Partida Rol por web

Dulsarra te dejó de prestar atención de forma casi instantánea, concentrándose en la partida. Tras unos incómodos momentos, decidiste largarte de allí y volver a la sala principal; bastante era que habías conservado la cabeza sobre los hombros. Pasaste al lado de la capitana Sarah que, de nuevo, no se hizo eco de tu presencia. Descendiste las escaleras, viendo como los gnolls de Dulsarra tenían acorralado al elfo de la casaca roja, pidiéndole explicaciones, mientras él trataba de zafarse, todo sonrisas. De pronto, se cogió a tu brazo una mujer estilizada y morena, que no iba ni vestida, ni pintada, ni maquillada como una fulana.

—Ramiel, soy Nahyeeda, he venido a ayudarte —susurró la maga vigilando a los guardias que, por fortuna, estaban ocupados con el elfo de la casaca—. Los demás están fuera, vigilando. Les he pedido que impidan que los gnolls de fuera entren a toda costa. ¿Qué has averiguado? ¿Cuál es tu plan?

Lo cierto era que Nayheeda se había disfrazado bastante bien. A decir verdad, casi mejor de lo que lo había hecho Wido. No obstante, a su parecer, el maquillaje que portaba, junto a aquella exótica peluca roja y las ropas de fulana que lucía por encima de su armadura, le cambiaban el aspecto por completo. Eso sí, sin duda por la exuberancia que lucía, muy pronto llamaría la atención.

- Nos encargaremos de que nadie entre en el local hasta que regreses con Ramiel y Nadja. - Le dijo Wido. 

Los tacones eran bastante incómodos, aunque la falda le daba una libertad que difícilmente le otorgarían los pantalones más holgados. Esa si que era una ventaja que quizás comenzara a exprimir más a menudo. De hecho, una vez conoció a un bardo que siempre lucía una fea falda de cuadros, pero que decía que no había cosa más cómoda y práctica en el mundo entero. Lo que realmente era más complicado de esconder era su alfanje, no obstante, no iba a ir a ninguna parte sin ella. Si les descubrían, que iba a ser el caso, la iba a necesitar.

Y que fuese precisamente una completa desconocida la que entrase a echar una mano y no alguno de sus viejos amigos... Ramiel evitó poner los ojos en blanco y aprovechó rápidamente la situación. Sabía que si apretaba demasiado, la maga haría explotar el burdel; la situación era crítica y si los descubrían, podía ser catastrófico.

Rodeó la cintura de la maga con el brazo y se puso frente a ella, comportándose como un perfecto cortesano seductor, porque aunque nadie importante estaba mirando, otros ojos podían estar haciéndolo, para cuchichear después en oídos indiscretos. Le puso la otra mano en la espalda a Nayheeda y se inclinó para besarla, pero desvió la cara en el último momento para hablarle al oído.

-Gracias -fue todo lo que dijo, durante un momento se quedó en completo silencio antes de volver a hablar-. Mi plan, desde el principio, era entrar haciendo precisamente esto -señaló a ambos- para desviar toda la atención hacia mí y que los demás pudieran entrar de incógnito. He descubierto que la madame y el Flaco no están en el mismo bando. Son ellos los que tienen a Nadja y se alojan en una habitación, iba hacia allí para sacar información y cambiarme por Nadja. Pero acepto sugerencias -susurró hablando un tono más bajo de lo normal.

Lilandra se sintió aliviada al comprobar que no había barbas ni otras cosas que ponerse en la cara, y aprovechó la excusa de buscar prendas holgadas en otro lugar de la bodega para no asistir a la transformación de Wido. En una esquina encontró un amplio capote de viaje pensado para un hombre mas ancho y alto que ella y una capucha amplia, una especie de mezcla entre traje de cochero y capa de invierno que seguramente le resultaría muy útil a los caravaneros en las rutas heladas del norte.

Se probó la capa y usando a Nahyeeda de espejo comprobó que cerrase por completo, verificó que la capucha cubriese el casco sin revelar demasiado y ante el gesto negativo de la genasi decidió dejarlo en su morral, si lo necesitaba no tardaría mucho en colocárselo... si le daba el tiempo. Tomó también un par de botellas de alcohol de dudosa calidad, después de todo no pensaba tomarlo.

