Partida Rol por web

La estampa dejada por Nagredog y Faramis tras la culminación del combate no había cambiado nada en absoluto, los cadáveres de los dos invasores, uno a la entrada a una habitación (6) y el otro antes de volver a doblar la esquina, adornaban ahora el suelo del pasillo(3).

La primera habitación(5), de la cual no desconfiaron al entrar pues se veía prácticamente toda desde el pasillo(3), había sido en tiempos antiguos la sala de estar de los sirvientes, y ahora, tal como indicaban las camas con las sábanas arrugadas, eran usadas por dos de los invasores de Minas Marendil. Además, en la habitación había dos cofres de los cuales únicamente uno permanecía cerrado por un candado.

Para acceder a la siguiente habitación(6), tuvieron que pasar por encima del cuerpo inerte que yacía justo enfrente de la puerta, y que en el anterior combate había salido justo de esa estancia, la cual por lo pequeña que parecía el grupo concluyó que no podía tener más ocupantes. Era un dormitorio bastante sucio que a simple vista contenía un cama cubierta con un edredón de satén azul, otro cofre cerrado con candado, y una enorme hacha de asta bien cuidada apoyada en una de las esquinas.

Tras apartar el cadáver que impedía abrir la puerta de antes de doblar la esquina, que daba paso a un pequeño rincón donde se arremolinaban todo tipo de enseres de limpieza, el grupo se quedó a un par de metros de la última puerta cerrada* reticentes a entrar con total seguridad, como las dos veces anteriores, a la estancia(7) de la que menos sabían que les podía esperar.

- ¿Entramos sin más compañero? ¿Yo pateo la puerta y entramos de golpe? - dice Vârkim a su compañero y amigo - creo que si hay alguien ya sabe que estamos aquí.

Nagredog paso ante las habitaciones con un cierto aire de temor, esperaba un nuevo enemigo tras cada recoveco, sin embargo una vez determinada la falta de peligro en cada una de las habitaciones, se entrego a la busqueda de algo que diese pistas sobre los cadaveres que habia dejado. Quien habia ocupado las habitaciones y de sus intenciones.

En la primera habitacion abrio sin mucho cuidado el primero de los cofres. No parecia la habitacion adecuada para esconder grandisimos tesoros que necesitaran de trampas y trucos mortales. Sencillamente abrio la caja y miro dentro*. El segundo cofre estaba cerrado y no tenia como abrirlo, tal vez cuando se cerciorasen de que todo estaba bien despejado intentaria abrirlo por la fuerza**.

Acompañado por Dimrod y Faramir, el enano no queria parecer ajeno a los acontecimientos, pero sin duda ambos debian comprender que ese era parte de su pago. Aun resonaba en su cabeza la frase de Dimrod al negarle mas pago por sus servicios de escolta: "...Pero si le garantizo que podrá quedarse con todo lo que encontremos por el camino: armas de enemigos, sus dotes economicos..."

Tambien miraba dentro de armarios, tras las puertas, bajo las camas e incluso entre las sabanas. - Algo habra que sirva... - decia en susurros tratando de buscar objetos valiosos y pistas sobre los atacantes.

Repitio el proceso en la habitacion contigua, retrasando un poco la inspecion de esa planta. Se fijo en el hacha de asta, parecia de buena calidad y no dudo en guardarla tambien.  El sobrecama de saten, muy bonito, seguro que de calidad pero de escaso valor en ese momento resaltaba sobre la cama, que no dudo en deshacer. Miro bajo ella, incluso entre el colchon para despues continuar como si nada.

Cuando termino, con aire algo avergonzado por la tardanza y la codicia se dispuso a acompañar al resto del grupo hasta la puerta cerrada.

- Disculpen, solo pretendia cobrar mis servicios, espero que me entiendan. - dijo tranquilo al grupo.

- Señor Faramir, si algo de todo esto es pertenencia de Niniel, lo devolvere con sumo gusto, ahora vayamos la ermitaña y Treva esperan nuestra llegada, estoy seguro de ello.

- Adelante Varkîm, echa abajo esa puerta - Dijo Nagredog a su compañero empuñando su martillo y colocandose el escudo

Tras el comentario de Dimrod y viendo que el otro grupo comenzaba a organizarse hablé con Lunadan.

