Partida Rol por web

5 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

Las palabras del hechicero son irritantes, pero tengo cosas más importantes que pensar que en la falta de maneras del anciano. Le respondo a sus preguntas, por más que sean sarcásticas, como si fuesen literales:

 - "¿Pero sería posible que lo hubiesen hecho "cambiar" y después le pusiesen esa ilusión para que pareciera que nada hubiese sucedido? ¿Si fuese así, podrías saberlo?"

No le doy tiempo de responder antes de aclarar los motivos detrás de mis preguntas:

 - "Si se lo hicieron a Titus, podrían hacérselo a cualquiera y todos estaríamos en peligro.  ¿Podrías revertir una transformación así?"

Ahora ya no se me ocurren más preguntas que hacerle, pero si contesta de manera satisfactoria, podría ser que salve a Titus. La verdad es que Cotta es un problema tanto o más grande que la misma condición, pero debo solucionar un problema a la vez.

5 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

¿Qué sentido tiene todo esto? repuso el hechicero ya malhumorado por tus preguntas, aunque daba la sensación que se iba a molestar hasta por preguntarle por el tiempo que hacía. ¿Quieres convencerte que hay algo que va mal? ¿Qué todo es una treta? ¡Ja! Llevo estudiando magia desde antes de que tus padres se conocieran. argumentó con el tono de un abuelo gruñón. Me encantaría darte lecciones de magia, ¿qué digo? No iba a perder mi precioso tiempo contigo. ¿Crees que mis movimientos de manos y mis palabras sin sentido son un juego? ¿Que faranduleo? ¡Bah! movió las manos con desdén mientras se colocaba detrás de la mesa, puso las manos sobre la mesa mirándote con hastío.

Buscas razones para no creer que te han engañado. zanjó casi con tono hiriente. Ese.. amigo.. tuyo, solo tenía presente magia de ilusión. Ni alteración, ni transmutación, ni maldición. bufó presionándose el entrecejo, su tono cambió a uno más amable. Chico, entiendo tu preocupación, pero a veces la realidad es más desagradable y dura de lo que queremos creer. Si alguna vez existió un Titus de verdad o es ese o lo suplantaron. suspiró mirándote con cansancio, no dijo nada, quedó a la expectativa de tu reacción.

2 de Helada, Tarde, Capilla de Kynareth

No habían sido unas semanas fáciles para ti, si bien felices por haberte reencontrado con tu hija perdida, su traumático rescate aun atormentaba tus pesadillas. Especialmente las últimas palabras de la bruja que te aseguró que Danna siempre sería suya. Quizá te sumiste en una férrea vigilancia de la pequeña, pero los días pasaban sin una amenaza evidente para ella, solo la actitud introvertida de la pequeña cuyo carácter se veía erosionado por las terribles experiencias sufridas a manos de las brujas-cuervo.

Durante ese tiempo te congraciaste con la sacerdotisa de Kynareth, o Kyne, Eisya Cabello Dorado que velaba por la capilla de esta diosa en Helgen y, a su vez, ejercía de una suerte de sanatorio para los enfermos y heridos. A esta la asistía la esposa del thane Hadvar, Britte la Bella, una reputada herborista con la que habías entablado una pequeña relación de amistad. Habíais acordado asistencia mutua, pues a pesar de los profundos conocimientos herborísticos de Britte, tu condición druídica era ideal para suministrar hierbas y plantas a la mujer.

En alguna ocasión, cuando debías salir de Helgen, dejabas a Danna a cargo de Eisya que acogía con agrado la tutela de tu hija. De algún modo tenías la sensación que la presencia de la joven sacerdotisa calmaba la actitud cerrada de tu hija, y también la sentías segura en aquel lugar. Esa tarde, como tantas otras, habías ido a entregar una remesa de hierbas a Britte en la capilla, Danna se encontraba jugando con Eisya en uno de los rincones de la capilla ya a esa hora no había excesiva asistencia.