Con el morral a la espalda y la capa encima, ligeramente encorvada y con la capucha sobre la cabeza, podía pasar por un jorobado o un tullido... a la distancia y en la oscuridad. Sólo esperaba tener tiempo de acercarse y distraer a los Gnolls el tiempo suficiente como para que Nahyeeda pudiera sacar a Ramiel del burdel.

De paso a reunirse con sus compañeros dejó una nota pegada sobre la cabeza del prisionero, y volvió a comprobar que los nudos siguieran firmes.

Estimado señor Dunavan:

Si por la mañana cuando abre el almacén no nos encuentra, y le llegan noticias de mi muerte, cóbrese del botín recuperado de los asaltantes el precio de la capa de viaje y dos botellas de licor que utilizaré para enderezar un entuerto. En caso contrario pagaré mi deuda en persona. 

Lilandra, Portadora del Alba.
Lathander lo tenga en su gloria.

PD: En caso que no nos veamos, los asaltantes son una banda de Luskanitas que operan desde la Vista del Norte a las órdenes del Flaco. El prisionero que dejamos ha confesado, entregadlo a las autoridades.

- Estoy lista, creo... - dijo volviendo a reunirse con Wido y abriendo los ojos como platos al verlo - definitivamente estoy lista - no sabía si reirse o si llorar, reirse por lo ridículo de la situación o llorar por las consecuencias que tendría el que Wido se acercara al burdel de esa forma. - Wido, tu decide si quieres vigilar el frente o el callejón, yo cuidaré la otra entrada. - bajarse la capucha para volcarse el contenido de una de las botellas, y pedirle al bárbaro que decidiera cómo se posicionarían, fue la única forma que tuvo de evitar estallar en carcajadas.

Una vez en la puerta Nahyeeda se "disfrazó" y dió sus últimas indicaciones - Los retendremos como sea. - dijo, y se dirigió a su puesto de vigilancia en el callejón. Se acercó, tambaleándose, encorvada, y se sentó en la esquina de la casa que le permitía una vista de la parte trasera del burdel sin estar completamente a la vista de los gnolls. 

Sentiste como Nahyeeda se tensaba como la cuerda de un arco, pero aguantó el tipo para no llamar la atención. Te devolvió una mirada ceñuda que parecía decir: no vuelvas a hacer eso. Meditó sobre tu plan unos instantes antes de responder:

—Que la Madame no esté con ellos simplifica las cosas, ojalá no nos hubiéramos enfrentado con los gnolls, pero eso ya no tiene remedio —se lamentó la genasí—. ¿La habitación en la que tienen a Nadja tiene ventanas? Si es así puedo colarme de allí invisible y sacarte con un conjuro de puerta dimensional cuando tu ayudante esté a salvo. Pero necesito ver la calle para sacarte, y no tenemos mucho tiempo antes de volverme a hacer visible y fastidiar el plan- Unos siete minutos. Tienes que ser rápido convenciéndolos. 

Se encogió de hombros.

—A menos que prefieras pegar una patada en la puerta y que les tire una bola de fuego. Por Kossuth que no me importaría matar a esos hijos de chacal y hacer arder este sitio hasta los cimientos. 

—Eh... pibón... jejeje ¡hic!

Wido giró sobre sus talones, interrumpiendo su guardia para ver de donde provenía la voz ebria para encontrarse a cinco borrachines. Encabezando el grupo de encontraba un tipo vestido con una capa de color verde y que lucía una descuidada melena morena y un rostro enrojecido por el alcohol que sin duda recorría su cuerpo. Un tipo pequeño, rubio y tuerto, otro alto gordo y calvo y otros dos que no destacaban demasiado le guardaban las espaldas al primero.

—¡C-coño! ¡P-pero si eresh un tío! ¡Hic!

El alcohol y las demás sustancias que sin duda afectaban a aquel hombre prácticamente no le dejaban articular dos palabras seguidas, pero aún así había sido capaz de ser capaz de ver a través de su disfraz. Sus compañeros de juerga se rieron, pero el tipo te dedicó una mirada tierna, sosteniéndose apenas en el sitio.

—Pero t-tienesh un buen culo, esho hay que ad-mitirlo ¡hic!

Aquel tipo le daba asco al pobre Wido. Ahora entendía lo que algunas mujeres tenían que aguantar día a día de tipos como aquel. Y eso que no había pasado todavía nada. ¿Qué pretendía que le respondiera a aquella afirmación?  "¿Gracias, eres muy observador?" Lo peor de todo era que el mismo había tenido comportamientos similares en el pasado y no por haber sufrido aquel episodio iba a reprimirse la próxima vez que viera una buena hembra.

