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The Elder Scrolls - Helgen

[Rol Libre] Posada "El final del camino"

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14/01/2018, 00:10
Seretide

6 de Helada, Noche

- Creería en que realmente pretendes excusarte si tú realmente fueras un caballero y yo una dama.- apuntó, tomando ahora un sorbo de su propia copa- Pero a mí no me interesa ser una aburrida dama, y los caballeros no se dedican a olfatear de manera indecente a cualquier hembra incauta.-expuso, con una sonrisa mordaz- Pero tampoco me considero una hembra incauta. Soy bastante consciente de lo que he hecho.-añadió, trazando con la yema de sus dedos el camino descendente que la gota de alcohol había recorrido sobre su piel de ébano, recogiendo los restos húmedos del vino en un gesto distraído que concluía acariciando sus propios labios.

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24/01/2018, 18:30
Aster

6 de Helada, Noche

 

No había caído en las fauces del astuto zorro, si no que había entrado hasta el fondo de la madriguera sin oponer resistencia alguna y en su compañía. Y todo por aquel aroma sensualmente dulce de Seretide. Ese fragante y exótico bálsamo que había embriagado los sentidos del druida y lo mantenía embelesado pese a su lograda fachada de serenidad, aquella reconfortante fragancia terrosa que le recordaba al pequeño árbol del sándalo, tan suave como la piel de ébano de la dunmer.

Su ceja se alzo de manera refleja ante las palabras de esta. ¿Indecente? Rió internamente, si aquello le había parecido indecente sería mejor que no averiguara sus pensamientos, viendo como sus dedos recorrían aquel sinuoso camino hasta posarse en sus labios. Para el aquella manera de olfatear su piel había sido puramente instintivo, no indecente.

Bien...- se pronunció por fin son una amplia y ladina sonrisa, mientras agarraba el taburete en el que se encontraba Seretide y tiraba de el para acercarla a él – si los dos somos conscientes de nuestros actos, sera mejor que responda a tu pregunta – un brillo salvaje se había instaurado en sus cristalinos ojos azules.

Acechante como un felino, se fue acercando sigilosamente a su “presa”, acortando la distancia con la dunmer, mientras con movimientos lentos y calculados deslizaba sus dedos por el rostro de Seretide, para dejar reposar este en la palma de su mano y acariciar sus, aun húmedos, labios con el pulgar.

Y para recordar tu fragancia quizá ...- empezó a decir con sus rostro a escasos centímetros del suyo, pudiendo sentir el aliento el uno del otro, mientras seguían mirándose a los ojos, sus profundas aguas cristalinas fijas en el mar carmesí de ella – quizá deba probar su sabor – añadió con un tono provocador, sus labios a escasa distancia de los de ella en una clara intención de probarlos aun a la espera de una muestra de arrepentimiento o tal vez de un ataque más que buscado.

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03/02/2018, 22:08
Seretide

6 de Helada, Noche

La dunmer se dejó acariciar, suspirando abiertamente al percibir el tacto de las yemas de sus dedos sobre sus labios suaves, carnosos, y humedecidos por el vino. Observó a su acompañante, atenta a sus movimientos mientras entrecerraba los ojos, llevada por el ineludible instinto, al percibirlo tan cerca, y ser capaz de leer sus intenciones con diáfana claridad.

- Quizá...susurró, rozando su boca primero con el aire que emanaba de la suya propia, y de las palabras murmuradas, profundas y desconocidas que a continuación escaparon de su garganta, apartándose tan sólo un instante para llevarse la copa a los labios, y tomar un trago, mirándolo fijamente, y esbozando una evidente sonrisa maliciosa, para finalmente cerrar los ojos y recorrer la distancia que separaba ambos rostros y unirse a él en un beso húmedo y parsimonioso, en el que le dio de beber el remanente de alcohol que yacía entre sus labios, poco a poco. 