- ¿Qué tal si uno se queda junto a la puerta 4a y otro en la 4c con ambas entre abiertas? ¿Crees que desde ahí lo controlaremos casi todo y además nos veremos? – Esperé la opinión del humano

De acuerdo Emyr. Así controlaremos ambas puertas... Dijo colocandose ante la puerta 4a de manera que pudiera ver a Emyr desde allí. Esto va a ser largo y aburrido me temo...

– Si, un poco, pero hay que permanecer alerta por si se precisa, amigo – le guiñé un ojo y me fui a la puerta 4c

Con ambas dagas preparadas me quedé junto al marco de la puerta pero en el lado de la cocina, con la puerta entreabierta, vigilando todos los lados por los que se pudiera acercar algún enemigo.

En la intensiva búsqueda de Nagredog por las habitaciones, siendo instado a darse más prisa por parte del resto del grupo, el enano encontró en el cofre abierto de la primera habitación(5) varias monedas de plata y una botella de vino tinto. Y en la contigua(6), bajo la cama, tres espadas largas y otras 8 botellas de vino, 3 de ellas vacías. Ya que el enano no estaba en posesión de ninguna ganzúa ni de las correspondientes llaves de los cofres cerrados pensó en dejar estos para más tarde quizás abrirlos por la fuerza.

- No se preocupe, ninguna de esas pertenencias son de Niniel.- Dijo Faramis mientras observaba impaciente como el enano continuaba poniendo la habitación patas arriba en búsqueda de objetos de cierto valor.

Cuando el enano cogió el hacha de asta, que medía unos dos metros, Faramis le dijo sin malicia.- Esa arma parece demasiado grande para usted, maese enano.-

Mientras Dimrod y Faramis sopesaban la mejor forma de entrar a la habitación(7), Vârkim, con la aprobación de Nagredog, que ahora parecía tener prisa, ya estaba corriendo contra la puerta dispuesto a echarla abajo si era necesario.

El enano embistió la puerta con el hombro por delante, abriéndose paso hasta la habitación(7) de forma bastante ruidosa, debido al primer impacto y al consiguiente impacto de la hoja de madera contra la pared.

En la habitación(7) que se encontraba Vârkim se podían distinguir claramente dos mitades, una escrupulosamente limpia y ordenada con su cama pulcramente hecha, y otra que podría servirle de hogar a un facoquero.

Nagredog se dispuso a entrar tras su amigo cuando por una razón que no llego a comprender hasta tres intentos después, el enano no podía ir más allá del dintel de la puerta. La razón, el hacha de asta, a pesar de transportarla algo inclinada, chocaba con el marco superior.

- Estos enanos siempre tan sigilosos.- Le dijo Dimrod a Faramis mientras se esbozaba una sonrisa en su cara.

Habían pasado un par de minutos de relativo silencio, pues cada cierto tiempo parecían escuchar un sonido leve proveniente de la dirección por donde habían ido sus compañeros, cuando de repente, de la misma dirección, casi sin intervalo de tiempo, oyeron el ruido de dos fuertes choques, el primero más amortiguado que el segundo.

Escuché un estrépito por donde se habían ido nuestros compañeros, miré a Lunadan y apreté más fuerte los mangos de mis dagas.

Confiaba en que los amigos enanos darían buena cuenta del enemigo, quizás simplemente se trataba del sonido de una de sus mazas partiendo cráneos, había que esperar era pronto para ir a ver que sucedía, nuestro cometido era vigilar la retaguardia.

Lunadan desenvainó su espada y miró a Emyr. Le valió su mirada para saber que debían esperar. Asintió con la cabeza. Esperarían de momento, pero si volvían a escuchar otro ruido deberían ir a ver que pasaba. Al menos uno de ellos.

- Vaya habitación más rara - dice Vârkim viendo las dos partes claramente identificadas

Dicho esto con el arma siempre alerta se pone a buscar por la habitación, algo tiene que encontrarse, supone Vârkim.

- No se preocupe mi señor, podre con este "pequeño arma" llegado el caso - dijo respondiendo a Faramis cuando quiso tomarle el pelo con la comparacion de tamaños.

Mas tarde, algo avergonzado por su tropiezo con el hacha, miro al capitan y sonrio. 