- Gracias, supongo... - Dijo con tono seco y cortante.  

Enseñó entonces la empuñadura de su alfanje a modo de amenaza.  Esperaba que fuera suficiente como para que le dejaran en paz.  No obstante,  emuló una sonrisa  para quitarle hierro al asunto,  aunque no apartó la mano de la empuñadura por si tenía que desenfundar y comenzar una matanza de beodos. De ser así,  seguramente crearía una distracción,  aunque no estabs seguro de que eso fuera lo que Nayheeda necesitaba  en esos momentos.  

- Si me disculpan... - Trató de abrise paso entre aquella maraña de borrachos.  Quería tener a la vista a las hienas, aunque no demasiado cerca.  Al fin y al cabo,  para eso estaba allí.  

Wido olió a Bloj acercarse antes siquiera de asomara la cabeza por encima junto a su hombro para ver qué estaba mirando con tanta atención.

—¡Buah! Eshash hienash. M-menudash cabronash de mierda, ¿eh?

Bloj sonrió, mostrándote sus dientes trastocados y amarillentos. Se quedó unos momentos así, sonriéndote de forma bobalicona y moviéndose en el sitio como si no pudiera sostenerse quieto. De pronto alzó una botella de licor, tan bruscamente que casi se golpea en la mandíbula.

—¡Tengo una idea! ¿Por qué no te vienesh de juerga con noshotrosh? ¡Hic! ¡Yo invito!

-Gracias por darme la razón -comentó medio en broma medio en serio cuando Nayheeda expresó que enfrentarse a los gnolls no había sido buena idea. Porque no lo había sido-. Tu plan me parece muy atractivo, pero no sé si la habitación da a una ventana al exterior. Me dirigía hacia allí para averiguar si Nadja está con ellos o la tienen en otro sitio.

Luego estaba el asunto de sus armas. Estaba desarmado y su estoque estaba en la entrada junto con las armas de los clientes, junto con los abrigos. Si escapaba, se quedaría sin el arma que lo había acompañado en los últimos años y encontrar una similar le llevaría otros años. Pero el arma no definía lo que era Ramiel, podía prescindir de ella, podía luchar con un arma similar. Sería igual de efectivo, pero la herramienta facilitaba mucho las cosas. Suspiró, otro sacrificio más por su estupidez.

-Ven, sígueme, no podemos saber quién nos está mirando y podemos llamar mucho la atención aquí.

Caminó con la maga del brazo, pero decidió no tocarla más allá de lo que ella deseaba. Una cosa era tontear y otra que se sintiera violenta. Por un lado la respetaba y por otro, era su única opción de salir de una pieza de allí. Observó al grupo de gnolls con bastante interés, la forma en que el elfo intentaba librarse de ellos. Había ganado mucho dinero -puede que hubiese hecho trampas- y Dulsarra no quería perderlo.

-¿Qué te parece? -le susurró señalando la situación. Observó el salón.

Quizá montar una trifulca allí en medio podía desviar la atención a la hora de entrar y salir.

Aquel tipo le gustaba. No en el significado de atracción sexual, sino que en otras circunstancias hubiera aceptado ir con el a pasarlo bien. Con él y con los chicos, claro. Sin duda cogerían una buena melopea y acabarían en el calabozo de algún cuartel de mala muerte. Ese era el tipo de diversión que a Wido le encantaba. Salvo por la resaca. No le gustaba el día después. Le ponía de muy mal humor.

- Pues... - Se rascó la barba. - Me encantaría chicos. Pero esos mierdas tienen a un amigo. - Les dijo. - Se lo han metido para dentro y no sé que diantre quieren de él. - Pasó su brazo por encima de Bloj y otro sobre un calvo, alto y gordo formando un corrillo. - ¿Por qué no me ayudáis a darles una lección a esas asquerosas hienas? - Les preguntó. - ¡Se creen superiores a vosotros, joder! ¿Cuantas veces os han impedido el paso al local? ¿Cuantas os han echado fuera? ¡Hay que enseñarles modales!