Un remanente que sorprendentemente sabía a delicioso brandy. Una exquisitez que se alejaba del fermentado de uva avinagrado que uno podía encontrar en la posada de Rodegar. Un sabor embriagador, que casi aturdía los sentidos y exaltaba los anhelos. Un regusto dulce y exótico que se encontraba presente en su boca y en su lengua traviesa, mientras sus manos de ébano se posaban sobre las del bretón, acariciándolas con un movimiento suave y circular que de pronto pareció extenderse a través de sus brazos, y descender por su torso, invadiendo cada rincón, cada ápice de su piel, sin dejar un solo lugar desprovisto de aquella sensación estremecedora que se multiplicaba a lo largo y ancho de su carne, como si cientos, quizá miles de dedos, se paseasen impunemente y al mismo tiempo por la anatomía del druida.

Y a su vez, Seretide bebía su aliento. Había terminado de darle de beber y procedía a lamer los labios del bretón con detenimiento y glotonería, degustando los restos de aquel sabor apetecible y embriagador, emitiendo un ronroneo complacido antes de separarse finalmente de él, aún con aquella sonrisa maliciosa adornando su boca. 

Sus manos, quizá para la sorpresa del druida, seguían sobre las suyas, y poco a poco se deslizaban, desprendiéndose de su tacto para volver a tomar la copa y terminar de apurarla- Y bien... ¿Ahora te sientes capaz de responder a mi pregunta?- preguntó, con un tono que sin lugar a dudas se alejaba de cualquier atisbo de arrepentimiento. 

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08/02/2018, 21:42
Aster

6 de Helada, Noche

Una suave armonía vibraba suavemente entre ambos, cuando la dunmer le dio de beber aquel elixir de sus sedosos labios, una armonía en la que el druida se resistía a caer preso, guiado por los impulsos de la pasión. La cuál se veía aumentada por ese mágico roce de las ávidas manos de Seretide y el calor que lo anegaba todo.

El pesar y el dolor que siempre lo acompañaban, ocultos bajo el velo de su sonrisa bravucona, un alma atormentada por las pesadillas que Danna sufría cada noche. Todo eso fue sepultado por las sensaciones que la dunmer ejercía sobre él, sintiéndose en paz. Nada podía definir mejor aquella sensación que magia.

Con una delicada medida del tiempo que lo volvía tan eterno como efímero, Aster se resistió a separarse de ella, reteniendo el sabor de los labios de Seretide cuanto fue capaz. Sus manos acariciaban en círculos sus mejillas, mientras sus dedos se perdían através de la enmarañada cabellera grisácea de la mujer, que al tancto resultaba aun más sensual.

Humedeció los labios con los de ella y al separarse respiro profundamente, con su sonrisa ensanchada, perdido en la mirada carmesí de Seretide.

Me has hechizado – dijo respondiendo a la pregunta, aun embriagado por la sensación que le había provocado, junto con un gruñido de anhelo que acompañaba a esas palabras.

El tacto sedoso y exótico de la dunmer, había sido como un bálsamo que aún recorría cada rincón de su cuerpo, como si sus dedos siguieran acariciaran su piel. Haciendo que el lapidante dolor por la perdida se viera aliviado. Si, era cierto, la deseaba con una intensidad fiera y parecía que podía ser algo reciproco. La observo apurar las últimas gotas contenidas en su copa, quedandose con los detalles de su rostro de ébano.

Me temo que no tengo clara la respuesta, aun... - enunció sereno, con una sonrisa franca y el hambre reflejado en sus cristalinos ojos, cuyas pupilas estaban casi dilatadas por completo- quiza no haya prestado la suficiente atención o sea cosa de las miradas indiscretas...¿puedo sugerir un cambio de escenario donde pueda estar mas atento al detalle?

 

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19/02/2018, 19:59
z/Hati, Garra Roja

20 de Helada, Atardecer, Habitación Alquilada

Tumbada bocarriba sobre el lecho, miraba las vigas de madera sobre mi cabeza, aunque en mi mente vislumbraba el cielo nocturno sin Masser. Sin duda, aquella tragedia me había afectado demasiado y ni el cálido abrazo de Kaeso podía aliviar el frío interno que me hacía tiritar, al menos no por mucho tiempo.

Algo en mí había cambiado, y aún pasaría tiempo antes de descubrirlo, pero lo sentía... lo sentía enconándose lentamente. Para colmo, mi cánido amigo no había regresado a Helgen y eso me provocaba una angustia que no podría acallar demasiado tiempo.