2 de Helada, Tarde, Capilla de Kynareth

¿Esto es lo de hoy? preguntó examinando las hierbas de la bolsa con ojo crítico, pero parecía satisfecha con la remesa. Perfecto, empezaba a escasearme la belladona. apuntó la alquimista. ¿Te ha sido complicado encontrarla? te miró intrigada.

27 de Fuego del Hogar, Por la noche, antes de irte a dormir

Estaba algo cansada, había sido un día largo y no estaba segura de sí fue productivo o no. Tenía ganas de acostarse y descansar como era debido. Se quedó parada en el umbral de la puerta. No es que fuera un cuarto muy grande, pero lo que estaba encima de las mantas no pasaba desapercibido. Se sorprendió de encontrarse algo así y más allí.

Acabo sentándose en la cama, con una pierna sobre ella y la otra tocando el suelo, observando la flor. Sorprendentemente, aparte de saber qué tipo de flor era, conocía algunos de los significados que tenía. Sonrió de medio lado con algo de tristeza, recordando la razón de saber aquellas cosas de las que ahora se acordaba. Malia siempre había intentado meterle todas aquellas cosas en la cabeza sin mucho éxito, o eso había creído hasta ahora.

Dejo de mirar la pequeña planta por un instante, para observar alrededor, no parecía que hubiera nada fuera de lugar, pero le preocupaba que alguien hubiera entrado sin permiso. La cuestión era averiguar quién. Y tenía una ligera sospecha debido a una de las cosas que simbolizaba. Con el paso de las horas su enojo se había evaporado, siempre se le acababa pasando, eran más bien pequeños estallidos que hacían mucho ruido pero que duraban poco. Por otra parte, estaba segura de que si preguntaba no obtendría más que una negativa.

Exhalando un suspiro, se levantó tomando la flor con una mano y saliendo de allí para buscar al sospechoso.

5 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

Las palabras que me da el hechicero son tristes de oír. No me gusta ninguna de esas dos ideas, aunque pensar que quizás Titus está en otro lado, sobre todo con vida, me gusta mucho más.

"Quizás le tienen prisionero o algo."

Le hablo, ahora más calmado:

 - "Igual me parece extraño que un suplente conozca las maneras e incluso los recuerdos de Titus. No sin magia de por medio."

Pienso un momento en ello y luego miro al hombre:

 - "Muchas gracias, Mano Centelleante. Lamento haberlo molestado."

Me despido haciéndole una pequeña reverencia antes de caminar lentamente hacia la salida.

11 de Helada, media mañana.

No había sido difícil situarse en la herrería. Después de todo, Helgen no se caracterizaba por ser un pueblo especialmente grande, y no era la primera vez que pasaba por delante, pero sí la primera que entraba.

Era extraño, para ella. Hasta ahora, en su vagaje en solitario no se había preocupado de nada así. Y cuando había tenido que hacerlo anteriormente, tenía a gente a la que recurrir para que se encargase de tales pequeñeces. Pero las cosas eran diferentes para ella desde hacía ya unos años. Y aunque no le gustase tener que dedicar tiempo a esas cosas, su interior incursión en el tema de la bruja-cuervo dio a demostrar que quizá debía ser algo más cuidadosa. 

Fue así como acabó en el taller de Dorthe Martillo de Madera, con su armadura de cuero cuidadosamente doblada entre los brazos, mirando alrededor para buscar a la nórdica. 

8 de Helada, Mañana, Entrada de Helgen

Tras varios días explorando los alrededores de Helgen en busca de provisiones herbales para Britte y Eisya, el bretón había decidido dedicar el día a Danna. El tiempo que pasaba con Eisya había ayudado a calmar el espíritu de la pequeña, que pese a no hablar demasiado parecía algo más animada cuando pasaba tiempo con su padre y aunque no le pedía nunca nada sabía que le sentaría conocer el lugar que ahora era su hogar para que se sintiera segura allí. Sí es que podría volver a sentirse segura alguna vez.