Sarah recogió sus ganancias y se retiró de la mesa. Repartió miradas cargadas de intención por la habitación, a hombres que formaban parte de su tripulación, y se asomó a la balaustrada que dominaba el salón principal de juego. Te localizó rápidamente con la mirada, estudiando tus movimientos en relación a los de Nahyeeda.

—¿Qué te propones, Rami? —masculló entre dientes la capitana pirata.

Y tú le ofreciste todo un espectáculo: te acercaste a los gnolls y tropezaste casualmente con aquel que tenía cogido al elfo por la solapa de la casaca. El Mestizo Salvaje se giró sobre sus talones con un gruñido, enseñándote los dientes como un animal. En otro lado de la sala, Nahyeeda hizo que unas monedas se levantaran de la mesa flotando y se dirigieran a uno de los jugadores, un mediano.

—¡Eh, está haciendo trampas! —rugió un orco que estaba sentado en su mesa de juego.

El mediano no entendía nada, pero sí entendió que debía esquivar el sillazo que le envió el semiorco. Sillazo que impactó de lleno en la cabeza del minotauro.

—Mierda... —dijo el gnoll, viéndose venir la pelea a gran escala.

—¡Travesura! —exclamó el elfo de la casaca, viendo venir su oportunidad, y se esfumó en el aire.

—¡Eh, vuelve aquí! —protestó el gnoll.

Casi pudiste ver el recorrido del elfo hacia la salida, haciéndose paso a empellones entre clientes y putas, como si hicieran falta más golpes para caldear el ambiente. Y entonces estalló el pandemónium, y la mitad de la posada se empezó a pegar con la otra mitad. Bajo la atenta mirada de la capitana de la Diosa Fortuna esquivaste lo peor de la improvisada refriega y te reuniste con Nahyeeda en el pasillo que daba acceso a las habitaciones. La puerta de la habitación doce estaba, por supuesto, cerrada.

—¿No...noshotrosh? —dijo Bloj tambaleándose en el sitio—. ¿Pero nosh hash vishto bien? ¡Hic! Eshtamosh borrachosh como una cuba, y ellosh shon grandesh y fuertesh y tienen armadura y eshash coshash que giran el aire y te abren la cabeza. No, ¡ni hablar! No vamosh a...

Y entonces ocurrió. Hubo una gran conmoción en el interior de la Vista del Norte, como una pelea, pero de las grandes. Tezzork interrumpió la conversación que estaba teniendo con uno de los suyos para dirigirse al interior a ver qué diablos sucedía.

Ataviado con tu túnica amplia te dirigiste al callejón, donde vigilar a Ryssa y a sus secuaces desde las sombras. Te sorprendió ver al perro que los gnolls habían maltratado volver a rondar la zona en busca de comida entre la basura e inmundicia. El hambre que tenía el pobre animal parecía superar su miedo por aquellas criaturas. Tenía mal estado, con heridas y ronchas por todo el cuerpo, se asustaba al menor ruido y mantenía el rabo entre las patas. Guardaba las distancias de cualquier persona que deambulara por allí.

Y entonces ocurrió. Hubo una gran conmoción en el interior de la Vista del Norte, como una pelea, pero de las grandes. Ryssa se incorporó de la pared en la que había estado apoyada y aguzó el oído. Las peleas estaban a la orden del día, pero aquello parecía demasiado incluso para el burdel. Los gnolls detuvieron su conversación y aguardaron la orden de Ryssa, que no parecía estar segura de intervenir o no.

"Maravilloso"

Ramiel se quedó unos segundos contemplando su obra, cómo toda la sala se volvía loca y el frenesí dominaba a todos los clientes. Sonrió absolutamente satisfecho, cogió a Nayheeda de la mano y cruzó la estancia sorteando sillas, taburetes y saltando por encima de cuerpos enzarzados, sintiéndose como en casa. Esquivó un puño y cubrió a la maga para que no fuera blanco de ningún ataque, tras unos segundos muy tensos lograron llegar al pasillo tras el escándalo. 

-¿No es genial? -le dijo a la aracana sin dejar de sonreír como un niño.

Después adoptó una postura más seria, se alisó la ropa y carraspeó. La puerta estaba cerrada. Pensó en abrirla con las ganzúas, pero no serviría de nada si lo que quería era dialogar. Llamó a la puerta y le indicó a Nayheeda que se quedara a un lado para que no la viesen cuando abrieran la puerta.