Giré la cabeza para mirar al imperial, quien dormitaba a mi lado, y arrugué el ceño. El temor de perderlo... aún recordaba el miedo que sentí en Alto Rothgar ante la idea de encontrar su cuerpo sin vida. Suspiré y me llevé ambas manos al rostro, deslizándolas hacia mi cuello -Necesito una pinta- pensé, incorporándome depacio para no despertar a Kaeso. 

Me vestí y bajé al salón de la posada. Quizá Rodegar tendría algún licor fuerte con el que calentar mis huesos... y mi espíritu.

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21/02/2018, 21:15
Seretide

20 de Helada, Atardecer, Habitación Alquilada

Aquella tarde se había quedado sola, y aún no había querido subir a la habitación. Sabía que la soledad y la oscuridad traerían consigo cosas que trataba continuamente de apartar de su mente, cosas que brotaban cada noche a modo de sueño inquieto que acababa despertándola o haciéndola gritar, que le erizaban toda la piel y la hacían recordar todo lo desesperanzador que podía existir en el mundo.

Así que había encontrado sitio cerca del fuego que ardía en el salón principal de la posada de Rodegar, y disfrutó de la inusual calma que reinaba en el lugar mientras saboreaba un vaso de vino especiado y caliente, conformándose con la compañía pasiva de los pocos lugareños y viajeros que allí se encontraban. Era extraño en aquellos días encontrar paz en aquella sala, dada la reciente e ingente llegada de gente a Helgen. Y eso en cierta manera la molestaba. Había hecho de las noches en la posada un pequeño ritual, un momento íntimo que se dedicaba a si misma para abrazar la embriaguez que le proporcionaba el alcohol nórdico, y aquello se lo habían arrebatado durante varias jornadas.

Pero allí estaba de nuevo. Y parecía ser que otro espíritu atormentado se aunaba a aquella pequeña reunión. O eso creyó entender, cuando vio a la pelirroja  descender las escaleras, saludándola con un asentimiento. 

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21/02/2018, 22:24
Kaeso Adamo

Habitación, Finales del mes de Helada

La larga jornada llegaba a su final, sus horas interminables, pero con la noche bien asentada en el cielo no quedaba otra que descansar. Kaeso se había acomodado en el borde de la cama, a pesar del descanso físico del que ahora gozaba, su cabeza seguía rumiando demasiadas cosas.

Estaba tan ocupado que ni pude pararme a pensar en nada —admitió el imperial con agotamiento mental —. Por todos los Divinos, no llego a entender qué ha sucedido, solo agradezco a cada uno de ellos que tú estés bien..

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21/02/2018, 22:32
z/Hati, Garra Roja

20 de Helada, Atardecer, Salón Principal

Al bajar las escaleras eché un vistazo al salón. El Fin del Camino se había convertido en el principal punto de encuentro para los viajeros y vecinos de Helgen, lo cual empezaba a agobiarme. Por suerte, en aquel momento estaba calmado y no había tanta gente como a nuestra llegada de Alto Rothgar.

Alto Rothgar... sólo pensarlo, me daba escalofríos.

Me arrebujé en mi viejo abrigo de pieles y caminé hacia el hogar, donde se encontraba la dunmer. 

-Seretide-dije al acercarme -. ¿Puedo acompañarte?

Normalmente buscaría la soledad, pero había congeniado bien con la dunmer anteriormente y ambas fuimos testigos directas de la tragedia que ahora pesaba sobre Tamriel. Si alguien podía enterder cómo me sentí, era ella.

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21/02/2018, 23:29
Seretide

20 de Helada, Atardecer, Salón Principal

Claro.-indicó, señalando la silla situada frente a ella, antes de hacer una seña a Rodegar, para que trajese algo de beber también para Hati, a quien observó largamente, antes de llevarse la copa a los labios, y suspirar- ¿Tú también tienes pesadillas?- preguntó, fijándose en sus ojos apagados- Yo no me atrevo a ir a dormir hasta que estoy lo suficientemente cansada o ebria. Menos aún si estoy sola. - confesó. 

