Partida Rol por web

El aviso de Ford puso rápidamente a Brochard en alerta, echandose casi con una aglidad sobrehumana sobre el suelo. Su nueva "naturaleza" no sólo le había centrado, también le había dado cualidades que hasta ahora desconocía. La llamarada pasó sobre él, suficientemente lejos como para apenas sentir su calor. Sin embargo, la llamarada era persistente, por lo que no debían perder demasiado tiempo.

-¿Todo el mundo bien?-

- Si, aunque por poco. - Respondió Brochard a Ford, mirando a su alrededor, tratando de ver como se encontraba el resto. Hasan también parecía haberlo conseguido. - Eh McQu...

Tardó unos segundos en procesar la imagen de un McQueen convertido en una especie de simbionte arácnido, pero tras un parpadeo todo fue extrañamente interiorizado. Lo que anteriormente le habría aterrado, ahora era sumamente familiar.

- Rápido, movámonos. ¿No decíais que había ruidos en el submarino? Echemos un vistazo...

El fuego había pasado y ambas habíais sobrevivido. La puerta volvió a abrirse lentamente en cuanto aflojásteis un poco la presión sobre ella, y vistéis que de nuevo había solo oscuridad. 

Al levantaros y asomaros, os disteis cuenta de la masa calcinada que había en el suelo y que sin duda había pertenecido a esa especie de perro transformado.

Thalassa se incorporó con dificultad, debido al peso que tenía en la espalda.

-Mierda de lanzallamas -se quejó, más para ella que para Langley.

Cuando se asomó al pasillo y vio los restos carbonizados del perro, suspiró tranquila, pero también sintió nauseas.

-En este lugar todo es asqueroso, sucio y peligroso -dijo entonces -. Espero que el doctor haya logrado sobrevivir.

Después, se giró hacia la piloto, que también se estaba poniendo en pie.

-¿Estás bien? Deberíamos seguir, pero me parece que por si acaso, quizás debiera encender el lanzallamas, así que, ¿por qué no te quedas en la habitación mientras lo hago?

El fogonazo había pasado y nosotras por suerte pasamos sin ningún rasguño, la puerta se abrió lentamente, chirriando como las típicas películas de terror, mis ojos se clavaron en la oscuridad del exterior de la sala, acostada, moviendo lentamente el arma apuntando hacia el umbral; todo era calma.

La voz de Bright me hace bajar la guardia, mirarle y asentir ante su esperanza de encontrar al doctor con vida, como puedo me levanto y sacudo mi ropa. –Sí, estoy bien, bueno, eso parece… y usted, ¿se ha hecho daño?- esbozo una sonrisa que casi no puedo sostener en mi rostro, por la adrenalina sumado a eso los nervios, -pues ante eso te diría que prefiero que sigas como mi compañera y en una pieza… pero viendo que quizá el fuego es lo único que detuvo a esa mutación, lo más adecuado es esperar que esto funcione todavía y no sea una bomba como la de Kleist-

Thalassa asintió y sonrió ante las palabras de su compañera.

-A mí también me gustaría seguir de una pieza, pero creo que tarde o temprano necesitaremos un arma, así que... échate a un lado.

Thalassa abrió el gas, accionó el dispositivo de chispa... y tras unos tensos momentos, el lanzallamas pareció no explotar. Después, apretó el gatillo... y una llamarada salió despedida hacia delante, sin problemas.

-Creo... que ya puedes salir. Joder, qué nervios.

Os acercasteis al submarino, pero tal y como ya sabíais, la portezuela de acceso estaba completamente cerrada desde el interior. No había manera de entrar, a no ser que los que se encontraban dentro, la abriesen.

Supongo que deberíamos seguir, pero ahora que tenemos un lanzallamas, me siento mucho más segura. El doctor tampoco estaba muy cuerdo que digamos -comentó Thalassa a su compañera.

Después, apuntó el lanzallamas hacia delante.

Tú alumbra que yo disparo.

Me retiro lo suficiente como para lograr tener un chance de no tener otro revolcón por efecto de una posible explosión; cuando Thalassa hace el chispazo, cierro instintivamente mis ojos, segundos después puedo sentir un cálido vapor generado por el lanzallamas, no puedo evitar sonreír al ver en una pieza a Bright, -pues bien, al parecer funciona-.

Bright me pasa la linterna, inmediatamente la instalo en el soporte de la MP para tener las manos libres al apuntar, nos encaminamos entonces a paso ligero pero precavido, iluminando cada rincón que nos vamos encontrando.

Poco a poco fuisteis avanzando por el oscuro y calcinado túnel que aun mantenía parte del calor debido al fogonazo. Eso hizo que ambas estuvieseis sudando la gota gorda.

Cuando llegasteis al final y torcisteis a la derecha, tal y como seguía el túnel, ambas os disteis cuenta de que para eso estabais allí. Al fondo se veía un submarino alemán de la segunda guerra mundial, hundido y retenido en el hielo, y acercándose a él, alejados de donde os encontrabais, a Ford, Brochard, Victoria y McQueen.

Al subir al submarino, visteis que la compuerta de acceso estaba herméticamente cerrada. En teoría debía poder abrirse girando la rueda, pero al hacerlo, os disteis cuenta de que la habían atrancado por dentro.

Todas las demás entradas estaban bajo el hielo, así que no había ninguna otra forma de entrar, al menos en apariencia.

McQueen miró a sus compañeros

-Vigilar por si viene alguien más. Brochard, conmigo

Subió al submarino y tras observar la puerta la comenzó a golpear

-¿Hola?, ¿hay alguien ahí?, soy el sargento Peter McQueen del ejército de los Estados Unidos. ¿Me oye alguien?

La rueda de la compuerta del submarino comenzó a girar lentamente, y después de un rato, se abrió, dejando ver a dos hombres con aspecto algo descuidado. Uno de ellos, el que había abierto, te apuntaba con una pistola lanzadora de bengalas directamente a la cabeza mientras el otro, que sostenía otra pistola igual, esperaba un poco más abajo.

El que apuntaba a McQueen, empezó a hablar.

Still. Hvem er du. Hvordan kom du hit.

Still. Hvem er du? Hvordan kom du hit