-Si te vas a hacer invisible, espera el mayor tiempo posible -susurró.

Nadie abrió. Escuchó unos gruñidos en el interior y se puso tenso, pero nadie abrió. Así que volvió a llamar con más fuerza.

-Sé que hay alguien ahí, os he oído.

Tras un momento, la mirilla se abrió y un matón asomó la mirada malencarada.

-¡Hola! Soy Ramiel, he venido a buscar a Flaco. Me está esperando, tenemos asuntos que tratar.

-Flaco no está. Largo de aquí, papanatas.

Ramiel se hizo el ofendido.

-Está claro que no sabes quién soy ni a qué he venido. Soy Ramiel y he venido a buscar a mi ayudante. ¿Oyes eso? -señaló la algarabia de la sala-. Déjame entrar o reventaré la puerta contigo delante.

Lilandra observó al perro por un momento y su compasión pudo más que la prudencia, sacó de l bolsillo lateral de su morral un saquillo de cuero con un cordón azul. De dentro del mismo sacó un trozo de carne seca y cortó un trozo pequeño con las menos y lo lanzó cerca del perro, cuando se lo comió lanzó otro más cerca y así hasta que el chucho estuvo relativamente cerca suyo. Le ofreció el resto de la carne pero a pesar de la tentación el chucho no se acercó, por lo que terminó lanzándolo al aire en un arco corto. El chucho saltó y se hizo con la pieza, y luego se escondió para terminar de comer. 

Terminaba de guardar sus raciones eternas en el bolsillo del morral cuando escuchó la conmoción, claro que los Gnolls también lo habían escuchado y ahora tenía que actuar. Mientras se paraba tomó su símbolo divino bajo la capa y murmuró las palabras que le conferirían el favor divino de Lathander, luego avanzó tambaléandose cual si fuera un borracho hacia los Gnolls.

Wido se quitó la peluca y los zapatos de tacón sin dejar de mirar a los hombres hiena. Le entregó la peluca a Bloj y desenfundó su alfanje. Entonces se limpió la cara con la manga de su camisa e hizo crujir su cuello, preparándose para lo que le venía encima.

- Lo que saquemos será para vosotros. - Les dijo como última carta, tratando de encontrar su apoyo en aquella locura que estaba a punto de emprender. - Luego yo pagaré las putas y la cerveza. - Añadió a la oferta.

Sin pensárselo mucho más salió corriendo con su arma por delante para acabar con la primera de aquellas bestias carroñeras. Si aquella panda de borrachos no aceptaba unirse a él, estaba bastante jodido, de lo contrario, también.

Cayó el silencio al otro lado de la puerta. Un par de susurros inaudibles, un par de golpes secos como si alguien llamara con los nudillos a la puerta y, de nuevo, la voz del rufián, aunque esta vez sonaba muy diferente, casi estridente:

—¡Vete a tomar por culo, gilipollas!

Ryssa te echó una mirada. Las pintas que tenías, con esa túnica holgada que hacía ver todo tipo de ángulos extraños por los bordes de la armadura y los bultos que portabas, indicaba a cualquier observador que no eras lo que parecía. Sospechó inmediatamente que algo iba mal, e indicó a los gnolls que te interceptaran, cosa que hicieron con mucho gusto: tenían ganas de resarciste después de haber sido vapuleados en el combate anterior.

—¡Eh tú! ¿Quién coño eres y dónde te crees que vas?

Bloj se quedó mirando mientras cargabas contra los gnolls. Debía estar vivo para disfrutar de las cervezas que le ofrecías y no tenía nada claro de poder sobrevivir a un combate contra aquellos mercenarios letales.

De modo que cargaste tú solo contra los hombres-hiena. Pillaste a uno desprevenido y le metiste un buen espadazo. Tezzork y sus compañeros maniobraron para rodearte y, aunque te revolvías como una fiera, uno de ellos te alcanzó con su mangual.

Tezzork entra en Furia, mueve para colocarse en posición de flanqueo y ataca pero falla.

Gnoll mueve para colocarse en posición de flanqueo, ataca pero falla. Gnoll ataca pero falla. Gnoll ataca y acierta, 13 puntos de daño.

(18) Tezzork: ileso (furia)
(15) Mercenarios de los Mestizos Salvajes: P16 tiene 17 daños, el resto están ilesos
(13) Wido: 55/68 (Baile de la araña)