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21/02/2018, 23:59
z/Hati, Garra Roja

20 de Helada, Atardecer, Salón Principal

Tomé asiento frente a ella.

-Las pesadillas son viejas amigas mías, por desgracia- dije con amarga sonrisa antes de fruncir el ceño a la par que apoyaba mis antebrazos en la mesa, inclinándome un poco hacia adelante -. Lo que atormenta mi descanso es que no sueño nada, nada en absoluto, como si estuviera... vacía por dentro.

Cuando el posadero trajo las bebidas, asentí a modo de agradecimiento y tomé un trago largo de cerveza -El sacerdote... ¿has sabido algo?- le pregunté, pues a pesar de tener a Kaeso, me sentía algo desamparada sin Botitas, como si hubiera perdido parte de mí.

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22/02/2018, 00:13
Seretide

20 de Helada, Atardecer, Salón Principal

Se encuentra bien. -indicó, con un suspiro de alivio- Aunque es un sacerdote de Arkay, como seguramente habrás escuchado. Y en estos días tan aciagos... Bueno, los muertos traen consigo las labores de alguien como él.-explicó- De manera que en muchas ocasiones la noche ya está bastante avanzada cuando puedo considerar que duermo en compañía. Y no es que tal cosa me aflija... Pero cuando estoy sola...-dijo, sin terminar aquella frase, sabiendo que la mujer entendería a qué se refería. 

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22/02/2018, 00:37
z/Hati, Garra Roja

Habitación, Finales del mes de Helada

No quería soltarlo. No podía. Abrazada a Kaeso, temía que todo fuera un sueño y que me despertaría en Alto Rothgar si abría los ojos y soltaba a mi amado, reviviendo una vez más aquel horror.

Sin embargo, necesitaba mirarlo a los ojos, ver que era real, así que hice acopio de fuerza de voluntad y me aparté un poco, alzando mis ojos verdes, enrojecidos por el llanto, buscando el mar de su mirada. Sostuve su rostro entre mis manos, contemplando sus ojos y lo besé, lo besé sin importarme todo el gentío de nuestro alrededor. 

Era la primera vez que le daba una muestra de afecto en público, pero no podía esperar a la intimidad, no cuando mi corazón recuperaba la razón de su latir. Apoyé mi frente en la suya, sonriendo mientras lo sujetaba por las mangas, para que no se apartara de mí.

-Si llega a pasarte algo...- no terminé la frase, frunciendo el ceño, evitando pensar en el dolor que me causaba la mera idea de perder lo que más amaba. Entonces caí en la cuenta: me faltaba algo, algo que formaba parte de mí y que no veía por ningún lado -Botitas- miré angustiada a Kaeso y subí directa a la habitación, rezando a Kyne porque el joven can estuviera allí. 

Nada... no estaba en la habitación. De hecho, no estaba por ningún lado, al menos dentro del asentamiento. Sentí un fuerte dolor en el pecho y cada vez me dificultaba más la respiraciòn. La ansiedad me estaba pasando facfura, así como las heridas causadas por la lucha contra los akaviri en Cuesta del Antiguo. Resignada, regresé a la posada y subí a la habitación. Le preguntaría más tarde a Kaeso, mas el imperial estaba haciendo un buen trabajo tranquilizando y organizando a la gente en aquella situación de pánico colectivo. No era justo que lo reclamase para mí cuando podía ayudar a otros.

Entrada la noche, cargando con la desazón de no encontrar a Botitas, unida a la catástrofe acontecida, no podía dormir ni comer. Para cuando Kaeso llegó a la habitación, visiblemente agotado, yo me había deshecho de mis ropajes y estaba sentada sobre el lecho, con una gruesa piel sobre mis hombros y mi espalda, ocultando las heridas y moretones, y abrazándome mis rodillas contra el pecho.

-Los akaviri- dije, mirándolo de soslayo, ante sus dudas -. Tengo mucho que contarte, Kaeso.