Paseaban tranquilamente por el lugar cuando la niña se quedo mirando a un lugar fijo, cuando Aster busco con la mirada que estaba observando su hija dio con la joven Eldrid, junto a un joven que no había visto había visto hasta entonces en Helgen y era difícil que se hubiera dejado a alguno de sus habitantes por ubicar en el tiempo que llevaban allí.

¡Buenos días Eldrid! ­ - saludo sonriente con Danna de la mano al acercarse a la pareja - ¿haciendo amigos? – observo con atención al recién llegado con su atuendo, identificándolo como del Colegio de Magos de Hibernalia 

2 de Helada, Tarde, Capilla de Kynareth

Siento que el día de hoy no haya sido más fructífero – se disculpó ante la mujer, observando a Danna jugar con la sacerdotisa mientras Britta revisaba la bolsa.

La falta de sueño había sido la culpable de que es tarde no hubiera sido capaz de escoger un buen lugar para el aprovisionamiento de hierbas. Aunque la privación de sueño no era nada que no soportara por ver a Danna ahora, junto a Eisya, comportándose como una niña normal. Una niña que no ha pasado por el infierno que su querida hija había sufrido. Se juro a sí mismo, el día en que la rescataron de las garras de aquella arpía, que ningún padre vería pasar a sus hijos por semejante tortura.

La Belldona no es complicada de encontrar si sabes donde buscar – dijo pensativo el Bretón sin borrar su habitual sonrisa complaciente de los labios – aunque no hay demasiados sitios donde dar con ella por las cercanías de Helgen, cada vez debo alejarme más – tomo una de las ramas observando las flores violáceas y los pequeños frutos, girándola entre sus dedos – aunque podría enseñarte a como sembrarlas, es una planta delicada y las condiciones para su crecimientos hacen que su germinación sea muy complicada, pero de tener éxito tendrías provisiones fijas de esta - poso la rama en la mesa donde Britta comenzaba a clasificarlas – piénsalo - sonrió a la mujer y se dirigió hacia el rincón donde Eisya, de espaldas a él jugaba con Danna.

Tan solo con la sacerdotisa de Kyne había sido capaz de compartir su inquietud antes las palabras de la bruja cuervo. Ambos parecían coincidir en que, a pesar de la actitud taciturna y retraída de la pequeña, parecía estar en perfecto estado. Aunque ambos, permanecían atentos a cualquier posible cambio en ella.  Llegando junto a ellas sonrió, amplia y sinceramente a su hija. 

¿Has pasado un buen día con Eisya mi princesa? – se agacho junto a ellas para darle un beso en la frente a Danna. 

11 de Helada, media mañana

No te fue difícil dar con la nórdica, la herrería se encontraba al aire libre bajo un porche para evitar la lluvia, pero que el calor infernal del fuego pudiera disiparse rápidamente. En ese momento la joven herrera no se encontraba martilleando nada, sino parecía haberse tomado un descanso mientras despachaba a un hipotético cliente. Dorthe alzó la mirada hacia ti cuando te acercaste, pero quizá fuera por defecto profesional, la mirada acabó sobre la armadura de cuero que llevabas bajo el brazo.

Buenos días. saludó asertiva. ¿Qué se te ofrece, dunmer? a pesar de lo que estabas acostumbrada, no tenía ningún tono peyorativo, se mantenía en esa neutralidad áspera.

2 de Helada, Tarde, Capilla de Kynareth

La herborista se encogió de hombros mientras te escuchaba.

En Falkreath nos sobran campanillas de la muerte y nos falta belladona, ninguna novedad, no te preocupes. repuso Britte mientras cerraba la bolsa y la dejaba sobre la mesa tras haberlo revisado. Tengo mi propio jardín, pero es pequeño y Helgen tampoco puede permitirse un invernadero. Por ahora con eso deberemos apañarnos. mientras contaba las monedas que fuera a pagarte, tu atención hacia tu hija hizo que la sacerdotisa de Kyne mostrara una sonrisa clara como el cielo.

