Partida Rol por web

-¿Que qué hago aquí?, estas loca si crees que me voy a quedar con el desquiciado del doctor Brochard, en su mirada ya no queda ni poca de cordura… si voy a morir que sea al menos por un mutante y no por la mano de un humano, en este caso- alterada respondo a las preguntas de Bright, aunque intentaba mantener la compostura, era difícil seguir cuerdo con tantas cosas extrañas que estaban pasando.

-No solo esta sala puede explotar, por favor no uses ese aparato, de verdad no quiero quedarme sola en este lugar- Bright estaba decidida a usar su instrumento, así que fue caminando nuevamente hasta donde había dejado al doctor, para desgracia el doc ya no estaba, pero lo que sí, era ese perro, que ahora parecía más una masa amorfa de carne y fluidos, era bastante asqueroso.

-Si piensas usar eso, hazlo, pero deja que me aleje un poco… lo siento, pero no quiero ser barbacoa-

En esos momentos, una terrible explosión sacude toda la base. Sin duda alguna, la armería y toda la munición acumulada desde hace décadas, ha explotado, haciendo que una gigantesca bola de fuego comience a recorrer el túnel... en dirección a vosotras.

Una explosión terrible sacude toda la base. Quizás Ford, Victoria y McQueen no lo sepan, pero Brochard seguro que tiene una ligera idea de dónde proviene.

Además, tras la explosión, todo se queda en silencio, salvo un pequeño siseo que va haciéndose cada vez más fuerte, como si se acercara a vosotros.

Un nuevo temblor nos hace perder de a poco el equilibrio, ese sonido ahogado y resonante en nuestros oídos no era más que la explosión de la sala de armamento, era cuestión de tiempo para que pasara, como lo había predicho Bright; al volver la mirada hacia el túnel por donde vinimos, se puede apreciar como una llamarada viene amenazante con abrasar todo a su paso; como si un dragón descargara su llamarada contra nosotras.

-Oh no, aun no estoy preparada para dar ese paso al más allá- tomo del brazo a Bright y corro saltando por un lado a la masa amorfa, en dirección a la sala contigua, buscando quizá que nos salváramos de aquella explosión.

Nada más ver la bola de fuego, Langley saltó al interior de la sala, pero Bright tardó en reaccionar. A su espalda, la masa indescriptible continuaba emitiendo un sonido desgarrador, pero lo único que importaba en esos momentos era que o se quitaba de en medio, o ella y el perro se iban a convertir en ceniza pura.

Thalassa dio un último salto, ayudada por Langley, y logró saltar en el último momento al interior de la sala. Nada más caer al suelo, le dio una patada a la puerta y se agachó junto a la piloto.

Aplastada por el peso del lanzallamas, que todavía llevaba a su espalda, aguantó la respiración.

Al parecer ,todo volvió a suceder en un prisprás. Lo primero, se encontraron al doctor. En la mente de Vicsa(Victoria + cosa) sabía que necesitaban al doctor para algo; aunque en ese preciso momento de reencuentro tal que el anuncio de turrón de las Navidades... 

¿Cómo era? ¿Vuelve a casa vuelve, por Navidad? 

Vicsa no lo recordaba, así que se encogió de hombros y el sargento  asimiló a aquel atractivo hombre.

Pobrecillo, ya lo podía haber hecho yo... ¿Pero por qué da órdenes él si yo he sido la madre que los ha criado? ¿Y por qué babosas llevo este traje de viscolátex? ¡Es que esta humana no podría ponerse algo mejor!

El caso es que, algo seseante caminaba, se arrastraba, los acechaba, desde la oscuridad. ¿Una anaconda gigante? ¿Una lombriz? 

¡Qué pasará , qué misterios habrá, puede ser mi gran noche!

Mierda, eso no pinta nada bueno. Moved el puto culo de aquí... ¡A la de ya!

La explosión me puso alerta de inmediato y el sepulcral silencio seguido de un siseo no era nada bueno.

Cita:

-¡Es fuego, tiene que ser fuego! vámonos de aquí cagando hostias!-grité buscando algún escondrijo para todos, si aquel fuego nos alcanzaba estaríamos todos muertos de un plumazo.

McQueen observó a sus congéneres y a su madre. notó como en ella había cierta hostilidad y sonrió

Haber sido más rápida madre

Pero una explosión con el consiguiente temblor borró su sonrisa

-¿Que ha sido eso?

Luego una especie de siseo le hizo sentir el peligro. Vino a su mente un retazo de una memoria, se veía rodeado de verde

¿Plantas?, ¿son plantas?

Un silencio, la sensación de que algo les acechaba y luego una lluvia de disparos procedentes de todos lados

-¡Salgamos de aquí!, ya vendremos a por los del submarino

De inmediato, una gigantesca bola de fuego apareció en el túnel ocupándolo todo. Por fortuna, parecía que venía de lejos y se notaba como iba disipándose poco a poco. No obstante, el fuego seguía siendo peligroso y una llamarada de esas características incineraría fácilmente a cualquiera de ellos.

McQueen observó como una gran bola de fuego apareció por el túnel, rápidamente intentó esquivarla. Sus brazos y piernas se alargaron y de ellas se extendieron diferentes apéndices que se adherieron al suelo y las paredes alejándole del peligro.

Cuando estaba lejos recuperó su forma original y observó el túnel pensativo

Hemos de tomar a los del submarino antes de que hagan algo, así seremos más

Esperó a ver quien quedaba con vida de los suyos antes de hacer nada.

En efecto estaba en lo cierto. Antes de ver el fuego noté cómo el calor nos golpeaba y un segundo después vi como la enorme llamarada avanzaba por el túnel con una velocidad pasmosa.

La buena noticia es que estábamos en el muelle un lugar mas amplio en el que la llamarada ascendería rápidamente, pero aún así no estaba exento de peligro y podríamos morir achicharrados cual chuleta de cerdo.

-¡Todos al suelo, con suerte sólo nos chamuscará el abrigo!- grité tirándome al suelo cubriéndome la cabeza con ambas manos. Un instante después noté como un calor abrasador recorría mi espalda, pero nada más allá, me había salvado por los pelos-¿Todo el mundo bien?- pregunté esperando una respuesta afirmativa de cada uno de ellos.

De nuevo llegaron las prisas. Ahora era una bola de fuego que amenazaba con chamuscarles a todos, así que Vicsa se lanzó al suelo y se aplastó contra él para esquivarla. A su lado también se echaron Ford, McQueen y Brochard, y todos esperaron a que la nube ardiente les sobrepasara y desapareciese.