Se lo narré todo, siendo lo más explícita posible: la ilusión del gran oso albino en Cuesta del Antiguo, el dragón Julkooruth y el Sangre de Dragón, la Estrella Azul, el abandono de Akatosh, ataque de los akaviri y el sacerdote corrupto. También le hablé, con arrepentimiento en mi mirada, de cómo tuve que separarme de Botitas para montar sobre Paanthurnax hasta la Garganta del Mundo, de cómo viví -y sufrí- en mis carnes la destrucción de Masser, de los muertos levantándose en Paraje de Ivar y del paladín de Akatosh, que al parecer sabía bastante de los akaviri.

También compartí con él lo que mis compañeros de viaje me comentaron sobre lo sucedido en Alto Rothgar, como el asesinato de los Barbas Grises y el extraño ritual.

Al terminar, tenía la boca seca: -Fue horrible... y ahora desconozco cuáles serán las consecuencias para mí- alcé el rostro prar mirar a Kaeso -. Entre el veinticuatro y el veintisiete de Helada, Masser y Secunda debían a estar llenas- tragué saliva -. Tengo miedo... mucho miedo.

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22/02/2018, 03:38
z/Hati, Garra Roja

20 de Helada, Atardecer, Salón Principal

-Te entiendo- dije con sinceridad -. Kaeso se pasa el día ayudando a poner orden entre los vecinos y los recién llegados. Sin duda, ha nacido para eso- comenté, bebiendo otro trago largo que me hizo arrugar la nariz al tragar.

-Seretide, ¿por casualidad has visto a Botitas?- pregunté, apurando la jarra y pidiendo otra ronda a Rodegar con un gesto de a mano -Le ordené regresar desde Cuesta del Antiguo antes de montar a Panpanthurnax, pues no podía ir conmigo- miré el fondo del pichel vacío con el ceño arrugado a la vez que movía la mano en círculos para hacer ondear el fondaje -No ha regresado aún y éso me está desgarrando poco a poco.

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22/02/2018, 23:51
Seretide

20 de Helada, Atardecer, Salón Principal

No, me temo que no.-admitió, mientras observaba cómo ingería la cerveza casi de un par de tragos, sin que su mirada pareciera en absoluto reprobatoria o pretendiese juzgarla- Será mejor que pidamos un barrilete. O Rodegar se cansará de traernos jarras llenas.-indicó, haciéndoselo saber así al posadero- Invito yo. Puedes beber lo que quieras.-añadió, con una leve sonrisa- Creo que si le hubiera pasado algo... Lo sabrías, ¿no? O al menos... Lo intuirías. 

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22/02/2018, 23:56
Seretide

6 de Helada, Noche

Suele ocurrir...-contestó, cuando confesaba que lo había hechizado, dedicándole un guiño, escuchando su propuesta con una sonrisa maliciosa, tras la cual, sin decir nada, tomó la jarra de vino a medio llenar que yacía sobre la mesa, y se levantó, echando a andar escaleras arriba, mientras contoneaba las caderas, deteniéndose a medio camino, tan sólo para dedicar una mirada encendida, llena de intenciones, a Aster, volviéndose a dar la vuelta y dirigiéndose claramente hacia la habitación del druida.- Te encuentras solo esta noche... ¿no es así? -preguntó, mientras se internaban en el pasillo, dedicándole de nuevo una mirada, en esta ocasión fundamentalmente hambrienta. 

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23/02/2018, 13:04
z/Hati, Garra Roja

20 de Helada, Atardecer, Salón Principal

La negativa de Seretide me hizo chasquear la lengua. Por mucho que me esforzara en reprimir mis emociones, en aquel momento era un libro abierto en lo que a la separación con el can se refería: preocupación, angustia... y un profundo afecto.

-Supongo que sí- dije, sin poner objeciones a la barrica, ofreciéndome a llenar no sólo mi pichel, sino el de la dunmer -, mas la incertidumbre es como un nudo de horca que va apretando cada vez más.

Guardé silencio, bebiendo mi cerveza, intentando evadirme.