2 de Helada, Tarde, Capilla de Kynareth

Como era habitual, Danna te respondió con un silencio, pero aceptó agradecida el beso. Junto a vosotros Eisya se mantuvo al margen hasta que consideró que podía intervenir.

Danna ha sido muy buena y obediente. sonrió la sacerdotisa, esas palabras iluminaron el rostro de Danna que seguía sin decir nada. Tienes una hija preciosa, muy inteligente. elogió sincera mientras ponía la mano con calidez sobre la cabecita de la niña.

8 de Helada, Tarde, Fortaleza de Helgen

Los días habían pasado tensos, apartado de la Legión Imperial hacia de tu mundo algo extraño y distinto. A la oportunidad que tuviste, sabiendo que el general Cotta se encontraba en un breve viaje rutinario a Falkreath, abordaste la fortaleza con el afán de hablar con el thane Hadvar. Este te recibió en pie delante de su trono, despachaba a un grupo de leñadores que habían venido a lanzar sus peticiones, por la cara que tenían los leñadores parecían satisfechos.

Einar. te saludó con un asentimiento. Dime, ¿cómo estás? preguntó el nórdico mirándote con atención.

11 de Helada, Mañana, Fortaleza de Helgen

No solías frecuentar la fortaleza de Helgen, principalmente porque los legionarios se habían demostrado bastante más parcos y hoscos que los guardias de Paraje de Ivar que, al final, eran vecinos tuyos. Pero en tu afán de descubrir algo más te dirigiste a hablar con el hechicero de la fortaleza, Silgurf Mano Centelleante. Te costó tener audiencia con el arcano, pero tu insistencia tuvo sus frutos, las dependencias del anciano mago se encontraban en una ala lateral y estaban profusamente decoradas por toda clase de materiales y libros raros. El propio Silgurf estaba sentado en la silla de su escritorio, aparentemente dormido por los ronquidos y la cabeza inclinada hacia atrás.

11 de Helada, media mañana

- Buenos días. - saludó de vuelta, acercándose a la mujer, percibiendo el tono seco y neutral típico de los nórdicos que debían mantener una buena actitud por ser comerciantes y sin embargo no eran agradables por naturaleza. Sonrió, recordando, sin saber muy bien por qué, las palabras de Erandur. "Dunmer" la había llamado. No solía darle importancia, era una dunmer al fin y al cabo. Pero después de que el sacerdote de Mara hubiese apuntado a aquella costumbre, se fijaba un tanto más.

- Verás, quería saber si era posible mejorar la protección que me ofrece esta armadura de cuero.-preguntó, mientras extendía la prenda ante ella, para que pudiese examinarla. 

8 de Helada, Mañana, Entrada de Helgen

Me di cuenta de que había hablado como un tonto, como siempre. Me rasqué la nuca riéndome, y después le estreché la mano a Eldrid.
-Encantado Eldrid. Perdona, a veces hablo demasiado.- sonreí ampliamente mirando alrededor -Pues a mi me parece un lugar muy interesante y cargado de historia.- la miré inquisitivo, por lo visto era una chica a la que no le gustaba la tranquilidad - Bueno, supongo que según lo que te guste hacer para divertirte - me encogí de hombros.

Su invitación a acompañarme me alegró -¡Oh! Pues lo cierto es que estaba buscando un lugar donde alojarme y... ¿no sabrás por un casual dónde encontrar a Silgurf Mano Centelleante? Es el hechicero de aquí, según tengo entendido.-

Justo entonces apareció un hombre de aspecto algo salvaje, acompañado de una niña, que saludó a Eldrid. Apenas la deje contestar a ella y me presenté en cuanto se acercó.
-¡Hola! Yo soy Trik... Trikhik, encantado- le tendí la mano, esta vez no se me iba a olvidar -Acabo de llegar a Helgen, Eldrid me estaba... er... me estaba ayudando a ubicarme en la ciudad. Nunca había estado aquí, claro, así que necesito un poco de ayuda, jeje. Llevo mucho tiempo viajando y... - me di cuenta de que volvía a embalarme, así que me callé y sonreí un poco avergonzado. - pues eso, estoy un poco desubicado-.