- Despues volvere por ella, quizas sea mejor no ir con semejante armatoste, ni siquiera esta forjado de duro acero enano - dijo orgulloso mientras depositaba el arma en el suelo. En verdad su propia codicia a veces le jugaba malas pasadas.

Tras dejar el hacha entro en la habitacion junto a Varkîm. Viendola vacia no dudo en volver a inspecionar la habitacion, centrandose en su parte mas limpia, de nuevo centrandose en la cama y muebles, mirando entre las sabanas y enseres que en ella habia.

Cuando acabo se alzo pensativo.

- Señores, a mi parecer este asalto lleva perpretado mucho tiempo. Si en verdad la señora de la casa, Niniel, vivia sola, estas deben ser las posesiones de los intrusos - dijo recordano las palabras de Faramis respecto a la propiedad de todo lo que Nagredog se habia guardado ya.

- Dada la manera de ocupar las habitaciones y el estado de estas, creo que hace ya tiempo que los asaltantes han tomado Minas Marendil

- Cuento por el momento a cuatro personas que ocuparian las tres habitaciones, esta claro que en esta duermen dos - dijo señalando la diferencia de pulcritud entre ambas partes de esa misma sala.

- Solo hay un caido - prosigio el enano - Debemos andar con mas cuidado, hay al menos tres enemigos mas esperando para nuestro degollamiento.

Tras un breve silencio sugirio al grupo que debian ir con mucho cuidado.

Oculto bajo el colchón de la parte más limpia de la estancia, el cual Nagredog estaba sujetando, se encontraba una diadema dorada con esmeraldas incrustadas que Vârkim se adelantó a coger con presura. Ahora los dos enanos debían discutir, o ceder uno totalmente, sobre quien se quedaba con tan valioso objeto.

Y no había que olvidar los cofres que habían encontrado en las habitaciones anteriores, que aun permanecían sellados manteniendo en secreto en su interior los objetos que aguardaban a los aventureros. Sin embargo, sin ganzúas ni nada parecido sólo les quedaba la opción de abrirlos por la fuerza rompiendo los tablones de madera entre las láminas de metal que tenían como refuerzos. Aquello causaría un ruido que alertaría a cualquiera en Minas Marendil que aun no se hubiera dado cuenta de su presencia, aunque aquello distaba extraño con el ruido, sobre todo la entrada cargando de Vârkim a la última habitación(7), que habían ido llevando a su paso por todas las partes de la fortaleza que habían recorrido hasta entonces.

- Hermosa diadema la que he encontrado eh Vârkim, puedes seguir admirandola por un rato mas, despues la guardare y continuaremos investigando. - dijo con un tono tranquilo, mientras dejaba el colchon en su sitio. Al poco rato tomo la diadema con su mano con la intencion de guardarla en su mochila.

- Continuemos, para compensar el haber sido yo el que va a quedarse con la diadema te cedo los dos cofres, estan en la primera de las habitaciones (5). Yo abrire el de la otra habitacion (6) - le dijo a su compañero.

Lo cierto es que desde que empezo la campaña siempre habia pensado que no estaba tan bien pagada. Habian averiguado quien asesino a Elacar, desenmascarando al tahur purpura. Habian evitado la muerte de Yanndabar. Yambien habian protegido a la dama en su llegada a Fornost Erain, e incluso en los caminos. Esta era su oportunidad de cobrarse lo que lo debian y dicho sea de paso enriquecerse un poco.

La ambicion se estaba haciendo presa de Nagredog, su codicia estaba llegando al punto de no querer ceder nada a sus compañeros. A los ojos del enano lo que el encontrara seria suyo, siempre y cuando Faramis no lo identificara como pertenencia de Niniel.

Vârkim miró con cara extrañada a su compañero cuando este le quitó la diadema, los enanos eran uraños por naturaleza pero Vârkim no estaba acostumbrado a esa actitud de su compañero y amigo de aventuras. Por descontado evitó cualquier problema cediéndole la diadema a Nagredog y olvidándose del tema. El no vino al norte a hacerse rico, si no en busca de un sueño desesperado de encontrar a su padre.

- Esta bien compañero pero también podemos dejar los cofres para luego, no se van a mover de aquí y los bandidos si. Te recuerdo que pueden tener secuestradas a varias personas.