-¿Cómo se sobrelleva algo así?- pregunté mientras me servía una tercera jarra -Me refiero a lo de Masser. Mi madre me contó lo ocurrido hace veinte años, cuando Alduin el Devorador de Mundos amenazaba toda forma de existencia mientras la guerra civil desangraba Skyrim- comenté, apoyando los codos sobre la mesa. Mi actitud era más calmada y mis mejillas se empezaron a colorear tenuemente -. Pero nada de éso podía compararse a la destrucción de una de las lunas- me llevé el pichel a los labios. Ahora mis tragos eran menos apurados aunque la cerveza bajaba mejor.

-Hace veinte años, en el peor momento, surgió un héroe, el Sangre de Dragón- dije, intentando recordar la canción que alguien le dedicó -. Me pregunto si ahora, en estos tiempos tan aciagos, surgirá un nuevo héroe para salvarnos o los Divinos nos mirarán aposentados en el Aeterio sin hacer nada.

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23/02/2018, 15:10
Seretide

20 de Helada, Atardecer, Salón Principal

La dunmer escuchó a la pelirroja, en silencio, volviéndose serio, circunspecto, su semblante, a la par que comprensivo, permitiéndose unos instantes de reflexión, en los que saboreó su propia pinta, antes de responder- Lo que ha ocurrido con Masser ha sido una desgracia de proporciones... Horrendas y difíciles de imaginar.-concedió- Y no puedo hablar en nombre de aedras, daedras, o cualquier fuerza o entidad mayor que considere que pueda ser su momento de intervenir en el devenir de los acontecimientos, pero sí puedo asegurarte, que sobrevivir, y que seguir adelante es posible.-apuntó, echando un par de tragos más a su garganta, pensativa, quizá incluso nostálgica.

- La misma pregunta que formulas tú hoy, ¿cómo se sobrelleva algo así?¿Cómo continuar después de presenciar algo tan horrendo?- señaló, citándola, y añadiendo una segunda cuestión estrechamente relacionada- Me la planteé yo misma. Más de una vez. En cada una de las ocasiones en las que la vida sobre Nirn parecía peligrar y estar a punto de cambiar para siempre. Y en efecto, la vida cambió, para siempre. Pero tanto yo, como muchos otros supervivientes, supimos adaptarnos, o al menos lo intentamos como buenamente nos fue posible. Y seguimos adelante, más o menos enteros, y caminando aún sobre Nirn. -suspiró, entrecerrando ligeramente la mirada carmesí- ¿Oíste hablar alguna vez del Año Rojo? 

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24/02/2018, 05:16
z/Hati, Garra Roja

20 de Helada, Atardecer, Salón Principal

Las palabras de la elfa dunmer me hicieron pensar. Sobrevivir, adaptarse... eran conceptos que no me eran indiferentes al verlos a diario en la naturaleza, pero las proporciones no son equiparables a las de reventar una luna con energía oscura o lo que daedras fuera. Éso era lo que me turbaba... entre otras cosas.

Sin embargo, tenía razón. A fin de cuentas, estábamos vivas para contar lo sucedido a pesar de que Masser ya no acompañara a su hermana en el cielo y que los muertos pululan por doquier. 

-Cierto, mas no dejo de pensar que sólo hemos visto el pico de la montaña sobre las nubes- dije, torciendo el morro -. Tengo la sensación de que esto aún no ha acabado y es pronto para saber las consecuencias de este desastre. Aún no sé qué ha sido de mi familia en Carrera Blanca, ni de mi mellizo en el Colegio de Magos- bebí de mi jarra. A pesar de mis palabras, cada vez estaba más tranquila -. Los mensajeros recorren toda Skyrim, pero aún no hemos recibido noticias de otras comarcas... salvo de Falkreath- fruncí el ceño, pues se rumoreaba que Frothar no había sobrevivido al alzamiento de los muertos y tenía una espinita clavada en mi pecho -Debí saludarlo al menos- me fustigué, bebiendo ahora un trago más largo, antes de limpiarme la boca con la manga.

-¿El Año Rojo?- entorné los ojos, haciendo memoria, pero negué con la cabeza -En casa el erudito en historia es mi hermano Scöll, mas por el nombe deduzco que tiene algo que ver con la Montaña Roja... aunque puede que esté errada.