Me fijé entonces en la pequeña, me agaché un poco para dirigirme a ella con una amplia sonrisa. 
-¡Oh! Buenos días a ti también, señorita. ¿Cómo te llamas?- 

8 de Helada, Tarde, Fortaleza de Helgen

Después de esperar el momento apropiado para intentar entrevistarme con él, conseguí ver al Thane Hadvar. Me recibió en el salón principal, en el mismo lugar donde Titus, o lo que sea que se hacía pasar por él, fue desenmascarado por el General Cotta y llevado prisionero, probablemente para ser interrogado mediante tormento. Intento no pensar en eso.

Ahora, frente a Hadvar, pongo una rodilla en el suelo y mi mano en el pecho, como signo para demostrarle mi respeto y obediencia. Luego me pongo de pie y contesto su pregunta:

 - "Estoy bien, mi Señor, pero confundido con el asunto de Titus. ¿Cree usted lo que dijo Cotta? ¿Que era un espía del enemigo? Le aseguro que sabía todo lo que debería saber Titus, incluso se comportaba como él sin duda alguna. No me parece posible que otro aprendiese de él para suplantarlo en tan poco tiempo."

La verdad es que no sé qué es lo que ocurrió con mi amigo, pero me atormenta la idea de que sea él quien esté siendo torturado en este momento, sin posibilidad alguna de defenderse.

8 de Helada, Tarde, Fortaleza de Helgen

Creo que fuiste imbécil al enfrentarte a Cotta. espetó serio, aunque con una seriedad que denotaba preocupación por ti. Lo que hiciste no hizo otra cosa que alimentar las sospechas del general, por el amor de Stendarr, ¿en qué estabas pensando? se pasó la mano por la cara, suspirando, pero finalmente se acercó a ti para hablar con mayor confidencia. Te puso la mano sobre el hombro para que te levantaras. Da igual, ahora da igual. movió la cabeza resignado.

Con una actitud menos beligerante, el thane te escuchó con detenimiento.

Yo creo en lo que vi. dijo Hadvar. El hechicero puede no caerme bien, pero Silgurf es un hombre versado en la magia, no podemos negar la realidad de lo que sucedió. reflexionó mientras hacia un gesto con la cabeza para que lo acompañaras. Entiendo que estés confundido, créeme. No es fácil. Yo también conozco a Titus, me desconcertó tanto como a ti. a continuación añadió con tono sombrío. ¿No te has planteado que Titus siempre fuera un espía? ¿O que haya más magia de por medio? Silgurf me habló que hay hechizos capaces de sondear la mente de los víctimas, saber sus secretos más recónditos.. expuso sin decidirse por ninguna conclusión.

Vuestro paseo os llevó a lo que podía decirse que era el despacho de Hadvar.

Por ahora solo cabe esperar, y tú también. Cotta es arrogante e implacable, pero inteligente y con un sorprendente sentido de la justicia. te explicó volviendo la mirada hacia a ti. Deja que haga su trabajo, no te metas en líos y si todo sale como ha de salir, volverás pronto a la Legión. 

11 de Helada, media mañana

La herrera tomó sin muchas ceremonias el peto de cuero que traías, con ojo experto examinó los detalles del mismo, doblándolo y comprobando su rigidez.

Ya está bastante gastado. dijo. Pero puedo añadirle algunos remaches metálicos para reforzar los puntos críticos, no creo que me lleve más de cuatro o cinco días. 

Se dirigió a una de las estanterías donde de dispersaban múltiples utensilios de herrería, tomó unos remaches y los comprobó en el peto.

Sí, creo que sí. asintió y te miró con detenimiento. Sesenta monedas de oro, es un buen precio.. y tampoco encontrarás otro herrero aquí que te lo haga. se encogió de hombros, hablaba con más franqueza que mentalidad comercial. Era un hecho que en Helgen solo estaba ella con su taller disponible.