el hechicero se retirara, Silgurf remugó algo acerca de que no le molestaran más si no era por algo importante y se dirigió a sus dependencias.

Es decepcionantemente agradable tener razón en estos casos. dijo Cotta dando un paso hacia Titus, uno de los Penitus le dio un puñetazo en el estómago haciendo que se doblara. Llevaoslo al calabozo, que el torturador empiece con este. Lo quiero todo. en el acto los tres legionarios del Penitus se llevaron a un vociferante y siseante Titus transformado en aquella serpiente humanoide.

Con un Hadvar consternado por la revelación, Cotta cruzó miradas con él y negó con la cabeza, Hadvar asintió con tristeza.

A pesar de ser hijo de traidores, no has terminado siendo esa clase de traidor. te dijo Cotta con las manos a la espalda, el general se puso recto y con la capa de piel de oso sobre sus hombros daba un aspecto imponente. Pero no me olvido de tu estéril desafío, pero por suerte para ti, el capitán Hadvar te tiene en estima y yo tengo en estima al capitán Hadvar. habló acerado, sin tonalidad de ninguna clase, absolutamente marcial, pero no exento de arrogancia. Pero has estado en contacto prolongado con un espía, por lo que hasta que no se esclarezca este asunto voy a revocar tu condición de legionario de la Legión Imperial de forma temporal. Se te prohibirá acceder a las dependencias de la Legión Imperial bajo pena de arresto. Se te informará cuando termine la investigación. Retírate.. ciudadano.

La última palabra de Cotta pareció una sentencia, Hadvar contemplaba la situación callado y serio, estaba claro que no le gustaba lo que estaba sucediendo, pero se mantenía callado y firme a la vera de su superior.

5 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

Lo que sucede es más de lo que soy capaz de asimilar tan rápido y veo como se llevan al que otrora era Titus. Lo miro mientras se lo llevan, sin pronunciar una sola palabra. Todavía no me cabe en la cabeza que sea un espía, me hace más ruido que quizás sea él pero que le hayan hecho algo para transformarlo en esa bestia escamosa.

Entonces Cotta vuelve a fijarse en mí. Cuando habla acerca de mis padres, mi semblante se oscurece, pues parece que el General sabe todo de mí, siendo que a mí mismo me fue difícil de conocer aquel aspecto de mi herencia. No hice comentario alguno pues entiendo que estoy solo en posición de perder, no de ganar.

Cuando me despide, asiento en silencio y me retiro después de hacerle un saludo marcial a ambos, sin preocuparme si estarán felices o molestos de recibirlo.

"Ya esperaré a que Cotta se marche para recuperar mis armas."

Ahora tengo algo más importante que hacer. Salgo del lugar y corro para alcanzar al hechicero. Es con él con quien debo hablar ahora pues es el único que puede tener alguna respuesta a lo sucedido.

5 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

Las armas se te devolvieron en el momento en que te marchabas, aunque enfilaste camino a las dependencias del hechicero de la fortaleza. No te fue complicado hallarlo, Silgurf aun estaba de camino hacia su despacho, gruñó un poco cuando le abordaste mirándote de soslayo.

¿Qué quieres, chico? preguntó malhumorado.

5 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

El rostro del hechicero, sin considerar su voz, me hace saber que no está feliz de ser atajado por mí. Se nota a claras luces aquello, pero en este momento no me importa en lo más mínimo. Probablemente en este momento, nada me importa en lo más mínimo salvo lo que tengo en la mente y lo que ha sucedido recién.

Le hablo sin ninguna clase de tapujos ni rodeos:

 - "¿Que puede haberle pasado a Titus? Desde aquella batalla ha seguido siendo el que era y sabe todo lo que siempre ha sabido. ¿Puede ser que sea él y no un espía? ¿Que le hayan hecho algo mágico para cambiarlo?"

La verdad es que la teoría del espía cada vez me parece más inverosímil. La idea de que le hayan lanzado una magia o una enfermedad que lo haya vuelto así me parece más plausible y, de ser así, probablemente es más preocupante para todos nosotros que un mero caso de espionaje.

27 de Fuego del Hogar, Primera hora de la tarde

- Si fueras como él… desvió un segundo la mirada antes de volver a fijarla en su rostro no serias tú respondió mostrando una suave y tranquila sonrisa. La cual se ensanchó un poco más al seguir escuchando sus palabras.

“Si al final va a ser que por dentro es blandito y todo”

Le dio otro apretón dándole ánimos tanto a él como a ella. Tenía razón en que necesitaban apoyarse el uno al otro y tener paciencia, algo de lo que en muchas ocasiones carecía ella. Yo tratare de tener los oídos bien puestos a ver si me entero de algo por ahí también, aunque mirare a ver si puedo investigar por otros medios. ¡Oh! Exclamo dando una palmada, soltando finalmente la mano de él y te tomo la palabra en cuanto a esa oferta ¿eh? Me parece un plan estupendo e interesante contesto sonriente y con un bonito brillo de ilusión en los ojos.

5 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

El hechicero te escuchó paciente, se encogió de hombros sin esconder su actitud malhumorada.

¿Se llamaba Titus? preguntó demostrando que ni siquiera sabía el nombre de tu compañero. No lo sé, chico. Yo solo me he dedicado a levantar una ilusión, y como ilusión lo que había detrás era poco humano. respondió con crudeza, poco empático. ¿Qué hay hechizos que alteran el cuerpo? Sí. Pero lo que he disipado no era magia de alteración.

Hizo una pausa a medida que llegabais a sus dependencias, se volvió hacia a ti.

Estoy muy ocupado, ¿quieres molestarme con otra pregunta? ¿O ya has terminado? preguntó llevándose las manos a la espalda.

27 de Fuego del Hogar, Primera hora de la tarde

Aren no dijo nada, te correspondió con una sonrisa muda, pero plena de significado que quedó flotando entre ambos. Pronto el joven nórdico bufó ahuyentando ese silencio, estaba cómodo con él, quizá demasiado.

Esperemos poder descubrir algo. dijo Aren mientras asentía con convencimiento. Cuando dijiste que le tomabas la palabra, rió un poco. Si es que Rodegar nos da tiempo libre.. y oye.. ¿cabría posibilidad que me presentaras esa amiga dunmer tuya..? preguntó algo quisquilloso, con una sonrisa maliciosa que rompía el momento plácido que habías compartido hasta ese momento.

27 de Fuego del Hogar, Primera hora de la tarde

Cerró los ojos y gruñó. Ahora que estaba tan bien, iba él y lo fastidiaba de nuevo.

“Lo retiro, sigue siendo un idiota”

- ¡Arg por favor! Refunfuño levantándose con brusquedad del suelo y sacudiéndose la ropa, para acabar poniendo los brazos en jarra. Si tantas ganas  tienes de conocerla, preséntate tu solito, sigue hospedada en la posada. Tal vez había sonado más seca y borde de lo que había pretendido, pero no podía evitarlo, menos cuando se lo decía con aquel rin tintín. Le rodeo y comenzó a caminar de nuevo hacia el interior de la ciudad.

27 de Fuego del Hogar, Por la noche, antes de irte a dormir

Con la jornada feneciendo, te dirigiste a tu catre para encontrar algo inusual sobre él. Tendida sobre las mantas de la cama había una flor de montaña roja, de las que tanto abundaban en los alrededores. No había ninguna otra cosa, solo la propia flor que reposaba delicada dándote la bienvenida a tu habitación.