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24/02/2018, 10:40
Seretide

20 de Helada, Atardecer, Salón Principal

Si Hibernalia hubiese caído, lo sabríamos. O al menos creo que, siendo un lugar tan relevante, no habríamos tardado en tener noticias sobre algo así...-indicó, apurando su cerveza, terminando de escucharla, con un asentimiento- Sí. Así es. El Año Rojo tiene que ver con la Montaña Roja. Recibió tal nombre puesto que tras el desastre al que ésta dio origen... El cielo se tiñó de rojo durante un año entero.-explicó- Para mí, contemplar el estallido de Masser fue... Vivir un horror presente, y revivir un horror pasado. -confesó, con una aparente calma que no se veía reflejada en el leve temblor de sus dedos al rellenar su jarra.

Sucedió todo en un momento...-rememoró, con la mirada distante, puesta en el pasado- Primero fue un estruendo horrible, un temblor que sacudió toda la tierra, derrumbando templos, edificios, casas... Incluso engullendo pequeños pueblos enteros, personas...-explicó, estremeciéndose- Y cuando éste alcanzó su máximo apogeo, la Montaña arrojó un muro de fuego. Un muro de fuego tal alto que tapaba el sol, y que rugía como si el mundo fuese a partirse en dos. -suspiró, entrecortada, mientras se refrescaba la garganta con un buen trago- El fuego avanzó, evaporó el agua, y calcinó a muchos sin que a penas pudieran percatarse de lo que estaba ocurriendo. Quemaba árboles, casas, animales... Todo a su paso, borrando de la faz de Tamriel ciudades enteras, tal y como ha sucedido con Masser...-apuntó, dedicándole una mirada significativa- El hedor a sulfuro y a muerte llegó a todas partes. Y una nube roja de fuego y ceniza lo cubrió absolutamente todo. Llovió fuego, ceniza y rocas durante semanas enteras. Y muchas de las poblaciones que sobrevivieron al terremoto, y a la erupción... Fueron posteriormente engullidas por los pantanos, que tras la desgracia horadaron la tierra, y por el mar, que enloqueció tras partirse en dos la Montaña.- prosiguió, negando con el rostro, y resoplando por la nariz.

Aún hoy, cuando temo, cuando tengo verdadero miedo, soy capaz de olerlo. El sulfuro, la muerte.-suspiró, apurando su cerveza- Perdí mi casa, mi ciudad fue borrada de la faz de la tierra, y ni siquiera pude dar sepultura a la mayoría de mis seres queridos.-explicó, exhalando lenta y entrecortadamente por la nariz- Y pensé que aquel era el fin de Nirn. Pero ya ves. Sigo aquí. -concluyó, encogiéndose de hombros. 

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25/02/2018, 18:32
z/Hati, Garra Roja

20 de Helada, Atardecer, Salón Principal

Cierto. El Colegio de Magos, aunque haga recelar a la mayoría de los nórdicos, es demasiado importante y tiene recursos suficientes para comunicarse con el resto de la provincia si ocurría algo -Aún así, creo que voy a escribir una misiva para mi hermano y otra para mi madre- dije, antes de beber de nuevo.

No interrumpí a la dunmer mientras me hablaba del Año Rojo, como tampoco perdí detalles de sus gestos. Casi pude sentir el calor asfixiante del que hablaba en mi rostro, aunque probablemente fuera un signo de inminente embriaguez dada la coloración de mis mejillas. Sin embargo, el sobrecogimiento que sentí azotar mi cuerpo a medida que Seretide relataba el horror de aquela funesta catástrofe, no fue fruto de la cerveza adulterada de Rodegar.

Su última frase, me hizo reflexionar. Bajé la mirada a mi jarra, viendo de pronto los matices grises, no sólo lo blanco y lo negro. Sobrevivir, un término con el que me he familiarizado desde niña y que en su simpleza, parecía la clave para seguir adelante. Alcé mis ojos verdes hacia la dunmer, ladeando ligeramente la cabeza, y sonreí de medio lado.

Levanté mi jarra hacia ella -Brindemos por los caídos y por los vivos- dije, y añadí: -. Brindemos por sobrevivir.